QUERIDO DIARIO
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Historia sin fines de lucro.
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06 de diciembre.
Querido diario…
Bien… no sé exactamente que estoy haciendo, pero en vista de que no le puedo contar a nadie esto (porque probablemente piensen que estoy loca), tomé la idea de una amiga que sacó a colación en una plática cualquiera tener un diario, y supuse que me vendría bien plasmar mis ideas en papel para desahogarme.
No voy a darle mucho rodeo, sino esto se volvería muy largo y tampoco soy escritora para estar pegada a una libreta de notas todo el día. Mi nombre es Akane, tengo 20, segundo año de Negocios Empresariales en la universidad de Tokyo, tengo un trabajo nocturno en un karaoke muy popular de la zona y me va lo suficientemente bien para sustentar todo lo que no se paga con mi cincuenta por ciento de beca, y lo más importante, voy al club de karate de cuyo profesor estoy… ¡oh mierda! enamorada.
Todo comenzó hace algunos meses, al inicio de este segundo año escolar, cuando por fin pude empatar mis horarios de clases y al verme libre de mi empleo por la tarde, me matriculé en el club de karate; el maestro Saotome es un peleador bien reconocido en el ámbito marcial, siendo uno de los artemarcialistas más jóvenes en obtener el título por sobre veteranos de la disciplina.
Estaba emocionada por poder tomar clases con él y cuando tomé la prueba de admisión, la verdad pensé que ni siquiera me aceptaría, estaba bastante oxidada ya que hace años que no las practicaba de forma regular ni tampoco con un instructor (no, mi padre no me entrenaba). Todos decían lo estricto que era para aceptar a un nuevo miembro, e incluso recuerdo, que al terminar mis katas en la prueba, me miró con simpleza, como si me estuviera diciendo "¿eso es todo?" hizo algunas anotaciones en su libreta antes de decir "retírese ya" casi con un resoplido, sin siquiera mirarme antes de decir sin ganas "siguiente"; en ese momento pensé que tendría que conformarme con seguir viendo sus batallas a lo lejos o en la televisión, pero mi sorpresa fue mayúscula cuando tres días después publicaron los resultados y yo había sido elegida.
Al principio fue fácil, me habían aceptado en el nivel principiante (aunque debo decir que pensaba me mandarían al nivel más bajo, el básico) y me parecía hasta reconfortante ir a clase, eso fue en la primera semana, como si solo fuese un preludio de lo que me esperaba, porque tan pronto me empecé a sentir más cómoda y con más soltura, Saotome me transfirió a la clase intermedia y acoplarme fue un poco más complicado, sobre todo porque conforme pasaba el tiempo, él me exigía más y más.
En este punto señalaré que incluso antes de que me pasaran a este tercer nivel de entrenamiento yo sentía, ¿cómo decirlo?, ¿su atención? puesta en mí. Como si siempre estuviera mirándome, como si estuviera pendiente de todo lo que hacía, y en parte debía estarlo por ser mi maestro… pero era diferente… o al menos eso pensaba yo por un buen rato hasta que la burbuja se me pinchaba al escuchar sus gritos regañándome por mis malas prácticas, regularmente achacarme distracción, poco interés y pereza. Y este fue mi primer conflicto… ¿por qué rayos si sus gritos aumentaban cada día yo sentía que había algo más en el ambiente entre nosotros? Probablemente porque comenzaba a volverme loca… pero…
El tiempo trascurría y, Saotome siempre me tenía castigada, mientras la mayoría de mis compañeros de clase los dejaba libres a las seis en punto, yo tenía que quedarme una hora más junto con los que no se habían esforzado en clase y juro por Dios que ahí comencé a odiarlo, parecía que me tenía tiña, había otros que no se esforzaban ni la mitad de lo que yo, pero a ellos no les decía nada; peor aún, luego de casi dos meses de entrenamientos rígidos me salió con la noticia de que me había inscrito a los seccionales en una categoría más arriba del intermedio, en avanzado, y que tendría que quedarme a practicar incluso más, así que terminaba mis clases a las ocho de la noche, la misma hora que el grupo experto, chicos que ni siquiera competían a nivel universidad, sino que tenían visión de convertirse en profesionales como mi maestro.
Yo la verdad, a este punto, inicié a sentirme extremadamente cansada, terminar mis clases, quedarme a estudiar hasta tener solo el tiempo suficiente para llegar a las cinco en punto a mi entrenamiento (porque claro, el muy desgraciado, dejó mi hora de entrada con el grupo intermedio aunque ya no practicaba con ellos) salir hasta pasadas las ocho (es más que obvio que no podía desligarme de la práctica si los chicos de experto no se habían ido y ellos siempre querían más), luego, "dar la vida en el intento" para llegar temprano a mi trabajo que comienza a las nueve y acaba hasta las tres de la madrugada, más tarde si había mucha clientela; al final llegaba a mi casa casi arrastrándome solo para dormir unas cuantas horas hasta que mi despertador sonaba a las seis y media para comenzar un nuevo día, está bien que soy resistente, ¡pero no tanto!
Sin embargo y con todo que Saotome me cayera mal por sobre explotarme, no podía dejar de sentir que había algo… sobre todo porque el contacto físico con él aumentó, me corregía deliberadamente posiciones, si creía que estaba haciendo un estiramiento mal jalaba mis extremidades hasta lograr ver el esfuerzo que él quería, en algunas ocasiones, cuando los de algún nivel salían antes de tiempo, aprovechaba esos minutos para ponerme a combatir contra él y ¡juro por Dios! que notaba cierta suavidad y prolongación del contacto cuando se supone que solo eran golpes, incluso, al menos una vez a la semana, sin que nadie se diera cuenta, o al menos hasta donde yo imagino, me daba un pote pequeño con crema de su reserva especial, nunca lo hizo directamente, pero sabía que era él, todos sabían que ese preparado era una receta de su familia. Pero de nuevo… todo eso no podía ser cierto cuando era un maldito tirano conmigo en su afán de hacerme mejorar.
Entonces… las cosas en mi vida comenzaron a ponerse difíciles; una de mis clases exigía un viaje fuera de la ciudad a un congreso, de por si el congreso se pagaba por separado y el viaje de una semana no era ni cercano a lo barato; las cosas en casa también se complicaron y mi nivel de estrés subió cuando me enteré que papá había hipotecado la casa familiar y que estábamos a punto de perderla, además mis hermanas, en especial Nabiki, comenzaron a utilizarme de intermediaria ante las peleas que comenzaron a tener con nuestro padre; y para finalizar, en mi trabajo empezaron a hacer recortes debido a un nuevo jefe, así que vivía con el miedo constante de ser echada; y claro para el caso de este diario de desahogo, la situación en el club se puso muy tensa, no había pasado mucho desde mi victoria en los seccionales, había pasado a los regionales sobresaliendo al segundo lugar con muy poca diferencia y el idio… Saotome estaba más pesado que de costumbre, y un frío día de noviembre se fue todo al garete…
Los de experto practicaban al centro del auditorio mientras que solamente yo (porque al resto de los que se supone que también estaba preparando para los regionales ya los había dejado ir) practicaba posiciones intentando regular mi respiración, mi cabeza estaba llena de mil cosas, sobre todo en cómo ayudar a mi padre para que no perdiéramos la propiedad familiar; Saotome en algún momento fue llamado fuera del gimnasio por su asistente particular (que por cierto no he hablado de ella, ¡pero es insoportable!) y los de experto decidieron tomar un descanso. Oí un "hola" tras de mí y había un muchacho que ya conocía, era uno de los mejores de su nivel y lo había visto algunas veces visitar el karaoke con sus compañeros de trabajo y solíamos saludarnos con respeto, sabía que se llamaba Hibiki Ryoga, "creo que debes flexionar más la pierna izquierda, si recibes un golpe en ese ángulo es más difícil que te hagan caer." dijo amable.
Poniendo una sonrisa asistí saliendo de mis pensamientos y corregí mi postura, "¿quieres que te diga un secreto? si giras ligeramente tu torso será aún mejor. Así, mira." Acto seguido se puso a mi lado haciendo lo que decía.
Me pareció muy amable, seguro debía verme perdida en el entrenamiento para que él gastara su descanso explicándome algo… lo siguiente que supe es que Saotome había entrado gritando al auditorio, había castigado a todos los de experto por "flojos", a Hibiki incluso lo puso a hacer un pesado ejercicio de katas con pesas aludiendo a que si se creía experto en katas hiciera el ejercicio perfecto o le iría peor, y a mí… me gritó que era una perezosa, que no ponía empeño en lo que hacía, que me gustaba la simpleza y que seguro no me interesaba el entrenamiento porque notaba el poco esfuerzo que ponía en hacer las cosas.
Esto último tocó una fibra sensible en mí, ¡él no tenía ni puta idea de lo que yo me esforzaba!, el gran empeño que ponía en mis clases para mantener notas altas a pesar de no poder estar inscrita a ningún grupo de estudio ni quedarme horas extras en la biblioteca; lo mucho que intentaba no quedarme dormida en el trabajo por el cansancio físico y por el contrario parecer perfecta para que no me despidieran; lo que me costaba no dormirme llorando por la situación en mi hogar, tanto por lo económico como por los conflictos entre mi papá y mis hermanas; y al parecer, a pesar de ser mi maestro, no notaba que dejaba casi mi alma entera en los malditos entrenamientos a los que prácticamente me había obligado.
Me mordí la lengua y salí hecha una furia hacia el vestidor de chicas, al instante oí como entraba tras de mí diciéndome que además era una malcriada y una irrespetuosa por dejarlo con la palabra en el aire y que solo por eso debería quedarme después de la clase experta a terminar todo lo que no hacía bien y fue cuando exploté. Que a este punto estuviera calada hasta los huesos con este tóxico, retorcido y unilateral amor (porque ya había aceptado que todo lo que pasaba eran alucinaciones mías), no iba a permitir más desplantes de este patán, ni siquiera aunque fuera mi maestro y una prominente y admirada figura de las artes marciales.
"¡Estoy harta de usted!" fue lo primero que le grité, tan fuerte que se quedó callado, era obvio que no esperaba que le respondiera, después de eso fue como si un globo se desinflara, acusándolo de todo lo que había querido decirle esos meses (y no, ninguna palabra era relacionada a mi enamoramiento), al final le dije que tenía razón en que ya no me interesaba el entrenamiento, qué él había matado mi amor por las artes marciales y que nunca regresaría. Acto seguido, salí del vestidor, tomé mis cosas de las gradas y salí del lugar, pensando en lo libre que me sentía al dejar la clase y la decepción al saber que no volvería ver a Saotome Ranma.
Pasaron los días, y me gustaba pensar que mi ex maestro de karate atraía la mala suerte a mi vida, y así, no regresar a buscarlo o hacer alguna otra tontería como "inventarme" ir a ver a mis ex compañeros como excusa para verlo a él; y es que desde ese altercado las cosas habían mejorado un poco, aún tenía pendiente el pago del viaje de estudios, pero al parecer papá había conseguido negociar con el banco para no perder la casa y había hecho las paces con mis hermanas, por otro lado también el recorte de personal en mi trabajo había cesado y los pocos que quedábamos del antiguo equipo estábamos aliviados.
"¿Supiste la noticia Akane?" me preguntó cuando terminábamos de limpiar antes de irnos a casa a descansar, eran cerca de las tres y media y había habido más clientes de lo habitual a pesar de ser miércoles, "Nos darán libre a partir del viernes y regresaremos el martes, harán las remodelaciones que el nuevo dueño quiere, además dicen que el martes también se integrarán los nuevos elementos que contrató." Emocionada trapeé con más entusiasmo hablando de como descansaría esos días, sin club ni trabajo, podría concentrarme en los últimos proyectos de la escuela. "No tan rápido, no habrás olvidado que Sayuri cumple años el sábado, ¿verdad, prometió hacer la fiesta del siglo." Dijo Yuka con fervor, desde hace meses había insistido en ir a una fiesta universitaria, ya que ella no había podido vivir la experiencia gracias a que desde siempre había tenido que trabajar, algunas veces me preguntaba si la llevaría algún día a conocer mi facultad o llevarla al departamento que compartía (esto último si lo había hecho varias veces, sobre todo cuando terminábamos muy tarde, Yuka vivía algo lejos y le ofrecía quedarse conmigo a dormir un rato, era peligroso que condujera tan cansada y mi departamento quedaba muy cerca) e incluso en algún tiempo libre me había ayudado a imprimir desde la computadora de la recepción algún trabajo de emergencia. También decía que le gustaría vivir la experiencia de las fiestas salvajes y ver si conocía como en las películas extranjeras el verdadero amor. Yuka era una buena chica, y nos habíamos vuelto amigas cercanas desde que empezamos a trabajar en el karaoke hace casi un año.
"No sé si podré ir… " dije tratando de zafarme del evento, Sayuri al contrario de mí, le gustaban las fiestas y era una chica de "influencias", era mi compañera de departamento y de carrera, nos había invitado a ambas a su cumpleaños desde hacía meses. "¡Vamos Tendo!" incitó Yuka, solo me llamaba así cuando quería convencerme de algo, "Estos días has estado realmente apagada, necesitas algo de diversión, además Sayuri prometió que nos presentaría a su nuevo novio." Suspiré con resignación, desde que Sayuri y Yuka se habían conocido (en una de sus visitas), se habían caído bien, algunas veces cuando Sayuri me marcaba por la noche durante mis horas de trabajo para preguntarme algo de la escuela, Yuka se unía felizmente a la conversación, pero fuera de eso, sabía que aún no eran tan cercanas, y Yuka no se sentiría cómoda si yo no iba.
El prometido sábado llegó más rápido de lo que esperaba, aunque me había servido el descanso del día anterior, no me parecía suficiente y me arreglé con pocas ganas, Asami, mi otra compañera de departamento, y Yuka (quien había pasado en su auto a recogernos), tuvieron que estar apurándome cada cinco minutos para salir medianamente a tiempo, Sayuri había planeado la fiesta en casa de sus padres en las afueras de Tokyo.
Durante la fiesta traté de divertirme, si ya estaba ahí, al menos intentaría dejar mis penas relegadas a un rincón por un rato, había más gente de la que esperaba, ¡un mar de gente!, al parecer los padres de Sayuri no estaban y había un montón de alcohol por todas partes.
En algún momento, recuerdo haber estado bailando al lado de Asami, Yuka ya se había puesto a coquetear con un chico, y todo parecía ir bien; alguien me ofreció un vaso con refresco y lo tomé sin pensarlo, al tomármelo de un trago sentí la garganta y estómago extraño y supe que tenía algo de alcohol, no sentí que algo hubiera cambiado en mí, así que no me importó y seguí bailando.
Cuatro vasos después ya me sentía mareada, nada grave así que solo me senté en una silla esperando que se me pasara el efecto, de pronto un chico se sentó a mi lado y empezó a hacerme plática, como no noté ninguna intención "rara" le seguí la conversación, era otro compañero de clase y me hablaba de temas chuscos pero relacionados a la universidad. "Te ves algo roja, ¿necesitas salir un momento?" preguntó preocupado, el mareo no se iba y pensé que sería bueno sentir el frío de la noche y un poco más de calma, asistí y lo seguí a través de la gente hasta el jardín de la casa.
Al salir, como Ogawa Shinnosuke iba al frente, pude avanzar algunos pasos fuera, pero al moverse él y dejar de ser una especie de "barrera" contra el aire y darme de lleno en la cara, caí de sentón al suelo, aún más mareada.
"¡Tendo!" Se apresuró a ayudarme, "¿Estás bien?", solo oía su voz, había cerrado los ojos y no quería abrirlos, sentía que al hacerlo me iba a sentir peor.
Y de pronto… recuerdo que oí algo parecido a un golpe seco, no estoy segura, pero después, alguien me había tomado en brazos y se movilizaba.
Al principio me asusté de que Ogawa me hubiera tomado en brazos, ¡que atrevimiento!, pero después algo en su olor, en la suavidad con la que me trasportaba o en su cuerpo junto al mío me hizo sentir segura y lo siguiente que supe fue que me recostaban, en algo que reconocí como el asiento trasero de un auto.
"No puedo creer que para esto dejaras el equipo de karate" dijo la voz masculina después de subir por el lado contrario a mí. Entonces sí abrí los ojos completamente asustada y me senté de tajo, ¡era Saotome! justamente la persona a la que trataba de olvidar. "Tú-tú-tú… " No podía hacer que algo coherente saliera de mi boca. "Si, yo." Me tomó de los hombros y volvió a recostarme, esta vez poniendo mi cabeza en su muslo y casi al instante enrojecí al doble y esta vez no era la bebida. No dijo nada más, en su lugar puso una lata de algo sobre mi frente mientras acariciaba los cabellos de mi flequillo.
Realmente no puedo explicar a ciencia cierta lo siguiente, aunque nunca perdí la conciencia, porque no estaba del "todo" borracha, es como si hubiera un manchón borroso sobre los recuerdos de esos momentos y del resto de la noche. En algún punto nos estábamos besando, también recuerdo que le permití tocarme como le dio la gana y después insistió en que fuéramos a otro lugar.
Al día siguiente desperté en una cómoda cama, no reconocía el lugar y comencé a entrar en pánico, pero al ver sobre la pared frente a mí una fotografía de una familia, supe exactamente donde estaba, en la casa de Saotome…
No sé exactamente cuanto tiempo pasé tratando de entender lo que había pasado, si debía moverme o siquiera respirar, sobre todo después de notar que él me abrazaba desde atrás. Levanté el enredón esponjoso que nos cubría y me di cuenta que yo estaba en pantaletas y llevaba puesta una camisa de hombre. Me volteé lentamente, aún me abrazaba cuando quedamos cara a cara y no pude evitar alzar la mano para acariciarle el rostro a sabiendas de que podía despertar, pero no lo hizo.
Me pregunté si esto acaso significaba algo o solo había sido efecto del alcohol que ambos llevábamos encima, porque él también había bebido, lo notaba en el aliento que se escapaba de su boca al respirar. Sabía sobre los rumores de que salía con su asistente personal, pero siempre había tenido la esperanza de que Kuonji solo fuera meramente su trabajadora. Sin embargo ni siquiera yo podía negar que eran cercanos y no podía ser tan tonta como para descartar la posibilidad.
Desanimada comencé a moverme lentamente hasta salir de sus brazos, de las cobijas y de su cama, tomé mi ropa que extrañamente estaba doblada en una silla y salí al corredor, después de cerrar la puerta con cuidado, me vestí en el pasillo a algunos metros de la misma cocina y escapé de su departamento.
Ese domingo, al llegar a mi casa, le envié un mensaje a mi padre de que no se preocupara si no respondía el teléfono porque lo iba a llevar a reparación (mentira) y procedí a apagarlo, tenía un pánico horrible de que Saotome me llamara, y peor aún, de que no lo hiciera.
Cuando encendí el teléfono el martes a primera hora de la mañana (no es que quisiera hacerlo pero me iban a llamar del trabajo), tenía mensajes de Yuka del día de la fiesta preguntándome que había pasado conmigo, como ella había venido a buscarme preocupada al día siguiente, no les di importancia y seguí revisando, también había mensajes de Asami y Sayuri preguntando lo mismo, pero a ellas también las había visto y explicado que había descompuesto mi teléfono y que a mitad de la fiesta me había sentido mal y regresado a casa sin molestar a nadie. También tenía algunos mensajes de Ogawa, estaba preocupado y por sus textos me enteré que Saotome lo había golpeado antes de tomarme en brazos, el pobre incluso se disculpaba si me había causado problemas con mi "novio" (al parecer mi compañero estaba lo suficientemente tomado para no reconocer que quien lo había golpeado había sido el campeón nacional y maestro de artes marciales, Saotome Ranma, gracias al cielo). Tenía también mensajes de Kasumi y supuse que en algún momento papá le habría avisado "mi situación". Al final de todo, tenía un mensaje de voz de Saotome, obviamente tenía registrado su número, él mismo insistía en tener a todos sus alumnos registrados para poder avisarles de las planeaciones, viajes de los torneos y horarios de las clases.
Aún no había terminado de definir si lo que había pasado entre nosotros era importante o no para él, y reconozco que soy una completa cobarde para enfrentarlo, recordaba algo difuminado del momento de la llegada a su casa, me costaba mantenerme en pie, y mientras me besaba, me había desvestido al tiempo que yo me reía y le regresaba los besos, luego me había enfundado en su camisa, esa camisa que me encantaba porque era con la que salía a la plataforma antes de pelear y con la que dormí esos días y los siguientes… (aún, algunas veces duermo con ella, que patética soy…), y nos había metido entre las cobijas de su cama, entre beso y beso me había quedado dormida… o eso suponía porque no recordaba nada después de eso. Aunque también tenía ciertos recuerdos de… haber… llegado un poco más… lejos… pero bueno… no describiré eso… ¡qué vergüenza! ¡yo nunca había hecho esa clase de cosas!
Con manos temblorosas presioné la tecla para abrir el mensaje y me puse el teléfono móvil en el oído, al instante su voz furiosa gritaba que más valía que me presentara al entrenamiento de hoy martes, que pensaba que el lunes habría recuperado la sensatez pero se había equivocado al pensar que había recuperado la cordura, y que si tenía tiempo para arruinar mi vida en fiestas, era mejor que regresara a la clase de karate donde al menos no habría borrachos intentando aprovecharse de mí, ¡ah! Y también gritó algo sobre no dejarlo en mal para el torneo regional, que había invertido mucho tiempo y esfuerzo en mí como para que lo dejara en ridículo al no competir.
Cuando el mensaje acabó, despegué lentamente el teléfono de mi oreja e inevitablemente me puse a llorar, sobre todo cuando presioné la tecla bloquear, mientras tanto, caminé hacia el comedor, el portátil de Sayuri estaba en la mesa y me puse a redactar una carta, la imprimí en un café internet cercano antes de ir a la escuela y después de clases, antes de la hora en la que sabía Saotome llegaba al auditorio donde entrenábamos, me escabullí con la intención de encontrar a su asistente, sabía que ella llegaba antes de las tres de la tarde a revisar que todos los implementos de entrenamiento y las listas de asistencia estuvieran listos.
"Si vienes a buscar al maestro Ranma, él llegará en quince minutos, así que no molestes" me dijo secamente sin mirarme, no era la primera vez que me dedicaba palabras agrias, de todas maneras no me importaba. "En realidad, venía a verla a usted." Aclaré y ella sorprendida volteó a verme con desdén pero confundida. "Verá… como sabrá no me llevo muy bien con el profesor Saotome, y él me da algo de miedo, en cambio, como sé que usted es más amable…" mentí y ella lo sabía. "Vine a entregarle a usted mi carta formal de renuncia al club y equipo competitivo, esperaba que me hiciera favor de entregarla en mi nombre al profesor." Le extendí el papel y por supuesto que lo tomó enseguida, sabía que ella me odiaba por alguna razón que desconocía, y por esa misma razón era seguro que entregaría con gusto mi carta y hasta se encargaría de que Saotome me dejara en paz. "De acuerdo, no te preocupes, entiendo que quieras irte." Su voz sonaba comprensiva, en realidad feliz, "Le daré tu carta a Ranma, espero que encuentres una actividad que vaya mejor contigo Tendo." Se dio la vuelta y caminó hacia otro lugar, yo aproveché para irme.
Regresé a mi rutina de siempre a excepción de que al no ir al club de karate, me recluía en la biblioteca a estudiar (no me gustaba estar sin poner a trabajar a mi cerebro, sino, me ponía a pensar en él), la fecha del viaje llegó y como ya supondrás, no pude ir, pero al menos Sayuri prometió traerme todas las notas, y como el maestro que lo organizaba sabía que faltaba por no tener dinero y no porque no quisiera ir, permitió que le entregara un reporte desarrollando cada una de las notas que me entregaría Sayuri con la condición de que mi nota podría ser como máxima ocho, al menos eso era mejor que cero.
La semana del viaje me la pasé sin hacer demasiado, la escuela estaba muy tranquila por la ausencia de casi todo el grupo, el trabajo estaba sin ningún problema y para mi salud mental, no había sabido nada de Saotome, sin embargo, y en honor a la verdad, estaba sumamente deprimida, decir que seguía enamorada era poco, cada que cerraba los ojos me veía invadida por pensamientos intrusivos sobre aquella noche y me preguntaba porque tenía que haberme fijado en un hombre como él, y más aún me juzgaba a mí misma por sufrir tanto por un hombre que la mitad del tiempo se la pasaba tratándome duramente y de la otra mitad, pocas veces había sido amable.
Y aquí es en donde de nuevo, vuelve a haber otro giro de historia, pensaba que al menos lo que pasó gracias a la borrachera no había llegado tan lejos… o eso imaginaba… pero entonces noté que mi calendario tenía marcada una fecha en específico para avisarme del inicio de mi periodo, y o sorpresa de película cliché… tenía un retraso de casi una semana.
El mundo se me vino encima mientras me devanaba la cabeza intentando recordar si habíamos llegado hasta el "final", según mis borrosos recuerdos, no, pero y si sí… y si mis recuerdos llegaban hasta ahí porque el alcohol me había pegado más fuerte de lo que creía… no creía que me hubiese hecho nada yo estando inconsciente, aunque Saotome fue un pelado de lo peor tampoco lo consideraba un violador, era más probable que yo por propia voluntad hubiera accedido porque siendo sincera… en algún recóndito y retorcido lugar de mi mente quería creer que al menos mi primera vez había sido con el hombre del que estaba enamorada, ¿cuántas de mis amigas se habían involucrado con chicos por presión y se habían arrepentido al ser desastroso ese primer acto? Al menos lo que yo recordaba era a un hombre sumamente dulce que me consintió y me trató como una reina, al menos en lo que yo recordaba… y al menos hasta que abrí su desagradable mensaje de voz.
Pero regresando al tema que me aquejaba… uff~ había una posibilidad, aunque fuese mínima de que estuviera… ya sabes…
Por ahora… ni siquiera sé si me he explicado bien en esta tormentosa historia y ya estoy cansada, me duele la cabeza y prefiero dormir. Mañana continuaré escribiendo. La verdad, al pensar en todo lo que he escrito… creo que Saotome si me ha trastornado lo suficiente para ir a un terapeuta, pero como ya te imaginarás… no tengo dinero; sin embargo, escribir si está resultando algo catártico.
Hasta la próxima, Akane.
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¿Fin? No es cierto, esto es del 06 de diciembre…
Por cierto, tenía ganas de intentar con este formato de historia en primera persona, no soy muy afecta a él, pero funciona en esta ocasión.
Lo siento chicos, no tuve internet y se me complicó la vida, pero voy a estar subiendo yo creo de dos en dos hasta alcanzar la fecha actualizada.
Gracias a todos por esperar, les juro que no los he dejado.
Gracias a todos los que apoyan mis historias, especialmente a:
1. Benani0125
2. Gatopicaro831
3. Kris de Andromeda
4. Akanita de Saotome
5. Nita-chan84
6. Guest01
7. Vane
8. Juany Nodoka
9. BereNeST
10. Arianne Luna
11. Pao Vedder
12. Rowenstar,art
13. D-Infinity
14. Crisel Grajeda
15. Sandy
16. Jesse rj
17. Lelek An3li
18. GabyCo
19. Guest02
20. Ranmaniatica
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De este lado del internet, AkaneMiiya.
