Aclaraciones: Los personajes pertenecen a la maravillosa mente de Rumiko Takahashi, yo los utilizo para mis fines perversos.

Esta historia tiene contenido adulto, lee bajo tu propio criterio.

Disfruta la lectura.

"Sedienta de ti"

Habitación temática

Capítulo 6: Ducha

Kagome tuvo que sostenerse de la pared resbaladiza para mantenerse erguida, sus rodillas acababan de aflojarse ante las incesantes caricias de InuYasha, quien estaba arrodillado tras ella entre sus nalgas lamiendo mientras el agua de la ducha caía sobre ellos, sintió el roce de su colmillo en un glúteo y un gemido se arrancó de su boca cuando la lengua entro en su cavidad para luego subir y encontrar un nuevo espacio en el cual hundirse.

—Inu…—su voz murió ante la nueva sensación que estaba experimentado al ser acariciada en esa zona secreta, ladeó su rostro pudiendo apreciar a InuYasha perdido en su trasero, aferrando las manos a las caderas incitándola en el movimiento.

Abruptamente su cabello húmedo fue jalado hacia atrás por él sin dejar de realizar su caricia que le enviaba ondas de placer expandiéndose por todo su cuerpo, parecía como si pequeños fuegos artificiales estuvieran llenando su visión.

El vapor del agua repletaba todos los espacios y un ligero sofoco producía pero todo le parecía demasiado excitante para preocuparse sobre ello, estaba perdida en la sensación que estaba haciendo estremecerla y temblar sus piernas.

Cuando InuYasha decidió que era suficiente, se incorporó relamiéndose los labios, tomó desde atrás el mentón de Kagome para ladear el rostro y buscar su boca desesperadamente, Kagome sintió como su dureza se frotaba contra sus glúteos y la humedad que había dejado en su interior esperaba dar por primera vez la bienvenida.

El beso era profundo y persistente, esta rudeza también le estaba encantando, generalmente él solía ser cuidadoso con ella, pero era la misma Kagome que previamente al encuentro le había solicitado que en esta ocasión no se contuviera y le contara un fantasía, entonces InuYasha tras entregarle una sonrisa que le aceleró el corazón, le había dicho que quería hacerlo en la ducha y probar por una nueva entrada a su cuerpo.

Sintió como él acomodaba su miembro entre medio de sus nalgas buscando el acceso y cuando lo encontró comenzó a empujar muy suavemente, Kagome percibió como en un inicio su carne se resistía, respirando profundo se relajó lo suficiente hasta que empezó a invadirla, junto con ello una nueva sensación eléctrica recorriendo, un escalofrío extrañamente placentero por su espalda.

— ¿Estas bien? —no pudo evitar salir de su personaje brusco para conocer si se encontraba cómoda, se sentía tan deliciosamente apretado pero antes de ceder a sus instintos necesitaba saber que ella también estaba disfrutando. Kagome llevó la mano al brazo que la tenía sostenida del cuello y lo acarició.

—Solo dame un momento para acostumbrarme—le pidió con la voz entre cortada y su cerebro procesando el nuevo estímulo que estaba recibiendo, el agua seguía golpeando sus cuerpos realizando un gentil sonido de fondo.

Él así lo hizo, se mantuvo quieto pero besando la zona posterior de su cuello asimilando también esta nueva forma de sentirla, amaba tanto a Kagome, cada parte que conocía de ella la amaba y siempre estaba descubriendo algo nuevo a su lado como esta sensación, ella hizo un ligero movimiento que lo sacó de sus pensamientos, la electricidad que emanó lo llevó a morder el cuello para poder tolerar el placer que lo había embargado, Kagome repitió el movimiento comenzando a disfrutar de la oleada que la invadía. Prontamente el ligero movimiento se volvió un vaivén desenfrenado y un sonido estrepitoso de pieles chocando entre los gemidos de ella y gruñidos de él.

Sensaciones burbujeando, olores, sonidos, todos los sentidos estaban alerta e intensificados, perdida en el tiempo, solo disfrutando, no importaban las preocupaciones ni nada que tuviera que hacer prontamente, solo estaban ellos y aquella exquisita sensación que desbordaba todo, olvidándose incluso de quien era en ese momento, las manos de InuYasha la recorrían, agarraban un pecho y lo apretaban, gruñendo y mordiendo incansablemente su cuello generando más estímulos que la hacían sentir embriagada de él.

Tras un sonido profundo que emergió de InuYasha, fue ella consciente en ese estado de letargo y placer del líquido caliente llenándolo todo, una sonrisa de satisfacción salió de sus labios dejando finalmente que sus piernas se doblaran mientras él lograba sostenerla aún perdido en su orgasmo.

Que gran descubrimiento habían realizo hoy.

Fin.