Capítulo 48. El match
-¡Mmmhhh! -Tonks se relamió los labios mientras miraba hacia arriba en un gesto del más absoluto placer-. Este spaghetti está delicioso.
-Lo sé, ¿verdad? -Bill asintió mientras sorbía un largo fideo lleno de salsa. Luego de tragar, añadió: -Entonces, ¿no me dirás cómo te llamas?
-Tonks -dijo ella, con su cabello color rosa chicle cayendo solo unos centímetros bajo sus hombros-. Solo Tonks.
-Oh, vamos -Bill sonrió mientras la miraba fijamente-. ¿Y tu apellido?
-También Tonks -dijo ella, conteniendo la risa mientras se metía más spaghetti en la boca.
Bill sonrió abiertamente mientras negaba con la cabeza.
-Ya averiguaré tu nombre…
-En tus sueños -dijo ella, poniendo una expresión cómica.
-No suelo hacer esto, ¿sabes? -comentó Bill-. Me refiero a estos nuevos servicios de citas.
-Oh, lo sé, yo tampoco. Es mi primera vez.
Aunque algo en la voz de Tonks la traicionaba. Quizás su forma rápida de decirlo, mientras miraba hacia otro lado, esquivando la mirada de Bill. Alrededor de ellos había mucha gente haciendo bullicio con sus cubiertos y sus copas, mientras se servían vino y comían pasta en las otras mesas. Estaban en el restaurante de pastas más popular de Hogsmeade, y todas las personas en las otras mesas eran magos y brujas también.
-Qué increíble idea, ¿no crees? -dijo Tonks, encontrando su mirada de nuevo-. Estas cosas no existían antes. ¡Y lo hace tan simple! Una lechuza te entrega un sobre lleno de fotos de chicos suscriptos a la lista de correo de TindMail, eliges entre cinco y diez de tus favoritos y si alguno de ellos te ha elegido a ti también la lechuza regresa avisándote que han hecho un "match", y puedes escribirle una carta para organizar una cita.
-¡Lo sé, es fantástico! -dijo Bill-. Han simplificado enormemente algo que solía ser muy complicado.
-Solo piensa en el tiempo que te ahorras esquivando gente molesta que no te interesa.
-O en el esfuerzo que te ahorras tratando de invitar a salir a alguien que no está interesado en ti.
-Ni hablar.
Ambos sonrieron mientras seguían comiendo y charlando. Por la ventana se veía una fría noche de diciembre en la calle principal del pueblo mágico, y la gente caminaba a través de la ventana usando gruesos abrigos.
-Creo que te recuerdo de Hogwarts…
-Sí, yo también -Tonks fingió que se quedaba pensativa-. No serás hermano de Charlie, ¿verdad?
-El mismo.
-¡Lo sabía! Ese cabello pelirrojo tenía que ser de un Weasley.
Ambos rieron.
-Sí, y hablando de cabellos, tú no lo tenías de este color rosa antes, ¿verdad?
-Mmm, no.
-Claro, por eso no te reconocí enseguida. ¿No estabas con mi hermano en los EXTASIS de Cuidado de Criaturas Mágicas?
-No, estuve con él en Defensa Contra las Artes Oscuras, pero él abandonó antes de los EXTASIS.
-Es cierto. Lo de Charlie siempre fueron los dragones. Creo que Cuidado de Criaturas Mágicas era la única asignatura que le interesaba.
-¿Y tú? -le preguntó Tonks, mirándolo fijamente con sus ojos celestes-. ¿A qué te dedicas?
-Temo que voy a aburrirte -dijo Bill, con una mueca-. Trabajo en Gringotts. Créeme, no quieres que me ponga a hablar de mi trabajo.
Ella lanzó una risita mientras se enroscaba un mechón de cabello rosado en un dedo. De pronto su interés parecía haber aumentado.
-Será aburrido, pero debes ganar mucho oro allí, ¿verdad?
-Los duendes son generosos con sus empleados, sí -Bill asintió, y la expresión de interés de Tonks aumentó un poco más-. Pero no dejas de ser un empleado, ¿sabes? Admito que mi salario es mayor al de, no sé, un empleado del Ministerio de la Magia, pero tampoco es como que somos ricos.
-No, claro que no -dijo Tonks, sin borrar su sonrisa.
La conversación continuó. Se pidieron otra botella de vino y estuvieron un largo rato charlando de la vida, de sus familias, de Hogwarts…
-¿Quieres ir un rato a Las Tres Escobas a tomar unos tragos? -le preguntó Bill en cierto momento, luego de que terminaron el postre.
-Mmm, no lo sé… -Tonks adoptó una expresión como si tuviera muchas dudas al respecto-. No suelo ir a otro sitio en la primera cita…
Bill pensó que solo se hacía desear. Entonces notó algo extraño en ella.
-Oye -arrugó el entrecejo mientras la miraba atentamente-. ¿Tus ojos no eran celestes… hace solo un rato?
Tonks adoptó una mueca de sorpresa fingida mientras lo miraba con sus ojos ahora color verde claro.
-Es que estoy llena de sorpresas -bromeó, con una risita.
-Ya veo… -Bill le sonrió también y entonces le hizo señas al mozo, un mago canoso y encorvado, para que les trajera la cuenta-. Bueno, ¿y qué me dices de ese trago? Vamos…
Cerró los puños y la miró expectante, mientras apretaba los dientes.
-Mmm… Bueno, está bien. Podría ser.
-¡Sí! -Bill festejó agitando el puño en el aire, y Tonks rió.
-Solo un trago, ¿de acuerdo?
-Sí, claro -dijo Bill, recibiendo la cuenta por parte del mozo y colocando varias monedas de oro en una bandeja plateada que este sostenía-. Solo un trago.
La música sonaba fuerte en Las Tres Escobas. Jóvenes de todo el país se aparecían allí ese viernes por la noche para tomar cervezas de manteca y tragos de todo tipo, sentados a la barra y a las mesas. A esa hora, Madame Rosmerta corría algunas mesas y abría un espacio en medio para que la gente bailara.
-¡Uuuy! Me encanta este tema -Tonks tomó a Bill de una mano y lo llevó hasta allí, donde los dos empezaron a bailar juntos.
-¿Ese no es Dumbledore? -preguntó Bill, sorprendido.
Tonks también miró hacia allí. En una de las mesas, Dumbledore y McGonagall reían a carcajadas, tomando vaso tras vaso de una cerveza de manteca bien espumante.
-Póngale más whiskey de fuego, Rosmerta, por favor -dijo McGonagall, pasándole su vaso a la camarera, que estaba junto a ellos y también reía. La mujer abrió su botella de whiskey de fuego, que tenía en la mano, y sirvió un generoso chorro en el vaso de McGonagall.
-Le dije que le iría bien una noche libre, profesora -dijo Dumbledore, sonriéndole y mirándola por encima de sus lentes con forma de media luna.
-No me diga profesora -protestó ella, y entonces se quitó el perfecto y estricto rodete, permitiendo que su cabello castaño canoso cayera libre sobre sus hombros, probablemente por primera vez en años. Dumbledore parecía muy impresionado. -Dígame Minerva.
Y le guiñó un ojo, completando el efecto.
-Impresionante, Minerva -dijo Dumbledore, dándole un sorbo a su vaso-. Si no fuera gay, ya me habría puesto duro…
-¡Profesor Dumbledore! -chilló ella, escandalizada y tapándose la cara. Se había ruborizado por completo.
-¡Dígame Albus, por favor!
Y entonces ambos estallaron en carcajadas.
-Por Merlín… -McGonagall se limpió las lágrimas y le dio otro sorbo a su vaso-. Debo admitir que al principio me pareció muy irresponsable su idea de abandonar el carruaje de Beauxbatons esta noche y permitir que los alumnos hicieran lo que quisieran. Pero ahora… Válgame, no me había divertido así en años. De verdad necesitábamos una noche libre, todos los profesores. Han sido semanas tan duras, tan estresantes…
-No hay nada de qué preocuparse -dijo Dumbledore, sonriente-. ¡Es casi Navidad! Tenemos que disfrutar y distendernos nosotros también. ¿No le dio algo de celos, Minerva, ver cómo todos los alumnos se divertían haciendo fiesta tras fiesta estas semanas, mientras nosotros teníamos que cumplir el molesto rol de aguárselas y poner límites y…?
-Sí, bueno, no es como que usted haya puesto muchos límites, Albus. La verdad es que usted permitió que todas esas fiestas pasaran.
-Es que es mi forma de manejar esos celos, Minerva. Las opciones son muy claras para mí: O nos desquitamos con ellos por ser nosotros viejos y ellos jóvenes, nosotros aburridos y ellos divertidos, limitándolos e impidiéndoles pasarlo bien, o entendemos que nuestro tiempo ya pasó y que ahora es su turno de divertirse. Nosotros ya hemos sido unos descontrolados y unos salvajes a su edad, sin una preocupación en el mundo...
-¿Usted se ha divertido así a su edad, haciendo de tres a cuatro fiestas por semana, emborrachándose hasta la médula y teniendo sexo con todo el mundo?
-Sí, claro -Dumbledore se encogió de hombros, como si no comprendiera la pregunta-. ¿Usted no?
McGonagall lucía aún más impresionada.
-Descubrí la Sala Multipropósito en segundo año -le contó él-. Desde entonces, la comunidad gay de Hogwarts, que nos llamábamos "L.B.L.", que significaba "Las Brujas Locas", nos reuníamos día por medio allí con música a toda potencia, alcohol y drogas. Estas últimas luego de tercer año, claro. Armábamos las orgías más calientes de las que Hogwarts haya oído hablar…
-Vaya, Albus, había oído hablar de sus excesos durante su adolescencia, pero pensaba que se trataría de otras cosas…
-Yo veía el sexo desde un punto de vista intelectual, naturalmente. Fui el primer mago en descubrir los doce usos eróticos de la sangre de dragón, y he obtenido muchos elogios luego de publicar en el DailySex mi artículo titulado Cómo abrí un tercer agujero susceptible de penetración en el cuerpo masculino.
Bill y Tonks ya iban por el tercer trago en la barra, a pesar de que habían dicho que solo beberían uno.
Mientras ella reía en su oído y le aferraba un brazo entre sus manos, él se acercó hasta apoyar sus labios en su oído izquierdo y le dijo:
-¿Qué te parece si nos vamos de aquí... a otro sitio más tranquilo?
-Mmm… -Tonks sonreía-. ¿Qué tienes en mente, Weasley?
-Bueno, pues, he oído de un albergue transitorio aquí en Hogsmeade…
-¡Bill Weasley! -Tonks rió tontamente mientras bebía de su vaso de vidrio triangular con licor de arándanos, que tenía arándanos sumergidos en el fondo-. ¿Vas muy seguido por esos lugares?
-No, claro que no, nunca he ido -dijo él, sonriendo y acomodándose el largo cabello rojo que llevaba atado en una cola de caballo. Aunque su afirmación no sonaba muy auténtica. Y lo cierto es que, si bien Tonks parecía querer aparentar nunca haber ido allí tampoco, su risita y su mirada mostraban lo contrario.
-No es mi estilo aceptar una invitación así en la primera cita -dijo ella, fingiendo inocencia. Pero lo cierto es que con la cantidad de tragos que llevaba encima se le dificultaba esconder esas expresiones que la delataban. Su comentario sonaba como si lo tuviera ensayado de memoria, como si repitiera esa línea de diálogo una y mil veces cada fin de semana con un chico distinto.
Bill la miraba con su mejor expresión de chico atractivo, matador. Una que estaba tan bien ensayada como los comentarios de Tonks. El telón de la obra de teatro iba cayendo con cada vaso de alcohol, y sus actuaciones quedaban cada vez más a la vista.
-¿Y qué planeas hacer conmigo en un albergue transitorio, Bill Weasley? -Tonks lo miró fijamente a los ojos, y sus ojos eran de un color marrón claro ahora. Bill se preguntó si eso era producto del alcohol, porque estaba seguro de haber visto que eran verdes un rato atrás.
-No deberías sacar conclusiones equivocadas -le dijo él, revolviendo con la pajilla el interior del vaso de su trago, y los hielos que quedaban dentro-. Hay montones de cosas que un mago y una bruja pueden hacer un viernes a la noche en una habitación de un albergue de Hogsmeade.
Tonks lanzó una risita aun más tonta que antes.
-¿Ah, sí? ¿Cómo qué?
-Jugar al ajedrez mágico -dijo Bill-. Siempre hay un tablero de ajedrez mágico en las habitaciones de esos lugares…
-¿No era que nunca habías ido?
Lo atrapó, y fue tan evidente que Bill se quedó con la mirada perdida, incapaz de inventar una respuesta. Y ella se lo quedó mirando sonriendo abiertamente, satisfecha de sí misma por haberlo atrapado.
Bill volvió en sí.
-Me han contado -dijo finalmente-. ¿No te gusta el ajedrez mágico? Podríamos jugar un par de partidas. Ya sabes, en un lugar más tranquilo como ese, sin tanto ruido…
Hizo una mueca como si la música de Las Tres Escobas hubiera empezado a fastidiarlo, algo que no era cierto.
-Mmm… -Tonks jugó con las puntas de su cabello color rosa chicle-. Dices que quieres pagar dieciséis sickles por un turno de cuatro horas en un albergue, ¿solo para jugar ajedrez conmigo…?
Se detuvo al ver la cara de Bill. Esta vez ella también se dio cuenta. Acababa de caer incluso peor que él. Se ruborizó, pero al instante su rubor desapareció de su rostro casi como si ella misma lo hubiera desvanecido mediante magia.
-¿Cómo sabes el precio exacto y la duración de los turnos? -Bill ahora reía.
-"Me lo han contado" -dijo ella, haciéndole una mueca de burla y bajando de un trago el resto de su vaso. Se volvió hacia él con una expresión radiante. -De acuerdo, Bill Weasley… Juguemos al ajedrez.
Veinte minutos después, a cinco calles de distancia, Bill y Tonks ingresaban al recibidor de una casa antigua que quedaba casi saliendo del pueblo, en la parte opuesta al camino que iba a Hogwarts.
-Buenas noches -dijeron, saludando a la bruja que atendía-. ¿Tiene habitación?
-Sí, claro -respondió ella, pasando las páginas de un enorme libro que tenía delante-. Tengo disponibles con vista al lago negro, y otra con vista a las colinas.
-A las colinas estará bien -dijo Tonks.
La mujer buscó entre las llaves que había colgando de ganchos en la pared tras ella y extrajo una con el número "13".
-Aquí tienen. El turno dura cuatro horas. Si quieren renovar, deben llamar al menos veinte minutos antes del vencimiento. Si quieren beber algo, tendrán que bajar para hacerme el pedido, porque la lechuza está enferma. El turno cuesta dieciséis sickles, pueden pagar a la salida.
-Gracias.
Subieron juntos por una escalera de madera chirriante, hasta que encontraron la puerta de la habitación 13. Entonces entraron.
-Tenías los precios bien actualizados… -bromeó Bill, sonriéndole mientras dejaban sus abrigos en el perchero.
-Cierra esa boca, Weasley…
Y con esas palabras, Tonks se lanzó sobre él y empezó a besarlo en los labios.
Bill le devolvió el beso de inmediato. La sujetó por la delgada cintura y abrió la boca para meterle la lengua dentro de su boca. Se sintió como si hubiera triunfado, como si hubiera conseguido un codiciado premio. Casi podía oír los vítores y los aplausos en su fantasía mental…
Ella alzó ambos brazos al techo, y Bill fue subiéndole la camiseta color rosa pálido hasta quitársela, pasándosela por la cabeza. El sostén negro de Tonks quedó visible ante él. Ella entonces le mordió el labio inferior mientras lo miraba a los ojos de una forma tan seductiva y erótica que Bill sintió que su pene endurecía hasta quedar firme como un tronco solo con esa mirada…
Las manos de Tonks bajaron de forma experta sobre el cierre de su pantalón de gabardina, y antes de que este fuera consciente de ello ella se lo había desabrochado y se lo bajaba varios centímetros…
Tonks se puso de rodillas en el suelo, ante él. Cerró una mano sobre su bóxer negro y le aferró firmemente el pene a través de este, lo que lo puso aún más duro. Inclinó la cabeza de lado mientras masajeaba el tronco erecto de Bill, como evaluando el tamaño con sus dedos a través de la tela. Luego le bajó los bóxers de un tirón, finalmente, provocando que el pene de Bill se revelara ante ella, en su cara.
Alzó la mirada hacia él y le dirigió una sonrisita mientras sus dedos con largas uñas color rosa fuerte se cerraban alrededor de su pene… Y empezó a masturbarlo.
Bill se relajó. Disfrutó la sensación de la mano de Tonks subiendo y bajando la piel de su miembro, cerrándose en torno a su glande y dándole una suave presión con los dedos… Se dejó llevar, entrecerrando los ojos…
Entonces Tonks abrió la boca y cerró los ojos mientras movía la cabeza hacia adelante…
El pene de Bill se fue introduciendo en su boca, y el cálido aliento de la chica le acarició la piel del pene. Apoyó su durísimo miembro sobre la lengua de ella, que ahora sacaba hacia afuera. Entonces sintió cómo Tonks cerraba los labios para rodearle el pene, poniendo su boca en una "O" perfecta, y luego succionaba su pene firmemente con la boca.
La sensación era tan placentera que no recordaba haber sentido algo así antes. Tonks era una experta total en el arte de chupar la verga, no había dudas. Succionaba su pene con los labios, que iba pasando desde la cabeza del pene hasta la base, al tiempo que movía su lengua por toda la parte del pene que estaba dentro de su boca, acariciándola con ella… Luego permitía que la punta del pene se metiera ligeramente en su garganta, mientras sus labios se cerraban contra la base del pene, habiendo succionado hasta el final…
Y al mismo tiempo, sus dedos pintados de rosa le acariciaban los testículos, dándoles un suave y placentero masaje…
Bill dejó que la sensación se apoderara de él hasta cierto punto. Hasta un punto máximo luego del cual se dio cuenta de que, si la dejaba seguir, acabaría eyaculándole en la boca. Porque era demasiado placentero, simplemente demasiado… Pero no podía permitir que eso pasara. Recién estaban empezando.
Así que despegó su pene de sus labios suavemente y le acarició el mentón con una mano, provocando de esa forma que ella cerrara la boca. Luego tiró de ella por debajo de los hombros para ayudarla a ponerse de pie otra vez. Se acercó a sus labios para besárselos otra vez, y aprovechó el momento para llevar sus manos a su espalda y desabrocharle el sostén…
Los cuerpos de ambos ardían en calentura. Cuando Tonks cayó de espaldas a la cama, con sus tetas desnudas a la vista, con sus dos pezones atravesados por piercings con piedras también color rosa, Bill estaba que echaba humo de la calentura que sentía.
Observó su cuerpo desnudo de la cintura para arriba en la cama. Tonks no tenía unos pechos particularmente grandes, pero su figura estaba marcada y le resultaba sexy, y su trasero sí que se veía grande y con unas bonitas caderas bajo el pantalón que llevaba... Y que ya era hora de quitarle.
Se lo desabotonó, de pie al borde de la cama, y tiró de él para bajárselo. Cuando logró quitárselo, observando sus piernas desnudas y su calzón también negro, lo lanzó a un lado y se quitó la camiseta, las zapatillas y su propio pantalón, que llevaba por las rodillas.
Tonks se quitó el calzón y lo lanzó a un lado, y ambos quedaron desnudos y mirándose como dos hienas en celo debatiéndose mentalmente cuántos segundos esperar antes de abalanzarse desesperadamente sobre el otro…
Tonks tomó su varita y la apuntó hacia el techo.
-Femina spectrum -susurró. De inmediato, una lluvia de pétalos de rosas cayó sobre la cama y sobre el suelo. Algunos cayeron sobre su cuerpo desnudo, tapándole zonas de su piel de una forma sexy… El encantamiento también provocó que una suave música romántica empezara a sonar sobre ellos, salida de la nada misma, y que el ambiente se sintiera distinto: más caliente, sofocante y agradable a la vez, como cargado de alguna energía imperceptible a la vista.
-Genial -dijo Bill, con las dos manos hacia arriba, sintiendo los últimos pétalos que llovían sobre él también-. Yo también me sé algunos…
Entonces sacó su varita mágica y apuntó a Tonks con ella mientras se metía entre sus piernas, que caían por los bordes de la cama, mientras la bruja descansaba sobre las sábanas boca arriba.
-¿Tienes alguna fantasía que te guste particularmente…?
Tonks sonrió de forma traviesa.
-Tengo una pequeña fijación con los pies.
Devolviéndole la sonrisa, Bill le lanzó un hechizo que hizo que el cuerpo de Tonks se moviera a su voluntad por la cama. La hizo levitar y quedar más al medio de la cama y con sus pies elevados en el aire… Entonces empezó a chuparle los dedos de ambos pies, por turnos, mientras la miraba de forma sensual, acariciándole las piernas desnudas mientras lo hacía…
Ella se retorcía en la cama, llena de placer. Se mordía los labios y se apretaba los pechos con ambas manos, moviendo el trasero por las sábanas y rozando su piel contra la cama mientras disfrutaba de la sensación de Bill chupándole los dedos de los pies, acariciándoselos, chorreando su saliva por ellos…
Tonks entonces tomó por sorpresa a Bill lanzándole exactamente el mismo hechizo, y demostrándole que ella también sabía hacerlo a la perfección. Bill empezó a levitar por el aire, flotando hacia ella… Aterrizó suavemente encima suyo y se besaron en los labios, succionándose las lenguas con fervor y mucha calentura…
Bill le apretó los pechos a Tonks y entonces quedó atontado por el tacto de estos: eran gigantescos. ¿No había visto momentos atrás que estos eran de hecho bastante pequeños? ¿Estaba quedándose ciego? Eran gigantes. Se los apretó con codicia. Luego metió su cara entre ellos y le pasó toda la lengua por la piel. Luego ella usó el hechizo de levitación para provocar que Bill flotara hasta más allá de su cara, quedando su pene a la altura de sus gigantescos senos…
Bill metió el pene entre ellos y empezó a moverse sobre ella. Arriba y abajo, arriba y abajo… Tonks se apretaba las tetas con las manos hacia el medio, capturando su pene entre estas.
Entonces lo hizo levitar más arriba, hasta que su pene le quedó a la altura de la cara. Recostada boca arriba en la cama, Tonks abrió la boca y recibió el pene de Bill en ella otra vez. Bill movió las caderas sobre su cara, dándole una penetración bucal que fue subiendo de ritmo y de velocidad…
Mientras la penetraba por la cara, moviendo sus caderas sobre ella, con mechones de cabello rosado entre sus piernas y sus testículos, Bill lanzó un hechizo que provocó que empezara a oírse un extraño sonido metálico sobre ellos.
-¿Qué es ese ruido? -preguntó Tonks, corriendo la cara a un lado para poder hablar.
-Oh, bueno… Es el sonido de los galleons cuando caen todos juntos en una bóveda… Yo también tengo mis fetiches.
Tonks sonrió y se incorporó de súbito.
-Tengo un fetiche que alucinarás… -empezó, muy contenta, pero antes de que pudiera encontrar su varita entre las sábanas se enredó con ellas y cayó de cara al suelo, fuera de la cama.
-¡Tonks! -Bill saltó tras ella para ayudarla, preocupado.
La chica entonces reapareció por el borde de la cama, matándose de la risa mientras se tapaba la boca.
-Llevo toda la noche sin hacer ninguna torpeza -dijo, entre risas-. Ya sabía yo que la racha no duraría mucho más… Soy súper torpe.
Riendo también, Bill la ayudó a ponerse de pie. Luego se besaron en los labios mientras se abrazaban fuertemente. Cayeron sobre la cama, y entonces dejaron los juegos previos…
Bill le introdujo el pene adentro, acostado sobre ella. Tonks abrió bien las piernas y le permitió entrar dentro suyo. Movió su enorme trasero por la cama y abrió las piernas tanto como pudo, permitiendo a Bill abrirla por dentro, hundiéndole el pene más y más…
Hicieron varias poses. Bill la penetró de forma tradicional, luego levantándole ambas piernas y chupándole nuevamente los pies mientras la penetraba arrodillado en la cama, y luego la puso boca abajo y la penetró rápidamente por el ano.
-¡OHHHHHHHHHHH! -gemía Tonks a los gritos-. ¡OHHHHHHHHHHHHHHHH!
La bruja convocó varios juguetes mágicos con su varita. Unas pinzas de goma le apretaban suavemente las puntas de los pezones mientras un vibrador se le metía por la vagina, al tiempo que Bill la ponía en cuatro patas para seguir dándole sexo anal.
El mago convocó mediante magia una loción lubricante que se echó toda sobre el pene, para abrirla por el ano con mayor suavidad. Luego realizaron un encantamiento sexual que provocaba orgasmos continuos e interminables y estuvieron más de cinco minutos disfrutando de orgasmos infinitos, hasta que Tonks sintió que iba a desmayarse por el exceso de libido y lo finalizó.
Cuando acabaron, había una cantidad tremenda de semen y jugos vaginales por toda la cama, además de muchos juguetes usados, lociones, pinzas y una soga.
-Creo que se acaba el tiempo del turno -dijo ella, consultando su reloj.
Se ducharon, se vistieron y salieron del cuarto.
Ambos tenían una sonrisa en sus rostros mientras pagaban y dejaban el lugar. Tonks insistió en pagar ella.
-Tú pagaste la cena y los tragos -dijo, sin darle lugar a quejas.
Se alejaron por la oscura y desierta calle empedrada del pueblo, caminando lado a lado.
-Te llevo a tu casa -le ofreció Bill.
-Olvídalo, me apareceré.
-¿Estás loca? No puedo permitir que te aparezcas con todo lo que has bebido.
-No sufriré una despartición, tranquilo.
-De ninguna manera. Ven, yo te llevo. He dejado mi escoba en la otra calle…
-¿Estás seguro? Vivo lejos.
-No hay problema. Vamos.
Anduvieron hasta el depósito de escobas donde Bill había dejado aparcada la suya. Le pagó dos sickles al mago que atendía el pequeño lugar, que la fue a buscar y se la entregó. Entonces ambos montaron a ella, Tonks detrás, sujetándolo por la cintura, y alzaron vuelo.
-Wooww -Tonks lanzó un silbido-. Todo me da vueltas… Tenías razón. ¿Tanto hemos bebido?
-Sí, lo sé. No pareció tanto, ¿verdad?
-Ve con cuidado.
-Descuida.
Volaron sobre Hogsmeade y lo dejaron atrás. Tonks le indicó que sobrevolara Hogwarts y siguiera hacia el otro lado, para luego desviarse hacia el sur más adelante…
Mientras lo hacían, Bill pensaba en lo genial que lo había pasado, en lo increíble que había sido el sexo y en lo fantástica que era Tonks… cuando sintió que ella le daba golpecitos en la espalda.
-¿Qué ocurre?
-¿No ves algo? -le preguntó ella-. ¿Allí, tras esas montañas… en el cielo?
Bill aguzó la vista en la dirección que ella le indicaba. Era muy tarde en la madrugada de ese sábado de Nochebuena. En solo un rato empezaría a aclarar el cielo, anunciando el alba.
-¿Acaso es…? -Tonks sonó muy asombrada-. ¿Es un carruaje volador?
Bill ahora también lo veía, volando por el cielo nocturno, más allá de unas montañas en el horizonte, pequeño.
-¿Crees que sea…? No, no puede ser.
-Solo hay un carruaje mágico por la zona -dijo Tonks, con un nuevo tono de voz que no le había oído en toda la noche. Ahora sonaba firme, decidida, autoritaria. Ya no había sensualidad ni risitas tontas en su forma de hablar.
-Beauxbatons… -dijo Bill-. Los niños… Se estaban quedando todos allí luego del incendio… Todo Hogwarts… Por Merlín, ¡mis hermanos podrían estar allí!
-Yo conduzco -dijo entonces Tonks, se apuntó con la varita a la cabeza y gritó-. ¡Ebriatus evanezca!
-¿Y eso que es?
-Elimina toda la ebriedad al instante.
-Wow… ¿Por qué no lo usaste antes?
-Solo me hacia la tonta para que me lleves, hablar en el viaje y conseguir una segunda cita contigo -ahora Tonks hablaba de forma rápida y contundente-. Soy aurora. Trabajo para el Ministerio de la Magia. Mientras hablábamos, acabo de quitarte la ebriedad con el mismo encantamiento a ti también. Ahora apártate y déjame conducir. No hay tiempo. Debo salvar a esos niños.
