UN HOGAR
.-.-.-.
Historia hecha sin fines de lucro.
.
.-.
.-.-.
.-.-.-.
.-.-.-.-.
.-.-.-.-.-.
- ¿Entonces... estás casada? - Preguntó una chica a Akane mientras terminaban la actividad grupal. La muchacha asistió con la cabeza sonriendo al pensar en su esposo, era inevitable. - Eres tan joven... ¿por qué decidiste casarte si apenas estas estudiando la universidad?
Akane terminó el cartel con colores brillantes, esto era una muestra de material lúdico para niños que debían entregar al día siguiente.
- Pues... cuando sabes que es el indicado... ¿para qué esperar? - La otra chica pareció reflexionarlo y soltó un suspiro de resignación, no comprendía que una chica de apenas 19 años estuviera casada. Además, en el ámbito profesional, regularmente las mujeres se retiraban de ejercer precisamente cuando se casaban, entonces, el marido de Akane tenía que ser muy abierto o quererla demasiado para que le pagara la carrera sin esperar que ella no se dedicara al hogar.
- Mi hermana mayor se casó el año pasado, su marido es un arquitecto muy reconocido de la zona, tan pronto se casaron, ella decidió renunciar a la oficina donde trabajada, de todas maneras, su esposo la tiene viviendo de manera bastante acomodada. ¿Tú esposo en que trabaja?
- En la construcción. - Respondió sin adornos, aun sonreía al decir esto. Comenzó a guardar todos los implementos utilizados al igual que el material que habían creado.
- ¡Oh que bien! ¿es ingeniero? - También se movió imitando a su compañera, aunque Mika vivía con sus padres y no le preocupaban los horarios, supuso que Akane debía regresar lo antes posible a su casa a atender a su esposo. - ¡Debí suponerlo! Si te paga los estudios debe tener una buena posición en su compañía. - Dedujo.
- En realidad, es obrero. - Aclaró Akane cuando terminó de guardar todo. - Y estoy muy orgullosa de él. - Agregó con una sonrisa sincera y en el rostro a sabiendas de lo que su compañera pensaría, Mika asistió confundida ante tal honestidad.
Akane miró su reloj de pulsera.
- Debo irme, nos vemos. - Se despidió con la mano y salió rápidamente de la biblioteca.
- O el esposo de Akane la quiere mucho o Akane es una tonta, ¿quién se casa con un don nadie?
.-.-.-.
Akane llegó a su pequeño departamento lo más rápido que le permitió su trote, podía haber tomado el autobús, pero no era una distancia realmente larga y el dinero ahorrado lo gastó en comprar una bolsa de udon pre cocido que compró en el camino.
Se puso el mandil, se lavó las manos y justo antes de romper el empaque de la pasta juntó sus palmas lanzando una plegaria a Dios rogando no arruinarlo, sabía que Ranma era muy tolerante con ella, pero no podían permitirse gastos innecesarios; al menos ahora ya no hacía comida tóxica, pero aún le costaba concentrarse o no emocionarse de más para no agregar nada que le diera un sabor desagradable a la comida.
Suspiró y se puso manos a la obra. Justo a las nueve de la noche en punto terminó la cena, el huevo en el udon se le había sobrecosido un poco, pero nada grave, la sencilla ensalada tenía trozos disparejos de vegetales y el arroz estaba un poco batido, pero en cuanto a sabor era lo más bueno que había cocinado.
Orgullosa observó el reloj de la pared.
- ¡Justo a tiempo! - Dijo feliz, se apresuró a salir del pequeño espacio de la cocina cargando con la comida, caminó algunos pasos y depositó las cosas en la mesilla baja, así, repitió el procedimiento hasta que todos los alimentos estaban dispuestos, se sentó en los almohadones del piso y esperó, pronto se oirían las llaves anunciando la llegada de Ranma.
Tiempo después observó de nuevo su reloj de pulsera, ya eran las nueve y media y Ranma no aparecía.
Si más que hacer, aun sentada a la mesa y viendo como todo se enfriaba, comenzó a tapar todos los alimentos para que se conservaran mejor.
.-.-.-.
Ranma abrió la puerta del departamento y se quedó algunos segundos fuera sacudiéndose la ropa, esperando que la mayor parte del polvo se quedara ahí, lo que menos quería era que Akane tuviera que esforzarse de más limpiando su desastre.
Se quitó los zapatos al entrar al genkan, también la chaqueta del trabajo que llevaba dos tiras reflejantes, dejó su mochila de pertenencias en la entrada al igual que su casco y entró en el domicilio.
Caminó por el estrecho pasillo de no más de un metro y medio de largo y vio a su mujer dormida sobre la mesa. Se había quedado de nuevo esperando su llegada.
Sin evitarlo sonrió con ternura.
- Ay Akane. - Negó con una sonrisa. - Pero si tienes la cama tras de tí. - Se adelantó los pasos que le faltaban para alcanzarla y sin dificultad, a pesar de su cansancio, la levantó del suelo para acomodarla en el colchón.
- Ranma... - Lo llamó abriendo los ojos. - Llegaste. - Soltó adormilada con una sonrisa al sentir el colchón bajo su cuerpo, sin embargo, no dejó que él se alejara, lo tomó del rostro y lo acercó hasta ella para que sus labios se tocaran.
- Akane. - Pidió suavemente cuando ella lo abrazó y no lo soltaba. - Ensuciaré la cama.
- No importa, te extrañé mucho, ¿por qué llegaste tan tarde? - Deducía que serían pasadas las dos de la madrugada.
- El encargado de la construcción me pidió ayuda para descargar material, me dio un pago extra por hacer el trabajo que de todas maneras teníamos que hacer mañana con máquinas, pero que hago más rápido por mi mismo y sin que nadie me estorbe. - Le volvió a besar la boca, si Akane no tenía problema en besarlo y abrazarlo mientras estaba así de sudado y sucio aprovecharía el momento.
- Pero Ranma... - Se sentó en la cama con el ceño compungido.
- No pasa nada, nena. Iré a bañarme, luego calentaré la comida. - Volteó la mirada a los platos notando que ambos estaban intactos. - Y ya que estás despierta, cenaremos juntos, ¿si?
Akane lo vio meterse en el reducido espacio del baño, no estaba contenta.
Para cuando Ranma salió del cubículo del baño con una toalla enrollada en la cintura, Akane ya había calentado la cena y de nuevo lo esperaba sentada a la mesa.
- ¡Huele tan bien! - Estaba tan emocionado y hambriento que se sentó tal como estaba frente a su esposa y comenzó a comer. - ¡Buen provecho!
- Ranma, te vas a enfriar. - Le dijo preocupada, el invierno aquí en Nagasaki calaba más que en Tokyo y la calefacción por alguna razón no subía demasiado, solo lo suficiente para poner el lugar a temperatura ambiente.
- No me vas a decir que te molesta que esté medio desnudo. - Le dijo con gracia antes de sorber de sus fideos.
- No quiero que enfermes. - Akane comía lentamente, de tanto en tanto mirando a Ranma entre enternecida, era obvio que le había gustado la comida y eso la hacía sentir orgullosa, y entre preocupada.
- Oye... - Dijo él después de engullir hasta la última gota del caldillo. - ¿Tú compraste el udon? - Ella asistió a sabiendas de lo que venía. - Akane, ya te he dicho que uses el dinero apropiadamente, no me gusta que camines desde la universidad a casa, no es seguro y el clima no es favorable. - Regañó. - Si querías udon pudiste haberme avisado y te los hubiese comprado yo.
- ¿Qué puede haber de peligro en caminar un par de kilómetros? Además, aún no es de noche a la hora que salgo y no estaba el clima tan frío. Quería darte una sorpresa.
- Akane... - Él suspiró, entendía lo que ella quería y sería hipócrita decir que no le había gustado el detalle (que por cierto le había quedado muy bien), pero no les gustaba que ella pasara penurias para complacerlo. - Hagamos algo... - Dijo al verla cabizbaja con el gesto molesto. - En la próxima compra semanal toma todos los alimentos extras que necesites, pero no quiero que gastes tu parte del autobús en otra cosa, ¿de acuerdo?
Aunque ella seguía con la cabeza gacha, Ranma notó que ahora hacía un puchero.
- ¿Akane? - La llamó soltando los palillos y acercándose a ella. La chica sin poder contenerse más se puso a llorar. - ¡Oye, oye! - La rodeó de los hombros y ella sin esperar más escaló la situación al abrazarlo del cuello hasta quedar pegada a al cuerpo que aun desprendía calor del reciente baño. - Lo siento, de verdad lo siento, mira si tú quieres, puedo darte el dinero para que tu compres lo que quieras después de la escuela, pero lo que no quiero es que regreses caminando, es por tu bien nena. - La abrazó de la cintura dispuesto a cumplirle el capricho, sea cual fuera el pedido de su esposa.
- ¡No quiero eso! ¡Estoy cansada Ranma! ¡No me gusta estar así! - Dijo entre lloridos.
Ranma torció la boca sintiéndose impotente, se esforzaba mucho trabajando de siete a siete en la construcción más algunos trabajos extras que salían, además los fines de semana trabajaba desde las ocho a seis de la tarde en una plantación de flores como operario, preparaba la tierra, sembraba, cultivaba y recolectaba las plantas, era el sembradío y vivero más grande de la ciudad. Luego de seis de la tarde sin hora de salida trabajaba como repartidor en un restaurante local que ofrecía servicio de 24h.
Ranma la apretó más fuerte antes de hablar tratando de sonar calmado.
- Escucha, tal vez pronto me asciendan de nivel en el vivero. - Intentó explicar. - Ganaré más dinero y podremos vivir con más soltura, si no, puedo buscar algún trabajo nocturno, un vecino me comentó que la planta arrocera tiene vacantes, solicitaré mañana mismo, ¿si? todo mejorará, lo prometo. - Explicó esperando que ella se conformara con lo que tenían un poco más.
Terminó por sentarla en su regazo acariciando su cabeza y su espalda, por largos minutos ella solo continuó llorando y aferrándose a él.
Ranma sabía que Akane estaba acostumbrada a cierto nivel de vida, incluso en los peores años del dojo Tendo, Soun se las había arreglado para mantener bien cuidadas a sus tres hijas. Ahora mismo, el joven Saotome pensó en salir a la calle y desquitar un poco de la furia que sentía consigo mismo, se había llevado a Akane con la intención de hacerla feliz y demostrarles a sus padres que ellos permanecerían juntos sin importar si ellos estaban de acuerdo o no, pero hasta la fecha no terminaba de darle lo que la chica merecía, solo bastaba mirar alrededor para ver las malas condiciones en las que la tenía.
Al principio, cuando Soun y Genma se pelearon hasta el punto de odiarse, Saotome había tomado la decisión de irse y se había llevado a Ranma con él, aunque ciertamente el joven estaba tan enojado con su padre por hacer que Tendo lo odiara y separara de su hija, que había decidido alejar su camino del panda; el heredero Saotome al recordar que su prometida no había interferido en el momento de la pelea, a pesar de que llevaban cierto tiempo coqueteando ligero entre ellos, se había rendido a la idea de no volver a verla, sin embargo, necesitaba despedirse adecuadamente, así que, desobedeciendo a su sentido común, la había buscado y al saber que Akane lo amaba como él a ella, no vio mejor remedio que llevársela consigo.
En ese momento le pareció una excelente idea, y aunque no tenían casi nada en los bolsillos, viajaron de ciudad en ciudad conociendo y entrenando, Akane parecía feliz y eso era lo único que le importaba a Ranma, aunque ciertamente, la idea de que ella tuviera que pasar incomodidades a la intemperie no le agradaba para nada; verla dormir en un saco viejo, en una tienda de campaña roída que ya no los protegía correctamente del aire o la lluvia, verla titiritar con una sonrisa en la cara después de bañarse en las aguas heladas de algún cuerpo natural de agua o notar como las pocas ropas de ella se veían cada vez más gastadas, le hizo comenzar a buscar trabajos temporales en cada ciudad a la que llegaban.
Ahorró lo suficiente para comprarle algo de ropa, también compraron una nueva carpa e incluso se sintió orgulloso cuando llegó al ahorro necesario para comprar un par de colchones de viaje esponjosos e impermeables para que durmiera cómoda, sin embargo, algunos meses después, un día de tantos, estaban en una montaña disfrutando de las vistas y de los espacios para entrenar, todo parecía bien hasta esa noche.
"Ranma, ¿esto es comestible?", había preguntado Akane al regresar de recolectar frutos. "Debe serlo, si, lo es." aseguró después de olisquear la pequeña baya sin probarla. Más tarde descubriría que se había equivocado y que Akane estaba intoxicada.
La experiencia había sido terrible, buscar un hospital había sido una odisea, había ido a tres antes de llegar a uno que quisiera atenderla sin seguro médico y a sabiendas de que no tenían para pagar la cuenta; después ni siquiera lo habían dejado entrar con ella por más que reclamó ser su prometido, a menos que fuera su esposo legalmente no había forma de que le dieran información de ella.
Desesperado, llamó a la casa de los Tendo, primero porque necesitaban un familiar para comunicarle el estado de la chica y segundo, si tenía que humillarse pidiendo dinero lo haría sin dudarlo, al menos las enfermeras habían tenido la delicadeza de decirle que, aunque el servicio médico era gratuito, sobre las medicinas se le daría a la chica solo lo disponible, advirtiéndole que probablemente necesitaría fármacos especializados y esos se compraban por su cuenta.
" Casa de los Tendo" se había oído la voz de Kasumi responder al llamado. " Ka-Kasumi, soy yo... Ranma" dijo con miedo esperando que la chica no le colgara el teléfono. " Oh cielos", la oyó exclamar con emoción, probablemente queriendo saber de su hermana, pero antes de cualquier otra cosa se oyó la voz de Soun de fondo, " ¿Quién es Kasumi?" preguntó y ella respondió nerviosa, " U... una amiga papá", luego agregó rápidamente, " Ranma tienes que esconderlos, papá no está para nada feliz, ha contratado un investigador para rastrearlos y si los encuentra no volverás a ver a mi hermana, escóndanse bien", habló en susurros. La voz de Soun se escuchó de nuevo, esta vez más cerca, Kasumi mintió llamándolo "Kaya-chan" antes de despedirse y colgar.
Ranma se había sentado en las sillas de espera sin saber que hacer, si buscaba un trabajo provisional ahora mismo, ¿cuánto tardarían en pagarle?, y de todas formas con lo poco que pagaban esos empleos, ¿le alcanzaría para pagar lo que necesitaba Akane? ¿Y si se ponía peor y necesitaban trasladarla de hospital a uno que no la atendiera gratuitamente? Las manos comenzaron a temblarle sin control.
" Señor Saotome." Lo llamó una enfermera con discreción compadeciéndose de él. Ranma levantó la mirada y enseguida fue hacia la mujer. " Le tuvieron que hacer un lavado de estómago a su novia, al parecer eso funcionó porque quince minutos después reaccionó. Ella estará bien" - Le informó y el alma le regresó al cuerpo.
Al siguiente día lo dejaron pasar en la hora de visita. El alta se la dieron el tercer día, le dieron varios medicamentos que gracias a Dios eran también gratuitos y le dieron indicaciones de lo que debía comer los siguientes días para recuperarse correctamente.
Ese fue el momento en que Ranma había madurado de tajo, no podía pasarse la vida como si fuera un carnaval, Akane no merecía eso, ella antes de escaparse de casa llevaba pocas semanas en la universidad y vislumbraba un buen futuro, mientras que ahora solo era una gitana sin hogar ni sustento fijo, ¿Qué pasaría si volvía a enfermar? y si tenían otra emergencia, ¿era él el hombre capaz de dar cara por su mujer?
- De solo estar aquí me siento mucho mejor. - Declaró ella sonriendo al acomodarse en el colchón dentro de la tienda de campaña, todo el campamento se había quedado abandonado y gracias al cielo estaba intacto cuando regresaron a él. Ranma se acercó a ella y tomándole de las manos le dijo solemnemente.
- Mañana, iré a tramitar nuestro matrimonio. - Akane lo miró con sorpresa. - Desde que nos escapamos no nos hemos ocupado de eso y es tiempo Akane.
- Bueno… hemos estado entretenidos en otras cosas… - Susurró con una sonrisa en los labios, sin embargo, Ranma sabía perfectamente porque intrínsecamente habían omitido el asunto, ambos querían hacerlo cuando las cosas con su familia estuvieran más tranquilas, ella quería al menos a sus hermanas en una pequeña ceremonia, Ranma quería buscar a su madre y ver si deseaba apoyarlos.
- Ya es tiempo. - Repitió pensando que aunque solo fuese por la vía legal, era completamente necesario para su vida en pareja, especialmente al saber que su condición como prometidos era infravalorada en lugares como hospitales. Akane asistió comprendiendo. - También es tiempo de establecernos.
- ¿Qué? Pero, ¿por qué? - Estaba confundida, ella quería seguir conociendo Japón de mochilera, era feliz haciéndolo al lado de Ranma.
- Mira donde estamos, una tienda de campaña no debería ser el lugar donde tuvieras que descansar después de estar en el hospital. Todo este tiempo he sido muy egoísta al pensar que esto estaba bien, se supone que te saqué de tu casa para hacerte feliz y…
- ¡Yo soy feliz! - Protestó. - Tal vez no tengamos mucho por ahora, pero con el tiempo seguro que…
- No Akane, no es lo que quiero. Quiero que estés segura, en tu propia casa, con un refrigerador lleno de comida sana, tener una habitación espaciosa y una cama más grande que la que tenías en el dojo. Quiero poder pagar tu educación y quiero comprarte cosas bonitas, viajar pero no así, no en calidad de casi indigentes, sino como un matrimonio que va de vacaciones.
- Pero… esto es como un viaje de entrenamiento, no tienes porque ser tan estricto contigo mismo. - Intentó defender la vida que llevaban, estaba de acuerdo que no era la mejor de las formas, pero a los ojos de la chica tenía cierto encanto.
- Hablé con Kasumi.
- ¿Qué te dijo? - La emoción se detonó en sus ojos sin esperar lo que venía.
- Tu padre sigue enojado, nos está buscando y probablemente tenga un plan para separarnos… la verdad no dudaría que papá esté haciendo lo mismo. Necesito que apoyes mis decisiones Akane, necesitamos demostrar que juntos estamos bien…
Akane suspiró, a ella no le importaba pasar situaciones complicadas con tal de estar con Ranma, pero viendo su seriedad, supuso que debía aceptar, seguro estaba aún asustado por su intoxicación, además, debió ser un golpe saber que los querían separar y quería, como el mismo había dicho, demostrar que era digno de ella y mentiría si dijera que no se sentía halagada, así que sin más asistió mientras lo abrazaba.
Todo fue rápido, consiguieron registrar su matrimonio y al poco tiempo decidieron irse a vivir a la zona de Nagasaki por su lejanía con Tokyo. Al principio siguieron viviendo en las afueras en la tienda de campaña, pero cuando consiguió empleo formal, uno de sus compañeros lo recomendó para un diminuto departamento con a penas lo esencial; después Ranma comenzó a hacer de trabajo en trabajo extra e impulsó a Akane a inscribirse en la universidad pública donde ella eligió entre las pocas opciones que tenía, Educación Infantil.
Las cosas para Ranma se estaban estableciendo de poco a poco, aun no era la vida que quería darle a su esposa pero se esforzaba para ello, los libros y la colegiatura de Akane no eran baratos, el regalo de la navidad próxima para ella había sido caro pero lo valía al ser su primera festividad como esposos y solos; y definitivamente los ahorros para una casa propia estaban a buen ritmo. Y ahora, mientras ella lloraba contra su cuello, sentía como la frustración le subía por el estómago y supo que aun debía dar más de sí, la vida entera si fuera el caso para que ella estuviera mejor, Akane nunca se había quejado y si ahora lo estaba haciendo es que las cosas estaban más mal de lo que pensaba.
Con aquello en mente la meció un poco para calmarla y le habló de nuevo.
- Nena, ya verás, conseguiré ese puesto y en poco tiempo…
- ¡No! ¡no me estás entendiendo! ¡no quiero que tengas un nuevo trabajo! ¡no me gusta que te estés sobre esforzando! ¡apenas te veo! - Le reclamó. - ¡Odio que estemos tanto tiempo separados! ¡odio que no tengas tiempo para mí! ¡prefería cuando éramos unos nómadas pero al menos éramos felices! ¡al menos yo era feliz! ¡no necesitaba que todo llegara de una sola vez! ¡te obsesionaste tanto por dármelo todo rápidamente que me quitaste lo más importante! ¡mi tranquilidad! - Ranma se quedó mudo ante la declaración, ella siguió. - Yo quiero todo lo que me quieras dar. - Se separó para mirarlo al rostro mientras lo tomaba de las mejillas. - Pero puede ser más lento, no tenemos que correr, yo no necesito más dinero por ahora, incluso puedo posponer la universidad; prefiero tenerte conmigo una tarde entera y comer arroz frio que pasarla sola devanándome la cabeza sin saber que clase de trabajo extra y peligroso aceptaste por dinero. Prefiero un fin de semana entero contigo que viajar unos pocos kilómetros en autobús y prefiero mil veces una noche completa contigo que una colegiatura o una casa más grande. - Le besó en repetidas veces la cara y siguió entre mimo y mimo rogando para que él entendiera. - Por favor, por favor, por favor cielo, lo que yo necesito es a ti.
- Akane… es que…
- ¡Ayy! ¡Como eres terco maldita sea! - Lo empujó con brusquedad y se levantó de su regazo. Avanzó el poco tramo hasta el baño y se encerró en el.
- Akane… - Pidió desde afuera.
- ¡Déjame en paz!
- Maldición… - Musitó, no quería perder la paciencia. - Sal por favor.
- ¡Solo hay una manera en que yo salga de aquí! - Ranma sabía que se refería a que aceptara sus demandas.
- Sal.
- ¡No!
- Sal Akane.
- ¡No voy a salir!
- ¡Carajo, sal ya!
- Bien, saldré, empacaré mis cosas y me iré, de todas formas no nos vemos casi, ni notarás la diferencia. - Abrió la puerta, salió, esquivó al hombre semidesnudo y sacó de bajo la cama una mochila.
- Akane…- La llamó entre dientes, esperando a que recapacitara, pero al ver que comenzaba a meter cosas en la mochila mientras sus lágrimas rodaban por su cara, cedió.
- No dejaré que dejes la universidad, de todas formas prometiste que el año entrante te darían una beca, ¿no? - Dijo amablemente acercándose, ella disminuyó el ritmo de sus movimientos. - Sobre el autobús, de acuerdo, podemos ahorrar el dinero de la forma que tu quieres, ¡pero! Yo mismo pasaré por ti, usaré mi hora de comida. - Suspiró resignado, era una hora en la que adelantaba trabajo y era recompensado con un bono de productividad.
Akane volteó a mirarlo con una cara si bien complacida, también de esperar más y él cedió un poco más.
- Seguiré con los trabajos extra… - ella se quejó enseguida pero el siguió hablando. - Siempre y cuando no sean peligrosos y no me tome más de tres horas.
- Una hora más de tu hora de salida, no más. - Lo amenazó
- Dos horas. - Negoció ella volvió a la tarea de empacar cosas. – Marimacho berrinchuda… - Dijo rechinando los dientes. - ¡De acuerdo! ¡Maldita sea, de acuerdo!
- ¿Y el trabajo de los fines de semana? - Preguntó ella.
- Se queda como está.
- Bueno… si tan empeñado estás en mejorar nuestro estilo de vida, está bien, consigue una nueva cama, porque en la mía no duermes. Seguro no me extrañarás, los fines de semana prácticamente ni te apareces por aquí.
- ¡Enana manipuladora! - La acusó, entre semana Ranma no la buscaba de manera "romántica" ya que llegaba tarde y prefería no interrumpir su sueño para que rindiera en sus estudios, pero los fines de semana, no importaba si llegaba a media noche, en la madrugada o incluso por la mañana, lo cansada que estuviera ella ni mucho menos el cansancio de él mismo, la despertaba con zalamería exigiendo su incentivo matrimonial.
- Tu decides. - Lo amenazó.
- Dejaré solo el empleo de repartidor. - Accedió por fin con las cejas fruncidas. Ella se lo pensó, entonces agregó.
- Si significa que voy a estar sola toda la mañana y parte de la tarde, conseguiré un empleo de fines de semana. - Anunció. Desde siempre había insistido en trabajar como él, pero Ranma nunca la había dejado.
- No, eso no está a discusión. – Advirtió aun más enfadado.
- Igual no vas a estar, ni cuenta te vas a dar. - Levantó las cejas con socarronería.
- Akane… - Se acercó, tomó el equipaje con furia y lo arrojó contra una pared.
- ¿Qué harás al respecto? ¿Renunciar y pasar el fin de semana conmigo? - Preguntó con una sonrisa sínica pero complacida.
- No… - Cerró los ojos pensando a mil por hora y con todo el dolor de su corazón le expresó tras algunos segundos una respuesta. - En el área del vivero… ¡mierda! – Maldijo antes de continuar. - Necesitan una empleada de sábados y domingos para atender a los clientes minoristas, puedo hablar con mi jefe… - Dejó al aire, si ella quería trabajar, al menos sería en algo no pesado y donde la tuviera vigilada.
- ¡Si! ¡Si! - Se colgó de él, no solo trabajaría por fin para ayudarlo aunque fuera un poco con los gastos, sino que también lo estaría viendo durante el día. - Te amo Ranma.
- Demonios Akane, ¿por qué me haces esto? Si siguiera con mi ritmo de trabajo actual, en un par de meses podríamos mudarnos a un mejor lugar. - Reclamó a sabiendas que ella no cambiaría de opinión.
- ¿Y de qué me sirve vivir en un mejor lugar si no estás tú? – Comenzó a besarle el cuello lentamente y Ranma cerró los ojos extasiado. - No quiero una casa maravillosa si no es un hogar.
- Con que un hogar, ¿eh? - Sonrió siguiéndole la corriente a su mujer, haciendo una excepción a la regla de "no atenciones" entre semana. - Alguien me dijo que no hay hogar si no hay hijos. - Recordó la frase de uno de sus compañeros del trabajo que ya iba por su cuarto bebé, lanzando aquello en broma.
- Entonces ya estuvieras trabajando en ello Saotome.
- Akane… - La llamó deteniendo sus atenciones con ella. - ¿En verdad tú…
- Yo no tengo problema, el día que tu quieras aceptaré encantada. - Dijo sonriéndole con amor.
La madrugada de aquel miércoles prometía para Akane más de lo que su esposo había querido darle en esos meses, y Ranma, que mientras yacía en la cama junto a su mujer, entendió por fin el concepto de hogar, no era nada material, era la persona con quien lo compartía, su amada esposa.
FIN
.-.-.-.-.-.
.-.-.-.-.
.-.-.-.
.-.-.
.-.
.
Del 07 de dic.
Ya saben que mis historias pueden leerse sin problemas de manera independiente, pero esta, por si les interesa, está en el mismo universo que "Dejar Todo", es una continuación si me preguntan, aunque si no han leído la primera, no pasa nada.
Gracias a todos en especial a:
· Nita-chan84
· Psicggg
· Sailorsancer7 (x2)
· Adriana Flores, si también es una de las llamadas "fiebres" es diferente a la tifoidea, pero si esnuna enfermedad bacteriana.
· Kirara822
· Vane
· Kris de Andromeda
· Crisel Grajeda (x2)
· D-Infinity
· Arianne Luna
· Lili
· Pao Vedder
· Jesse je
· Baybyface
Gracias a todos, los quiero un montón, de este lado del internet, AkaneMiiya.
