Capítulo 33. En el fondo del fondo
Harry se quedó en silencio, observando lo poco de Verity que se podía ver en la oscuridad. Quería saber más sobre su inesperado apellido, pero ella no lucía nada dispuesta a querer hablar del tema. Decidió tocarlo con cautela.
-Supongo que existirá algún motivo por el que no me lo habías dicho…
-Sí, en verdad sí -ella seguía abrazándose a sí misma-. Odio ese apellido. Es mi apellido legal, claro, pero no dejo que nadie me llame por él. No le digo nunca a nadie que ese es mi apellido. No fue algo personal contigo.
-Está bien, lo entiendo…
-A veces digo a la gente que me llamo Verity Davies. De cualquier forma, mi padre no existe para mí. Nunca estuvo en mi vida. Mi madre siempre fue ella sola. Él no existió. Mi familia, en lo que a mí respecta, son los Davies. También son sangre pura. De seguro habrás visto a alguno de mis primos y primos segundos de parte materna en Hogwarts: Tracey Davies, Roger Davies… Las familias de magos sangre pura están todas vinculadas entre sí.
-Sí, claro que los conozco -dijo Harry-. Tracey está en Slytherin, y Roger en Ravenclaw. No tengo relación con ellos, la verdad, pero parecen buena gente.
-Y en cambio, no podemos decir precisamente eso de los Malfoy, ¿verdad?
-No, supongo…
Harry asintió. Se quedó esperando por si Verity decía algo más, pero no lo hizo. Entonces le dijo:
-De todas formas, ahora que sé que tú eres una Malfoy, no pensaré lo mismo de ese apellido… Tú no podrías ser más distinta a los que había conocido hasta ahora. Supongo que un apellido no significa nada realmente.
Ella le dirigió una pequeña sonrisa. Entonces Harry lo entendió. ¿Cómo no lo había notado antes? El cabello de Verity tenía exactamente el mismo tono de rubio platinado que Draco, y su contextura corporal también era parecida a la de Draco, tan delgada… No era muy parecida a su madre, de hecho. Roger Davies, el chico de Ravenclaw que todas las chicas de Hogwarts encontraban increíblemente atractivo, era mucho más parecido a Madam Rosmerta que Verity. Se notaba que, físicamente, ella era mucho más una Malfoy que una Davies.
-¿Y tu padre…?
-No quiero hablar del tema -lo cortó Verity, tajante.
Harry no se atrevió a preguntar más nada. La chica normalmente era dulce, simpática… pero en este momento, y ante el tema de su padre, parecía una persona muy diferente. Luego de unos instantes de silencio, Harry supo que no había más opción que cambiar de tema. Aún había otras ciento cuarenta y nueve preguntas en su mente para hacerle, sobre otras cosas.
-¿No tienes idea de por qué te han detenido?
-No -dijo ella, soltando sus brazos y mirándolo con preocupación-. ¿Por qué te han detenido a ti?
-Por violar y golpear a Hermione, supuestamente…
-¿Quéééé? -Verity quedó pasmada.
-Claro que no lo hice… Estaba bajo un maleficio imperius…
-¿Cómooooo?
-Recuerdas que me viste en la fiesta con Hermione, ¿verdad? Bueno, luego de nuestro encuentro…
-Espera, espera, espera… -Verity cada vez alzaba más las cejas, en sorpresa-. ¿Qué fiesta? No tengo idea de lo que ha sido de tu vida anoche, Harry. Yo estaba aquí en Londres, con Stan.
-¿Cómo que en Londres? Si me has visto en la… ¿Quién es Stan? -preguntó esto último en un tono de voz distinto, lleno de una indisimulable intriga.
-Stan es un chico que conocí ayer, luego de que te fuiste -explicó ella, mirándolo con una mueca y arqueando una sola ceja ahora-. ¿Por qué lo preguntas? ¿No querías regresar a Hogwarts e intentarlo con Hermione?
-Sí, claro -añadió él rápidamente-. Solo era curiosidad. Olvídalo. Yo…
-Se llama Stan Shunpike -le contó ella-. Apenas nos conocemos, pero me parece muy dulce y tierno…
-Ah, sí, sí… Lo conozco.
-¿Por qué lo dices con ese tono de voz?
-No, no he empleado ningún tono de voz…
-Claro que sí, te oí perfectamente. ¿No te gusta Stan?
-En verdad no lo conozco.
-Acabas de decir que lo conoces.
-Solo tomé un autobús con él, el año pasado…
Verity lanzó una carcajada.
-¡Eso no es conocer a alguien! ¿Cómo sabes su nombre, siquiera? -la risa de Verity era tan tierna. Salía como de a tandas, como si le costara conseguir el aire necesario. -¿Me has estado investigando, Harry?
-¡Claro que no! Es que Stan Shunpike trabajaba en el Autobús Noctámbulo el año pasado, y yo me subí y charlamos un rato. ¡Eso es todo!
-¡Ahhhh! Ya entiendo… Pues bien, ya no trabaja allí. Ha sido contratado en el drugstore veinticuatro horas. Él trabajaba en el que está en Hogsmeade hasta la semana pasada, y los dueños, que también tienen el del Callejón Diagon, lo cambiaron allí tras la renuncia de Jack Abbott, que se fue a trabajar al Emporio de la Lechuza… ¿Por qué estamos hablando de esto? Estamos a punto de ser juzgados por crímenes que no hemos cometido, ¿y hablamos de Stan Shunpike?
Harry también rió esta vez. Aquello era tan loco. De alguna forma, con Verity, incluso el fondo del fondo del abismo, que era lo que esto era para él, podía convertirse en una entretenida conversación entre dos personas.
-De acuerdo, hablemos de lo importante -dijo Harry, poniéndose serio. Pero entonces no pudo evitar agregar: -Stan es como de tu edad, ¿verdad?
-Sí, ¿por qué lo preguntas?
-Dijiste que te gustaban más chicos…
-Qué tonto eres, Harry…
-Lo siento, lo siento. Oye, pero recuerdo haberte visto anoche en la fiesta de Gryffindor. ¡No estoy loco! Te apareciste y me dijiste que me amabas, y…
-¡¿Quééééé?! ¡Deliras!
-¡Claro que no! Dijiste que me amabas, que me necesitabas, que no podías estar sin mí, que me extrañabas…
-¡Loco!
-¡Pero si te he visto allí, con mis propios ojos!
-¿Cómo que me has visto? ¿Cuánta droga consumiste anoche?
-¡Ninguna! Creo… Aunque ahora que lo dices, creo que alguien puso algo en el ponche...
-¡Eso habrá sido! ¡Estás mal!
-¿No crees que tu aparición allí podría tener algo que ver con que te hayan detenido?
-¿Es decir que me han traído detenida porque tú dijiste haberme visto en esa fiesta, cuando en verdad eran los efectos de unos alucinógenos que consumiste?
-¡Claro que no! ¡Te lo juro, Verity! ¡No tengo nada que ver con que estés aquí! ¡No entiendo por qué te han traído aquí, de verdad!
-De acuerdo, está bien. Pero yo no estuve en ninguna fiesta. Estaba en la residencia…
-¿Con Stan?
La mirada de Verity fue tan severa que Harry dio un paso hacia atrás.
-¿Estás celoso de Stan? Tú fuiste el que terminó conmigo, Harry.
-Sí, tienes razón. Lo siento…
-Sigues diciendo que lo sientes, pero sigues preguntando cosas sobre Stan.
-No quise decir nada. Es que estoy muy nervioso. Todo esto es tan estresante…
-Yo también estoy estresada, y eso es raro en mí. ¿Por qué estamos aquí siquiera? ¿Por qué nos vigilan con dementores? ¿Y por qué tú dices que has sido acusado de violar y golpear a Hermione? Oh, por Merlín…
-No, te juro que…
-Ya entiendo todo -Verity se tapó la cara con ambas manos-. Harry, ¿te has drogado, has alucinado conmigo y luego violaste y golpeaste a Hermione bajo los efectos de los narcóticos?
-¡No…!
-Harry, mira que he querido ayudarte. Entendí que espiaras a esa chica en las duchas, pero esto…
-¡Verity, no he violado a nadie! ¡Me han tendido una trampa, y a ti también!
-¿Quién?
-¡Malfoy!
-¿Malfoy?
-¡Sí, Malfoy! No tú, claro… ¡Draco Malfoy! ¿Lo conoces, imagino?
-Sí, sé quién es. ¿Qué tiene Draco Malfoy que ver con todo esto?
-¡Él tiene todo que ver con esto!
-¿Cómo así? Jamás me hablaste de él.
-No, yo tampoco te conté todo sobre mí... Apenas nos conocíamos, ¿no es así?
-¿Qué ha pasado con Draco?
-Malfoy… es decir, Draco, ha sido el culpable de que me pasara todo lo que me pasó estas semanas. Él ha provocado que me expulsen de Hogwarts, y ahora que conseguí volver, ha lanzado una maldición sobre Hermione para controlarla y forzarla a estar con él…
-Eso es terrible… -Verity torció la cara con asco.
-¡Lo es! Y Hermione ha estado haciendo todo lo que él quiere. ¡La tiene bajo su control con una maldición, porque de otra forma ella nunca querría estar con él! Mira, no te niego que he espiado a esa chica en las duchas. Ese sí fue mi crimen, y lo he asumido y he recibido mi castigo. Pero es todo lo que hice, nada más… No he violado a nadie, mucho menos a Hermione…
-¿Y por qué estos aurores creen que lo has hecho?
-Porque, justamente bajo los efectos de la maldición de Mal… de Draco, Hermione me ha lanzado un maleficio imperius y me ha hecho golpearla delante de todo el colegio, hace unas horas, alegando a gritos que yo la había violado…
-¿Y no la violaste, entonces?
-¡No! Tuvimos sexo, pero…
-Ah, ya veo…
-¡Pero no fue una violación! Ella me engañó.
-Entiendo.
-¿Estás celosa?
-¡Claro que no!
-Tu tono de voz…
-¡No tengo ningún tono de voz!
-¡Pero no tengo idea de qué tengas que ver tú con eso, o de por qué te han traído aquí…!
-¿Dices que me viste en la fiesta y que te declaré mi amor y todo eso? ¡Qué locura!
-¡Pero es cierto! ¡Te veías tan real como te ves ahora, delante de mí! No eran los efectos de drogas, ni de alcohol, ni de nada. ¡Estabas ahí!
-Pues Stan puede dar testimonio de que no estuve en esa fiesta.
-¡Exacto! Porque tuviste sexo con él, ¿verdad?
-Aquí vamos…
-¡Es una broma! No te enojes.
-No me enojo. Sé que eres un tarado.
Oyeron ruidos afuera. Hicieron silencio, y entonces oyeron voces. Había magos caminando en el pasillo exterior a esa celda, hablando de forma tranquila y hasta aburrida, como si estuvieran cansados de trabajar y estuvieran contando los minutos para acabar su turno e irse a sus casas.
Se acercaron a la puerta y pusieron atención a las voces, a ver qué decían.
-…Así que podemos esperar que nos tengan aquí muchas horas más… -decía uno de los magos.
El otro le respondió:
-¿Por qué hacer un juicio hoy, domingo? ¿Qué le pasa al Ministro por la cabeza?
Bajaron la voz al hacer mención al Ministro, así que Harry y Verity tuvieron que pegar las orejas a la puerta para poder oír.
La primera parte de la respuesta del otro fue indescifrable. La puerta era muy gruesa y ellos hablaban muy bajo. Pero alcanzaron a oír el final:
-…de forma que Dumbledore no tendrá idea de nada, ¿comprendes?
-Sí, sí, claro. Mucho mejor, es verdad.
-Quieren bajarle el rango. Hogwarts está hecho un desastre. En cualquier momento le quitarán el puesto de líder supremo del Wizengamot…
Los pasos siguieron de largo y se perdieron al final del pasillo. No volvieron a oír nada.
Harry y Verity se apartaron de la puerta, mirándose a los ojos en la oscuridad. Ahora estaban serios.
-¿Crees que nos manden a Azkaban? -preguntó Verity, con la voz temblando.
-Tú eras la que decía que no debía vivirlo todo como un drama, ¿no? -Harry quería mostrarse tranquilo con ella, pero no se sentía así en absoluto. Ahora no le quedaban dudas: el Ministro quería quitar a Dumbledore de en medio. Si lo lograba, Harry quedaría solo.
-Esto es bastante dramático, incluso para mí…
-Tenemos que pedir esa lechuza -dijo Harry, con firmeza-. Estos bastardos tratarán de retenernos aquí hasta la hora del juicio. Tratarán de que no podamos defendernos, de que no enviemos ninguna lechuza. ¡Pero es nuestro derecho, tenemos que pedirla!
Harry se acercó a la puerta y empezó a golpearla con los puños. Estaba poniéndose cada vez más tenso.
-¡GUARDIAS! ¡GUARDIAS!
Esperaron, pero no oían nada del otro lado. Harry volvió a golpear la puerta con fuerza, hasta que finalmente oyeron pasos.
-¿Qué ocurre? -dijo una voz del otro lado, que parecía ser de uno de los dos magos que habían estado pasando por allí antes.
-¡Queremos enviar nuestra lechuza! -gritó Harry a través de la puerta, con firmeza-. ¡Tenemos derecho a hacerlo!
Un silencio.
-Está bien, iré a avisar -dijo finalmente el mago.
Los pasos se alejaron de nuevo y volvieron a desaparecer.
Verity se cruzó de brazos.
-Bien hecho, Harry. Hay que reclamar.
-¿Cómo no nos ofrecen escribirle a nadie? Nos traen prisioneros y nos ponen el juicio en el momento, sin darnos tiempo de hablar con nadie… Esto es una puta trampa del Ministerio…
-Corruptos de mierda -susurró Verity-. ¿Qué voy a hacer? Me imagino parándome en medio del juicio a preguntar, ¿disculpen, por qué estoy aquí? ¡Es que no tengo la menor idea de qué se supone que hice!
-Eso mismo deberías hacer. Preguntarles. Que vean tu confusión, totalmente auténtica. Deberías usar tu lechuza para escribirle a Stan, Verity. Dile que testifique que estuvo contigo toda la noche, que no pudiste estar en Hogwarts, que es imposible…
-Sí, el asunto es que no estuve con Stan toda la noche…
-¿Cómo no?
-No, solo vino a la residencia un rato, pero luego se fue. No tuvimos sexo, para que lo sepas. Comimos una pizza y empezamos a ver una película, pero luego la sacamos porque él se estaba quedando dormido. Había trabajado muchas horas, pobre…
Harry frunció el ceño.
-Suena a una cita bastante aburrida…
-Pues discúlpame, Harry Potter, por no tener una vida tan interesante como la tuya.
-No he dicho eso.
-De seguro tú lo pasaste genial en esa fiesta llena de drogas y sexo.
-No ha habido drogas.
-La próxima vez, si me invitas, quizás tenga anécdotas más interesantes que contarte.
-Te invitaría con gusto, hay muchas formas en las que podría meterte en una fiesta de Hogwarts: con mi capa para hacerse invisible, quizás, o…
-No, gracias, debe estar llena de tu semen. Qué asco.
-¡Oye!
-De tanto espiar chicas con ella -Verity reía a carcajadas-. Debe apestar a pajas, esa capa…
Harry le dio un empujón, de forma divertida. Ambos morían de risa.
Cuando dejaron de reír, se quedaron mirándose con una sonrisa.
-Esto se siente surreal -dijo Harry-. ¿Por qué lo paso tan bien contigo…? Estamos en una situación terrible, y aun así…
-Porque soy una persona optimista -Verity se encogió de hombros-. ¿Qué sentido tiene amargarse la vida? Si quieren enviarnos a Azkaban, ¿qué ganamos pensando al respecto hasta la locura…? Defendámonos, digamos la verdad, y ya…
-Y ya… -repitió Harry, lentamente.
Verity lo hacía parecer tan simple…
¿Sería tan simple?
Finalmente, oyeron el ruido de los cientos de candados, cadenas y trabas, y la puerta se abrió. De inmediato sintieron el frío de muchísimos dementores, que esta vez flotaban sin ningún escudo protector ante ellos. Harry sintió que toda la esperanza lo abandonaba tan de súbito que se quedó sin aliento…
Había aurores ante los dementores.
-Aquí tienen plumas y pergamino -les dijo uno de ellos-. Tienen cinco minutos para escribir sus cartas. Indiquen claramente el destinatario en la parte superior del pergamino, con nombre y apellido, y si es posible ubicación. Sus destinatarios pueden ser cualquier persona, pero solo ellos podrán conseguirles testigos y traerlos aquí para el juicio, así que piensen bien a quién le escriben. Si el destinatario no responde o no recibe la carta, o si los testigos no pueden venir, el juicio se hará de todas formas sin ellos. No se aceptan retrasos ni reprogramaciones. Será en el transcurso del día de hoy y los testigos tienen que presentarse ahora, lo antes posible. Tienen cinco minutos.
Con estas palabras, se marcharon y los dejaron solos.
Ya no estaban tan alegres como antes. O quizás nunca lo habían estado. Quizás solo eran nervios los que los habían hecho reír. Después de todo, solo eran dos adolescentes a punto de enfrentarse a un juicio por crímenes que no habían cometido, tras el cual podrían acabar en prisión por quién sabía cuánto tiempo si las cosas salían mal... ¿Qué más podían hacer?
Verity se sentó en el piso, con las piernas cruzadas, y empezó a escribir su carta.
-He decidido que mejor le escribiré a mamá -dijo, escribiendo a toda velocidad-. Que ella busque la coartada de Stan. Quizás él ni siquiera lea la carta, y no puedo arriesgarme a eso. Mamá en cambio moverá cielo y tierra para encontrarlo a él y a quien sea necesario, y traerlos aquí para el juicio.
-Buena idea.
Harry se quedó con la pluma en la mano.
Dumbledore. Definitivamente, él le escribiría a Dumbledore. El Ministerio quería apartarlo del juego, pero no podrían negarse a enviar la lechuza de Harry, si él tenía derecho a esta. Se sentó en el piso también y le escribió una larga carta a Dumbledore explicándole toda la situación. Incluso le mencionó sus sospechas de que el Ministerio quería celebrar el juicio de inmediato para que él no supiera nada.
¿Qué pasaría? ¿Le abrirían la carta antes de enviarla? Eso sí, de seguro… Pero, aún así, estaban obligados a enviársela al profesor, y por lo tanto lo harían… ¿Verdad?
Cuando terminaron, entregaron sus cartas y los aurores se fueron con ellas. Volvieron a quedar encerrados allí, ahora sin nada que hacer más que esperar.
Y esperar…
No sabían cuánto tiempo faltaba para el juicio. Podían ser minutos, horas…
Y así fue como el día fue pasando. Definitivamente, fueron horas. No tenían reloj, pero sabían que tenía que haber pasado tanto tiempo que ya sería la tarde, o quizás el atardecer... ¿Quizás era ya de noche, incluso? No tenían forma de saberlo.
Tampoco tenían varitas, claro, porque se las habían quitado al momento de detenerlos. En el caso de Harry, no la había tenido más consigo desde que Dawlish se lo llevara de la Sala Común. No sabía si había quedado en el suelo de su dormitorio, donde la había dejado por última vez, o si el auror la habría confiscado.
Además, la ropa que tenía puesta no era suya. Como lo habían detenido desnudo, supuso que le habían puesto aquello que llevaba en este momento en algún momento durante su detención y mientras lo sacaban de Hogwarts a punta de varita. Ahora tenía puesta una túnica larga y naranja que parecía ser el uniforme de los prisioneros de Azkaban, por el aspecto. Ni siquiera podía recordar en qué momento lo habían vestido con ella, porque había estado bajo los efectos del maleficio imperius de Hermione, viviendo en una extraña nube blanca. Verity, en cambio, llevaba ropa normal, que de seguro era la misma que había estado usando cuando fueron a su residencia a detenerla.
El humor se fue apagando. La conversación fue muriendo. De a poco, esos tenues momentos alegres ocasionados por el reencuentro entre ambos fueron disolviéndose en la oscuridad con ellos.
El silencio se extendió por la celda. Ahora Harry y Verity estaban sentados contra una pared, uno junto al otro, ella con su cabeza apoyada sobre su hombro y él con su cabeza apoyada sobre la de ella.
-Espero que todo salga bien… -susurró Verity, en un tono de voz muy bajo y que volvía a ser amargo, denotando el miedo que llevaba dentro, unido al cansancio de aquel largo día en esa oscura y fría celda.
-Todo estará bien… -dijo él, deseando con toda su alma no estar equivocado-. Ya lo verás…
-No hablo solo de nosotros… Espero que Hermione pueda librarse de la maldición de Draco…
Harry se sorprendió de que Verity estuviera preocupada por Hermione en este momento, mientras su propia libertad estaba en juego sin haber hecho absolutamente nada de malo; y se sintió agradecido con ella por esto. Verity debía ser consciente de que, si Hermione le había lanzado un maleficio imperius a Harry, quizás también había tenido algo que ver con la misteriosa aparición de Verity en la fiesta y su posterior detención.
-Debe ser terrible estar con alguien a la fuerza, obligada por un maleficio…
Harry se quedó reflexionando sobre las palabras de la chica. Había empatía en su tono de voz.
-Sí… de verdad que sí…
Harry quedó cabizbajo, cerrando los ojos con fuerza.
Si tan solo pudiera hablar con Hermione en ese momento... Con la verdadera Hermione… Si tan solo pudiera mirarla a los ojos y ver a la Hermione de siempre, para decirle que él haría todo lo que estuviera en su poder por ayudarla… por sacarla de allí… por sacarla del agujero negro…
Sintió la mano de Verity sobre su brazo. Ella se estiró y lo rodeó en brazos, en un estrecho abrazo.
Harry permitió que lo abrazara y sintió ganas de llorar, unas fuertes ganas de llorar, que contuvo…
En ese momento, volvieron a oír el crujido de la traba de la puerta metálica, las cadenas y candados chirriando.
Se separaron.
Los aurores estaban de nuevo ante ellos.
-Ya es hora -les anunciaron.
Transcurrió de forma casi tan confusa como el mismísimo maleficio imperius. Esta vez, en lugar de vivirlo todo dentro de un espacio blanco, guiado por una voz que lo obligaba a moverse y actuar a su voluntad; Harry se movía por cuenta propia, pero como si sus piernas fueran quienes lo obligaban a hacerlo, a avanzar por esos pasillos lúgubres y tenebrosos de lo que parecían ser los profundos subsuelos del Ministerio de la Magia…
Su mente estaba igual de nublada, pero sus ojos veían. Veían dementores, que le quitaban cualquier esperanza de salir airoso de aquello… Dementores que ya no estaban tras ningún escudo, absorbiendo sus energías, absorbiendo toda la esperanza…
Todo saldrá mal, decía una insoportable voz en la parte trasera de su mente. Todo saldrá horriblemente mal, porque todo ha estado saliendo mal desde el principio de todo esto… Así como perdí mis chances con Hermione, así como caí en la trampa de Malfoy, así como fui expulsado de Hogwarts, así como caí en una nueva trampa y acabé en este juicio… de la misma forma, ahora perderé el juicio y me enviarán a Azkaban, donde pasaré el resto de mi miserable vida…
Quiso convocar alguna voz distinta, de esperanza, alguna especie de patronus imaginario invocado sin varita -porque no tenía una-, en su mente, pero fue incapaz.
Más rápido de lo que fue capaz de soportar, se dio cuenta de que ya estaban en la puerta del Tribunal 10, y esta se abrió ante ellos; y entonces Verity y él ingresaron a la terrible y amplia habitación rodeada de gradas, donde había muchísimos magos y brujas sentados…
El Ministro de la Magia, Cornelius Fudge, estaba sentado en una tarima más alta que los demás, al frente de todo. A ellos dos, en cambio, los encadenaron en dos sillas en medio de la sala. Unas sillas de material con cadenas que se movían mediante magia, que los ataron por las manos y por los pies.
-Bienvenidos al juicio conjunto de Harry James Potter y de Verity Florence Malfoy -habló el Ministro, ante una multitud de magos desconocidos que parecían meras sombras en las tribunas a su alrededor-. Por cuestiones de agenda, ambos han sido programados de inmediato y de forma conjunta, para economizar tiempo. Se trata de dos acusaciones distintas, pero de ocurrencia la misma noche y en el mismo lugar; la noche del día sábado 17 de diciembre de 1994, en la Escuela Hogwarts de Magia y Hechicería…
Mientras Fudge hablaba, Harry buscó con la mirada a sus testigos… ¿Habría recibido Dumbledore su carta? ¿Estaba allí? ¿Habría llevado a alguien para atestiguar a su favor?
No a simple vista, al menos. ¿Quizás los testigos estaban fuera del tribunal, esperando en el pasillo a ser convocados…?
Ojalá así fuera… ojalá…
-…por lo tanto, con los aquí presentes, se da por iniciada esta sesión del Wizengamot en los tribunales ordinarios del Ministerio de la Magia. Debido a la ausencia del líder supremo, Albus Percival Wulfric Brian…
-¿Dumbledore no está aquí? -preguntó Harry en voz muy alta. El Ministro dejó de hablar y tanto él como todos los demás magos y brujas del Ministerio le dirigieron miradas de reproche desde las tribunas. Se hizo un silencio que se sintió pesadísimo, justo encima de las cabezas de todos. Harry se dio cuenta de que los dementores estaban allí dentro ahora, pero esta vez tras aquel escudo semitransparente, flotando cerca del alto techo de la sala.
-No, señor Potter, su profesor Dumbledore está actualmente de viaje -dijo el Ministro, entrecerrando los ojos mientras lo miraba, con notorio rencor-. Pero yo, como Ministro de la Magia, me encuentro facultado para cubrir al miembro supremo del Wizengamot durante sus ausencias. Ahora bien, habiendo mayoría de miembros presentes, damos por comenzada…
Pero Harry volvió a interrumpirlo:
-¡Envié mi lechuza a Dumbledore! ¡Si él la hubiera recibido, estoy seguro de que estaría aquí! ¿Acaso se la han enviado siquiera…?
-Señor Potter, su derecho a enviar una lechuza ha sido respetado tal como lo indica la Ley Mágica y no es problema de este tribunal si su destinatario recibió o no la carta en cuestión -dijo Fudge, ya sin disimular su enfado hacia él-. Ahora bien, acusado, le ordeno que deje de interrumpir la sesión. Comenzaremos por usted. Como bien saben los presentes miembros del tribunal, la acusación de Potter incluye los cargos de violación, violencia de género, asalto sexual, violencia en primer grado, agresión y ataque a una compañera de colegio; que ha acabado con una rotura de nariz, heridas de moderada gravedad y traumatismo.
Fudge iba subiendo su tono de voz a medida que leía los cargos, mirando a todos por encima de sus lentes con severidad. Un murmullo de rencor y reproche se extendió por la multitud en las tribunas.
Nadie aquí hará nada por ayudarme, pensó Harry, con pánico. Estoy solo… Estoy totalmente solo…
Pero entonces, una voz femenina se alzó por encima de la voz del Ministro para hablar:
-Conozco a Harry, soy íntima amiga de él y también su ex pareja -era Verity, que miraba al Ministro fijamente, con valentía, y no le temblaba la voz ni una pizca al hablar ante todos esos magos y brujas, encadenada a su lado-. Y doy fe de que él no es un violento, ni machista, ni nada de eso. Siempre me ha tratado con muchísimo respeto y jamás lo he visto hacerle daño a una mujer. De hecho, Hermione Granger fue violada hace unos días en el Callejón Knockturn, y Harry fue el primero en correr a ayudarla. ¡La ayudó a llegar a San Mungo y se quedó con ella todo el tiempo! Él jamás le haría daño.
Harry sintió una oleada de calor hacia Verity. Se sentía incapaz de defenderse a sí mismo, lleno de pánico y horror, por lo que las palabras de Verity se sintieron como un abrazo en el corazón en ese horrible momento.
-Pues agradecemos su comentario, señorita Malfoy, pero proviniendo de otra de las personas acusadas por este tribunal, temo que no podemos tomar sus palabras de una forma verdaderamente… -empezó Fudge.
Pero Verity lo interrumpió:
-¡Nos consta que Hermione Granger está bajo un maleficio realizado por Draco Malfoy para dominarla y poseerla sexualmente! ¡El Ministerio debería estar investigando eso en lugar de a nosotros!
Las exclamaciones resonaron por toda la sala. Algunos magos lucían sorprendidos, otros sonreían y negaban con la cabeza, claramente sin tomar a la adolescente en serio.
-Es cierto, eso es exactamente lo que está pasando aquí -dijo Harry, finalmente consiguiendo hablar y elevando la voz entre el murmullo generalizado-. Por eso Hermione ha hecho lo que hizo, ¡porque está bajo el control de Draco Malfoy con una maldición de magia negra llamada Coactus Labia, que…!
-A ver si entiendo -dijo una bruja en medio de la audiencia, una bruja regordeta y con cara de sapo que lanzó una risita insufrible, que despertó un inexplicable odio en Harry-, ¿acaso esperan que creamos que Draco Malfoy, familiar directo de la muchacha acusada aquí, casualmente ha encantado a Hermione Granger para hacer… qué cosa, exactamente? ¿Decir que usted la violó, señor Potter? ¿Mentir? ¿Eso sugiere?
-¡Absurdo! -exclamó Fudge-. ¡Yo mismo he visto con mis propios ojos cómo Potter golpeaba a Hermione Granger mientras se dirigía a ella de formas aberrantes, con palabras denigrantes que no repetiré aquí! Este juicio es una mera formalidad, desde luego, ¡ha habido cientos de testigos, entre ellos yo mismo y un miembro del Departamento de Aurores! ¡Y la enfermera del colegio nos ha enviado un reporte donde detalla que Hermione Granger efectivamente ha tenido relaciones sexuales con Harry Potter la noche en cuestión, comprobado médica y mágicamente, según pruebas que surgen de análisis médicos! ¡Pruebas irrefutables! Así que temo que esto no es más que un intento desesperado del señor Potter de engañarnos. Las pruebas lo confirman y corroboran la acusación de Granger a la perfección.
-¡Sí, he tenido sexo con ella, pero…!
-¡Entonces lo confiesas!
-¡No! ¡Tuvimos sexo, pero no fue una violación! ¡Y lo que vieron ustedes luego, solo lo hice porque estaba bajo un maleficio imperius! -gritó Harry, en desesperación.
Algunos de los magos del tribunal rieron ante esas palabras.
-Esta es la excusa más débil e improvisada… -empezó Fudge, pero ahora fue Verity la que lo interrumpió:
-¡No es una excusa, es la verdad! ¡Hermione lo puso bajo esa maldición, obligada a su vez por el maleficio de Draco Malfoy! ¿Y dónde está ella, por cierto? ¿No debería estar aquí?
-No íbamos a traer a la víctima de los actos de Potter a este juicio innecesariamente -dijo Fudge, como si la idea fuera ridícula-. Aun no se ha recuperado del ataque de este violento sexual…
-Pensé que era obligatorio que ella estuviera aquí -discutió Harry, recurriendo a unas palabras que le había oído decir a Dawlish unas horas atrás, aunque no tenía idea de si eran ciertas o no.
Todo estaba saliendo de forma desastrosa. Finalmente vio a Madam Rosmerta en un costado de la sala, junto a Stan Shunpike. Ellos sí habían recibido la lechuza de Verity… ¿Qué habría pasado con la de Dumbledore…? De alguna forma, Harry estaba convencido de que el Ministerio había abierto su carta y al ver el contenido y el destinatario ni siquiera la habían enviado. Estaba tan seguro de ello que el mero pensamiento provocó que una ira brutal trepara por su espalda y se apoderara de él…
-El artículo 114 del Código XIV de la Ley Mágica Penal establece claramente que en casos de necesidad urgente para la realización de un juicio… -empezó Fudge, pero Harry lo interrumpió, lleno de ira:
-¿Y cuál es la necesidad urgente? ¿Hacer el juicio antes de que Dumbledore sepa lo que ha ocurrido? ¡¿Por qué no admiten que ese es el motivo real?!
-¡SUFICIENTE! -gritó Fudge, enfurecido-. ¡No permitiré que usted se dirija a mi figura de ese modo, joven! ¡Soy personalmente testigo de su ataque a Hermione Granger, una pobre joven que para colmo viene de haber sufrido otro ataque sexual esta misma semana, que aún no pudo ser resuelto! ¡Pero al menos le daré la tranquilidad de saber que sí se ha hecho justicia por el suyo! ¡Sus cuentos sobre maldiciones de control sexual y maleficios imperius sobre los que no tiene ningún tipo de prueba no lo salvarán! ¡Doy por finalizado oficialmente su tiempo de defensa! ¡Pasaremos a las votaciones de inmediato!
Furioso, miró a los miembros del tribunal.
-¿Aquellos a favor de liberar a Harry James Potter de todos los cargos?
Casi nadie levantó la mano. Solo una bruja en una fila inferior y un mago en una de las filas del fondo, y no llegó a ver a nadie más. El alma de Harry cayó a sus pies…
-¿Aquellos a favor de una pena mínima, de hasta un año? -prosiguió Fudge.
Varios levantaron la mano, por aún no eran muchos…
-¿Aquellos a favor de una pena de entre uno y cinco años…? -una pausa, más manos levantadas-... ¿Aquellos a favor de una pena de cinco a diez años…? -otra pausa, y esta vez las manos en alto eran más que nunca-. ¿Aquellos a favor de la pena máxima para los cargos, que consiste en quince años de prisión?
Más manos se levantaron. Harry no sabía decir cuál opción había ganado, pero estaba clarísimo que era una de las dos últimas.
Fudge y los magos y brujas que estaban sentados a su lado, en las otras mesas, hacían recuentos y tomaban notas a toda velocidad…
-Perfecto -concluyó Fudge-. Harry James Potter, por la autoridad que me confiere la Ley Mágica como líder supremo provisorio del Wizengamot, y de acuerdo a los votos mayoritarios de los demás miembros del tribunal, lo condeno a diez años de prisión en Azkaban.
La mandíbula de Harry cayó varios centímetros. No podía creerlo. Esto no podía estar pasando realmente…
Todo a su alrededor se puso nublado. El Ministro siguió hablando, pero Harry solo entendía algunas palabras aisladas…
-…que ha contaminado bebidas con una poción mágica con fines relacionados con las artes oscuras…
-¡Mi hija jamás haría nada relacionado con las artes oscuras! -decía Madam Rosmerta en defensa de su hija, que era acusada ahora.
-¿Acaso no está su hermana buscada por este Ministerio y en estado prófugo por practicar las artes oscuras con varios Mortífagos, seguidores del Innombrable? -preguntó la bruja con cara de sapo, en tono acusador. Parecía estar divirtiéndose con el juicio.
-¡Esa es mi otra hija, Vicky! ¡Verity no tiene nada que ver…! ¡Ella es Squib…!
-Yo estaba con ella anoche -dijo Stan, que parecía muerto de miedo y nervios por estar allí-. Ella estaba conmigo, no estaba en Hogwarts…
-¿Declara que ha estado con ella fuera de Hogwarts en el horario comprendido entre las tres y las cuatro de la mañana? -preguntó Fudge.
-No, bueno, no tan tarde. Me fui de su casa como a la una, pero…
-Entonces no podemos tomar en cuenta su testimonio, lamentablemente.
Harry reaccionó, incluso en medio del horror de su propia sentencia. Tenía que tratar de ayudar a Verity. Ella había intentado ayudarlo a él.
-¡Verity no estuvo en la fiesta de Hogwarts anoche, lo sé porque yo estuve ahí! -dijo.
-Pues me temo, señor Potter, que su palabra va en contra de la de cientos de testigos que la han visto allí…
-¿Y dónde están esos testigos? -discutió Harry-. Este es nuestro juicio, ¡pero no veo a nadie de los invitados de la fiesta aquí! ¿Por qué no traen a declarar a los alumnos? Y si no pudieron traer a ninguno, ¿por qué no posponen el juicio hasta que…?
-¡Usted no decidirá la agenda del Ministerio, señor Potter, y le sugiero guardar silencio! ¡Recuerde que su sentencia aún puede ser extendida por mal comportamiento…!
-¡PERO SI VERITY NO HA HECHO NADA MALO! -gritó Harry, furioso y ya sin controlarse en lo más mínimo-. ¡ALGUIEN SE HA TRANSFORMADO EN ELLA USANDO POCIÓN MULTIJUGOS, ¿NO SE DAN CUENTA?! ¿ACASO SON ESTÚPIDOS, O SOLO FINGEN SERLO?
Se había pasado de la raya, pero no le importó. Ya nada importaba…
Fudge se puso de pie. Varios de los miembros del tribunal lo miraron con temor. Estaba que echaba humos.
-¡Por el poder que me confiere el estatuto del Wizengamot, señor Potter, amplío su sentencia en este momento y de forma oficial a la pena máxima, de quince años de prisión en Azkaban!
-¡EXTIENDA LO QUE QUIERA, NO ME IMPORTA! ¡USTED NO ES MÁS QUE UN TIRANO, AUTORITARIO, VIEJO CORRUPTO MALNACIDO CARA DE VERGA ARRUGADA E HIJO DE UN CONTAINER LLENO DE PUTAS…!
-¡LLÉVENSELO DE AQUÍ! -gritó Fudge.
Un par de manos lo sujetaron por detrás. Le quitaron las cadenas a su silla y se lo llevaron a la rastra, mientras continuaban el juicio de Verity.
Harry estaba como loco. Se sacudía y trataba de librarse de los aurores, por motivos que ni siquiera él entendía. Solo quería hacer algo que expresara la locura que sentía dentro. Se sentía estafado e inútil, como si nada de lo que dijera hubiera podido cambiar nada y su destino hubiera sido decidido irremediablemente desde el principio, en un sucio complot contra él.
Pero todo eso era una pesadilla, ¿verdad…? No estaban sacándolo del tribunal de magos a la rastra luego de condenarlo a quince años de prisión, mientras él luchaba por librarse del agarre de varios aurores, pateando y sacudiéndose y gritando con todas sus fuerzas… ¿Verdad?
Pero sí. Sí estaba pasando.
Era increíble, pero real. Estaba pasando realmente…
Diez minutos después, sacaron también a Verity.
-Verity… -dijo Harry, mirándola intensamente con el terror en sus ojos.
-Me dieron tres años -dijo ella, con un tono de voz sombrío-. Pueden ser dos si tengo buena conducta.
Harry no lo podía creer. ¿Cómo habían condenado a Verity también, si ella no había hecho absolutamente nada? Nada de nada… Ni siquiera había estado allí esa noche…
Los aurores los tomaron a ambos por las muñecas, que acababan de encadenarles a las espaldas, y los llevaron fuera de allí mientras los apuntaban con sus varitas; con los dementores flotando a cada lado de ellos mientras eran arrastrados fuera de allí y ahora sí a prisión…
…Ahora sí a Azkaban, de verdad.
Harry no pudo ver nada más, porque volvieron a colocarle una capucha en la cabeza.
Era un prisionero de Azkaban, oficialmente. Igual que su padrino lo había sido una vez, también injustamente… A partir de ahora, podía olvidarse de Hogwarts y también del Callejón Diagon, y Verity también.
Podían olvidarse de todo. De tratar de salvar a Hermione, de estudiar, de trabajar… de todo.
A partir de ahora, todo lo que la vida les depararía sería una celda. Y muchos dementores. Y una vida de prisioneros. Durante tres años para ella, y durante quince para él.
Todo había acabado.
Este era el fin. El peor de todos, pero el real. El de la vida real.
Malfoy había ganado, y Harry había perdido. Y Verity había caído con él solo por haberse interesado en él, por haber querido ayudarlo cuando él estuvo en problemas…
Había fallado en conquistar a Hermione, en sacarla de la maldición Coactus Labia. Había fallado en defenderse a sí mismo y a Verity. Había fallado en absolutamente todo.
No había logrado que Hermione se enamorara de él… No había logrado su propósito. En cambio, Malfoy había ganado, quedándose con ella y logrando que Harry fuera enviado a prisión por quince años, quince largos años donde no podría hacer nada para solucionar las cosas…
Este era el final.
Quizás, en la vida real, los finales no siempre son buenos, como en las historias… A veces, incluso, quizás pueden ser terribles…
Sintió que los metían a la fuerza en un ascensor, y entonces fueron empujados fuera del Ministerio de la Magia y hacia una escolta de magos en escobas, que los montaron a la fuerza en ellas y de una patada alzaron vuelo, con rumbo directo hacia la isla donde se alzaba la prisión de Azkaban.
