En capítulos anteriores…

-¿Cuál es tu historia? -preguntó Verity, descansando su mentón en su mano.

Era una adolescente muy delgada con cabello rubio y corto. Sus ojos castaños tenían unas pestañas muy largas que se agitaron mientras miraba a Harry fijamente, poniendo toda su atención en él.

-¿Eres una Squib? -se aventuró Harry, escudriñándola con la mirada.

-¡Cooorrecto! -canturreó Verity, aplaudiendo-. Has acertado.

Harry pensó que no se parecía tanto a su madre, Rosmerta. Si bien la camarera de Las Tres Escobas también era rubia, se notaba que usaba tintura para el cabello. Por otro lado, Verity era muy delgada, mientras que su madre tenía un cuerpo curvilíneo que siempre atraía las miradas de todos, en especial Ron.

Verity le parecía linda. Muy linda. Y, sin dudas, lo había ayudado mucho ese día… Conocerla había sido lo único bueno en una seguidilla de eventos catastróficos…

Dejaron las copas de espumante sobre el congelador que había detrás de Harry. Se rodearon en brazos y se besaron pasionalmente. Ella era un poco más alta que él, por lo que Harry tuvo que ponerse en puntas de pie.

Luego de que los besos escalaran en intensidad, acompañados por el calor del alcohol dentro suyo, Harry sintió su pene ponerse duro, movido por la excitación del momento.

Abrazó a Verity por la cintura y se giró un poco para quedar enfrentado a ella. La chica quedó con el trasero apoyado en el congelador y Harry apoyó su pene contra ella, a través de la ropa muggle que llevaba, mientras la besaba con pasión en los labios...

-¡VERITY, SAL DE LA CAMA CON LAS MANOS EN ALTO YA MISMO! -bramó Hermione, histérica. -¡QUÉ SALGAS DE LA CAMA, ZORRA! ¡AHORA MISMO! ¡NO TE HAGAS LA ESTÚPIDA, SÉ QUIÉN ERES! ¡ALÉJATE DE HARRY, PUTA MORTÍFAGA!

-Su nombre es Vicky -dijo Verity, en referencia a su hermana, aún con las manos en alto y sin dejar de mirar a Hermione-. Ella es de quien debía estar hablando mi madre... Dile, Harry… Dile que esto no tuvo nada que ver con que seas el Niño que Sobrevivió… Dile que solo nos conocimos en la heladería donde trabajo, y nada más…

-Tiene razón, Hermione…

Ahora Harry y Verity estaban encerrados en una sala que parecía una prisión, en el Ministerio de la Magia.

-¿Por qué ese hombre se dirigió a ti como "señorita Malfoy", Verity?

-Porque ese es mi apellido, Harry -dijo la chica, abrazándose a sí misma en la oscuridad-. Te dije que soy una Squib pero que también soy sangre pura, y que soy hija de Rosmerta Davies... Pues ese otro es el apellido de mi padre, y por lo tanto el mío… Me llamo Verity Malfoy.

-Supongo que existirá algún motivo por el que no me lo habías dicho…

-Sí, en verdad sí. Odio ese apellido. Es mi apellido legal, claro, pero no dejo que nadie me llame por él. Mi padre no existe para mí. Nunca estuvo en mi vida. Mi madre siempre fue ella sola. Él no existió. Mi familia, en lo que a mí respecta, son los Davies.

Entonces Harry lo entendió. ¿Cómo no lo había notado antes? El cabello de Verity tenía exactamente el mismo tono de rubio platinado que Draco, y su contextura corporal también era parecida a la de Draco, tan delgada… No era muy parecida a su madre, de hecho.

-¿Y tu padre…?

-No quiero hablar del tema -lo cortó Verity-. ¿Es decir que me han traído detenida porque tú dijiste haberme visto en esa fiesta, cuando en verdad eran los efectos de unos alucinógenos que consumiste?

-¡Claro que no! ¡Te lo juro, Verity! ¡No tengo nada que ver con que estés aquí! ¡No entiendo por qué te han traído aquí, de verdad!

-De acuerdo, está bien. Pero yo no estuve en ninguna fiesta. Estaba en la residencia…

-¿Con Stan?

-¿Estás celoso de Stan? Tú fuiste el que terminó conmigo, Harry. Mira que he querido ayudarte. Entendí que espiaras a esa chica en las duchas, pero esto…

-¡Verity, no he violado a nadie! ¡Me han tendido una trampa, y a ti también!

-¿Quién?

-¡Malfoy!

-¿Malfoy?

-¡Sí, Malfoy! No tú, claro… ¡Draco Malfoy! ¿Lo conoces, imagino?

-Sí, sé quién es. ¿Qué tiene Draco Malfoy que ver con todo esto?

-¡Él tiene todo que ver con esto!

-Por fin nos encontramos, Granger… -dijo una voz suave y aguda, que sonaba como un silbido fantasmal en la noche-. ¿Sabes quién soy…? Pues yo soy el villano, Granger… El verdadero villano de esta historia… Debo decir que tenía muchas ansias de encontrarte, por fin…

Lucius Malfoy miraba a la chica por debajo de su capucha, mientras sostenía su cabeza y la forzaba contra su pene erecto.


Capítulo 41. La huida

Hermione estaba desnuda sobre una camilla alta, boca abajo, con una mordaza en la boca y las manos firmemente sujetas tras la espalda entre sí con unas cuerdas. Su cuerpo desnudo era iluminado por la luz de la lámpara en el techo del sótano de la Mansión Malfoy, el calabozo donde estaba prisionera. La luz alumbraba la piel de su trasero desnudo, y sus pechos estaban aplastados contra la camilla. Su rostro se levantó y miró hacia adelante, al hombre que caminaba ante ella.

Lucius había bajado al sótano con un cuchillo largo y afilado. Había colocado la camilla convocada mediante magia allí en medio y la había soltado de las cadenas para ponerla allí en cambio, atada y desnuda.

-He decidido que ha llegado tu momento -le dijo, con una sonrisa, mientras afilaba su cuchillo con un afilador metálico-. Disculpa mi romanticismo, Granger. Esto de asesinar con cuchillos es algo anticuado, lo sé… Pero no puedo resistirme. Me resulta mucho más placentero que los maleficios asesinos. Esos siempre me dejan un sabor amargo en la boca, ¿sabes? Son asesinatos que siempre acaban demasiado… -se quedó mirando hacia arriba, pensativo-… rápido.

Empezó a caminar en torno a la cama, observando el cuerpo de la chica. Ella tenía los ojos muy abiertos y respiraba con esfuerzo. No podía hablar, por la mordaza. Sus ojos giraban hacia donde el hombre adulto de cabello largo y rubio paseaba, a su alrededor…

Lucius se detuvo a la altura de su trasero y se lo quedó mirando.

-Qué deliciosa carne… -comentó, mordiéndose los labios con un aspecto perverso mientras llevaba una mano a los glúteos de la chica y empezaba a apretárselos, con fuerza. -Sí que he gozado de probarla… -le dio una palmada en una nalga, con fuerza. La carne del trasero desnudo de Hermione tembló con el golpe.

Lucius se llevó una mano al pantalón y se bajó el cierre.

-No me haría nada mal probar un poco más de ti, por última vez…

Sacó su pene afuera del pantalón y se subió a la camilla. Levantó las caderas de Hermione con fuerza, para que su trasero quedara erguido. Ella empezó a sacudirse y a tratar de chillar, pero sus gritos salían ahogados y sus manos estaban inmovilizadas por las cuerdas.

Lucius la mantuvo sostenida con mucha fuerza y dirigió su pene al trasero de Hermione. Metió la cabeza de su pene entre sus nalgas, y la fue bajando por la raya de su trasero hasta que encontró su coño. Entonces la apuntó con su varita y pronunció un encantamiento que provocó que la vagina de Hermione se lubricara, despidiendo líquidos convocados mediante magia sobre la camilla.

El hombre metió su pene dentro de ella, abriéndola con el miembro, mientras con las manos la sostenía con fuerza por las caderas, impidiéndole moverse.

-Ohh, sííí… -susurró, penetrándola más y más. Sostenía a Hermione con mucha fuerza y movía su cintura adelante y atrás, penetrándola. Ella tenía las manos atadas con sogas delante de él, tras la espalda, y más adelante su cabello negro se sacudía con la desesperación de la chica, que intentaba resistirse, en vano…

Lucius la penetró cada vez más rápido, hasta que la velocidad fue tanta que toda la camilla se sacudió de forma violenta y descontrolada.

-Me encanta que te resistas, puta inmunda -le dijo, lanzando una carcajada-. Me calienta mucho más si te retuerces, cerda asquerosa…

Se bajó de la camilla, mordiéndose los labios con placer y con esa cara de depravado. Dejó su cuchillo afilado a un costado de la camilla y se acercó al cabezal, movido por esa locura desenfrenada que le surgía en los momentos sexuales.

Le agarró la cara a Hermione con las dos manos y se la apretó con fuerza, mientras la obligaba a mirarlo a los ojos.

-Qué hermosa cara tienes, preciosa -le susurró, mirándola a los ojos con el pene erecto frente a ella-. Eres una puta sangre sucia asquerosa, pero no puedo negar que esta carita preciosa que tienes es muy bella…

Acercó su pene a la cara de Hermione y empezó a golpearla en la cara con este. Ella le sostuvo la mirada, con la mordaza firme en su boca, mientras el pene de Lucius la golpeaba en las mejillas y en la nariz, humillándola.

-Chúpala, puta -susurró Lucius, forzándola a abrir la boca con los dedos. Le arrancó la mordaza de un tirón y la lanzó al suelo. -Chúpala por última vez antes de morir como toda una buena puta.

Le mantuvo la boca abierta con los dedos, con forma de "O", y entonces le metió el pene en la boca y empezó a penetrarla por los labios, moviéndose de nuevo rítmicamente contra su cara. Le empezó a tirar del cabello con fuerza con una mano, mientras con la otra la sostenía por la mandíbula con muchísima fuerza, y forzaba su duro pene adentro de su boca hasta el fondo, obligándola a chupárselo hasta lo profundo de la garganta.

-Puta inmunda, chupa, chupa… -susurraba el hombre, metiéndole el pene hasta el fondo de la garganta y sosteniéndolo allí, sin dejarla ni respirar-. La chuparás hasta ahogarte y asfixiarte, por ser una puta de mierda…

Empezó a apretar la cabeza de Hermione con las dos manos, con muchísima fuerza. Por un extremo le tiraba del cabello con todas sus fuerzas, y por el otro le apretaba la mandíbula con la otra mano con todas sus fuerzas también, provocando que la cabeza de Hermione vibrara, toda roja, mientras aguantaba el pene del hombre metido hasta el fondo de su garganta…

-¡Y AHORA ES CUANDO MUERES POR FIN, PUTA GRANGER! -gritó Lucius, desaforado, en un arranque de locura bestial-. ¡CHUPANDO MI POLLA, ASÍ TE MUERES, PUTA! ¡PUTTTAAAAAAAAA!

Riendo a carcajadas, como un enfermo, el hombre se quedó mirando hacia el techo mientras metía el pene tan adentro de Hermione como era capaz, dispuesto a provocar que la chica se ahogara con su pene, sin poder respirar, hasta la muerte…

Sin dejar de mirar hacia arriba, Lucius tanteó con la mano el borde de la camilla, en busca de su cuchillo.

-No te preocupes, querida… -le dijo, entre jadeos-. Haré que esto termine de una vez… Ahora es cuando corto tu garganta con mi daga, y se acaba tu sufrimiento… Adiós, puta.

Y entonces tanteó el borde de la camilla con más fuerza, buscando su daga, dispuesto a acabar de una vez con ella.

Y tanteó, y tanteó, mientras le hundía el pene hasta el fondo…

Y siguió tanteando…

¿Dónde mierda estaba su daga?

Lucius entonces bajó la mirada hacia la camilla en la que Hermione estaba acostada, boca abajo.

La daga no estaba más allí.

Abrió grandes los ojos al darse cuenta de que no solo la daga no estaba más, sino que la soga con la que le había atado las manos a la chica ahora estaba deshilachada y rota, ya sin sostenerle las manos.

-No… -dejó escapar en un susurro de terror, al encontrar la mirada de ella…

…Y ver en sus ojos una mirada aún más salvaje que la suya propia.

-¡AAAHHHHHHHHHHHHHHHHH! -con un alarido cargado de la más profunda rabia y sed de venganza y sangre, Hermione se incorporó y se abalanzó sobre él, moviéndose con una rapidez y agilidad que él jamás hubiera pensado que tenía, con un salvajismo que jamás habría creído que esa chica tan delgada y de apariencia débil pudiera tener…

Y entonces sintió el dolor. El terrible y profundo dolor…

Hermione ahora estaba de pie sobre él. A Lucius se le había caído la varita, que rodó por el suelo y desapareció a lo lejos. Y ella estaba con su cuerpo pegado al suyo, con sus ojos castaños clavados en los de él con una ira y una locura descomunal, mientras su mano continuaba empuñando la daga con todas sus fuerzas y clavada bien profundo en el estómago del hombre, hasta el fondo; tan profundo como él había hundido su pene dentro de su garganta, ahora Hermione le hundía a él el cuchillo, retorciéndolo mientras lo clavaba hasta el mango, bien afilado como el propio Lucius lo había dejado…

El hombre tenía la boca y los ojos abiertos, y un hilo de sangre caía por sus labios. Parecía incapaz de comprender qué había pasado…

Entonces empezó a caer hacia atrás…

El efecto de la caída provocó que el cuchillo saliera de su estómago. La mano de Hermione quedó allí suspendida hacia adelante, aun sosteniendo el arma que chorreaba de sangre rojo brillante. El mago golpeó contra el suelo y se quedó allí tendido, con los ojos abiertos, mirando hacia la nada. Había un profundo agujero en su estómago del que no dejaba de brotar más y más sangre, creando un enorme charco sobre el suelo…

Hermione soltó el cuchillo. Estaba temblando de pies a cabeza. Su cabello estaba todo despeinado, su rostro lucía muy débil y demacrado. Su cuerpo tenía múltiples heridas y contusiones. No era capaz de pensar con claridad…

Había usado todas sus energías para hacer eso, y ahora parecía estar a punto de caer al suelo ella también; desmayada, débil…

Miró la horrenda cara de Lucius por última vez. Lucía pálida y ausente, con los ojos vidriosos y perdidos en la nada. El agujero en su estómago era enorme y asqueroso. Tenía que haber muerto ya.

Ahora tenía que huir de allí, tan rápido como fuera posible… Si caía desmayada allí en ese suelo, quizás nadie la encontraría jamás… Quizás moriría allí… O quizás no moriría enseguida, pero algún otro Malfoy la encontraría y decidiría finalizar el trabajo de Lucius por cuenta propia, al ver lo que ella había hecho…

Tengo que huir de esta casa ahora mismo, pensó con pánico.

Se obligó a sí misma a ser fuerte. Sin dejar de temblar y sacudirse, obligó a su débil cuerpo a caminar hacia las escaleras que salían del sótano. Y las subió… Puso un pie delante del otro y subió, un peldaño a la vez…

Voy a morir, pensaba. No tenía aire. Su cabeza entera le ardía de dolor. Voy a morir…

Pero no podía morir ahora. Tenía que salir de allí.

Se arrastró por el oscuro corredor que había fuera del sótano… Vigiló las puertas, dispuesta a correr si aparecía alguien… Dispuesta a atacar si aparecía la esposa de Lucius, o alguien más que pudiera querer detenerla…

No traje la daga, pensó entonces. Tampoco tengo ninguna varita… Ni siquiera tengo ropa…

Pero no importaba. Vio una ventana, y se lanzó a ella. Con dedos que temblaban, abrió la hoja y trepó como pudo. Pasó sus piernas desnudas por el marco de la ventana y saltó del otro lado. Aterrizó sobre el helado césped de esa noche invernal en el jardín de esa enorme mansión, completamente desnuda…

Entonces, Hermione tomó mucho aire, lanzó rápidas miradas alrededor y empezó a correr con todas sus fuerzas hacia uno de los extremos de los jardines Malfoy, rengueado y trastabillando hacia una libertad que nunca en todo ese tiempo creyó que fuera a ser capaz de obtener.

-Sirius -dijo Harry, con su corazón latiendo a toda velocidad-. No puedo creer que estés aquí…

Sirius entonces sacó de su bolsillo una varita y la apuntó hacia Bellatrix.

-¡Tú, ponte contra esa pared ahora mismo! -ordenó el mago, con firmeza-. ¡De espaldas y con las manos en alto!

Bellatrix alzó ambas manos, pero no se puso de espaldas. Se quedó mirándolo fijamente, de forma desafiante.

-¡No! -dijo Harry entonces-. ¡Ella no es malvada, Sirius! ¡Me ha estado ayudando!

-¿Ayudando? -dijo este-. Sí, cómo no. Ha estado engañándote, eso ha hecho. ¡He venido aquí para salvarte de ella, Harry! Es una suerte que aún no te haya asesinado…

Harry miró hacia fuera de la celda, nervioso.

-Sirius, escúchame -le dijo, con urgencia-. Es una locura que estés aquí, y si no actuamos rápido acabarás prisionero con nosotros. ¡Necesito que me ayudes a salir de esta prisión ahora mismo! ¡Hermione está a punto de morir y solo nosotros podemos salvarla!

-¿Hermione? -Sirius se volvió hacia él con el ceño fruncido-. ¿Tu amiga que conocí hace unos meses, la que tenía miedo de volar sobre el hipogrifo?

-¡Ella misma! ¡Sirius, escúchame! -Harry corrió hacia él y le tiró de la vieja camiseta mirándolo a los ojos frenético-. ¿Tienes un plan?

-Sí, claro que sí -Sirius le lanzó una mirada de resentimiento a su prima-. De acuerdo, Harry, nos iremos de aquí cuanto antes entonces. Traje tres pociones, por las dudas. Pero solo necesitaremos una. Rápido, bébete esta. Y tú, Bellatrix, será mejor que no te muevas de donde estás.

-No te preocupes, primito, aquí me quedo, quieta -dijo ella, con una mueca burlona-. No olvides enviarle saludos a la familia, ¿quieres? -añadió con sarcasmo.

Harry tomó la poción que le ofrecía Sirius y bajó el frasco entero de un trago sin siquiera preguntarle qué era. Cuando acabó, se limpió la boca con el dorso de la manga y miró a Sirius nuevamente.

-Ella viene con nosotros -dijo Harry, señalando a Bellatrix-. Dame otra de esas pociones.

-¡¿Qué?! -Sirius no daba crédito a sus oídos-. ¿Te has vuelto loco? Harry, no sabes lo que…

-No, tú eres el que no sabe -Harry se paró firmemente ante su padrino y se irguió tan alto como pudo ante él, mirándolo a los ojos con seriedad-. Si ella no viene, Sirius, yo tampoco. No hay tiempo para esto. Tú decides. O nos vamos los dos, o no se va nadie.

Bellatrix giró su rostro hacia Harry y se lo quedó mirando con la sorpresa marcada en él. Sirius, en cambio, miraba a Harry como si este fuera una persona diferente, con una mezcla de esa misma actitud de "yo sé más que tú" pero al mismo tiempo entremezclada con la admiración que le provocó la firme actitud de su ahijado.

-De acuerdo, Harry -dijo entonces, sin dejar de mirarlo muy serio. Sacó otro frasco de poción de su bolsillo y se lo pasó a Bellatrix, sin hacer contacto visual con ella.

Bellatrix tomó el frasco y se lo quedó mirando antes de beberlo.

-¿Qué es? -preguntó, arrugando el rostro con desconfianza.

-Poción de animagos -dijo entonces Sirius, cruzándose de brazos. Harry arqueó las cejas, impresionado.

-Pensé que eso era un proceso muy largo y complicado -dijo-. ¿No hay que tomar una poción en una noche de tormenta, y…?

-Sí, pues esta es la poción y esta es la noche de tormenta -señaló con un dedo al techo-. No es una gran tormenta, pero será suficiente. He oído algunos relámpagos sobre la isla al llegar.

-Pues no tengo quejas -dijo Harry, encogiéndose de hombros.

-Créeme, tu padre y yo nos volvimos animagos siendo unos adolescentes. No es tan difícil como crees. Hay una parte que involucra una hoja de mandrágora, que puede hacerla otra persona. Yo ya tenía hecha la poción con una hoja que mastiqué yo mismo durante un mes, de luna llena a luna llena; y tenía la poción preparada por si acaso tuviera que convertirte en animago a ti algún día…

-¿Habías pensado en eso, de verdad? ¿Para mí?

-Claro que sí. Le prometí a tu padre que siempre te cuidaría…

Bellatrix descorchó el frasco y bebió hasta el fondo también.

-Me he tomado la libertad de elegir el animal en que se convertirán yo mismo, al finalizar la poción hace unas horas -dijo Sirius-. Tenía que ser uno pequeño para que pudiera pasar entre los barrotes, y preferentemente volador… De acuerdo, creo que ya es suficiente charla. Transfórmense.

-Espera -Harry alzó una mano-. Iremos por Verity, ¿verdad?

-¿Quién es Verity?

-Está en el área de menor seguridad…

-De acuerdo, menos mal que traje tres pociones -dijo Sirius-. Era solo por las dudas…

-Vámonos ahora mismo -dijo Bellatrix, poniéndose de pie de un salto-. La siguiente guardia comenzará en menos de cinco minutos -tenía la mirada fija en el pasillo exterior a la celda-. Lo que quiere decir que en menos de cinco minutos todos los guardias de Azkaban sabrán de nuestro pequeño y suicida plan de escape.

-¡Rápido, Harry, transfórmate! -dijo Sirius, convirtiéndose en un perro otra vez. Entonces Harry vio, estupefacto, cómo Bellatrix se trasformaba también, convirtiéndose ante sus ojos en un cuervo negro…

¿Cómo rayos hacía para transformarse él también? Nadie le había explicado cómo…

El perro negro que era Sirius lo miró haciendo gestos de impaciencia con el hocico, y entonces Harry hizo algo que le pareció una locura, dominado por el pánico y la urgencia: le ordenó a su cerebro que lo transformara a su forma animal. Parecía algo estúpido y ridículo, como si hubiera tratado de hacer fuerza para ir al baño, pero entonces vio que Sirius asentía con su cabeza de perro y se volvía hacia los barrotes, andando en cuatro patas hacia allí; como si Harry ya hubiera hecho lo que le indicaba y estuviera preparando la fuga…

¡Esperen!, pensó Harry. ¡Aun no estoy transformado!

Quiso decirle eso mismo a su padrino, pero su pico no emitió palabra alguna. Entonces agitó sus alas, para ver si podía llamar su atención con ellas…

Esperen un segundo... ¿Alas?

Y entonces fue que Harry comprendió que había funcionado. ¡Se había convertido en su nueva forma animal!

Todo pasó tan rápido que no pudo ni pensar. Salió volando detrás del perro y el cuervo negro, los tres pasaron a través de los barrotes de la celda y entonces trotaron y volaron respectivamente por el pasillo exterior, a toda velocidad…

Los presos se volvían hacia ellos y los señalaban, asombrados. Harry trató de ignorarlos. Llegaron a un pasillo plagado de dementores y el horror se apoderó de Harry. ¿Y si trataban de darle el beso…? Pero no. No podía dejarse dominar por el pánico. Hermione dependía de él. Encontrar una salida de allí y volar hacia Hermione era lo único que importaba en su mente en ese momento…

Sirius pasó primero, y ningún dementor se volvió hacia él. Son ciegos, recordó Harry. Solo pueden saber que alguien está aquí rastreando sus sentimientos. No pudieron verlo. El mago ya se había fugado de esa prisión el año anterior, por lo que sabía cómo mantener sus emociones a raya de las criaturas.

Bellatrix siguió, volando sobre las cabezas de las criaturas horrendas. La mujer, que llevaba años allí, tenía bien definida su estrategia mental contra ellos también. Y entonces llegó el turno de Harry…

Usa tu estrategia, pensó, recordando lo que le había dicho Bellatrix días atrás. Usa tu estrategia para que no puedan absorber tus emociones…

Hermione es mi estrategia, pensó. Tengo que rescatarla. Ningún dementor va a interponerse en mi camino.

Fue como un encantamiento Patronus mental. Les pasó por al lado él también, sin que ellos pudieran percibir que estaba allí. Voló a toda velocidad junto a los otros dos y siguieron de largo por el pasillo, con su forma animal, sin que ningún dementor hubiera podido percibir a ninguno.

Bellatrix parecía saber exactamente dónde estaba Verity, porque se puso delante del grupo y dirigió el camino. Un minuto después, volando y trotando por los pasillos como tres flechas surcando el cielo, llegaron.

Se metieron entre los barrotes y se transformaron delante de ella. Verity se llevó un susto de muerte al verlos. Harry se adelantó para hablarle, jadeando.

-Verity, escúchame…

Verity lo miraba con los ojos tan abiertos por la sorpresa que se salían de sus órbitas.

-Vamos a huir de prisión -le dijo Harry, mirándola de lleno-. No hay tiempo. Tienes que decidir ahora… Tu condena no es tan larga. Y si te atrapan huyendo podrían alargártela… Es tu decisión… ¿Vienes con nosotros?

La chica rubia se quedó mirando a Harry con sus ojos castaños clavados en él. Parecía estar pensando a toda velocidad y tratando de ver más allá de las palabras de Harry.

-Parece una verdadera emergencia… -susurró entonces-. No solo están huyendo… ¿Qué ha pasado? ¿Quién corre peligro?

Le había leído la mente casi tan bien como lo hacía Bellatrix.

-Hermione -dijo Harry entonces, sin poder ocultar la desesperación-. Hermione está en peligro de muerte. Lucius Malfoy la tiene prisionera y está a punto de matarla, y no hay nadie allí afuera que pueda ayudarla. No tenemos tiempo. Si no vamos ahora mismo por ella, muy probablemente morirá.

Al oír aquello, la cara de Verity se transformó por completo. Sirius también quedó impactado por la información de Harry, que antes solo había oído por la mitad.

-Voy con ustedes -dijo Verity, sin dudarlo. Entonces tomó el frasco de poción que Sirius le tendía y le dio un largo trago.

-Síganme, sé por dónde huir -anunció Sirius-. Ahora bien, escúchenme todos con atención… Soy el único de ustedes que ha logrado hacer esto. Quizás el único mago que ha podido huir de aquí antes. Así que ni se les ocurra desobedecerme, la vida de los cuatro corre peligro. Los dementores no dudarán en darle el beso a ninguno de los cuatro si nos atrapan huyendo. Solo tienen que pegarse a mi lado y todo estará bien. ¿Entendido?

-Entendido -dijo Harry, asintiendo.

Sirius se volvió hacia él y lo miró muy seriamente.

-Harry, tienes que saber que parte de mi plan es escondernos entre las rocas de esta isla tanto como sea posible. Horas, días…

Harry sintió que un frío se extendía por su pecho.

-¡¿Qué?! ¡¿Qué dices…?!

Sirius dio un paso hacia él, sin dejar de mirarlo.

-Harry, no puedes volar sobre el océano y pretender escaparte…

-¡Hemos pasado junto a ellos hace solo instantes, sin que nos vieran…!

-Solo ha sido suerte, pero en cuanto sepan que han huido...

Verity ya había terminado la poción y acababa de transformarse en una bella gaviota blanca que empezó a volar en círculos por la celda.

-No me esconderé entre las rocas durante días, Sirius -dijo Harry, tajante-. ¡Hermione no tiene días!

Sirius lo sujetó de los hombros con fuerza, al tiempo que una alarma estridente empezaba a sonar sobre sus cabezas. Bellatrix miró hacia arriba con su mirada impasible y fría de siempre.

-Ya lo saben… -susurró entonces, ante la alarma que taladraba sus oídos-. Saben que hemos huido de la celda…

-Harry, si quieres sobrevivir el tiempo suficiente para salvar a Hermione, harás lo que te digo -le imploró Sirius, sosteniéndolo por los hombros-. Por favor, te lo pido.

Harry tomó mucho aire.

-Lo hablaremos una vez que estemos en tu escondite.

Sirius asintió.

-Vamos. ¡No hay tiempo! ¡Todos detrás de mí!

Se transformaron todos en animales, pasaron entre los barrotes nuevamente y volaron tras el perro negro por los pasillos de Azkaban, a toda velocidad.

Harry agitó sus alas con fuerza mientras volaba tras el cuervo negro, la gaviota blanca y el perro negro. Pasaron por varios pasillos de esa área de menor seguridad, y finalmente llegaron a una celda vacía que tenía rejas del otro lado también, que salían a la noche exterior a la altura del suelo; de forma que el perro pudo meterse entre los barrotes y salir por el otro lado. Era Sirius quien los guiaba ahora.

Los cuatro ahora corrían y volaban por las rocas de la zona exterior de Azkaban, sobre la superficie rocosa de la isla rodeada por el océano. Harry sentía deseos de abandonar al grupo y volar por su cuenta tan lejos como fuera posible por el cielo nocturno, hacia la libertad y a cualquier dirección… Ya habría tiempo de descubrir si había volado de regreso a Gran Bretaña o en dirección al continente europeo... Pero se contuvo, recordando las palabras de Sirius.

Voló detrás del grupo entre rocas y más rocas, mientras una luz rojo brillante parpadeaba como loca sobre las torres de la prisión y la alarma sonaba de forma ensordecedora, alertando a todos en la prisión de que había habido un escape…

Sabían que ellos habían huido y ya estarían buscándolos por toda la prisión. En este momento, cientos de dementores estarían buscando por doquier…

Y entonces Harry vio las otras luces: luces blancas emitidas por farolas gigantes que apuntaban hacia el océano y hacia las mismas rocas por las que ellos corrían. Los estaban buscando por allí mismo también. ¿Habría magos allí también, aparte de dementores? ¿Magos que no eran ciegos, y que en ese momento estaban buscándolos por el océano y por los alrededores, dispuestos a lanzarse en escobas sobre ellos si los conseguían ubicar, para someterlos al beso del dementor como castigo por haber tratado de huir…? ¿O estarían los mismos dementores a punto de rodearlos desde todas direcciones, cientos de ellos, todos flotando de forma fantasmal, absorbiendo todo el aire de la atmósfera para succionar sus almas…?

Harry vio entonces que Sirius metía su hocico entre dos rocas que tenían una separación entre sí, un conducto no más ancho que la separación de los barrotes de las celdas, por donde el perro apenas logró caber con mucho esfuerzo… Las tres aves, más pequeñas, se metieron tras él por el hueco, y desaparecieron todos por un túnel que descendía de forma subterránea entre las rocas, a través de un conducto tan estrecho que ningún ser humano habría podido caber en él…

Totalmente a oscuras, Harry sintió que chocaba contra las plumas de Verity y de Bellatrix, mientras los tres se apiñaban tras el perro, agitando las alas en desesperación y avanzando por el dificultoso camino que parecía ir bajo tierra, más y más…

Lo que pareció ser horas después, el túnel se fue ensanchando y volviéndose más amplio, hasta que acabó en una pequeña cueva natural donde había suficiente espacio para que los cuatro animales cupieran sin chocarse entre sí. Harry no se atrevió a apartarse de los otros, de todas formas, aunque fuera consciente del mayor espacio que había ahora, por temor a perderse. No podía ver absolutamente nada. Todo era negrura total.

Entonces oyó la voz de Sirius:

-Ya es seguro transformarse. Pueden volver a su forma humana.

Harry le envió la orden a su cerebro, y sintió que su cuerpo aumentaba considerablemente de tamaño, hasta volver a su forma humana.

No había tanto espacio allí, sin embargo, según descubrieron. Harry estaba ahora sentado en un suelo rocoso y húmedo, apretado entre dos cuerpos que, a juzgar por el largo cabello con rulos que se le metía en la cara a la izquierda y el otro a su derecha más corto pero lacio y prolijo, no como el enmarañado de su padrino; eran Verity y Bellatrix.

-Había más espacio aquí cuando solo era yo -se oyó la voz de Sirius, del otro lado de Verity, a la derecha de Harry-. Aquí es donde me oculté el año pasado, cuando me fugué…

-Buen plan -se oyó la voz más fría y apagada de Bellatrix, casi pegada a la cara de Harry, a la izquierda-. Ningún humano podría caber por ese hueco entre las rocas, así que nunca podrán encontrarnos aquí. Claro que no duraremos ni dos días sin comida y agua. El oxígeno también parece escaso…

Harry empezó a ser consciente de la falta de oxígeno recién después de que Bellatrix dijera eso, y no pudo pensar en otra cosa a partir de entonces. ¿Morirían los cuatro asfixiados, o de sed o hambre allí?

Verity estaba tan pegada a Harry, por la derecha, que su trasero prácticamente estaba encima de él. Al transformarse había quedado parcialmente sentada encima suyo, y no había espacio para moverse de allí. De pronto Harry tuvo el loco e inoportuno recuerdo de las veces en que se había acostado con ella…

-Es una suerte que recordara exactamente dónde estaba esta abertura en la roca, señor Black -dijo Verity.

-Dime Sirius -dijo él-. Supongo que Harry te habrá hablado de mí y por eso supiste mi nombre.

La conversación era totalmente extraña, porque como no podían ver nada era como si las voces simplemente flotaran allí en ese espacio negro.

-A decir verdad, no -dijo Verity-. Pero lo reconocí por las fotografías de El Profeta. Y usted debe ser la señora Lestrange, ¿verdad?

-Encantada -se oyó decir a Bellatrix, con un tono de voz que no denotaba nada de encanto.

-Pues, Harry, supongo que estos dos magos son gente inocente que han sido encarcelados injustamente, como tú y yo… ¿verdad? -dijo Verity-. O es eso, o acabo de seguirte a una cueva bajo la prisión con dos peligrosos convictos…

-Son inocentes, ambos -dijo Harry-. Te agradezco por confiar tanto en mí como para meterte en esto, Verity… Espero no estar arrastrándote otra vez en problemas aún peores de los que ya tenías por mi culpa…

-Es lo más probable -dijo Bellatrix.

-No hay problema, si son amigos tuyos son amigos míos -dijo Verity-. Es increíble cómo meten presa a tanta gente inocente…

-Yo no soy inocente -se oyó decir a Bellatrix-. Sí he asesinado y torturado a mucha gente, así que merezco estar en prisión.

-Bien… -dijo Verity, y a continuación se quedó en silencio. Harry sintió que se movía encima de él, al parecer incómoda.

-Pero está aquí para ayudarnos -dijo Harry-. Y no nos hará nada malo.

Sirius no decía nada. Harry entonces giró la cabeza por encima de Verity para acercarse a su padrino.

-¿Cuánto tiempo crees que sea prudente esperar antes de que podamos salir de aquí? Hermione no tiene mucho tiempo, puede estar a punto de morir ahora mismo…

-Pues yo he esperado dos días enteros cuando escapé el año pasado -dijo Sirius-. Solo entonces bajaron la guardia lo suficiente y dejaron de rastrear los cielos y el océano… La clave es esperar hasta que el momento pase. Ahora mismo estarán todos los dementores rastreando los cielos, y todos los guardias volando en escobas alrededor de la isla, buscando hasta el cansancio… Solo cuando bajen la guardia tendremos una brecha para poder huir sin que nos detecten.

-¡Pero yo no tengo dos días! -dijo Harry, desesperado.

-He leído que él es el primer mago que logra huir de Azkaban en la historia -le dijo Verity-. Yo que tú le haría caso, Harry. Mucha gente ha intentado huir de Azkaban antes, pero no sé de nadie más que lo haya logrado aparte de él.

-Gracias -se oyó decir a Sirius-. No es la clase de logro por el que me hubiera gustado ser reconocido, pero…

-¡Es que no lo entienden…!

-Sí, Harry, claro que te entiendo -dijo Sirius, muy serio-. Pero ahora quiero que me entiendas tú a mí un minuto. Vine hasta aquí planificando tu escape de prisión porque pensé que tú eras el que estaba en peligro. Pensé que te encontraría muerto en la celda, que sería demasiado tarde, que Bellatrix te habría asesinado…

-¿Bellatrix? -preguntó la voz de Verity-. ¿Te refieres a esta bruja que está aquí con nosotros, Sirius? -su voz tembló ligeramente.

-Exacto -dijo Sirius-. Y ahora descubro que no solo te encuentras bien, Harry, si no que dices que yo debo confiar en ella… ¡y me pides que le permita huir con nosotros!

Verity lucía más incómoda ahora, moviéndose sobre Harry como si temiera recibir una puñalada de Bellatrix en cualquier momento.

-Lo que quiero decir, Harry, es que quizás tú también piensas que Hermione corre un peligro de muerte, y en verdad no es tan así como crees. Y mira cómo son las cosas. Si hubiera sabido que tú estabas a salvo con Bellatrix en verdad, que no corrías peligro, podría haber ido yo mismo a salvar a Hermione en lugar de venir aquí, ¡y todo habría sido mucho mejor! ¡Mira a dónde nos llevan nuestras confusiones y el actuar de forma impulsiva, por creer que alguien querido corre peligro!

Harry no respondió enseguida. Se quedó respirando profundamente, tratando de conseguir oxígeno en ese reducido lugar. Luego de varios segundos donde solo oían el estridente sonido de la alarma de la prisión, llegando ahora de lejos, dijo:

-De acuerdo, Sirius, pero respóndeme tú a mí una cosa… Cuando creíste que yo corría peligro, que estaba a punto de morir asesinado por ella… Si alguien te hubiera dicho algo así, algo como lo que tú me estás diciendo ahora… ¿te habrías detenido? ¿Habrías dejado de venir aquí a salvarme?

Se hizo otro largo silencio.

-Tienes razón -dijo la amarga voz de Sirius entonces-. No, no me habría detenido... Habría venido de todas formas.

-Exacto -dijo Harry, firmemente.

Y entonces todos hicieron silencio. Y el tiempo fue pasando… ¿Una hora? ¿Dos, tal vez?

La incomodidad de la cueva fue aumentando a cada minuto. Bellatrix empezó a estirarse en su lugar, lo que obligó a Harry a correrse aún más a la derecha… Ahora Verity quedó subida encima suyo por completo, ya que no le quedó otra opción. La chica tenía su trasero justo encima de la entrepierna de Harry, sentada sobre él, y recostó la cabeza hacia atrás sobre su hombro. A su derecha, Harry sentía a Sirius, con el que ahora estaba hombro con hombro.

-Lo siento, Harry -le susurró su padrino en un momento, rompiendo el silencio-. Quise ir a tu encuentro desde que leí en El Profeta que te habían expulsado de Hogwarts, pero no era sencillo. Yo habría llamado mucho la atención en el Callejón Diagon, no podía ir a Londres… Lo más seguro era mantenerme oculto en la cueva en la que estaba, cerca de Hogsmeade.

-Lo entiendo, no tenías por qué ir a verme… Esto ha sido muy arriesgado de tu parte. Si acabas de nuevo en Azkaban por mi culpa…

-Harry ha estado en buenas manos en Londres -dijo Verity, encima suyo-. Así que no tienes de qué preocuparte.

-Ya veo -susurró Sirius-. Y dime, Harry… ¿qué ocurrió con Hermione?

Harry le explicó todo rápidamente. La más callada era Bellatrix, que apenas dirigió palabra, manteniendo su aura oscura y sombría.

-Y pues, bueno… -Harry se quedó pensativo a medio discurso, decidiendo que no podía contarles la historia de Bellatrix a los otros dos delante de ella, ya que no sería apropiado, y buscando una forma de explicarles lo que ella le había dicho sin entrar en detalles-. Rowena me ha dicho que…

-Dime Bella -dijo ella entonces, hablando por fin-. Rowena es solo un apodo que uso con aquellos que no quiero que descubran quien soy realmente… Mucha gente fuera de Azkaban ha leído mi nombre en El Profeta, y no quiero espantarlos tan pronto… pero puedes llamarme así.

-De acuerdo -dijo Harry-, Bella me dijo que sabe de primera mano quién es Lucius Malfoy, por lo tanto podemos concluir en que Hermione no estará a salvo por mucho tiempo si él la tiene capturada…

-Sí, es cierto -dijo Bellatrix-. Podría estar asesinándola en este mismo momento. Harry no está exagerando. Lo he visto con mis habilidades de Legeremancia, con tanta claridad como puedo leer la mente de todos ustedes en este momento.

-¿De verdad eres tan hábil? -preguntó Verity-. ¿Qué estoy pensando yo en este momento?

Bellatrix no respondió enseguida.

-¿De verdad quieres que diga eso en voz alta…? -se oyó su voz entonces-. ¿…Delante de Harry?

-Por Merlín… -susurró Verity.

Harry se movió en el lugar, algo incómodo. Verity alzó un poco la cabeza, dejando de recostarla sobre él.

-Claro que sé quién es Lucius Malfoy yo también -dijo Sirius-. Me queda claro que nunca dejó de ser un Mortífago, pero de ahí a que vaya a asesinar a Hermione solo por alguna tontería que haya podido ocurrir en la escuela, me suena a algo un poco…

Harry lo interrumpió.

-Lo siento, Sirius, pero Bella tiene razón. De verdad Lucius es peligroso. Muy peligroso…

-¿Y hay algún motivo por el que tú digas eso, Harry, además de lo que te haya dicho o hecho ver Bellatrix, Harry? -argumentó su padrino-. Es una experta en Legeremancia, como ya te habrás dado cuenta. Y eso significa que puede implantar toda clase de imágenes falsas en tu mente si quiere…

-Vaya, primo, de verdad no eres para nada de ayuda -protestó Bellatrix-. Me alegro de que hayas aparecido para sacar a Harry de aquí, pero ahora ya no estás ayudando mucho…

-Aún no he sacado a Harry de aquí -dijo él-. ¿De verdad confías en ella, Harry? ¿Tienes idea de todo lo que ha hecho esta mujer en sus épocas de Mortífaga?

La discusión entre los dos primos iba y venía, de izquierda a derecha y de derecha a izquierda. Harry no podía decir nada para convencer a su padrino sin inmiscuirse en la vida privada de Bellatrix, y esta a su vez no parecía dispuesta a compartir con Sirius la información sobre su pasado que había compartido con Harry. Se notaba que se llevaba horriblemente con él y que no iba a rebajarse a tener que darle esa clase de explicaciones. Por lo tanto, Harry pensó que no habría como detener la pelea entre ellos. Tendría que estar horas y horas oyéndolos pelear en una discusión sin sentido y sin final…

Hasta que entonces…

-Bella tiene razón -dijo una voz distinta, la voz de Verity-. Lucius Malfoy es el mago más perverso que existe, quizás igual de malvado que el Innombrable. Y estoy segura de que, si ha capturado a Hermione, a ella no le queda mucho tiempo.

Sus palabras fueron seguidas por un silencio, finalmente roto por Sirius.

-¿Y tú cómo…?

-¿Qué cómo lo sé? -preguntó Verity-. Pues resulta que sé mucho sobre Lucius Malfoy… Resulta que soy nada más y nada menos que su hija.

Sus palabras fueron seguidas por un silencio aún más prolongado que el anterior.

-¿Eres… eres hija de Lucius Malfoy? -le preguntó Harry, tragando saliva con dificultad.

-Sí -dijo Verity. Su voz había cambiado. Ahora era oscura, como cuando habían estado encerrados juntos en el Ministerio de la Magia. -Soy hija de Lucius Malfoy y media hermana de Draco Malfoy. Él es mi padre.

Bellatrix se aclaró la garganta. Su tono de voz dejó de ser de discusión cuando volvió a hablar:

-Tu eres una de las hijas de Rosmerta, ¿verdad?

-Sí.

-Lo imaginé…

-Mi madre era una prostituta del Innombrable -reveló Verity entonces, con una voz tan amargada y triste que a Harry se le hizo irreconocible-. Contra su voluntad, claro… La capturaron los Mortífagos durante la Primera Guerra, cuando era joven. Y así fue como nacimos mi hermana y yo. Como productos de violaciones… con Lucius Malfoy como padre. Mi madre era sangre pura, así que no la mataron. En cambio, la tuvieron como prisionera sexual durante muchos años…

-Recuerdo a tu madre -dijo Bellatrix entonces, en un tono de voz compasivo y amable, muy diferente-. Siempre la tenían preparando tragos… Fue capturada poco después que yo…

-¿Tú? -dijo Sirius, escéptico-. ¿Tú fuiste capturada, Bellatrix?

-Aunque te cueste creerlo, primo… -dijo ella, con resentimiento en la voz nuevamente-. Supongo que simplemente diste por hecho que me ofrecí de voluntaria siguiendo los designios de mis padres enfermos… Pero no. Igual que tú, primo, tuve la desgracia de nacer en una familia que adoraba las artes oscuras. Pero yo no pensaba de esa forma. Igual que tú… Solo que a mí me capturaron…

Su comentario fue seguido por una larga conversación entre Sirius y Bellatrix. Mientras tanto, Harry acercó la cara a donde creía que estaba el oído de Verity, para hablarle:

-Siento lo de tu madre, Verity.

-Siento no habértelo dicho antes -le susurró ella, tratando de hacerse oír por sobre las voces de Sirius y Bellatrix-. Él nunca estuvo presente en mi vida, como te imaginarás. Solo violó a mi madre, como el mismo Innombrable y tantos otros Mortífagos, y luego desapareció. La tuvieron prisionera muchos años, y cuando mi hermana y yo nacimos la dejaron ir, un día. Pero la mantuvieron bien vigilada en Las Tres Escobas. Estaba obligada a recibir a los Mortífagos y permitirles tener sus reuniones secretas en el bar, y sin decir nada al Ministerio… La tenían amenazada. Si decía una sola palabra, matarían a mi hermana y a mí. Así que ella nunca abrió la boca sobre todo lo que había visto y oído, por miedo a que nos hicieran daño a nosotras…

"Por eso no podía decirte nada. Hasta el día de hoy, mi madre no quiere que nadie sepa lo que vivió con Lucius Malfoy y los otros Mortífagos. Cómo la violaban continuamente, cómo era su esclava sexual… Es algo que solo nos contó a nosotras, a sus hijas. Nos obligó a mantenerlo en secreto. Hasta el día de hoy teme a Lucius Malfoy y sigue teniendo que hacerle favores de vez en cuando, para que él no nos haga daño… Ese hombre está demasiado bien posicionado. Tiene muchos contactos en el poder, en las esferas más altas del Ministerio y del mundo mágico en general. Jamás lo enviarán aquí a Azkaban, pase lo que pase. Mientras siga con vida, mi madre está obligada a mantener el secreto sobre todo lo que vivió en la guerra.

Harry se quedó pasmado. No creía que pudiera ser posible algo así… Con Voldemort habiendo caído y todo, la madre de Verity aún tenía que responder a los Mortífagos. O al menos a uno, a Lucius Malfoy…

-Qué terrible -le murmuró Harry-. No puedo creerlo…

-Ella le tiene terror -explicó Verity-. Nos ha criado ella sola, a nosotras. Por eso te dije que para mí no soy una Malfoy, que no me identifico con ese apellido. Mi vida no fue como la de mi medio hermano, Draco. Él fue un hijo planeado y querido, que Lucius tuvo con una mujer que él quería como su esposa. Yo fui el error producido por una de las tantas violaciones que estos hombres cometían. Y mi hermana también.

-¿Ella también es hija de él?

-Sí. Lucius tenía una fascinación con mi madre. Si la conoces, habrás visto que tiene un muy buen cuerpo, y era aún más bella de joven… Por lo que no te extrañará saber que ese hombre inmundo convirtió a mi madre en uno de sus objetos sexuales predilectos… Y así nacimos nosotras.

La conversación entre Bellatrix y Sirius había terminado, y ahora ambos oían también a Verity.

-Hemos sido muchísimas las mujeres que han usado de esa forma -le explicó Bellatrix a Verity, con un tono de voz empático-. Y han sido muchas las que no pudieron vivir para contar la historia… Tu madre es una de las pocas sobrevivientes que hubo, igual que yo.

Otro silencio.

-Tenemos que salir de aquí -dijo Harry, sintiendo el asco y la ira trepando por su cuerpo igualmente fuertes y con la misma sed de venganza imposible de contener-. Tenemos que encontrar a ese hijo de puta y acabar con él…

-Créeme, Harry, nada me gustaría más… -susurró Bellatrix-. Pero, honestamente, tú no tienes chances contra él… Ni siquiera yo tengo chances contra él

-Pues no me quedaré aquí mucho más tiempo esperando a que siga haciéndole daño a Hermione.

Quiso moverse, pero Sirius lo detuvo.

-Harry, solo unas horas más… Te lo prometo, en unas horas nos iremos de aquí. Pero es necesario que esperes solo un poco… De otra forma, los dementores te atraparán y no llegarás a ninguna parte. Será solo un acto suicida, no heroico.

Harry suspiró y volvió a apoyar la espalda contra la pared rocosa. Sintió que Verity le tomaba una mano y se la apretaba con fuerza.

-¿Y qué pasó con tu hermana? -le susurró Harry en voz baja-. No entiendo cómo podría querer hacerse Mortífaga luego de saber la historia de tu madre…

-Precisamente por eso -se lamentó ella-. Vicky odia a Lucius Malfoy tanto como tú o yo. Pero nunca pudo tolerar la actitud de mi madre, que siguiera accediendo a hacerle favores a ese hombre, que siga estando sometida aún hoy en día… Cumplió su palabra de no contar el secreto de mi madre a nadie, pero llegó un punto en que no lo soportó más, y acabó tomando una decisión equivocada… A mí me había dicho una vez que quería ser más poderosa que Lucius Malfoy, lo suficiente para acabar con él ella misma. Y creo que ha decidido volverse Mortífaga porque piensa que esa es la forma de acabar con él: desde adentro, como una de ellos. Como una más, aprendiendo magia negra y consiguiendo poder de esa forma…

-Vaya… Eso es… -Harry pensaba a toda velocidad-. Todo este tiempo había interpretado que tu hermana debía ser una bruja oscura que había leído sobre Voldemort y querría unirse a él, o algo así…

-No -dijo Verity-. Luego de que supe que había huido de casa con la idea de volverse una Mortífaga, supe enseguida de qué se trataba todo esto: quiere ser una "heroína oscura", por así decirlo. Volverse Mortífaga para luego, un día, poder hacer algo contra la gente como Lucius Malfoy. El problema es que no estoy segura de que diferencie claramente la línea entre el bien y el mal, guiada por la ira que le produce todo esto…

-Tu madre ha sido cobarde -dijo Bellatrix entonces-. Y tu hermana no la ha podido perdonar por eso.

-Mi madre solo quería protegernos a nosotras -dijo Verity de inmediato-. Ella no es una cobarde. Deberías haber visto cómo se enfrentó a él un día, cuando yo era pequeña. Había resultado evidente que yo no tenía ninguna habilidad mágica, por lo que se confirmó que yo era Squib. Lucius Malfoy apareció en su casa luego de eso, por primera vez en años, a decirle que tendría que matarme.

-¿Quééé? -exclamó Harry.

-Yo estaba ahí, espiando tras una puerta -continuó ella-. El bastardo le decía que él no podía tener una hija Squib, que era deshonroso… Que tenía que entregarme a ellos para que "se encargaran de mí". Mi madre sacó su varita y le dijo, en la cara, que si quería llevarme tendría que hacerlo sobre su cadáver, y que si volvía a hacer mención al asunto iba a arrancarle las bolas, literalmente. Lucius pareció a punto de perder los estribos con ella y atacarla, pero al final se lo pensó mejor y se marchó. Supongo que no le convenía matar a mi madre en ese punto de las cosas. No volvió a aparecer por allí ni a intentar nada en contra mía.

-Pero tu hermana no entenderá eso -dijo entonces Sirius-. También tuve un hermano que se unió a los Mortífagos… y que luego quiso dar marcha atrás, al ver el mundo que había allí. Tu hermana quizás piense que está eligiendo el camino correcto hacia la venganza, el camino de la valentía, el camino distinto a tu madre… pero si quiere convertirse en Mortífaga, entonces tienes razón, Verity. Está equivocada. Esa no es la forma. Esperemos que cuando quiera dar marcha atrás no sea tarde, como lo fue para mi hermano…

La conversación se había puesto intensa. Todos allí parecían tener familiares que se habían unido a los Mortífagos, o haber sido Mortífagos ellos mismos. Todos tenían una historia vinculada a los seguidores de Voldemort, a la Primera Guerra y a las artes oscuras. Todos tenían motivos para odiar profundamente a Lucius Malfoy… Y eso solo hacía que las ganas de asesinar a ese hombre crecieran dentro de Harry, tan intensamente que ahora sentía simpatía por la hermana Mortífaga de Verity.

Él mismo, en este momento, hubiera considerado utilizar las artes oscuras para acabar con un monstruo como Lucius Malfoy. Lo que fuera necesario…

-Ahora que lo pienso, Verity, te pareces mucho a tu padre, aunque no te vaya a gustar oírlo -murmuró Sirius.

-Lo sé…

-Excepto tus ojos. Tienes…

-…Los ojos de mi madre -finalizó ella-. Sí, me lo han dicho.

Harry se sintió extraño al oír eso. Se sintió como si Verity le hubiera robado un diálogo que solía ser suyo. Era verdad, Draco tenía los mismos ojos azul grisáceos de su padre; mientras que Verity, si bien tenía el mismo tipo de cabello rubio que ellos, tenía los ojos marrones de Madam Rosmerta.

-¿Dices que está tan bien posicionado que los corruptos del Ministerio jamás lo enviarán aquí, a Azkaban? -preguntó Harry.

-Lo dudo mucho…

-Habrá que matarlo entonces -dijo Harry, sintiéndose él mismo como contagiado por el aura de la hermana de Verity, como si él mismo estuviera anhelando volverse un mago oscuro si era lo que hacía falta para acabar con Lucius Malfoy.

-Esa clase de gente jamás muere -murmuró Bellatrix-. Piensas que has acabado con él, y entonces…

Lucius Malfoy abrió los ojos. Empezó a parpadear rápidamente y, con una mueca de dolor, se llevó la mano a la herida que no dejaba de brotar sangre en su estómago.

Estaba débil. Muy débil… Al borde de la muerte.

Con las pocas fuerzas que le quedaban, trató de hablar. Sus labios temblaron por el esfuerzo cuando consiguió pronunciar la palabra:

-¡Ralph!

Su elfo doméstico apareció en el aire ante él, obedeciendo el llamado. Se trataba de un elfo doméstico anciano y con aspecto de cansado.

-Amo… -empezó a murmurar-. ¡Oh, no, amo…! ¿Qué le ha pasado?

-Va… varita -murmuró Lucius, que agonizaba, sin poder siquiera hablar-. M… mi… mi varita.

-¡Claro que sí, señor! -exclamó el elfo, desesperándose y moviéndose como podía por la habitación con su anciano cuerpo, en busca de la varita de su amo-. ¡Enseguida, señor…!

Lucius se apretaba el estómago, tratando de detener la hemorragia inútilmente. Hasta que entonces, el elfo encontró la varita de su amo, en el suelo a lo lejos. La tomó con sus dos pequeñas manos de elfo con una actitud de sumisión, como si le avergonzara sostener el arma de un mago en sus manos no merecedoras de ella, y corrió hacia él. En el camino tropezó, y Lucius adoptó una expresión de furia en su pálido y desvaneciente rostro. Pero pronto el elfo se había incorporado de nuevo, llegó hasta su amo y le tendió la varita, con una profunda reverencia. Lucius se la arrancó de las manitos con mucha violencia y la apuntó hacia la herida en su estómago con una mano que se sacudía muy fuerte por los temblores que paralizaban su cuerpo.

Entonces empezó a murmurar:

-Vulnera-Sanentur… Vulnera-Sanentur… -mientras recorría la punta de su varita por la herida. Y esta se fue cerrando, a medida que la pérdida de sangre disminuía y empezaba a cicatrizar con mucha velocidad. -Vulnera-Sanentur…

Finalmente, la herida cerró por completo.

El elfo doméstico quiso ayudarlo a incorporarse, pero Lucius le dio una patada furiosa y lo lanzó volando al otro extremo del sótano. Se sostuvo de la camilla y se puso de pie con mucho esfuerzo sobre su propio charco de sangre.

La herida en su estómago había quedado cerrada y cicatrizada. La sangre había empezado a recomponerse dentro de él, producto del encantamiento. La palidez en su rostro fue desapareciendo…

-Maldita puta de mierda… -susurró el hombre con una voz cargada de una furia abismal-. Maldita puta… En cuanto la encuentre… En cuanto la agarre…

Empezó a caminar lentamente hacia las escaleras, rengueando y sosteniéndose de todo lo que encontraba a su paso.

-…Voy a arrancarle la puta cabeza del resto del cuerpo.

Y entonces empezó a subir los peldaños, con su varita firme en la mano. Metió una mano en su bolsillo y sacó su Mapa de los sangre pura, que aún estaba encantado para localizar a la chica.

-¡Homenum Revelio! -exclamó, apuntando a distintas partes de su mansión con la varita.

Estaba dispuesto a hallarla como fuera, ya mismo.

Iba a encontrarla cuanto antes y a matarla. A matarla de la forma más dolorosa posible, arrancando cada extremidad de su cuerpo de a una por vez.

-Cuenta los segundos, Granger… -susurró, con más ira de la que hubiera sentido en toda su vida-. Porque voy a cazarte… y en cuanto te ponga las manos encima, te mueres.