Los personajes no son míos, solo la historia, ojala les guste :P


-Entonces, dime Edward ¿Cómo te sientes con la situación actual de tu relación?

Estaba muy jodidamente atrapado para estar aquí actualmente. El hombre frente a mí, pulcro y bien alineado, sentado en su sillón de cuero con su tabla de apuntes sobre el regazo me miraba con discreto interés. Tenía todo el kit del psiquiatra exitoso, consultorio con ventanales enormes que dejaban una gran vista de la cuidad, sillones caros y cómodos, un ambiente tranquilo, pero no sofocantemente estático, pantalones cafés claro y camisa de vestir bien almidonada con un suéter que solo dejaba ver su cuello.

Suspire grande antes de contestar.

Sabes que vas a tener que ser más específico que eso Peter.

El me sonríe con algo de reproche y garabatea un poco en su libreta. Peter era el psiquiatra del hospital donde yo trabajaba, era un poco mayor que yo, pero aun joven, no nos conocíamos mucho, porque nuestras áreas apenas rosaban, pero me agradaba.

-¿Encuentras frustrante no poder llevar tu relación física con Isabella a un nivel más profundo?

Directo al punto, ahora sí.

-Bueno, sí. – no tenía ningún sentido jugar al caballero con él, si se suponía que estaba aquí para decir la verdad. – ella es una mujer muy hermosa y yo soy un hombre sano. Creo que cualquiera se encontraría algo frustrado.

El me ve hace otro pequeño garabateo en sus hojas, me acomodo sobre el amplio sillón en el que estoy, me cambio de pierna y me ajusto las mangas. estaba aquí para decir la verdad, eso no quería decir que me sintiera cien por ciento cómodo diciéndola.

-¿Le has dicho eso a ella? - me dice sin dejar de ver su fastidiosa tablita.

Bufe.

-Claro que no.

Ahora me voltea a ver algo así como sorprendido. – El punto de esta terapia es que ambos sean abiertos con respecto a sus sentimientos Edward. Si ella no sabe de tu deseo hacia ella puede ser que se empieza a sentir incomoda sobre eso. –

Pienso momentáneamente en lo mucho que Bella sabe que la deseo y me hace sonreír su comentario.

-No se trata de eso – le respondo, recordando cómo la noche anterior me dejo hacerla venir con mis dedos, mientras me restregaba en ella como un perro. – Ella sabe lo que siento hacia ella, físicamente.

-¿Entonces? – y deja el resto del comentario al aire para animarme a hablar.

Lo veo por un segundo, entendiendo genuinamente que por muchas sesiones que haya tenido Bella con él y por mucho que hayamos coincidido en el hospital, este hombre realmente no me conoce.

Me inclino hacia adelante para apoyar mis codos sobre mis rodillas y pasar mis manos sobre mi cara, aliviando un poco la tensión que sentía.

Me recompongo un poco y le hablo directamente- Es solo que no quiero que vuelva a sentirse forzada a nada – le digo y hasta yo puedo escuchar la angustia en mi voz. –Me tomo mucho convencerla de que mis sentimientos eran reales y que no me interesaba que no tuviera dinero o familia, que lo que quería era a ella, como para echar todo a perder por calentura.

Mantiene su mirada en mi sin escribir nada esta vez.

-Sientes que si le dijeras que la deseas sexualmente arruinaría las cosas entre ustedes entonces.

Él estaba siendo muy exasperante, sabia donde quería llegar, pero no estaba muy cómodo yendo ahí.

-Es solo que no sé cómo le dejas saber a tu novia que quieres dártela por días enteros, cuando sabes que ella fue violada. - Bueno, ahora si se lo había dicho todo.

Incluso en su calculada expresión pude ver la impresión ante mis palabras. No me dijo nada por unos segundos, baje la cabeza sobre mis manos sintiéndome bastante avergonzado de mis palabras. No era algo que le había dicho a nadie, suponía que era obvio. Bella era hermosa, perfecta. No el tipo de chica que considera preciosa porque la amas. Aunque si la amara. Ella era una modelo de éxito, con anuncios en empire state y en Vogue y comerciales de perfumes. Era mi adoración, pero también era la imagen de belleza de muchos. Era muy difícil ocultar mi desesperado deseo hacia ella, el trabajo ayudaba. Llegaba a casa cansado y tenía que estudiar o leer o lo que fuera, pero como le había dicho a Peter antes, no había nada malo conmigo, era un hombre de 29 años perfectamente normal, con una novia hermosa. Pero no quería presionarla a nada.

-Ya veo – dijo después de unos segundos.

Lo voltee a ver sintiéndome algo embaucado

-Ya veo – repetí- Peter ¿Cómo que ´ya veo´? ¿No se supone que estoy aquí para que me aconsejes como llevar esto?

El me ve por un segundo antes de reír un poco, quiero golpearlo.

-Edward- me contesta con tono paciente el muy ingrato- soy psiquiatra, no soy un charlatán que lee cartas- se cruzó de piernas y puso sus manos sobre ellas como acentuando su punto. – no puedo decirte que hacer. De hecho, ni siquiera me parece que estés haciendo nada mal, cuando le pedí a Bella que te dijera si querías venir a una consulta conmigo fue solo como parte integral de su terapia.

Lo vi como en blanco.

-Ósea que no hay nada mal conmigo.

Me vio con una ceja alzada.

-Claro que no Edward.

Quería golpearlo un poco más duro.

-¿Qué puedo hacer para no hacerla sentir mal?

-Tengo entendido que tú y Bella hablan sobre su proceso y su tratamiento, como se siente ella con respecto a su intimidad y ese tipo de cosas.

Asiento esperando que siga.

-¿Qué es lo que opinas tu sobre lo que le paso y como esto afecta su vida ahora?

Valla esa no me la esperaba.

-Creo que eso es algo muy grande para responderlo, así como así- le digo tras unos segundos de pensarlo- jamás hubiera querido que le hicieran algo así, y no entiendo porque nadie la alentó a tomar terapia antes. – me detengo un segundo para ver mis manos antes de tomar valor para seguir hablando – y me da mucho gusto lo que les paso a su tío y a su primo en la cárcel finalmente- lo miro fijamente a los ojos mientras digo eso. - pero nada de eso lo puedo cambiar, solo me alegra que ahora quiera superarlo y este dejándome ser parte de eso.

Sonríe de lado ligeramente cuando escribe algo más.

-¿El tener que postergar su relación sexual es algo que te hace cuestionar la viabilidad de su relación Edward? –

-Para nada- sin darme cuenta me inclino hacia atrás y frunzo un poco el ceño, estoy algo arto de esa pregunta, ella me le ha hecho, mi hermano me la ha hecho, incluso mi madre me la cuestiono cuando supo de cómo había sido la infancia de Bella. ¿Por qué carajo todo el mundo pesaba que era un neandertal?

La hora siguió pasando con preguntas de otra índole por un rato, cosas sobre nuestra convivencia, sobre pequeños aspectos de nuestra vida y sobre como esto me hacía sentir.

Una alarma bastante discreta dio por finalizada la hora. Peter se levantó para darme la mano mientras yo hacía lo propio y me despidió.

Camine hacia la puerta y antes de abrirla voltee a verlo.

-¿Crees que hay algo que debería cambiar?

Creo que en toda la hora que estuve con él nunca le dije nada más sincero.

El me miro por un momento que se me antojo muy largo y me dijo con un tono muy tranquilo.

-Creo que ella lo está haciendo excelente Edward y creo que gran parte de eso se debe a tu apoyo, no puedo ver aun ningún problema de tu parte, quizá solo que estas todo el tiempo muy tenso de no hacerla sentir incomoda, pienso que quizá tu podrías estar restringiéndote un poco. – y se calló un momento- pero parece que ninguno de los dos se ve muy afectado por eso. Ven a verme cuando quieras si sientes que las cosas se tensan. – me dio una sonrisa.

Le di las gracias y salí de su consultorio despidiéndome de la secretaria, traté de pagarle y me dijo que el Dr. Le había dicho que no le hiciera el cargo. Le agradecí una vez más y salí del edificio.

La noche era tranquila, el clima en chicago era permanentemente frio, pero hoy apenas se sentía, mis dedos picaban por un cigarro, pero le había prometido a Bella que iba a dejarlo.

Pensar en ella me hizo sentirme más tranquilo por un momento. Caminé sin rumbo hasta que encontré un pequeño parque dentro de la ciudad y me senté en una banca porque hoy el clima lo permitía, estaba rodeado de edificios no muy altos, lo que permitía apreciar el cielo claro del anochecer. Hoy nadie me esperaría en mi departamento más que 2 perros grandes y molestos.

La banca dura y estable donde caí sirvió para aplacar mi incomodidad.

Peter había dicho que no había nada malo en mí. Yo lo sabía. Supongo. Amaba a mi novia. La amaba lo suficiente para posponer toda nuestra relación física a un segundo plano sin dudarlo ni un segundo, yo sabía que ella lo quería también, yo sabía que ella quería sentir eso conmigo.

Bella y yo habíamos tenido sexo antes, una vez, en nuestra primera cita, ella pensó que yo no quería más de ella que eso y yo fui un tonto que pensó que ella correspondía mis sentimientos. Ella no me hirió o me rechazo después de eso. Pero cuando trate de cortejarla de manera más formal ella me dijo que no perdiera mi tiempo. Me tomo unos cuando días y una larga platica con Alice entender que había detrás de todo eso.

Ella está acostumbrada a creer que nadie se la tomara enserio Edward- había dicho la chica pequeña – ella cree que lo que le paso la marco para siempre como alguien sin valor.

La niña era muy fiera para ser tan pequeñita, tuve que rogarle por días para que me dijera porque Bella no me dejaba cortejarla como era debido. Me sentí una basura cuando me dijo lo que le había sucedido. No era ciego, ni idiota, sabía que ella no había disfrutado nuestra noche juntos, su cuerpo quizá sí, pero ella se sentía en automático.

Me costó mucho convencerla de darme una oportunidad, una enserio. Pero me la había ganado poco a poco. Comenzamos como amigos. Una comida entre mucho, un desayuno solos, una ida a la feria. Todo lo que estuviera a mi alcance, flores, detalles sin importancia. O cosas que en algunos momentos de cercanía ella me había confiado.

-Me encantaría subirme a un globo- me había dicho una de las ocasiones que la había convencido de acompañarme a desayunar.

Adivinen ¿quién le consiguió su paseo en globo?

Sí, yo el idiota enamorado.

Valió completamente la pena. Poco a poco creyó más en mí, y me había puesto retos, apropósito o no. Una noche, la regrese a su casa de una fiesta de la agencia de modelos para la que trabajaba. Ella me jalo dentro de su puerta al pequeño espacio de su departamento de una sola habitación y me beso. Me costó mucho convencerme a mí mismo que hacerle lo que mi cuerpo me estaba rogando solo iba a ser una satisfacción momentánea e iba a arruinar mi objetivo final.

Cuando me separe de ella, ella se me quedo viendo y al ver las lágrimas caer por sus ojos no tuve más alternativa que sincerarme con ella. Sobre cómo me sentía. Lo mucho que la quería y como me había atrapado desde la primera vez que la vi.

Ella no me creyó. Por supuesto. Pero me dejo seguir con ella.

Todo el resto ha sido historia. Todo ha avanzado lentamente con ella hasta ahora, un año después de la primera noche que estuvimos juntos, no habíamos vuelto a tener sexo nunca, pero habíamos estado saliendo oficialmente por 8 meses, y ella había empezado a tomar terapia por más de 6 meses.

Bella había tenido sexo con otros antes de estar conmigo, después lo que le hicieron, siempre había pensado que eso era lo que se esperaba de ella y el único valor que le darían, me dijo. Nunca había encontrado realmente placer al hacerlo y a veces tenia regresiones de las ocasiones que su tío y su primo la atacaron. Yo no quería eso.

Yo quería que si íbamos a estar juntos fuéramos ella y yo en la cama. Sin miedo, sin que ella pensara que para mí solo era un medio para satisfacer mi cuerpo.

Porque no lo era. Había estado tan prendado de ella desde que la vi en esa sesión fotográfica que organizo su agencia donde se me había contratado como médico en caso de emergencias.

Mire el cielo de nuevo, los tonos naranjas se habían comenzado a desvanecer en purpuras indicando la inminencia de la noche. Suspire notando como el vaho salía de mi boca por primera vez dándome cuenta como había bajado la temperatura. Me levanté e hice el camino de vuelta hasta mi auto. Agradeciendo el calor residual del interior de este cuando me senté.

Mi carro era azul, azul media noche. Lo compre porque cuando estaba en vísperas de cambiar mi coche antiguo ella había comentado de pasada que era su color favorito. Y yo era un idiota enamorado que hubiera hecho cualquier cosa por tener algo que a ella le encantara.

La misma razón porque la que ahora tenía 2 perros del tamaño de caballos.

Me detuve en un Wal-Mart que no quedaba tan lejos de mi edificio a comprarle comida a las 2 vestías que tenía por mascotas y pasé por el área de cosas para el hogar cuando vi algo que llamo mi atención. Lo miré y sonriendo lo puse en el carrito. Tome otras cuantas porquerías de la sección de comida chatarra. Bella estaba en new york por una sesión de fotos y no volvía hasta pasado mañana, así que no tendría con quien cenar por dos noches más, ni mucho ánimo de hacer nada. Así que, que más daba. Pagué todo y me dirigí a casa.

Aparque el auto en el estacionamiento subterráneo y salude al portero apenas entrar, el me devolvió las buenas noches con una inclinación de cabeza y una sonrisa y subí al elevador hasta mi apartamento.

El elevador anuncio su llegada a mi piso con una campana y salí cargando en ambas manos las bolsas. Al pararme frente a la puerta para dejar las bolsas en el piso y sacar las llaves pude oír como los monstros – que pare este punto ya se habían percatado de mi presencia- corrían a recibirme. Abrí la puerta como pude y volví a tomar las bolsas en mis manos, impidiendo que los dos grandes daneses de tamaño adulto que tenía salieran.

-Hay no- les dije mientras soy saltaba sobre mí para lamerme y Dolly olisqueaba las bolsas.

-Oye tu deja ahí – le dije mientras dejaba las bolsas en el piso y me dediqué a jugar un poco con ellos en la entrada.

Palmee un poco la parte de atrás de Dolly cuando termine de mimarlos, seña que ellos entendías como una ´se acabó 'y se regresaron por el pasillo de la entrada hasta el resto de la casa. Me reí del ruido desacompasado de sus pisadas. Volví a cargar las bolsas y cuando llegué a la esquina prendí la luz del comedor y la sala.

Y ahí estaba ella.

Sentada en medio del sillón frente al gran ventanal, viendo directamente, su cabello suelto y mordiendo un poco su labio inferior.

Dejé caer las bolsas ahora sí sin importarme nada recogerlas y fui hasta donde estaba ella para levantarla de un abrazo del sillón.

Se rio cuando la tenía en volandas y se abrazó con sus piernas de mi cintura.

-¿Qué haces aquí tan pronto hermosa? - le dije con una sonrisa mientras enterraba mi rostro en su estilizado cuello.

-Terminé la sesión primero y pensé en adelantarme a llegar. – me contesto arrebolada y sonriendo.

¿Había mencionado lo hermosa que era? Creo que jamás podría decirlo lo suficiente.

El deje sobre el sillón, recostando su espalda sobre los cojines mientras besaba un camino hasta sus labios por su cuello. Sus manos tomaron mi cabello y pare por un segundo mientras entendía que no me estaba Alejando sino acercándome más. Tuve cuidado de no pegar mi cadera a ella. Tanto. Aunque con sus piernas aun alrededor de mi cintura supuse que ella sentía como de feliz estaba de verla.

Cuando eventualmente los dos necesitamos aire, me separe dándole un beso en la punta de la nariz y sentándome, trayéndola a sentarse sobre mi regazo.

Ella no dijo nada por un momento, solo me abrazo por el cuello y yo estuve muy contento por eso.

-Usaste tu llave – le dije orgulloso

-Quería sorprenderte- su voz se notaba tímida, pero feliz.

Me reincorpore un poco dejando un beso en su frente. Y tomando su mano para dejar otro en su dorso. Le había pedido que se mudara conmigo hace un mes y ella aun no me había respondido nada. No quería presionarla, pero le di la llave igual. Yo quería que ella estuviera en el lugar más seguro y cómodo posible y poco a poco se sentía lo suficientemente confiada en nuestra relación para venir a mi casa sin preguntar antes.

Le sonreí mucho.

-Fue la mejor de las sorpresas hermosa, te heche muchísimo de menos. –

Ella se sonrojo hasta el escote y me abrazo. Era increíble como una mujer que se dedicaba a posar en miles de ángulos diferentes ante cámaras podía sonrojarse tanto por un pequeño comentario, pero suponía que eso se debía a que la que estaba viendo en mi sillón era la verdadera Bella, no la máscara eficiente y atractiva que ella se había inventado.

Me dio un beso apenas y se paró completamente y me jalo al comedor.

-Siéntate- me ordeno- te prepare la cena.

Sonreí y me saboreé previamente, Bella podía cocinar y muy bien. Unos segundos después de estar sentado en la mesa como un tonto me sentí un poco inútil. Me levante y me dirijo a la cocina para ver en que la ayudaba. Y cuando llegue a la barra tipo americana que separaba el espacio de la cocina fue que me cuenta de lo que ella llevaba puesto realmente.

Bella estaba usando un short pequeñito que de hecho mostraba la curva inferior de su trasero cuando ella daba un paso largo y una pequeña camiseta de manga corta con escote en U que dejaba a la vista el comienzo de sus perfectos y redondos pechos. Me quede recargado en la barra disfrutando el espectáculo de ella moviéndose por la cocina hasta que ella me vio y respingo.

-Edward – exclamo- en un momento te llevo las cosas – no me gusto el tono como de disculpa con el que me lo dijo

Me acerque a ella y una vez más tome su mano para besar el dorso.

-Estaba disfrutando el espectáculo – dije viéndola de arriba abajo para que entendiera mi punto- ella se sonrojo, pero sonrió. – déjame ayudarte, me siento tonto sentado sin hacer nada.

Me dio los platos y los vasos mientras ella llevaba la comida. La cena era deliciosa y comimos mientras ella me contaba de su viaje y de las chicas y cosas al azar que le habían pasado. Me reí de sus ocurrencias, de sus caras de frustración por el vestuario tomé atención de su apreciación de la gran manzana. Ella me pregunto de mi semana y aunque hablábamos mucho por mensaje y por teléfono durante el tiempo que estuvo fuera ella se rio conmigo de las cosas chuscas del hospital que tal vez ya le había contado y puso atención a cada pequeño detalle.

-Entonces, - dijo con duda mientras yo lavaba los platos sucios, ella mirándome desde la barra justo frente a mí.

-Entonces …- la inste a continuar

-Fuiste con el Dr. White. …- su tono era entre una pregunta y una afirmación, como queriendo que le contara.

-Así es. – no le di más detalles-

-Ok –dijo como haciéndose la desinteresada mientras seguía ojeando la revista que tenía frente ella.

El desinterés no le duro mucho, porque ella no sabía mentir, unos minutos después volvió a hablar.

-Y ¿Cómo fue? – siguió- espero no te haya parecido incómodo.

No le iba a decir toda la verdad, si fue un poco incómodo, admitirle a mi compañero de trabajo que mi novia y yo no pasábamos de tercera base y que a mis casi 30 años últimamente mi mano era mi mejor amiga de nuevo no era lo más cómodo de admitir. Pero Peter ere un profesional. Y yo haría lo que fuera por ella.

-Fue bien Bella – dije habiendo terminado de lavar los platos y secándome las manos- hablamos y lo que se hace en un psiquiatra, no me receto nada, hasta ahora. – le dije lo último en broma mientras le daba la espalda para encontrar algo con que secarme las manos que no fueran mis pantalones. Cuando volví a voltear no la vi riendo, vi su rostro bajo, cubierto por su cabello con una gota de agua deslizándose fuera de su mentón.

Le si la vuelta a la barra en un segundo, volteando la silla alta donde ella se encontraba y levantado su rostro, enrojecido y húmedo al mío.

-Ey no- le dije usando mis pulgares para secar sus lágrimas- nada de eso mi vida, no llores por favor. -

Libero su rostro de mi agarre y volvió a agachar la cabeza.

-Te prometo que voy a mejorar rápido Edward, no te hare ir a más cosas así, perdón.

Aquí íbamos otra vez, culpa, ella siempre me decir que, si fuera otra, que, si no estuviera rota, yo no tendría que cuidarla tanto, que yo no tendría que hacer cosas por ella, que ella podría hacer el amor conmigo sin miedo.

Lo que ella no sabía es que todo eso me hacía amarla más. Que superara todo eso por ella, por nosotros.

-Nada de eso- la levante hasta sentarla en la barra para que sus ojos tuvieran que mirar a los míos. –e escúchame- le obligué cuando su mirada esquivaba a la mía- no digas eso, detuve su rostro con una mano en su mentón. – no cambiaría esto, no te cambiaria a ti por nada-le hable con firmeza sin soltarla- esto no es nada en comparación de lo mucho que tú me das.

Bese su frente y la baje a la silla de nuevo, mientras iba a recoger las bolsas del piso donde las había dejado hacía rato, si algo había aprendido del tiempo que había estado con ella, es que cada vez que esta situación se daba no había caso en rogarle que entendiera lo mucho que ella me hacía feliz y lo poco que significaba para mí el esperarla o el ir al psiquiatra con tal de estar con ella. Era un precio muy ínfimo. Ella no pedía nada de mí. Y creía que lo que yo le daba era mucho. Yo le daría el cielo cuando ella empezara a entender que se lo merecía. Mientras, era mejor dejarla con sus pensamientos un momento, termine de acomodar las cosas en la cocina y cuando todo estuvo limpio me dirigí a mi cuarto, tomándola de la mano para que me siguiera, su rostro aun estaba rojo, pero ya no lloraba y no se veía tan triste.

Subimos las pequeñas escaleras que separaban a mi cuarto de la estancia principal y una vez en el empecé a desvestirla. Con cuidado. Como había aprendido que no la ponía nerviosa. La mire a los ojos mientras sacaba su blusa y bese su frente cuando desabroche su short, permitiendo que ella se lo sacara por si misma mientras yo tomaba una de mis camisetas de deporte que le quedabas hasta las rodillas.

Últimamente me permitía ser yo quien le quitara el sujetador, cosa que le agradecía a los dioses. Incluso podía rosar el costado de sus hermosos pechos mientras ella soltaba una risita. Mientras ella se ponía la camiseta yo hacía lo propio para ponerme mi piyama.

Verme desnudarme aun la ponía un poco incomoda. Así que lo hacía mientras ella estaba entretenida en más cosas.

Las cosas con Bella en la cama iban lentas, nos tocábamos y besábamos, algunas noches ella se aventuraba a tomarme y darme placer con sus manos, otra me dejaba hacerle lo mismo a ella, algunas veces me dejaba recorrer su cuerpo con mis labios y otras simplemente me pedía si podía abrazarla mientras dormíamos.

Hoy ella quería jugar, cuando me acosté con ella en la cama de sentó sobre mis caderas de inmediato, dándole la bienvenida a mis manos sobre su piel y a mis labios sobre su cuello. Había un límite y ambos lo sabíamos. Eso lo marcaba ella. A veces también yo. A veces la sentía que se quería forzar a más. A veces sentía como su cuerpo estaba listo para más, pero como parecía que ella se había ido ausente de ahí.

No quería eso y se lo dije.

¨Quiero que cuando estemos juntos de nuevo, seamos solo tu yo en la cama y estoy dispuesto a esperar lo que tome¨

Quizá ella no me había creído en ese momento, pero creía que hasta ahora había hecho mi parte para probarle que lo decía enserio.

Estábamos juntos en mi cama, ella debajo de mí, con la camisa que llevaba levantada mostrando sus pechos y mi camisa de piyama en el piso. Sus piernas rodeando mi cintura y mis caderas dejándola sentir todo lo que ella me hacía sentir.

Puse mi frente en la de ella, sonriéndole como un tonto en la oscuridad.

-Te adoro mi vida- le susurre antes de unir mis labios con los de ella. Nos habíamos dado placer ya por horas y sus labios eran perezosos junto con los míos.

-Edward – llamo mi nombre cuando nos separamos y espero a enfocar mi mirada en la oscuridad. – te amo – dijo esas palabras que nunca antes había querido decirme apenas antes de volver a besarme.

En ese momento supe que todo estaría bien, que todo llegaría su tiempo y que el anillo que guardaba en mi cómoda eventualmente ella me permitiría ponerlo en su mano. Que eventualmente confiaría en mi lo suficiente para saber que nunca la dañaría.


Hola!

Esta historia vino a mi cabeza en segmentos, así que aun no se si lo dejare como algo de un solo capitulo o lo seguiré como capítulos sin secuencia, de cualquier manera, ojala les guste y puedan pasar a dejar un comentario sobre su opinion!