Félix llegó a clases a la hora habitual, no había nada raro en eso, lo que sí era raro, era que Marinette ya estaba en clases, estaba hablando algo con su grupito habitual, él caminó hacia su asiento y al sentarse se dio cuenta de que la azabache reía y hablaba normal con Adrien, él sintió un nudo en su garganta y como si tuviera un sabor horrible en ella, quizá ella ya le habría dicho al modelo sobre sus sentimientos y él le habría correspondido y ahora serían una pareja, resopló sin que los demás se dieran cuenta, ¿quizá sería mejor conseguir un boleto a Londres y nunca más regresar?, ¿era cobarde eso? sí, lo era, pero Félix no sabía si su corazón podría aguantar verlos juntos tomados de la mano en el colegio o peor aún, verlos besarse, imaginar aquello hizo que se estremeciera, llevó sus manos frente a él y escondió en ellas su rostro, no quería que nadie lo viera, quizá debería ir con la enfermera y pedirle un permiso para ir a a casa..., pero si hacia eso, tendría que acompañarlo Marinette y él no estaba seguro de no desmoronarse allí, así que sólo suspiró y se recostó en su asiento.
—¿No has descansado bien?
—¿¡Qué!?—su voz sonó algo nerviosa y tuvo que carraspear para hablar normal—Estoy bien, no necesita preocuparse por mi, señorita Dupain-Cheng.
No quería verla ahora, no quería ser grosero, pero no sabía si lo que dijese traicionaría toda su actuación.
—Bien, si lo dices...—la azabache lo miró un poco más como buscando algo y él se sintió un poco incómodo por su mirada, luego ella se volteó y se sentó para atender a la profesora que ya había entrado.
El resto de la clase fue pesada, no en el aspecto de que era difícil, no, pero Félix no podía concentrarse en nada, sus pensamientos seguían yendo y viniendo sobre la azabache y su primo y realmente, realmente parecía que el estómago le dolía cada vez más.
El receso llegó y la misma imagen de la mañana apareció frente a él y él huyó, salió lo más rápido que pudo del aula y se dirigió a un banco del patio y se sentó con un suspiro pesado.
Lamentablemente su primo y sus amigos estaban bajando las escaleras y se quedaron en un banco frente a él, él se quejó, ¿qué clase de lección le estaba dando la visa?, ¿es porque no le dijo lo que sentía por ella antes?, ¿ahora tendrá que vivir con eso?, Félix dirigió su mirada al grupo y se asustó cuando vio que Marinette mirándolo, o al menos él pensó que ella disimulaba no mirarlo.
La cabeza de Félix daba vueltas, ¿ella se habrá dado cuenta de su comportamiento?, bueno, seguro que sí, ambos se quedaron viendo y ella le sonrió y dio un paso con la intención de ir hacia él, pero Félix se levantó rápidamente y corrió hacia los baños, sólo pudo escuchar como la niña lo llamaba antes de cerrar la puerta tras él.
Luego de casi diez minutos salió del baño, al momento de hacerlo, una pequeña azabache lo encerró con sus brazos en la pared, Marinette lo miraba fijamente y con el ceño fruncido.
—¿Qué es lo que te pasa?—preguntó ella sin dudarlo.
—No sé de qué hablas,—quería sonar convencido de ello, pero su voz salió nerviosa—definitivamente no trato de huir de tí...—él se palmeó la cara mentalmente.
—¿Por qué huyes de mí?
—Ya te dije que no huyo de tí.—él miró los brazos que lo apresaban—¿Ya me dejas ir?
—No,—dijo la niña obstinada—no hasta que me digas que pasa.
Él suspiró.—Marinette, esta posición es escandalosa, déjame ir ya o tu novio se enfadara.
Marinette lo miró extrañada.—¿Novio? ¿Cuál novio?
Él puso los ojos en blanco.—Adrien, obviamente.
—Él no es mi novio.—la niña se rió.
—¿Qué?—Félix trato de pensar rápidamente las cosas que habían pasado hasta el momento—Entonces... ¿por qué hablabas con él?
—¿Quizá porque es mi amigo?—la azabache se cruzó de brazos y lo miró con cara de "duh".
Él rió sin gracia.—Ja, llevó casi un año aquí y todos los días que te he estado viendo siempre hablas murmurando o confundes palabras.—él imitó su pose.
—¡Sabía que me mirabas!—sonrió victoriosa.
—¡No, claro que no!—él se sonrojo—No era lo que trataba de decir, eh... yo...
—Está bien, no me molesta.—sonrió cariñosamente—Pero...—ella sonrió maliciosamente—Creía que Félix Fathom Graham de Vanily era más rápido para darse cuenta de los cambios...—susurró y por alguna razón el cambio de tono hizo que él se estremeciera.
—¿Qué cambios?_preguntó cauteloso.
—Como por ejemplo...—ella se acercó más a él y aunque él trató de huir se dio cuenta que estaba entre Marinette y la pared—Que he estado observando a otro rubio...—ella se puso de puntillas acercándose peligrosamente a sus labios.
—M-marinette, ¿qué estás haciendo?—por alguna razón su voz era un susurro ronco.
—Voy a besarte.—anunció ella.
—¿Vas a qué?
Ella junto sus labios y tomó su rostro con sus manos y aunque fue sólo un pequeño roce, pareció como si su mundo se hubiera destruido y reconstruido con esa acción.
—¿Por qué...?
—Creo que es obvio Félix.
Él la miró y entrecerró los ojos.—Marinette no es tan activa, ¿quién eres tú?
Ella resopló.—Puedo serlo cuando quiero, no me avergüences ahora o perderé todo el coraje que reuní para hacer esto...
Él respiraba con dificultad.—¿Esto es real?
—Muy real...
—¿Puedo...?
—Por favor...
Él volvió a besarla, ya no era un roce inocente, él quería demostrarle todos sus sentimientos con ese beso, la abrazo por la cintura y ella elevó sus brazos a su cuello y ambos estuvieron así hasta que el aire les hizo falta y se separaron.
—No creo que pueda dejar de besarte...—susurró él contra sus labios.
—Creo que yo tampo,—ella sonrió—pero,—se alejó de él—es momento de ir a clases.
—Bien, sí.
Ambos se sonrojaron al darse cuenta que más de un alumno debió haberlos visto besarse cerca del baño de hombres.
—¿En verdad pensaste que estaba saliendo con Adrien?—preguntó ella cuando subían las escaleras.
—Sí,—admitió él—debo admitir que me dio miedo.
—Eso no hubiera pasado si me hubieras dicho lo que sentías antes...—ella le reprochó.
—Cierto,—él la jaló hacia él en la puerta del aula y la abrazo—pero ahora no pienso dejarte ir.—él la volvió a besar y sus compañeros se quedaron boquiabiertos por la escena.
—Te lo dije.—dijo Adrien mirando a Alya—Ahora págame.
—Tsk, bien, ten.—la morena le entregó el dinero y él rió—Sólo espero que no estén besandose a cada rato.—la periodista refunfuñó.
—Posiblemente nos escondamos por allí,—dijo Marinette acercándose a su amiga—como tú y Nino.—ella le pico el hombro varias veces haciendo que su amiga se sonrojara.
—¡Mari, dijiste que no dirías nada!—la azabache rió y la morena miró a Félix—Ya estás corrompiendo a mi niña pura.—dijo teatricalmente.
—A mí no me pareció eso en la puerta del baño...—él tenía una sonrisa juguetona.
—¡Félix!—la niña lo golpeó en el hombro.
—Ya, perdón.—se rió.
Ese día empezó raro, pero termino bien para Félix y Marinette.
**。
Esto se me ocurrió mientras escuchaba Bésame de Camila *carita feliz*
Espero que les guste *corazoncito*
