Capítulo 1

—No me puedo creer que nos hayas convencido para ir a esa tontería. —Shinichi, aburrido y molesto, miraba por la ventana. No comprendía cómo la idea de pasar un día a solas con Ran se había convertido en una visita con Sonoko, Hattori y Kazuha a una "feria mística", o lo que fuera que Sonoko les había dicho.

—No hubieras venido. —Le dijo Sonoko ofendida. —Para tu información, soy YO la que cuida a tu novia mientras tú te pasas los meses por ahí, haciendo el tonto, en vez de estar aquí.

—¡Sonoko! —Gritó Ran sin poder evitar ver cómo su padre miraba con cara de muy pocos amigos.

La palabra novia aún seguía siendo extraña para ambos y Sonoko disfrutaba cada oportunidad para "impulsarles" a tomar acción y formalizar su relación de una vez por todas. Por su parte, Heiji y Kazuha deseaban profundamente llegar al punto en el que los de Tokio se encontraban. Sin duda alguna, quien peor estaba llevando la relación entre los chicos era el padre de ella, Kogoro, sobre el que una vez más había recaído el honor de ser el conductor de un coche de 7 plazas cargado de adolescentes.

—Lo que hay que escuchar… —Resopló sabiendo que lo último que quería para su hija era el niñato detective.

—¡Venga, tío, no me digas que no te hace ilusión que tu hija salga con el segundo mejor detective de Japón! —Dijo echando aún más leña al fuego de un Kogoro Mouri a punto frenar, bajarlos a todos e internar a su hija en un internado.

—¡Heiji! —Kazuha había entendido con el paso del tiempo que Kogoro no llevaba bien el que su hija se hiciera mayor y menos si se trataba de elegir novio.

Sonoko y Heiji no pudieron evitar reírse a carcajadas al ver cómo los de Tokio, sentados una vez más por separado, intentaban de todo para encauzar la conversación al hecho de que se dirigían a una feria de tonterías paranormales.

El joven detective de Tokio suspiró, sabiendo que no tenía sentido discutir con Sonoko, pero aún así sintiéndose ofendido por Ran, la cual estaba absorta mirando por la ventanilla. "Oye" Con suerte llamó su atención y se inclinó sobre el regazo de Kazuha para susurrarle algo.

—¿De verdad esto era mejor que lo que yo te dije? —Shinichi le preguntó en voz muy baja, pero aún así Kazuha pudo escucharlo perfectamente. Por supuesto, ella se lo había tomado de forma diferente.

—¿¡Eh!?

Ambos la miraron y les tomó un segundo darse cuenta de lo que estaba pasando. Ran, completamente en pánico, comenzó a decir que no tenía nada que ver con lo que ella estaba pensando, que se estaba equivocando.

El viaje duró algo más de 40 minutos, pero todo transcurrió entre bromas, risas y algunos ataques directos hacia la ya pareja de Tokio. Aparcaron y se bajaron del coche manteniendo ese ambiente juvenil tan característico. Sin embargo, había una cosa que todos excepto Sonoko ignoraban: allí, en esa feria, no solo había cachivaches inservibles y charlatanes; había una bruja que te ofrecía 3 lecturas de tu futuro. Nadie sabía cómo, pero la bruja era capaz de mostrar a sus clientes 3 posibilidades, todas diferentes, pero todas plausibles, de cómo serían sus vidas en unos años. Ella, Sonoko, estaba dispuesta a encontrar a la bruja adecuada.

Anduvo atenta, observando a conciencia todas las tiendas, pero siendo consciente de que la bruja sería quién eligiera si encontrarse con ella o no. Ran y Kazuha interrogaban a la del pelo corto constantemente, pero no conseguían sacarle nada de información. Al ver el panorama, Kogoro había decidido esperarlos tomando unas cervezas en un bar cercano. Heiji y Shinichi andaban a una distancia prudencial de las chicas sin decirse mucho el uno al otro.

—¿Y cómo llevas lo tuyo? —Le preguntó finalmente el de Tokio al de Osaka.

—¿Lo mío? ¿Qué es lo mío?

—Ya sabes… —Le dijo señalando con la cabeza a las chicas. —Lo tuyo con Kazuha.

—¿Y qué se supone que es "lo mío con Kazuha"? Entre ella y yo no hay nada. Nosotros no somos como vosotros, Kudo. Solo hay una amistad de la infancia.

—¿A quién quieres engañar?

Heiji se quedó parado, sin hablar durante unos momentos. Kudo lo imitó y se posicionó a su lado preocupado por cómo sus sentimientos asolaban a su amigo.

—Lo cierto es que creo que Kazuha ha conocido a alguien. —Le confesó con tristeza. —Creo que está… ilusionada.

—¿Pero qué dices, bobo? Kazuha está enamorada de ti. Solo hace falta miraros un instante y es evidente lo que sentís el uno por el otro.

—¿Y cómo estás tan seguro?

—¿Quizá desea el caballero echar un vistazo a su futuro?

Kudo y Hattori no pudieron evitar dirigir sus cabezas hacia una tiendecita apenas perceptible en la que una mujer completamente normal, con un atuendo completamente normal, los miraba con una sonrisa juguetona.

—¿Quiere ver si ella seguirá en su futuro dentro de unos años?

—Oiga, no se ofenda, pero yo no creo en esas cosas.

—Puede ser que sea verdad o que sea mentira, ¿qué temes ver, chico?

Aquella frase hizo que los dos reflexionaran un instante porque sabían que sí que había algo que temían en su futuro, y no era otra cosa que la posibilidad de que las chicas no estuvieran en él.

—¿Qué me dices? —Insistió la mujer.

Heiji miró un momento a su amigo, el cual le devolvió una mirada que gritaba "es una locura", pero que no consiguió que su curiosidad, más por saber de dónde sacaba esas cosas que por saber qué pasaría, desapareciera completamente.

—¿Por qué no?

Aquella respuesta sorprendió enormemente al de Tokio, el que observaba cómo el de Osaka entraba en el puestecillo. Sin dar crédito, lo siguió.

—Sentaos. —Los invitó.

Muy lejos de lo esperable, por dentro, la tiendecilla era demasiado normal para estar situada en una feria de ese tipo. Con escepticismo, los chicos se sentaron. Ante ellos, había una pantalla y un casco como de realidad virtual. La chica le pidió a Heiji que se lo pusiera y él simplemente, lo hizo.

Aquella fue la primera vez en la que algo tan absurdo dejó plantados a los chicos en un sitio en el que la lógica parecía no funcionar en absoluto.