Capítulo 36. El agujero negro

La tarde del domingo avanzó sin más problemas. Luego de que Filch limpiara la zona de la escalera de mármol, esta volvió a ser transitable, solo que ahora tenía un cráter en el centro exacto que el celador había bordeado con una barrera de carteles de "CUIDADO, SUELO RESBALOSO" color amarillo, para que los alumnos no cayeran en él.

Cuando llegó el atardecer, los Weasley se encontraron todos en la enfermería, junto a la cama de Ron.

-¿Cómo sigue? -preguntó la señora Weasley, sorbiendo las lágrimas.

-Está mejorando -le respondió Madame Pomfrey, que le tomaba la temperatura del cuerpo al chico que yacía inconsciente en la cama-. No creo que despierte hasta mañana, pero se recuperará.

Ron tenía las mejillas chamuscadas, el cabello lleno de hollín negro, lo que lo hacía verse muy diferente, sin su tono pelirrojo característico; y vendajes por todo el cuerpo en las zonas donde más se había quemado con la explosión.

-¿Cuándo llegaron? -le preguntó Ginny a sus padres, sosteniendo una de las manos de su hermano y sentada al borde de la cama. Madame Pomfrey se marchó hacia su oficina al final de la sala y los dejó solos.

-Hemos querido venir en cuanto supimos de lo ocurrido -dijo el señor Weasley-, pero no ha resultado tan sencillo como pensábamos. El Ministerio está con todas las miras puestas en Hogwarts luego de lo que ocurrió con el barco de Durmstrang. Ahora no se puede venir de forma directa, ni siquiera siendo padre de alumnos. Tuvimos que pedir una autorización y esperar a que nos la respondieran para que nos dejaran entrar… Supongo que cuando Dumbledore regrese eso se acabará, pero hasta entonces…

-¿Y dónde está Dumbledore? -preguntó Ginny.

-Nos han dicho que en Suiza, en una conferencia. La tenía agendada hace tiempo y estaba confiado de que todo estaría bien en Hogwarts durante su ausencia… Quizás sea una de las pocas veces en que Dumbledore se ha equivocado en algo, me atrevería a decir. De todas formas, llegamos antes que Fred y George. ¿Por qué ustedes no vinieron antes a ver a su hermano?

Se dirigía a los gemelos con un tono de reproche, que estaban de pie cruzados de brazos a los pies de la cama.

-Estábamos ocupados organizando la próxima fiesta de Hogwarts -dijo George.

-¡No hablarán en serio! -chilló la señora Weasley-. ¡Sabía que ustedes dos habían tenido algo que ver…!

-Solo es una broma, mamá -dijo Fred, pero cruzó una mirada con Ginny y le guiñó un ojo. Moviendo solo los labios, le dijo: "será mañana por la noche".

George miró hacia el otro lado de la cama y susurró:

-¿Y cuándo llegó ella?

Todos miraron a la aludida. Fleur estaba del otro lado de la cama, en total silencio, sosteniendo la otra mano de Ron y sin dejar de mirarlo a los ojos y llorar. No había dicho una sola palabra desde que llegaran los demás, limitándose a saludarlos y luego a seguir observando a Ron, llorando sin cesar.

-Estaba aquí antes que yo, incluso -dijo Ginny, también en un susurro-. Y eso que yo me enteré y vine corriendo aquí enseguida… pero ella ya estaba desde antes.

Hubo un silencio que finalmente fue roto por el señor Weasley.

-Bill, Charlie y Percy no pudieron venir, pero estaban muy preocupados y enviaron sus saludos a todos. Les dije que lo importante es que Ron estará bien y que se repondrá del ataque… Ha tenido mucha suerte. Recibir una maldición explosiva de forma directa no es algo que todos puedan contar…

La señora Weasley lanzó más sollozos, tapándose la cara con una mano. El señor Weasley le dio una caricia en el brazo.

-Imagino que ahora sí expulsarán a Malfoy, ¿verdad? -preguntó Fred, mirando a su padre-. ¿McGonagall te ha dicho algo sobre eso, papá?

-La profesora McGonagall no quiere meterse en algo tan delicado sin tener la aprobación del director, así que esperará hasta su regreso -dijo el señor Weasley-. Y me parece una decisión muy prudente de su parte…

-¡No tuvo problemas en enviar a Harry a Azkaban en su ausencia, sin embargo! -discutió Fred.

-Eso no lo hizo la profesora McGonagall, Fred, sabes bien que el mismo Ministro de la Magia estaba aquí esa noche. Fue distinto.

-¿De verdad, papá? -discutió George-. El imbécil de Malfoy casi mata a nuestro hermano. Él debería estar tras las rejas, ahora mismo. ¿Cómo el Ministerio no aparece ahora, como apareció anoche con Harry, para tomar las decisiones ellos mismos de nuevo?

-Te recuerdo, George, que Draco también acabó en la enfermería luego del duelo -dijo el señor Weasley, con calma-. Y que Ron lo atacó primero, y con un maleficio imperdonable, lo que quiere decir que…

Fred lo interrumpió:

-¡Malfoy solo estuvo cinco minutos aquí! ¡No tenía nada, papá, solo estaba fingiendo! ¡Empezó a chillar como niña en el vestíbulo en cuanto vio que las cosas se habían puesto complicadas para él, pero dicen que luego de cinco minutos aquí en la enfermería de pronto se sentía fantástico y se marchó caminando tranquilamente!

-El punto es que Ron usó un maleficio imperdonable durante el duelo, a diferencia de Draco -dijo el señor Weasley-. ¿Qué les he enseñado toda la vida, muchachos? No siempre gana quien tiene la razón. A veces gana el más inteligente, el que no actúa en base a impulsos, sino que usando la cabeza. Y en este caso, por desgracia, ese fue Draco. Un maleficio explosivo puede llegar a ser perdonado si el causante tiene una buena justificación, pero no pasa eso con los maleficios imperdonables. La Ley Mágica establece claramente que el realizarlos conduce inevitablemente a una pena en Azkaban, no importan los motivos. Aunque me alegro mucho de que Ron esté bien y se vaya a recuperar, lo cierto es que ahora la tiene muy complicada… Muy complicada…

-¿Dices que acabará en prisión, igual que Harry? -dijo Ginny, espantada. El señor Weasley se quedó mirando a su esposa y decidió guardar silencio. Ella ahora lloraba más que antes, y al parecer debido a esto él decidió dejar de hablar, pero la expresión de su rostro lo decía todo.

En ese momento, una lechuza entró por la ventana y depositó una copia de El Profeta Vespertino sobre el regazo de Ginny. Ella le pagó al ave, desdobló el periódico y posó los ojos en la primera plana. De inmediato, su boca se abrió varios centímetros.

-¿Qué ocurre? -preguntó Fred al instante-. ¿Qué ha pasado?

-Han condenado a Harry a quince años en Azkaban -anunció Ginny, sin dejar de mirar la portada con los ojos como platos.

-¡¿Quéééé?!

-¡Hijos de puta! ¿Cómo es posible?

-¡Fred, cuida tu lengua! ¿Quince años, dices?

-¡¿Pero cómo…?!

Cuando Ginny acabó de leer la nota y el momento del shock inicial terminó, los Weasley lucían sombríos y desesperanzados.

-Esto es totalmente inusual -decía el señor Weasley, con el ceño fruncido-. ¿Hicieron su juicio al día siguiente de detenerlo y un día domingo?

-Y ya dictaron la sentencia -agregó Ginny, mirando a su padre-. ¿No hay nada que se pueda hacer, papá?

-Se podría apelar la sentencia, quizás -dijo el señor Weasley, negando con la cabeza-. Qué extraño…

-¡Es totalmente injusto! Harry no ha hecho nada. Ron no ha hecho nada. ¿Y el cara de pene de Malfoy sale bien librado de todo?

-¡Fred!

En ese momento, Fleur levantó la cabeza por primera vez y se quedó mirando a los gemelos con las lágrimas colgando de sus pestañas. Incluso así, habiendo estado llorando durante horas, lucía radiante y hermosa.

-¿De veggdad Haggy Potter es inocente? -preguntó entonces, en una voz muy fina e irreconocible.

Todos parecieron sorprenderse de oírla hablar finalmente.

-Sí, claro -le dijo Fred-. Sé que es difícil de creer, luego de lo que todos vimos anoche. Pero de verdad es inocente. Conocemos a Harry desde hace años, él no le haría daño a una mosca.

-Malfoy está detrás de todo esto -le explicó George-. Ha embrujado a Hermione para que actúe de esta forma, eso nosotros ya lo sabíamos desde antes. Así que supimos enseguida que Harry no la pudo haber violado realmente. Ella solo lo inventó para incriminarlo y tenderle una trampa. Claro que no podíamos hacer nada para evitar que lo mandaran a Azkaban… el puto Ministro estaba allí, furioso.

El señor Weasley se rindió en sus intentos de reprenderlos por hablar así.

-Suponemos que Hermione embrujó a Harry a su vez para que la golpeara en frente de todos, es la única explicación -dijo Fred-. Le tendió una trampa. Quizás usó un imperius. Pero tampoco es culpa de ella, porque a su vez estaba embrujada previamente por Malfoy, ¿entiendes?

Fleur no parecía acabar de comprender, pero lucía aún peor que antes.

-¡Mi Grrron! -chilló entonces, sin dejar de sostenerle la mano y llorando a viva voz-. ¡Él tenía grazón todo egste tiempo, y yo he sido tan cggruel…!

La señora Weasley finalmente se quitó la mano de la cara y se quedó mirando a Fleur con los ojos entrecerrados.

Pero Fleur no dejó de hablar ahí. Para sorpresa de todos, agregó:

-¡Y yo tenía infoggmación que poggdría servir… y ni siquiega se lo dije…!

Todos los Weasley compartieron una mirada entre sí y luego se volvieron hacia ella.

-¿Qué información? -preguntó Fred.

Fleur se limpió las lágrimas antes de responder.

-Yo soyg mitad-veela, ¿saben?

Todos asintieron, intrigados.

-Cómo no saberlo… -murmuró George en una voz muy baja, que solo su hermano pudo oír.

-Pues nosoggtras podemos ver bajo encantagmientos de invisibilidad y de ocultación… Y anoche he vigsto a esa chica que se fue pog la chimenea… y egra otra pegsona en verdad, ¿saben? Ega otra chica distinta, pego estaba bajo poción muggletijugos… No he dicho nada pogque no comprendí… Pego quizás tuviera algo que vegg con la trampa que le tendieron a Haggy…

-Se refiere a la chica rubia, la hija de Rosmerta -dijo Fred, comprendiendo-. ¿No era ella entonces? ¿Alguien más la estaba personificando?

Fleur asintió.

-Una chica mogrena, de cabello ogscuro… ojos magrrones.

-¿La habías visto antes?

-Mmm… No lo sé… No puegdo grecordarlo… Pego egra de Gryffindor, creo.

-No será difícil entonces -le murmuró Fred a su hermano, en voz baja-. Llevamos a Fleur a la torre Gryffindor y que se quede allí un rato mirando a toda la gente, hasta que dé con ella.

-Exacto. La impostora caerá más rápido que Lee ante un cigarro de snargaluff.

-¿Qué dijeron? -preguntó el señor Weasley, elevando la voz.

-Nada, papá. Que has venido muy guapo hoy.

-Sí, exacto. ¿Esa túnica es nueva, papá?

-Ustedes no harán nada de eso -dijo la señora Weasley entonces, hablando por fin-. Se limitarán a contarle estas cosas a sus profesores, y serán ellos quienes se encarguen de hacer lo que sea necesario. No quiero oír una sola palabra de que alguno de ustedes estuvo metiéndose aun más dentro de toda esta situación. Irán a buscar a la profesora McGonagall, le dirán lo que saben y obedecerán sus órdenes, ¿está claro?

-Sí, mamá.

-Sí, claro, mamá.

-Bueno, será mejor que regresemos a estudiar -dijo Fred-. Tenemos tantos deberes…

-Yo también -dijo Ginny, poniéndose de pie-. ¿Fleur, me acompañas?

-Egstá bien…

-Nos vemos luego -dijo George, despidiéndose de sus padres.

-Les escribiremos en cuanto Ron despierte, para avisarles -les aseguró Ginny.

-¡Adiós, mamá!

Quince minutos después, Fred, George, Fleur y Ginny estaban en la torre Gryffindor, sentados juntos a una mesa y mirando fijamente a todos los alumnos de la casa, que entraban y salían por el orificio del retrato.

-Atrapemos a esta putita -dijo George, frotando sus manos mientras miraba alrededor.

-¡George! -lo reprendió Ginny-. ¿No has aprendido nada de todo esto?

-¿A qué te refieres?

-¡A tu machismo! ¡Si de algo debería servirte todo lo que hemos estado viviendo es para aprender a no ser un sucio machista que dice cosas como "esta putita" para referirse a una chica!

-Yo he aprendido que algunas mujeres son unas frígidas con la raya seca que fingen ser violadas para lograr sus propios fines -dijo Fred-. No hablo de Hermione, claro. ¿Crees que la impostora era esa de allí, Fleur? ¿La que está junto a la chimenea?

Fleur negó con la cabeza.

-¿Qué me dices de ella? -preguntó Ginny, señalando a Romilda Vane-. Es un poco morena…

-No, no -Fleur negó de nuevo-. Egra mayor... Como de la edad de ugstedes -señaló a Fred y a George.

-¿Y ella? -preguntó George, señalando a Parvati Patil.

-No, definitiggvamente no. Esa tiegne una piel más bien trigueña. Esta chica egra morena.

-¿Qué tan morena? -preguntó Ginny-. ¿Era negra?

-No, no egra negra. Ella… Oh… -Fleur hizo una pausa, con la mirada clavada en un grupito de chicas que acababan de bajar por la escalera de los dormitorios de mujeres-. ¡Pegrro si allí está! ¡Ella es!

Los otros tres se volvieron hacia las chicas que Fleur miraba fijamente. Se trataba de Angelina Johnson, Alicia Spinnet, Katie Bell y Leanne. Venían charlando todas juntas y tomaron asiento en una mesa no muy lejos de donde estaban ellos.

-No me digas que era Katie Bell -dijo Ginny, boquiabierta-. Eso tendría sentido, ¿verdad? Porque era ella a quien Harry espió en la ducha la otra vez… ¿Quizás se puso de acuerdo con Hermione…?

-Qué putita… -dijo George, mirando a Katie y negando con la cabeza.

Ginny puso los ojos en blanco.

-No, no era eglla -dijo Fleur, mirando a Ginny-. Egra la otra. La que está a su lado. La del abrigo magrrón y bufanda roja y amagrilla…

-Todas tienen bufanda roja y amarilla -observó Fred-. Es la bufanda de Gryffindor, todas la traen.

-Se refiere a Alicia Spinnet -dijo Ginny-. Ella es la del abrigo marrón. ¿Estás segura, Fleur?

Ella asintió enérgicamente.

-Qué extraño -dijo Fred, en un susurro-. ¿Alicia? ¿Por qué habría querido Alicia complotar contra Harry…?

-La conocemos muy bien -le explicó George a Fleur-. Está en nuestro equipo de Quidditch. Es súper raro…

-Debe tener relación con lo que ocurrió con Katie Bell -murmuró Fred, acercándose a los demás para hablar sin que nadie los oyera-. Es su amiga. Apuesto lo que quieran a que se trata de una puta venganza hacia Harry.

-Quizás hay un complot mucho más grande de lo que creemos -dijo George, preocupado-. Quizás no es solo Malfoy… ¿Quién sabe cuántas chicas podrían estar involucradas en esto?

-Un movimiento femenino ultrasecreto de destrucción Pottérica -dijo Fred, abriendo los ojos exageradamente-. ¡Y están entre nosotros!

-Pueden ser cualquier persona, ¡quien menos imaginamos! -dijo George-. Sabemos que se manejan con poción multijugos. Literalmente cualquiera podría estar involucrada… ¡Qué putitas!

-Hasta podrías ser una de ellas -dijo Fred, mirando a su gemelo con los ojos abiertos de par en par-. No eres una de esas putitas, ¿verdad, George?

-Temo que jamás lo sabrás -dijo él.

-¿Pero cuál será su plan? ¿Destruir a Harry solamente…? ¿O quizás…?

-Quizás Harry es solo el principio… Quizás quieren destruir a todos los hombres…

-¡Qué putitas!

-¿No se toman nada en serio? -dijo Ginny, enfadada-. Ya recordé por qué no suelo hablar con ustedes en la escuela… ¿Y si vamos a hablar con Alicia y le preguntamos?

-Jamás lo confesará. Vamos, George, tenemos que formar un grupo de hombres dispuestos a luchar contra esta organización ultrasecreta de mujeres empoderadas.

-Estoy de acuerdo, hay que reclutar a muchos hombres -George se puso de pie junto a su hermano-. Y, de paso, podemos organizar la fiesta de mañana.

-¡Es cierto! Hay que comprar las bebidas. Ya no tengo nada de oro, hermano.

-Yo menos. Habrá que pedir.

-Nadie quiere poner, pero todos beben luego, ¿verdad?

-Tenemos que invitar a muchas chicas mañana. Fleur, ¿le avisarás a todas tus compañeras de Beauxbatons? La fiesta será a las nueve, en la torre Ravenclaw.

Los gemelos se marcharon y desaparecieron escaleras arriba. Fleur y Ginny se quedaron sentadas allí solas, una junto a la otra, en un largo silencio. Luego de un minuto allí sentadas sin decir nada, Fleur inclinó su cabeza hacia Ginny.

-¿Y tus hegrmanos siempre son unos gretrasados, o…?

-Sí, siempre -dijo Ginny, frunciendo la nariz-. Ven, Fleur. Vamos a hablar con Alicia.

-Has estado cerca… -decía Snape, mirando a Malfoy fijamente-. Muy cerca…

-Fue un momento de distracción -se defendió él. Estaban solos en el despacho del profesor, con la puerta cerrada y hablando en voz muy baja. -¡No pensé que el daño fuera tanto como para que su vida corriera peligro! El imbécil me atacó con un Cruciatus. Espero que lo expulsen, como mínimo.

-El director será quien se encargue de decidir eso -dijo Snape con frialdad-. No tardará en regresar. No quiero pensar en cómo se pondrá cuando se entere de todo lo que ha pasado en su ausencia…

-Me importa una mierda Dumbledore -le espetó Malfoy-. Y por mí, que Weasley se muera…

-Pensé que todo lo ocurrido te había hecho madurar, convertirte en alguien más serio, más responsable… -susurró el profesor-. Veo que me equivoqué.

-¿De qué habla? -preguntó Malfoy, con cara de desprecio.

-No puedes tomarte a la ligera lo que te ocurrió esta mañana, Draco… ¿Has olvidado los juramentos que me hiciste?

-Los recuerdo perfectamente -dijo Malfoy, clavando sus ojos grises en los de Snape-: No aprovecharme del nuevo estado de Hermione, forzándola a una vida de infelicidad; tratar a Hermione como ella habría querido ser tratada antes de la maldición y no realizar maleficios imperdonables o de magia negra. Pues bien, no me he aprovechado de Hermione en ningún momento, siempre la consiento en todo. No la he maltratado, a pesar de que ella está tan loca por mí que de seguro no le importaría, pero no he hecho nada de eso. La trato con cariño, con amor… como sé que a ella le gustaría. Y no he realizado maleficios imperdonables o de magia negra. El maleficio que le lancé a Weasley fue una maldición explosiva, no un maleficio imperdonable.

-Pero lo dejaste al borde de la muerte -susurró Snape-. Y por eso experimentaste semejante dolor… Weasley debió quedar en un estado tan grave en ese momento que su corazón se habrá detenido algunos segundos… Las palabras que juraste, Draco, fueron las siguientes: "jamás volver a asesinar ni a cometer maleficios imperdonables… renunciar a la magia negra para siempre, jamás unirte a magos oscuros y mantenerte en el buen camino de la magia por el resto de tu vida…" Será mejor que las recuerdes de forma completa, por tu propio bien. No importa qué maleficio uses, imperdonable o no: si atacas a una persona y esta muere, te morirás tú también. Son las condiciones del juramento. Y eso es lo que casi ocurrió esta mañana.

-¿Por eso sentí ese dolor, como si estuviera por morir? -dijo Draco-. ¿Porque Weasley casi muere?

-No puedes matar, Draco. He oído que Weasley quedó enterrado en lo profundo de las ruinas de la escalera de mármol con quemaduras de primer grado, costillas rotas, fractura de cráneo y un pulmón aplastado. Si no fuéramos magos, ya habría muerto.

-Está bien, de acuerdo -Malfoy lanzó un suspiro-. No volverá a pasar… Tendré más cuidado.

-No tienes que darme explicaciones a mí -Snape apartó sus ojos negros de él-. Ya me has hecho un juramento inquebrantable, así que ahora depende de ti que cumplas con él o no, yo solo intento advertirte… O tú mismo serás testigo de las consecuencias, de forma inmediata… Recuerda que un juramento inquebrantable no puede romperse. Ni siquiera yo puedo removerlo. Una vez que se hizo, queda activo para el resto de nuestras vidas. Solo lograste deshacerte del de Montague porque él murió, pero créeme que no yo no tengo intenciones de morir pronto… y, por supuesto, tú no tendrías chances en un duelo contra mí.

Malfoy le clavó la mirada fijamente y sin pestañear durante varios segundos, como si estuviera considerando aquello último.

-De acuerdo, profesor -dijo entonces, frunciendo los labios en su típica mueca-. No se preocupe, esta vez no tengo interés en deshacerme de mis juramentos… No deseo aprovecharme de Hermione ni tampoco tengo intenciones de practicar magia negra. Estoy conforme con las cosas tal como están.

-Mucho mejor. Bien, Draco, puedes marcharte.

Pero Malfoy no se puso de pie. Se quedó mirando a Snape hasta que este le dirigió la mirada de nuevo.

-¿Sí?

-Cuando regrese Dumbledore, quizás quiera expulsarme de Hogwarts por lo ocurrido.

-Es una posibilidad…

-¿Hablará con él, profesor? ¿Tratará de convencerlo de que no lo haga?

Snape se quedó mirando a Malfoy con una ceja arqueada.

-¿Y por qué habría de hacerlo?

-Usted me ha ayudado con todo esto -dijo Malfoy-. A pesar de que no tenía por qué hacerlo… Pues bien, si Dumbledore me expulsa, todo habrá sido en vano. No podría volver a ver a Hermione…

Snape se quedó pensativo, meditando esas palabras.

-Todo lo que usted me ayudó a hacer, profesor… para que yo pudiera vivir la vida que usted no pudo, con Lily Evans…

-Veré qué puedo hacer -murmuró Snape, desviando la mirada ante la mención de Lily-. Pero no te prometo nada.

-Claro que no, profesor. Yo soy el de los juramentos, ¿verdad? -Malfoy le sonrió de una forma extraña y se puso de pie-. Muchas gracias, profesor.

Y entonces se marchó del despacho.

La noche había caído profundamente sobre Azkaban. Los prisioneros dormían, excepto aquellos que lanzaban tétricas carcajadas a viva voz, hablaban solos o le aullaban a la luna, como si fueran hombres-lobo, pero sin serlo. Harry estaba en su celda, frente a su compañera, preparándose para un nuevo viaje mental…

-Estoy listo -dijo, frotando sus manos.

-No estoy segura de cuánto tiempo pueda mantenerte allí -dijo Rowena.

-He pensado en lo que quiero decirle -dijo Harry-. Ya lo pensé todo…

-Lo sé -dijo ella-, he visto tu mente. Adelante, toma mis manos.

Extendió las manos otra vez, con las palmas hacia arriba. Harry se acercó a ella y tomó aire, preparándose…

Estaba mucho más nervioso que antes. Porque ahora sí que sabía de qué se trataba aquello. Y sabía que Rowena no mentía respecto a sus habilidades, porque ya se las había enseñado, al transportarlo mágicamente y de forma fantasmal a la celda de Verity.

-¿Iremos al interior de la mente de Hermione, entonces? -preguntó Harry, antes de tomar sus manos, usando esos segundos para las últimas preparaciones mentales, para estar listo.

-Exacto -dijo la bruja de cabello negro y ojeras, mirándolo de esa forma penetrante-. No será como con Verity. No te verás a ti mismo en un lugar… porque Hermione, la verdadera Hermione, no está en un lugar en este momento. No se encuentra en una celda. Se encuentra atrapada en su propia mente.

-Y allí es a donde iré… -dijo Harry, asintiendo-. A su mente… Al agujero negro.

Rowena asintió. Sus manos seguían extendidas, esperando a que Harry diera el paso y las tomara…

Entonces Harry lo hizo. Estaba listo. Listo para visitar a Hermione. A la Hermione de siempre… ¿Funcionaría? Solo había una forma de averiguarlo… Tomó las manos de Rowena y al instante todo se volvió negro.

Esperó.

Y esperó más…

Pero nada pasaba.

Todo alrededor era color negro ahora. No había formas, no había paredes, no había suelo ni techo.

Giró la cabeza. Volvió a girarla.

Se dio cuenta de que no había sonido tampoco. Los distantes aullidos, risas desquiciadas y llantos de los otros presos habían desaparecido.

¿Qué había pasado? ¿Algo había salido mal…?

Harry ni siquiera sentía las manos de Rowena en las suyas. Era como si todo el universo de pronto hubiera desaparecido y él hubiera quedado atrapado en la nada, en un lugar que no era un lugar, en un vacío donde no había más que negrura en todas direcciones; sin luces de ningún tipo, ni sonidos, sin nada.

Y entonces sintió el terror. Un terror indescriptible que se apoderó de él y que tensó todos los músculos de su cuerpo, a la vez…

¿Qué había pasado?

Quiso caminar, pero no había dónde caminar. Quiso moverse, pero no había dónde moverse. Porque no estaba en ningún sitio. Tampoco se sentía como estar dormido. Estaba totalmente despierto y consciente, consciente de sus entornos y de todo a su alrededor… el problema era que no había nada allí.

Había sido transportado hacia la nada total, y el vacío de ese lugar le provocaba una sensación de pánico y asfixia que se aferró a su garganta como si lo estuvieran estrangulando…

Era sofocante…

Quería irse de allí. Ahora mismo.

El agujero negro.

Entonces lo recordó. ¿No había dicho Hermione que se encontraba en un "agujero negro"? Pues esto tenía aspecto de ser, precisamente, eso. Un horrible y terrorífico agujero negro.

¿Había funcionado entonces? ¿Hermione estaba allí?

No era posible… El terror que sentía, la sensación de que prefería morir antes que quedarse allí un segundo más… ¿Hermione estaba atrapada en ese lugar desde hacía todo ese tiempo…?

Había una sola forma de averiguarlo.

Harry habló en voz alta. Le dio terror hacerlo, temió que algo horrible saliera de ese espacio negro al oírlo y fuera a por él; pero tomó fuerzas, se armó de valor y lo hizo:

-¡HERMIONE! -gritó, con la voz temblando-. ¡HERMIONE, ¿DÓNDE ESTÁS?!

-¿Harry?

Fue tan rápido, tan instantáneo e inesperado que casi le da un infarto. Oír algo, cualquier cosa, en medio de ese vacío total le provocó un susto de muerte.

Y entonces, sin poder creerlo, Harry giró sobre sus talones y vio a Hermione delante de él.

La chica estaba allí, a pocos pasos de distancia, con su cuerpo iluminado como si estuviera recibiendo la luz del sol sobre ella, solo que no había ninguna luz allí. Y no había nada más alrededor de ella: todo era negro, no había suelo, no había nada… Pero Hermione existía, y estaba allí. Y lo miraba fijamente, con tanta sorpresa como él.

-¿Harry? -repitió.

-Hermione… vine por ti -dijo Harry, que sin darse cuenta estaba derramando lágrimas-. Vine a buscarte… Vine al agujero negro.

-Pero… ¿cómo?

En ese momento, se oyó otra cosa aparte de sus voces. Un sonido terrible y muy lejano a la vez, una especie de lamento mezclado con una carcajada diabólica, justo sobre sus cabezas.

Harry sintió que toda su piel se ponía de gallina por el miedo.

-¿Qué ha sido eso? -susurró, aterrado.

Hermione lo miraba con pánico.

-La Hermione oscura -susurró, con un hilo de voz.

Harry miró hacia arriba, pero no había nada visible allí. Solo negro. Negro y más negro… ¿Había cosas allí aparte de ellos dos? ¿Cosas que no podía ver en esa terrible oscuridad?

-¿Te ha hecho daño…? -susurró.

Hermione negó con la cabeza.

-¿Puede vernos? ¿Sabe que estamos aquí?

-Sabe que yo estoy aquí -susurró Hermione, con la voz temblando-. Harry… No me dejará salir… No me dejará marcharme de aquí…

-Te sacaré de aquí, Hermione. Te lo prometo. Te lo juro. Te juro que haré lo que sea necesario…

Hermione entonces se abalanzó sobre él y lo abrazó. Y él le devolvió el abrazo, y le acarició el cabello, y se sintió totalmente real, porque estaba pasando de verdad. Estaba allí con Hermione de verdad, dentro de su mente, en ese rincón oscuro donde estaba prisionera, abrazándola y acariciándola…

-Tengo miedo, Harry -dijo ella, llorando. Estaba temblando. Hermione temblaba en sus brazos. -No puedo creer que estés aquí… Viniste por mí…

-Te dije que te rescataría… -susurró él en su oído-. ¿Lo recuerdas?

Ella asintió, con las lágrimas cayendo por sus ojos.

-¿Recuerdas que te lo dije, en la fiesta?

-Sí… Sí, me acuerdo.

Hermione no dejaba de llorar en sus brazos. Harry sentía como si cada segundo con ella fuera un milagro y una puñalada directo en el corazón, ambas cosas a la vez. Ella temblaba con terror, el terror de vivir en ese lugar infernal, en ese sufrimiento…

-Te rescataré, Hermione -dijo él entonces, acariciándole una mejilla y mirándola a los ojos ahora, de cerca, sin soltarla por un segundo, abrazándola contra sí con firmeza.

-¿Pero cómo…? -susurró ella, devolviéndole la mirada empañada por las lágrimas-. Te juro que anoche lo intenté, Harry… Cuando estábamos bailando… Casi logré recuperar el control de mí misma, pero… No se puede… Es imposible, Harry… Es imposible… Solo duró un segundo, y el agujero negro volvió a tragarme… otra vez aquí.

-Hermione, escúchame -dijo Harry, que ahora temblaba también-. El maleficio que te pusieron actúa sobre tu mente, y no hay nada que puedas hacer para recuperar el control de ella. No gastes tus fuerzas en intentarlo, porque es imposible.

-¿Dices que no puedo hacer nada?

-Digo que no puedes ganarle a la Hermione oscura usando tu mente… Es otra cosa lo que tendrás que usar.

-Mi mente es lo único bueno que tengo, Harry -dijo ella, llorando en sus brazos-. Soy inteligente… eso soy. Es mi única fortaleza. Es lo que me caracteriza… Si no puedo ganarle usando mi mente, entonces no podré hacerlo.

-No es lo único bueno que tienes, te equivocas -Harry puso una mano en su pecho, igual que como había hecho durante la noche, en su dormitorio, cuando creyó que era esta Hermione con la que estaba hablando-. Tienes un gran corazón, lo sé… Y eso es lo único que podrá sacarte de aquí.

-¿Mi corazón…?

-Tienes que enamorarte de alguien más, alguien que no sea Malfoy... Es la única forma en la que lograrás salir de aquí.

Ella se quedó observándolo fijamente, en shock, con su pecho inflándose rápidamente con su respiración.

-¿Enamorarme…?

-Malfoy te puso aquí, Hermione. Eso no es amor. Nadie que te ame te haría esto, ¿te das cuenta? La única forma de romper el maleficio es que dejes de amarlo, que te enamores de alguien más… Y el cambio tiene que venir de aquí, de tu corazón -le señaló el pecho con un dedo.

Entonces Harry le acarició los brazos, sin dejar de mirarla fijamente.

-¿Estamos dentro tuyo, verdad?

Ella asintió, lentamente. Harry ahora la abrazó de forma más estrecha, mientras la miraba fijamente a los ojos.

-Sé que en algún sitio, aquí dentro, hay sentimientos por mí… Estoy seguro… Lo he visto a través de tus ojos… Y sé que están aquí, en algún sitio.

Ella respiró muy hondo mientras lo miraba con los ojos muy abiertos. Apoyó sus manos sobre los brazos de él, despacio, dándole una caricia de forma insegura, con unos dedos que temblaban.

-Te ayudaré a despertar esos sentimientos, Hermione… Y entonces podrás salir de aquí.

Hermione quedó boquiabierta. Sus ojos color café lo miraban con el pánico reflejado en ellos. Los entornos de Harry seguían siendo negros, pero veía algo nuevo ahora… había una especie de temblor alrededor, algo muy similar a cuando visitó la celda de Verity y todo empezó a ponerse borroso de pronto…

El viaje estaba por terminar.

Rowena no aguantaría mucho más.

-Hermione, tengo que decirte algo… yo… yo…

Respiró hondo.

-Te amo, Hermione. Yo estoy enamorado de ti… Te amo mucho…

Los entornos temblaban casi tanto como ellos…

Entonces, sin esperar su respuesta, Harry se acercó a ella y la besó profundamente en los labios. La besó con toda su alma. La abrazó por la cintura y la besó como si el mundo estuviera por derrumbarse en torno a ellos, como si todo el universo fuera a colapsar en ese agujero negro y a tragárselos a ambos, juntos, en ese beso eterno…

Ella le devolvió el beso, y lo abrazó, y de pronto empezó a temblar más que antes. Estaba desvaneciéndose, disolviéndose en la negrura…

¡No…!

Estaba desapareciendo. El viaje se terminaba…

¡Hermione…!

Y entonces, tan de súbito como había comenzado, el momento terminó.

Harry estaba de vuelta en la celda, sosteniendo las manos de Rowena.

Se quedó paralizado, con los ojos abiertos de par en par.

-Fue un buen intento -musitó la bruja, de forma sombría.

-¿Funcionó? -le preguntó Harry, en un susurro, agitado y con el pulso acelerado-. ¿Puedes saberlo…? ¿Funcionó?

En ese momento, a cientos de kilómetros de distancia, en un dormitorio de la casa de Slytherin, en Hogwarts, Hermione Granger abrió los ojos y se quedó mirando el techo. Estaba acostada en su cama y todo alrededor estaba bañado por la oscuridad de la noche.

Pero era una oscuridad distinta, una parcialmente iluminada por la luz de las estrellas que ingresaba por la ventana, y se oían sonidos a lo lejos. Sonidos reales. Animales, quizás, o el susurro del viento…

Hermione respiraba con dificultad, como si acabara de salir a la superficie de un océano terrible luego de casi haberse asfixiado en él, con sus ojos color café muy abiertos.