Capítulo 51. El Baile de Navidad

Era una noche mágica. La noche final. La luna y las estrellas brillaban en el cielo. El castillo de Hogwarts estaba restaurado al completo y luciendo como nuevo, con más luces que nunca saliendo de todas sus ventanas, más vivo que nunca. Desde los altos ventanales del Gran Salón salían infinitas luces de todos los colores hacia la oscuridad de la noche en los terrenos exteriores. Dumbledore había dado pase libre a Fred, George y otros alumnos para hacer lo que quisieran con la decoración, poniendo todo el presupuesto del colegio a su disposición, y ellos quemaron todos esos Galleons sin ningún tipo de reparo.

-…Y los centros de mesa fueron hechos con pelo de cola de unicornio -le explicaba Fred a la profesora Sprout, mientras George y él le daban un tour a los profesores por el vacío salón. Aún era temprano y los alumnos no habían empezado a llegar.

-Interesante -Flitwick asintió mientras se rascaba la barbilla, junto a Sprout-. ¿Por qué usar pelo de cola de unicornio? Habrían conseguido el mismo efecto con plumas de lechuzas blancas, y está lleno de ellos en la pajarera.

-Porque son mucho más caros -le contestó George, mientras Fred le mostraba a Sprout la gigantesca escultura de hielo en medio del salón que los representaba a ellos dos, a Fred y George, con los cuatro Campeones y la copa del torneo más abajo y en un tamaño mucho más pequeño.

-¿Cuándo consiguieron toda esta decoración? -preguntó Hagrid, que en ese momento entraba con un enorme árbol recién talado del bosque y lo ponía en un rincón, mientras miraba todo alrededor muy impresionado.

-Hoy -dijo George, sonriente-. Hubo que convencer a algunos de los proveedores de que se apresuraran, pero todos terminaron accediendo. La gente siempre es mucho más flexible cuando le pones una bolsa llena de oro bajo la nariz.

En la torre Gryffindor, Harry y Ron se preparaban ante el espejo. Harry se acomodó el moño blanco que llevaba en el cuello de su camisa también blanca, y ajustó los bordes de su larga túnica de gala negra con cola. A su lado, Ron se acomodaba su túnica de estilo antiguo, tradicional y con volantes.

-Fleur va a dejarme cuando vea esto -se lamentó ante el espejo-. ¿Cómo puedo ir con la chica más linda de las tres escuelas vestido así? Dan ganas de vomitar de solo verme.

-Hermano, ¿qué mierda te has puesto?

La puerta del dormitorio se había abierto y Fred y George acababan de ingresar por ella.

-Quítate esa poronga antes de que vomitemos -dijo George.

-¡No es mi culpa que seamos pobres! -gritó él-. ¡Mamá me la envió…!

-Cierra el culo y escucha -le dijo Fred, apoyando una enorme bolsa en el suelo-. Usamos parte del oro que nos dio Dumbledore para comprarnos túnicas de gala nuevas a los cuatro. Así que quítate ese trapo viejo orinado por los gnomos de tía Muriel y ponte esta túnica de gala marca L'Sensual Jacquemus De Jour.

-Son el último grito en el Allée de la Mode de París -explicó George-. Algo así como el Callejón Diagon de allí.

-Costó doscientos Galleons -dijo Fred, mientras Ron sacaba su túnica de la bolsa y la admiraba, acariciando la tela de la corbata para sentirla, maravillado.

-¿Una túnica doscientos Galleons? -dijo Ron, estupefacto.

-¿Me estás jodiendo? -dijo George-. Claro que una L'Sensual Jacquemus De Jour no se consigue por doscientos Galleons.

-No, yo solo hablaba de la corbata -Fred señaló la corbata que Ron sostenía, y a este se le abrió la mandíbula-. Ven, George, vamos a llevarle a Ginny la suya.

Y se marcharon de allí, dejando a un Ron que no parecía capaz de entender que una corbata pudiera costar tanto, y a un Harry sonriente que le dio una palmada de ánimos a su amigo.

-Parece que ahora Fleur sí estará impresionada -dijo Harry, mientras buscaba sus zapatos bajo la cama.

Cuando Ron acabó de vestirse, bajaron juntos hacia la sala común, donde muchos compañeros suyos de Gryffindor ya aparecían y se reunían para bajar juntos al Gran Salón. Muchos se volvieron al ver a Ron, y varias chicas quedaron boquiabiertas.

-Oh, por Merlín… -Parvati y Lavender se acercaron a ellos y les frenaron el paso. Estaban vestidas con vestiditos muy cortos y llevaban mucho maquillaje y accesorios. -Ron, qué bien te has vestido…

-Estás guapísimo -dijo Lavender, pasando una mano por el pecho de su túnica negra y sedosa-. ¿Está hecha de pelo de unicornio?

-Sí, exactamente -dijo Ron, que no tenía ni idea, dándose aires y provocando que Parvati y Lavender quedaran boquiabiertas. -Es una L'Sex Jackemus De Jhon original.

Se hizo el sexy mientras acariciaba su propia túnica.

-¿Te refieres a una L'Sensual Jacquemus De Jour? -dijo Parvati.

-Ah, sí. Sí, eso.

Las dos chicas rompieron en risitas femeninas y Harry tiró de Ron para llevárselo de allí.

Finalmente llegaron al vestíbulo, que estaba atiborrado de gente de todas las casas y de las tres escuelas. McGonagall los vio y se acercó corriendo a ellos. Tenía puesta una túnica que se parecía a la que se había puesto Ron al principio, anticuada y con volados.

-Potter, Weasley, ustedes abrirán el baile -les dijo, mientras extendía las manos hacia la corbata de Ron para acomodársela-. Así que esperen aquí afuera, ¿de acuerdo?

-¿Yo por qué? -dijo Ron, sorprendido-. Yo no soy Campeón.

-Lo sé, Weasley -dijo ella con impaciencia-. Pero eres la pareja de la Campeona de Beauxbatons, ¿no es así?

-Ah, claro -Ron de pronto lucía cada vez más contento.

-Ah, miren, allí viene ella -dijo McGonagall, mirando por encima de ellos.

Harry y Ron se volvieron a la vez, y ambos quedaron boquiabiertos: Fleur estaba preciosísima. Su cabello rubio platinado estaba atado en un rodete, se había maquillado de forma profesional y tenía un vestido plateado largo que brillaba tanto que Harry pensó que quedaría ciego si seguía mirándolo.

-Por los santos calzones de tía Muriel… -Ron estaba boquiabierto-. Harry, ¿estoy soñando…? ¿De verdad ella es mi pareja?

Harry sonrió.

-Sí, amigo, y te la has ganado. Felicidades.

Fleur llegó ante ellos, le dirigió una sonrisa a Harry y luego sus ojos fueron todos para Ron. Lo recorrió de arriba abajo con la mirada mientras lo tomaba de las manos y se perdía luego en su largo cabello pelirrojo y en algunos granos que tenía en el mentón, admirándolo como si Ron fuera el hombre más hermoso del mundo.

Mientras los veía reír y charlar, dándose besos esporádicos en los labios y sin dejar de sostenerse de las manos, Harry sintió un extraño vacío en el estómago. Ron y Fleur se habían convertido en una pareja perfecta. A pesar de todo lo que había pasado, nunca habían dejado de estar juntos, habían superado todos los problemas casi de inmediato, sin que nada pudiera con ellos: Ni la pelea que tuvieron cuando Ron lo defendió a él, a Harry, de supuestamente haber violado a Hermione, de la que se reconciliaron casi enseguida; ni cuando expulsaron a Ron de Hogwarts y pareció que no iban a poder volver a verse. Lograron superar todas esas cosas y seguir juntos, a pesar de la diferencia de edad, de ser de dos países distintos, de ser de dos familias de magos muy distintas, a pesar de todo…

La angustia creció dentro de Harry. Por un lado estaba inmensamente feliz por su amigo, porque sabía que se lo merecía. Pero, por el otro, un sentimiento egoísta y amargo lo llenaba por dentro. ¿Por qué él no podía tener algo así también? Harry no había tenido la culpa de la mayoría de las cosas que le pasaron esas semanas. Y aún así había perdido en cada intento de formar una relación como la de Fleur y Ron con alguna chica. Había fallado y perdido una y otra vez…

Vio aparecer a Hannah, su pareja. La chica venía con su amiga Susan y con la pareja de esta, Justin, desde el pasillo de las cocinas, que salía detrás del vestíbulo, donde Harry recordaba que estaba la sala común de Hufflepuff.

-Hola, Harry -lo saludó Hannah al llegar. Harry la saludó y trató de sonreírle y mostrarse entusiasmado. La verdad es que Hannah no estaba nada mal: Estaba muy linda, con su cabello rubio suelto y con brillos que parecía haberse aplicado con alguna poción, ojos delineados y un pintalabios rojo muy fuerte. Tenía una túnica de gala roja con un corte transversal que mostraba el costado de una de sus largas piernas.

Susan y Justin se quedaron junto a ellos, murmurando cosas. Harry alcanzó a oír parte de una conversación sobre Ernie Macmillan, donde decían que no asistiría al baile. Harry trató de ignorarlos y hablar con su pareja, Hannah.

-Estás muy linda -le dijo, sintiéndose fuera de lugar con aquel comentario, pero pensando que estaba obligado a hacerlo.

-Gracias, tú también -dijo ella en el mismo tono de voz, como si el comentario no fuera más que una formalidad-. Oye, lamento todo el tema de las insignias, ¿sabes?

-¿Cómo? -Harry estaba distraído-. Ah, olvídalo. No pasa nada.

Se refería a las insignias de "Apoya a Cedric – Potter apesta" que ella había estado usando los meses anteriores. Pero Harry pensó que eso no era lo peor. Hannah de seguro sería parte de las tantas chicas que se habían cansado de repetir por todo el colegio que Harry era un violador luego de que Draco publicara esas fotos y de que pasaran todas las demás cosas de esos días. Recién ahora habría cambiado de opinión, luego de que ya todos dejaron de hablar de eso.

Como Harry se había quedado en silencio, la chica se puso a hablar con su amiga Susan. Harry buscó a Ron con la mirada, pero este estaba muy enfrascado en una conversación con Fleur a varios metros de distancia y los dos reían juntos de una forma muy tierna…

Entonces, mientras Harry se sentía cada vez más solo por algún motivo, oyó que Susan decía:

-Wow… Está hermosísima.

Harry entonces giró sobre sus talones y miró en la dirección en la que Hannah y ella miraban ahora: las escaleras de mármol.

Harry se quedó sin aliento y sintió como si flotara…

Hermione era realmente la chica más hermosa que había allí. Más que Fleur y que nadie más. Estaba bajando sola por las escaleras sosteniéndose de la baranda y con un poco de timidez, mientras las miradas de todo el mundo giraban hacia ella… Su belleza era tanta que la mayoría de los hombres allí se olvidaron de sus parejas y se quedaron mirándola como idiotas.

La chica tenía puestos unos zapatos de taco que iban pisando los escalones de mármol mientras bajaba lentamente por ellos como un ángel deslizándose. Llevaba un vestido rosa con volados muy moderno que caía hasta sus pies y que estaba escotado, apretando sus pechos y mostrando la parte superior de estos. Se había peinado su cabello castaño con ondas en la parte baja y alisado y atado arriba. Su suave rostro desprendía belleza pura. Era realmente la chica más hermosa que Harry hubiera visto jamás.

Cuando acabó de bajar las escaleras, Michael Corner se acercó a ella casi corriendo y se inclinó para darle un beso en la mano, tan orgulloso de ser su pareja que casi se resbala por el entusiasmo.

-Huevón… -masculló Harry entre dientes, mirándolo.

-¿Cómo dices? -le preguntó Hannah.

-Que espero que haya tarta de huevo -dijo Harry rápidamente, sin poder pensar ninguna otra respuesta. Se dio cuenta luego de lo ridículo de su comentario. ¿Tarta de huevo?

Hannah frunció mucho el ceño y se apartó un poco de él.

En ese momento se abrieron las puertas principales del Gran Salón y todos empezaron a entrar por ellas. Harry y Hannah se quedaron atrás, igual que Ron y Fleur.

Mientras la marea de gente se metía puertas adentro con sus parejas, Harry miraba a Hermione y Michael, que desaparecieron juntos entre todos los demás. Susan y Justin se metieron tras ellos. Por allí también estaban Neville y Katie, y también Luna y Ginny, entre tantas parejas.

Cuando todos hubieron entrado, McGonagall cerró las puertas y se dirigió a los Campeones.

-Ahora será el turno de ustedes -les dijo-. Tendrán que entrar y bailar el vals. ¿Están preparados?

Recién en ese momento Harry vio a Krum y Cedric, que estaban un poco más atrás, juntos. Ambos asintieron.

-De acuerdo… Aquí vamos.

Las puertas del Gran Salón se abrieron nuevamente y Harry oyó una música del otro lado. Se formaron en fila y las tres parejas entraron al Gran Salón, desfilando ante todo el mundo…

Primero iban Fleur y Ron, encabezando la marcha. Fleur sonreía de forma radiante y saludaba a todo el mundo mientras sostenía la mano de Ron, que se sentía el hombre más feliz del mundo. Detrás de ellos iban Harry y Hannah, mucho más serios y, al menos en el caso de Harry, tratando de no mirar a toda la gente que pasaban en su camino hacia el frente del salón. Y finalizando la marcha iban Krum y Cedric, también de la mano y saludando a todo el mundo muy sonrientes.

-¡Bravo, Cedric! -gritaba el grupo de hombres de sexto y séptimo de Hogwarts que eran todos amigos entre sí.

-¡Viva Diggory!

Entonces llegaron delante de todos y la música se detuvo. Harry se dio cuenta de que todo el mundo miraba fijamente a las tres parejas de Campeones.

Hannah lo miró con los ojos muy abiertos.

-¡Toma mi cintura! -le susurró.

Harry la obedeció justo cuando la música de vals empezaba a sonar.

Empezaron a bailar. Harry pisó a Hannah varias veces, pero más o menos se las arregló para no ser un total desastre. Había aprendido un poco de baile en todas las fiestas, pero sin ninguna duda había aprendido a follar mucho más que a bailar.

Dumbledore llevó a McGonagall a la pista de baile y entonces todo el mundo empezó a bailar con sus parejas, llenando la pista de baile y quitándole el protagonismo a los Campeones.

Cuando vieron que ya nadie se fijaba en ellos, Harry y Hannah dejaron de bailar. Se quedaron allí de pie y Harry no supo qué decir o hacer. Era un momento totalmente incómodo. Decidió romperlo diciendo:

-Voy por bebidas. ¿Qué quieres que te traiga?

Hannah se encogió de hombros.

-Cerveza de manteca.

-Está bien.

Harry la dejó allí y se mezcló entre la gente, en busca de las mesas de bebidas. El vals terminó y llegó la banda invitada que Fred y George habían contratado con el presupuesto de Dumbledore: Las Brujas de Macbeth. Mientras la banda tocaba sus instrumentos y todos bailaban su música, Harry se abrió paso entre medio de las parejas: Colin Creevey con un chico de Durmstrang que Harry no conocía; Pansy con Roger Davies; Fred con Melanie Sanders; George con Leanne…

Todos tenían su pareja. Todos tenían su final feliz. Krum y Cedric habían terminado juntos, habían superado toda la adversidad igual que Ron y Fleur. A pesar de que Cedric no había querido confesar su sexualidad abiertamente al principio, había terminado haciéndolo y seguía siendo el ídolo de su grupo de amigos. Nadie había mostrado tener nada contra él por ser gay, sino todo lo contrario, ahora parecía ser incluso más popular que antes.

Luna y Ginny también estaban riendo y bailando juntas de forma muy romántica en medio de la pista de baile, y al pasar a su lado Harry pensó que ellas eran otro ejemplo de una pareja que se había peleado y había sufrido problemas, pero que consiguieron dejar todo atrás, superar todo juntas y terminar con su final feliz ellas también.

Pansy se veía muy feliz junto a Roger. Harry recordó que ese chico era familiar de Verity por parte materna, y que según ella todos los Davies eran buena gente, a diferencia de su familia paterna. Sin dudas que Pansy se merecía estar feliz junto a un chico como él, que a parte era considerado como el más guapo de todo Hogwarts por consenso general, después de todo lo que había tenido que sufrir.

Incluso los que menos conocía Harry, como Susan y Justin, parecían haber encontrado la pareja indicada para ellos. Katie sin dudas que se veía feliz junto a Neville, tomados de las manos y sonriéndose el uno al otro justo debajo de la infaltable bola disco que Fred y George habían colgado en alto sobre la pista. Y había chicos y chicas de Durmstrang y Beauxbatons que Harry no reconocía de nombre pero que también parecían haber conseguido la pareja indicada para ellos y en ese momento bailaban con estas, tomados de la mano o apoyando una mano sobre el hombro del otro, murmurándose cosas al oído…

Y claro que allí también estaba Hermione, de la mano con Michael, bailando juntos entre todo el mundo. El largo vestido rosa de Hermione se agitaba sobre la pista de baile mientras la pareja se movía al ritmo de la música de Las Brujas de Macbeth…

Sintiendo que el vacío en su pecho crecía, Harry regresó con los dos vasos de cerveza y le dio uno a Hannah.

-Gracias -dijo ella, tomándolo y dándole un sorbo.

-¿Quieres bailar? -le preguntó Harry.

Ella se quedó considerando sus palabras y finalmente negó con la cabeza.

-Preferiría ir a sentarme -le dijo, apuntando con su cabeza hacia una mesa redonda allí cerca donde no había nadie sentado-. Y beber allí.

Sorprendido, Harry accedió y fue con ella hasta allí. Se sentaron los dos en unas sillas decoradas con una tela plateada brillante. Tras la mesa había un enorme árbol de Navidad podado por Hagrid y decorado con cientos de bolas navideñas brillantes de todos colores y con nieve real.

No había nadie más en la mesa, porque todos estaban bailando. Hannah se sentó a su lado y le dio un largo trago a su vaso de cerveza antes de volverse hacia él y decirle:

-Estoy enamorada de Ernie Macmillan.

Harry se quedó petrificado. No era la clase de comentario que se esperaba de ella. Pero no porque fuera su pareja esa noche, eso no importaba, sino porque no habían tenido una sola señal de conexión entre ambos desde que se habían encontrado en el vestíbulo, y por lo tanto no se esperaba que de pronto fuera a ir a abrirse con él para hablar de absolutamente nada.

Sin embargo, si algo había aprendido Harry esas semanas es que la gente podía ser muy diferente bajo los efectos de las pociones o el alcohol, y Hannah ya estaba casi en el fondo de su vaso de cerveza de manteca, mientras que Harry apenas había sorbido la espuma del suyo.

-Oh -dijo Harry, sin saber qué más decirle. Se hizo el distraído, mirando a la banda que tocaba sobre una pequeña tarima y que ahora estaban tocando una de sus canciones más conocidas, llamada Do the Hippogriff. La multitud de chicos y chicas bailando estaba enloquecida.

-Es una mierda -se lamentó Hannah, poniendo el vaso en vertical para beber las últimas gotas de cerveza de él-. Porque es un mamarracho hijo de puta.

-¿Qué te hizo? -preguntó Harry. Y de inmediato se arrepintió de haberlo preguntado… Porque lo que siguió fue un interminable monólogo de Hannah que pareció durar horas, y que quizás de hecho duró horas, donde le explicó con lujo de detalles todo lo que Ernie le había hecho.

En el medio, Harry tuvo que ir a servirle más y más vasos de cerveza de manteca, mientras ella se desahogaba con él.

-Y entonces el malparido puso la puta poción de mierda en el ponche… -decía la chica, conteniendo las lágrimas.

Así que esa era la explicación de que eso hubiera pasado…

Harry le dio unas palmaditas en la espalda con cuidado.

-No lo entiendo, Hannah -le dijo-. Si te hizo tantas cosas malas… ¿por qué estás enamorada de él?

Ella se quedó un largo rato con la mirada fija al frente, y Harry empezó a pensar que no respondería, y que quizás caería ebria sobre la mesa.

Pero ella entonces se volvió hacia él y le dijo:

-No eliges de quién enamorarte, Harry… Y tampoco cuándo dejar de amar a esa persona… Conocí a Ernie hace ya cuatro años, en el Expreso de Hogwarts. Desde entonces, somos mejores amigos… El lazo que nos une es tan fuerte que ni siquiera esto puede romperlo, no tan fácilmente. Sí, me decepcionó. Y sí, aún tiene mucho que aprender… Pero yo sé quién es en el fondo. Y no es una mala persona… Yo sé quién es la persona que ha estado a mi lado por cuatro años…

Hannah quedó con una mirada melancólica mientras la música de Las Brujas de Macbeth se volvía más lenta.

-Ni siquiera recuerdo en qué momento dejó de ser una amistad y se convirtió en el amor de mi vida… Supongo que cuando uno se conoce a esa edad… con solo once años… Es decir, ni siquiera sabes qué es el amor a esa edad. Y luego se vuelve muy difícil expresarlo, porque esa persona se convirtió en tu mejor amigo… No es tan sencillo luego de conocerse tanto decirse las cosas que uno siente, y que recién ahora empiezas a entender qué son…

Hannah lanzó un largo suspiro y miró a Harry fijamente.

-Me voy a la cama. Que estés bien, Harry.

Y Harry no supo qué decirle, así que no dijo nada. En cambio, observó atentamente cómo la chica de Hufflepuff se marchaba fuera del Gran Salón, pasando junto a todas las parejitas, y hacia su sala común.

Y en ese momento, Harry empezó a experimentar una ola de recuerdos, que saltaron disparados directo a su cabeza…

Los alumnos de primer año de Hogwarts salían de clases y se dirigían a la cena. Entre ellos, un pequeño Ron Weasley de once años caminó a toda velocidad con una sonrisa tonta, pensando en la deliciosa comida que le esperaba. Se perdió de vista al final del pasillo, dejando a sus nuevos dos mejores amigos atrás.

Harry Potter y Hermione Granger, ambos de once años también, caminaron más lentamente, uno junto al otro. Ella, que tenía rostro de niñita y el cabello muy inflado, se volvió a él para dirigirle una amplia sonrisa, exhibiendo esos incisivos inusualmente grandes que tenía.

-Gracias por salvarme del Troll ayer.

-Oh… No, ese no fui yo. Ron fue el que consiguió hacer el encantamiento, ¿recuerdas?

-Tú fuiste el que se lanzó sobre él, arriesgando tu propia vida, para tratar de detenerlo como fuera posible, y clavándole tu propia varita en la nariz. Gracias, Harry.

Entones, la niña se inclinó sobre él y le dio un beso en la mejilla. Volvió a sonreírle y se alejó a pasos rápidos también, doblando ella también el recodo al final del pasillo y perdiéndose de vista.

Harry se quedó allí quieto, con su mano apoyada sobre su mejilla…

La enfermería de Hogwarts estaba en un silencio casi total. Lo único audible eran los sollozos de un chico de doce años que estaba sentado al borde de una de las camas, donde yacía una chica de su misma edad.

-Hermione… -susurró Harry, acariciando el cabello de su petrificada amiga. Ella tenía una mano aun extendida, congelada, y los ojos y la boca abiertos; aunque no podía verlo ni oírlo. -Lo siento tanto… Siento tanto esto…

Harry sollozaba mientras le acariciaba el cabello. Se inclinó sobre ella y le dio un abrazo. Su corazón estaba en pedazos… La imagen de Hermione petrificada por el basilisco lo destrozaba…

El cielo estaba oscureciendo sobre el Bosque Prohibido. Habían regresado en el tiempo para salvar a Buckbeak. Estaban sentados contra un árbol, Hermione y él, esperando el rato que fuera necesario para que sus versiones del pasado salieran de entre las raíces del Sauce Boxeador, regresando de la Casa de los Gritos.

Los pájaros pasaron volando ante ellos. La noche empezaba a caer, y Hermione tenía su hombro apoyado contra el suyo.

-No me gusta la forma en la que me veía por detrás -comentó Hermione, abrazando sus piernas por encima de sus jeans azules. Tenía puesta una sudadera color rosa gastado y su cabello ondulado estaba peinado con una raya al medio.

Buckbeak picoteaba el suelo del bosque tras ellos, distraído.

-Yo creo que te ves muy bien -susurró Harry, acomodándose los lentes.

Ella se ruborizó y miró hacia otro lado.

-Eres muy linda…

No supo por qué le dijo eso. De pronto sintió que quería hacerlo, y lo hizo.

Ella se volvió hacia él, mirando sus ojos verdes fijamente con la luz de la luna llena que salía por detrás de una nube reflejándose en los suyos.

-Gracias, Harry. Tú también eres lindo.

Entonces, Hermione apoyó la cabeza en su hombro. Harry la rodeó con un brazo y ambos se quedaron allí inmóviles, sin decir nada más, abrazados en esa parte del Bosque Prohibido, oyendo los sonidos de los animales del bosque y esperando a que sus versiones del pasado salieran…

-No volveré a hablar con Ron. Es un imbécil…

-¡Harry…!

Hermione lo detuvo de un brazo. Estaban caminando juntos por el puente de madera que conectaba el patio del castillo con otra parte de los terrenos, pasando por sobre la pendiente del terreno, con una vista estupenda a los alrededores de Hogwarts. No había nadie más allí excepto ellos dos.

-No intentes convencerme…

-No trato de convencerte de que te reconcilies con Ron -dijo Hermione, haciéndolo girar para mirarlo a los ojos-. Solo digo que no tienes que aislarme a mí también.

-Tú no estás peleada con él, porque nadie te eligió campeona de ningún estúpido torneo. Vuelve con él, Hermione, no tienes que estar conmigo.

-¡Pero quiero estar contigo!

-Todos en la escuela piensan que yo mismo metí mi nombre en ese cáliz -dijo Harry, furioso-. Todos me miran mal en los pasillos, todos me odian… Ron me odia… ¿Por qué habrías de querer estar conmigo? Eso solo hará que te excluyan a ti también. No lo hagas. Ve con él, de verdad, yo estaré bien…

Entonces, Hermione lo tomó de las manos y se acercó a él, mirándolo fijamente a los ojos. Estaba más crecida, ya con catorce años, y se había puesto sexy y más madura…

-Te dije que quiero estar contigo, Harry -le susurró, sosteniéndolo de las manos. El sol poniente brillaba tras ellos, tras ese paisaje de verde césped resplandeciendo en dorado, visible desde lo alto de ese puente. -Quiero estar contigo y no me importa lo que nadie diga… Puedes contar conmigo siempre, en los momentos fáciles y en los difíciles también. Voy a estar a tu lado…

Se acercó a él y lo abrazó con fuerza. Harry le devolvió el abrazo, acariciando su espalda y respirando el perfume de su suave cabello, que le caía encima…

-Creo que no quisiera perder mi virginidad con Draco, ¿sabes? -dijo Hermione, dentro del baño de prefectos. Harry no había entendido por qué ella había querido ir ahí, si no sentía nada por él, si su diario siempre había estado dirigido a Malfoy.

-No entiendo. Pensé que sentías algo por él.

-¡Si! -dijo ella, mirándolo fijamente-. ¡Estoy loca por él!

-¿Y entonces?

-Es que él es un chico malo. Ya sabes, la clase de persona que, bueno… Ya sabes, que te rompe el corazón y cosas así. ¿Entiendes?

Harry empezó a ponerse nervioso…

-Quiero perder la virginidad con alguien con quien no tenga nada, ninguna relación ni nada. Alguien como… como un amigo. Pensaba en alguien… como tú, Harry.

Llenaron la piscina del baño de prefectos y se metieron desnudos en ella. Harry se acercó y la tomó de las manos bajo el agua caliente.

-Estoy muy nerviosa… -dijo Hermione.

-Tú relájate…

Harry apoyó a Hermione contra la pared de la piscina y se movió contra ella, sin penetración aún, solo rozándole la pelvis con la cabeza de su pene mientras ella se lo apretaba y lo soltaba con la mano, al tiempo que él le apretaba un glúteo y le acariciaba un pecho, rozándole el pezón con los dedos…

Empezaron a coger contra esa misma pared, bajo el agua caliente. Harry hundía su pene en ella y ambos se abrazaban con fuerza… Lo estaba haciendo. Estaba teniendo sexo. Estaba perdiendo su virginidad con Hermione…

Se armó un revuelo en medio de Las Tres Escobas y entonces alguien gritó:

-¡UN APLAUSO PARA POTTER Y GRANGER, QUE YA PERDIERON LA VIRGINIDAD JUNTOS!

Harry corrió tras ella por las calles de Hogsmeade.

-¡Hermione! ¡Espera!

Cuando ella se volvió hacia él, el corazón de Harry se detuvo: Hermione estaba llorando.

-¿Cómo pudiste?

La voz de Hermione salió en un susurro, ahogado por el llanto. Su rostro estaba rojo. Mientras tanto, los copos de nieve caían sobre ellos, uno tras otro.

-No… -tartamudeó Harry, sin saber qué decir-. No… No es lo que piensas.

-No quiero volver a verte nunca más -le dijo Hermione, apartándole la mano de un tirón-. Nunca.

Harry encontró a Hermione en uno de los corredores, finalmente. Tenía que advertirle sobre lo que Pansy le había dicho…

-Hola, Harry -dijo ella-. Te estaba buscando.

Harry no pudo ocultar su expresión de asombro.

-¿De verdad…?

-Necesito hablar contigo.

La frialdad con la que Hermione dijo aquello hubiera resultado brutal de no ser por la sorpresa de su comentario. ¿Ella lo estaba buscando también? ¿Quería hablar con él?

-Sí… sí, claro -Harry miró alrededor-. ¿Quieres que vayamos a…?

-No, está bien aquí -lo cortó ella-. Seré rápida. Mira, necesito un favor.

Harry no salía de la sorpresa.

-Claro, Hermione. Lo que sea. Solo pídelo. Cualquier cosa, lo que necesites…

-Necesito que me prestes mil Galleons.

Entonces, todo el colegio apareció empapelado con las fotos de Harry espiando a Katie Bell… La pesadilla comenzó. Fue expulsado…

Ahora Harry corría detrás de Hermione otra vez, ahora por un desierto Callejón Diagon sumido en la oscuridad de la noche…

-¡Hermione, espera!

-Suéltame.

-Hermione…

-¡¿Qué quieres…?! ¡¿Para qué corriste detrás de mí si no vas a decirme nada?! ¡No dejas de hacer todo mal, Harry! ¡Todo!

-¡Es que no me das la oportunidad! ¡Dices que yo hago todo mal, pero tampoco tengo mucha opción! ¡¿Qué querías que hiciera si estabas como loca detrás de Malfoy, obsesionada con él, y no querías escucharme…?! ¡Yo te advertí que no era una buena persona…!

-¡Esto no se trata de Malfoy, Harry!

-¡¿Ah, no?! ¡¿Y de qué se trata entonces?!

-¡SE TRATA DE TI DICIÉNDOME QUE SIENTES ALGO POR MÍ, PARA LUEGO ENCONTRARTE A LOS DOS DÍAS EN LA CAMA CON OTRA…! ¡Y UNA CUALQUIERA, QUE ACABAS DE CONOCER…! ¡DOS DÍAS DESPUÉS DE ESTAR ACOSTÁNDOTE CON PANSY…! ¡DOS DÍAS, HARRY!

-¡No puedes echarme esto en cara, Hermione! ¡No es justo! ¡No estoy más en Hogwarts, me han expulsado!

-¡Y ahora dirás que eso es mi culpa, ¿verdad?!

-¡Yo no digo eso!

-¡Pero lo piensas!

-¡Tú eras la que me pedía disculpas, en tu carta!

-¡Lo piensas!

-¡No te culpo a ti, Hermione, lo culpo a él! ¡Esto es culpa de Malfoy! ¡Y me alegra que lo sepas, finalmente! ¡Y me alegra que vinieras por mí esta noche cuando pensaste que estaba en peligro! ¡Ha sido algo muy valiente, y muy arriesgado…!

-¡Ha sido una estupidez!

-¡Y has viajado miles de kilómetros…!

-¡Jamás debí venir! ¡Solo he quedado como una loca delante de tu novia…!

-¡Verity no es mi novia!

-¡PUES ME DA IGUAL! ¡NO VUELVAS A DECIRME QUE SIENTES ALGO POR MÍ, HARRY POTTER, PORQUE SOLO ERES UN MUJERIEGO QUE SE ACUESTA CON LA PRIMERA QUE SE LE CRUZA POR DELANTE!

-¡TÚ ESTABAS CON MALFOY!

-¡NO SIENTES NADA POR MÍ, MENTIROSO! ¡NADA! ¡DOS DÍAS, HARRY…! ¡ESO TARDASTE…! ¡Y YO COMO UNA ESTÚPIDA VINIENDO A SALVARTE, Y ESTABAS AHÍ PASÁNDOTELO TAN BIEN CON ELLA…!

-¡HERMIONE, NO SÉ QUÉ ES TODO ESTO! ¡JAMÁS ME HAS DICHO QUE TÚ SINTIERAS ALGO POR MÍ! ¿POR QUÉ ME SALES CON ESTO…?

-¡PORQUE ERES UN IMBÉCIL, ERES LO PEOR! -le gritó ella, llorando sin control-. ¡NUNCA MÁS VUELVAS A HABLARME, NO QUIERO SABER NADA MÁS DE TI! ¡No te deseo nada malo…! ¡Ojalá que Dumbledore te permita volver…! ¡Pero, si lo hace, NI SE TE OCURRA VOLVER A ACERCARTE A MÍ! ¡Le has dicho a todos que perdimos la virginidad juntos, y luego te has acostado con otras dos chicas en menos de una semana…! ¡Y ME DICES QUE SIENTES ALGO POR MÍ! ¡Esta vez sí que mantendré mi palabra…! ¡ESTA VEZ SÍ QUE NO VOLVERÉ A HABLARTE NUNCA!

Y ahora bailaban juntos en la fiesta de Gryffindor…

-No sé por qué me siento atraída por ti -le susurró Hermione-. Tú eras mi amigo, Harry, nada más… De verdad quería perder mi virginidad contigo solo como amigos, para no tener luego un mal recuerdo si todo salía mal con Draco. Pero luego de eso algo nuevo surgió dentro de mí… Empecé a sentir cosas yo también… por ti…

Hermione le acariciaba el rostro y lo miraba fijamente, y Harry sentía su caricia con un calor que crecía por todo su cuerpo.

-Y ahora mi mente está perdida en medio de un agujero negro… y no sé qué hacer. Mi cerebro me dice que estar contigo estaría mal, Harry… Mi madre dice que estar contigo estaría mal… Todos mis instintos me dicen que estar contigo estaría mal… Pero hay algo dentro de mí que me pide a gritos que te bese, Harry. Hay algo muy fuerte en mi pecho pidiéndome que me entregue completamente en tus brazos y que subamos juntos a tu habitación para hacer el amor toda la noche…

Harry tomó las manos de Bellatrix y todo se volvió negro.

-¿Harry?

Hermione y Harry se habían reencontrado en ese espacio negro dentro de su mente…

-Hermione… vine por ti. Vine a buscarte… Vine al agujero negro.

-Tengo miedo, Harry -dijo ella, llorando. Estaba temblando. Hermione temblaba en sus brazos. -No puedo creer que estés aquí… Viniste por mí…

-Te dije que te rescataría… -susurró él en su oído. -Tienes que enamorarte de alguien más, alguien que no sea Malfoy… Es la única forma en la que lograrás salir de aquí… Sé que en algún sitio, aquí dentro, hay sentimientos por mí… Estoy seguro… Lo he visto a través de tus ojos… Y sé que están aquí. Te amo, Hermione. Yo estoy enamorado de ti… Te amo mucho…

Harry se acercó a ella y la besó profundamente en los labios. La besó con toda su alma. La abrazó por la cintura y la besó como si el mundo estuviera por derrumbarse en torno a ellos, como si todo el universo fuera a colapsar en ese agujero negro y a tragárselos a ambos, juntos, en ese beso eterno…

Ella le devolvió el beso, y lo abrazó, y de pronto empezó a temblar más que antes. Estaba desvaneciéndose, disolviéndose en la negrura…

Y entonces el ave fénix giró sobre sí misma y se transformó en Harry, delante de ella. Y volvían a estar juntos, luego de tanto tiempo. Y Harry acababa de salvarla en el momento exacto…

-Ha… Harry -susurró Hermione.

Y entonces extendió una mano hacia él, lo empujó hacia sí misma y empezó a besarlo en los labios.

Y Harry la rodeó en brazos y le devolvió el beso, con el castillo en llamas de fondo, con los gritos y el horror tras ellos; ambos besándose apasionadamente…

Y ahora Harry estaba de nuevo en el presente, sentado solo en una mesa redonda donde solo había unas copas vacías y unos trozos de pudín de Navidad partidos en varios trozos y con migajas todo alrededor en el mantel blanco. Y delante de él había una incontable cantidad de parejas de chicos y chicas de Hogwarts, Durmstrang y Beauxbatons bailando, sosteniéndose de las manos, mirándose a los ojos, besándose en los rincones más oscuros del Gran Salón o caminando juntos hacia afuera, donde de seguro había una zona llena de parejitas buscando privacidad… Y él había estado reviviendo todas esas escenas en su mente, todos esos recuerdos…

No puede ser este mi final, pensó entonces, mientras miraba a Ron y Fleur sosteniéndose de las manos y bailando una canción lenta de Las Brujas de Macbeth de forma muy romántica. Después de todo lo que Hermione y yo hemos pasado, no podemos terminar así…

Pero, con la misma claridad con la que veía a Ron bailando con Fleur en la pista de baile, veía también a Hermione más allá, en el otro extremo de esta, sosteniendo las manos de Michael y bailando con él. Harry trató de no mirarlos demasiado. No quería que Hermione viera que lo estaba haciendo… Pero estaban muy lejos como para analizar la expresión de Hermione. ¿Sería una de felicidad? ¿Estaría pasándolo muy bien con él?

Harry clavó un dedo en el mantel de la mesa y se quedó mirándolo fijamente con tristeza. Debía ser el único en toda la fiesta que estaba sentado en una mesa, solo, en lugar de bailando con alguien… Y nadie iba a venir a sacarlo de esa situación. Hermione no iba a acercarse milagrosamente a decirle que quería ser su pareja en lugar de Michael… Ella ya había terminado con todas las idas y vueltas románticas entre ellos…

Y lo había hecho de una forma totalmente característica de ella, Harry ahora se daba cuenta.

De hecho, pensó, mientras miraba fijamente ese mantel y a las sombras de colores que la bola disco proyectaba en él, Hermione había finalizado la historia entre ellos de una forma tan "a lo Hermione" que no tendría que haberlo sorprendido en absoluto.

Ante una situación de caos y desorden, Hermione se había jugado a la segura y buscado estabilizar todo de una forma en la que pudiera tener el control de todo… el control de la tormenta, de los relámpagos… Una forma en la que la electricidad que fluía entre ellos quedara cautiva y contenida en un recipiente metálico para evitar que se soltara libremente y la tormenta se desatara con toda su furia, poniendo todo cabeza abajo…

Había dos finales posibles para esta noche ahora: Harry podía aceptar el resultado, subir a su alcoba e irse a dormir sumido en la melancolía, con el consuelo que había ganado la noche anterior: el de saber que Hermione estaba viva, que habían ganado la batalla contra Lucius y que este resultado era un excelente resultado, igual que cualquiera que involucrara a Hermione sobreviviendo y teniendo un futuro brillante y feliz ante ella…

Podía hacerlo, claro que sí… Podía tranquilamente irse a su habitación mientras Ron y Fleur acababan la noche juntos teniendo sexo de seguro por algún lado; mientras Verity y Stan tenían su cita a kilómetros de distancia; mientras Pansy y Roger Davies bajaban a la sala común de Slytherin para una noche del sexo más salvaje y quizás violento jamás visto; mientras hasta Colin Creevey acababa felizmente junto a ese chico de Durmstrang…

Podía irse a su habitación y acostarse a dormir, solo, quizás llorando en la almohada y deseando que el final hubiera sido un poco menos amargo para él…

O, sino, podía ponerse de pie e ir a buscar él mismo un mejor final para él.

Claro que eso, esa hipotética situación, involucraba hacer algo que ponía en juego, para él al menos, una noche que, hasta ahora, venía desarrollándose con total calma y tranquilidad, más de la que hubieran tenido en ninguna fiesta hasta ahora; sin nadie vomitando de la ebriedad, sin cosas encendiéndose fuego, sin pociones extrañas en el ponche… Involucraba alterar la calma y la estabilidad que Hermione había planificado para ellos…

Pero involucraba también no darse por vencido sin un último intento… Involucraba ser valiente y afrontar sus sentimientos hasta el final, costara lo que costara… Algo que, sin dudas, sería acabar las cosas "a lo Harry".

Había cosas en riesgo: Arruinar la noche de Hermione, quizás. Crear una discusión con ella. Pasar vergüenza y humillación. Incluso arriesgar su amistad con Hermione y el vínculo que por tantas turbulencias habían tenido que pasar para poder quedar en un buen lugar…

Pero la alternativa, las escaleras que subían hasta su habitación a lo largo de siete pisos, no era una alternativa digna de un verdadero Gryffindor.

Era la hora de decidir.

La nieve empezó a caer sobre Hogwarts, finalmente. Los copos flotaban en el cielo negro y caían sobre unos carruajes antiguos que habían dispuesto de forma decorativa en el patio interior del castillo, sobre su suelo empedrado. El profesor Snape iba abriendo las puertas de estos uno por uno y sacando del interior a las parejitas que se habían metido en ellos para besarse.

-¡Largo de aquí! -les espetó a Fred y Melanie, que se besuqueaban dentro de uno. Ellos salieron corriendo y riendo y desaparecieron tras las columnas de piedra que conducían a la zona interior.

Harry miraba fijamente la mesa. Y la miraba… Y la miraba…

Y entonces extendió la mano hacia un vaso que estaba hasta la mitad de cerveza de manteca y que alguien había dejado allí olvidado un largo rato atrás. Se lo llevó a los labios y lo bajó de un trago. Estaba sin nada de gas, asqueroso, pero no importó.

Y entonces tomó fuerzas y se puso de pie.

A medida que sus pies recorrían la distancia que lo separaba de Hermione, sintió como si fuera un astronauta caminando en la Luna. Cada paso era dificilísimo. No parecía llegar más…

La imagen de Hermione bailando con Michael allí adelante apareció ante su campo visual y se fue haciendo más y más grande, como en un sueño. Caminaba hacia ella con los pies pesados como dos rocas gigantes que le gritaban por favor que no avanzara más, que no continuara…

¿Qué estaba haciendo…? ¿Qué estaba haciendo…?

Cuando solo unos dos metros lo separaban de la pareja, pudo ver finalmente la expresión de Hermione… No era de alegría. No era de una inmensa felicidad. De haber visto algo así, quizás no se habría atrevido a seguir adelante.

Pero lo hizo. Siguió adelante. Y entonces Hermione pareció sentir su presencia, y cuando Harry estaba llegando a donde estaban ellos giró su hermosísimo rostro hacia él, muy lentamente…

Los ojos de Hermione encontraron los suyos y Harry estuvo seguro de que pudo adivinar sus intenciones.

La música se detuvo.

El corazón de Harry también se detuvo.

La canción de Las Brujas de Macbeth llegó a su fin, y en ese momento Michael se dio cuenta de que su pareja estaba mirando a otro chico, y se volvió para ver quién era.

Harry extendió una mano hacia Hermione, sin cruzar mirada con él.

-¿Puedo robarte a tu pareja por una canción? -le preguntó al chico, tratando de sonar natural, pero con el corazón golpeando violentamente contra su pecho.

Hermione sonrió, y Michael miró al uno y al otro con cara de enfado.

-Es mi pareja, Potter -gruñó-. ¿Por qué no bailas con la tuya?

-Solo será una canción -dijo Harry en voz baja y sin apartar la mirada de Hermione por un solo instante.

Michael gruñó algo más que Harry no escuchó, porque estaba perdido en los castaños ojos de Hermione y en la forma en que lo miraban…

-…Solo una canción -masculló el chico antes de apartarse de ellos y dirigirse a la mesa que tenía los tragos preparados por Dean Thomas.

Hermione entonces tomó la mano de Harry, sin dejar de sonreírle. Y Harry le devolvió la sonrisa en el momento en que Las Brujas de Macbeth se preparaban para empezar su siguiente tema. Pero primero, el cantante dijo:

-Esta canción va dedicada a todas las parejas amándose aquí esta noche. Sosténganse el uno al otro y abríguense entre sí con el calor de ese amor.

Y empezó a sonar una melodía incluso más lenta que las anteriores, lenta y romántica…

Harry y Hermione empezaron a bailar.

Solo una canción, pensó Harry. Tengo solo una canción antes de que Michael venga a reclamar su pareja. Este es el momento. Es ahora o nunca.

-Quería hablar contigo -le dijo, acercándose un poco a ella para poder hablarle al oído y que lo escuchara encima de la fuerte música.

Hermione respiró muy hondo, claramente nerviosa.

-¿De verdad? -le dijo con una voz muy fina.

La canción avanzaba. El tiempo corría. La letra cantada por Las Brujas de Macbeth decía:

And dance your final dance

This is your final chance

To hold the one you love

You know you've waited long enough

Harry no podía perder un segundo. Tomó más coraje del que hubiera tenido que reunir nunca antes en su vida y dijo:

-Quiero hablar de nosotros.

Su corazón golpeaba tan fuerte contra su pecho que temió que fuera a darle algo.

Que me haya escuchado, deseó Harry, porque la expresión de Hermione era indescifrable y no quería volver a repetirlo.

Ella entonces se acercó a él, mirándolo fijamente a los ojos, y dijo:

-Pensé que ya habíamos aclarado todo respecto a nosotros.

Harry fue azotado por una nueva sensación: la desesperanza. Pero no iba a bajar los brazos. No iba a darse por vencido hasta el último minuto. La canción avanzaba…

So believe that magic works

Don't be afraid of bein' hurt

Don't let this magic die

The answer's there

Oh, just look in her eyes

Harry la miró a los ojos tan intensamente como pudo, se acercó con valentía para hablarle al oído y le dijo:

-Estaba equivocado, Hermione. No quiero ser solo tu amigo. Estaba equivocado… Y creo que tú también.

Esta vez ella respondió prácticamente enseguida, con un tono de voz que empezaba a mostrar sus nervios, con la voz temblándole un poco:

-¿Qué te hace pensar que yo también?

Harry la miró de lleno, sin pestañear. La sostenía de ambas manos y bailaba muy cerca de ella, porque la canción, tan lenta y romántica, requería que bailaran tan cerca el uno del otro como fuera posible. Algunas parejas bailaban abrazadas, y otras directamente se besaban junto a ellos.

Pero Harry soltó entonces una mano de Hermione para poder sacar su varita del bolsillo, la que apuntó hacia el techo del Gran Salón.

-Accio diario de Hermione -dijo.

Hermione quedó boquiabierta, indignada.

-¿Qué crees que haces?

Harry le sonrió.

-Tú me enseñaste ese encantamiento.

-¿Y eso te da derecho a usarlo para violar mi intimidad? -discutió ella.

En ese momento, el diario de Hermione apareció volando por encima de las cabezas de todo el mundo, habiendo viajado todo el tramo desde la habitación de la chica, y aterrizó en la palma de la mano de Harry con un golpe seco.

-Finite.

Harry sintió que le sudaban las manos por los nervios, pero se obligó a sí mismo a abrir el diario en la página que buscaba, aquella que había leído más temprano ese día. Entonces le leyó una parte en voz alta a Hermione:

-"Pobre Harry… Mis sentimientos por él han corrido por una espiral vertiginosa todos estos días. Se sintió mucho más peligroso que con Draco. Porque Draco era el chico malo, el que estaba preparada para que me rompiera el corazón… Pero no estaba preparada para sufrir por amor con Harry, y por eso decidí que quedáramos como amigos".

-¡No puedes hacer eso! -saltó Hermione, y Harry se dio cuenta de que había conseguido algo que no se había propuesto: enfadarla. -¡No puedes andar leyendo mi diario cuando se te da la gana!

En ese momento reapareció Michael, que acababa de regresar con dos vasos de algún trago de Dean Thomas color rosado.

-De acuerdo, Potter, la canción ya casi termina -le dijo, claramente resentido-. Ya devuélveme a mi pareja.

-Espera un poco, Michael -le dijo Hermione, sin mirarlo, clavando sus ojos enfadados aún en Harry-. Déjanos una canción más.

Michael ahora parecía enfadado también.

-¡Eres mi pareja! -le discutió-. ¡Potter no te ha invitado al baile, yo lo hice!

-¡Qué te vayas! -le gritó Hermione.

Michael entonces lanzó un insulto que parecía dirigido a Harry por lo bajo y se marchó hecho una furia. Harry lo ignoró por completo, pero alcanzó a ver que iba directo hacia una chica de Beauxbatons que se había sentado sola a una mesa y la invitaba a bailar.

-Lamento haber leído tu diario, sé que estuvo mal -dijo Harry de inmediato-. Es la última vez, te lo prometo. Solo quería saber cómo estabas, luego de todo lo que pasó.

La expresión de furia de Hermione se ablandó un poco. Harry aprovechó para ir a fondo antes de que se enfadara de nuevo:

-Aquí dijiste que conmigo sentiste algo mucho más peligroso que… bueno, ya sabes, que con Draco… ¿No te das cuenta?

-No -dijo ella, sacudiendo la cabeza, con su peinado alisado arriba y con bucles abajo agitándose-. ¿De qué quieres que me dé cuenta?

-De que tú y yo somos el uno para el otro -dijo Harry, tomándola de ambas manos otra vez y acercándose a ella para mirarla de cerca.

Ella ahora adoptó una expresión de temor.

-Tú y yo somos un caos, Harry -susurró Hermione-. Somos una bomba que amenaza con estallar en cualquier momento. Siempre que queremos explorar eso, siempre que hemos tratado de ir por ese camino… se ha desatado el caos.

-¡Y por eso mismo somos el uno para el otro! -insistió Harry, casi gritando para hacerse oír sobre el estruendo de la nueva canción que tocaba la banda-. ¡El amor no es algo tranquilo y pacífico, Hermione! ¡El amor es un caos, es una tormenta que se desata en tu cara y lanza sus rayos encima de ti, uno tras otro…!

-¿Rayos? -Hermione arrugó el ceño y su mirada subió hacia la frente de Harry-. ¿Has pensado esa metáfora por tu cicatriz?

-¿Qué? No, claro que no. La he pensado al pensar en nosotros. En tú y yo.

Harry tuvo que dar otro paso hacia ella para recuperar la distancia que ella ganó al caminar hacia atrás.

-No -dijo la chica, agitando su cabeza-. Lo siento, Harry, pero no… No… Tú y yo… No puedo volver a intentarlo, o podría perderme para siempre…

Dijo eso último casi en susurros, pero Harry alcanzó a oírla.

-Tienes miedo -dijo él, asintiendo-. Te entiendo. A mí también me da miedo todo lo que pueda pasar. Pero haría lo que fuera por tener una chance contigo. Es que… -se detuvo unos instantes-. ¡Es que no es justo!

-¿Qué cosa…?

-¡Todo! ¡Todo lo que nos ha pasado no es justo! Hermione, yo… -se acercó otra vez más a ella, pero esta vez Hermione no retrocedió-. Hermione, te amo.

Ella tragó saliva. Se sostenían de las manos con fuerza y se miraban fijamente sin que nada pudiera interponerse entre ellos y en ese momento.

-Si no sientes lo mismo, prometo ser tu mejor amigo para siempre, como dijimos, y no volver a molestarte nunca -dijo él-. Pero si sientes lo mismo… Si tú también sientes esto… Por favor… dímelo.

La mirada de Hermione bajó mientras la chica parecía luchar por respirar. Entonces Harry vio que miraba su propio diario, que Harry sostenía bajo el brazo.

Luego de lo que pareció el silencio más largo de sus vidas, ella dijo:

-Siempre supe que era mentira que lo habías leído entero.

-¿Cómo?

Ella respiró hondo y dijo:

-Cuando me confesaste que lo habías leído, antes de que perdiéramos la virginidad juntos…

-Sí. Sí, claro que lo recuerdo…

-Tú pensabas que quizás era de ti de quien hablaba en él, el misterioso chico del que estaba tan loca… Por eso te sorprendiste tanto cuando te dije que era Draco. ¿Verdad?

-Pues, yo…

-En ese momento, aseguraste que habías leído todo mi diario, que ya sabías todo de mí, mis más profundos secretos. Yo te seguí el juego y te dije que ahora podías ser mi amigo confidente, aquel con el que pudiera hablar de sexo y esas cosas…

Subió los ojos de regreso a él.

-Pero siempre supe que habías mentido -dijo Hermione-. Me di cuenta de que no debías haber leído todo el diario realmente… Estaba segura, y aún lo estoy, de que nunca has leído esto.

Entonces, le quitó el diario de debajo del brazo, se acomodó un mechón de cabello tras una oreja y empezó a hojear su propio diario rápidamente en medio de la pista de baile, luchando por leer con la escasa iluminación mientras buscaba la página, una página que no estaba muy lejos del comienzo del diario, casi al principio de todo. Se trataba de una entrada vieja, una que desde luego él no había leído, porque las dos únicas veces que le había leído ese diario había ido directo hacia las entradas más nuevas.

La dejó abierta ante ella, se quedó paralizada varios segundos y luego, por fin, extendió el diario hacia Harry.

Este lo dudó un instante. Con el ceño fruncido, miró a Hermione y luego al diario, y finalmente lo tomó.

Leyó lo que la chica le estaba enseñando:

Querido diario,

Ha llegado el momento de que te hable de Harry. Hasta ahora solo te he contado sobre Draco, el chico que me vuelve loca. Pero, como ya te había dicho, no es el único en mi corazón.

Harry es quizás lo más parecido que haya conocido a un amor imposible. Es demasiado bueno, demasiado perfecto. Es un héroe, él venció al Innombrable y estoy segura de que será alguien muy importante. De hecho, ya lo es. Y es una excelente persona, un chico que a pesar de ser famoso es muy humilde, muy caballero... Es la clase de chico con el que soñaría con casarme y tener hijos. Y, desde luego, es increíblemente atractivo.

¿Te hablaré sobre lo que Harry me hace sentir en mis próximas entradas? Espero que no. Es uno de mis dos mejores amigos y será muy difícil estar a su lado si le doy rienda suelta a estos sentimientos. Sé que lo más sensato con Harry es tratar de no mirarlo de esa forma, tratar de que se convierta en un gran amigo y que siempre sea solo eso para mí, un amigo. Porque no creo que vaya a fijarse en mí nunca, y no quiero sufrir cada vez que tenga que estar a su lado.

Por eso he decidido no permitir que crezca ninguna fantasía por él en mi mente. Pero no quería dejar de mencionártelo, diario. Harry es mi idea del chico perfecto, el que de verdad podría volverme loca en serio.

¿Quién sabe…? Quizás algún día podría verme como algo más que su amiga… pero me niego a estar esperando ese día para luego tener que verlo casándose con algún estereotipo de chica "perfecta" como él, y sufriendo como una idiota. Por eso mismo he decidido concentrarme en el chico con el que no me da miedo fantasear. Draco es alguien que me vuelve loca y que podría esperar que me rompa el corazón pero sin miedo a que eso me destruya por completo.

La entrada terminaba ahí.

Harry alzó la mirada de las páginas y encontró nuevamente los ojos de Hermione.

-Pero Hermione -le dijo-. Tú eres perfecta. Mucho más de lo que yo jamás podría pensar en ser.

-Solo lo dices porque me he reducido el tamaño de los incisivos para el baile, me maquillé como tres horas y me apliqué medio litro de poción para el cabello.

Harry rió.

-No… No, no lo digo por eso. Estás bellísima, es verdad. Y todos aquí lo saben, estoy seguro, no solo Michael. Pero digo que eres perfecta fuera de este baile también… Eres perfecta cuando estás en la biblioteca estudiando, tan cansada de leer todo el día que tienes ojeras, y cuando sales de las clases de Pociones con el cabello todo inflado por los vapores…

-¡Oye! -protestó ella, riendo también.

-Eres perfecta siempre, y yo… Yo claramente no soy perfecto, como todos han sabido estas últimas semanas.

-Sí, debo decir que escribí esto hace mucho tiempo, cuando aún no había fotos tuyas espiando chicas en las duchas y todo eso -bromeó Hermione, con una risita muy tierna que exhibía sus dientes.

Harry entonces volvió a tomarla de las manos y la sonrisa se borró de sus labios al instante.

-No tengas miedo -le susurró Harry-. ¿Será un caos? Sí, seguramente sí. ¿Tendremos que luchar contra toda clase de obstáculos? Sí, quizás sí, porque así es el amor. El amor real, el que vale la pena… El amor no es algo tranquilo donde todo sale bien siempre… No puedes controlar el amor real, de la misma forma en la que no puedes controlar una marea salvaje… Pero te prometo que vivirás el amor más intenso y el que más valdrá la pena de todos.

-Ya lo he empezado a vivir, Harry… Ya he vivido contigo algunos de los momentos más intensos de mi vida…

Harry la miró fijamente a los ojos, sosteniendo sus manos. Ya casi no bailaban.

-¿Recuerdas lo que me dijiste la otra tarde? Dijiste: 'Sé que cuando algo malo pase, cuando estemos en peligro, si un Mortífago se interpone en nuestro camino… Sé que nos miraremos a los ojos y ambos sabremos que estamos dispuestos a luchar contra lo que sea por salvarnos el uno al otro… Y sabremos que estamos dispuestos a darlo todo por el otro…' Me dijiste eso.

Hermione volvía a respirar entrecortadamente. La tensión crecía entre ambos…

-Y luego, cuando estábamos en ese carruaje, cuando Lucius Malfoy te atacó… Esa frase vino a mi mente… Supe que haría cualquier cosa por ti… Y estoy tan feliz de que hayas podido salir de allí con vida…

Los ojos de Hermione se llenaron de lágrimas.

-Si me entrego a ti… tienes que saber que tendrás mi corazón en tus manos, y podrías lastimarme de formas en las que nadie más puede…

Le dijo aquello mirándolo de forma débil, perdida en sus ojos verdes, con el aliento abandonándola…

-Nunca te haría daño.

-Yo también te amo, Harry -susurró ella entonces-. Cuando te dije lo de ser amigos, fue por miedo. Acababa de sobrevivir a Lucius Malfoy de milagro… y todo fue muy rápido. Pensé que necesitaba tiempo y alejarme de todo lo que fuera un peligro para mí. Tú… todo… Pero todo cambió luego de anoche. Porque Lucius Malfoy apareció de todas formas a tratar de matarme. Y prácticamente lo logró, si bien me salvé gracias a ti y Draco. Y entonces sentí algo distinto. Sentí un cambio dentro mío, pero no entendía qué era…

"Ahora lo entiendo. Ahora finalmente lo veo: ¿Cómo puedo saber si esta no será, ahora sí, mi última noche? Lucius está en prisión ahora, sí, pero hay tantas otras amenazas… En unos meses será la segunda prueba del torneo, y luego la tercera… Y tú eres un Campeón… ¿Cómo sé que no pasarán cosas terribles allí también? ¿Cómo sabemos que el Innombrable no regresará algún día, como dice Dumbledore? ¿Cómo sabemos que no viviremos toda clase de horrores, más allá de lo que nos tocó vivir estas semanas?

"No lo sabemos. Podemos morir en cualquier momento. Y, si eso pasa… ¿Habremos vivido las cosas importantes que nos hubiera gustado vivir?

Harry le sostuvo la mirada.

-¿Y tú qué piensas? -le preguntó, sintiendo que el tiempo se detenía, como si estuvieran usando el giratiempos otra vez-. Si esta fuera la última noche… ¿qué te gustaría hacer…?

Se movían al ritmo de la música. Se habían acercado tanto el uno al otro que podían sentir la respiración del otro. Habían deslizado sus dedos por la mano del otro hasta encontrar sus brazos, y luego los deslizaron por la túnica de gala de él y el vestido rosa de ella, buscando su cintura, buscando un abrazo estrecho y romántico bajo la luz de la bola disco que giraba en lo alto, lanzando sus rayos de luces blancas por todas las parejas que bailaban lentamente bajo ella…

Y sus labios se encontraron otra vez. Y se besaron dulcemente, cerrando los ojos a la vez para disfrutar de ese momento, para disfrutar del beso que ambos habían estado deseando con todas sus fuerzas…

Y se besaron cada vez más efusivamente. Y respiraron el perfume del otro, sintiendo el tacto de su piel, sintiendo el cuerpo del otro en sus brazos, frágiles cuerpos adolescentes entregados por completo entre sí, y complementándose entre sí.

Y el beso creció más. Y más. Y se acariciaron mientras rozaban sus lenguas en la boca del otro. Y la banda ya había dejado el escenario y ahora Lee Jordan pasaba una música desde su consola, haciendo girar sus discos compactos mientras movía la cabeza al ritmo de esa música mucho más movida.

Las parejas bebían más alcohol y se iban descontrolando cada vez más. La noche llegaba a su punto más alto…

Y Harry y Hermione se separaron y se miraron a los ojos. Y ambos sabían lo que seguía ahora: una noche de sexo arriba en los dormitorios, o quizás en los carruajes del patio, o quizás en la biblioteca, ¿por qué no? O quizás en cualquier otro lado.

Pero no importaba. Todo eso no importaba. Sus cuerpos ardientes iban a saciarse del otro, de eso no había duda.

Pero el momento más especial era este, y este sería el que recordarían por el resto de sus vidas.

El momento en que se besaron en medio del Baile de Navidad, bajo la bola disco, rodeados por todas las parejas de Hogwarts, de Durmstrang y de Beauxbatons y se juraron amor eterno, el amor más puro y salvaje, para toda la eternidad.

Y así fue como Harry y Hermione quedaron juntos, besándose con pasión y abrazando sus cuerpos por encima del vestido de ella y de la túnica de él, juntos y unidos en el beso más hermoso de todos, uno que viviría con ellos para siempre. Juntos y abrazando la tormenta de sus corazones, abrazando el caos que llevaban dentro, la descarga eléctrica que los golpeaba con dureza cada vez que estaban juntos. Un amor salvaje que les movía todo por dentro, y que por eso mismo tenían que explorar juntos.

Y así esta historia llegó a su fin, en una fiesta que, al igual que las anteriores, acabó de forma violenta, sacudida por la catástrofe. Pero esta no fue una que involucrara muertes o destrucción. Fue una catástrofe sentimental, una catástrofe apoderándose del alma de Harry y Hermione y llevándolos al fondo de lo más profundo de sus más salvajes emociones…

¿Los dormitorios? ¿La biblioteca? ¿los carruajes?

El lugar elegido fueron estos últimos: los carruajes.

La puerta de uno de ellos se abrió de par en par y Harry desapareció allí dentro, con Hermione. No había rastros de Snape ahora. Ya era tarde en la madrugada y debía haberse aburrido de sacar a las parejas de adentro de ellos.

Se trataba de un coche antiguo, con dos asientos enfrentados y una pequeña ventanilla que daba al frente, donde el conductor debía tirar de los caballos. Harry cerró la puerta y se volvió hacia Hermione, a tiempo para ver cómo la chica se quitaba los zapatos y empezaba a tironear de su vestido…

-No puedo quitármelo -susurró, agitada-. Tiene un cierre… en la espalda…

Harry se lanzó sobre ella. Volvió a besarla mientras buscaba con los dedos en su espalda. Finalmente encontró el cierre y lo bajó tan rápido como pudo. Tiró del escotado vestido rosa hacia abajo, y los dos pechos de Hermione quedaron desnudos y visibles ante sus ojos, con sus pezones a centímetros de su cara…

Hermione tiró del moño de su túnica y se lo quitó también. Luego le arrancó la camisa blanca de un tirón, haciendo que los botones saltaran despedidos por doquier.

Harry besó los pechos de Hermione y se los acarició por turnos. Luego le pasó las manos por las piernas, por encima del inflado vestido con volados, y trató de sentir su cuerpo a través de la tela; pero el vestido era tan elaborado que era casi imposible…

La chica empezó a quitárselo, tirando hacia abajo. Las ventanillas del carruaje se estaban empañando con la respiración agitada de ambos, pero del otro lado alcanzaban a ver el patio interno de Hogwarts con su fuente en medio y los otros carruajes decorativos, donde un par de parejitas también fueron a meterse.

Harry se quitó los zapatos y la camisa, y entonces vio que Hermione ya se había quitado el vestido por completo. La luz amarilla que ingresaba por la ventanilla alumbraba su delgado cuerpo ahora, que solo llevaba puesto unas diminutas panties blancas estilo G-string ahora.

Harry se quitó el pantalón y luego Hermione se lanzó sobre él y lo arrojó contra uno de los asientos. Semidesnuda sobre él, con sus tetas colgando ante su cara, fue bajando mientras le besaba el cuello y el pecho, bajando sus labios pintados por su abdomen…

Cuando llegó hasta sus bóxers negros, tiró de ellos hacia abajo y tomó su pene con una mano. Entonces abrió la boca y lo envolvió con ella. Se lo succionó con un sonidito que retumbó por las paredes del carruaje, un sonido delicioso…

Harry se relajó. Se recostó un poco para atrás. Sintió la boca de Hermione dándole sexo oral…

Luego decidió satisfacerla él a ella. La sentó contra el asiento enfrentado al suyo y le abrió las piernas suavemente. Primero le chupó los pechos, y luego fue bajando por su estómago, pasando sus labios por sobre su ombligo mientras la oía respirar muy agitada. Al llegar a su entrepierna, le dio varios besos encima del G-string blanco antes de corrérselo de lado con los dedos para revelar ante sus ojos su preciosa y depilada vagina.

Empezó a besársela, recorriéndola con la boca, succionando sus labios vaginales y soltándolos, pasando su lengua por encima de su clítoris y sintiendo cómo las piernas de la chica se estremecían, se cerraban y se abrían, con la piel de gallina…

Una mano de Hermione cayó contra una de las ventanas, que estaban totalmente empañadas ahora, y se deslizó por ella varios centímetros, dejando en el vidrio la marca de sus sudorosos dedos.

Cayeron juntos al suelo. Harry se colocó encima suyo y la rodeó en brazos. Ya le había quitado las panties. Hermione era una preciosa y frágil criatura que sostenía en brazos y a quien cuidaría y protegería para siempre…

La besó en los labios, expresándole su amor intensamente. Ella le acarició el cabello negro, que le caía encima, y las mejillas. Harry dirigió su pene dentro suyo y la fue abriendo… Hermione quedó boquiabierta. Harry sentía su aliento, su respiración… Le mordió un labio, luego se lo soltó… Ella se inclinó hacia arriba para besarlo y rodearlo en brazos con más fuerza.

-¡Ooohhh! ¡Ooooooohhhhhhhh! ¡Oooohhhhhhhhhhh!

Ambos gimieron más y más, mientras sus cuerpos se chocaban entre sí, pegados el uno al otro, sudando e irradiando un calor extremo.

Lo hicieron rápido y con muchísima pasión, una penetración acelerada y extremadamente placentera, paralizante… El pene de Harry la abría y su cuerpo la penetraba contra el piso, y sus piernas estaban muy abiertas; y los pies de Hermione estaban subidos en los dos asientos, apuntando en ambas direcciones, con Harry colocado encima suyo, en medio, sujetándola por la espalda y por detrás de la cabeza con las manos.

-¡Oooohhhhhhhhhhh! ¡OOOOHHHHHHHHHHHHHHHHHHHHH!

Fue el orgasmo más placentero de todos. Se sintió exquisito. El semen de Harry la llenó toda por dentro, y Hermione se sacudió por varios orgasmos que fueron sucediéndose entre sí, porque Harry nunca se detuvo. Nunca dejó de penetrarla.

Se acariciaron entre sí y se miraron a los ojos con sus corazones bombeando rápidamente contra sus pechos desnudos.

Se miraron fijamente en la oscuridad parcial de ese carro antiguo, donde Snape podía aparecer en cualquier momento para echarlos a los gritos, donde cualquiera podía aparecer en cualquier momento; se miraron a los ojos con sus narices rozándose entre sí y sus labios muy cerca entre sí, con la respiración aún agitada encima del otro, con sus cuerpos aún pegados entre sí y su piel rozándose…

Y entonces los labios de ambos se curvaron a la vez en una amplia sonrisa.