(parte 2)

-¿En qué podemos ayudarte? -preguntó Sirius de inmediato.

-No tenemos mucho tiempo… -empezó Harry, mirando nervioso hacia la entrada al carruaje. No sabían a qué hora Lucius había aparecido allí. Solo sabían que había tomado el control del carruaje y lo había secuestrado y enviado a volar por los aires en algún punto de la noche.

-Si no hay tiempo, entonces olvida las explicaciones -dijo Sirius, demostrando su increíble capacidad para pasar directo a la acción, y al mismo tiempo la confianza que le tenía a su ahijado-. Solo dinos qué hacer. Tú nos llamaste. Dime, ¿qué hacemos?

-Eehh… -Harry se quedó sorprendido por la reacción de su padrino. Sorprendido y dubitativo. -¿Tienen varitas mágicas?

-Sí, claro -Sirius y Bellatrix alzaron sus varitas, para mostrárselas-. Conseguir varitas es fundamental en la vida de un prófugo.

-Bien -Harry asintió-. Esta esa la situación: Sabemos que Lucius Malfoy aparecerá en el carruaje de Beauxbatons en algún momento esta noche. No sabemos cuándo, pero cuando lo haga intentará secuestrar el carruaje, tomar control de los caballos alados y enviar a todos los alumnos volando por el cielo en él. El plan es simple: Cuando Lucius aparezca, disparamos a matar. Eso es todo. Y es muy importante no fallar… Hay muchísimo en juego.

Sirius asintió, con cara de preocupación. Bellatrix miraba con el ceño fruncido y Harry pensó que haría preguntas sobre cómo sabían ellos eso, pero no lo hizo. ¿Estaría tratando de leerle la mente? ¿O acaso ya lo había hecho y ya sabía absolutamente todo?

Eso no importaba. Esta vez no le importaba si Bellatrix leía todos sus pensamientos. Solo quería su ayuda, desesperadamente.

-Quizás no parezca una misión tan complicada para ustedes… -empezó.

En ese momento, Bellatrix rompió el silencio:

-No subestimamos tu plan, Harry -le dijo, muy seria-. He querido ver muerto a ese hombre durante muchos años y eso nunca pasó… Sé que no será sencillo. Es muy poderoso… Es muy hábil en la magia y de alguna forma parece sobrevivir siempre… Pero haremos nuestro mejor esfuerzo.

-Usaremos el efecto sorpresa -continuó Harry-. Para eso fui a recuperar mi capa para hacerse invisible. No es suficientemente grande para que quepamos todos, pero Draco fue a buscar algunas pociones también… -Se volvió hacia Draco-. ¿Qué pociones conseguiste, Draco? ¿Hay algo que pueda hacerlos invisibles a ellos, quizás…?

-Podemos usar encantamientos desilusionadores -sugirió Sirius.

-No -lo cortó Bellatrix-. No funcionará con él. Lucius no será engañado de esa forma. Podrá vernos.

Sirius puso una cara de sorpresa.

-¿Tan poderoso es ese infeliz?

-Te sorprendería -susurró Bellatrix, y Harry detectó en ella una ligera vibración de la voz, diminuta, que parecía exhibir una emoción imposible de creer en alguien como ella: miedo.

Entretanto, Draco les mostraba los tres grupos de frascos con pociones que había preparado.

-Ninguna sirve para hacerse invisible. Lo más parecido son estas tres pociones multijugos. Había un caldero con un poco de esa poción en el armario de Snape y la dividí en estos tres frascos. No tienen cabellos de nadie, así que podemos armarlas con el cabello de quien queramos para transformarnos en él.

-Eso podría servir -opinó Sirius-. Ni siquiera Lucius podrá distinguir a simple vista a un mago que se ha transformado en otro por medio de poción multijugos. Bella y yo podemos convertirnos en dos alumnos cualquiera para tomarlo desprevenido, sin que sepa quiénes somos en verdad.

-No será tan efectivo como ser invisible, pero podría servir -coincidió Harry-. Draco y yo podemos ir bajo la capa, que nos cubrirá a ambos sin problemas.

Draco le dio un frasco de poción multijugos a Sirius y otro a Bellatrix. El tercero se lo guardó él, con algunas otras pociones. Les pasó otro tanto a Sirius y Bellatrix.

-Deberíamos ir a buscar cabellos de un par de alumnos cualquiera allí dentro -dijo Draco-. Harry y yo podemos ir con la capa. Ustedes esperen aquí y estén atentos por si ven a Lucius.

Dejaron a los dos adultos atrás, ocultos entre los árboles, y se cubrieron con la capa de Harry mientras avanzaban en dirección al carruaje.

-La fiesta ya debe haber comenzado -dijo Draco en voz baja-. Recuerdo cuando lancé la maldición… Y fue más o menos en este momento. Se sentía así.

Harry no dijo nada. Le resultaba extraño estar allí, volviendo a vivir aquello, pero ahora acompañado por la persona que había causado toda esa orgía, que aún podía recordar vívidamente.

Draco pareció leerle la mente tan bien como si Bellatrix le hubiera enseñado a hacer legeremancia.

-¿Puedo hacerte una pregunta? -le dijo, mientras avanzaban hacia el carruaje.

-Sí… dime.

-¿Por qué yo? Me llevaste a la rastra hacia ese dormitorio, para volver en el tiempo… a mí… ¿Por qué no a Ron, o a alguno de tus amigos? ¿Por qué volver al pasado con tu mayor enemigo, con la persona que ha causado todos los problemas en los que estuviste metido estas semanas?

Harry tardó en responder. Por un momento iba a decirle que Ron no estaba allí en ese momento, que se había ido con Fleur, pero se dio cuenta de que esa no era la respuesta honesta. Entonces le dijo:

-Precisamente por eso. Tú y yo empezamos todo esto… Y tú y yo debemos terminarlo -Harry respiró hondo y agregó-: Hace un rato me pediste que, si tú morías por el juramento inquebrantable al atacar a tu padre con un maleficio asesino, le dijera a Hermione que habías muerto para salvarla… ¿Lo decías en serio? ¿De verdad estás dispuesto a morir por ella?

Harry se volvió hacia él y vio que Draco lucía muy serio y decidido. Quizás también afligido.

-Sí, claro -respondió, negando con la cabeza-. Ya no hay nada para mí, más que una vida en Azkaban… Yo la metí en todo esto… Y de verdad la amo… Solo quiero lo mejor para ella. Haría lo que sea para evitar que le pase eso… lo que mi padre hizo… haría cualquier cosa, lo que sea…

Harry supo que decía la verdad. Draco podía haber sido el culpable de todo aquello, pero de verdad amaba a Hermione. Y de verdad estaba dispuesto a morir por ella si era necesario.

-Pues por eso fue que decidí hacer este viaje en el tiempo contigo -le dijo Harry entonces-. Imagino que una parte de mí sabía eso… Y yo necesitaba eso… Necesitaba volver al pasado con alguien igual de dispuesto que yo a hacer todo lo que fuera necesario por ella.

Entonces ambos compartieron una mirada bajo la capa y se asintieron entre sí, muy serios.

-Vamos a hacerlo -dijo Draco, convencido-. Vamos a salvarlas.

-Aquí estamos.

Habían llegado a la entrada al carruaje. No había rastros de Lucius aún. Se metieron, ocultos por la capa para hacerse invisible, y se mezclaron entre la multitud de chicos y chicas desnudos que caminaban hacia la fiesta. Cuando llegaron al salón principal, vieron una marea de chicos y chicas, todos desnudos, bailando, bebiendo alcohol y ocupando cada vez más la pista de baile.

Draco se mordía los labios, observando cómo Hannah Abbott cerraba su mano en torno al pene de Ernie Macmillan delante de todo el mundo, en plena pista de baile. Les pasaron por al lado, invisibles, y oyeron su conversación:

-¿Te gusta cómo te masturbo? -le preguntaba ella, subiéndole y bajándole la piel del pene.

-Sí… Sí, claro -Ernie empezó a respirar agitado.

-¿Te gustaría que le pida a Susan que te chupe el pene también? -preguntó Hannah entonces.

-Ufff -Ernie estaba que explotaba-. Sí, sí me gustaría.

Harry y Draco siguieron de largo.

-No perdamos tiempo -le dijo Harry-. Nadie se dará cuenta si le arrancamos un par de cabellos en medio de este descontrol. Solo tomemos algunos pelos de alguien cualquiera y…

Se detuvo. Draco también la había visto: Hermione estaba allí delante.

Fue como si la música se apagara lentamente y una magia extraña se apoderara de los dos. Se quedaron inmóviles, observando como hipnotizados a Hermione, que en ese momento se apartaba de la mesa de tragos de Dean Thomas y caminaba a su encuentro con Ginny y unas amigas de ella, que formaban un círculo mientras bailaban juntas bajo la bola disco.

-¡Draco! -susurró Harry, al ver que este de pronto empezaba a caminar tras ella-. ¡Espera! ¿Qué haces…?

Draco había enfilado hacia allí, y Harry no tuvo más remedio que ir a su lado para no quedarse afuera de la capa y ser visto por todos. Anduvo a su lado, bajo la capa, hacia donde iba Hermione. Se chocaban con todo el mundo, porque la gente estaba toda junta y apretada allí, pero nadie se preguntaba por qué dos personas invisibles se chocaban contra ellos, porque había tanto descontrol que nadie se detenía a mirar quién chocaba contra quién.

Cuando llegaron junto a ella, Draco hizo algo extraño: Sacó la mano por fuera de la capa para hacerse invisible y le arrancó un cabello a Hermione. Luego la metió de nuevo bajo la capa y se quedó allí quieto, mirando como Hermione, desnuda de pies a cabeza como todo el mundo, se ponía a bailar con las amigas de Ginny, sin darse cuenta de nada.

Harry tiró de él para apartarlo de allí. Entonces vio que acababan de acercarse a Verity. La chica estaba con Fred y George, charlando:

-Oye, me caes muy bien -le decía Fred, que parecía muy ebrio, rodeándole los hombros desnudos con un brazo-. Tenemos pensado abrir una tienda de chascos con mi hermano y necesitaremos una empleada. ¿Qué te parece?

-Sí, eres la candidata perfecta -decía George-. Vives ahí, ya trabajas ahí… Vamos a abrirla en el Callejón Diagon.

-Pues, si me pagan más que Florean…

Harry se quedó mirando a Verity unos instantes, sintiéndose igual de afectado que al ver a Hermione. Luego bajó la voz para hablarle a Draco al oído:

-¿Por qué hiciste eso?

-Solo tomé los cabellos que necesitábamos, según el plan -respondió este, evasivo.

Harry se quedó pensativo. Frunció el ceño mientras miraba a Draco. Este no lo engañaba. Creía entender hacia dónde iban las motivaciones de Draco…

Entonces, Harry actuó de súbito de una forma similar: Dio unos pasos, abriéndose paso hacia Verity y obligando a Draco a ir tras él. Esperó a que Fred y George miraran hacia otro lado, sacó la mano de la capa, y su mano flotante le arrancó un cabello rubio brillante a Verity.

Entonces Harry caminó lejos de allí y Draco fue con él, ambos ocultos por la capa.

-¿Y eso…?

-Ahí está el otro cabello que necesitábamos -dijo Harry, ahora siendo él el evasivo.

Salieron del carruaje de Beauxbatons juntos y miraron en todas direcciones.

-Aun no hay señales de tu padre.

-Volvamos con tu padrino.

Regresaron hacia el Bosque Prohibido, atravesando la negra oscuridad de los terrenos de Hogwarts. El Bosque Prohibido, ante ellos, se veía más lúgubre y siniestro que nunca. La sombra de la muerte parecía cernirse sobre ellos, como un fantasma amenazando con tragarlos…

-Aquí estamos -dijeron, al quitarse la capa ante Sirius y Bellatrix.

-¿Consiguieron los cabellos?

-Sí… -Draco sacó un largo y castaño cabello de Hermione con mucho cuidado y lo puso dentro de su propio frasco de poción multijugos-. Cambio de planes: yo beberé este.

Todos lo miraron en silencio.

-Está bien… -Sirius no puso objeciones-. Entonces, Harry y yo podemos ir bajo la capa para hacerse invisible. Si me agacho, creo que…

Pero no pudieron decir nada más.

Porque, en ese momento, Harry lo vio, a lo lejos. Y su cara y sus gestos fueron tan claros que todos enmudecieron, sostuvieron firmes sus varitas y se volvieron hacia donde Harry miraba:

Lucius Malfoy, solo, sin encantamientos de ningún tipo que ocultaran su apariencia, sin compañía y sin ningún tipo de defensa visible, caminaba con toda tranquilidad por el camino de entrada de los terrenos de Hogwarts, con su capa ondeando tras él, yendo con toda calma hacia el carruaje de Beauxbatons.

Sirius cerró los puños, furioso. Bellatrix tenía los ojos muy abiertos y lanzando chispas de rabia. Harry y Draco sostuvieron sus varitas con mucha fuerza y sintieron que el mundo se detenía ante ellos…

Es ahora, pensó Harry. Ahora es cuando… Ahora lo matamos, y salvamos a Hermione.

Bellatrix lucía transformada. La mirada que tenía, de una rabia tan atroz, era tan fuerte que helaba la sangre…

Harry se apresuró y puso el cabello de Verity en su frasco de poción multijugos.

-Dame eso -dijo Bellatrix, estirando un brazo hacia él-. No podemos perder tiempo.

Harry lo dudó. No quería dárselo, a decir verdad.

-Toma la capa -dijo Harry, queriendo pasarle a la bruja la capa para hacerse invisible-. Yo me beberé la poción…

-¡No hay tiempo para esto! -Bellatrix le arrebató el frasco de la mano con una expresión que daba mucho miedo. Pero no llegó a beberla. Porque Draco acababa de hablar.

-¡Oigan! -acababa de decir-. ¿A dónde fue?

Todos volvieron a mirar hacia adelante.

Lucius ya no estaba allí.

Pasaron horas. Nunca volvieron a encontrarlo. Haciendo uso de la capa para hacerse invisible, que se fueron turnando para evitar beber las pociones antes de tiempo, ya que su efecto solo duraría una hora, anduvieron en torno al carruaje e incluso entraron varias veces de nuevo en él, buscando a Lucius por todas partes.

En un momento de la madrugada, frustrado, Harry se quitó la capa para revelarse ante los demás, en el linde del bosque.

-Nada -dijo, negando con la cabeza-. La fiesta ya está a pleno, pero él no está por ninguna parte.

Harry acababa de ver una tremenda orgía allí dentro, que por supuesto recordaba a la perfección. Ya había pasado la parte en la que todos se habían puesto en fila para tener sexo todos con todos. Ahora, adentro, las chicas de Beauxbatons se ponían en cuatro patas para ser penetradas por detrás por todos los chicos que aún no habían acabado.

Sin dar demasiados detalles a Bellatrix y Sirius sobre lo que estaba pasando dentro de la fiesta, dijo:

-Lucius no está por ninguna parte.

-De seguro se aplicó un encantamiento desilusionador tan poderoso que jamás sabremos en dónde está -dijo Sirius-. Me sorprende que no lo tuviera cuando lo vimos caminando allí fuera… El hijo de puta se siente tan poderoso que se habrá sentido impune, sin aplicárselo hasta último minuto, estando ya dentro de los terrenos de Hogwarts…

-¿En qué momento lo has visto aparecer? -preguntó Bellatrix entonces, con un tono de voz apagado y siniestro-. Cuando viviste esto la primera vez, ¿a qué hora lo viste aparecer?

-Pues, luego de que el carruaje alzara vuelo, no fue mucho más tarde que ahora… -Harry se detuvo de pronto y sus ojos encontraron lentamente los de Bellatrix-. ¿Cómo sabes tú…?

Pero se detuvo de nuevo. La respuesta era clara: Bellatrix ya sabía todo lo del viaje en el tiempo. Le había leído la mente, por supuesto.

Sirius los miraba confundido.

-¿De qué hablas, Bella?

-Venimos del futuro -le dijo Harry a su padrino-. Draco y yo ya hemos vivido todo esto. Usamos un giratiempos para volver. El mismo que usé con Hermione el año pasado cuando te salvamos a ti de los dementores, ¿recuerdas?

-¿El año pasado habían regresado en el tiempo cuando me salvaron de los dementores con Hermione? No tenía idea…

-¡Miren eso! -dijo Draco, interrumpiéndolos.

Estaba señalando hacia adelante. Lo que vieron entonces los dejó de piedra: Los caballos alados habían empezado a moverse, tirando del carruaje, y empezaban a moverse a toda velocidad por los terrenos de Hogwarts, empujando el carruaje cada vez más lejos de donde estaban ellos, tirando de este en dirección al Lago Negro…

-¡No! -gritó Draco-. ¡Demasiado tarde…!

-En tus sueños… -dijo Harry, entre dientes. Entonces, rápidamente, se agachó y recogió algo del suelo. Cuando estuvo incorporado de nuevo, tenía la escoba de Fred en la mano, y le arrojó la de George a Draco, que la atrapó en el aire.

Ambos dieron una patada al suelo, elevándose en alto.

-¡Vayan! -gritó Sirius, haciéndoles señas desde abajo, desesperado-. ¡No pierdan tiempo! ¡Vamos justo detrás de ustedes!

Harry voló a toda velocidad en la escoba de Fred, atravesando la noche helada con la mirada fija al frente y clavada en el carruaje de Beauxbatons; que se internaba en el cielo nocturno, elevándose en el aire más y más, yendo directo hacia las nubes…

¿Cómo habían llegado a esa situación? El plan era matar a Lucius ni bien lo vieran. El plan era impedirle siquiera secuestrar el carruaje, matarlo antes de que pudiera hacer nada de eso, ni bien lo vieran caminar hacia el carruaje…

Y lo peor de todo es que lo habían visto caminar hacia el carruaje, tan tranquilo… Casi se sentía como si estuviera jugando con ellos. Como si supiera que habían regresado al pasado para detenerlo y estuviera burlándose de ellos, mostrándose y luego desapareciendo por completo, sin poder volverlo a encontrar…

Desde luego, eso era imposible. Él no podía saber que habían vuelto en el tiempo… ¿verdad?

Lo habían buscado durante horas por todas partes y no habían visto más rastros de él. Sabían que tenía que estar por allí, pero simplemente no habían podido dar con él de nuevo… Sirius tenía razón: debía haber usado un encantamiento desilusionador más potente que el que cualquiera de ellos pudiera ser capaz de hacer, y por eso no lo habían vuelto a encontrar por ninguna parte.

Realmente era poderoso. Muy poderoso… Y ahora había secuestrado con éxito el carruaje de Beauxbatons, otra vez, y Harry y Draco volaban en las escobas que se habían traído del futuro consigo tratando de alcanzarlo, volando más y más alto y metiéndose entre las nubes tan rápido como podían, desesperados por no perder de vista al carruaje…

No podían perder. Lucius podía haber logrado llevarse el carruaje, podía haber logrado hacer eso con éxito, pero no permitirían que hiciera nada más. Iban a alcanzar a ese carruaje, a entrar en él, a encontrarlo y a matarlo.

Harry se volvió sobre el hombro para mirar atrás y abajo, con su cabello agitándose violentamente con el viento que le daba en la cara, un viento helado que lo hacía tiritar.

Vio a Buckbeak volando tras ellos, agitando sus alas en la noche. Sobre él iban Sirius y Bellatrix.

Los cuatro volaron más rápido. Y más rápido…

Y finalmente alcanzaron al carruaje.

-¡Por aquí! -gritó Harry, liderando el camino. Había alcanzado una ventana del carruaje, la abrió y se metió adentro, sin perder tiempo. -¡Ven, Sirius! ¡Toma mi mano!

Sin temor, Sirius se puso totalmente de pie sobre el hipogrifo, que volaba junto a la ventana, y tomó la mano de Harry, que lo ayudó a entrar también. Luego ambos ayudaron a Bellatrix, y tras ella se metió Draco.

-¡No cabes por aquí, Buckbeak! -le dijo Sirius a la criatura-. ¡Regresa a Hogwarts y escóndete en el bosque!

La criatura pareció entenderlo a la perfección. Agitó sus alas mientras abría y cerraba su pico, y entonces se alejó por el cielo de la noche, sobre las nubes, dando una amplia vuelta en el aire y regresando en dirección a Hogwarts.

Los cuatro se apartaron de la ventana y miraron la habitación del carruaje a la que habían ido a parar. Era el dormitorio de alguna de las chicas de Beauxbatons. Había una cama y un armario delante de ellos.

-¿Oyeron eso? -dijo Draco, pasmado-. ¡Son gritos!

-En marcha -dijo Sirius-. Es hora de actuar.

Los cuatro salieron corriendo de ese dormitorio vacío y avanzaron por un pasillo de habitaciones. Los números de los dormitorios de las chicas de Beauxbatons les pasaban por al lado: "11", "12", "13"…

-Esperen… -Draco detuvo al grupo, mirando los números-. Las habitaciones… Debo ir a la habitación "35"…

-¿Qué? -Harry frunció el ceño-. ¿El dormitorio de Fleur? ¿Por qué deberías ir ahí ahora mismo?

-Es en ese dormitorio donde dispararon a Pansy… -Draco se dio cuenta de que no le había explicado nada a Harry sobre la madre de Hermione-. Lucius no es el único villano aquí esta noche…

Ahora los demás quedaron sorprendidos y perplejos, mirándose entre sí.

-¿De qué…?

-Ustedes sigan adelante -dijo Draco, que empezaba a alejarse del grupo-. Sé lo que hago. ¡Nos veremos luego en el salón!

Y Draco desapareció por el corredor, rumbo a otra parte de los pasillos de los dormitorios…

-Vamos -dijo Harry a su padrino y a Bellatrix-. No perdamos tiempo. ¡Adelante!

Los tres corrieron hasta llegar a una bifurcación y luego se metieron por una sala desde donde se oía el estruendo del salón principal, casi pegado a la pared…

-¡AHHHHHHHHH -unos gritos horribles interrumpieron su carrera. Alguien forcejeaba y gritaba con una mezcla de furia y dolor, en simultáneo, en algún lugar cercano a ellos.

Corrieron hacia allí. En una esquina de la sala donde se encontraban, una sala más pequeña que la principal, que estaba vacía y oscura, había una figura en el suelo, rodeada de una especie de neblina negra, que lo envolvía y ocultaba de la vista.

Bellatrix alzó su varita hacia allí y pronunció un encantamiento mudo que hizo que toda la nube negra se disipara.

Entonces pudieron ver que, en el suelo, Snape se retorcía de dolor. Tenía los ojos cerrados y parecía agonizar de dolor, pero aun así en su rostro permanecía una nota de rabia, como si estuviera enfurecido a la vez que dolorido, quizás por haber perdido el duelo contra Lucius Malfoy.

-Snape ha luchado contra Lucius esta noche -les explicó Harry a los otros dos-. Ha sido un verdadero héroe… Él estuvo del lado de Dumbledore todo el tiempo…

Sirius parecía muy sorprendido.

-Pero si ya lo han derrotado, entonces… -Harry pensaba a toda velocidad, con horror. -Oh, no… En este punto de la batalla fue donde mató a Verity… ¡Debo ir a salvarla!

-Vayan -dijo Sirius entonces, y se arrodilló junto a Snape, que gemía de dolor-. Yo me ocupo de él. ¡Vamos, no pierdan tiempo!

Tiempo… El tiempo implacable, letal. Habían regresado en el tiempo, pero aún así Lucius Malfoy había conseguido hacer hasta ahora lo mismo que antes…

Harry y Bellatrix dejaron a Sirius allí, con Snape, y continuaron avanzando hacia el salón principal, el lugar donde lo peor estaba por ocurrir, como Harry sabía bien…

-Ya es hora de ocultarnos -dijo Bellatrix, y sacó su frasco de poción multijugos, que bajó de un trago, tan rápido como si fuera uno de los chupitos con Tequila Gryffindor de Dean Thomas-. Ponte la capa, Harry.

Harry obedeció. Mientras se ocultaba con la capa para hacerse invisible, observó cómo Bellatrix se iba transformando rápidamente, gracias a los efectos de la poción: Su cabello negro con rulos se volvió muy rubio y lacio, su estatura descendió varios centímetros… y, segundos después, se había convertido en una persona exactamente igual a Verity.

Entonces, Harry se sorprendió al ver que empezaba a quitarse toda la ropa, quedando desnuda…

-Si quiero parecer una alumna más, debo estar desnuda, como todos… -explicó ella, haciendo un bollo con la ropa que había llevado puesta y dejándola en el suelo. Ahora, Harry estaba junto a una Verity cien por ciento desnuda.

-Vamos allá -apuró Harry.

Cuando llegaron al pasillo que ingresaba al salón principal, se detuvieron. Estaban ocultos tras la pared, observando la escena desde detrás de Lucius Malfoy, al que ahora sí podían ver con toda claridad: El mago estaba ante una audiencia compuesta por todo Hogwarts, Durmstrang y Beauxbatons. Los dos directores de esas últimas dos escuelas ya estaban en el suelo, reducidos y heridos. ¿Muertos, quizás…?

No habían llegado a tiempo para detener eso… Lucius había estado invisible hasta el mismísimo momento de salir en escena, revelándose ante el enorme grupo de gente que ocupaba todo el salón principal. Ahora, Harry y Bellatrix lo observaban ocultos desde ese oscuro pasillo que salía desde detrás de él…

Y Verity, la verdadera Verity, estaba luchando con él en ese preciso momento.

Harry sintió una oleada de alivio. Aún estaban a tiempo de salvarla…

-¡ESTO ES POR MI MADRE Y POR TODAS LAS MUJERES DE LAS QUE HAS ABUSADO EN TU VIDA, TROZO DE MIERDA! -gritó Verity, con la voz quebrada, destrozada.

Harry se preparó para actuar. Estaba por salir a escena detrás de ambos, con su varita en alto y oculto por la capa para hacerse invisible, cuando sintió que lo detenían.

Se volvió. Era Bellatrix, transformada en Verity. Acababa de observar su propio reflejo en un ornamentado espejo gigante que recubría la pared de ese corredor en el que estaban ocultos.

-¿Por qué estoy transformada en ella? -preguntó.

-¡No importa eso ahora! -susurró frenéticamente Harry, tratando de liberarse de su agarre para saltar detrás de Lucius-. ¡Mi intención era tomar yo mismo esa poción! ¡Olvídalo! ¡Voy por él!

En ese momento, Verity ahorcaba a Lucius con una fuerza tremenda, al punto en que parecía que iba a conseguir reducirlo de esa forma tan simple y sin magia.

Era el momento perfecto. Harry ya sabía lo que pasaría después si no actuaba: Lucius lograría quitársela de encima, la arrojaría por el aire y luego la mataría…

Ahora es cuando… Este es el momento… ¡AHORA!

Harry quiso saltar hacia adelante, pero Bellatrix volvió a detenerlo con fuerza.

-¡Déjame! ¿Qué haces?

Harry no entendía.

Pero Bellatrix estaba transformada, y no solo en Verity. Había una violencia en ella superior a cualquier cosa que Harry hubiera visto antes. Mientras miraba a Lucius forcejear contra su propia hija, la mujer empezó a temblar de la ira.

Los flashes cruzaban por su mente: La tortura a la que ese hombre la había sometido durante tantos y tan largos años… El tormento, el horror… Las violaciones, la violencia, el sometimiento… Encerrada en una prisión, esperando a que el proxeneta del Señor de las Tinieblas fuera a buscarla para llevarla a las fuerzas a ser la muñeca sexual de los mortífagos, del Señor de las Tinieblas, de él mismo…

-No -dijo Bellatrix, tan tajante que nadie se hubiera opuesto a ella-. Seré yo quien acabe con él.

Y Harry no pudo hacer nada. No había forma de discutir con ella. Bellatrix lo empujó contra la pared, oculto por la capa para hacerse invisible, y le lanzó un maleficio de parálisis.

Harry se quedó inmóvil allí, sin poder mover más que sus ojos, que observaban la escena aterrados. Bellatrix se aplicó a sí misma un encantamiento desilusionador, con el que se mimetizó con su entorno al punto de quedar casi invisible ella también.

Y entonces salió en escena, justo cuando Lucius lograba quitarse a Verity de encima y la lanzaba por el aire.

La mujer había estado a punto de atacarlo por la espalda, pero al ver que Verity salía volando por el aire, y que el muro semi-transparente delante de ellos impedía a los demás ayudar, apuntó su varita hacia Verity en cambio, lanzándole un encantamiento mudo e imperceptible por los demás que amortiguó su golpe.

Sin embargo, Verity cayó bruscamente bajo la mesa de la cerveza de manteca, desapareciendo de la vista debajo de esta.

Bellatrix corrió hacia allí, invisible, y se metió debajo.

-¿Estás bien? -le preguntó.

Verity asintió, confundida sobre quién le hablaba, porque no podía verla.

Entonces Bellatrix se quitó el encantamiento desilusionador y se reveló ante ella. Verity quedó con los ojos abiertos de par en par por la sorpresa, al observar a esa copia idéntica de ella misma.

Nadie más podía verlas, porque estaban ocultas por el largo mantel que cubría la mesa, ambas juntas allí abajo, ambas luciendo iguales, ambas desnudas, Bellatrix sobre Verity.

-Voy a matarlo… -Verity quiso incorporarse, pero Bellatrix se lo impidió, frenándola con una mano.

-Tú no morirás en esta batalla -dijo Bellatrix entonces, y tenía la misma expresión de profundo odio y dolor-. Tú vivirás una vida larga y feliz, sin tener que pensar más en este mago de mierda… ¡Desmaius!

Y Verity quedó inconsciente en el suelo, bajo esa mesa, oculta de la vista por el largo mantel, a salvo allí abajo… Y Bellatrix entonces tomó la varita de Lucius de la mano de ella, y dejó la suya propia allí en el suelo.

Voy a matarlo con su propia varita, pensó la bruja. Esta noche, Lucius Malfoy, no solo morirás, sino que morirás humillado, asesinado por la bruja de la que más has abusado en tu vida, que se ha vuelto contra ti y te ha matado con tu propia varita…

Y fue Bellatrix, convertida en Verity gracias a la poción, la que salió de allí abajo, ahora visible, como si fuera Verity reintegrándose a la batalla…

Y fue Bellatrix la que se enfrentó a Lucius con una rabia inhumana. Fue Bellatrix la que lo enfrentó cara a cara con unos ojos que lanzaban unas chispas psicópatas, asesinas, irreconocibles. La mirada de quien todos creían que era Verity ponía los pelos de punta con un efecto incluso mayor al de Lucius…

-Te lo juro, Lucius Malfoy -le susurró, llena de cólera, marcando cada palabra con un profundo énfasis-, que pagarás con tu vida por todo lo que has hecho… Y morirás como el cerdo inmundo que siempre has sido… Y nadie nunca va a extrañarte, jamás…

Y entonces Bellatrix alzó la varita hacia el hombre, que rompió en carcajadas.

-¡Una Squib apuntándome con una varita! -se burló Lucius, sin dejar de reír, creyendo que era Verity quien le decía esas cosas, quien lo apuntaba-. ¡JA, JA, JA, JA…!

Pero entonces, ella gritó:

-¡AVADA KEDAVRA!

Y, para sorpresa de todo el mundo, su varita emitió el chorro de luz verde esmeralda más potente que nadie hubiera visto nunca en su vida, y el maleficio de Bellatrix salió disparado hacia Lucius como un cañonazo, con una potencia que generó una ventisca que despeinó a todos los que estaban más cerca de allí, incluso a través de la pared mágica.

Lucius saltó a un lado justo a tiempo, esquivando el maleficio. Cuando se incorporó del suelo, sus ojos mostraban una mezcla de sorpresa e ira renovada. Ya no había rastros de burla en su rostro.

-¿Cómo…? ¿Cómo es posible…?

Bellatrix volvió a atacarlo con todo su poder, dispuesta a asesinarlo con la mayor violencia posible:

-¡AVADA KEDAVRA!

Pero Lucius saltó ágilmente a un lado y hacia adelante, y corrió a toda velocidad hacia ella. Ella dirigió la varita hacia el hombre una vez más, pero él fue más rápido…

No llegó a pronunciar el maleficio una tercera vez. Él, en solo un segundo, saltó como una hiena sobre ella, derribó su pequeño cuerpo desnudo al suelo, aplastándolo con el suyo, y le quitó de la mano su propia varita…

-¡DAME ESO! -le gritó, apartándose de ella mientras la apuntaba él a ella ahora…

Y Harry, invisible y petrificado contra una pared tras ellos, lo comprendió: Esa no era Verity. Ella había quedado bajo la mesa. Era lo mismo que con Buckbeak el año anterior, otra vez. Lo mismo que al regresar al pasado para asistir a esas dos citas, otra vez…

-¡ME DA IGUAL QUE PUEDAS HACER MAGIA AHORA…! ¡NACISTE COMO UNA INÚTIL SQUIB DE MIERDA Y POR LO TANTO MORIRÁS IGUAL DE INÚTIL E INSERVIBLE!

Bellatrix estaba en el suelo, derrotada, y Harry no podía hacer nada para ayudarla. En su determinación por ser ella quien acabara con Lucius, lo había dejado fuera de combate, convencida de que ella podría sola, ansiosa por llevar a cabo su gran venganza por sí misma…

Lucius le dirigió una mirada de ira mientras la apuntaba directo al pecho. Ella le devolvió una mirada feroz que no mostraba debilidad alguna, con dignidad hasta el último segundo.

-¡AVADA KEDAVRA!

Los ojos de Bellatrix se apagaron y quedó allí desplomada en el suelo, con el cuerpo de Verity, desnuda y con los ojos mirando ahora hacia la nada…

Harry sintió que podía moverse otra vez. Corrió a toda velocidad hacia la mesa de la cerveza y se metió debajo, aun oculto por la capa. Verity, la verdadera Verity, seguía allí abajo, inconsciente, pero con vida. Sin saber lo que hacía, en medio de un ataque de nervios, Harry abrazó su cuerpo, derramando una lágrima…

-Déjame -ordenó Snape, en la sala contigua-. Estoy demasiado débil… No puedo moverme… Los niños te necesitan… Están solos… Alguien tiene que luchar por ellos.

Sirius asintió. Estaba arrodillado junto a Snape, su antiguo gran enemigo de la escuela. Este último no tenía fuerzas para moverse, parecía estar a punto de desmayarse.

Entonces Sirius sacó las otras pociones que Draco les había dado, y luego de mirar los frascos le mostró dos de ellas a Snape.

-Sé que una de estas es una poción regenerativa, pero no sé cual.

Snape señaló de inmediato a una que tenía un color rojizo. Sirius la descorchó y se la pasó. Con dificultad, Snape la bebió. Luego se quedó mirando a Sirius.

-No vuelvan a meterse en mi armario de pociones sin permiso -gruñó.

Sirius revoleó los ojos.

-Hasta cuando te salvo la vida, Quejicus…

Y Snape sonrió, por lo que Sirius entendió que estaba bromeando. Los ojos del profesor de pociones encontraron los del prófugo de Azkaban.

-He enviado un patronus a Dumbledore -susurró-. La ayuda ya debe estar en camino… Yo tardaré en reponerme, no puedo luchar… Por favor, no dejes que mate a ninguno de los alumnos… Ayúdalos…

Sirius se puso tenso, y de inmediato sus pensamientos cayeron en Harry y en Bellatrix, que ya debían estar allí, luchando…

Estaba por irse cuando Snape lo detuvo con la mano. Sirius se volvió hacia él.

-Ocúltate -le dijo Snape-. Podrían venir los aurores… No pueden verte…

Sirius le sonrió.

-Tengo algo de poción multijugos aquí, de hecho -le dijo, y extendió una mano hacia él-. ¿Puedo…?

Snape asintió y Sirius le arrancó un largo y grasiento cabello negro. Lo mezcló dentro de su frasco de poción y le dio un largo trago.

-Harry me ha dicho que has sido muy valiente, Quejicus…

Snape sonrió, con una mueca de dolor.

-Voy a matar a Lucius Malfoy y luego me iré de aquí antes de que lleguen los aurores -dijo Sirius-. Pero primero, Severus, quiero pedirte algo…

Lo miró con una sonrisa. Snape quedó muy sorprendido.

-No… hablarás… en serio…

-Por favor, Severus -pidió Sirius-. En caso de que algo me pase, es mi último deseo…

-Ya no somos niños, por Merlín. Tienes 35 años…

-Por favor, Severus…

Snape no tuvo opción. Mientras se sujetaba aún el pecho por el dolor, miró a su antiguo enemigo a los ojos y dijo:

-De acuerdo… Cinco puntos para Gryffindor… por ser un pesado insufrible.

Sirius sonrió y se puso de pie al tiempo que la poción hacía efecto y empezaba a transformarse lentamente…

-Cinco es más de lo que esperaba -dijo, emocionado-. Adiós, amigo…

Y entonces Sirius, ahora convertido en Snape, alzó su varita y corrió hacia la sala principal del carruaje con un grito de guerra, dispuesto a luchar por los alumnos de las tres escuelas, dispuesto a matar a Lucius y salvarlos a todos…

-¡AAAAAAAHHHHHHHHHHHHHHH!

Al oír aquel grito de batalla, Harry salió de debajo de la mesa, dejando a Verity a salvo y oculta allí abajo. Aún cubierto con su capa, observó cómo Snape entraba de nuevo en escena, tal como lo recordaba, para batallar otra vez contra Lucius, ya recuperado…

Todo pasó muy rápido. Harry, que ahora podía moverse y luchar, quiso lanzar un maleficio asesino, con su voz camuflada en medio de todos los gritos y estruendo de la sala, pero no fue capaz de hacerlo. El maleficio no funcionó… Entonces, logró lanzar un maleficio aturdidor, que también pasó inadvertido por todos, al mezclarse en medio de la batalla; pero este le erró a su objetivo, rebotó en la pared y volvió contra él mismo:

Harry recibió su propio maleficio aturdidor y cayó inconsciente al suelo, envuelto en su capa para hacerse invisible, sin que nadie se hubiera percatado de su presencia allí.

Y entonces…

-¡AVADA KEDAVRA! -el rayo de luz verde salido de la varita de Lucius golpeó a aquel mago que lucía como Snape, que cayó al suelo derrotado, sin vida.

Y Harry, ahora inconsciente, no pudo evitarlo…

Y el muro invisible, el que Snape había conjurado, siguió allí, bloqueando la posibilidad de que los demás se metieran en la batalla, incluso después de que este muriera. Porque no era él el que había muerto.

Era Sirius en verdad el que ahora yacía en el suelo.

Draco acababa de llegar a la parte exterior de la habitación "35", cuando oyó los disparos…

No, pensó con horror. He llegado tarde… No…

Entonces aguzó el oído, pegado a la pared exterior.

-¡DESMAIUS! -oyó gritar a su propia voz allí dentro. Era él mismo. Su versión del pasado, que acababa de dejar inconsciente a Emma Watson.

Había llegado tarde. Pansy ya había recibido los disparos y su yo del pasado acababa de dejar a la madre de Hermione fuera de combate.

Eso quería decir que… que pronto él mismo aparecería allí, saliendo por esa puerta y corriendo por ese pasillo en busca de ayuda. Claro que, finalmente, acabaría envuelto en una batalla con su propio padre en el salón principal, en lugar de conseguirle esa ayuda a Pansy... Por suerte, como sabía por haber vivido ya aquello, ella tuvo las suficientes fuerzas para robarle la pistola a Emma e ir con esta hasta el salón, por sí misma…

Recordó lo que Harry le había dicho: No podía cruzarse con su yo del pasado. Era muy peligroso.

Draco se metió en el dormitorio número "34" y se quedó allí dentro hasta que oyó los pasos del Draco del pasado saliendo del dormitorio contiguo y corriendo por el pasillo a toda velocidad.

Entonces fue que se dio cuenta de algo: ¿Y si Pansy no había logrado llegar por sí misma hasta el salón principal? ¿Y si él, el Draco del futuro, había sido el que la ayudó, y por eso pudo llegar así de herida hasta allí?

Draco entonces se desnudó por completo, dejando la túnica y la ropa interior de alguno de los gemelos Weasley, que Harry le había pasado antes de usar el giratiempos, en el suelo de ese dormitorio vacío. Entonces salió de allí y se metió en el dormitorio de al lado, fingiendo ser el Draco del pasado. Pansy, herida y desangrándose contra la pared, lo miró atónita.

-¿Por qué volviste? -le susurró-. Pensé que irías por ayuda…

-Voy a sacarte de aquí. Ven conmigo, Pansy.

Draco la sujetó con fuerza por debajo de los brazos y la ayudó a levantarse. Ella caminó con esfuerzo con él, permitiendo que la llevara. Cuando pasaron junto al cuerpo inconsciente de Emma, Draco se agachó y recogió su arma muggle del suelo.

-Ten -le dijo a Pansy, dándosela-. Necesitarás esto.

Pansy no parecía entender, pero Draco ahora entendía todo con claridad. Entendía todo perfectamente.

Pansy llegará sin problemas hasta el salón, e incluso atacará con esta arma a mi padre, heroicamente y salvando por un pelo a Hermione, en uno de los momentos en los que él estará por matarla. Sé que ocurrirá así… porque ya ha ocurrido.

Ahora Draco entendía perfectamente cómo funcionaba el viaje en el tiempo.

Y tenía un plan…

Llevó a Pansy hasta el frente del carruaje, ayudándola a caminar.

-¿De dónde conoces a la madre de Hermione? -le preguntó en susurros, mientras luchaba por avanzar con ella por los pasillos.

-Es mi tía muggle -explicó ella, jadeando y luchando por respirar-. Ella me prostituyó cuando era pequeña… Hizo de mi infancia un infierno… No sabía que era la madre de Hermione…

-Hermione no es como ella -dijo Draco, hablando también con esfuerzo-. Hermione, tú y yo venimos de estas familias de mierda… Pero no somos como ellos…

Llegaron al corredor que desembocaba en el salón principal…

-Ataca a mi padre, Pansy -le dijo Draco, cuando estaban por llegar-. Tú lograrás herirlo gravemente con esta pistola muggle… Hazlo. Ve… Iré contigo, y entonces…

Pero no pudieron avanzar mucho más, porque oyeron un grito tras ellos. Un grito de furia que venía desde los corredores…

Y era la inconfundible voz de Emma, la madre de Hermione.

-Oh, no… -dijo Pansy, cada vez más débil.

-Tú sigue adelante, Pansy -dijo Draco, mirando hacia atrás desafiante-. Yo me encargo de ella… En un segundo me encontrarás en el salón principal.

Pansy siguió de largo, sujetando el arma y metiéndose con esfuerzo en el último tramo antes de llegar al salón principal. Draco se quedó atrás y entonces tuvo una idea…

Sin esperar más, sacó la poción multijugos de su bolsillo, se la tomó de un trago y empezó a transformarse en nada más y nada menos que Hermione…

Cuando Emma llegó, giró el recodo y quedó cara a cara con él, con una cara de psicópata asesina y despiadada, Draco ya se había transformado por completo.

-Hola, madre -dijo Draco, y la mujer se detuvo sobre sus talones de un salto.

Quedó hecha piedra. El avistamiento de quien creyó que era Hermione la dejó inmóvil.

-Hermione… -empezó Emma, nerviosísima y demente-. Te preguntarás que hago aquí esta noche…

-Ya sé todo, madre -dijo Draco, torciendo las facciones de Hermione en una cara de repulsión, del más profundo asco, uno más propio de él mismo, que resultaba terrible en el bello rostro de la chica-. He oído tu conversación con Pansy, con mi compañera… que ahora descubro que es mi prima.

-No… No, Hermione, no es como crees…

-¿Ah, no? -dijo él, dando un paso hacia ella con su varita en alto-. ¿Vas a negarme que prostituías a mi compañera de escuela cuando era pequeña…?

-¡Hermione, no empieces con tus idioteces! -gritó la mujer entonces, en un arranque de furia que sorprendió a Draco. Se esperaba otro tipo de reacción. -¡No tienes idea de lo que dices! ¡¿Qué sabes tú de todo esto?! ¡SÍ, ES CIERTO, TENGO UNA SEGUNDA FAMILIA QUE OCULTÉ DE TU PADRE TODO ESTE TIEMPO, Y VENDÍ SEXUALMENTE A ESA NIÑA DE MIERDA Y LO HARÍA DE NUEVO! ¡ERA UNA ESTÚPIDA E INFELIZ Y TÚ DEBERÍAS ESTAR AGRADECIDA DE QUE NO TE HICE LO MISMO A TI TAMBIÉN, MOCOSA DESAGRADECIDA!

Emma estaba como loca. El plan de Draco, de enfrentarla para hacerla recapacitar sin que Hermione tuviera que saber la verdad, se estaba yendo a pique. La mujer vociferaba con pura violencia despiadada y escupía de rabia al gritar.

-¡HE QUERIDO SER UNA BUENA MADRE CONTIGO, PERO TU ACTITUD YA ME TIENE HARTA! ¡HARTA! ¡NO DEJAS DE VOLVERTE CADA VEZ MÁS REBELDE EN LA ESCUELA, HUYENDO Y YÉNDOTE CON CHICOS! ¡CASI HACES QUE TE MATEN! ¿QUE TIENE SI GANÉ DINERO VENDIENDO EL CUERPO DE ESA NIÑA HACE TODOS ESOS AÑOS? ¡TÚ HAS PODIDO DISFRUTAR DE ESE DINERO, MOCOSA! ¡AHORA DESCUBRIRÁS LO QUE ES SER UNA WATSON, PORQUE VOY A EMPEZAR A PROSTITUIRTE A TI TAMBIÉN, MOCOSA DE MIERDA! ¡A PARTIR DE ESTE MOMENTO, VAS A EMPEZAR A COLABORAR! ¡PREPÁRATE, ESTÚPIDA, PORQUE ESTE ES SOLO EL COMIENZO DE TU PEDADILLA! ¿QUIEN MIERDA TE CREES QUE ERES PARA CUESTIONARME A Mí, A TU MADRE, LO QUE HAGO O DEJO DE HACER? ¡A PARTIR DE MAÑANA MISMO, VAS A ENTREGAR EL PUTO CULO POR LA FAMILIA, COMO LO HIZO ESA PUTA MOCOSA, A CHUPAR TODAS LAS VERGAS QUE HAGA FALTA PARA…!

-¡AVADA KEDAVRA! -gritó Draco, explotando de furia, y un maleficio asesino perfecto salió de su varita, golpeó a la mujer en el pecho y la lanzó hacia atrás, haciéndola caer de espaldas sobre el suelo como una muñeca de trapo, sin vida.

De inmediato, Draco sintió un dolor tan agudo en el corazón que supo que aquello era su fin.

El juramento inquebrantable no había desaparecido. A pesar de que Snape había muerto antes de volver en el tiempo, y seguramente ahora también, de alguna forma seguía activo...

Y eso significaba que ahora él, Draco, iba a morir.

Le había llegado la hora… Pero al menos, pensó, se llevaba a esa enferma psicópata con él. Y, si Hermione sobrevivía, estaría a salvo de ella… Libre de esa mujer horrible…

Draco usó sus últimas fuerzas para caminar hacia la sala principal…

Todo se sacudió. El carruaje acababa de frenar su vuelo bruscamente y enfilado hacia abajo. Draco salió volando contra la pared opuesta, la que golpeó con violencia.

Se arrastró por el suelo. El dolor en su corazón era como si le hubieran atravesado el cuerpo de lado a lado con un puñal…

Finalmente, llegó al salón principal justo cuando todo daba otra sacudida y todo el mundo volaba por los aires otra vez.

Y entonces la vio: Hermione estaba allí delante. Acababa de salir despedida por el aire, como todo el mundo…

Draco quiso ir hacia allí. Estiró un brazo…

Pero no tenía fuerzas. No iba a llegar.

Su plan de ocupar el lugar de Hermione y ser él quien muriera por el maleficio de Lucius no iba a funcionar, porque ya estaba muriendo allí, a varios metros de distancia; y no tenía fuerzas para ir hasta allí, al lugar donde Hermione había caído, en el suelo…

Pero entonces…

-Draco… Eres tú, ¿verdad?

Algo se agitó en el aire. Era Harry. El Harry del futuro. Acababa de correr la capa para hacerse invisible solo un poco, lo suficiente para que Draco pudiera verlo.

Había despertado hacía segundos, al recibir un golpe con la sacudida del carruaje, e ido a parar casi encima de quien creyó inicialmente que era Hermione, pero que luego entendió que tenía que ser Draco, habiéndose bebido la poción multijugos.

-Potter… Estoy muriendo… Lancé un maleficio imperdonable, y por algún motivo… Incluso con Snape muerto… Estoy muriendo…

Harry lo miró aterrado.

-Tenemos que terminar con esto…

-Me quedan… Solo me quedan segundos -dijo Draco, tomando sus últimos alientos, sintiendo que la vida lo abandonaba, lentamente… -Tú ya sabes cómo debe terminar esto…

Lo miró fijamente, con decisión.

-Llévame con ella… Acabémoslo ahora.

Harry le lanzó una última mirada de tristeza… una última mirada a esa persona que era idéntica a Hermione… y entonces asintió.

Sin perder más tiempo, Harry envolvió a Draco con la capa para hacerse invisible y, estando ambos invisibles ahora, lo cargó en brazos.

Y lo llevó hasta el centro de la sala, donde todos empezaban a tratar de enderezarse, luego de la caída…

-¡Petrificus totalus! -susurró Harry, apuntando su varita hacia la verdadera Hermione, que estaba allí delante, tratando de ponerse de pie.

Antes de que nadie la viera caer paralizada por su hechizo, Harry saltó sobre ella y la ocultó también bajo su capa para hacerse invisible.

Y entonces dejó a Draco en el suelo y lo miró por última vez. Y Hermione, que estaba petrificada bajo ellos, también lo miró por última vez.

-Adiós, Potter… Cuídala -susurró Draco. Bajó la mirada hacia ella también, y ella no pudo comprender, en ese confuso momento, por qué alguien que lucía exactamente igual a ella la miraba desde arriba y se despedía de ella. -Adiós, Hermione… Espero que encuentres la felicidad, en una vida larga y feliz… porque de verdad te la mereces.

Y entonces, antes de que sus últimas fuerzas lo abandonaran, Draco salió de debajo de la capa para hacerse invisible, luciendo idéntico a Hermione, con su varita en alto…

El Harry del futuro y la verdadera Hermione quedaron allí en el suelo, ocultos por la capa…

Para los demás que estaban allí presentes, pareció como si Hermione se incorporara del suelo luego de finalmente encontrar su varita. Pero no sabían que ese en verdad era Draco, y que esa varita era en verdad la suya, no la de Hermione…

Draco apuntó su varita hacia su padre:

-¡EXPELLIAR…!

Pero Lucius lo desarmó, casi sin esfuerzo.

Para Lucius, era el momento final. Ya harto de que frustraran sus intentos de matar a la sangre sucia, ahora finalmente la tenía a punta de varita; a ella, su presa, aquella que había perseguido durante tantos días… No tenía idea de que en verdad estaba apuntándole la varita a su amado hijo…

-¡AVADA KEDAVRA!

El maleficio asesino de Lucius Malfoy golpeó directo en el pecho de Draco, lanzándolo volando hacia atrás y haciéndolo rodar por el suelo…

-¡NOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO! -el aullido de dolor del Harry del pasado atravesó el aire y resonó por encima del zumbido del viento…

Mientras el Harry del futuro observaba cómo su versión del pasado corría hacia el transformado cuerpo de Draco, junto con el mismo Draco del pasado, y cómo ambos lloraban sobre el cuerpo de quien creían que era Hermione; acarició el cabello de la petrificada y verdadera Hermione, a quien sostenía a salvo en brazos ahora bajo la capa para hacerse invisible…

Y entonces vio como el Harry del pasado se llevaba al Draco del pasado de allí a la rastra, ambos luciendo al borde de una crisis, desapareciendo juntos fuera de la sala y hacia las habitaciones, donde en instantes usarían el giratiempos y se desvanecerían en el aire...

Pero no todo había terminado aún. Lucius aún estaba vivo y reía de forma desquiciada delante de todos…

-Espérame aquí, Hermione -le susurró Harry a la chica-. Todo estará bien.

Y con mucho cuidado, depositó a Hermione en el suelo, bien oculta por la capa, y salió de allí.

Harry entonces empezó a caminar ante todos, yendo hacia el cuerpo en el suelo, que todos miraban con horror. Lucius lo captó con la mirada y río más fuerte.

-¡Ahí tienes a tu amiga, Potter…! ¡Muerta! ¡JA, JA, JA, JA…!

Pero se detuvo al ver la cara de Harry.

-¿Crees que has ganado, Lucius? -le preguntó Harry, con un tono que rozaba la burla-. ¿De verdad crees que has ganado…?

-¡HE MATADO A LA PUTA SANGRE SUCIA, CLARO QUE HE GANADO!

-Esta no es Hermione -dijo Harry, apuntando el cuerpo en el suelo-. La persona que has matado realmente, que era alguien más con poción multijugos, es un muchacho de Slytherin que se ha sacrificado por nosotros y a quien todos le debemos muchísimo… Alguien que era muy, muy noble. Con un gran corazón… Alguien que, por suerte, antes de morir demostró ser totalmente distinto al monstruo de su padre… Él sí demostró ser un verdadero hombre, un mago de verdad…

Harry lo miraba con una contundencia tal que Lucius hasta bajó un poco su varita mientras todo rastro de sus previas carcajadas desaparecían de su rostro.

-No… -dijo el mago, torciendo la comisura de los labios en lo que pretendió que fuera una sonrisa, pero que no funcionó-. Él estaba aquí, justo recién… ¿Qué estupideces…?

Pero algo en el rostro de Harry lo dejó frío, porque se notaba claramente la verdad en sus palabras. Y quedó totalmente en shock cuando Harry gritó:

-¡Revelio!

Y el cuerpo en el suelo recuperó su forma real, dejando de verse como Hermione y transformándose por completo, hasta mostrar su verdadera forma: la forma de Draco.

-¡NOOO! -la expresión de Lucius fue del más terrible dolor-. ¡No es posible…! No… ¡NOOOOOOOOOOOOO!

Su aullido de dolor los inundó y retumbó en sus oídos. El mago corrió hacia Draco y se arrodilló en el suelo, a su lado.

-Mi hijo… -decía en un sollozo mortal, abrazando su cuerpo-. Mi Draco… Mi único hijo… No… No… Mi… No…

Ya no parecía tener ganas ni fuerzas para volver a pelear. Ahora lucía derrotado, completamente acabado... Se quedó murmurando palabras incoherentes mientras balanceaba su cuerpo hacia atrás y hacia adelante, abrazando el cuerpo sin vida de su hijo y llorando. Llorando más y más…

Y entonces, las ruedas del carruaje golpearon el suelo y este finalmente aterrizó, conducido por Ron y Fleur, y de pronto oyeron muchas voces sobre ellos, y se dieron cuenta de que había cientos de magos adultos irrumpiendo por todas las puertas y ventanas, en escobas voladoras…

-¡Allí! -Harry le hizo señas a Bill Weasley, que acababa de ingresar a la sala con una bruja de cabello color rosa chicle-. ¡Allí está Lucius Malfoy, atrápenlo! ¡Él nos secuestró! ¡Pansy está muy herida, por allí…! ¡Los directores de Durmstrang y Beauxbatons están heridos también, están por allí…! ¡Necesitan atención médica!

La bruja de cabello rosa apresó a Lucius de inmediato, colocándole los brazos tras la espalda y reduciéndolo, a punta de varita. Entraron unos veinte aurores más, y entre varios se llevaron a Lucius, mientras los demás recorrían la escena a toda velocidad, chequeando a los alumnos. Dumbledore también apareció, entrando en una escoba voladora con McGonagall…

-Prepárate para pudrirte en prisión, Malfoy -dijo el auror llamado Kingsley Shacklebolt, que Harry ya había conocido semanas atrás, en San Mungo.

Lucius no dijo nada. Cabizbajo y abatido, fue arrastrado fuera de allí con toda una gran escolta de aurores.

Harry pasó corriendo junto a varios sanadores que se llevaban a los directores heridos a San Mungo a toda velocidad, convocando esos extraños portales de luz blanca. Otros le lanzaban encantamientos a Pansy que removieron las balas de su cuerpo y cicatrizaron sus heridas.

Harry se metió bajo la mesa de la cerveza de manteca y ayudó a Verity a salir de allí.

-¿Estás bien? -le preguntó.

-Sí… -dijo ella, luciendo aturdida-. Sí, estoy bien…

Harry entonces corrió hacia donde había dejado oculta a Hermione, le quitó la capa para hacerse invisible de encima y luego el maleficio de parálisis que él mismo le había lanzado.

Y entonces vio a una Hermione confundida y muy afectada, pero que enseguida se lanzó sobre él y lo abrazó con todas sus fuerzas. Aún estaba desnuda y tenía algunos rasguños y heridas menores.

-Harry… Harry…

Harry cerró los ojos y no pudo evitar soltar una lágrima, abrazándola fuerte.

-Hermione.