Capítulo 30. La previa
-Muy bien… -Dumbledore se rascaba la larga barba blanca, reflexionando las palabras de Katie-. Si lo que dice es cierto, señorita Bell, entonces eso cambia las cosas. Y, desde luego, es perfectamente entendible que no haya querido decirlo antes.
Había dos magos en el despacho de Dumbledore vestidos de forma muy formal, con túnicas negras largas y expresiones serias en sus rostros canosos. Harry se preguntaba quiénes serían… Cómo si le leyera la mente, Dumbledore dijo:
-Señor Potter, señorita Bell, estos son el auror Dawlish, del Ministerio de la Magia, y el señor Hilsberth, del Consejo Escolar. Estarán aquí para supervisar el funcionamiento del colegio estos días, ya que el Ministerio se ha preocupado por el incidente ocurrido con el barco de Durmstrang. Esta noche, en particular, nos visitará también el Ministro de la Magia. Como verán, existe una preocupación por la forma en la que los alumnos de nuestro colegio han comenzado a celebrar fiestas frecuentemente. Al ser hoy noche de sábado, el Ministro ha querido venir él mismo para asegurarse de que no ocurra otro incidente como el del miércoles pasado.
Harry y Katie asintieron.
-Ahora bien, aprovechando que ellos están aquí -dijo Dumbledore-, me parece una excelente oportunidad para ponerlos en conocimiento de la situación del señor Potter -se dirigió a esos dos magos-. Él fue expulsado a comienzos de la semana pasada por una presunta agresión sexual a la señorita Bell. Ambos son testigos de que ella ahora está declarando que la misma fue consentida, algo que no dijo antes por vergüenza. Lo que es totalmente entendible, siendo que había fotografías de muy mal gusto que lo mostraban no solo a él si no también a ella… Aún estamos investigando quién fue el autor de las mismas.
-¿Cómo viene esa investigación, profesor? -preguntó Dawlish, cruzado de brazos.
-Tenemos al sospechoso principal, desde luego -le comentó Dumbledore-. Pero como no tenemos pruebas, y él se niega a confesar… Le hemos enviado una solicitud a su Departamento para que nos autorice a utilizar Veritaserum en el muchacho. ¿Por casualidad sabe si la han recibido?
-Debería preguntarle al jefe del Departamento, profesor Dumbledore -dijo Dawlish, alzando las cejas y desentendiéndose del tema.
-De acuerdo… -Dumbledore apartó la mirada de él y la dirigió al mago que se apellidaba Hilsberth. -Continuando con el tema de la expulsión del señor Potter, he recibido esta misma tarde una nota firmada por veintisiete alumnas de Hogwarts y la totalidad de las estudiantes femeninas de Beauxbatons que están hospedándose en nuestro colegio este año solicitando la restitución del señor Potter, argumentando que lo consideran una excelente persona que siempre ha sido muy amable y caballero con ellas.
Harry se quedó mudo por la sorpresa. ¿De verdad todas esas chicas habían firmado esa nota…?
-Por lo tanto, en vista de las actuales declaraciones de la señorita Bell, considero que los motivos para la expulsión del señor Potter ya no son válidos, por lo que procederé a reincorporarlo a nuestro colegio. ¿Usted considera que el Consejo Escolar tendrá alguna objeción, señor Hilsberth?
Se quedó mirando a este último fijamente. El mago, de cabello y bigote canosos, respondió muy rápido y de forma protocolar:
-El asunto de Potter ha despertado la preocupación de la mayoría de los padres, lo que no ha hecho más que empeorar al sumarse con los infortunios ocurridos en la fiesta clandestina en el barco de la escuela invitada… -se quedó mirando a Katie fijamente-. Señorita Bell, ¿usted conoce el concepto de "síndrome de Estocolmo"?
Dumbledore puso los ojos en blanco al oír eso, pero no lo interrumpió.
Katie pareció sorprenderse de que se dirigieran a ella. Entonces dijo:
-¿No es eso de que cuando te secuestran te enamoras del secuestrador, o algo así?
-Sí, eso mismo -dijo el mago adulto-. Quizás, antes de precipitarnos, deberíamos hablar en privado con la señorita Bell…
-No tengo síndrome de Estocolmo -dijo Katie enseguida-. Yo no me enamoré de Harry luego de que él me mirara en la ducha. Ya teníamos un vínculo sexual desde antes, por eso mismo tuvimos ese juego sexual en las duchas. Pero me daba vergüenza admitirlo, porque todo el colegio estaba hablando del tema y no quise admitir públicamente que tengo una vida sexual activa con Harry. Temía que me trataran de… bueno, ya sabe… Hubo un incidente con una alumna hace poco, a la que todos empezaron a tratar de "chica fácil", por así decirlo, solo por haber tenido sexo…
Harry estaba pasmado por la capacidad de mentir de Katie. Pasmado y muy agradecido.
-Las relaciones sexuales en nuestros alumnos son un tema muy serio para nosotros -dijo Dumbledore-. Históricamente, la escuela de Hogwarts ha obviado hablar de sexualidad con sus alumnos, como su fuera un tema tabú. Pero ahora entendemos que es necesario hacerlo, y lo haremos.
"Pero para no demorar más al señor Potter y la señorita Bell, que sin dudas tienen muchos deberes por delante; en especial el señor Potter, que ha perdido una semana de estudios, creo que no caben dudas de que esto no es un caso de síndrome de Estocolmo. Así que procederé a readmitir al señor Potter a Hogwarts. Y en cuanto a las preocupaciones de los padres, señor Hilsberth, cualquier discusión al respecto la mantendremos con los miembros del Consejo Escolar luego de liberar a estos alumnos para que regresen a sus actividades.
El aludido no dijo nada. Se limitó a asentir brevemente y se quedó allí quieto, mirando a Harry con los ojos entrecerrados.
-Gracias, profesor -dijo Harry, mirando a Dumbledore. Este le sonrió de forma bonachona.
-Todo lo contrario, Harry. Te pido disculpas en nombre del colegio por esta terrible experiencia que has tenido que pasar. ¿Necesitas ayuda para desempacar? ¿Tienes tu equipaje contigo?
-Lo he dejado en Las Tres Escobas. No sabía si…
-Naturalmente -dijo Dumbledore, asintiendo-. No te preocupes, enviaremos a Filch a buscarlo. De hecho, iré a avisarle yo mismo y enviaré a una lechuza a Rosmerta. Tengo un asunto que atender urgentemente. Si me disculpan, caballeros -añadió, dirigiéndose a los magos del Ministerio.
Dumbledore caminó hacia la salida, tomando a Harry y a Katie por los hombros y conduciéndolos hacia allí, dándole la espalda a los otros dos. Bajaron los tres juntos por las escaleras que giraban solas hacia el pasillo del segundo piso. Cuando estuvieron lejos de los oídos de ellos, Dumbledore dijo:
-Bienvenido de vuelta, Harry. Te debo una conversación al respecto de todo esto, pero temo que estoy muy ocupado ahora mismo. Disfruten de su tarde, los dos. ¡Pip, pip!
Y se marchó por el corredor, canturreando felizmente.
Harry se quedó solo con Katie. Se quedó mirándola, sin poder creer lo que acababa de pasar.
-Katie…
-No tienes que agradecerme nada -dijo ella de inmediato-. Y será mejor que no hablemos mucho aquí… -señaló hacia las gárgolas, indicando que temía que los magos del Ministerio los oyeran.
Harry asintió, entendiendo.
-Estoy en deuda contigo -le dijo en voz baja-. Te agradezco muchísimo…
-No pasa nada -Katie sacudió la cabeza-. Ahora irás por Hermione, ¿verdad?
Él se quedó congelado.
-¿Cómo?
-Para eso querías volver, ¿no es así?
-Sí… Es verdad… Yo…
-Vamos, Harry -dijo ella, sonriéndole-. Sé que puedes hacerlo. Ve y dile lo que sientes. Ni lo pienses. Solo ve y habla con ella.
Aquello le sonó surrealista. Katie lo ponía en unos términos súper sencillos que escapaban totalmente a su comprensión…
¿Podía ser tan fácil? ¿Podía ser tan simple acercarse a Hermione?
-Jamás lograrás acercarte a Hermione -zanjó Ron, sin dejar lugar a dudas.
Ahora ambos caminaban juntos por el corredor del séptimo piso. Por fin se habían reencontrado, luego de todos esos días. Se estaban poniendo al día con todo lo que había pasado. Luego de hablar de Verity, de Fleur, del desastre con el barco de Durmstrang y del ataque que había sufrido Hermione; habían llegado a lo más reciente, mientras caminaban por todo el castillo, atrayendo las miradas de todo el mundo, que no podían creer que Harry estuviera de regreso, pero ignorándolos.
-¿Por qué no?
-Algo le pasa, Harry. Esto es lo último de lo último...
-Pensé que lo último de lo último era la organización llamada "semen" que Hermione creó para tratar de traerme de vuelta.
-No. Eso ya es viejo, Harry. Actualízate. Aquí las cosas están cambiando así, ¡así! -hizo un chasquido con los dedos-. En segundos. Lo último ahora es que Hermione se ha puesto rarísima. Es como si se hubiera vuelto malvada. Se tiñó el cabello de negro, usa ropa negra, maquillaje negro y ha llamado a mi madre "gorda zorra".
-¡¿Quééée?!
Ron le contó a Harry todo lo que había ocurrido ese mismo día, durante el almuerzo.
-Fred y George dicen que o bien es una poción de amor, o bien se trata de alguna magia muy, muy potente.
-Claro. Hermione jamás diría esas cosas normalmente… ¿No crees que pueda ser poción multijugos?
-Ya lo pensé, pero no. Sabía todo sobre la semen, así que no lo creo. Era ella. Así que no te le vayas a acercar ahora a menos que quieras oír la misma clase de cosas sobre tu madre también.
-No se atrevería…
-¿Quieres probarlo?
-De acuerdo, de acuerdo. Pero tenemos que encontrar una forma de saber qué es lo que tiene.
-¿Dumbledore no puede ayudarnos?
-Supongo que sí, pero no ahora. Estaba muy ocupado. No sé a dónde se fue. Quizás ha dejado el castillo, porque lo vi irse hacia el vestíbulo.
-No tenemos tiempo…
-¿Y McGonagall?
-Olvídate de McGonagall, Harry, está hecha una inútil. Y no querrá ayudarte a ti, porque te detesta desde que vio las fotos de Katie.
-¡Pero si me han admitido de regreso!
-Sí, pero ni siquiera me consta que ella lo sepa aún. Es muy reciente. Tu regreso sí que es lo último de lo último.
-Está bien. Mira, parece que esto dependerá de nosotros. ¿Por qué no investigamos qué le pasa a Hermione y tratamos de ayudarla nosotros mismos?
Ron asintió.
-¿Dices que no es una buena idea acercarnos a ella?
-No… No aún. ¿Qué hacemos, Harry?
-Haremos lo que Hermione haría en nuestro lugar -dijo él, reflexivo.
-¿Y qué cosa es esa…?
Diez minutos después, Harry y Ron entraron a la biblioteca y fueron directo hacia la bibliotecaria, Madame Pince.
-¿Señor Potter…? -dijo ella al verlo, asombrada-. ¿Qué está haciendo usted aquí?
-He sido admitido de regreso -le dijo él-. ¿Cómo está usted, señora?
Le sonrió ampliamente. Ella entrecerró los ojos mientras lo miraba con su típica expresión hosca en su cara de buitre.
-Necesitamos ir a la Sección Prohibida, por favor -dijo Harry, sin borrar su sonrisa.
-¿Ah, sí? -dijo ella, arrastrando las palabras al hablar-. Y yo necesito escaleras nuevas para acceder a los estantes más altos. Las ruedas de estas se traban todo el tiempo. Están agotando mi paciencia.
-Qué problema… -dijo Harry, fingiendo que le importaba aquello.
-Sección Prohibida, ¿eh? ¿Tienen permiso de algún profesor?
-No.
-Entonces me temo que…
-Pero sigo siendo un Campeón del Torneo de los Tres Magos, y por lo tanto tengo acceso a la Sección Prohibida durante todo el año -le recordó Harry-. Necesito investigar sobre la próxima prueba del torneo. Ese huevo de oro que me han dado me está volviendo loco, ¿sabe?
Ella acentuó aún más su expresión hosca. Finalmente, fue con ellos hasta las cuerdas que cerraban el paso a esa sección y la abrió, permitiendo pasar a Harry. Cuando Ron iba a pasar, sin embargo, la cerró, dejándolo afuera.
-Usted no, señor Weasley -dijo, estricta-. Usted no es Campeón, que yo recuerde. Adelante usted, señor Potter, pero no creo que vaya a encontrar aquí lo que busca. No hay mucha información sobre huevos de oro en la Sección Prohibida. Yo que usted probaría con encantamientos aplicados a objetos, sección XI. Recuerden que cerramos a las ocho de la noche. Buenas tardes.
Y se retiró.
-De acuerdo, tu busca por aquí lo que sea sobre pociones de amor o maldiciones que cambien el comportamiento de una bruja o mago -dijo Harry a Ron-. Busca cosas como "comportamiento agresivo", o cosas así. Yo buscaré en la Sección Prohibida.
-De acuerdo.
A las ocho menos cuarto, y luego de una extensa búsqueda, estaban por darse por vencidos.
-¿Has encontrado algo? -dijo Ron por décimo séptima vez, con cara de agotamiento sobre un libro titulado Mil y una formas de hechizar a una bruja y mil y una leyes que lo prohíben.
-Nada -dijo Harry, que pasaba las páginas de su libro una tras otra, mirando con detenimiento los títulos-. ¿Cómo sabemos que no es simplemente una maldición imperius?
-No lo creo. Si fuera eso, no habría sabido el tema del semen, ¿recuerdas?
-Tienes razón… -Harry leyó los títulos de los encantamientos de magia negra que se mencionaban en su libro, que había sacado de la Sección Prohibida. Estaban ordenados de forma alfabética y había leído ya unos treinta maleficios entre la "A" y la "C", todos ellos de magia negra, utilizados para controlar a magos o brujas de distintas formas. -"Coaccione Delitia: Encantamiento que permite que una bruja te prepare una deliciosa comida contra su voluntad…" ¿Por qué alguien iba a querer eso?
-Mmm… interesante -Ron tomó nota del nombre del encantamiento en un trozo de pergamino mientras se relamía la lengua-. Me ha dado hambre. ¿Bajamos a comer?
-Espera un segundo, no podemos darnos por vencidos -Harry siguió leyendo-. "Coactanamotia: Maleficio oscuro utilizado durante la Edad Media para forzar a un mago o bruja a aullarle a la luna llena. Era utilizado para hacerle creer a la aldea que cierto mago o bruja era un hombre lobo cuando en verdad no lo era…" Vaya mierda.
-Ya vamos, Harry, nada de eso es lo que tiene Hermione. Te lo digo, si lo que Hermione tiene apareciera allí, me daría cuenta enseguida.
-Déjame leer uno más -continuó Harry-: "Coactus Labia: Maleficio oscuro utilizado para modificar la mente de un mago o bruja y crearle pensamientos que favorezcan un romance con otro mago o bruja"…
Levantó la mirada y se quedó mirando a Ron, que abrió mucho los ojos.
-Dijiste que Hermione estaba con Malfoy…
-¡Vamos, lee más! -lo instó Ron.
Harry se aclaró la garganta y continuó leyendo:
-"El maleficio no crea amor, ya que esto es imposible. El mago o bruja sobre el que se aplica tiene que tener sentimientos hacia la persona que se elija como objeto romántico previamente. Si es así, el maleficio crea pensamientos hacia esta persona que provocan querer estar con ella, querer ser como ella, querer tener una relación romántica con ella y básicamente amoldar toda su vida de la forma que se adecúe más a cómo es ella.
"El maleficio modifica los pensamientos de la víctima y su mente en general, eliminando pensamientos que le pudieran impedir contraer una relación con esta persona. Puede avalar y justificar comportamientos inmorales tales como asesinatos, hurtos, violaciones y básicamente cualquier cosa cometida por la persona elegida como objeto romántico..."
"La víctima cambiará por completo su visión del mundo, creyendo que todo lo que hace su enamorado o enamorada está bien, y que lo que sea opuesto a eso está mal. Los enemigos de su objeto romántico serán ahora sus enemigos. El maleficio es muy poderoso y de carácter permanente. La mente de la víctima quedará modificada de por vida. Ha sido frecuentemente utilizado por magos asesinos y otros criminales para manipular a brujas que no querían estar con ellos a pesar de amarlos, por ser quienes eran…" ¿Crees que es esto, Ron? ¿Crees que esto es lo que tiene Hermione?
La voz de Harry temblaba por el temor…
-Sí… Sí, creo que es eso, Harry -dijo Ron, muy preocupado-. Malfoy, maldito trastornado hijo de puta…
-¿Crees que fuera capaz de ir tan lejos para obtener a Hermione de vuelta? ¿Pero por qué, Ron? Si él solo la quería para usarla, para que me expulsen. No sentía nada por ella. ¿Por qué…?
Se quedó en shock, mientras trataba de encontrarle sentido a todo eso.
-¿Crees que se enamoró de ella, mientras la usaba…?
-Tiene que ser eso, ¿no? -razonó Ron-. Y Hermione no quiso volver con él después de saber la verdad. Entonces Malfoy vio que tenía dos opciones: aceptar la derrota sanamente o actuar como un maldito enfermo hijo de puta psicópata y maldecirla para que quiera estar con él a la fuerza. Sí, ahora estoy seguro de que eso fue lo que pasó. Es justo lo que haría Malfoy en esa situación.
-Aquí dice que solo un mago muy poderoso puede hacer esto. Muy poderoso, y con años de experiencia en la magia negra. Por lo que dice aquí, es prácticamente imposible que un adolescente sea capaz de conjurarlo. No creo que Malfoy tenga los poderes que dice aquí…
-Pero quizás no lo hizo él -sugirió Ron-. Piénsalo: Malfoy no te tomó a ti las fotografías que usó para hacer que te expulsen. Le pagó a alguien más. Así es como se maneja. Quizás le ha pagado a algún mago con más habilidades que él para que haga esto.
-¿Crees que Malfoy tiene trato con magos verdaderamente oscuros, como los Mortífagos?
-¡Sí, claro! Puedes apostar a que sí.
Harry siguió leyendo:
-"El maleficio es tan potente que, incluso si el mago o bruja que lo realiza pierde interés en la víctima y la abandona, esta seguirá obsesionada por él de forma permanente, pensando que el mago o bruja en cuestión es un ser magnífico, admirable y digno de ser idolatrado; aunque la haya abandonado. Esto siempre y cuando siga teniendo sentimientos por él o ella. Como el maleficio no puede crear amor, se terminará si la víctima deja de sentir amor por el mago o bruja en cuestión. Solo puede actuar sobre la mente, no sobre el corazón.
"La única forma de revertir el maleficio es, por lo tanto, que la persona deje de estar enamorada de quien la maldijo. Sin embargo, en la práctica esto no suele ocurrir, por lo poco probable que es con su cerebro alterado de esa forma. Los únicos casos conocidos donde se ha revertido este maleficio ha sido cuando la víctima se ha enamorado de otra persona. Aun así, esto también reviste una gran dificultad, por el mismo motivo.
Harry levantó la mirada hacia Ron, petrificado.
-Tienes que hacer que se enamore de ti -dijo Ron entonces, abriendo mucho los ojos mientras le devolvía la mirada-. Si se enamora de ti, entonces se acabará el maleficio.
-¿De verdad crees que a Hermione le han hecho esto? -Harry no podía esconder el horror que sentía.
-¡Sí! -dijo Ron, convencido-. ¡Encaja perfecto, Harry! La forma en la que me hablaba, su expresión, todo… Era ella, era Hermione, pero estaba totalmente cambiada. ¡Y estaba con Malfoy, juntos de nuevo! ¡A pesar de todo lo que él le ha hecho…! ¿Cómo iría a volver con él si no? ¡El hijo de puta la ha engañado y usado! Ella jamás hubiera regresado con él…
-Pero… -Harry se estrujaba los dedos, nervioso-. ¿Qué se enamore de mí? ¿Cómo voy a lograr eso?
-¡Vamos, Harry! ¡Tienes que intentarlo!
Pero él negaba con la cabeza.
-El libro tiene razón… Está enamorada de Malfoy. De otra forma no habría funcionado. Siempre lo estuvo, desde primer año… Por eso habrá funcionado tan bien… Ahí dice que es muy difícil que se vaya a enamorar de otro, porque está permanentemente pensando en él… ¿Cómo hago para que se enamore de mí si cree que Malfoy es lo mejor de este mundo y que yo soy basura?
Ron entonces se acercó a él y lo miró fijamente, serio.
-Escucha, Harry. Hermione ha perdido la virginidad contigo. Eso no es algo de todos los días para una chica. Si hay alguien, además de Malfoy, por el que sienta algo, por más mínimo que sea, ese eres tú. Y aunque ahora esos sentimientos no sean suficientes para romper la maldición, eres el único que tiene una chance. Eres el único por el que ella sentirá algún tipo de atracción, de sentimiento, que pueda competir con Malfoy.
Harry se detuvo a pensarlo. Cada vez estaba más nervioso y tenso. Definitivamente, no era así como había imaginado su regreso a Hogwarts. En su mente, Hermione corría de felicidad a saludarlo y el único impedimento, quizás, era su madre, Emma. Pero ahora había llegado y las cosas no solo se habían complicado, si no que al extremo. Ahora Hermione necesitaba, de hecho, ayuda urgente… ¿Y cómo haría él para dársela si la única forma de hacerlo era haciendo que se enamorara de él, estando ella ahora totalmente en manos de Malfoy; quizás incluso más que antes, cuando solo la estaba manipulando, sin ningún maleficio?
-Si el maleficio hace que ella piense que todo lo que tiene que ver con Malfoy es bueno, y que todo lo opuesto es malo, entonces pensará que yo soy la peor mierda que existe en todo el mundo mágico. Malfoy me odia.
-Eso es verdad -Ron se quedó con un dedo en alto y la mirada hacia el techo, buscando un contraargumento-. Por eso mismo ahí dice que será difícil. Pero no es imposible. Ella tiene sentimientos por ti. ¡Estoy seguro! Y el maleficio no puede tocar eso. ¡Solo afecta su mente, no su corazón! Eso dice ahí, ¿no? O sea que, si le insistes lo suficiente, si te acercas a ella lo suficiente y logras que te dirija la palabra, que te dé una mínima oportunidad… Entonces, Harry, sus sentimientos por ti podrían crecer más que los que tiene por Malfoy. ¡Y entonces volverá a la normalidad!
Se quedaron en silencio, mirándose en la oscuridad parcial de la biblioteca, donde ya no quedaba nadie más que ellos dos. Y donde, tras ellos, Madame Pince iba apagando las luces de todas las mesas, claramente indicando que ya era hora de cerrar.
-No será fácil, lo sé -dijo Ron-. Pero es Hermione… Tienes que intentarlo.
Harry asintió lentamente, sumido en pensamientos.
-Tienes razón -dijo entonces, mordiéndose los labios y mirando a la distancia-. Tengo que intentarlo… por Hermione.
-Por Hermione… Tiene que ser esta noche, Harry. Lo antes posible. Aprovecha la fiesta que harán en la torre Gryffindor.
-¿Harán una fiesta en la torre Gryffindor? ¿Están locos?
-Da igual. Ve e invítala Harry. ¡Hazlo!
-Jamás querrá ir… Pero sí -asintió enérgicamente, juntando fuerzas-. Lo haré. Iré a buscarla y la invitaré.
-Y luego, cuando todo esto haya pasado, vamos a buscar a Malfoy y lo matamos.
Se asintieron entre sí. Harry trató de juntar fuerzas y más fuerzas. Una semana fuera del colegio tenía que ser suficiente para darle la energía necesaria para esta difícil misión. Tenía que poner todo de sí mismo para lograrlo. Tenía que motivarse, que estar listo… No podía fallar. Esto no era un partido de Quidditch. No era una prueba de un torneo, siquiera. Aquí estaba en juego la vida de Hermione…
-Gracias, Harry -dijo Ron entonces-. No podríamos haberlo intentado sin ti.
-Gracias a ti por dejar atrás… ya sabes… todo lo que había ocurrido antes de que me fuera.
La pelea que había ocurrido entre ellos, a los gritos en Hogsmeade, parecía haber sido hacía años ya. Era increíble que solo hubieran pasado siete días de aquello.
Entonces, ambos amigos se acercaron y se abrazaron con fuerza.
Cuando se separaron, empezaron a apilar los libros que habían estado consultando.
-Me llevaré el libro donde habla del maleficio -dijo Harry, y estaba a punto de guardárselo en la mochila cuando Madame Pince apareció por detrás de ellos, casi matándolos del susto.
-¡¿Estabas por llevarte ese libro sin completar la ficha de préstamos?! -le gritó, histérica-. ¡DELINCUENTE! ¡VIL CRIMINAL!
-¡Corre! -gritó Harry.
Se guardó el libro bajo el brazo y ambos huyeron despavoridos de allí.
…
La noche cayó sobre Hogwarts. No se veía nada en las inmediaciones de la edificación. El Bosque Prohibido estaba en silencio a excepción de los sonidos de las criaturas nocturnas. Hagrid cavaba un pozo frente a su cabaña, silbando la melodía de una canción que había sonado desde el barco de Durmstrang en la fiesta del miércoles anterior. Este último estaba de pie en la orilla donde lo había dejado Dumbledore, ahora corroído, destruido y vacío, de forma fantasmal. El carruaje de Beauxbatons tenía sus brillantes luces encendidas. El Ministro de la Magia caminaba por el sendero de entrada, acompañado de otros magos del Ministerio…
Las torres tenían sus luces encendidas, todas. La torre Gryffindor, en particular, brillaba de una forma más intensa de lo habitual. Desde afuera, podía verse el movimiento de los alumnos a través de sus ventanas, yendo y viniendo, subiendo y bajando escaleras… La noche era perfecta. No había nubes en el cielo y no hacía tanto frío para la época, una vez más.
Era otra noche mágica. Otra noche de fiesta. Una noche de sábado.
Y Hogwarts lo sabía.
Estaba a punto de ocurrir una nueva fiesta, a pesar de todo lo que había ocurrido anteriormente.
Una nueva noche que no sería como ninguna otra…
