(Perspectiva n°3)
19:00 hs.
Hermione caminaba por los pasillos de las mazmorras. Su cabeza iba gacha, su mirada al frente. Su cabello negro azabache ondeaba tras ella. Sus ojos mostraban una enorme furia. Sus pasos eran firmes y enérgicos, como los de alguien lleno de propósito. Sus ojos miraban fijo hacia adelante, no pestañeaban. Sentía una ira que llenaba cada músculo de su cuerpo, esparciéndose por sus venas como un veneno letal; fluyendo por su sangre, llenando su cabeza con los pensamientos más oscuros y negativos.
Como un relámpago cayendo sobre el delicado césped del campo y descargando una gran cantidad de energía en él, irrumpió en la sala común de Slytherin y buscó alrededor con la mirada. Pero Draco no estaba allí.
Continuó avanzando e ingresó en su habitación, que compartía con él. Cerró de un portazo que hizo temblar los goznes. Anduvo a pasos enérgicos hasta el baño privado que había en ese dormitorio y se metió en él.
Se contempló a sí misma en el espejo: Cada fragmento de su rostro estaba marcado por líneas de la más profunda rabia. El cabello negro le caía sobre la cara, despeinado. Sus ojos estaban negros y lanzaban destellos de la ira que sentía por dentro.
-¡AAAAAHHHHHHHHHHH! -con un alarido muy agudo, perdió el control. Golpeó el espejo con un puño cerrado y este se hizo añicos. Los trozos de vidrio llovieron sobre sus pies. Su mano sangraba, pero no sentía ningún dolor. Solo ira. Mucha, mucha ira.
-¿Qué pasa? -dijo una voz tras ella.
Malfoy entró corriendo al baño. Acababa de ingresar al dormitorio y la había oído.
Hermione seguía mirándose fijamente al espejo, con la mano sangrante envuelta en la otra y los ojos negros fijos al frente, sin pestañear, aun furiosos.
-Harry Potter ha regresado a Hogwarts -dijo ella con un silbido agudo. Giró la cabeza y miró a Draco a los ojos, con esa rabia contorsionando los músculos de su sien.
-Oh… -él guardó silencio varios segundos-. Sí, acabo de oírlo también… Pero tranquila…
-¿Cómo que tranquila? -Hermione avanzó hacia él y Malfoy dio un paso atrás. Por su cara, se notaba que temía a esta Hermione violenta, que acababa de destrozar un espejo en un arranque de furia. -Es Harry Potter… ¡SE SUPONÍA QUE NUNCA REGRESARA AQUÍ!
Malfoy se quedó mirándola y de pronto una sonrisa se formó en su rostro.
-Veo que lo odias tanto como yo.
-Por supuesto que sí -dijo Hermione, como si aquello fuera algo obvio. Permitió que Malfoy se acercara a ella y apoyara una mano con cuidado en la suya, que aun sangraba.
-No te preocupes por Potter -le susurró él, apoyando sus labios en su cabello y dándole un suave abrazo-. Él no será una amenaza para nosotros…
-No se quedará tranquilo sabiendo que estamos juntos… -dijo Hermione, que ahora había cerrado los ojos y respiraba de forma un poco más tranquila-. Tratará de interponerse… Sé lo que digo… Lo conozco bien…
Malfoy sacó su varita y pronunció un encantamiento que sanó la mano de Hermione. Las heridas se cerraron, aunque seguía manchada de sangre.
-¿Y qué va a hacer? -le susurró, acariciándole la espalda con su mano libre-. Siempre que tú quieras estar conmigo…
-Por supuesto que siempre querré estar contigo -dijo ella con mucho énfasis, como si fuera un insulto que Malfoy pusiera eso en duda. Entonces frunció el ceño, con preocupación y volvió a abrir los ojos. Estaban nuevamente de su color marrón claro. -Pero escúchame… Sé lo que va a pasar… Él no se quedará tranquilo con esta nueva situación… Tratará de convencerse a sí mismo y luego a mí de que mis nuevos cambios se deben a alguna cosa tuya… alguna poción de amor, algo así…
Malfoy se quedó mirando al frente, hacia los pocos trozos de espejo que quedaban en la pared tras ella, sin dejar de acariciarla, pero serio ahora.
-Si lo conocieras tan bien como yo, estarías igual de preocupado por esto -continuó Hermione, que temblaba de rabia-. ¿Cómo es posible que le permitieran volver…? Dumbledore, maldito viejo infértil…
-¿Tú crees eso? -preguntó Malfoy entonces, volviendo a colocar su rostro enfrentado al de ella para poder mirarla a los ojos-. No lo de infértil, claro… ¿Crees que tus cambios son por una poción de amor que yo te hice?
-¡Claro que no! -dijo Hermione, igual de indignada que antes-. ¿Cómo podría pensar algo así? ¡Es Potter el que pensará eso! ¿Cómo vamos a detenerlo, mi amor…? Tiene a Dumbledore de su lado, que ya sospecha de ti… ¿Crees que no hará todo lo que esté en su poder por vengarse de ti, por haberlo expulsado de Hogwarts? ¿Crees que no tratará de esclarecer qué pasó con Montague? Potter siempre intenta resolver todo lo que pasa a su alrededor, aunque no le incumba… ¿Crees que no tratará de convencerme de que vuelva a ser su amiga y que regrese a Gryffindor?
-Tienes razón, Potter no es muy bueno dejando pasar las cosas… Siempre tiene que meter las narices en todo, ¿verdad?
-¡Exacto!
Malfoy asintió, pensativo.
-Habrá que hacer algo entonces.
Hermione se quedó mirando cómo Malfoy se llevaba los dedos al mentón mientras miraba el suelo y asentía con la cabeza despacio, sumido en pensamientos.
-¿Qué piensas? -preguntó Hermione.
-Potter no tratará de solucionar las cosas con Dumbledore -dijo Malfoy, que lucía muy distinto al Malfoy infantil de unos meses atrás. Todo lo sucedido parecía haber impactado profundamente en él. Su mirada era seria y madura, y lucía más sabio. Su temple era sombrío y frío, y su mente parecía haber sido afinada. -Él siempre quiere llevarse el crédito. Quiere ser él quien solucione las cosas. En especial si uno de los suyos está implicado… por lo que él cree.
Hermione asintió.
-Sí, así es él. Querrá solucionarlo todo él mismo. Con Ron, quizás. Pero no dirá nada a Dumbledore. En un principio, al menos.
-Y usaremos eso a nuestro favor -dijo Malfoy, que parecía estar elaborando un nuevo y complejo plan en su mente-. Vamos a engañar a Potter y a solucionar esto de una forma que jamás se verá venir… Claro que estoy muy limitado… He hecho el Juramento Inquebrantable a Snape. No puedo volver a matar… ni tampoco hacer maleficios imperdonables. Juré que me mantendría alejado de la magia negra. Eso complica mis posibilidades…
-Sí, no puedes arriesgarte a romper ese juramento. Es muy peligroso. Tú no harás nada, Draco, tú te quedarás aquí… Seré yo la que se ensucie con Potter.
-¿Cómo dices?
-Yo no he hecho ningún juramento -dijo Hermione-. Puedo hacer lo que me plazca.
-No solo he jurado que no haría maleficios imperdonables de nuevo -Malfoy le acarició el cabello con suavidad, mirándola a los ojos de una forma muy romántica, como si la propuesta de Hermione de asesinar o realizar maleficios prohibidos por él fuera lo más sensual del mundo-. He jurado también que te cuidaría y que no te manipularía para que hagas cosas que vayan en contra de quien eras antes… Es decir que, si asesinas a alguien por orden mía, posiblemente yo muera. Porque la Hermione de antes no habría hecho algo así.
-Pero no serás tú quién me pida nada de esto -dijo ella entonces, torciendo los límites del juramento de Malfoy casi con deleite-. Seré yo quien lo planee todo... Seré yo quien se encargue de todo… Tú no tienes nada que ver con esto, Draco, así que no te verás afectado por tus juramentos… No te preocupes, sé exactamente qué hacer con Potter.
Y se apartó de él con la mirada más malvada de todas, y con una sonrisa perversa que superaba con creces la maldad del propio Malfoy.
22:00 hs.
Hermione estaba sentada en la sala común de Slytherin, junto a Malfoy. Tenía su cabeza recostada sobre su hombro y él le acariciaba el cabello, suavemente. El chico le dio un beso sobre la cabeza y ella se recostó más en él, subiendo las piernas al sofá.
-En cualquier momento… -le susurró Hermione en un hilo de voz, en el oído-. Ya lo verás… No tardará en venir…
Malfoy asintió lentamente, con la mirada fija en un enorme retrato que había delante, cerca de la chimenea, un retrato de un mago de Slytherin del siglo XV que se había hecho muy famoso por encantar serpientes.
-¿Cómo sabrá Potter la contraseña para entrar?
-La oyó la noche de la fiesta de Hufflepuff, cuando yo la dije delante de él. De seguro la recuerda… ¿Crabbe y Goyle saben de esto? -susurró Hermione en el mismo tono de voz imposible de oír por otra persona. Los aludidos estaban allí también, uno chupando el envoltorio de una golosina y el otro hurgándose el oído con el dedo meñique, distraídos.
Malfoy negó con la cabeza.
-Son malos actores -le susurró él ahora a ella-. Será mejor que no lo sepan…
-Aquí viene… Estaba segura de que vendría.
Hermione acababa de ver la puerta de la sala común de Slytherin abrirse y luego cerrarse, pero nadie había entrado por ella. Los demás Slytherin allí no parecieron sorprenderse por este hecho, cada uno distraído en sus cosas.
-¿Iremos a la fiesta de Gryffindor esta noche? -preguntó Crabbe.
-¿La fiesta de Gryffindor? ¿Estás bromeando? -le espetó Malfoy-. ¿Ir a la torre Gryffindor, nosotros?
Hermione tenía la cabeza apoyada nuevamente en el hombro de Malfoy, oyendo la actuación. Malfoy inició una conversación con Crabbe y Goyle que tenía la única finalidad de confundir a Harry, que suponían que estaba invisible allí. La idea, según habían discutido, era hacerle creer que Malfoy se iría a la cama temprano y que por lo tanto Hermione estaría libre esa noche…
-Déjalos -dijo Hermione luego de que Crabbe y Goyle se fueron-. Deben estar necesitando coger.
Malfoy sonrió y le dio un beso en los labios.
-Sí, será mejor que se busquen un par de chicas. El otro día encontré a Goyle masturbándose en la habitación. Créeme, no fue bonito.
Hermione rió de una forma poco común en ella. Se acomodó el cabello, con una sonrisa extraña y fingida en el rostro, consciente de que Harry debía estar mirándola en ese preciso momento…
-Me siento fatal -dijo Malfoy entonces, llevándose una mano a la cabeza-. No sé qué me pasa últimamente, estoy con dolor de cabeza todo el día… ¿Te molesta si me voy a dormir? Sé que es temprano, pero…
-No hay problema, ve -le dijo Hermione-. Yo veré si puedo ponerme al día con los deberes de Aritmancia. Me atrasé mucho esta semana.
Cuando Malfoy se hubo ido, ella abrió su mochila y empezó a sacar sus libros. Estaba segura de que Harry estaba allí. No tenía pruebas, pero tampoco dudas. Conociéndolo tan bien como lo conocía, Harry de seguro había puesto un pie en Hogwarts y de inmediato había decidido ir a buscarla…
Dicho y hecho, oyó su voz:
-No grites, Hermione. Soy yo. Estoy aquí al lado, invisible.
Ella se quedó inmóvil. Luego miró alrededor, como si buscara a alguien.
Lo sabía…
-¿Qué quieres, Harry?
-¿No vas a saludarme? Estoy recién llegado de regreso a Hogwarts.
Harry tenía que creerse que ella no estaba interesada en él. Que estaba, de hecho, cambiada, pero que había alguna clase de esperanza de que volviera a ser la de antes.
Esa esperanza sería la que lo llevaría a su perdición.
Ese era su plan.
-Déjame en paz, Harry. No sé qué es lo que quieres, pero…
Harry se quitó la capa, revelándose ante ella.
-Estás loco…
-No me importa. ¿Crees que regresé porque extrañaba las clases de pociones?
-¿Y por qué regresaste?
-Regresé por ti.
-¿Por mí? ¿Qué se supone que signifique eso?
Fingió que aquello generaba alguna clase de sensación en ella. Mientras lo oía hablar sobre un supuesto encantamiento que pensaba que Malfoy había colocado en ella -por supuesto, ¿cómo iba a ser de otra forma?- aparentó que Harry le provocaba algo. Por repugnante que se le hacía la idea, trató de que esta se formara en su rostro.
-¿Dices que Draco me hizo esto, y que por eso he cambiado? ¿…Y que por eso decidí venirme a Slytherin y estar con él?
Harry apoyó una mano sobre la de ella, y ella lo dejó hacerlo. Era la misma mano que se había lastimado horas atrás, rompiendo un espejo por la furia que le ocasionó este mismo chico; ahora ya sana y limpia, gracias a Malfoy. Potter de verdad debía creer que tenía posibilidades de convencerla…
-¿Vendrías conmigo a la fiesta de Gryffindor esta noche? Solo una noche. Y no volveré a molestarte nunca más. Solo una noche… Por lo que hemos tenido en el pasado, tú y yo.
-No caeré en tu trampa. No lo lograrás. No vas a conquistarme.
Hermione representaba su papel de chica difícil a la perfección, fingiendo que no quería ir con él a la fiesta, cuando en verdad eso era exactamente lo que tenía planeado hacer.
-La Hermione que conozco busca las respuestas ella misma. Sea en libros, o en su corazón… -dijo Harry.
Pobre Potter. Tan cursi, tan tonto e infantil... Qué técnica de manipulación más débil estaba tratando de usar. Ella no necesitaba que nadie le dijera dónde buscar respuestas. Ella no tenía ninguna pregunta que necesitara que Potter ni nadie más le respondiera.
Harry le soltó la mano y se marchó de allí, y ella fingió que permanecía inmóvil y dubitativa, como si tuviera un gran conflicto por dentro que necesitara resolver…
Poco después, regresó al dormitorio.
Malfoy la miraba desde la cama con una sonrisa.
-¿Funcionó?
Ella le devolvió la sonrisa, soltándose el cabello negro y permitiendo que cayera libre sobre sus hombros.
-Está tratando de convencerme él mismo, sin ayuda de Dumbledore ni nadie, tal como pensamos… de que supuestamente estoy bajo los efectos de alguna maldición realizada por ti. Quiso invitarme a la fiesta de esta noche, y yo me mostré difícil y distante. Pero le dejé una pequeña pizca de esperanza, tal como planeé…
Malfoy amplió su sonrisa.
-¿Cómo sigue tu plan?
-No puedo decírtelo, será mejor que te mantengas al margen de esto, por tu juramento… Solo te diré que iré a la fiesta con él, y que mi plan no fallará. Potter no sabe con qué está jugando… Debería conocerme lo suficientemente bien para saber que no soy ninguna chica tonta a la que puede manipular y convencer de lo que él quiera… Soy Hermione Granger, la chica más inteligente de todo Hogwarts. Y si Hermione Granger tiene un plan, pensado inteligentemente… lo más sabio sería huir de ella.
Hermione volvió a sonreír de esa forma malvada, que Malfoy se comió con la mirada, con sus ojos grisáceos brillando por el placer que esta le provocaba.
-Eres tan perfecta… -le susurró, como hipnotizado por ella.
-Potter tiene esperanzas… Y esas esperanzas lo llevarán a su fin, esta vez para siempre. Iré tarde a la fiesta. Bien a último momento… Jugaré con él… Primero aniquilaré sus esperanzas para luego devolvérselas, cuando esté justo a punto de perderlas… Debo ir a prepararme. Será mejor que me vea bonita.
-Siempre te ves bonita -Malfoy se puso de pie, se acercó a ella y la besó en los labios. Se besaron en silencio varios instantes, acariciando sus cuerpos…
Los ojos de Hermione centellaban con perversidad. Parecía disfrutar de aquello. Coquetear con el enemigo, seducir para luego destruir… Un juego que se le antojaba hasta placentero, como para un gato perseguir a un ratón antes de comérselo…
Y vaya que iba a comérselo.
Iba a disfrutar mucho de masticar este bocado…
00:00 hs.
La música tronaba en sus oídos. Las luces parpadeaban en sus retinas rápidamente y apenas podían ver dónde pisaban. Chicos y chicas de las tres escuelas y de las cuatro casas de Hogwarts bailaban juntos allí, chocando unos con otros y derramando bebidas de todo tipo sobre el suelo de la sala común.
-Estás muy linda -le dijo Harry al oído.
Patético, pensó ella. Pero, en cambio, curvó sus labios pintados de morado en una sonrisa, que le dirigió.
-Tú también estás lindo -mintió.
Hermione había colocado esencia de la locura en el ponche, una poción que haría que todos los asistentes a la fiesta tomaran malas decisiones continuamente. Estaba teniendo cuidado de que Potter y ella no la bebieran, indicándole a él que en cambio prefería beber más de los tragos de Dean. La idea era distraer a los demás con eso y que los Weasley u otros no interfirieran en sus planes.
Era probable que Potter les hubiera pedido que lo ayudaran, o que estuvieran en alerta por la supuesta "maldición bajo la que estaba ella". De esta forma, tendrían otras preocupaciones en mente… Unos chicos de Slytherin habían estado preparando el ponche en su sala común un rato atrás, y ella aprovechó parar colocar la poción en él en ese mismo momento, dentro del barril; incluso antes de que lo llevaran hacia la torre Gryffindor.
-Voy al baño, ya vengo.
Se alejó de él. Acababa de ver a la supuesta Verity por allí y pensó que sería un buen momento para que Potter se encontrara con ella y se sacaran ese pequeño contratiempo de encima.
Porque sí, ella había hecho que Alicia Spinnet se transformara en Verity. En esa sucia y asquerosa Squib que había estado ayudando a Potter todo el tiempo, según comprobó ella misma la noche en que fue a Londres y los vio juntos.
No le producía ningún tipo de celos, ni nada similar. Le provocaba tanto asco como Potter. Pero esa sucia muggle que no pertenecía al mundo mágico, pero que vivía en él, de seguro había tenido algo que ver con que Potter regresara a Hogwarts. Lo había ayudado, definitivamente, y pagaría por ello.
Ambos caerían juntos.
Por eso mismo, antes de las ocho de la noche, Hermione había interceptado una lechuza que se dirigía al cuarto de Alicia. Sabía del plan de Angelina y Alicia por Draco, ya que él lo había oído de Millicent Bulstrode, quien a su vez lo había oído de su novia Tracey Davies, que oyó una conversación secreta entre ellas en un pasillo horas atrás.
Desde una ventana del castillo, Hermione había asesinado a la lechuza y luego había descendido a los terrenos del colegio a recoger la carta de su cadáver. Luego de esconder al animal muerto, había cambiado las uñas dirigidas a Alicia por su hermana por un poco de cabello rubio de Verity. Había encontrado ese cabello en su propio vestido púrpura, el mismo que había usado la noche de la fiesta en el barco de Durmstrang. Ni siquiera sabía cómo había llegado ahí, pero lo más probable era que Harry lo hubiera tenido encima y al acercarse a ella para discutir en el Callejón Diagon este hubiera volado sobre su vestido. Estaba segura de que era cabello de Verity porque el largo y el tono rubio no dejaban lugar a dudas.
Así que Hermione había colocado el cabello en lugar de las uñas y había cerrado el sobre otra vez, enviándolo a su destinataria con otra lechuza… Ahora Alicia estaba transformada en Verity, tal como había planeado. Claro que Harry querría ir a hablar con ella al verla, pero Hermione fingiría celos para alejarlos… Eso no arruinaría sus planes. Sabía que Harry la elegiría a ella, a Hermione. Y él se sentiría como si estuviera enfrentando una nueva fase en su proceso de conquista.
Cuando salió del baño, fue hasta donde estaban ambos, charlando, y fingió sorpresa.
Alicia de seguro no sabía dónde meterse.
No te preocupes, Alicia, pensó. Yo te sacaré de esta situación incómoda.
-Aquí estás, Harry, no te encontraba por ningún…
-Hermione… Recuerdas a Verity, imagino…
-Mejor me voy, los dejaré tranquilos.
-¡No!
Fingió que se marchaba de la fiesta, pero lo hizo lo suficientemente lento para permitir que Harry la alcanzara, justo a tiempo.
Justo a último momento, jugando una vez más con él. Justo frente al retrato, como si de verdad hubiera estado dispuesta a marcharse de allí…
Fingió una escena de celos. Le gritó y todo. Se quitó las ganas de decirle que era una puta mierda, y disfrutó haciéndolo. Fue tan auténtico que prácticamente no estuvo actuado para nada. Pudo permitirse expresar la ira que le provocaba la presencia de Potter allí en Hogwarts.
-¡JAMÁS DEBISTE REGRESAR AQUÍ! -le gritó en la cara, oscura y furiosa, dejando salir el monstruo que llevaba dentro…
Harry lucía como si quisiera morirse. Era tan placentero verlo sufrir así…
-Dijiste "solo una noche"… Pues eso te daré, Harry. Solo una noche. Esta noche. Dejaré pasar lo de Verity. Dejaré pasar que yo misma fui hasta Londres a buscarte para "salvarte" y te encontré en la cama con ella, desnudos… Lo dejaré pasar porque dices haber terminado con ella. Y porque yo estoy con Draco en este momento, de todos modos. Solo vine aquí esta noche contigo para complacer tu estúpido pedido, para que veas que no estoy bajo ningún puto maleficio… Y luego continuaré con mi vida, ¿está claro?
Su plan iba a la perfección. Al final de la noche, no solo acabaría con Potter, si no con muchos otros. Todos los imbéciles que habían bebido el ponche acabarían peleados y con sus vidas arruinadas. Verity se hundiría también. Verity, que jamás había puesto un pie realmente en esa fiesta, se convertiría en una sospechosa involucrada en las artes oscuras buscada por los aurores del Ministerio, que no tardarían en encontrarla en Londres y llevarla directo a Azkaban. Y ella ni siquiera entendería el motivo…
Todos iban a caer al final de la noche.
Y ella, Hermione, triunfaría.
02:00 hs.
La noche transcurrió. Mientras ellos bailaban, vio cómo su poción estaba causando efectos en los demás. Los veía perder el control, tomando toda clase de decisiones estúpidas… En un momento dado quiso darle más esperanzas que nunca a Harry, jugando con él…
-Gracias, Hermione -dijo él, aceptando un trago que ella le había traído.
Era la hora de jugar…
-¿Te gusta cómo me queda el negro? -le preguntó.
Hermione era consciente de que estaba un poco ebria. De tantos tragos que habían tomado, empezaba a sentirse mareada y acalorada. Pero nada quitaba de su mente su gran, gran objetivo de esa noche…
-Me gusta cualquier color que uses, porque eres hermosa y todo te queda hermoso -le dijo él.
¿Cuántas veces en esa noche iba a decirle que estaba hermosa? Parecía ser su única herramienta de conquista. Potter realmente era un inútil en esto… Pero fingió que el comentario la halagaba.
Hermione le sonrió y le acarició la mano con la que él sostenía la suya, para dirigir el baile…
Sintió algo extraño en el estómago. ¿Sería algún efecto de la bebida?
-Me gustas mucho, Hermione… -dijo Harry en su oído, y ella sintió calor.
¿Acaso acababa de sonrojarse?
Eso era extraño… La sensación en su estómago se intensificó… Era como si las palabras de Potter despertaran algo dentro de ella. Lo que era imposible, claro, porque ella no sentía nada más que asco por él… Esto era todo una actuación, nada más…
Miró su rostro. Los ojos verdes de Harry, de ese color tan llamativo, brillaban con las luces del baile. De seguro estaba acostumbrado a que tantas chicas lo consideraran tan bello, con su cabello largo y rebelde y esos increíbles ojos… Pero no ella. Hermione no era una de esas estúpidas chicas. No era esa idiota de Verity, ni ninguna otra tonta…
-Sé lo que haces -dijo ella, apoyando sus labios en sus oídos-. Quieres conquistarme para romper la supuesta maldición esa de tu libro… ¿verdad?
Por primera vez en aquella noche, se permitió dudar sobre esa supuesta maldición que Potter le había dicho que tenía. Quizás fue un efecto de la bebida que ardía en su garganta y en su estómago, quizás fue parte de su juego… Si se ponía a pensar al respecto, la actuación luciría más auténtica…
Una maldición que hizo que ella tuviera todos esos cambios… ¿Acaso existía algo así por fuera de la mente de Potter, en el mundo real?
-Jamás pretendí que eso fuera un secreto -le dijo él, hablando en su oído también-. Pero eso no significa que mis intentos por conquistarte no sean auténticos. Que quiera salvarte de esa maldición no es solo porque me preocupes y porque quiera que seas feliz y libre de ese maleficio… También es por mis sentimientos hacia ti…
Sentimientos hacia mí…
La sensación en su estómago se estaba volviendo más intensa, y no le gustaba.
Ella no tenía sentimientos por él… Solo estaba jugando con él… Estaba engañándolo, para luego destruirlo, para que no volviera a entrometerse en su nueva vida, su nueva vida con Draco, la vida que realmente quería…
-¿Sentimientos? -le preguntó, mirándolo fijo a los ojos y apoyando una mano en su hombro casi sin darse cuenta-. ¿Qué tipo de sentimientos?
Estaban bailando al ritmo de una canción más lenta que las anteriores, de una banda de magos. La mayoría de las parejas a su alrededor bailaban muy estrechamente, y muchos se besaban…
Potter apoyó una mano en su cintura, por encima de su vestido negro. Hermione sintió un retorcijón en las tripas. ¿Qué le pasaba…? Y luego él apoyó sus labios en los oídos de ella, y ella sintió un escalofrío fuertísimo recorrerle todo el cuerpo…
-Los mismos sentimientos que tengo desde que leí tu diario, Hermione. Desde que supe que te tocabas en las duchas antes de irte a dormir, y no sabía quién era el chico en el que pensabas al hacerlo…
Ahora Hermione se sentía diferente. Su convicción había disminuido. Su plan no parecía estar marchando bien del todo. Había algo nuevo dentro suyo, y puso todas sus fuerzas en luchar contra ello. En recordarse que ella amaba a Draco, y solo a él…
-Era Draco -le dijo, sintiendo que el aliento le fallaba-. Era Draco en quien pensaba.
-Pero yo no lo sabía -le susurró Harry-. Y la idea me empezó a volver loco… Y por eso espié a Katie en las duchas. Primero había empezado a tocarme en los baños de hombres, pensando en ti… Y se me hizo muy fuerte. Necesitaba hacer algo más, porque el deseo era demasiado intenso… Y por eso luego quise espiarte a ti, a quien verdaderamente quería, cuando te duchabas esa noche…
Eso tenía sentido. Potter estaba loco por ella, realmente…
Pero ella no estaba loca por él.
No, claro que no…
¿Verdad?
Entonces lo recordó: Ella lo había visto ponerse erecto en su dormitorio. ¿Había sido allí cuando ella misma empezó a sentir algo por él también?
-Sé que te pusiste erecto esa tarde en mi dormitorio -le susurró Hermione al oído-. Cuando hacíamos el ensayo de pociones… Te vi. Estabas duro. ¿Fue porque acababas de leer mi diario?
Harry asintió.
Un momento, pensó, con su corazón latiendo a toda velocidad. ¿Qué estoy haciendo? ¿Por qué estoy pensando como si yo misma sintiera algo por él? Esto no es parte del plan… ¡Concéntrate, Hermione!
-Me despertó tantas cosas en la cabeza… -le susurró él-. No sé desde cuando sentía cosas por ti, pero… Y después de eso, cuando estuvimos juntos en el baño de prefectos, todo escaló inmensamente…
Y eso es exactamente lo que me ha pasado a mí, pensó ella con horror.
Luego de esa noche juntos, ella había dejado de pensar en Draco…
¡NO!
Lo miró. El recuerdo fue inevitable. La noche en la que habían estado juntos, en el baño de prefectos, desnudos bajo el agua caliente, tocándose, regresó a su mente…
-¿Te gustó eso? -le susurró ella.
-Fue la mejor noche de mi vida -dijo él.
Y la mía también, dijo una extraña voz en su mente, una voz que estaba ocasionando un caos en su cerebro, provocando que todo se desmoronara…
Hermione se apoyaba ahora sobre su pecho. Bailaban despacio al ritmo de una canción más lenta. Las luces giraban por toda la pista de baile, alumbrándolos por momentos y dejándolos a oscuras por otros.
-¿Y por qué estuviste con Pansy luego?
-Porque tú estabas con Malfoy -dijo él-. Porque me habías dejado en claro que era él el que te gustaba… Porque te enojaste conmigo… No tenía esperanzas, pero créeme que te deseaba con todo mi corazón…
-¿Y por eso mismo fuiste luego con Verity? ¿Querías olvidarme?
-He querido seguir adelante con mi vida luego de que me echaran, Hermione. Pensé que nunca volvería a Hogwarts. Pero no pude hacerlo. Decidí intentarlo. No puedo creer que haya podido volver. Tenía que intentar regresar aquí. Aunque no tuviera esperanzas contigo... No hay nadie más por quien me sienta así… Tú eres la chica con la que quiero estar. Con la que siempre quise estar.
La mente de Hermione estaba cayendo en picada. Todo era un gran caos. Se sentía otra vez al borde del barranco, luchando desesperadamente por no caer. ¿De verdad estaba bajo los efectos de una maldición…? ¿Qué podía hacer? Sabía que, si caía al abismo otra vez, no podría volver a salir… Pero no era tan simple… La fuerza de gravedad era gigantesca… No iba a poder salir… Sentía el pánico en su pecho, sentía el vértigo… No iba a poder lograrlo… Era demasiado fuerte…
Hermione le acarició el pecho con una mano y entonces subió esa misma mano hasta su rostro, para acariciarle una mejilla.
-No sé por qué me siento atraída por ti -le susurró Hermione entonces, con su mirada perdida en él-. Tú eras mi amigo, Harry, nada más… De verdad quería perder mi virginidad contigo solo como amigos, para no tener luego un mal recuerdo si todo salía mal con Draco. Pero luego de eso algo nuevo surgió dentro de mí… Empecé a sentir cosas yo también… por ti…
Hermione le acariciaba el rostro y lo miraba fijamente, mientras luchaba con todas sus fuerzas por no caer al abismo…
-Y ahora mi mente está perdida en medio de un agujero negro… y no sé qué hacer -susurró ella, con un tono de voz diferente: un tono que expresaba miedo. Hermione temblaba mientras lo miraba fijamente a los ojos, sus labios a solo cinco centímetros de los de él. -Mi cerebro me dice que estar contigo estaría mal, Harry… Mi madre dice que estar contigo estaría mal… Todos mis instintos me dicen que estar contigo estaría mal… Pero hay algo dentro de mí que me pide a gritos que te bese, Harry. Hay algo muy fuerte en mi pecho pidiéndome que me entregue completamente en tus brazos y que subamos juntos a tu habitación para hacer el amor toda la noche, Harry… ¿Qué puedo hacer? Dime qué hacer, Harry… Sálvame, Harry…
Harry empezó a inclinarse hacia adelante, sin dejar de mirarla fijamente. Ella se sostenía al borde del abismo de su mente, pero sabía que no aguantaría mucho tiempo…
-Te salvaré, Hermione -le susurró él, con sus labios rozando los de ella.
Empezó a cerrar los ojos, preparándose para besarla.
Cuando entonces...
¡PAAAFFFF!
Pansy chocó contra ellos, derramando su vaso de ponche sobre Harry, y Hermione no solo tropezó en la vida real, sino también en su mente: sus dedos no pudieron continuar sosteniéndose del borde del acantilado de su cerebro, y volvió a caer… Sintió cómo se hundía más y más en el agujero negro, con todos los pensamientos oscuros regresando a ella…
Sus ojos se pusieron negros. Todo pareció parpadear, como recibiendo el flash de una cámara de fotos intensamente encima de sus ojos.
¿Qué rayos haces, Hermione?, dijo la voz en su mente. ¡Teníamos un plan!
Recuperó la razón. Decidió olvidar todo eso que la había hecho confundirse.
Ella tenía un plan, y seguiría adelante con él. No había nada de qué preocuparse. Todo saldría bien. Pronto, muy pronto, Potter sería destruido y ella estaría a salvo con Draco para siempre, sin que nadie los amenazara.
Su sonrisa maligna se dibujó en sus labios pintados de morado oscuro. Se acomodó el rodete que llevaba en su cabello negro.
Respiró hondo, preparándose para seguir adelante con su plan. El plan de la Hermione oscura.
De nuevo en acción.
03:00 hs.
Harry y ella continuaron bailando, y en un momento ella le dijo que iría al baño un segundo.
Acababa de verla, finalmente: Alicia se había mantenido bastante apartada de ellos, sobre todo de Harry, para evitar problemas. Pero ahora la había visto, convertida en Verity, ir hacia el baño. Y decidió aprovechar para realizar esa otra parte de su plan…
Hermione fue hacia el baño de mujeres. No había nadie más allí. Solo ella y Alicia. Era perfecto. La chica se había metido a un cubículo.
Hermione sacó su varita y se acercó lentamente…
Entonces, abrió la puerta de un tirón, sorprendiendo a la chica mientras orinaba.
-¡IMPERIO! -gritó, apuntándola directo al pecho.
La noche continuó. Hermione estaba de regreso en la pista de baile, y Harry y ella bailaban otra vez. Pero ya no había debilidad en Hermione. Estaba yendo adelante con su plan por completo, sin más distracciones. Harry retomó sus esfuerzos por conquistarla.
Realmente no se cansaba… Claro que no, porque él tenía que salir victorioso siempre. No conocía la derrota. Siempre le había ganado al Señor de las Tinieblas, siempre había ganado los partidos de Quidditch, siempre había salido bien parado de una prueba del Torneo de los Tres Magos…
Pero no esta noche, Harry… No, querido…
Llegó el momento. Ya era hora de ejecutar el verdadero plan.
Subieron a su habitación. Hermione lo había planeado. Le había dado el pie para preguntárselo, al apoyar una mano en su hombro y mirarlo de forma sexy a los ojos. Ahora estaban en la oscura habitación, juntos, y Harry debía pensar que había ganado. Que había conseguido su premio. Que había salvado el día…
Pero no. Claro que no…
-He hecho lo que me dijiste -le susurró ella, sosteniéndole las manos y mirándolo a los ojos con esa fingida mirada de chica inocente en apuros-. He decidido investigar por mí misma y ver si tu teoría era verdad…
Lo sostenía de las manos, preparándose.
-Cada neurona de mi cerebro me dice que estar aquí contigo es un error -le susurró-. Cada célula de mi cuerpo me pide a gritos que me vaya de aquí y que me aleje de ti…
Pero esta vez no había nada de cierto en sus palabras. Esta vez no había conflicto en la mente de Hermione. No volvería a permitirse un momento de debilidad como el anterior. Esta vez estaba actuando al cien por ciento, y manteniendo el control de la situación por completo.
-No escuches a tu mente… -le dijo él-. Escucha a tu corazón…
No te preocupes, Harry, pensó ella. Sé muy bien qué voces debo escuchar…
Cerró su mente por completo a cualquier pensamiento que pudiera interferir con su plan, manteniéndose firme en su convicción, y entonces lo besó.
Hermione cerró los ojos con fuerza mientras lo besaba, obligándose a no pensar en él, a pensar en otra cosa. Eso era un plan… Nada más que un plan…
Aumentó la energía de su beso, pensando que tenía que ser convincente. Lo empujó hacia la cama. Quería acabar con esto cuanto antes. Se acostó sobre él. Sería mejor tener ella el control… Presionó su pelvis hacia abajo, sintiendo el pene de Potter contra su vagina a través del vestido…
Le arrancó la camisa con violencia. Le empezó a dar besos en el pecho, pensando que sería mejor eso a tener que besarlo en sus nauseabundos labios de nuevo… Sin embargo, poco después tuvo que hacerlo de nuevo. Se desnudaron. Ella hizo un gran esfuerzo para besarlo con fuerza, mientras dejaba que la penetre…
Lo estaba logrando. No volvió a caer. Estaba teniendo sexo con él, pero en ningún momento sintió ni la más mínima sensación de atracción hacia Potter.
Ella era de Draco, y solo de Draco. Y esto era solo un plan.
Y estaba saliendo a la perfección…
La situación era inmunda. Desagradable. Quiso pensar en Draco, pero no encontraba nada allí que le recordara él. No había nada en el asqueroso olor de Potter que le hiciera pensar en su amor, en su Draco… No había nada que la sacara de esa asquerosa situación…
Falta poco… Falta poco… se repetía a sí misma, continuamente.
Potter le besaba la nariz y la cara ahora. Qué inmundicia… Qué asco…
Él la penetraba más y más, totalmente desesperado. Estaba loco por ella. Debía haber soñado con ese momento toda la noche, y ahora estaba desacatado. Ella trató de seguirle el ritmo todo lo posible mientras pensaba en otra cosa, mientras trataba de olvidar que su horrible pene se estaba metiendo en ella en ese momento…
Quizás, si le decía algo "romántico", Potter acabaría. Eso sería bueno. Eso sería muy bueno…
-Te amo, Harry -le susurró al oído entonces-. Te amo, te amo…
-Te amo, Hermione -respondió él, con una renovada energía.
Hermione empezó a gemir, pensando que eso lo pondría más caliente. Su nueva misión era que Potter acabara, que eyaculara de una vez. Que ese asqueroso momento acabara.
-¡Mmmm! ¡Ohhhh! ¡Ooohhhhhhhhhhh! -gritó, fingiendo los gemidos.
Pero Potter no acababa. No acababa más…
Me pondré en cuatro, pensó. Eso siempre hace acabar a los hombres…
Se dio la vuelta, quedando boca abajo. Potter primero la penetró acostado encima suyo. Luego la dejó ponerse en cuatro y continuó haciéndoselo de esa forma. Ella ya gritaba de una forma totalmente antinatural, como si expresara así la furia que le provocaba que Potter no acabara.
Se enderezó y lo besó en los labios. ¿Qué necesitaba este imbécil para acabar? ¿Besos, romance? ¿Qué?
Sí, parece que eso funcionó. Potter de pronto empezó a tensionarse de una forma que anunciaba claramente el orgasmo…
Ella fingió que tenía un orgasmo también, simultáneo con el suyo. Toda una actuación, por supuesto. No sentía absolutamente nada más que asco y repulsión.
Se siguieron besando, mientras Potter eyaculaba, más y más… El momento parecía no acabar nunca… El sacrificio era aún más duro de lo que había pensado…
-Estuvo estupendo -mintió Hermione, sonriéndole de forma falsa. Recostó su cabeza sobre su pecho y lo abrazó.
Potter lucía agotado y feliz. Lucía victorioso. Lucía como si acabara de ganar el Campeonato de Quidditch, o quizás el mismísimo Torneo de los Tres Magos…
Estaba en un momento de gran relajación. Desnudo. Sin su varita. Relajado y con la guardia baja, totalmente indefenso…
Era el momento.
La mirada de Hermione volvió a ser furiosa, aunque Harry no estaba viéndola.
Sus labios pintados se curvaron hacia abajo. Sus manos se tensaron.
Toda la rabia estaba escalando vertiginosamente por su espalda.
De un manotazo, Hermione tomó su propia varita del suelo, que había dejado cuidadosamente cerca de la cama, y la apuntó hacia el pecho desnudo y desprevenido de Harry.
-¡IMPERIO!
…
En ese momento, escaleras abajo, Alicia decía: "adiosito", guiada por el maleficio que Hermione había colocado en ella, y desaparecía por la chimenea, envuelta en el fuego verde esmeralda. Hermione había hecho que hiciera eso. Alicia, bajo su maleficio imperius, logró que todos creyeran que aquello había sido provocado por la verdadera Verity, y que esta estaba metida en las artes oscuras con su hermana, toda una historia que Hermione inventó basándose en lo que había descubierto de su familia la otra noche. Y ahora la verdadera Verity acabaría en Azkaban, sin tener la menor idea de por qué.
Una dulce venganza por haberse metido con ella. Con Hermione. Por haber ayudado a Potter, queriendo arruinarlo todo…
Dawlish estuvo a punto de correr hacia la chimenea también, para ir tras ella, cuando algo más ocurrió, delante de todo el mundo; de todos los cientos de alumnos que había allí, observando la escena…
En ese momento, se oyó un grito desgarrador y todos los presentes dirigieron la mirada hacia las escaleras que conducían a los dormitorios de los chicos, de donde había provenido el grito.
Todos ahogaron una exclamación de asombro cuando una Hermione parcialmente desnuda bajó por allí corriendo, totalmente desesperada y pidiendo ayuda a gritos.
-¡AYUDA, POR FAVOR! ¡ME HA VIOLADO…! ¡ME HA VIOLADO…! ¡AYUDA…!
Y rompió en llantos, desconsoladamente, al pie de la escalera. Se tapaba con unas sábanas, pero se notaba que estaba desnuda bajo estas. Había un hilo de sangre cayendo por su frente y goteando por su rostro.
El shock de la multitud fue total. La imagen de Hermione desnuda, sangrando y llorando sin control era tan perturbadora que todo lo que acababa de pasar allí desapareció de la mente de todos.
Dawlish se quedó a medio camino de la chimenea, ahora volviéndose hacia Hermione y mirándola con los ojos bien abiertos.
Pero, antes de que nadie pudiera reaccionar…
-¡VUELVE AQUÍ, PUTA DE MIERDA!
Con esas palabras, Harry Potter apareció tras ella, y si antes todos se habían sorprendido y quedado paralizados, no fue nada comparado con lo que sintieron al ver al chico cien por ciento desnudo, con su pene colgando ante todos, con una expresión furiosa en su rostro; bajar por las escaleras, tomar a Hermione del cabello y darle una trompada con todas sus fuerzas en medio de la cara.
Todos ahogaron gritos de asombro y horror. Algunos se taparon la boca, horrorizados.
-¡¿A DÓNDE CREES QUE VAS, PUTA?! -gritó Harry, acercándose a Hermione y dándole una patada en el estómago.
Aterrados, todos contemplaron la escena con los ojos como platos. Hermione estaba hecha una bolita en el piso, aferrando las sábanas que la envolvían mientras lloraba, con la sangre cayendo por su cara, con el efecto del puñetazo que Harry acababa de darle aun provocando que se retorciera de dolor, y sosteniendo su estómago, donde acababa de patearla.
Harry entonces alzó unos enfurecidos ojos verdes hacia la multitud, como si recién cayera en la cuenta de que estaban allí, cientos de personas mirándolo; pero como si no le importara en lo más mínimo a la vez.
-¡¿Y USTEDES QUE MIRAN, IMBÉCILES?! ¡NO SE METAN EN LO QUE NO LES CONCIERNE…! ¡NO LE HE HECHO NADA MALO, NO CREAN UNA PALABRA DE LO QUE DIGA ESTA PUTA…!
Pero no pudo decir nada más, porque Dawlish se abalanzó sobre él, lo lanzó con fuerza contra la pared y lo puso de espaldas contra ella, clavándole su varita en la nuca.
-Haz un solo movimiento y te vuelo los sesos, Potter -dijo el auror, sin poder reprimir la furia en su voz.
Muchos magos y brujas se habían acercado a Hermione, que lloraba en el suelo, para tratar de ayudarla.
Fudge estaba tan impactado por la situación que era incapaz de hablar. A su lado, McGonagall temblaba de pies a cabeza. Estaba entrando en tal ataque de nervios que su rodete perfecto había perdido un par de mechones de cabello, que ahora se alzaban fuera de este.
-¿Estás bien? -preguntaban unas chicas a Hermione, arrodilladas a su lado. Esta temblaba y lloraba, sin parecer ser capaz de responder. Mientras tanto, Harry tenía los brazos en alto, el pecho apoyado a la pared y el trasero desnudo apuntando hacia la multitud, con Dawlish manteniéndolo firme allí.
Finalmente, Fudge habló, y parecía colérico.
-¡Le dije a Dumbledore que no lo admitiera de vuelta! -dijo en un susurro cargado de furia-. ¡Se lo dije…!
A su lado, McGonagall negaba con la cabeza, como si no pudiera creer lo que acababa de ver con sus propios ojos.
-Sí era un violador… -dejó escapar la profesora, entre sorprendida y reafirmando un pensamiento previo a la vez.
-Cambio de planes, Dawlish -dijo Fudge, contundente-. Lleva a Potter de inmediato a Azkaban. Ahora mismo… Le espera un largo tiempo allí. Yo avisaré al Departamento de Aurores que envíen a alguien más a por la hija de Rosmerta.
-Entendido, señor.
Dawlish se llevó a Harry de allí, a punta de varita, y salió con él por el orificio del retrato.
-¡Los demás, será mejor que regresen todos a la cama! -ordenó McGonagall a la multitud-. Hermione estará bien, nos ocuparemos de ella de inmediato.
En ese momento, varios profesores más entraban a la sala común, alertados de que algo pasaba allí: Snape, Sprout y Flitwick dieron pasos largos dentro de la sala, observaron la escena y al ver a Hermione en el suelo fueron corriendo a socorrerla.
-¡Rápido, llévenla a la enfermería!
El Ministro sacó un pañuelo de su bolsillo y se limpió la frente con él, agotado, mientras los observaba. Los alumnos empezaron a subir las escaleras hacia sus habitaciones en tropel…
Mientras Hermione permitía que la ayudaran a ponerse en pie y la envolvieran con cuidado en su sábana, deteniendo la hemorragia de su cara con encantamientos y ayudándola a caminar rumbo a la enfermería, escondió el rostro en sus manos…
Para que no la vieran sonreír.
Para que no vieran la satisfacción en su rostro.
Todo había salido a la perfección.
