Hola a todos, bienvenidos a esta historia ¿corta?, soy nuevo en esta plataforma que si no fuera por alguien ni enterado que existía esta página... vaya me he perdido de varias cosas...
En fin, soy nuevo en el mundo de los fanfics y debuto con esta pareja que me motivó a escribir, el Dipcifica
Espero que la historia sea de su interés. Sin nada más que decir ¡Disfruten la historia!


Capítulo 01: Fin de la maldición

Parecía una escena de película de terror, el caos reinaba en este evento de la mansión de los Northwest, algunos estaban convertidos en madera mientras que otros eran acosados por los animales disecados que cobraban vida de la colección de la familia Northwest. Pacífica sabía lo que debía hacer para acabar con esa maldición, pero, a pesar de los ánimos de Dipper, le faltaba el coraje necesario para enfrentar a sus propios padres. En un acto de valentía, el castaño decidió desafiar al fantasma, pero sus esfuerzos fueron en vano y un grito desgarrador escapó de sus labios cuando su cuerpo comenzó a convertirse en madera.

Pacífica se encontraba frente a la palanca solo debía bajarla, una tarea aparentemente sencilla, pero su mano temblaba incapaz de realizar esa simple acción. El sonido insistente de la campana que agitaba su padre no lograba traer claridad a su mente turbulenta. Temores desbordaban en su ser, un revoltijo de pensamientos y sentimientos la aturdía: culpa, miedo, el sentido del deber, tristeza y un resquicio de ira, todos colisionaban en su mente. Era un torbellino de emociones que paralizaba cualquier acción de la joven rubia, dejándola atrapada en la inmovilidad, sin saber cómo desenredar aquel nudo de sentimientos y pensamientos abrumadores.

—No puedo... —pensó Pacífica —.no debo, es un error hacer esto ¿por qué debo desobedecer a mis padres?, nadie me ayudará al final... estoy sola en esto. —piensa la rubia alejando su mano de la palanca un poco.

La rubia respiraba agitadamente, sintiendo el peso abrumador de la indecisión. Buscaba desesperadamente una salida, una solución alternativa a esta grave situación. Su mirada errante se detuvo cuando volvió a encontrarse con la figura de Dipper, ahora petrificado en madera cuyo cuerpo reflejaba una expresión de puro terror, como si su última mirada suplicara un rescate que parecía imposible. Aquella imagen congelada en el tiempo se clavó como un cuchillo en el corazón de Pacífica, reforzando su sensación de impotencia y desesperación.

—Lo siento, Dipper... —murmuró en voz baja, retirando su mano de la palanca y con la cabeza baja.

El fantasma del leñador observaba cada gesto y palabra de la joven con atención, aunque ansiaba que se cumpliera su deseo, albergaba pocas expectativas de una Northwest. La esperanza persistía, pero sabía que depositar demasiada fe en alguien de esa familia era una pérdida de tiempo.

—Al final solo eres un eslabón más en la peor cadena del mundo —proclamó el fantasma con un tono lleno de venganza, a punto de desencadenar la transformación de la rubia en madera.

Sin embargo, su acción se detiene ante la declaración de la joven Northwest a quien le otorga el beneficio de la duda.

—¡No!, ¡No soy así! —gritó Pacífica, harta de escuchar esas palabras y desesperada por cambiar esa percepción que tienen de ella.

Con su mano en la palanca, la llave que abriría las puertas para permitir la entrada del pueblo a la mansión, Pacífica dio un breve vistazo a su padre, ignorando sus palabras y el insistente tintineo de la maldita campana que seguía agitando para detenerla. Con determinación, enfrentándose al fantasma, aferró con fuerza la palanca y dirigiéndole una mirada decidida, pronunció unas palabras desafiantes al espectro.

—Hay muchas cosas que arreglar en esta familia, ¡Y YO PIENSO REPARARLAS! —gritó la rubia con determinación en su voz mientras bajaba con fuerza la palanca.

Las puertas se abrieron y los pobladores, sorprendidos, no dudaron en aprovechar la oportunidad, sea un error o no, les daba igual, su único objetivo era llegar a la mansión y sumergirse en la fiesta más famosa de aquel pueblo misterioso.

La celebración estalló, todos disfrutaban de los exquisitos manjares preparados por chefs expertos, la música añadiendo un toque de distinción y alegría. Incluso el viejo McGucket se dejó llevar bailando sobre una mesa entre las risas y alegría de poder asistir a esta emblemática fiesta. El fantasma, observando la diversión de los pobladores, quedó impresionado por la acción de la más joven de la familia Northwest. Se acercó a ella con palabras de agradecimiento y retractándose de sus anteriores palabras pues no era como su familia, era mucho mejor que ellos al cumplir la promesa que hizo su tatarabuelo, se despidió, sintiendo que por fin se había hecho justicia y que su alma podía descansar en paz.

Los animales disecados cesaron sus movimientos, los efectos causados por el fantasma se deshicieron y aquellos invitados convertidos en madera recuperaron su forma original aunque algo desorientados por lo ocurrido, algunos optaron por quedarse y disfrutar de la fiesta, mientras que otros aún se recuperaban del trance sin saber muy bien qué hacer.

Enfocándonos en el joven de cabello castaño...

—¿Estoy vivo? —dice Dipper tratando de procesar lo que estaba pasando.

El castaño, al notar a los pobladores a su alrededor, comprendió que el fantasma finalmente se había ido y que su última voluntad se había cumplido. Mientras observaba a su alrededor, divisó a Pacífica acercándose hacia él, la alegría invadió a Dipper y, sin poder contenerse, se precipitó hacia la rubia para abrazarla con fuerza.

—¡Lo lograste, Pacífica! ¡Nos salvaste! —exclama el joven castaño, abrazándola con fuerza.

El abrazo perduró unos breves instantes, lo suficiente para que la conciencia se filtrara en sus gestos que, con cierta sorpresa, se apartó de ella, dejando a la rubia ligeramente desconcertada y quizás un poco avergonzada por la efusividad de ese gesto, tan cargado de... ¿amistad? El incómodo silencio que siguió a la separación se desvaneció en risas compartidas, como si la risa fuera la mejor forma de disolver la tensión y volver a un terreno más ligero.

—Te devuelvo el billete si finges que esto no pasó —dice Dipper con un tono rojizo en sus mejillas.

—Pues debes darme más que eso si quieres comprar mi silencio —dice Pacífica en un tono burlón.

—Vaya tus padres deben estar molestos con esto -dice el castaño mirando a su alrededor —.¡En serio como van a negar esto es divertido! —exclama Dipper dando una sonrisa.

—Bueno disfruta esta noche porque no se volverá a repetir. —dice la rubia bajando un poco la mirada.

Dipper percibe el cambio en la expresión de Pacífica, busca en su alrededor algo que rompa con la atmósfera pensativa de la rubia hasta que encuentra algo que pueda romper esa tensión.

—Ey, mira lo que estás pisando —le señala con una mirada juguetona.

Pacífica sigue su indicación y se sorprende al notar que está hundiendo sus elegantes zapatos en el barro. En lugar de molestarse decide pisar con más fuerza. Dipper, contagiado por su actitud, toma unos vasos con bebida que están a su lado y los arroja al suelo. Pacífica, entrando en el juego, derriba una fuente de chocolate cercana. Ambos se sumergen en una pequeña travesura, riendo mientras causan un pequeño "desorden" a su alrededor.

—Jajajaja, en serio, alguien debería limpiar esto. Iré a buscar a un sirviente —anuncia Pacífica, dándose la vuelta, sin embargo, se detiene al escuchar la voz de Dipper.

—Te acompaño —afirmó Dipper.

—¿Estás seguro? ¿No preferirías ir con tu hermana? —preguntó Pacífica, echando un vistazo a lo lejos donde Mabel disfrutaba con sus amigas.

—Ella está ocupada con sus amigas, probablemente buscando chicos, y ya sabes, yo no juego en ese equipo —concluyó Dipper con una risa.

—Quién sabe, tal vez descubras algo nuevo hoy —bromeó Pacífica.

—Jaja, muy graciosa. Entonces, ¿me permites? No quiero encontrarte desmayada por ahí —dijo Dipper.

—Bueno, con mi total desagrado, tendré que aceptar tu propuesta —concluyó Pacífica, esbozando una sonrisa que, aunque no fue vista por Dipper, se extendía de oreja a oreja.

Así, este par de jóvenes recorrieron los amplios pasillos de la imponente mansión. La magnitud del lugar era tal que, de no ser por la guía de Pacífica, Dipper se habría perdido en sus laberínticas extensiones. Finalmente, llegaron a la bulliciosa sala de la cocina, donde los chefs se afanaban en la elaboración de suculentos platos y los sirvientes llevaban delicados aperitivos a la sala principal

Pacífica se aproximó a uno de los mayordomos y le solicitó que limpiara el área donde se desató el desastre, evitando cuidadosamente mencionar que ellos fueron los responsables. Cuando el hombre estuvo a punto de dar la vuelta para cumplir con la tarea, Pacífica lanzó un breve vistazo a Dipper y, con un deje de nerviosismo en su voz, se dirigió al mayordomo con palabras poco comunes en su boca.

—O-Oye... —murmuró la rubia.

—¿Necesita algo más, señorita Pacífica? —preguntó el mayordomo, cuyas cañas revelaban su experiencia.

Pacífica titubeó por un momento, pero reunió el valor necesario y finalmente logró expresar su agradecimiento de manera un tanto incómoda.

—Mmm... gr-gracias —articuló, sintiéndose fuera de lugar.

El mayordomo mostró una ligera sorpresa ante la repentina muestra de gratitud de la joven, respondiéndole con una suave sonrisa.

—No hay problema, señorita. Es mi trabajo —dijo el mayordomo antes de retirarse del lugar.

Aunque era un gesto aparentemente sencillo, no resultaba tan fácil para Pacífica, sin embargo, se sintió satisfecha al pronunciar esas palabras, consciente de que dar ese pequeño paso era necesario si realmente quería iniciar un cambio en su actitud pero la alegría momentánea de Pacífica se desvaneció cuando giró y vio a Dipper tratando de contener su risa. El castaño, luchando por no reírse, se rindió al ver la expresión en el rostro de la rubia y estalló en carcajadas.

—Jajajajajajaja -Dipper ríe a carcajadas.

—Oye, ¿de qué te estás riendo? —Pacífica pregunta con un tono enfadado.

—Espera, no puedo más. Es que tú... puff —Dipper vuelve a estallar en risas.

—Oye, deja de reírte —Pacífica insiste con una mirada seria.

—Jajajaja... okay, déjame tomar un poco de aire... —Dipper observa a la rubia, pero la risa amenaza con volver —. No me mires, que me das risa —dice el castaño, girándose para tratar de calmarse.

En ese punto, la rubia ya estaba visiblemente molesta, cruzando los brazos y esperando a que Dipper termine de hablar. Ante ello, Dipper intenta poner una cara seria, aunque no logra mantenerla por completo.

—Vale, es que... —Dipper, al mirar la expresión de la rubia, siente que la risa que estaba conteniendo iba a regresar, pero se las arregla para contenerla, aunque en su lugar se le escapa una sonrisa extraña—. Te veías tan rara diciendo gracias, se nota que no estás acostumbrada -logra decir sin reír, pero con una expresión peculiar en su rostro.

—¿Pero hey, de algo se empieza, ¿no? —añade el castaño, dejando escapar una breve risa.

—Jaja, qué gracioso —Pacífica golpea el hombro de Dipper, quien suelta un quejido—. Y bien, ¿qué otras aventuras tuviste este verano, chico diario?

—En lo que va del verano, he pasado por muchas cosas. Desde pelear con gnomos que secuestraron a Mabel para hacerla su reina, hasta enfrentarme al robot gigante de Gideon que también la secuestró...

—Jajajaja, parece que la raptan cada dos por tres -se ríe Pacífica.

—Jaja, sí, parece, pero para eso estoy yo, su hermano, para salvarla —dice Dipper, luciendo una sonrisa orgullosa.

—Wow, parece que te estás divirtiendo demasiado —observa Pacífica, devolviéndole la sonrisa.

—Sí, cada día es una nueva aventura. ¿Y el tuyo, cómo va? —pregunta Dipper.

—Mi verano no está del todo mal. Hago... lo normal, como cualquier chica -dice Pacífica, desviando un poco la mirada.

Dipper percibe ese dejo de desánimo y decide animarla a su manera.

—Bueno, decir "normal" viniendo de ti suena contradictorio -se burla Dipper.

—Oye —responde con un tono aparentemente ofendido —.Bueno, en parte tienes razón. No soy como ustedes, a quienes les gusta divertirse en el barro -añade riendo y esboza una sonrisa de superioridad.

—Jajajaja, bueno, si te animas, te invitaré a una de nuestras aventuras. Tranquila, te protegeré -dice Dipper con total seguridad, señalándose con el pulgar. Ante tal muestra de confianza, la rubia decide jugarle una pequeña broma al castaño.

—¿Tratas de coquetear conmigo? —dice Pacífica, acercando su rostro al de Dipper, causando que este se ponga nervioso.

—¿¡QUÉ?! N-no —intenta explicarse Dipper, pero es interrumpido por Pacífica.

—Te estoy molestando, Dipper. Qué expresiones tan divertidas haces —con la punta de su dedo golpea la nariz del castaño—. Aún no estás a mi altura —añade con tono burlón, soltando una risita mientras le da la espalda.

Vaya, le encanta bromear conmigo... espera, ¿dijo "aún"? —piensa Dipper, provocándole un ligero sonrojo hasta que el llamado de la rubia lo saca de sus pensamientos.

—Ey, Dipper, no te quedes atrás. ¿No vas a proteger a esta dama encantadora? —voltea Pacífica, dándole una sonrisa.

Dipper se adelanta a ella, ahora dándole la espalda.

—¿Encantadora?, ¿dónde? —replica Dipper, haciendo el gesto de buscar a alguien—. Qué raro, no logro verla.

—Oh, ya verás —dice Pacífica, intentando alcanzar al castaño.

Pacífica comienza a perseguir a Dipper, tratando de alcanzarlo. Después de un rato de persecución, ambos desaceleran sus pasos para descansar un momento, pero Dipper no perderá la oportunidad para burlarse de Pacífica.

—No me alcanzas, eres muuuy lenta —se burla mientras adopta la pose de cierto erizo azul y agita su dedo índice en señal de desaprobación.

—Tranquilo, Dipper, solo es el comienzo. Vamos a ver cuánto aguantas -toma un poco de aire mientras sus ojos se fijan en el castaño—. Tienes suerte de que esté con vestido, pero recuerda que estás en mi territorio -dice mientras se acerca lentamente.

—Veremos si puedes. No eres el primer monstruo del que huyo...

Cuando termina de hablar, su sentido del peligro se agudiza, provocando que dé pequeños pasos hacia atrás. Dipper sabe que está en problemas, un escalofrío recorre su cuerpo y su instinto de supervivencia le grita que corra de nuevo, sin embargo, no hace ningún movimiento brusco hasta que Pacífica, con un tono frío y sombrío, habla.

—... ¿Qué dijiste? —dice la rubia con un tono seco.

—Na-nada, Pacífica. Solo era una broma -trata de calmarla, moviendo las manos para enfatizar que no era importante.

—Repite lo que dijiste, Dipper Pines...

—... ¿Qué eres muy lenta? —dice el castaño, con la esperanza de que esa sea la respuesta correcta, aunque sabe que no lo es.

—Lo otro -responde secamente.

—... Que... —tragando saliva y al estar de espaldas contra la pared, no tiene más opción que decirlo—. No eres... el primer monstruo del que huyo...

—Dipper —pronuncia el nombre del joven sin emoción alguna.

—¿Sí, Pacífica? —dice Dipper, atento a cualquier ligero movimiento de la rubia.

—Estás muerto —termina Pacífica, reanudando la persecución.

Sin dejar que la rubia terminara de hablar, el castaño se alejó lo más que pueda de ella. Corrió con todas sus fuerzas, desesperado por poner la mayor distancia posible entre ambos sin embargo Pacífica aumentó su paso de manera impresionante ante ello Dipper se vio obligado a darlo todo, a superar sus límites mientras luchaba por mantenerse a salvo, consciente de que necesitaba dar más del cien por ciento de su capacidad para escapar de ella.

En los pasillos, se desata una persecución. El chico castaño corre desesperado, lamentándose por sus palabras, intentando disculparse mientras trata de calmar a su perseguidora, sin embargo, ella está demasiado furiosa como para escuchar; en lugar de eso, solo le lanza amenazas, advirtiéndole que cuando lo atrape, descubrirá quién es Pacífica Northwest.

Continuará...


ThePanoli:
Bueno acá termina el primer capítulo, quisiera saber sus opiniones de como sintieron este fanfic pues es la primera vez que hago esto, no sé si es muy corto o muy largo... en fin, algo curioso es que al principio sería un One-shot sin embargo terminó siendo una historia de 7 capítulos, sorpresas te da la vida.
El próximo capítulo lo subiré el 05/12/2023

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