Capítulo 45. Crepúsculo

El sol de la mañana estaba brillando y entrando por la ventana, dando directo en los ojos de Harry. El chico empezó a parpadear, acostumbrando sus retinas a la fuerte luz. ¿Qué hora era? ¿Cuánto habían dormido? No tenía ni idea. Pero se sentía extraño, muy extraño. La luz de la mañana era muy fuerte, parecía tan diferente a todo lo que había vivido últimamente: a la oscuridad de Azkaban, a las frías rocas subterráneas bajo las que se habían escondido para huir…

Se sentía como otra historia. Como si de pronto, el despertar junto a una Hermione semidesnuda en una preciosa habitación blanca del carruaje de Beauxbatons con flores en macetas contra las paredes, cortinas blancas y limpias y un candelabro blanco con espejos colgando fuera algo salido de alguna otra historia muy diferente a aquella que habían estado viviendo esas semanas.

Hermione despertó también, estiró sus brazos mientras bostezaba y giró su cara hacia Harry, sonriéndole.

-¡Buen día!

-Buen día, Hermione.

Se miraron a los ojos, sonriéndose.

-¿Cómo dormiste?

-Yo bien, ¿y tú?

-Mejor imposible.

Hermione estiró un brazo para acariciarle una mejilla, mientras lo miraba a los ojos. Luego acercó su rostro al de él y le dio un suave beso en los labios, que Harry disfrutó mientras cerraba sus ojos.

Se empezaron a besar en la cama, bañados por la luz del sol de esa radiante mañana. Las piernas de Hermione se enredaron nuevamente en las de Harry, bajo las mantas. Ambos llevaban solo su ropa interior. De inmediato Harry sintió una erección creciendo en sus bóxers, seguida por el roce de una de las piernas desnudas de Hermione contra su miembro.

Harry abrió la boca para meter su lengua en la boca de la chica. Ella lo permitió, cerrando los ojos también y dejándose llevar. Se besaron con lengua intensamente, mientras el roce del pene erecto de Harry contra ella a través de la tela del bóxer aumentaba.

Los brazos de Hermione rodearon a Harry y la chica se colocó encima de él, abriendo las piernas y apoyándose encima suyo. Ahora Harry sentía su pene apoyado contra el calzón de Hermione, y las piernas de la chica descansaban a cada lado de él en la cama.

Harry también la rodeó en brazos, sintió la tela de su sostén contra su pecho y la abrazó por la espalda baja.

Sin dejar de besarla y de rozar su lengua con la suya, Harry subió las manos por la espalda de Hermione, bajo las mantas, buscando el broche de su sostén, hasta que lo encontró. Lo logró abrir al segundo intento, y de inmediato Hermione movió los hombros para retirar las tiras del mismo de sus brazos y permitir que Harry se lo quitara.

El sostén blanco de Hermione cayó al suelo, junto a la cama.

Ahora fue el turno del movimiento de sus cuerpos. Hermione fue la que lo comenzó, frotando de a poco su entrepierna contra la de Harry, sin dejar de besarlo acaloradamente. Él la abrazó por la ahora desnuda espalda de ella y disfrutó del roce de su pene contra su vagina a través de la tela de los calzones de ambos.

Los pezones de Hermione se pusieron duros. Estaban ahora apoyados directamente sobre la piel del pecho de Harry, y le rozaron los bellos del pecho mientras la chica se movía arriba y abajo sobre él, despacio, provocando ese roce entre ellos.

Harry bajó sus manos por la espalda de Hermione hasta que sus dedos encontraron la tela de su calzón. Y empezó a masajeárselo con la mano, bajando luego los dedos hacia la piel del trasero de la chica. Se lo masajeó también, suavemente, con delicadeza.

Estaba durísimo. Su pene rocoso rozaba contra ella una y otra vez, y las piernas abiertas de Hermione rozaban las suyas desde cada lado de su cuerpo mientras la chica se movía.

Harry tiró del calzón de Hermione hacia abajo, para quitárselo. Ella cerró un poco las piernas para permitírselo, hasta que la prenda bajó hasta sus rodillas. Entonces Hermione se separó un poco de Harry y bajó una mano bajo las mantas para terminar de quitárselo ella misma, hasta que finalmente quedó totalmente desnuda.

Luego de esto, retomaron el movimiento. Ahora la vagina desnuda de Hermione rozaba la tela del bóxer de Harry, mientras se besaban de nuevo en los labios, con aún más calor que antes. Todo el ambiente bajo las mantas era de un calor total, que brotaba de sus cuerpos rozándose…

Hermione le apretó el pene a través del bóxer con una mano. Luego tiró de este hacia abajo, para quitárselo también. Esta vez, ella misma bajó su cuerpo para quitarle todo el bóxer hasta por debajo de los pies. Emergió de las mantas con el bóxer de Harry en la mano, que dejó a un lado en la cama mientras miraba al chico a los ojos con una expresión ensoñadora, perdida en él, con su cabello teñido de negro cayéndole por los hombros desnudos y con sus preciosos ojos castaños fijos en los suyos, con sus arqueadas pestañas agitándose mientras sus narices se rozaban la una con la otra y sus labios se unían otra vez…

Se besaron de nuevo, con mucha lengua, se abrazaron por la espalda con fuerza y Hermione volvió a apoyarse sobre la entrepierna de Harry con las piernas abiertas, ahora con la piel desnuda de ambos rozándose directamente en la piel.

El durísimo pene de Harry se metía entre los húmedos labios de la vagina de Hermione, mientras ella dejaba las piernas tan abiertas como podía a cada lado de él, acostada encima suyo, con sus pechos aun rozando el pecho desnudo de él, y la chica se movía lentamente hacia arriba y hacia abajo…

La penetración ocurrió sola. En medio del roce, Harry sintió que la punta de su pene quedaba clavada en Hermione, y sintió que ella movía las caderas posicionándose de forma que este pudiera ingresar en ella. Acto seguido, la chica presionó la pelvis hacia abajo, y Harry sintió que su pene la iba abriendo, abriendo su piel y hundiéndose dentro de ella…

Hermione dirigía el movimiento. Subía y bajaba sobre Harry, subiendo y bajando la cintura. Ambos se abrazaban aún por la espalda muy fuerte, con sus cuerpos pegados juntos, y se besaban sin cesar, rozando sus lenguas entre sí y apretando sus labios contra los del otro. El calor era total, sus cuerpos ardían…

La penetración fue volviéndose más fácil. Hermione estaba toda mojada, y el pene de Harry se metía en ella con más facilidad con cada penetración. Fueron subiendo el ritmo y moviéndose más rápido. Ahora Harry acompañaba el movimiento subiendo y bajando su trasero sobre el colchón, arqueando la espalda para llegar hacia arriba, donde Hermione se movía, acostada encima suyo.

Giraron en redondo, sobre la cama. Ahora Hermione quedó abajo, y Harry arriba. Y entonces el chico tomó el control: Bajó ambas manos para sujetarla por las nalgas y se las apretó mientras la embestía más rápido contra la cama, moviéndose él a toda velocidad sobre el cuerpo de ella, penetrándola contra la cama más y más rápido…

Hermione empezó a gemir. Dejaron de besarse, porque sus cabezas ahora se agitaban violentamente por el movimiento. Hermione cerró los ojos y giró la cabeza a un lado en la almohada mientras lanzaba gemidos de placer, de goce…

Harry la penetró más y más rápido. La velocidad era tal que el sonido de sus cuerpos chocando entre sí resonó por la habitación. Se besaron en la cara y en el cuello mientras estiraban sus piernas en el colchón y se abrazaban muy fuerte, respirando agitados, con sus rostros enrojecidos por el calor, bañándose en sudor…

Y entonces sintieron que les llegaba el orgasmo. Otra vez les pasó a los dos juntos. La expresión del rostro de Hermione se volvió de placer total y a la vez como de sufrimiento, mientras abría mucho la boca y cerraba los ojos, sintiendo que su piel se ponía de gallina en todo su cuerpo, una sensación de parálisis y goce absoluto que se extendió por todo su cuerpo como fuego, subiendo por sus piernas desnudas y dejándola paralizada en placer…

Y Harry empezó a eyacular dentro de ella, salpicando todo su semen dentro suyo, sin cesar la penetración por un segundo, hundiéndose en ella hasta el fondo y acabándole adentro, mientras aun la abrazaba y mientras sentía él mismo también ese estremecimiento producto del orgasmo apoderándose de él…

Se quedaron abrazados hasta que pudieron recuperar la normalidad en sus respiraciones, lo que demoró un buen rato. Luego de eso, siguieron abrazados bajo la cama, desnudos, dándose besos y acariciándose, mirándose a los ojos y acariciándose la piel de sus cuerpos bajo la cama.

Estuvieron así un buen rato. Harry le daba caricias en los brazos a Hermione y besos en la piel de sus hombros desnudos, románticamente.

Oyeron ruidos en el resto del carruaje ampliado mediante magia. El sonido de muchos estudiantes caminando por sus pasillos y yendo a desayunar.

-¿Quieres ir a desayunar? -le susurró Harry, mientras le daba caricias en el cabello enmarañado y un poco ondulado. Ella asintió, en silencio.

Un rato después, ambos caminaban juntos por los pasillos del carruaje también, ahora vestidos y peinados. Iban de la mano, como si temieran que algo o alguien fuera a intentar separarlos.

Cuando llegaron al salón comedor, se encontraron con una marea de alumnos de las tres escuelas allí, sentados desayunando. Y vieron que Ron seguía allí: estaba sentado junto a Fleur y unos Fred y George ya totalmente recuperados. Así que fueron a su encuentro.

-¡Ron! Me alegra que sigas aquí -dijo Hermione, tomando asiento con Harry junto al grupo.

-¡Hola, muchachos! Me alegra que ya estén bien -le dijo Harry a Fred y George.

-Y a nosotros que estés de vuelta en Hogwarts -dijo George-. Aunque técnicamente tú aún eres prófugo de Azkaban, ¿sabes?

-Sí, pero a nadie le importa -dijo Fred, mirando alrededor a los alumnos que desayunaban mientras charlaban animadamente todo alrededor, todos contándoles a los demás muy entusiasmados cómo había sido su experiencia al escapar del incendio de la noche anterior.

-¿Todo están bien? -susurró Hermione.

-Sí, todos -le contestó Ron-. No ha muerto nadie, por suerte. Y casi todos se recuperaron ya, a excepción de los que estaban en estado más grave, que siguen en San Mungo.

-Peggo dicen que eggllos ya volverán también pagga egsta tagde -dijo Fleur, sonriente y sosteniendo firmemente el brazo de Ron, como si quisiera impedir que se lo quitaran de nuevo.

-¿Te han admitido de nuevo en Hogwarts? -le preguntó Harry a Ron-. Supe que te habían expulsado. Pero si estás aquí, entonces…

-No, no me admitieron de vuelta -se lamentó Ron-. Solo estoy abusando de la hospitalidad de Dumbledore, que permitió a mi familia venir a ver cómo estaban Fred y George. Pero supongo que en cualquier momento alguien vendrá a pedirme amablemente que me retire…

Fleur quedó cabizbaja ante este comentario, y pareció apretarle aún más fuerte el brazo a su novio.

-No te preocupes, encontraremos la forma de que te admitan de vuelta -le aseguró Harry-. A mí me readmitieron una vez, luego me echaron de nuevo y ahora si todo sale bien, ¿quién sabe? Quizás me readmitan de nuevo por segunda vez. Si algo me queda claro es que todo es reversible. Ya verás que te dejarán regresar -le dio una palmada de ánimos a su amigo, que asintió con esperanzas.

-Eso espero -dijo Ron, mientras se servía un montón de tocino y empezaba a tragar con ganas-. O egstrañaré mucho egsta comida. ¡Hogwats tiene la megjor comida! -tragó apresuradamente al ver la mirada de Fleur, y añadió-: Y por supuesto que te extrañaré a ti, amor, más que a ninguna otra cosa…

Mientras ellos hablaban entre sí, Hermione y Harry se pusieron a charlar con Fred y George, que les contaron cómo se había originado el incendio y cómo había ocurrido todo el desastre de la noche anterior.

-Estúpidas antorchas -se quejaba Fred-. No fue nuestra culpa. Los de Slytherin tenían eso en su sala común desde siempre, solo que nunca habían tenido problemas con esa decoración antes.

-Hasta anoche, que cayeron y empezaron a prender fuego a todo el mundo -agregó George.

-Sí, pero no pudo ser solo eso -Hermione frunció el ceño-. Es muy raro que unas antorchas solas hayan prendido fuego todo el castillo de Hogwarts. Tuvo que haber habido algo más allí, algo que esparciera el incendio…

-Sí, claro -dijo Fred-. Nosotros esparcimos el incendio.

-Los alumnos -explicó George-. Todos se prendían fuego como si estuvieran bañados en kerosene.

-Y así fue como se esparció por todo el castillo, porque la gente empezó a correr prendida fuego por todos lados, y fueron esparciendo todo el fuego a su paso.

-Mmm… -Hermione se llevó un dedo a los labios-. No es normal que la gente se prenda fuego de esa forma…

-¿Crees que alguien nos habrá encantado a todos, volviéndonos inflamables o algo así?

-Sí, es exactamente lo que pienso -dijo Hermione-. Quizás no a propósito, pero…

-Es una lástima que la fiesta haya acabado así -dijo Ron-. Ahora que todo Hogwarts está quemado y nadie sabe cuánto tardarán en refaccionar el castillo, ya no tendrán Baile de Navidad, supongo.

-¿Quién te dijo que no? -preguntó Fred, pinchando su tenedor en un trozo de tocino caliente-. Dumbledore estuvo aquí hace un rato y nos aseguró que el Baile de Navidad sigue en pie.

-¿Quééééé? -preguntó Ron, incrédulo-. ¿Luego de esto?

-Sí, nos dijo que cuando nos sintamos mejor continuemos con nuestra tarea de conseguir todas las bebidas para el baile.

-Está loco -dijo Hermione, incrédula.

-Dumbledore piensa que, mientras todos nos hayamos recuperado y estemos bien, lo de anoche no debe ser más que una anécdota para recordar y contarle a nuestros nietos… o algo así fue lo que dijo -dijo George.

-Sí, dijo que solo fue un accidente -dijo Fred-. Que Filch ya está trabajando para reparar el castillo, que estará como nuevo para cuando terminen las vacaciones y tengamos que regresar a clases…

En ese momento, en el ennegrecido pasillo del tercer piso, que lucía todo carbonizado, Filch pasaba un trapo mojado y totalmente negro a los muros de piedra. Tenía el rostro lleno de hollín y lucía furioso.

-Maldito Dumbledore, hijo de mil putas… -se quejaba el celador, que era la única persona que estaba dentro de todo el quemado castillo-. Es mago, puede arreglar todo esto agitando su puta varita en un segundo y me hace limpiar todo el hollín a mí de forma muggle… Ojalá el Innombrable vuelva al poder y acabe con el puto viejo este de mierda de una vez…

-Increíble -comentó Hermione, sirviéndose café-. No puedo creer que seguirá adelante con el Baile de Navidad… Claro que yo ni siquiera sabía que harían un Baile de Navidad.

-Hay que llevar una pareja -dijo Fred, distraído-. Es obligatorio. Yo creo que invitaré a Angelina, si es que no la mandan a Azkaban...

-¿Estás bromeando? -dijo una nueva voz. Era Ginny, que acababa de acercarse y lo oyó justo a tiempo-. ¡Ella tuvo la culpa de que Verity fuera enviada a prisión!

-¿Quién es Verity? -preguntó George.

-Ella es Verity.

Harry entonces vio que su ex compañera de empleo en la heladería de Florean Fortescue, ex prisionera de Azkaban con él y ex romance de Londres se dirigía al desayuno caminando junto a Ginny, con su cabello rubio atado en una cola de caballo y con un suéter color rosa gastado. Le sonrió a Harry mientras lo saludaba con la mano. Era raro verla allí, puesto que la chica era Squib y nunca había estudiado en Hogwarts. Claro que no estaban en Hogwarts técnicamente, sino en el carruaje de Beauxbatons, y el motivo por el que ella estaba allí era porque había ido allí junto a Harry al huir de prisión y el Ministerio aún no había resuelto la situación de los dos como prófugos.

Hermione se la quedó mirando con su café humeando en la mano y una expresión de bochorno en el rostro. Harry recordaba claramente cómo había sido el último y único encuentro entre Hermione y Verity: La primera había enloquecido y no había dejado de gritarle a la segunda y amenazarla con su varita, mientras esta salía desnuda de una cama donde había estado acostada con Harry, tratando de defenderse y convencerla de que no era una Mortífaga… Luego habían tenido otro encuentro en la fiesta de Gryffindor, técnicamente, pero teniendo en cuenta que Hermione no era ella misma en ese momento porque estaba bajo el control de la Hermione oscura, y que Verity directamente no era ella sino alguien más con poción multijugos; ese encuentro no podía considerarse.

-Hola -saludó Verity a Hermione, tendiéndole una mano. Esta última se la estrechó.

-Hola, ¿cómo estás?

-Verity y yo ahora somos amigas -le dijo Ginny a Harry, saludándolo también.

-Ginny ha estado investigando lo que había pasado en esa fiesta, y gracias a ella quizás me quiten la condena de Azkaban -le explicó Verity a Harry, sentándose a la mesa al otro lado de Hermione. Ginny se sentó también allí, con ella. -Dumbledore me vino a ver hace un rato, Harry. Tú aún estabas durmiendo, supongo. Me dijo que esta tarde tendremos un nuevo juicio, así que tenemos que ir con él al Ministerio de la Magia. Tú también debes ir, Hermione, si deseas hablar en favor de Harry para explicar qué fue lo que pasó con él realmente.

-Sí, claro que quiero -dijo Hermione de inmediato con una nota de indignación en la voz, mirando a Verity con mucha seriedad-. No era yo misma cuando lo acusé de aquello, estaba bajo un maleficio…

-Sí, lo sabemos -dijo Ginny-. Con un poco de suerte, el Ministerio quitará los cargos contra ambos hoy mismo.

Hermione asintió. Parecía muy preocupada.

-Podrían querer penalizarnos por haber huido de prisión -dijo Verity-, pero Dumbledore dice que tenemos que decir que Hermione estaba en peligro y que por eso lo hicimos... Que es la verdad, claro.

Hermione le dio un sorbo a su café muy lentamente, sin decir nada.

-Debiste ver a Harry en prisión -dijo Verity entonces, y Harry se sorprendió de ver que estaba hablándole directamente a Hermione, mirándola fijamente desde su lado.

Esta finalmente levantó la mirada y se la devolvió, también sorprendida.

-¿Cómo dices? -preguntó Hermione con un tono de voz muy bajo.

-Estaba desesperado por salvarte -dijo la chica con seriedad, y Hermione se quedó muy quieta, como si le faltara el aliento-. Nunca vi a nadie actuar como Harry cuando supo que estabas en peligro. No le importó más nada: ni su condena en Azkaban, ni su propia vida…

Harry oía a Verity hablar mientras fingía que su tocino le llamaba poderosamente la atención. Sintió que su rostro ardía.

-No lo dudó un segundo en aceptar la ayuda de esa bruja que tenía fama de ser una gran Mortífaga, a pesar de que su vida podría haber corrido mucho peligro al hacerlo. Y luego aceptó convertirse en animago sin dudarlo un segundo también, se enfrentó a todos los dementores de Azkaban para huir de allí, e incluso cuando estábamos escondidos no dejaba de querer marcharse de allí lo más rápido posible para ir por ti, a pesar de que sabía que corría un mayor peligro de ser capturado y que le dieran el beso del dementor si lo hacía.

-Vaya… -Hermione parecía impresionada.

-Qué increíble, Harry -comentó Ron, sirviéndose más comida en el plato.

-Suena más increíble de lo que fue -dijo Harry, incómodo-. De verdad. Y Verity tampoco lo dudó un segundo en huir para ir a ayudarte, Hermione, y ella tenía mucho más que perder que yo, porque su condena no era tan larga y se arriesgó a que se la extendieran al fugarse de prisión. También aceptó convertirse en animaga para huir para salvarte. Tuvo tanto mérito como yo o más.

-Wow, muchas gracias -dijo Hermione, dirigiéndole una sonrisa a Verity-. Lamento que hayamos empezado con el pie izquierdo…

-Ni lo menciones.

-Todos somos unos héroes -dijo Ginny, sonriente-. Todos hemos hecho algo para ayudar a Harry, Verity y Hermione. Todos menos Ron, claro, que una vez más no hizo nada y encima de todo se ganó una expulsión de Hogwarts -añadió en broma.

-Vete a la mierda, Ginny -dijo Ron, molesto. Fred y George reían. -Yo he sido el único que se enfrentó y se batió a duelo con el verdadero villano de la historia: Malfoy. Y gracias a mí el imbécil fue expulsado de Hogwarts y no volverá a meterse con Harry y Hermione. Y he tenido que pagarlo con mi propia expulsión. ¿Sabes lo alto que fue ese precio? No por perder mi educación mágica. ¡Soy el primer hermano Weasley en ser expulsado! Finalmente tuve algo para diferenciarme de los demás… ¡y qué cosa! Mamá casi no me deja entrar en La Madriguera el otro día. Quería que duerma en la calle.

-Pues nosotros estamos orgullosos de ti -dijo Fred, seriamente-. Y creí que jamás te diría eso, hermano -le dio unas palmadas de admiración en el hombro.

-Sí, pero no por maldecir a Malfoy -añadió George-. Sino por ser expulsado y enfrentarte a mamá.

-Eso sí que fue heroico -dijo Fred.

-Mi bebé ha sigo muy valiente y el más hegoico -Fleur lo abrazó por los hombros y le dio un beso en los labios. Luego de eso bajó la voz y añadió: -Si no te pegmiten volver a Hoguiwats, te vienes cogmiggo a Francia, ¿vegdad?

-Es una excelente idea -dijo Ron, sonriéndole a Fleur con una mirada de tonto.

-¿Y qué hay de Lucius Malfoy? -le preguntó Harry a Verity bajando la voz, inclinándose sobre Hermione para hablarle sin que los demás oyeran-. ¿Dumbledore te dijo algo de él?

Hermione tomó mucho aire, nerviosa. Harry imaginó que se sentiría aterrada solo de oír ese nombre…

-Según Dumbledore, los aurores ya fueron a buscarlo para detenerlo -dijo Verity, seria-. Así que debería estar en Azkaban en el transcurso del día.

Harry sintió un profundo alivio, aunque aún no era suficiente. Mientras no estuviera confirmado que ya había sido encerrado en Azkaban, no estaría tranquilo. Y Hermione, a su lado, parecía sentirse igual. La mención a Lucius Malfoy los había hecho tensionarse a los tres, que tenían profundos sentimientos de rencor y temor hacia él…

La voz de Fred los hizo llevarse un sobresalto.

-Así que, Harry, tú ya no sales con Verity, ¿verdad? -le preguntó en un tono de voz alto y audible para todo el grupo, mientras comía despreocupadamente.

-¡Fred! -lo reprendió Ginny, boquiabierta. Le lanzó una mirada apuntando a Hermione con los ojos muy abiertos, de forma significativa.

-¿Qué? ¿Qué tiene? -dijo Fred, encogiéndose de hombros-. Solo quiero saber.

-No, Fred -respondió Harry, incluso más avergonzado que cuando habían hablado de su "impresionante" escape de prisión para salvar a Hermione.

-Perfecto -Fred sonrió mirando a Verity de una forma extraña, muy sonriente y tratando de lucir seductor. -Estaba pensando que tienen razón… Angelina no es una buena persona, ¿saben…? ¿Tú qué haces este sábado, Verity? ¿Te gustaría venir conmigo al Baile de Navidad?

Todos fingieron desinterés mientras en verdad paraban la oreja para oír la respuesta de Verity.

-Lo siento -respondió la chica, sonriéndole a Fred-, debo volver a Londres. Si quitan los cargos a mi nombre, será mejor que me apresure en retomar mi vida antes de que Florean encuentre a otra empleada. Necesitaré el oro.

Fred asintió, pinchando su desayuno con decepción.

-Pero si ya estás aquí, al menos ven a la fiesta de mañana -dijo entonces George, mirando a Verity también-. Nos queda otra fiesta antes del Baile de Navidad, ¿sabían?

-No puedo creer que harán otra fiesta un día después de lo de anoche -Ginny negó con la cabeza, aunque no parecía sorprendida-. Ustedes no tienen límites.

-Sí, será mañana -dijo George, contento, como si nada-. El plan siempre fue que esta semana tuviéramos tres fiestas: la fiesta de Ravenclaw, la de Slytherin y la del carruaje de Beauxbatons el viernes. Era todo secreto, para que fuera sorpresa, pero ya lo teníamos planeado así. Y luego Dumbledore agregó el Baile de Navidad para el sábado.

-Por suerte para nosotros, que se quemara el castillo de Hogwarts no interfiere en nuestro plan -dijo Fred, animándose de nuevo-. Porque la de mañana estaba planeada para ser aquí desde siempre, en este mismo carruaje. ¡Así que podemos continuar nuestra agenda de fiestas sin modificaciones!

Ginny revoleó los ojos, resignada.

-Si, quizás podría quedarme a esa… -dijo Verity, pensativa-. Será mi única oportunidad para asistir a una fiesta en Hogwarts... Le escribiré a Florean para ver si puede esperarme hasta el sábado.

-Tú también, amog -dijo Fleur, abrazando a Ron como si temiera que alguien se lo fuera a querer quitar-. Debes quedaggte paga la fiesta de magñana, aquí en nuegstro cagruaje.

-Si Dumbledore no tiene problemas, por mí genial -Ron le sonrió y le dio un beso en los labios.

Cuando el desayuno terminó, Harry y Hermione se apartaron de los demás y fueron a caminar por los terrenos exteriores de Hogwarts, bajo el radiante sol del mediodía.

-Todos actúan como si todo ya hubiera terminado -le dijo Hermione a Harry en voz baja-. Como si todo hubiera regresado a la normalidad… Pero no es así…

-No, claro que no -Harry asintió, con las manos en los bolsillos-. Pero pronto todo volverá a la normalidad, ya lo verás. Draco ya no está aquí, y si mandan a su padre a prisión, entonces…

-Sí, pues no estaré tranquila hasta que eso realmente pase -dijo Hermione, y al observar su rostro bajo el chorro de luz del sol Harry vio que su cara aún tenía varios moretones y marcas de lo que había sufrido con ese hombre, a pesar de que los sanadores habían estado un buen rato atendiéndola y dándole pociones de todo tipo en la madrugada anterior.

Harry la abrazó por la cintura y Hermione apoyó su cabeza en su hombro. Caminaron juntos en dirección al lago lentamente, en silencio. Pero, antes de que llegaran a él, vieron que una figura alta y con sombrero puntiagudo caminaba hacia ellos a través de la amplia extensión de césped. Era Dumbledore.

-Harry, Hermione -los saludó con una sonrisa, deteniéndose ante ellos con los dedos de sus ancianas manos entrelazados-. ¿Cómo están?

-Bien -respondió Hermione, apartándose un poco de Harry.

-¿Les han pasado mi mensaje?

-Sí -dijo Harry-. Hoy es el juicio, entonces. ¿Verdad?

-Sí, sería bueno que vayamos poniéndonos en marcha para llegar a horario -dijo Dumbledore-. Pero tengo algo que quisiera darles primero.

Harry y Hermione compartieron una mirada de intriga mientras Dumbledore sacaba dos varitas del bolsillo de su larga túnica. Les tendió una a cada uno. Harry reconoció su propia varita mágica, que no había vuelto a ver ni a utilizar desde que fue llevado prisionero a Azkaban varios días atrás.

-En tu caso, Harry, la guardé junto al resto de tu equipaje cuando regresé de mi viaje y supe que te habían enviado a prisión -explicó el director-. Acabo de darle a Filch tu baúl y el resto de tus cosas, que te esperan en el dormitorio en que has dormido anoche en el carruaje de Beauxbatons. Será bueno que asistas con tu varita al Ministerio de la Magia, ya que suelen pedirlas para registrarte al llegar.

Harry asintió y tomó su varita, sintiendo una gran tranquilidad al tenerla de nuevo consigo.

-La tuya, Hermione, quizás nos sea un poco más útil que eso -el director le pasó a ella su propia varita también-. Hagrid ha encontrado tu varita entre unas rocas de uno de los tramos del arroyo que se extiende más allá del Bosque Prohibido, que tiene un recodo que desciende hacia una zona donde él cría algunas criaturas mágicas. Cuando la encontró, hace unos días, me la trajo a mí sin saber a quién le pertenecía. Yo le hice algunas comprobaciones y descubrí que era tuya. Así que supongo que la habrás perdido la noche en que fuiste raptada… ¿no es así?

Hermione asintió, muy afectada por ese traumático recuerdo.

-Pues aquí la tienes de regreso -el director se la tendió, y ella también la tomó-. En tu caso, será un importante elemento de prueba en el juicio. Yo mismo testificaré que la recibí por parte de Hagrid, y explicaré dónde la encontró él, lo que por supuesto coincidirá con tu relato sobre cómo fue que fuiste raptada por Lucius Malfoy.

Con otra amplia sonrisa, el director extendió ambos brazos y les dio un apretón reconfortante en los hombros a ambos.

-No se preocupen -les dijo, guiñándoles un ojo por encima de sus lentes con forma de medialuna-. Antes de que se den cuenta, todo habrá terminado.

Harry deseaba con todo su ser que así fuera.

La tarde precedió al atardecer, y este al crepúsculo. Aunque el sol ya se había escondido tras el horizonte, el cielo seguía iluminado en un bellísimo color anaranjado. Y Harry, Hermione, Ginny y Verity caminaban junto a Dumbledore por el camino de entrada de Hogwarts de regreso de Londres, lado a lado, cruzando las verjas de entrada bordeadas por columnas con cerdos alados encima.

Todo había terminado, y tal y como había dicho Dumbledore había sido más rápido de lo que habían creído.

Bueno, al menos en términos legales todo había terminado: Los cargos contra Harry y Verity habían sido eliminados por completo y Harry había sido readmitido de regreso a Hogwarts por segunda vez en un lapso de solo una semana.

Por otro lado, no había habido ninguna penalización contra Hermione por acusar falsamente a Harry de violación, ya que pudieron convencer al Wizengamot -ahora liderado por Dumbledore- de que ella había estado bajo los efectos del maleficio Coactus Labia al hacerlo. No pudieron determinar claramente cómo había acabado ella bajo ese maleficio, sin embargo. Dijeron sus sospechas sobre Draco, pero lo cierto es que no tenían pruebas al respecto, por lo que el Ministerio no levantó cargos contra él por el momento.

Respecto a Lucius Malfoy, por suerte el Wizengamot creyó los testimonios de Hermione, Harry y Verity; a pesar de que Bellatrix le había dicho a Harry que el mago tenía tantos contactos en el poder que jamás lo condenarían. Por suerte, o quizás gracias al también gran poder que Dumbledore mismo tenía como líder del Wizengamot, finalmente le dieron una condena a cadena perpetua en prisión por violación a una menor de edad agravada por intento de homicidio, de lo cual Hermione tenía la enorme cicatriz en su abdomen y las marcas en su rostro como prueba.

Sin embargo, la felicidad inicial de esa condena se vio opacada por la información que recibieron por parte del mismo Ministerio de que, si bien habían enviado a los aurores a la Mansión Malfoy para capturar al hombre y llevarlo detenido a Azkaban, incluso horas antes del juicio, aún no habían podido dar con él. El paradero de Lucius era desconocido, y hasta este momento los aurores aún estaban buscándolo sin éxito.

-Profesor, ¿cree que Lucius Malfoy se haya enterado de que los aurores iban a ir a capturarlo y haya decidido darse a la fuga? -preguntó Hermione, con preocupación, mientras ingresaban a los terrenos del incendiado castillo.

-Es posible -comentó Dumbledore-. Pero no tienes nada que temer, Hermione. Aumentaré todos los encantamientos protectores de los terrenos de Hogwarts y en especial del carruaje de Beauxbatons, en cuanto Madame Maxime me autorice a hacerlo, claro. Y nos aseguraremos de que estés completamente a salvo. Mientras tanto, les pediré que no anden de noche por los terrenos exteriores, ¿de acuerdo? Solo para ser precavidos.

Hermione asintió. Los cinco siguieron caminando en silencio, pisando sobre el camino hacia el castillo, pero desviándose pronto de este para internarse en la parte de la ladera que llevaba hacia donde estaba el carruaje de la escuela invitada.

-Usted, señorita Malfoy, por supuesto está invitada a quedarse con nosotros el tiempo que necesite -le dijo Dumbledore a Verity.

Verity había quedado libre de cargos también gracias al testimonio de Ginny y a la propia confesión de Angelina Johnson y Alicia Spinnet, que explicaron todo lo ocurrido. Estas dos finalmente no fueron enviadas a Azkaban ni expulsadas de Hogwarts, pero no regresaron allí con ellos porque decidieron ir a pasar la Navidad con sus familias; de seguro para evitar los comentarios que el resto del colegio fuera a hacer de ellas, según pensó Harry, que tenía ya mucha experiencia en ser el tema de moda de Hogwarts y que todo el mundo opinara públicamente sobre su vida personal.

El motivo por el que las dos chicas no tuvieron cargos en su contra fue porque explicaron al tribunal que Alicia actuó bajo los efectos de un maleficio imperius al hacerse pasar por Verity y decirle al Ministro de la Magia que supuestamente estaba actuando con Mortífagos. Nuevamente, como no tenían pruebas de que Draco Malfoy hubiera sido el causante de ese maleficio imperius, y como Hermione de hecho no podía recordar las cosas que había hecho bajo los efectos del Coactus Labia; el Wizengamot no levantó cargos contra Draco por eso tampoco. Una vez más, Draco se había librado de cualquier tipo de consecuencias.

Harry pensaba en Draco, preocupado. ¿Querría intentar conquistar a Hermione de alguna otra forma, otra vez? ¿Tramaría algo más contra él, a pesar de haber sido ya expulsado de Hogwarts y no estar allí?

Pero él no era su preocupación principal. Era Lucius el que más le preocupaba, y el que no lo dejaría tranquilo hasta que supiera que los aurores habían dado con él…

Dumbledore entró al carruaje de Beauxbatons primero, donde ahora todo el mundo estaba instalado. Tras él entraron Verity y Ginny. Sin embargo, cuando Harry se disponía a ingresar tras ellas, sintió la mano de Hermione deteniéndolo por detrás.

-Espera…

Harry se giró sobre los talones para encontrar los castaños ojos de Hermione brillando con la débil luz naranja del cielo. Su mirada era de una profunda tristeza, y su cabello negro ondeaba en el aire con la brisa del anochecer, suspendido en el aire alrededor de su hermosísimo rostro…

Dándole ahora la espalda al carruaje, Harry dio un paso hacia ella. Por la mirada que tenía Hermione, supo de inmediato que aquello era importante.

Muy importante…

-Quiero hablar contigo -dijo entonces ella, con una voz suave y apagada, con esa mirada triste, preocupada, pero decidida.

Harry sintió algo frío en el pecho. De alguna forma, sabía exactamente lo que iba a pasar. Y, de alguna forma, a pesar de todo lo que había vivido aquellos días, se sentía como si este fuera a ser el momento más importante de todo lo que le había pasado…

Ese crepúsculo y ese momento… El momento más importante de todos.


En capítulos anteriores…

(En concreto, al final del capítulo 1):

"Hola! Quisiera aclarar que este fic no es un Harmione. Es un todos con todos de Hogwarts muy explícito, con puro sexo y porno. Ha arrancado súper suave, pero es solo para ir preparando el ambiente. En la descripción del fic iré poniendo las parejas del cap anterior al actual, luego de publicado. Por favor dejar reviews! :D"


Harry sabía exactamente lo que Hermione iba a decirle antes de que esto saliera de sus labios. Y ella sabía perfectamente que él lo había adivinado.

-Lo siento, Harry…

-No, está bien -Harry trató de sonreírle, aunque no pudo-. Creo que siempre lo supe…

-Pero quiero explicártelo…

Hermione tomó a Harry de la mano y lo obligó a caminar junto a ella lejos del carruaje de Beauxbatons. Harry no quería hacerlo. Sentía aun esa opresión en el pecho, y de pronto sintió que lo único que quería era que el momento terminara cuanto antes. Pero no tuvo opción: la dejó llevarlo de la mano por los cada vez más oscuros terrenos de Hogwarts, con el ahora siniestro castillo quemado de fondo, ennegrecido y fantasmal, alzándose sobre la colina.

-Anoche, cuando me salvaste de Lucius Malfoy, el momento se sintió… No sé cómo explicártelo…

-Lo entiendo -dijo Harry, con la voz apagada-. No necesitas explicármelo…

-Sí, sí necesito hacerlo -insistió ella-. Sentí que tenía que besarte. Y luego de eso fuimos a esas duchas, y luego a la habitación…

-Lo sé, entiendo cómo debiste sentirte. De verdad, Hermione. Luego de todo lo que te ha pasado, cualquier cosa que hubieras hecho en un momento así sería perfectamente entendible. No puedo siquiera imaginar por todo lo que has pasado. Y todo fue tan rápido… Enseguida estábamos de regreso en Hogwarts y se sintió como un momento perfecto para, bueno… tú sabes…

-¡Sí, así es! Pero no quiere decir que no te quiera, Harry, sino todo lo contrario… Es que creo que te quiero demasiado… No sé si puedas entenderme…

En circunstancias normales, Harry no la habría entendido. No creía tener tal conocimiento sobre la mente de las mujeres. Pero hoy, en este día y en este momento, bajo la débil luz de ese crepúsculo hermoso que se extendía por todo el cielo sobre ellos, con el estruendo de los cientos de pájaros escondiéndose en los árboles del Bosque Prohibido tras ellos; Harry entendió a Hermione perfectamente.

-Es que yo siento lo mismo por ti, Hermione -le dijo Harry, deteniéndose para mirarla de lleno a los ojos con una intensidad con la que no recordaba haberla mirado nunca-. Luego de todo lo que vivimos, de todo lo que hemos pasado… No necesito que me expliques nada, porque decidas lo que decidas, seguirás siendo la persona más importante para mí en todo el mundo… para siempre.

Los ojos de Hermione se llenaron de lágrimas. Dio un paso hacia él y lo tomó de ambas manos, con su rostro brillando en el color anaranjado del crepúsculo…

-Es que te amo, Harry, y por eso pudiste sacarme del maleficio… del Coactus Labia. Lo que siento por ti es amor, de verdad, pero no es esa clase de amor… En todo caso, es algo incluso…

-…Incluso más grande -finalizó Harry por ella, asintiendo-. Lo sé. Lo sé… Y ahora que todo parece haber terminado, en cierta forma… Ahora que hemos vuelto del juicio, y las cosas parecen estar en orden otra vez… Ahora que todo parece anunciar el final…

-…Ahora estoy volviendo a pensar con claridad, a ordenar mi mente, muy de a poco. Y hay cosas que tengo claro, como que mis sentimientos por Draco ya desaparecieron por completo. No podría sentir más nada por él. Creo que eso fue, sobre todo, lo que me hizo salir del Coactus Labia. Draco se fue de mi corazón por completo cuando comprendí la persona que era realmente…

-Sé que era él de quien estabas enamorada, el chico que te gustó desde primer año -dijo Harry, haciendo un gran esfuerzo por sonreírle-. Nunca tuve esperanzas de llenar ese lugar. Yo solo quería ayudarte, porque él te estaba haciendo daño… Y admito que empecé a sentir cosas por ti…

-Y yo también por ti -añadió Hermione rápidamente-. Es solo que, ahora, en el final de todo… Me doy cuenta de quién quiero que seas en mi vida, Harry... Y es tal como te dije el día en que perdimos la virginidad juntos… Quiero que seas el chico que sé que seguirá conmigo de aquí a, no sé… a cincuenta años.

Harry sonrió.

-¡De verdad! -insistió Hermione-. Tengo catorce años, y los chicos con los que me involucre románticamente irán y vendrán, todo el tiempo. Lo sé. Pero no quiero perderte nunca a ti.

-Nunca vas a perderme a mí…

-Quiero que seas algo más grande que una pareja… ¿Lo entiendes?

Harry asintió, lentamente. Por un lado, sabía dentro suyo que lo estaban poniendo en la más grande y brutal friendzone de todos los tiempos. Pero, por otro, entendía a Hermione por completo. Sabía cómo había pensado ella siempre hacia él, y sabía que todo lo ocurrido las últimas veinticuatro horas había sido por la efusión del momento, además de por su propia insistencia al buscarla continuamente e intentar tener algo con ella, todas esas semanas…

-Como te dije -dijo Harry, sin dejar de mirarla a los ojos-, cualquier cosa que decidas estará bien para mí. Y nada me hará alejarme de ti… Eres la persona más importante en mi vida, ¿sabes?

Ella sonrió, con las lágrimas cayendo por sus mejillas.

-Y tú en la mía… -le susurró-. Creo que por eso he empezado a sentir cosas por ti últimamente, Harry… Ya sabes, "románticamente"… Es que con todo lo de Draco empezaron también las peleas entre tú y yo. Y para mí, tenerte a mi lado es lo más importante de todo… Y el pensar que podía perderte me hizo considerar pensar nuestra relación de otra forma…

-Lo sé. Y así fue como empezó todo. Pero en verdad, supongo que hemos nacido para ser amigos… Los mejores amigos.

-Para ser más que una tonta relación romántica… mucho más.

-Está bien, entonces -Harry siguió asintiendo, mordiéndose los labios-. Amigos, Hermione.

Ella se acercó a él y le dio un fuerte abrazo, llorando y sonriendo a la vez. Y Harry se lo devolvió, cerrando los ojos y respirando su perfume, sintiendo que tenía en sus brazos a la cosa más importante del mundo, y que no dudaría nunca en hacer lo que fuera necesario para hacerla feliz…

-Me siento mal por dejarte sin pareja antes del Baile de Navidad -le susurró ella al oído, y Harry rió.

-Nada podría importarme menos que ese tonto baile. Luego de todo lo que pasamos, lo más probable es que prefiera quedarme durmiendo, la verdad.

-Puedes invitar a Verity. Ella parece ser una buena persona.

-No funcionaría… Vive en Londres, ¿recuerdas? Y yo he sido admitido de regreso en Hogwarts.

-Es cierto, tienes razón… ¿Y qué me dices de Pansy? Ella resultó ser una buena persona también.

-Quizás quiera estar solo, a decir verdad.

-Sí, al menos eso es lo que yo quiero para mí misma en este momento…

Se separaron y volvieron a mirarse a los ojos a la luz del crepúsculo, que poco a poco iba llegando a su fin. Los pájaros iban quedando en silencio en el bosque, a medida que el cielo oscurecía más y más.

-Sé que, cuando algo malo pase -dijo Hermione, con la voz afectada-, cuando estemos en peligro… si un Mortífago se interpone otra vez en nuestro camino y nos amenaza de muerte, como suele ocurrir… Sé que nos miraremos a los ojos y ambos sabremos que estamos dispuestos a luchar contra lo que sea por salvarnos el uno al otro… como tú hiciste conmigo… Y sabremos que estamos dispuestos a darlo todo por el otro…

-Sí… Sí, claro que sí…

Harry sentía ganas de llorar él mismo también, pero se contuvo.

-Siempre serás el chico con el que perdí la virginidad -añadió ella, sonriente y triste-. Y el mejor recuerdo de estos tiempos de mi vida.

-Tú también, Hermione.

Se quedaron mirándose unos segundos más, hasta que Hermione se abrazó a sí misma, tiritando de frío.

-¿Vamos adentro?

-Tú ve -dijo él, sin dejar de sonreírle, pero con sus ojos conteniendo algo mucho más profundo-. Yo iré enseguida.

Ella asintió, estiró una mano para apretarle la suya una vez más, y entonces se marchó caminando cuesta abajo hacia el carruaje, y finalmente entrando en él.

En cambio, Harry se dio la vuelta y se marchó en dirección al Lago Negro, con las manos en los bolsillos, oyendo los sonidos de la naturaleza a su alrededor mientras observaba el cielo y caminaba sobre el frío césped del anochecer…

Cuando llegó al lago, ya era de noche. Harry se sentó solo sobre las piedras de la orilla y rodeó sus piernas en brazos. Y se quedó mirando la superficie del agua, que ondeaba por los movimientos del calamar gigante, que saltaba por encima de la superficie muy a lo lejos.

Y se quedó mucho tiempo allí, observando la negra superficie del agua y dejando que la noche cayera sobre él, hasta que esta cubrió todo el manto del cielo en bellas y brillantes estrellas.