Me gustaría decir que no recuerdo muchas cosas de mi pasado, por desgracia, no es así. Mis recuerdos son tan claros como agua cristalina y a la misma vez; dolorosos, deprimentes, asfixiantes. Aquellos recuerdos están envueltos en una densa neblina de la cual no puedo escapar a pesar de haberlo intentado muchas veces en estos años, son como parásitos, que se aferran con uñas y dientes a cada partícula de mi ser.

A pesar de todo, quisiera retroceder en el tiempo y regresar a ese primero encuentro que cambió mi vida por completo. El recuerdo de su mirada es tan nítido, hasta siento un ligero cosquilleo en la garganta por la ansiedad que me producía cada vez que nuestros ojos se cruzaban. En ese entonces, mi "yo" del pasado nunca hubiera imaginado en lo que se convertiría, en la porquería que nos convertiríamos a través de los años. Solo deseo aferrarme a esa mañana de mis dieciocho años, aquel día cuando entré a la universidad, a ese salón de clases en especial, cuando lo vi por primera vez…

Para muchos es una idiotez, lo sé.

Pero, tengo que decir que fue amor a primera vista.

Pensé que pasaríamos toda la vida juntos y ahora odio al maldito mundo por haberte arrebatado de mis brazos.

Los odio, los odio a todos…

Mi corazón es tuyo para siempre, Martín.

Aún tenga que caminar por ese sendero de la vida solo con tu recuerdo grabado en mi memoria, imaginando que estás a mi lado, sujetando mi mano…

Ojalá fuera así…

Te extraño tanto…

Un joven delgado y paliducho caminaba tranquilo por aquel pasillo vacío, el suave viento de la mañana jugueteaba con su cabello negro, los rayos solares se colaban por todas las rendijas, pero, Seth avanzaba lentamente. El joven de dieciocho años caminaba cual, condenado a su ejecución, había ingresado a una prestigiosa universidad, el sueño de sus padres, pero, después de un semestre no encontraba nada que lo motivase a seguir con aquellos estudios que obligatoriamente debía seguir para convertirse en doctor. Pese a todo, Seth había intentado ver el lado positivo de aquello, después de todo, había muchas personas que morían por una vacante en esa universidad, siendo honestos, con gusto regalaría su lugar con tal de seguir su verdadera vocación, su amor por la música y sus deseos de convertirse en cantante, habían sido aplastados por los deseos frustrados de sus padres, deseos que a toda costa hicieron que se cumpliera con él, aún esto significara anular la pasión de su hijo. El joven se sentía como un zombi, en esos meses no había entablado amistad con nadie, solía almorzar separado de los demás y solo los docentes sabían su nombre completo, aunque esto no le importaba en absoluto.

Seth Leveau, solo era un nombre más, en medio de toda aquella masa de estudiantes que iban y venían.

En esos instantes desvió la mirada al cruzarse con un par de chicas que le sonrieron coquetamente, sabía que solo lo hacían por el color de sus ojos, para él era una maldición haber nacido con los ojos tan verdes como el jade. Esto lo motivó a caminar más rápido mientras trataba de acomodarse la mochila. Seth inhaló profundamente, expulsando el aire lentamente de sus pulmones para recuperar la poca paciencia que había conseguido en todo ese tiempo. De todos modos, nada podía hacer, sus padres nunca lo escuchaban y tomaban sus sueños como una tontería de adolescente, a pesar que había cumplido la mayoría de edad hace un mes.

Y para hacer la situación más incomoda, sus compañeros de escuela habían comentado mucho acerca de su rápido ingreso a la universidad, a pesar de haber tomado el examen de admisión como todos, Seth sospechaba que su padre había tenido mucho que ver en ello. El dinero de su familia, aquella carga que debía tener sobre sus espaldas, el maldito dinero que usaban para comprar hasta el alma de las personas. El joven de cabellos negros y ojos verdes, volvió a suspirar, en un intento por calmar sus frustraciones, seguido a ello entró silenciosamente al salón de clases, anotó su nombre en una lista y se dejó caer pesadamente en uno de los últimos asientos. Algunos chicos y chicas intentaron hacerle conversación, pero su fría mirada logró alejarlos al menos por aquellas horas. Seth quería controlar el nervioso movimiento de sus piernas, aquellas piernas que deseaban llevarlo muy lejos de ahí. Ya no podía soportar esa falsedad, estaba cansado de tomar cursos por obligación y sin entender ni pizca por más que lo intentaba, de repente, dejó tirada su mochila en el piso y poniéndose de pie, empezó a dirigirse a la salida, como un gato silencioso en medio de tanto bullicio. Solo anhelaba ver el pasillo para salir corriendo, tal vez solo podría huir aquel día, pero, necesitaba alejarse del aquel lugar al menos por unas horas, cuando se decidió salir y aceleró el paso, chocó bruscamente con alguien, haciendo que se le cayeran varios libros y un envase con agua. Seth reaccionó e intentó ayudar al desconocido a recoger sus pertenencias. Pero, se sorprendió al encontrarse con un hombre alto, joven, con cabellos castaños y mirada serena a pesar de la situación, por un momento pensó que era otro estudiante, hasta que notó su atuendo, un traje formal y una pequeña placa que mostraba su nombre y daba a entender que se trataba de un maestro. Seth avergonzado terminó de ayudarlo, volviendo a su asiento en silencio. El hombre se acomodó la corbata y se puso delante de todos.

- Mi nombre es Martin Chávez, seré su maestro suplente por unos meses hasta que el señor Ortiz se recupere. Este curso es el de psicología médica, en el cual desarrollarán los conocimientos necesarios para mantener una buena relación entre el paciente y médico, así como, la manera en como resolver los problemas psicológicos de los pacientes, empatía y el manejo de las emociones para una buena atención. Cualquier consulta o inconveniente pueden comunicármelo, llevaré con ustedes dos horas los días martes y jueves. Y para las primeras clases, les pediré que cada uno cree su propio plan de estudios, empezando por psicología, tenemos que conocernos primero antes de tratar a cualquier persona, la psicología es muy importante para el manejo de situaciones difíciles, sobre todo el no dejarse llevar por diversas emociones y enfocarse de modo profesional a sus futuras obligaciones como médicos. Ahora que todo está claro, por favor ¿podrían presentarse para corroborar sus nombres con la lista de asistencia?

Los jóvenes empezaron a levantarse del asiento y cada uno mencionaba su nombre completo, edad y lo que esperaban de aquel curso. Cuando le tocó el turno a Seth, solo se puso de pie y no pudo evitar mirarlo directamente a los ojos, de sus labios no salió palabra alguna, haciendo que sus compañeros volvieran a susurrar cosas extrañas de él.

Y todo empezó así, con una mirada tímida, con encuentros casuales en donde preguntaba cualquier cosa que se le cruzaba por la cabeza, siempre orientado en la materia, dando a entender que era la única que le interesaba. El profesor Chávez siempre lo recibía en su oficina fuera del horario de clases y respondía a todas sus dudas, y aquellas charlas poco a poco se volvieron más largas. Seth no podía evitar buscarlo aún terminase el curso con buenas calificaciones y sus horarios de clases cambiaran. Y después de dos años de conocerlo, le confesó aquellos sentimientos que había guardado en todo ese tiempo.

Al principio Martin hizo todo por evitarlo, se llevaban diez años de diferencia, cosa que a simple vista no se notaba por ser el único docente de esa edad en la universidad, solían confundirlo con un estudiante muchas veces y esto lo hacía sonrojar. Sin embargo, antes que terminase ese año, no pudo esconder lo que también sentía. Así empezaron una relación a escondidas de los demás, era el primer amor de Seth y estaba dispuesto a llevarlo lo más lejos posible. A sus veinte años se sentía feliz, a pesar de volver a casa, a su prisión de cristal, aquella felicidad podía romper todos los prejuicios y malos momentos pasados.

Las cosas dieron un giro completo, los padres de Seth estaban sorprendidos al ver las calificaciones de su hijo, en general el joven estaba rindiendo bien los exámenes sin queja alguna y parecía estar entusiasmado por asistir a la universidad como siempre habían esperado. Seth asistía puntual a sus clases, todo lo hacía honestamente, ya que Martín solía ayudarle en otras materias y lo animaba a seguir adelante al ver el talento que poseía. El profesor Chávez llenaba con su luz hasta el día más oscuro, mientras que Seth estaba dispuesto a llegar a convertirse en un buen doctor, y así poder vivir con él y empezar un nuevo capítulo en su vida. Los encuentros que ambos tenían solían ser en el departamento de Martín, encuentros que cada vez eran más apasionados. Pero, una tarde, fueron descubiertos por el mismo director de la universidad, al ser testigo de un beso apasionado en la oficina del profesor Chávez. Seth no había podido contenerse, a pesar de todos los cuidados que habían tenido, el joven actuó de manera impulsiva y Martin no pudo rechazarlo.

El profesor fue despedido inmediatamente, siendo humillado y despreciado por todos sus colegas y compañeros. Seth solo empeoró las cosas al tratar de defenderlo, porque nadie iba en contra suya al enterarse quién era su padre, pero sus desesperadas palabras solo confirmaron aquel romance que ya tenían hace meses.

- ¡Ya basta Seth! ¡Ya basta! ¡Todo esto fue un maldito error!

- ¿Qué?

- ¡Ya me escuchaste! ¡Esto nunca debió suceder!

- No… ¡No es verdad!

- Perdóname… ¡Perdóname!

Fueron las últimas palabras que escuchó de Martin, en esos momentos se marchó y después de desaparecer por una semana entera, Seth fue informado que el profesor Chávez se había suicidado en su departamento. Encontraron el cuerpo tirado sobre el suelo, junto a muchos frascos de calmantes y dos cartas, una en donde se echaba la culpa de todo lo sucedido, explicando que había seducido a su estudiante hasta el punto de mantener una relación clandestina con él, todo fue para proteger a Seth, pero no funcionó, y otra… la otra carta nunca fue entregada a Seth, el director de la universidad no tuvo otra opción más que romperla por orden de sus padres, quienes se enteraron de todo, sintiéndose totalmente decepcionados de su hijo.

Aquella luz se había apagado, los planes y sueños que había construido en su corazón, uno por uno fue cayéndose cual castillo de naipes.

Seth fue retirado de la universidad y no se le permitió asistir al funeral, estuvo encerrado todo ese tiempo y ni siquiera supo en donde se encontraba su tumba. El joven solía llorar a cada instante, sentía que perdía la cordura y dejó de alimentarse correctamente, su madre quería llevarlo a un psicólogo para que lo ayudase a entrar en razón, pero, su padre se llenó de odio y asco al imaginar a su único hijo acostándose con un hombre. Una tarde entró a la habitación de su hijo, gritando e insultando, llegando hasta agredir a la madre por tratar de defenderlo. El hombre ya no veía a su hijo en aquel homosexual asqueroso, después de más gritos y golpes, lo sacó a rastras de la casa, lo botó de su hogar con la amenaza de matarlo si se atrevía a regresar. Lo último que vio Seth fue a su madre llorando, sin poder hacer nada para ayudar a su hijo.

Seth se quedó solo en medio de la calle, en el vacío, sin más posesiones que la ropa que vestía, con algunos billetes en el bolsillo que había podido coger antes de ser expulsado de su casa, billetes que se acabarían muy pronto. Seth no sabía a donde ir, aquellas lágrimas parecían ácido corriendo por sus mejillas, le quemaban, le ardían horriblemente, pero nada se comparaba con el dolor que sentía por haber perdido a Martin, por haberlo perdido todo y no tener ningún lugar a donde ir, los pocos amigos que tenia le cerraron las puertas de sus casas, y después de tres días de quedarse en parques o estacionamientos, tratando de estirar el poco dinero que aún le quedaba, se enteró que sus padres habían vendido la casa para irse a vivir al extranjero.

- Todo fue mi culpa, todo fue mi maldita culpa.

Seth se repetía aquellas palabras a cada instante, recordando el momento en donde besó a Martín y fueron descubiertos por el director. Hubiese dado todo por leer aquella carta que el hombre rompió, pero, ahora no tenía ningún recuerdo de Martin, estaba completamente solo.

Los días que siguieron fueron muy difíciles, su rostro lucía demacrado, empezaba a sentirse débil por haberse acabado el dinero y no tener nada para comer, algunas personas le daban dinero en la calle, porque solía sollozar encogido en un rincón, con ello logró tener algunas frutas y agua, pero no sabía que hacer, nadie quería darle empleo por sus fachas, lo tomaban por un drogadicto o un ladrón, y mientras los días seguían pasando, su apariencia no se alejaba mucho de aquel tipo de personas, sobre todo por sus ojos rojos y labios resecos.

Una noche empezó a correr viento frío y comenzó a llover, no tuvo de otra que meterse a un estacionamiento y tratar de pasar inadvertido. Sentía el cuerpo pesado y sus piernas débiles temblaban, solo quería acomodarse en algún lugar y poder pasar la noche. Seth logró encontrar un lugarcito en donde estaba seguro que no lo encontrarían hasta el día siguiente, tuvo que apoyarse contra un auto y sujetarse la cabeza, no se encontraba bien, necesitaba comer algo, la botella con agua que llevaba engañaba por momentos a su estómago, pero, anhelaba poder comer, aunque fuese una galleta. Seth logró acomodarse e inmediatamente se quedó dormido apoyado contra la pared, no supo cuanto tiempo pasó, pero, al abrir los ojos, vio a dos hombres que aparecieron de la nada y se acercaron a él, sacándolo de su refugio a rastras, Seth gritó y les dijo que no tenía dinero, les rogó que lo dejaran tranquilo. Sin embargo, al sentir como lo empezaban a manosear y quitar bruscamente la ropa, entendió lo que realmente querían, el joven empezó a gritar más fuerte, pero fue silenciado por uno de esos hombres, sintiéndose al borde del desmayo por aquel agarre tan fuerte que impedía que el aire entrase a sus pulmones.

Seth sintió sus ojos humedeciéndose, solo esperaba la muerte, ya no podía más con todo aquel dolor, en un momento dejó de forcejear y dejó que lo empujaran al suelo, como un simple objeto, sintió su desnudez y cerró los ojos con fuerza. Ambos hombres lo violaron en aquel estacionamiento, no tuvieron piedad alguna, aprovechándose de su debilidad lo usaron como un juguete entre risas burlonas, al final lo dejaron abandonado en aquel lugar, pero, al reaccionar un poco, se dio cuenta que había unos billetes cerca de él.

Ya no había más lágrimas que derramar…

Y así empezó su vida en el infierno…

Cinco años después, un joven de cabellos negros y largos, vestido con ropa ajustada y casaca de cuero, se encontraba fumando en la entrada de un concurrido local. Al escuchar su nombre, volteó y sonriéndole coquetamente al hombre que lo buscaba, entró con él a ese lugar en donde la música era estridente.

Continuará…