Capítulo 37. El villano

Los ojos de Hermione giraron a un lado. Su rostro acompañó el movimiento, lentamente y luciendo tan aterrado como antes.

Malfoy estaba en la misma cama que ella, con su espalda desnuda apuntándole y con su cabello rubio enterrado en una almohada. Parecía dormido. Unas sábanas blancas lo tapaban de la cintura hacia abajo.

Tratando de mover la mínima cantidad de músculos necesaria, tratando de no provocar ni el más mínimo sonido, Hermione apartó lentamente las sábanas de encima de ella. Entonces notó que estaba desnuda, por completo.

Había estado durmiendo desnuda junto a él…

Sentía todos los nervios de su cuerpo en alerta máxima. Una gota de sudor cayó por su frente. Tenía más miedo del que hubiera tenido nunca en su vida, incluso más que el que había sentido la noche en que había sido violada en Londres.

Había una sola preocupación en su mente: ¿Estaría dormido…? ¿Estaría muy dormido, o solo apenas…? ¿Se despertaría? ¿Le diría algo? ¿Tendría que actuar, que fingir que aún era la Hermione oscura…?

Deseaba con toda su alma que no fuera necesario.

¿Y si Draco despertaba y le pedía tener sexo con él…? ¿Tendría que hacerlo, para que no sospechara…?

El terror que sentía se agravaba por el nivel de ignorancia que Hermione tenía sobre su situación. No tenía idea de qué había pasado… Era como si acabara de despertar después de semanas en coma. ¿Draco la había dejado en ese estado? ¿Y si lo había hecho él, entonces tenía la capacidad de hacerlo de nuevo? Si descubría que ella había vuelto en sí, que era nuevamente la Hermione de antes, la real, ¿entonces tomaría su varita y le lanzaría el maleficio de nuevo?

Apoyó un pie descalzo en el frío suelo del dormitorio, donde solo estaban ellos. Un dormitorio privado en Hogwarts… Un dormitorio con una ventana en una casa como la de Slytherin, cuya principal característica era ser subterránea… Malfoy gozaba de privilegios… Le gustaba eso… Estaba acostumbrado a tener privilegios… No aceptaba un "no" como respuesta…

Y había resultado ser mil veces más peligroso de lo que ella o nadie de sus compañeros hubiera nunca imaginado.

Le había hecho vivir la pesadilla más terrible que jamás hubiera imaginado…

No quería volver allí. Por favor, no quiero volver allí… Pase lo que pase, no quiero volver… Aunque tenga que fingir que aun soy ella y tener sexo con él, o dejarlo hacer lo que quiera conmigo hasta que se duerma, lo haré… Haré lo que sea, pero por favor… Por favor, no de vuelta allí…

Puso el otro pie en el suelo, con los ojos cerrados y con todo su cuerpo temblando por el terror. Lo hacía tan despacio como era capaz, con la esperanza de que su movimiento fuera imperceptible, deseando poder ser invisible, poder tener una capa de invisibilidad allí con ella…

Tomó su varita de la mesa de luz y la sostuvo en las manos, sentada al borde de la cama, mientras trataba de respirar de forma lo más silenciosa posible. Sentía su corazón golpeando en su pecho con más fuerza que nunca. Su corazón estaba vivo como jamás lo había estado antes, más que nunca.

¿Despertaría Draco con el ruido que ocasionaba su respiración, o su corazón…?

No seré capaz de fingirlo… Si despierta, se dará cuenta… Se dará cuenta, no puedo actuarlo… No en este momento…

Se sentía al borde de una crisis nerviosa. Tenía tanto terror de que volviera a ser absorbida por el agujero negro, de que la Hermione oscura tomara el control otra vez, de que Malfoy despertara…

Giró la cara muy, muy lentamente hacia atrás, hacia la sombra que había tras ella, hacia el bulto envuelto en sábanas que ocupaba el otro lado de la cama… Su sien palpitaba, otra gota de sudor cayó por su frente, la sangre corría por sus venas rápidamente…

Malfoy seguía inmóvil, igual que antes. No había despertado. No aún…

Hermione sostuvo su varita y trató de pensar en un maleficio. No podría actuar, lo sabía bien, así que en caso de ser necesario tendría que atacar. Tenía que usar sus habilidades de combate, ella era muy buena haciendo magia…

Un maleficio aturdidor, pensó entonces. Algo simple, no puedo arriesgarme a fallar… Un maleficio aturdidor será suficiente, de ser necesario.

Con su corazón latiendo tan fuerte contra su pecho que le sorprendió que Malfoy no despertara por el sonido, Hermione se puso de pie, muy despacio, se volvió en el lugar y se quedó enfrentando al chico, de pie junto a la cama, con la varita lista en su mano derecha, por si tenía que usarla.

Pero Malfoy seguía dormido, de espaldas a ella, inmóvil.

Las estrellas brillaban a través de la ventana y no se oía nada fuera del dormitorio. ¿Qué tan tarde sería? Ojalá fuera tarde, muy tarde... Ojalá todos estuvieran profundamente dormidos, en todo el castillo. Sobre todo Malfoy.

Hermione ahora estaba desnuda de pies a cabeza, parada al lado de la cama, mirando a Malfoy con los ojos bien abiertos y la varita lista en la mano. Sus pechos desnudos colgaban ante ella y sus glúteos desnudos recibían el brillo blanquecino de la noche.

En puntas de pie, dio varios pasos hasta donde estaba su ropa, sin dejar de mirar hacia donde estaba Malfoy. En un momento, los huesos de su pie sonaron y se quedó petrificada, quieta, esperando y esperando, por si el sonido lo despertaba…

Pero no. Malfoy dormía. Ahora podía percibir la tranquila respiración del chico, la respiración de alguien dormido…

Pero no bajó la guardia por un segundo. Con el alma en la boca, y sin dejar de sentir ese terror que la dominaba por completo, se puso el calzón, muy despacio. Luego el sostén, que se abrochó llevando las manos a la espalda incluso con la varita aun en ella. Luego se puso el pantalón de jean lentamente, luego su camiseta, y finalmente el jersey rosado.

Luego de que se puso los calcetines y los tenis, se quedó esperando de nuevo, por si había provocado algún sonido… Esperando y midiendo el bulto que era Malfoy en la cama. Por si detectaba algún mínimo movimiento, algún indicio de que no estaba dormido realmente…

Nada. Malfoy no se movió.

Sin quitarle los ojos de encima, empezó a caminar hacia la puerta.

Muy, muy lentamente…

Abandonó el dormitorio. Aun en puntas de pie, aún con el corazón en la boca, bajó las escaleras que separaban a ese dormitorio "exclusivo" del resto, que estaban en un desnivel, por debajo del nivel del suelo y de los terrenos de Hogwarts…

Llegó a la sala común, en la que se oía el lejano murmullo del Lago Negro, que estaba sobre su cabeza ahora…

Cinco minutos después, Hermione corría por las mazmorras. Corría por su vida, con su cabello negro agitándose en la oscuridad de la noche, con las lágrimas cayendo por su rostro, corriendo como si de ello dependiera su vida, en la desesperación total…

Llegó al vestíbulo, subiendo las escaleras de las mazmorras de a dos en dos, sosteniendo su varita con muchísima fuerza. Pero no subió las escaleras de mármol, que aún tenían un enorme cráter en medio rodeado de carteles de advertencia. No trató de ir hacia el despacho de algún profesor, no trató de despertar a ningún adulto responsable para explicarle su situación…

En cambio, Hermione tiró de las enormes puertas de roble, que estaban sin llaves ni trabas. Y salió a la noche exterior, donde continuó corriendo como si la estuvieran siguiendo para asesinarla.

Corrió y corrió bajando la explanada, sin dejar de llorar y de sentir ese terror en su pecho, ese bombeo de su corazón contra su garganta a toda velocidad, temblando y sacudiéndose por el pánico, por la sensación de terror que no se iba…

Tenía un descomunal terror hacia Malfoy. Tenía un miedo monstruoso de que estuviera siguiéndola, de que hubiera despertado, de que hubiera ido tras ella, de que estuviera buscándola por todo el castillo…

Hermione se torció un tobillo mientras saltaba sobre una roca enorme, pero no le importó. Se puso de pie a toda velocidad y continuó bajando por las escaleras de piedra que descendían por la colina sobre la que estaba el castillo, hacia la parte más baja de los terrenos de Hogwarts, zigzagueando entre las ondulaciones del terreno, pasando cerca del Sauce Boxeador y continuando su trayecto cuesta abajo, saltando sobre rocas y desniveles, sobre maleza y pasando ahora junto al estadio de Quidditch…

La luna brillaba en el cielo nocturno. Las estrellas alumbraban de blanco los oscuros terrenos exteriores del castillo, donde no había nadie más que ella.

Y Hermione corrió y corrió, llorando sin cesar, hasta que llegó al Bosque Prohibido y se internó en él.

Y no se detuvo allí. Continuó corriendo, internándose en lo profundo del bosque, corriendo entre los árboles, pasando junto a criaturas nocturnas que volvían sus cabezas con pelos y plumas hacia ella.

Corrió y corrió tan lejos como pudo, sin siquiera pensar en qué estaba haciendo, ni a dónde iba. Solo importaba alejarse, alejarse todo lo que fuera posible de allí, de Malfoy, de todo eso, hasta donde le dieran los pies.

Solo importaba correr tan rápido como pudiera hasta que ya no fuera capaz de correr más, hasta que los latidos de su corazón finalmente golpearan tan fuerte que la hicieran tropezar y colapsar.

Pero lejos, tan lejos como pudiera…

Finalmente, luego de lo que parecieron horas, llegó a un lugar del Bosque Prohibido tan pero tan distante que la vegetación casi no permitía seguir avanzando, por lo espesa que se había puesto.

Entonces, ya sin fuerzas, ya sin poder seguir, Hermione cayó de rodillas al suelo.

Cayó de rodillas en medio de las plantas y la maleza, oculta por mucha vegetación, por árboles tupidos y plantas silvestres. Oculta por una oscuridad tan profunda que era prácticamente imposible que alguien fuera a encontrarla allí.

Y entonces rompió en llanto con una intensidad mayor a cualquiera que hubiera tenido antes.

Se tapó la cara con las manos, con su cuerpo temblando y sacudiéndose frenéticamente.

Lloró y lloró y sintió que se desmayaría. Que todo el mundo se destrozaría entre sus dedos…

-Así que, básicamente… ¿tu amiga es una putita? -preguntó Ginny, sin poder creerlo.

Alicia asintió con la cabeza.

-Sí, exacto.

Ginny no podía creerlo. Parecía que aquello fuera una broma de Fred y George. Se volvió para mirar a Fleur, que también lucía muy sorprendida.

-Pero recuerden que el único motivo por el que les digo esto es porque no me gusta que esa chica inocente haya acabado en Azkaban, ¿de acuerdo? -susurró Alicia. Estaban las tres juntas y solas en un rincón apartado de la sala común. No quedaba casi nadie allí abajo, los demás dormían.

-Sí, pero tienes que hablar de esto con McGonagall -dijo Ginny-. Para que ella le diga al Ministerio y entonces la liberen.

-Sí, bueno… respecto a eso… -Alicia se empezó a enroscar el cabello negro, muy nerviosa.

-¿Qué ocugrre? -preguntó Fleur-. ¿No quiegres liberar a esa chica inocente de prigsión?

-Sí, no es eso…

-¿Entonces…? -la apremió Ginny, entornando los ojos.

Alicia suspiró muy fuerte.

-Nadie puede saber lo de mi amiga y yo, nadie.

-No te preocupes -dijo Ginny, frunciendo el ceño-. No le diremos a nadie. Solo a McGonagall.

-¡Es que no puedo quedarme tranquila si le decimos a McGonagall! ¡En este castillo no se puede guardar un secreto, todos acaban enterándose…! Además, no sé si la prostitución sea algo lo suficientemente grave para que nos expulsen…

-¡Estamos hablando de que esa chica acabó en Azkaban! ¡Eso es mucho peor que ser expulsado!

-Lo sé, lo sé… -dijo Alicia, muy nerviosa.

-Ya nos lo has digcho a nosoggtras. No veo la difegencia con decigle también a McGonagall.

-Tal cual, Fleur tiene razón.

-Sí, sí que hay diferencia -insistió Alicia-. Porque no les he dicho quién es mi amiga, por ejemplo…

-Está claro que es o Katie, o Leanne, o Angelina…

-¡Da igual! No se los dije, y no quiero que se sepa. No puedo hacerle eso.

-Pues déjanos hablar con ella. Nosotras la convenceremos.

-¡No! Yo hablaré con ella, y, si ella quiere, entonces hablará con ustedes… ¿Qué les parece eso?

-Bien, hazlo ahoggra, ve con eglla, te espeggramos -dijo Fleur, con la frente arrugada.

-No, ¿cómo que ahora? Está durmiendo ahora. No voy a ir a despertarla por esto.

-"¿Por esto?" -dijo Ginny-. ¿Te parece una estupidez? ¡Hay una chica que en este momento está durmiendo en una celda por tu…!

-¡No te atrevas a decir que es mi culpa! -dijo Alicia, en un susurro frenético-. ¡Yo no dije esas cosas que hicieron que el Ministro la enviara a prisión! ¡Fue alguien más, te digo! ¡Me han embrujado, no sé qué pasó!

-¿Y no puegdes grecordar quién te embrujó? -preguntó Fleur.

-¡No! ¡No puedo! Lo último que recuerdo es que estaba en el baño, y… Bueno, pues, estaba orinando, ¿vale? Es que había bebido mucho…

Ginny hizo un gesto de impaciencia. Le resultaba exasperante que Alicia no contara su relato de forma completa y rápida.

-Sí, ¿y entonces? -la apremió.

-No estaba mirando hacia adelante -explicó Alicia-. Por eso no vi quién abrió la puerta y me maldijo… ¿Quieres que te explique también por qué no estaba mirando hacia arriba? ¿Necesitas los detalles? Pues me estaba limpiando, ¿contenta?

-No, no necesitaba los detalles -dijo Ginny, abriendo mucho los ojos y mirando hacia otro lado con los labios apretados-. Solo quería saber si no habías podido ver quién era…

-Pues no. No sé quién fue. Y luego ya no recuerdo más nada, solo que una voz en mi cabeza me decía qué hacer, pero no era una voz que fuera a reconocer, porque no es como que la oigas con el sonido… correcto, digamos. No lo sé, es difícil de explicar. No lo entenderías si nadie te ha hecho eso a ti.

-De acuerdo… -Ginny se quedó pensativa-. Mira, si fuera por mí iríamos ahora mismo a hablar con McGonagall, pero como es tu decisión, dependemos de ti. Dime, ¿qué haremos?

-Esto es lo que haremos -dijo Alicia, con la mirada perdida, muy seria-. Nos iremos a dormir… porque ya es tarde y mañana tenemos que asistir a clases, porque es lunes… Luego, tranquila, hablaré con mi amiga, la "putita", como dices, y acordaré una nueva reunión con ustedes en base a lo que hable con ella… ¿Qué les parece?

Ginny asintió lentamente y sin quitarle los ojos de encima. Luego de que Alicia desapareció escaleras arriba, se volvió hacia Fleur con una expresión de profunda rabia.

-¡Es una hija de puta! -le dijo en un susurro colérico-. No puedo creer que anteponga su culo y el de la puta de mierda de su amiga a la suerte de una persona inocente que acabó en Azkaban porque estas dos zorras anduvieron jugando con poción multijugos...

-Sí, es muy egoísta de su paggte -dijo Fleur, en voz baja-. Peggo aun así, egsto no pagece tener nada que vegg con lo de Haggy entonces… ¿vegdad?

-Pues yo creo que Hermione o Malfoy le lanzaron un maleficio imperius a Harry -dijo Ginny, pensando con detenimiento-. Y tiene pinta, por lo que dijo esta estúpida, de que a ella también le lanzaron uno. La pregunta es, ¿habrá sido alguno de ellos dos, o alguien más? ¿Se habrán equivocado? Pero no puede ser que creyeran que era Harry el que estaba orinando allí, porque era un baño de mujeres. La persona que maldijo a Alicia debía saber que era ella, y debía querer usarla para hacer lo que hizo… para mandar a esa chica a Azkaban. Pero no tiene sentido, porque la chica era alguien cualquiera de Londres que nadie conoce aquí. Estas dos idiotas solo consiguieron cabellos y uñas de gente random. ¿Por qué Hermione o Malfoy querrían mandar a una desconocida a Azkaban?

-Quizás queguían generar una distracción. Haceg tiempo con ella, delante del Ministro, mientras Hegmione lograba allí aguiba en el dormitorio que Haggy bajara a armar esa escena delante de togos

-Sí, tienes razón… Quizás se trató de una distracción, para hacer tiempo…

-Pues veamos qué dice Alicia magñana. Le daguemos solo un día. Ni uno más. Si se rehúsa a delatag a la putita de su amiga, entonces vamos a McGonagall nosotras mismas. Que lo sepa togo.

-De acuerdo.

La respiración de Hermione empezó a normalizarse. Pero aún estaba en medio de una crisis nerviosa, sin atreverse a seguir moviéndose. Los pensamientos recorrían su mente como relámpagos.

¿Draco ya habría despertado? ¿Ya habría visto que ella no estaba a su lado? ¿Habría empezado a buscarla…?

Tenía que huir. Tenía que huir de Hogwarts. Tenía miedo, mucho miedo de estar cerca de él. De que volviera a arrastrarla a ese lugar horrible.

Y tenía miedo de que fuera a caer allí nuevamente, incluso estando sola ahí. ¿Sería eso posible? Había logrado salir de allí, pero anteriormente también había pensado que estaba lográndolo, y luego se había hundido de nuevo…

¿Quién le aterraba realmente, Draco o la Hermione oscura? Podía huir de Draco, pero no de ella… Si ella intentaba salir… Si intentaba volver a hundirla allí dentro… no habría nada que pudiera hacer.

Por lo pronto, solo podía concentrarse en huir de Draco. Tenía que abandonar Hogwarts y buscar un lugar seguro. No confiaba en nadie, ni siquiera en los profesores, en nadie… ¿Y si le daban la razón a él, como ya había ocurrido cuando expulsaron a Harry? ¿Y si creían que ella había enloquecido y la mandaban a algún psiquiatra en San Mungo o algo así?

No… Cualquiera de esas opciones le daría a Draco herramientas para someterla de nuevo… Y, fuera lo que fuera a pasar a continuación, no permitiría que Draco la dominara otra vez…

Aguzó el oído. Oía el susurro de los animales nocturnos del bosque, oía el viento meciendo las copas de los árboles sobre su cabeza... Oyó un búho en algún árbol cercano… La noche era profunda en el bosque, muy profunda…

Y entonces, escuchó otro ruido. Algo totalmente distinto.

Hermione abrió los ojos y se quitó las manos de la cara. Se quedó paralizada, con la mirada al frente.

No… No era posible… Estaba en medio de la nada, en una zona tan profunda del Bosque Prohibido que no había forma de que él supiera que estaba allí… ¿verdad?

Se quedó inmóvil, sin mover un solo músculo. Giró la cabeza despacio hacia el lugar donde lo había oído, pegándose al suelo tanto como le fue posible y tratando de espiar entre las ramas del arbusto que tenía al lado…

La oscuridad era casi total. Las copas de los árboles no permitían ver ni siquiera el cielo…

No había forma de que pudiera encontrarla allí, era imposible…

Y entonces, como en una película de terror, despertando una psicosis en su mente que erizó los bellos de su nuca, lo oyó de nuevo, y esta vez no le quedaron dudas: estaba oyendo pasos. Pasos humanos… Pasos de alguien que caminaba a poca distancia de ella, pisando y haciendo crujir las ramitas del suelo boscoso mientras se abría paso entre los árboles y arbustos…

No… No, no, no… No puede ser… Es imposible…

Hermione se quedó tan inmóvil que se le acalambraron los pies, pero no le importó. Cerró los ojos y trató de mimetizarse con sus entornos. Estaba parcialmente oculta entre varios arbustos y plantas espesas, en medio de una zona del bosque donde no se veía nada… Aunque la hubiera seguido hasta allí, de alguna forma imposible, Draco no tendría forma de saber que ella estaba escondida allí si no se movía, si no producía ningún sonido…

No tendría forma…

Los pasos se acercaban. El sudor caía por la frente de Hermione. Ahora se oían tan claramente como si estuvieran justo del otro lado de este arbusto a su derecha...

Era como si los pasos supieran exactamente dónde estaba ella.

Como si Draco tuviera algún poder mágico que le dijera precisamente dónde estaba oculta Hermione en medio de ese gigantesco bosque, aunque no pudiera verse nada allí, aunque no hubiera forma coherente de que la hubiera podido seguir en su largo trayecto realizado al azar por el bosque, internándose en sus profundidades hasta aquella zona apartada y recóndita…

Pero entonces…

-¡AQUÍ ESTÁS! -con un bramido furioso, con una voz suave e irreconocible, una mano atravesó el arbusto a su lado a intentó agarrarla del cabello.

-¡AAAAAHHHHHHHHH! -con un chillido de terror que desgarró la noche e hizo eco entre los árboles del tenebroso rincón del bosque, Hermione dio un salto hacia atrás, zafándose de milagro de aquellas manos…

¡Corre!, gritó una voz de alarma en su cerebro. ¡HERMIONE, CORRE!

Empezó a huir a toda velocidad. Corrió y corrió despavorida entre los árboles, arañándose la cara con las ramas más bajas de la espesa vegetación, tropezando con las raíces sobresalidas que eran imposibles de ver en medio de tanta oscuridad…

Corrió y corrió con las lágrimas cayendo por su rostro otra vez, con su pecho a punto de explotar, sin aguantarlo más, con el pánico aferrándose a su garganta y estrangulándola rápidamente, cortando su respiración; con las piernas acalambradas y agarrotadas, pero sin dejar de moverlas con todas sus fuerzas, dando hasta la última gota de sudor en su huida, corriendo lejos de Draco como si su vida dependiera de ello.

Va a atraparme… decía una voz negra en su mente. Me atrapará y me lanzará la maldición otra vez… Me enviará de regreso al agujero negro… Me someterá otra vez…

Pero otra voz gritaba con más fuerza, tratando de salvarla.

¡No, Hermione! ¡No dejes de correr! ¡Huye! ¡Hagas lo que hagas, no mires atrás y no dejes de correr!

Pareció que pasaron horas, pero ella no se detuvo. La lógica le decía que ya tenía que haberle perdido el rastro, porque hacía muchísimo tiempo que estaba huyendo a toda velocidad, sin detenerse para recuperar el aliento a pesar de que sus pulmones le pedían a gritos que lo hiciera, pero no se detuvo.

Corrió y corrió hasta que el bosque empezó a abrirse, volviéndose menos espeso… Pero no podía estar regresando a Hogwarts, porque estaba segura de que había estado huyendo en dirección contraria todo el tiempo… Había guiado su camino observando las estrellas cada vez que se asomaban por sobre las copas de los árboles, así que no podía haberse desorientado tampoco… Había invertido todas sus energías, físicas y mentales, en huir de allí.

Entonces el terreno empezó a bajar, y supo que estaba en alguna parte tan lejana del bosque que ni siquiera sabía que existiera. De hecho, ¿seguía eso siendo el Bosque Prohibido? Ahora los árboles se abrían y sus alrededores empezaron a convertirse en un paisaje diferente, menos boscoso, con espacios abiertos y muchas ondulaciones en el terreno, que bajaba más y más…

Pasó corriendo junto a una ondulación rocosa rodeada de plantas y vio ante sus ojos que el terreno descendía de forma muy vertical hacia un arroyo… Se podía ver que ya no había bosque más allá de la corriente de agua… El Bosque Prohibido terminaba allí, y del otro lado había tierras escocesas vírgenes, con montañas, rocas y ese arroyo que escurría entre ellas…

Hermione volvió a correr, bajando a toda velocidad. Si tan solo supiera aparecerse… Estaba segura de que ya no estaba en terrenos de Hogwarts, y de que uno podía aparecerse y desaparecerse allí. Pero todavía no tenía edad para hacerlo y por lo tanto tampoco había aprendido cómo era…

Llegó al arroyo y se detuvo. No tenía idea de qué tan profundo sería. ¿Qué hacía? ¿Intentaba esconderse de nuevo? Sus únicas esperanzas eran huir a pie de allí, no tenía forma mágica de transportarse…

Miró hacia atrás y hacia arriba, hacia la colina por la que había descendido.

No había forma de que Malfoy la hubiera seguido hasta allí también, tan lejos y durante tanto tiempo… ¿verdad?

Trató de recobrar el aliento y las fuerzas. Su pecho ardía. Temblaba de pies a cabeza. Su mano que sostenía la varita se sacudía por el temblor. Su rostro ardía y estaba empapado en lágrimas y sudor…

No había forma…

No la había… ¿verdad?

Pero entonces lo vio, y tragó una saliva helada. El sudor que caía por su frente se puso frío…

Una figura salió de entre los árboles allí arriba, caminando tranquilamente, caminando hacia ella… Una figura con una capa negra larga y capucha… No podía verle el rostro. Y bajaba la explanada caminando, con una varita en su mano también, yendo hacia ella con toda calma, como si la persecución que a ella le había exigido todas sus fuerzas no le hubiese costado nada de trabajo a él…

Y entonces supo algo más. Por la estatura de la persona, y por su complexión física, supo que aquella persona, la que la había estado siguiendo a través de todo el bosque y hasta esa zona recóndita fuera de los terrenos de Hogwarts… no era Draco.

Era alguien distinto. Alguien que parecía tener la capacidad de encontrarla a donde sea que ella fuera, de alguna forma.

Pero no iba a quedarse allí a descubrir quién era. Hermione se volvió hacia las aguas del arroyo, tomó mucho aire y empezó a correr a través de él.

Pisó el agua, que empapó sus tenis. Se metió más adentro, hasta que el agua le llegó a las rodillas. Un agua helada, como cubos de hielo en esa noche invernal en la que estaba… Pero la atravesó como pudo, hasta que llegó al medio del caudal de agua, con el nivel de esta ya en su cintura… Siguió cruzando el arroyo, llorando otra vez, en desesperación, olvidando absolutamente todo; incluso las palabras que podría haber usado para lanzar algún encantamiento. Sencillamente escapaban a su mente.

Estaba totalmente dominada por el terror.

Cuando ya había cruzado la mitad del arroyo, giró la cabeza hacia atrás…

La figura encapuchada estaba de pie en la orilla tras ella, mirándola fijamente con un rostro oculto por la oscuridad y por su capucha.

Hermione volvió a mirar hacia el frente y puso las últimas energías que le quedaban en llegar a la otra orilla… Sabía que no podría hacer nada luego de eso… Ya no podía avanzar más… Estaba agotada… No podía huir más… Llegaría a la otra orilla y se desplomaría en el suelo en ella, desmayada sobre las piedras…

Pero siguió avanzando, hasta que le faltaban unos pocos metros para salir del arroyo, para llegar allí, por fin…

No parecía que el hombre se hubiera metido al arroyo tras ella. Se había quedado allí, en la orilla de atrás. Y Hermione albergó una ínfima esperanza de que el mago no fuera a querer seguirla más allá del arroyo. Que se quedara allí, del otro lado, abandonando la persecución…

Pero entonces, cuando el agua le llegaba ya por las rodillas, Hermione oyó un audible ¡crack! tras ella. Y entonces, sintiendo un horror y una desesperanza que se apoderaron de su mente y le helaron hasta los huesos, vio cómo el mago se aparecía, mediante magia, justo delante suyo, de pie ahora en la orilla que ella tenía delante; la orilla a la que ella tan desesperadamente había tratado de llegar…

Aquel no era Draco Malfoy. Era un mago adulto, uno que sí sabía aparecerse.

-¡Expelliarmus!

La varita de Hermione voló de entre sus dedos y cayó al agua. La corriente del arroyo se la llevó, arrastrándola entre las piedras colina abajo, perdiéndose en la oscuridad y en las aguas turbulentas…

El mago puso un pie dentro del agua. Luego otro…

Y entonces, en ese terrible momento, Hermione se rindió.

No tenía más fuerzas, para nada… No podía continuar…

Se dejó caer al agua y sus rodillas se hundieron hasta el fondo del suelo rocoso. El nivel del agua le llegaba ahora por la cintura. Y quedó allí de rodillas, ante él.

El mago encapuchado llegó hasta ella, bajó una mano y le acarició el cabello con ella, lentamente…

-Por fin nos encontramos, Granger… -dijo con una voz suave y aguda, que sonaba como un silbido fantasmal en la noche-. ¿Sabes quién soy…? Pues yo soy el villano, Granger… El verdadero villano de esta historia… Debo decir que tenía muchas ansias de encontrarte, por fin…

Hermione no dijo nada. Levantó la cara y lo miró con los ojos muy abiertos, luchando aun por respirar…

-Abre la boca -dijo el mago entonces, con el mismo susurro tenebroso.

Hermione palideció. ¿Qué…?

Se quedó allí inmóvil, con la mirada fija donde debía estar el rostro de él.

-Dije… que… -el mago clavó su varita en el cuello de Hermione y ella sintió que un fuerte dolor empezaba a clavarse en su piel con el tacto de la madera de esta-… abras… la boca.

Hermione obedeció, sin dejar de llorar. Abrió la boca, mientras esperaba… y esperaba… el horror.

El mago se llevó una mano a la entrepierna y corrió un poco su capa. Y entonces, iluminado por la luz de las estrellas, apareció ante ella su pene erecto. Un pene blanco y pálido, enorme, que empezó a acercársele lentamente.

Ella cerró los ojos. Su maquillaje negro, que había tenido en ellos desde antes de despertar, se había corrido por las lágrimas y ahora caía por su cara. Se vio forzada a recibir el pene del hombre en su boca. Este se lo metió por ella y lanzó un suspiro en la noche mientras la forzaba a chupárselo, metiéndoselo hasta el paladar y luego sacándolo, teniéndola allí de rodillas sobre el agua, rendida y a sus pies.

-Bien… -susurró el mago, con esa voz fina y aguda-. Muy bien… Chúpalo, Granger… Chúpalo…

Y Hermione obedeció, sin más opciones. Permitió que el hombre sujetara su cabello con los dedos y tirara de su cabeza hacia atrás y hacia adelante, penetrándola por los labios con su pene duro y hundiéndolo en su boca, cada vez más rápido…

-Este es el fin del plan de Draco -le susurró el hombre entonces, mientras continuaba forzándola a darle sexo oral-. Has salido por completo del maleficio que te mantenía a su merced, Granger… Has abandonado el Coactus Labia, y una vez que lo abandonas no existe forma de que vuelvas a caer en él… Así que ya no podrás volver a caer en el maleficio… Esa posibilidad ya no existe, gracias a que te libraste por completo.

El mago hablaba con toda tranquilidad mientras metía su pene en su boca. Hermione lloraba. Mantenía los ojos cerrados y la boca abierta, recibiendo esa polla sobre su lengua, sintiendo cómo el mago le tiraba del cabello y sostenía su cabeza con la mano mientras se movía hacia adelante para hundir la cabeza de su dura verga hasta el fondo de su garganta, provocando que la respiración le faltara aun más que antes y que se ahogara con ese enorme pene…

-Te preguntarás, Granger, cómo hice para encontrarte y rastrearte hasta aquí, tan lejos de Hogwarts… -susurró el mago-. Fácil…

Entonces apartó la mano con la que le sostenía la cabeza y Hermione abrió los ojos. Vio que el mago metía la mano en el interior de su capa y sacaba de allí un trozo de pergamino, que abrió ante ella. La luz de las estrellas, que ahora iluminaban todo sobre ellos, cayó sobre lo que parecía ser un mapa. Hermione llegó a distinguir una figura allí, pero tan mal dibujada que no se entendía qué era. Parecía ser un mapa que representaba algo, pero estaba tan mal hecho que no se notaba qué era…

-Es un mapa de Hogwarts -explicó el hombre-. Un mapa de Hogwarts y de sus entornos… Hogsmeade también está aquí, y también este lugar donde estamos… Verás, está encantado, por lo que me permite saber exactamente dónde se encuentra una persona dentro de las zonas representadas por él… Todo lo que hay que hacer es lanzarle un encantamiento de rastreo a la persona que quieres ubicar, y luego el mapa te dirá exactamente dónde está… Draco te había puesto el encantamiento de rastreo a ti y lo tenía consigo hasta hace unos días, cuando yo lo recuperé… Siempre fue mío, verás… Porque yo lo hice, en mis épocas de Hogwarts… Es mi mapa en verdad.

Hermione no tenía espacio en su mente para pensar en las palabras del mago. Solo sabía que eso no era el Mapa del Merodeador, porque no lucía para nada como este. Y no podía pensar en mucho más, porque el pene del hombre seguía en su boca, y seguía manteniendo su varita clavada en su cuello… Y ella no tenía fuerzas para intentar huir de nuevo.

Había hecho todo mal. No debió tratar de huir de Hogwarts… Al menos allí estaba a salvo de esa clase de magia, allí nadie podía aparecerse…

No sabía quién era este mago ni por qué la había seguido hasta allí, rastreándola con ese mapa, pero si de algo estaba segura era de que estaba perdida.

No estaba de regreso en el agujero negro, pero estaba enfrentando un nuevo horror que no sabía si sería igual o incluso peor…

El mago guardó el mapa y volvió a tomarle la cabeza, forzándola a tragar su verga…

-Ahora te llevaré conmigo, Granger -anunció entonces, respirando agitado mientras la penetraba por la boca-. Es muy peligroso dejarte libre, creo que lo comprenderás… Podrías hablar de más, decir la verdad sobre las cosas que te han pasado estos días… Y no quiero que hagas eso. Las cosas están bien, así como están… No sería prudente que le dijeras la verdad de todo lo ocurrido a tus profesores, o a los aurores… No…

Ella entonces comprendió, mientras era forzada a chupar más y más esa polla… Ese mago no era Draco, pero estaba actuando a favor de él… Estaba capturándola para que no hablara… Para que no hiciera precisamente lo que ella debió hacer en lugar de querer huir de Hogwarts: ir corriendo a hablar con sus profesores y decirles toda la verdad.

Pero ya era tarde.

-Comprenderás que debo matarte, Granger… -dijo él entonces, con una voz muy fría-. Es la única forma de que no hables… Te mataré y haré desaparecer tu cuerpo, y esas verdades que llevas dentro jamás podrán abandonar… esta garganta.

El mago cerró sus dedos en su cuello, estrangulándola, mientras la obligaba a chupar su pene más y más…

-Pero primero, voy a aprovechar esta oportunidad para desahogarme sexualmente contigo… ¿Por qué no hacerlo, verdad? Sería un desperdicio de una belleza como tú no permitir que me complazcas primero, antes de matarte...

El hombre entonces hizo mucha fuerza con la mano que tenía cerrada en su garganta y puso a Hermione de pie, sacándola del agua de esa forma, sosteniéndola con una sola mano por la garganta, con una fuerza enorme. Ella se retorció y puso ambas manos sobre la de él, pero no consiguió soltársela.

-Vendrás conmigo, Granger, y yo haré todo lo que desee con tu cuerpo… -susurró el mago, con su rostro cerca de ella, pero que no podía verse por las sombras de su capucha, en la noche-. Te cogeré todo lo que desee, haré lo que quiera contigo, y cuando ya me haya aburrido de follarte de todas las formas posibles… recién ahí te asesinaré.

Y entonces, sin dejar de apretarle la garganta con la mano, el mago giró en el lugar y ambos se desvanecieron en el aire.