Bien, no debe ser tan complicado. Solo... dile, y vete... Sí, eso es todo…
A las afueras del edificio donde se encontraban las oficinas de I.M.P., una figura alta y encapuchada intentaba tranquilizar sus nervios antes de ingresar a dicho lugar.
¿Por qué hacía esto en primer lugar? Nunca lo conoció en persona ni habían cruzado palabra en toda su vida... ¿Por qué arriesgarse entonces por él?
Bajó la mirada y se detuvo a observar el dije de plata que colgaba de su cuello, debajo de la capa. La imagen de una suave sonrisa en el pico de esa bella ave y sus plumas blancas golpeó su mente como si se tratara de un cuchillo atorado en su pecho.
Mierda…
No tenía de otra. Stolas era el único que podía ayudarla... Así como ella era la única que podía ayudarlo a él…
Inhaló profundamente y entró al edificio.
Le tomó unos minutos tomar el ascensor para encontrarse frente a las puertas de aquel negocio. No se oía ningún ruido, pero no parecía estar cerrado.
Tal vez es señal de que…
—¡Loona! ¡¿Volviste a comerte mi almuerzo?!
—¡Siéntate en un pito, Moxxie! ¡No estoy de humor para tus jodidos lloriqueos!
…
Sí. Definitivamente está abierto.
—Bien... —volvió a inhalar, por quién sabe qué número de vez, y se enderezó.
Espero que valga la pena, Sebby.
Tocó la puerta con los nudillos y esperó a que alguien le diera permiso para pasar.
... Nada.
Volvió a tocar.
—¡Está abierto! —gritó esa voz irritada.
Hizo una leve mueca y abrió la puerta.
Sentada en frente a un escritorio, había una HellHound blanca de cabello gris y ojos rojos con peinado y apariencia gótica. No levantaba la vista del celular y se le veía algo malhumorada.
—Eh... Disculpe, estoy buscando a-
—¡Mox, trae tu trasero aquí y atiéndela! —bramó fastidiada.
Un diablillo vestido de forma algo formal se acerca y le da una sonrisa apenada.
—Discúlpela, señorita, Loona no... ha tenido un buen día que digamos —intentó excusarla para no quedar mal frente a su cliente.
—Oh, no se preocupe, eh…
—Un placer, soy Moxxie. —Extendió su mano y ella le dio un ligero apretón de manos junto a una pequeña sonrisa debajo de la capucha.
—El gusto es mío, señor Moxxie. Llámame... Amy.
—¿Qué podemos hacer por usted?
—Duh. Obviamente, está aquí para que matemos a alguien, idiota. —Moxxie gimoteó de frustración y abrió la boca para hablar.
—En realidad, estoy buscando a su jefe —dijo antes de que Moxxie pudiera decir algo, para sorpresa de los presentes.
La puerta principal se abre y entra una diablilla con dos vasos en la mano.
—¡Oh, hola! Lamento interrumpir. Traje tu café, cariño.
—Gracias, Millie.
—¿Tenemos trabajo? —sonrió a la muchacha, aunque estaba algo extrañada de verla con una capucha.
—No lo sé, dice que viene a buscar a Blitzø. —La pelinegra la curiosa.
—Oh... Eh... No sé si sea un buen momento —le dijo con una sonrisa algo nerviosa.
La chica se quita la capucha y muestra a una pecadora con la piel de un magenta gris muy oscuro. Su cabello negro cubre el lado derecho de su cara y se extendió hasta la cadera. Debajo de su ojo izquierdo, hay otro ojo que es más pequeño, pero todavía tenía iris y pupila; ambos son ocre y tienen un brillo amarillo. Bajo la capucha y la capa, llevaba un unitardo gris oscuro que la cubría hasta los... ¿pies?... ¿Patas? (parecían patas de ave). Y un fino dije de plata con un nombre grabado colgaba de su cuello.
—Lo siento, pero es urgente que hable con él. —La sonrisa que tenía hasta hace unos pocos segundos se transformó en un semblante serio y algo distante.
La pareja de diablillos se miraron entre sí sin saber bien qué responder.
—Eh... déjeme ir a verlo primero —Moxxie le dio una mirada a su esposa antes de ir a la oficina de Blitzø.
—Siéntese, por favor.
La pecadora obedeció y sacó su celular para revisar su bandeja de mensajes.
[...]
Estoy en I.M.P.
B:
¿Hablaste con él?
¿Qué te dijo?
Nada aún, uno de sus
empleados fue a buscarlo.
Pero se veía incómodo...
B:
Tranquila.
¡Todo irá bien!
¿Debe ser necesariamente él?
¿No puedo hablar con
alguien más?
B:
¿Conoces a alguien
cercano a él aparte
de ELLA y su hija?
...
B:
Mira.
Si no funciona,
vamos al plan B
Pero algo se nos
ocurrirá ;)
Gracias…
B:
¡Hey! Está bien.
Todo irá bien, niña,
te lo garantizo.
[...]
La encapuchada sonrió conmovida por las palabras de su amiga. Sabía perfectamente que era imposible que ella le pudiera garantizar algo que estaba fuera de sus manos, pero eso no quitaba el hecho que agradecía su preocupación y apoyo...
—¡Está bien! Será mejor que sea importante, y rápido. ¡¿Entendiste?! No voy a lidiar con jodidos idiotas ahora, Mox.
Se escuchó una voz masculina, fuerte e irritada, salir de la oficina principal...
Sí... algo le decía que definitivamente era él…
De la oficina salió un diablillo alto con cuernos grandes, alto y con una cola puntiaguda que azotaba contra el suelo debido a su malhumor. Lo que más le llamó la atención fue ver manchas blancas que cubrían la mitad de su rostro, lo que parecía ser cicatrices, y la curiosa gargantilla que llevaba en su cuello.
Blitzø azotó la puerta y la miró con desdén y molestia.
—Sé breve, perra. No tengo todo el puto día —espetó.
Qué agresivo...
—Lo siento, señorita Amy. Señor, ¿puede bajarle dos rayas a su mal genio? Es una cliente —regañó lo último entre dientes.
—La zorra quería hablar conmigo, ¿no? Pues que lo haga, ¡y rápido!
—Señor-
—¡Disculpe! —interrumpió a Moxxie—. Usted es Blitzo, ¿verdad? —El diablillo la miró con odio al oír lo pronunciado.
—¡La 'o' es muda, imbécil! —escupió con rabia.
—¡Blitzø!
—Mis disculpas... Señor Blitzø, no quise ofenderlo.
—¿Qué mierda quieres? Escúpelo.
La chica cerró los ojos y exhaló suavemente antes de volver a abrirlos y mirar a Blitzø seriamente.
—Quiero hablarle del príncipe Stolas...
Referencias
• Colores utilizados en este capítulo:
- Magenta Grisáceo Muy Oscuro: #51484F
- Ocre: #CC7722
