¿Sabían que han leído casi tanto con este fic como con el libro de Harry Potter y la Orden del Fénix? Pues así es, los números lo confirman: HP5 tiene 257.154 palabras, HP7 tiene 198.227 palabras, HP4 tiene 190.858 palabras y este fic lleva 235.796 palabras, contando hasta el capítulo anterior a este. Es admirable que una persona llegue a leer tantas palabras a lo largo de tantas semanas y meses, teniendo en cuenta que las 235.796 palabras de este fic no llegan al nivel de calidad del peor capítulo de Animales Fantásticos y Dónde Encontrarlos (y que seguramente es la descripción de alguna criatura como los Snorkack de Cuernos Arrugados, que además no existe… lo siento, Luna). Por lo tanto, MUCHAS GRACIAS a ustedes que han dedicado su tiempo en leer todo este LARGO FIC.
Y gracias a las personas que han dejado reviews y me han enviado algún comentario. Como obsequio por su fidelidad, en este capítulo haré que expulsen a Harry de Hogwarts. No, esperen, eso ya lo hice. Mejor haré que lo envíen a Azkaban… no, eso también ya está. Pues ya, que muera de una vez. No, mejor aún no… aún tiene que sufrir un poco más xD No, mentira, no soy tan mierda… ¿verdad?
Los dejo con la duda y con las escenas de los capítulos anteriores:
En capítulos anteriores…
-Qué bueno que sacas el tema de Potter, Goyle -dijo Malfoy, en la sala común de Gryffindor-, porque tengo algo muy, muy grande preparado para él. Es hora de que le demos una lección. Pero de verdad. No una de esas mierdas como tener una escoba mejor que la suya, o burlarnos de él en clase. Estoy hablando de una lección digna de unos Slytherin de cuarto año. ¿Sabían que el Señor de las Tinieblas a nuestra edad ya había abierto la Cámara Secreta, provocando la muerte de una alumna? Ya es hora de hacer algo grande. Grande como eso. Grande nivel "Cámara Secreta" en las épocas del Señor de las Tinieblas. Y que destruya de una vez por todas al imbécil de Potter. Que lo acabe por completo.
"¿ESTE ES TU CAMPEÓN?", decía la inscripción por todo el colegio.
-¡Oye, Potter! -gritó Ernie Macmillan-. ¡¿A dónde vas?! ¡No irás a ninguna parte! ¡No tolero a los depravados como tú!
-¡Vas a morir, Potter!
Draco, tú no eres un asesino…
Tú no sabes quién soy, le susurró Malfoy a su propia voz interna. No tienes idea de lo que soy capaz.
Entonces, levantó su varita, la apuntó directo al corazón de Montague y exclamó:
-¡Avada Kedavra!
En su sala común, Malfoy leía la carta que acababa de recibir de su padre:
"Querido Draco,
No seas ridículo. Por supuesto que tengo esa clase de oro, pero los Malfoy no nos hemos hecho ricos regalando nuestro oro en lugares mediocres como Artículos de Calidad para Quidditch. Conozco al dueño, y sé que ha tenido sus roces con las Artes Oscuras en el pasado. Voy a darle una pequeña visita, de esa clase de visitas donde si aceptas a colaborar conmigo me dejarás el set completo de escobas a un precio muchísimo menor, incluso gratis, y si no accedes quizás mi lengua se deslice un poco hablando de ti en el Ministerio de la Magia… Así es como se maneja un Malfoy, hijo. No te preocupes, para el fin de semana te habré enviado las siete escobas completamente nuevas a Hogwarts.
Sinceramente,
Lucius".
-¡ESTO NO PUEDE PASARME A MÍ! -gritó Malfoy con todas sus fuerzas, con una rabia que pocas veces habían visto en él-. ¡NO PUEDEN NEGARME LO QUE QUIERO! ¡SOY UN MALFOY! ¡NO PUEDEN NEGÁRMELO! ¡CRUCIO! -gritó, apuntando su varita hacia un niño de primer año-. ¡HARÉ QUE SLYTHERIN VUELVA A SER LO QUE FUE UNA VEZ, CUANDO EL GRAN SEÑOR DE LAS TINIEBLAS ESTUDIABA AQUÍ! ¡HARÉ QUE SLYTHERIN SEA GRANDE DE NUEVO!
Malfoy ahora estaba en Hogsmeade, junto a Crabbe y Goyle.
-Miren esto -dijo entonces, sacando un trozo de pergamino que fue desdoblando, más y más. Crabbe y Goyle se arrimaron para observar: se trataba de una especie de mapa, no muy bien logrado, y no se entendía bien qué era lo que representaba. -Es un mapa de Hogwarts y Hogsmeade que mi padre y sus amigos hicieron en sus épocas estudiantiles. Este verano decidió dármelo. Es una auténtica reliquia familiar. Lo llamaron El mapa de los sangre pura. Porque ningún mestizo podría hacerlo. No tienen la magia suficiente.
"Verás, el mapa funciona si lo combinas con un encantamiento de rastreo. Le aplicas el encantamiento a la persona que quieras rastrear… Anoche, cuando estuve con ella -añadió, en referencia a Hermione-, le apliqué el encantamiento. Con esta clase de magia, que mi padre está seguro de que nadie más ha logrado ni perfeccionado jamás, puedes ver la ubicación real de una persona… de a una por vez, porque no funciona con más de una… luego de aplicarle ese encantamiento.
Ahora Hermione corría por el Bosque Prohibido, huyendo de ese mago encapuchado que la persiguió hasta el arroyo bañado por la luz de las estrellas…
Aquel no era Draco Malfoy. Era un mago adulto…
-Te preguntarás, Granger, cómo hice para encontrarte y rastrearte hasta aquí, tan lejos de Hogwarts… -susurró el mago-. Fácil…
Sacó un trozo de pergamino, que abrió ante ella. La luz de las estrellas cayó sobre un mapa mal dibujado.
-Es un mapa de Hogwarts -explicó él, mientras la forzaba a chuparle el pene-. Un mapa de Hogwarts y de sus entornos… Me permite saber exactamente dónde se encuentra una persona… Todo lo que hay que hacer es lanzarle un encantamiento de rastreo a la persona que quieres ubicar, y luego el mapa te dirá exactamente dónde está… Draco te había puesto el encantamiento de rastreo a ti y lo tenía consigo hasta hace unos días, cuando yo lo recuperé… Siempre fue mío, verás… Porque yo lo hice, en mis épocas de Hogwarts… Es mi mapa en verdad.
Lucius Malfoy miraba a la chica por debajo de su capucha, mientras sostenía su cabeza y la forzaba contra su pene erecto.
-Comprenderás que debo matarte, Granger… -le dijo-. Te cogeré todo lo que desee, haré lo que quiera contigo, y cuando ya me haya aburrido de follarte de todas las formas posibles… recién ahí te asesinaré.
Capítulo 39. Una prueba inesperada
Noviembre de 1971
-¡Déjame, Malfoy! -chillaba la pequeña Emily Jones, una chica de Ravenclaw de cuarto año que era muy baja y delgada, por lo que todos le decían "pequeña Emily"-. ¡Me lastimas!
Lucius rió mientras la ahorcaba, apretándole la garganta con una mano.
-Voy a cogerte tan duro que te dejaré rota -le dijo él, mirándola con ojos salvajes.
-¡Estás loco! ¡Ayuda! ¡Ayu…!
Pero él la ahorcó más fuerte, para ahogar sus gritos. La empujó dentro de un armario de escobas y se metió allí con ella, chequeando previamente que nadie pasara por ese pasillo del tercer piso.
Ahogando los grititos de la chica con una mano, Lucius empezó a desvestirla, arrancándole el uniforme del colegio mientras la aprisionaba con el cuerpo contra la pared…
-¡Déjame…! ¡De verdad, déjame…! -chillaba ella, de forma ahogada, pero él se quitó la camisa, la enrolló y se la metió por la boca para callar sus gritos.
Entonces hundió su pene duro contra ella, a través del pantalón. Ella se retorcía, pero Lucius le pasaba las manos por todo el cuerpo, le pasaba la lengua por el cuello y le respiraba en la cara con codicia, lleno de calentura y deseos sexuales.
-¡Déjame, Malfoy…! -se oyó el gritito ahogado de Emily, que lloraba.
-No me llames Malfoy -le susurró él al oído mientras le arrancaba la ropa, apretándola contra la pared-. Soy el Príncipe Sangre Pura de Verga Dura… o, para abreviar, el Príncipe Sangre Dura.
Ella frunció el ceño, con cara de estar ante un loco.
Lucius la dejó en ropa interior, luego se agachó ante ella y le arrancó el calzón con los dientes.
-¡Oh! -la chica quería huir, pero él era más fuerte. La aprisionó contra la pared otra vez y empezó a penetrarla.
-¡Toma! -le gritaba, furioso, con cada penetración-. ¡Toma esto, puta…! ¡Y esto…! ¡Y esto!
Emily lloraba. Lucius la penetraba salvajemente y lleno de furia, tapándole los labios con la mano para que no se oyeran sus gritos por fuera del armario de escobas. La folló contra la pared repetidas veces durante un largo rato, hasta que empezó a eyacular dentro de la chica. No se detuvo. Siguió golpeándola contra la pared con la penetración, hasta que la eyaculación se detuvo.
Cuando el momento acabó, Emily se tapó la cara con ambas manos. La oía sollozar.
-¡Te acusaré, Malfoy…! -lloraba la niña-. ¡Le diré al director Dumbledore!
-Sí… pensé que tendríamos ese problema -entonces, Lucius sacó su varita mágica, se peinó el largo cabello rubio con los dedos y le sonrió antes de apuntarla con ella-. ¡Obliviate!
Emily dejó de llorar y se quedó con la mirada ausente. Entonces Lucius se subió los pantalones y empezó a vestir a la chica también. Cuando estuvieron ambos vestidos de nuevo, ella sonrió y se quedó mirándolo con confusión.
-Malfoy… ¿qué hacemos aquí? -parecía somnolienta, como si acabara de despertar de un largo sueño.
-Oh, Emily -Lucius sonrió-. Oí que había alguien en este armario y abrí la puerta para ver si todo estaba bien. ¿Qué hacías aquí?
Ella sonrió de forma atontada.
-No me digas que dormías en el armario -dijo él, ofreciéndole una sonrisa que exhibía todos sus perfectos y blancos dientes.
-Eso parece… -Emily lanzó una risita, acomodándose la mochila al hombro y ruborizándose-. Qué extraño, me duele todo el cuerpo…
-Es por la postura, Emily, no puedes dormir en un armario de escobas -Lucius puso los ojos en blanco-. Has tenido clases con Binns, ¿verdad? Para no dormirse, ¿no? -lanzó una carcajada-. Nos vemos luego, pequeña Emily.
Le guiñó un ojo y se marchó del armario.
…
Actualidad
Hermione estaba encadenada en un sótano oscuro y con barrotes, lo que la hacía sentir en prisión, como si estuviera en Azkaban…
¿Dónde estaría Harry? ¿Estaría en Hogwarts? Si tan solo hubiera ido a buscarlo a la sala común de Gryffindor, en lugar de huir hacia el bosque…
Entonces, la puerta de barrotes se abrió y Lucius Malfoy apareció ante ella, bajando las escaleras. El hombre de cuarenta años de edad la miraba fijamente con una mueca, una media sonrisa, mientras caminaba hacia ella lentamente.
Hermione estaba en ropa interior, con los dos brazos colgando de unas cadenas que bajaban del techo y con los pies colgando sobre el suelo. Su cabello teñido de negro caía despeinado sobre su cara, que tenía varios moretones y rasguños. Sin embargo, la mirada con la que la chica miraba al hombre adulto no mostraba debilidad alguna: era una mirada de profunda rabia.
-Buenos días, sangre sucia -la saludó el mago, acentuando su sonrisa-. ¿Tienes hambre? ¿Puedo ofrecerte algo de comer…? Mi elfo doméstico, Ralph, traerá lo que necesites.
Hermione lo fulminó con la mirada, en silencio.
Ralph… Se refería al mismo elfo doméstico por el que Hermione había caído en la trampa de Draco, cuando expulsaron a Harry. El elfo que supuestamente necesitaba ayuda y por el que hizo que Harry sacara la mayor parte de su oro de Gringotts…
-De tal palo tal astilla, ¿verdad? -susurró Hermione, decidida a no mostrar debilidad, a no darle ese placer.
-¿De verdad lo dices? -Lucius sonrió mientras llegaba hasta ella y empezaba a caminar alrededor de donde el cuerpo de Hermione colgaba de las cadenas-. ¿Draco te recuerda a mí? No sabes lo feliz que me pone oír eso, lo orgulloso que me hace sentir…
Lucius se detuvo a espaldas de Hermione, con la mirada fija en una de las paredes de ese sótano de su gran mansión.
-Pensé que había salido blando, para serte honesto -le confesó-. Pensé que a Draco le faltaba algo de ese… ese vigor que caracteriza a un Malfoy -cerró su puño con fuerza-. Cuando supe que se había enamorado de una sangre sucia…
-Sí, ¿y cómo supo usted eso? -preguntó Hermione, que no estaba interesada en nada de lo que Lucius tuviera que decirle, pero que pensó que no tenía más opciones en ese momento que tratar de distraerlo. La noche anterior el hombre la había cogido hasta tarde, hasta el cansancio… Y también la tarde anterior… Hacía más de veinticuatro horas que estaba ahí encadenada, como su esclava sexual… Ya había perdido la cuenta de cuántas veces la habían violado esas últimas semanas. Y Harry había tenido razón todo el tiempo… Él le había advertido que salir con Draco no acabaría bien…
Si lograba mantener una conversación con Lucius, al menos quizás pudiera evitar que quisiera repetir la experiencia del día anterior esta mañana. Era su única y débil esperanza para aguantar más horas allí…
-Graham Montague -explicó Lucius-. Se lo dijo a su padre, y él me lo dijo a mí. Se trata de un pacto de honor entre magos de sangre pura. Si ocurren este tipo de cosas, que pueden perjudicar nuestra pureza de sangre, tenemos que saberlo… Es solo natural que nos mantengamos alertas, los unos a los otros…
Lucius retomó su paseo por la habitación.
-Y luego, cuando pensé que Draco empezaba a enderezar su camino, habiendo hecho que expulsaran a Potter del colegio… un gran, gran logro, por cierto… fue y asesinó al muchacho. A Graham -Lucius negó con la cabeza-. Severus me lo dijo… No es la forma en la que quería que Draco cometiera su primer asesinato... ¿A un muchacho sangre pura, un honrado muchacho que defendía la nobleza de sangre? Si tan solo te hubiera asesinado a ti, entonces habría estado orgulloso de él… habría sido un padre orgulloso.
"Pero no. Lo mató a él. Y nos metió a todos en una situación de mierda… a toda la familia… Claro que el señor y la señora Montague no tienen idea de que Draco lo hizo, pero quedaron tan destrozados por lo ocurrido que abandonaron todos sus negocios familiares… Negocios que tenían conmigo. Yo los necesitaba…
Mientras hablaba, el odio que Hermione sentía iba en aumento. A este hombre no le importaba una mierda que Montague hubiera muerto, solo le importaba que eso hubiera dañado sus contactos de negocios en el mundo mágico. Además, se quejaba de esas cosas delante de ella, que estaba literalmente encadenada para ser sometida a violación por parte de él; como si en lugar de eso estuvieran sentados cómodamente en su sofá charlando mientras tomaban el té.
-Draco definitivamente la ha cagado repetidas veces este último tiempo -se lamentó Lucius-. ¿Y sabes cuál fue su mayor error, Granger…?
Entonces se detuvo delante de ella y le dirigió una extraña sonrisa que emanaba pura maldad.
-Tú -dijo, apuntándola con un dedo-. Todo fue por ti… ¿Qué mierda vio en una asquerosa sangre sucia como tú…? Claro, sí… Eres bella, eso sí… Eres una gran belleza, a decir verdad…
Hermione sintió un escalofrío. Lucius se había colocado delante de ella y le pasaba los dedos por el cabello, mientras la miraba de cerca a la cara.
Sin poder contenerse, Hermione le lanzó un escupitajo a la cara. Lucius se quedó de piedra y tardó varios segundos antes de llevarse la mano a la cara y limpiarse la saliva con el dedo. No dejaba de mirarla fijamente…
-Draco es joven… -dijo con su voz fina y suave, haciendo como si no hubiera pasado nada-. No ha entendido cómo tratar a las mujeres aún… Ha visto algo atractivo, algo que quería probar, poseer… Y lo ha hecho bien, sí, lo ha probado… como todo un Malfoy, ha logrado someterte a él, te ha follado, ha satisfecho sus necesidades contigo, algo que me pone orgulloso… Solo que no ha sabido cuándo detenerse. Ese fue su problema. Ha seguido probando más y más bocados de ti, hasta que se acabó enamorando… Un grave error. Y para colmo de una cosa sucia, como tú… Una sangre sucia inmunda, una puta barata del montón, igual de insignificante que una muggle…
Lanzó una carcajada cruel.
-Draco tiene que aprender que a las cosas sucias como tú, sin honor, sin status, hay que usarlas y luego dejarlas… Un par de polvos… unas mamadas… ¿Verdad, linda? Pero no son algo de lo que enamorarse… Ese fue su error. Un error de gente joven, claro. Pero para eso estoy yo, para enmendarlo.
Entonces Lucius se acabó de limpiar la saliva de Hermione de la nariz, levantó una mano y le dio un profundo manotazo en medio de la cara con fuerza. El rostro de Hermione quedó vuelto hacia el otro lado, y la chica quedó con los ojos cerrados, sintiendo que su cara ardía de dolor.
-No te atrevas a volver a escupirme, puta de mierda -susurró Lucius, con la voz llena de ira-. Puedo asesinarte con solo un movimiento de mi varita… y eventualmente lo haré, tal como te dije. Así es como un padre soluciona las cagadas de su hijo. Me harté de ti. Me harté de oír que Draco está teniendo problemas en la escuela por ti… Ahora dicen que podrían expulsarlo por haber atacado al traidor a la sangre de tu amigo pelirrojo, ese Weasley…
Hermione abrió los ojos de nuevo, asustada.
-Se terminó toda esta mierda -en un arranque de furia, Lucius tiró de las cadenas de las que colgaba Hermione y la obligó a que le diera la cara de nuevo. La miró a los ojos, a centímetros de su rostro, mientras apretaba los dientes con profunda ira-. ¡SE ACABÓ ESTA MIERDA, ¿ME OYES, PUTA?!
Le dio otro manotazo en la cara.
-¡¿ME OYES, PUTA DE MIERDA?!
Otro manotazo más.
Hermione quedó colgando de las cadenas, débil, y empezó a girar en el lugar; colgando de sus muñecas, con su cuerpo balanceándose por el movimiento de los golpes, sus pies colgando y arrastrándose sobre el suelo y su cuerpo girando despacio…
Lucius se acomodó el largo cabello rubio.
-Traté de terminar esto hace días… -dijo entonces, respirando agitado-. Tengo informantes… magos a los que les pago para seguir a Draco, para averiguar cosas de su vida… Para asegurarme de que se convierta en el Malfoy que quiero que sea. Y me han informado que, el día en que expulsó a Potter de Hogwarts, se quedó horas enteras llorando por ti en una de las torres… Yo no podía aceptar eso. ¿Mi hijo enamorado…? Sabía todo lo del juramento que le hizo a Montague, con el que yo estaba totalmente de acuerdo… Pero tenía que solucionar el problema de su enamoramiento.
"Así que envié a Severus a hablar con él, porque Draco además quería que lo expulsaran a él también del colegio. Estaba en crisis… Hubo que convencerlo de que mintiera… Y entonces supe que tenía que hacer algo más para evitar que Draco arruinara su vida por ti. Así que le pedí mi mapa de regreso, y entonces vi en él que abandonabas Hogwarts una noche. La noche de la fiesta en el barco… Pensé que habrías ido a buscar a tu amigo Potter, que era sabido que estaba quedándose en el Callejón Diagon… Así que contraté a esos magos para que te fueran a violar y te asesinaran, en el Callejón Knockturn.
Hermione sintió que el frío subía por su nuca. Así que él había sido el que había organizado eso… Recordaba vívidamente las risas de esos hombres de veinte años, acorralándola en el callejón, burlándose de ella, forzándola a tocarles los miembros, desvistiéndola, penetrándola…
La peor experiencia de su vida hasta ahora había sido orquestada por Lucius Malfoy, que había considerado que la mejor forma de solucionar el hecho de que su hijo se hubiera enamorado de una sangre impura era mandarla a matar…
-Me costó sesenta Galleons, y aun así los imbéciles solo hicieron la mitad del trabajo… Se suponía que te dieran una violada a modo de lección y luego te asesinaran… Y entonces se terminaría todo esto. Pero no lo consiguieron. No te mataron. Yo no quería que Draco supiera nada, lo planifiqué de forma discreta. Que pareciera un accidente… Pero, como siempre digo, si alguien quiere hacer algo bien, pues tiene que hacerlo uno mismo…
"Luego envié a Severus a que hablara con Draco otra vez. Ya que no había podido matarte, y ya que Draco estaba tan enamorado que hasta mató al muchacho de sangre pura, Montague… Le pedí a Severus que le ofreciera ayuda, de otra forma. Que pareciera querer colaborar con Draco. Así que Severus le ofreció una alternativa: Ya que Draco estaba empecinado en tenerte, tanto como para matar a gente noble y de buen linaje como Graham; Severus le ofreció lanzarte un maleficio para que fueras suya. Por orden mía, claro.
"Draco aceptó, porque era la única opción que le quedaba para tenerte con él. Pero claro que mi plan nunca fue que mi hijo se quedara para siempre con una asquerosa sangre sucia… Solo lo hice para engañarlo, para hacerle creer que ya había conseguido lo que quería, y que dejara de mandarse tantas cagadas… Cuando Draco estuviera más tranquilo, entonces llegaría el momento de ejecutar mi verdadero plan: asesinarte de una vez.
"Sabía que solo así podría acabar con todo esto. Claro que no contaba con que tú escaparas de la maldición, del Coactus Labia… Pero no has logrado burlar mis planes, porque te he mantenido muy bien vigilada, todo el tiempo… Siempre estuve pendiente a mi mapa, por si veía algo extraño… Y la noche del domingo, cuando te vi huir por el bosque… supe que habías logrado librarte de la maldición. ¿Por qué otro motivo querrías huir de Hogwarts en medio de la noche? Y estuve en lo cierto. No sé cómo lo hiciste, porque el Coactus Labia es una maldición muy poderosa…. Pero ya no importa.
"Lo importante es que logré capturarte, y que ya estás aquí prisionera, y que de una vez voy a terminar con todo esto de la única forma posible, la que siempre supe que sería la solución definitiva. No podía matarte en Hogwarts, pero ahora que has sido lo suficientemente estúpida para alejarte del colegio lo suficiente, ya estás en mis garras…
"Toda esta situación… Haber tenido que ir a Hogwarts a raptarte personalmente… Tener que ensuciarme las manos por una puta sucia como tú… Todo esto me ha estresado… ¿Y sabes qué me gusta hacer cuando estoy estresado, para calmarme?
Entonces Lucius se llevó la mano al cinturón y empezó a desabrochárselo. Hermione abrió grandes los ojos, mirándolo con terror.
-Cogerme putas sucias como tú.
Se quitó el pantalón y se abalanzó corriendo sobre ella, como una hiena hambrienta.
-¡AAAHHHHHHHHHHHH! -chilló Hermione, con terror-. ¡AYUDA! ¡AYUDA, POR FAVOR! ¡AYU…!
Ya era tarde. Lucius estaba sobre ella. Mientras Hermione se retorcía, el estruendo producido por las cadenas resonó por todo el sótano de la Mansión Malfoy. Sentía sus manos moviéndose con violencia en su cara, su cuello, sus pechos, su trasero…
Lucius la dejó completamente desnuda y empezó a cogérsela otra vez. Mientras Hermione se sacudía en sus brazos, encadenada, y gritaba y lloraba a todo pulmón, Lucius le abrió las dos piernas con fuerza y se hundió en medio de ella, cogiéndosela bien duro.
Cogiéndosela con su verga de Príncipe Sangre Dura.
La mantuvo abierta con las manos, y mientras Hermione colgaba de las cadenas que subían hasta el techo, sus piernas quedaron suspendidas en el aire y su vagina desnuda quedó a la vista ante Lucius, alumbrada por una lamparilla en el techo que se balanceaba de forma fantasmal...
El mago adulto le metió su duro pene adentro una y otra vez, sacándolo y metiéndolo y sacándolo otra vez... Le tiró del cabello con violencia y la obligó a mirarlo a los ojos mientras reía como un psicópata y se la cogía con todas sus fuerzas, metiendo su pene hasta el fondo dentro suyo.
…
Era otra mañana en Hogwarts. Mientras los alumnos desayunaban en la mesa de Gryffindor, Fred le dio un codazo a George.
-Mira, ¡es Dumbledore!
-¡Está de vuelta! ¡Sí!
-¿Crees que saque a Harry de Azkaban?
Los murmullos recorrían todo el Gran Salón mientras los alumnos desayunaban. Dumbledore había aparecido en la mesa de profesores con total naturalidad, serio, pero luciendo tan sereno como siempre. Desayunaba junto a McGonagall, con la que hablaba al oído.
-Lo dudo, hermano. Solo es el director del colegio, Harry ya fue sentenciado por el Ministerio de la Magia… Pero estará furioso.
-Al menos esta vez nadie descubrió la fiesta de anoche -dijo Parvati, que estaba sentada junto a ellos.
-¡Sí! -convino Lavender-. Esta vez salió todo bien. ¡La fiesta de Ravenclaw estuvo muy buena, chicos!
-Gracias, Lav -Fred le guiñó un ojo-. Me alegra que se hayan divertido. No se pierdan la fiesta del miércoles.
-¿Dónde es…? -empezó a preguntar ella, pero entonces tuvo que hacer silencio.
Todo el Gran Salón hizo silencio. Al mirar hacia adelante para tratar de descubrir qué pasaba, vieron que Dumbledore estaba de pie frente a su tarima, enfrentado a todo el colegio.
Todos hicieron silencio de inmediato. El director entonces habló ante todos:
-Buenos días, niñas, niños y profesores -saludó, recorriendo todo el Gran Salón con la mirada, observándolos por encima de sus lentes de media luna-. Quisiera dirigirles unas pocas palabras.
Todos los alumnos de las cuatro casas, así como de Durmstrang, que comían entremezclados con ellos, al no tener más su barco, compartieron miradas de temor. Todos esperaban algún tipo de represalia. Después de todo, habían hecho una fiesta enorme en la torre Gryffindor solo tres días después del desastre en el barco de Durmstrang. El mismísimo Ministro de la Magia había irrumpido en la fiesta en ausencia de Dumbledore, enviando a un alumno a prisión. Y, luego de eso, incluso se habían atrevido a hacer una fiesta más el día anterior, una que quizás no había llegado a oídos de los profesores...
Ahora que Dumbledore estaba de regreso, todos esperaron como mínimo un castigo general para todo el colegio…
-Como todos sabrán, he estado de viaje -dijo el director, muy serio-. Antes de irme, habíamos tenido que lamentar el fallecimiento de un alumno… Supuse que todos estarían muy tristes por esa terrible tragedia, además de la que ya habían vivido la noche del miércoles, al hundirse el barco de Durmstrang con la mayoría de ustedes a bordo…
Karkaroff lo observaba desde la mesa de Hufflepuff, con los labios curvados hacia abajo.
-Pero como siempre digo, todo tiene arreglo en la vida. Por ejemplo, esta mañana le he ordenado a nuestro celador, Filch, que comience a trabajar en reparar dicho barco, para ser hospitalarios con nuestros alumnos extranjeros invitados…
En ese momento, a orillas del Lago Negro, Filch golpeaba su martillo de forma muggle contra una de las miles de maderas que componían el barco de Durmstrang, furioso.
-Maldito Dumbledore -se quejaba, escupiendo en el suelo-. Es capaz de reparar todo este puto barco con su varita en un segundo y me hace arreglarlo a mí, sin magia…
En el Gran Salón, Dumbledore continuó su discurso:
-Tengo un anuncio que hacer en relación con la fiesta que han hecho el sábado pasado en la torre Gryffindor. Pero no lo haré aún… Los dejaré tener un día tranquilo de clases, mientras me ocupo de mis asuntos como director. Y luego en la noche, durante la cena, haré el anuncio. ¡Qué tengan una buena mañana de clases! -dijo, con una sonrisa-. ¡Disfruten del último día antes de las vacaciones de Navidad, que empiezan mañana! ¡Andando, pip, pip!
En ese momento, Fleur estaba visitando a Ron en la enfermería, y este acababa de despertar, abriendo los ojos muy lentamente y luciendo débil. Se quedó mirando a la chica que lloraba junto a él en la cama. No había nadie más en la enfermería.
-Ron… Mi Ggrrron…
Fleur lloraba mientras le acariciaba las mejillas y le tomaba una mano firmemente. Al ver que había despertado, su llanto se volvió más intenso.
-¡Mi vida…! ¡Has degspegtado…! Soy yo… Pegdóname, mi amorgg… Pegdóname por todo lo que he digcho…
Ron quería decirle que no era necesario, que no necesitaba pedirle perdón por nada, pero lo cierto es que estaba tan débil que no era capaz de pronunciar palabra. Sin embargo, Fleur pareció tomar su silencio como una señal de que estaba ofendido con ella, y se quedó con sus ojos azules muy abiertos con preocupación.
-Mi Grron, haré lo que sea pagga que me perdones, lo que sea…
Ron quiso decirle que no era necesario, que todo estaba bien, pero le dolía el pecho y no era capaz de pronunciar las palabras. Entonces Fleur empezó a desabrocharse la camisa, en desesperación…
Ron abrió grandes los ojos. Fleur se pasaba la mano por los dos gigantescos melones que tenía mientras miraba rápidamente hacia atrás para cerciorarse de que nadie entrara en la enfermería. Entonces, agitando su melena de cabello rubio resplandeciente, se volvió a Ron y desabotonó un botón más de su camisa. Se la abrió y le mostró su sostén color blanco al chico, que contenía sus dos tetas gigantescas.
-Sé que te encagntan egstas, mi amogg… Son todas tugyas, solo pido tu pegdón…
Los ojos de Ron se abrieron aun más. Fleur le levantó la mano que le había estado sosteniendo y la apoyó sobre uno de sus pechos.
-¿Ves, amogg? Son tugyos… Está bien, de acuegdo, aquí tienes…
Se desabrochó el sostén y se lo quitó. Lo lanzó al suelo, y sus dos pechos enormes quedaron desnudos ante Ron, colgando ante su cara. Eran como dos globos gigantes, maduros y redondos, perfectos…
Ron quería hablar, pero se dio cuenta de que era incapaz de hacerlo. ¿Se habría perforado un pulmón…? Fleur lucía cada vez más preocupada.
-¿Tampoco, amogg? -dijo, al borde de una crisis-. ¿Qué puegdo hacegg para que me pegdones…?
Ron dirigió sus ojos hacia un trozo de pergamino que la enfermera había dejado sobre la mesa de luz, con la esperanza de que Fleur interpretara su mensaje visual: Si le acercaba el papel y una pluma, él podría escribirle una nota, algo que dijera "no puedo hablar, amor, pero está todo bien…"
Pero Fleur no se dio cuenta. Parecía creer que Ron estaba ofendido con ella y no quería hablarle.
-De acuegdo, mi vida -dijo la chica de Beauxbatons-. Sé exactamente qué hacegg para que me pegdones.
Entonces, Fleur levantó las sábanas de Ron, luego de echar otra mirada alrededor, metió la cabeza adentro y desapareció bajo ellas.
Ron se quedó paralizado. Vio el bulto de la cabeza de Fleur bajo las sábanas, dirigiéndose directo a su entrepierna…
Sintió un estremecimiento en todo el cuerpo. La mano de Fleur corría su pantalón bajo las sábanas, y le bajaba tanto el pantalón como el bóxer…
La chica empezó a chupárselo. Ron veía el bulto de su cabeza bajo las sábanas moviéndose hacia arriba y hacia abajo mientras su pene se metía dentro de la boca de la chica. Sintió que su verga se ponía durísima. Fleur se lo chupaba con todas sus energías en ello, dispuesta a conseguir el perdón de Ron de la forma que fuera.
No le importaba que la enfermera fuera a aparecer allí y la viera hacerlo, o que alguien más pudiera aparecer en ese lugar. El dosel que rodeaba la cama estaba abierto, y ella ni siquiera se molestó en cerrarlo. Se oía el ruidito producido por la boca de Fleur chupándole el pene a Ron bajo las sábanas con todas las ganas, y él empezó a respirar con dificultad mientras miraba el techo. Sentía un gran dolor en sus pulmones, pero al mismo tiempo lo disfrutaba plenamente…
Esta sí que es una gran reconciliación… pensó encantado.
Fleur no se detuvo hasta que sintió todo el semen de Ron disparándosele en la boca. Y continuó chupándoselo hasta que ya no salió una gota más. Cuando por fin acabó, Ron respiraba tan agitado que sus pulmones se vieron forzados a funcionar con más normalidad.
Fleur salió de debajo de las sábanas, con sus pechos aun desnudos ante él y cayendo por encima de su camisa desabotonada. Entonces, Ron fue capaz de dirigirle unas pocas palabras:
-Ho… Hola, amor -le dijo, agitado y con los ojos muy abiertos-. No pue… no puedo hablar… Pero… Te amo…
Fleur se lo quedó mirando con los ojos bañados en lágrimas.
-¡Gracias, mi amogg! ¡Gracias por pegdonagme…! ¿Quiegues que me desnude pogg completo? ¡Pogque lo hagué! ¡Pog ti, dejagué que me folles públicamente si lo deseas! ¡Solo quiego tu pegdón!
Ron se sentía el mago con más suerte en todo el puto mundo mágico.
-No… No hace… no hace falta… amor…
Fleur rompió en llantos, se le lanzó encima y lo besó con fuerza en los labios.
La tarde continuó en Hogwarts. Los alumnos iban a sus últimas clases de la semana. Ernie Macmillan, sin embargo, estaba sentado solo en el piso de la torre de astronomía, mirando el cielo teñido por el atardecer. Tenía la espalda apoyada contra el parapeto de piedra, totalmente solo allí. El viento le alborotaba el cabello rubio. Se sentía melancólico, triste y solo. Había estado allí pensando toda la tarde en lugar de ir a clases.
¿Era un depravado, un violador? Él había llamado "depravado" a Potter al ver esas fotografías suyas por todo el colegio, pero ahora estaba más solo que nunca por algo que él, Ernie, había hecho…
¿Había estado mal? ¿No le había dicho Hannah que quería hacerlo? Pero, a su vez, era verdad que estaba muy ebria y quizás no sabía lo que decía…
¿Qué había hecho? Era peor que Potter… Él no se había limitado a tocarse mientras espiaba a una chica duchándose, él directamente había hecho que una le diera una mamada estando ebria, sin ser plenamente consciente de lo que hacía; y su mejor amiga…
Se tapó la cara con las manos y rompió a llorar, mientras la noche caía tras él, sobre los terrenos del castillo…
Llegó la hora de la cena y del anuncio de Dumbledore. Todos estaban expectantes, porque sabían que se venía una reprimenda. ¿Qué haría el director para castigarlos? ¿Anunciaría que habría un toque de queda? ¿Anunciaría la cancelación del Torneo de los Tres Magos? ¿Llegaría al extremo de expulsar gente? Existía el rumor de que el Ministerio estaba enfadado con Dumbledore por el descontrol en el castillo…
¿Qué haría Dumbledore al respecto? ¿Trataría de quedar bien con el Ministerio anunciando nuevas medidas a los alumnos, de restricciones, reglas estrictas y castigos severos?
Dumbledore esperó a que terminaran de comer para hablar. Entonces, se puso de pie nuevamente ante su tarima, alzó las manos pidiendo silencio y todos enmudecieron casi de inmediato. A continuación, empezó a hablar:
-Bien, he estado meditando -dijo, mientras los recorría a todos con su mirada penetrante, por las cuatro mesas-. He hablado con los otros dos directores también… Y hemos llegado a la conclusión… de que a ustedes les gustan las fiestas.
Entonces les sonrió a todos de esa forma tan bonachona que lo caracterizaba, y otra vez todos los alumnos que llenaban el Gran Salón compartieron miradas entre sí; pero esta vez de sorpresa. La sonrisa de Dumbledore era casi de complicidad, como si a él mismo le encantara irse de fiesta de vez en cuando.
-Siempre lo he dicho -continuó Dumbledore, dirigiéndose a la escuela en pleno-: el peor error de los adultos es olvidar lo que es ser joven… ¿A quién no le gusta divertirse cuando es joven? La adolescencia, que todos ustedes están experimentando, es un momento para divertirse, justamente… Para divertirse, enamorarse, vivir las primeras experiencias en muchas cosas que luego formarán parte de nuestra vida…
Dumbledore entrelazó los dedos mientras hablaba, sonriéndoles a todos.
-Lo que es ser joven, y sentir el agudo dolor del amor… Si, sé que a veces las cosas pueden irse de las manos. Como ha ocurrido con el barco de nuestra escuela invitada -señaló a los alumnos de Durmstrang-, o como ha ocurrido con Harry Potter, que fue enviado a Azkaban, un asunto que no discutiré ahora… Pero lo importante, y que quiero que entiendan, es que ser joven y querer hacer fiestas y divertirse es algo normal y natural, y no quiero que sientan que deben esconder sus ganas de hacer fiestas y pasarlo bien.
"Por eso mismo, hemos decidido celebrar esta Navidad con nada más y nada menos que una gran, gran fiesta organizada por los directores de las tres escuelas: Hogwarts, Durmstrang y Beauxbatons.
Un murmullo general de plena emoción recorrió todo el Gran Salón. Fred y George se miraron entre sí sonriendo de oreja a oreja.
-Es tradición que se haga una celebración en Navidad, un baile, durante el Torneo de los Tres Magos -continuó el director-. Este año estuvo a punto de cancelarse luego del altercado con el barco, la otra noche, ya que esa fue la recomendación que nos hizo el Ministerio de la Magia… Sin embargo, he decidido junto con los otros dos directores seguir adelante de todas formas. Por eso mismo, me complace anunciarles que este próximo sábado 24 de diciembre, para celebrar la Nochebuena, realizaremos en famoso Baile de Navidad en Hogwarts. Será una gran oportunidad para que todos nos divirtamos y disfrutemos la fiesta más grande que se puedan imaginar…
Dumbledore sonrió a pleno a todo el colegio, y los murmullos se extendieron entre todos como fuego dispersándose por todo el Gran Salón. La cara de asombro y horror de McGonagall era tan abismal que era obvio que la bruja se estaba enterando de aquello en ese preciso momento.
-Además, quisiera anunciarles que no existe ninguna prohibición a la realización de fiestas a partir de hoy, por lo que si quieren pueden organizar cualquier fiesta que gusten libremente, en cualquier sitio.
Fred y George quedaron boquiabiertos y se miraron entre sí prácticamente llorando de felicidad. A McGonagall parecía que estaba por darle un infarto.
-Recuerden respetar las normas básicas del colegio, claro -continuó Dumbledore-. La ingesta de alcohol debe ser moderada, ya saben, y todo eso... Pero bueno, para no aburrirlos, iré con los detalles sobre el Baile de Navidad: Será aquí mismo, en el Gran Salón, a partir de las diez de la noche de este sábado. Probablemente seguiremos de largo hasta las nueve o diez de la mañana, así que duerman bien por la tarde…
McGonagall estaba tan boquiabierta que su mandíbula casi rozaba el suelo de mármol…
-Necesitamos a alguien que se encargue de las bebidas -continuó Dumbledore-. ¿Algún voluntario?
Fred y George levantaron las manos bien alto, mientras caían lágrimas de felicidad por sus rostros.
-Señores Weasley -Dumbledore los señaló con un dedo-, ¿creen que serán capaces de hacerlo, muchachos? Necesitamos suficiente alcohol para setecientos sesenta y cuatro alumnos, contando las tres escuelas, y un cuerpo docente compuesto por dieciocho personas; contando al staff adjunto, como la bibliotecaria, el celador, la enfermera del colegio y la instructora de vuelo… y nuestro profesor de Cuidado de Criaturas Mágicas, al que hace falta unos dos barriles de cerveza de mantequilla completos para lograr embriagar -le dirigió una sonrisita a Hagrid, que estaba sentado tras él en la mesa de profesores.
-Es un gran desafío -dijo Fred ante todo el salón, asintiendo mientras se limpiaba las lágrimas-. Pero creo que podremos conseguirlas, profesor…
-Sí, tenemos algo de experiencia… -agregó George, tapándose la boca con una mano, como si fuera el día más feliz de su vida.
-Perfecto entonces, cuento con ustedes -Dumbledore sacó una libreta de notas de su bolsillo, una pluma y empezó a escribir en ella a toda velocidad-. Pasen lo antes posible por mi despacho, muchachos, con un presupuesto estimado, así pido a Gringotts el oro necesario. Bien, necesitaremos a alguien que se encargue de la decoración también, así como el armado del salón y esas cosas. Pondré a la profesora Trelawney a cargo del área, así que los alumnos o alumnas interesados podrán reportarse con ella para ayudar.
Parvati y Lavender compartieron una sonrisa, muy emocionadas. Amaban a Trelawney.
-Hagrid, ¿te encargarás de podar árboles para el decorado? -preguntó el director, dirigiéndose al semi-gigante.
-Sí, claro, señor -dijo Hagrid, asintiendo enérgicamente.
-Y necesitaremos a un encargado de la música…
Todas las miradas se volvieron hacia Lee Jordan, que estaba muy sonriente junto a Fred y George, que aún lloraban.
-Perfecto, entonces, Lee Jordan… -Dumbledore tomó nota en su libreta y entonces alzó sus ojos por encima de sus lentes de media luna, depositándolos en Lee-. ¿Crees que puedas conseguir alguna banda? ¿Las Brujas de Macbeth, quizás?
-Claro que sí, señor -dijo Lee, asintiendo-. Déjelo en mis manos.
-¡Fantástico! -Dumbledore dio una nota final, clavando su pluma en su libreta de notas con fuerza mientras terminaba de escribir. Luego se la guardó en el bolsillo otra vez y les sonrió a todos los alumnos. -¡Será una gran fiesta, la mejor de todas! Ahora sí, una última cosa…
McGonagall se aclaró la garganta, poniéndose más seria y escuchando atentamente. ¿Dumbledore por fin haría una mención sobre la necesidad de comportarse de forma madura, no beber de más…?
Pero Dumbledore en cambio dijo:
-No olviden llevar una pareja -y les guiñó un ojo a todos-. Es tradicional ir con pareja al Baile de Navidad. No pueden presentarse con amigos nada más. Tendrán que ir todos en pareja, y los tres Campeones abrirán el baile: Cedric, Víktor y Fleur.
Cedric, que estaba sentado solo a la mesa de Hufflepuff, se quedó mirando hacia adelante amargamente, al igual que Krum, que estaba en la mesa de Gryffindor. Ambos se habían peleado recientemente y no tenían a nadie con quien ir. Fleur, por otro lado, lucía preocupada. ¿Habría salido Ron de la enfermería para el sábado? ¿Sería capaz de acelerar su recuperación con más mamadas?
Dumbledore siguió hablando:
-¡Pues eso es todo, muchachos! Recuerden que hoy fue el último día de clases antes de las vacaciones de Navidad, así que espero no encontrar a nadie estudiando estos días. Faltan varias semanas antes de que las clases comiencen otra vez. Supongo que este año todos querrán quedarse en el castillo durante las vacaciones, para poder ir al baile del sábado, así que usen estos días para ponerse guapos, conseguir túnicas de gala si no las tienen, invitar una pareja y descansar mucho… ¡porque este sábado vamos a darnos con la varita en la cara!
Y lanzó una carcajada mientras se daba la vuelta, luego de guiñarles un ojo de nuevo y regresando a una mesa de profesores donde McGonagall parecía haberse desmayado en su asiento.
El fin está cerca! El último capítulo del fic se llamará "El Baile de Navidad" y transcurrirá la noche del próximo sábado 24 de diciembre de 1994 (en tiempos de la historia, donde actualmente es el martes 20 de diciembre). Muchas cosas pasarán antes de eso, de todas formas. No se pierdan los últimos caps! :')
