[Los personajes pertenecen a Hajime Isayama y su respectiva obra]

Advertencias: ambientado en un "Alternative Universe (AU) universitario", spoilers disfrazados, paralelismos, citas y referencias diversas y a música, multipairing, lenguaje vulgar, contenido sexual e insinuaciones sexuales. Sufrió cambio de narración de primera a tercera persona [re-edición 2020]| Leer con cuidado, pueden presentarse alternados apartados [los marcados con números] de narración en presente, en retrospectiva y representación onírica.

Renuncio de cualquiera de los derechos de autor de las marcas e instituciones reales o citas mencionadas aquí.

El funcionamiento de la playlist estará en las notas finales. El enlace podrán encontrarlo en mi perfil de FF, Twitter o podrán tipearlo como: [bit . ly] [/ RedRover_Spotify]


Hola, ¡qué tal! Primero que nada, he de decir que ésta historia la empecé a escribir en verano del dos mil quince [2015]. Desde entonces no he avanzado tanto, esto se debe a que, todo este tiempo he estado "perfeccionando" —por así decirlo— la ortografía, gramática y en especial, la historia en sí. Y ha valido la pena pues antes, enserio, era toda una mierda —disculpen la palabra—. Lo publiqué en Wattpad cuando lo comencé, pero al darme cuenta decidí borrarlo y mejorarlo antes de volver a publicarlo. Dudé mucho si hacerlo o no ahora, pero después de todo lo que estuve trabajando en esto, creí que ya era tiempo de publicarlo. Así que, espero que a alguien le guste... Antes de que continúen, por favor, les pido que se queden hasta el final, pues en las notas de autor estaré dejando aclaraciones y comentarios acerca de cada capítulo — correspondiente—. Sin más que decir, los dejo con el primer capítulo de Red Rover(1).

[15JUL2020] Me da vergüenza leer esta introducción, pero era mi sentir al momento de publicarlo — creo sólo por eso la mantengo, pero no el escrito original porque qué vergüenza. ¿Cómo no se quejaron antesss? —. Espero puedan disfrutar de esta última re-edición y la historia completa tanto como yo.


PLAYLIST:

Canción máster: Polaroid

Álbumes máster: Smoke and Mirrors, Evolve y Lust For Life


I. Move-In Day

1

Agosto de 2017

Estaban dentro

Era increíble, pero si se indagaba un poco más dentro de lo que fue en vida...

Las ceremonias de graduación dieron inicios en mayo y el comité estudiantil se había encargado de escoger la temática y de la organización del evento, la gala del baile de graduación fue un hecho.

Y aunque no todos se mostraron entusiasmados — por un lado, fuese por haber quedado o no en alguna universidad, así como el hecho de entrar directamente al campo laboral—, se vio envuelto en un mes relajado y lleno de fiestas y celebración.

La melancolía por los años, recuerdos y experiencias vividas y del que significó un punto de separación entre amistades y relaciones estaba también presente y no pasaba por alto.

Estudiantes del último grado buscando pareja para el baile, dando vueltas por todos lados en busca de trajes, vestidos y complementos a juego y procurando apartar citas en salones de belleza, pensando en cortes de cabello, peinados, maquillajes y muchas otras cosas.

Tampoco se había dejado de lado el que había sido la temporada perfecta para sacar el mayor provecho para organizar juergas en casas de algunos de sus compañeros y amanecer entre la música y el alcohol.

Luego de tres largos meses en que los recién egresados de highschool descansaron, el verano descendía ya de su clímax, las oleadas de calor comenzaban a disminuir y en los próximos días llegarían los vientos y las lluvias, anunciando ya la venida de la temporada vecina de otoño. Los universitarios empezaban entonces con las mudanzas luego de prepararse para el inicio de una nueva etapa en su vida ahora en el campus, o bien, lejos de su hogar.

El último año y medio había sido de gran importancia y se habría tratado de toda una odisea de decisiones, gastos y papeleos, así como de inevitable estrés y sacrificio tanto por parte de los padres como de los jóvenes estudiantes aspirantes.

El decidir si seguir estudiando o no, el elegir una carrera y seleccionar un college o universidad que mejor se adaptase a su perfil y sus necesidades, así como las oportunidades en becas y tomar en cuenta el transporte y hospedaje; seguir con sus clases escolares regulares, clases extracurriculares, proyectos, estudiar para exámenes finales y tener que prepararse para los exámenes de admisión al mismo tiempo, así como también escribir ensayos para las oficinas de admisión de cada universidad y muchos otros trámites y asuntos detrás, tratándose quizá de la temporada escolar más complicada y crucial para los alumnos de último grado y de un largo proceso que propiciaba intranquilidad y noches sin sueño a más de uno.

Todo fue determinante, no todos pudieron adaptarse al ritmo y no todos los lograron. Muchos desertaron durante el proceso, pero para muchos otros, tras recibir las cartas de aprobación, la única preocupación era el encargarse del resto.

A presente y futuro, cientos de miles de dólares en gastos que, de solo imaginarlos, eran ya un dolor de cabeza para cientos de familias, y no añoraban nada más el que fuesen aceptados dentro de los programas de becas.

Algo hasta cierto punto crucial para la familia de los Jaeger, teniendo dos hijos de la misma edad a punto de graduarse de highschool y a quienes mandarían a estudiar a otra ciudad, Erdia del Norte, a dos horas y media de su hogar.

Siendo Eren el menor de los Jaeger, había optado por hacer caso omiso de las recomendaciones y conversaciones con sus padres y entraría directamente a una carrera de cuatro años en la Ymir Fritz University, mientras que Mikasa dedicaría cuatro años en un Bachelor's Degree en negocios, finanzas o economía en Ymir Fritz College, para entonces aplicar a la Escuela de Leyes de la universidad para hacer su Juris Doctor de cuatro años, y finalmente, titularse como abogada según sus planes.

Le tomaría el doble de tiempo recibirse, pero estaba bien con ello porque era lo que quería.

Por un lado, la inquietud sobre la mudanza había recaído únicamente sobre Mikasa, puesto que Eren se había decidido a permanecer viviendo en casa con sus padres a cambio de negociar con ellos un auto para él.

Desde un par de semanas antes, la cajuela de la camioneta llenándose de maletas, cajas y un mueble, único al que Mikasa se había decidido por llevar consigo —puesto que había considerado algunos otros—. Cierta e increíblemente preparada para su estancia en el campus, siendo apenas para su primer semestre.

A pesar de que los mismos ya había expresado antes el que no tenían problema con ello, cierto era el que la Ackerman buscaba ser más independiente de los Jaeger. Pero había crecido con ellos y era ya parte de la familia, no iban a dejarle sola y sin apoyo a su suerte.

2

Los párpados del joven de piel trigueña se presionaron, instintivamente, como respuesta ante la luz de la pantalla del celular que se había encendido a su lado, mismo que reproducía la melodía de apertura como alarma desde hacía al menos un par de minutos atrás, hasta que decide levantarse.

Somnoliento, tomó asiento sobre la cama de golpe, propiciándose un instantáneo dolor de cabeza, y se gira sobre el colchón, traqueteando a sus lados, a tientas, en busca del celular hasta finalmente alcanzar éste, dando clic sobre uno de los botones en la pantalla para darle fin a la alarma.

Esperó al menos un poco más a que las punzadas en la sien se calmasen, y habiendo pasado, trató de enfocar su visión hacia uno de los rincones de la habitación, pero lo único que logró ante el esfuerzo, fue el que sus ojos lastimasen y que los mismos se volviesen a cerrar.

Seguía adormilado, puesto que no había descansado muy bien la noche anterior. Quizá el estrés, las ansias o los nervios eran los culpables y le habían mantenido activo hasta altas horas de la madrugada. No estaba realmente seguro, puesto que sentía que había algo más, o muchas otras cosas más detrás.

De repente su cuerpo ladeó sobre sí mismo, y de un momento a otro, sintió un duro golpe que ahora recorría desde su rodilla a lo largo de su pierna hasta alcanzar la punta de sus dedos.

— ¡Mierda! — enfureció.

Gritó y mantuvo su pierna pegada al pecho entre sus brazos, buscando de alguna u otra manera el que el dolor se calmase con la presión. Masculló una y mil veces más, y se levantó cojeando hacia el escritorio, de donde tomó la toalla que había dejado en la silla la noche anterior, para entonces dirigirse hacia el baño.

Salió de la habitación aún con la pierna adormecida y recorrió apenas unos dos metros del pasillo de la segunda planta para llegar al baño — o inclusive hasta menos, puesto que el baño quedaba prácticamente en frente del cuarto—.

Llamó un par de veces a la puerta, mas no recibió respuesta de nadie. Hizo varios intentos por abrir la puerta, pero parecía estar cerrada por dentro, al menos hasta que decidió empujar la misma con fuerza. Consiguió abrirla, pero tropezó en el acto.

Pronto se irguió y acto secundo se metió de lleno a la pieza, cerrando la puerta con pestillo y prosiguiendo entonces a desvestirse, dejando escapar ya el agua de la regadera tras abrir la llave de ésta, esperando a que se regulase la temperatura.

Mientras tanto, cubre la parte inferior de su cuerpo con la toalla que trajo consigo y se observa en el espejo buscando algún desperfecto, acariciando su rostro apenas con las yemas de sus dedos.

Tomó el rastrillo y se deshizo del vello que había comenzado a crecer, tal como el del bigote, la barba y las deformes patillas, vellos casi inexistentes, pero igual de molestos para Eren. La última vez que recordaba haber tratado su apariencia, fue quizá tres meses atrás, desde que salió de la preparatoria.

Realmente no tenía mucha necesidad ni se había preocupado tanto por ello.

No tardó demasiado y apenas haber terminado con ello, se acercó a la ducha para comprobar el que ya estuviese lista. No obstante, pudo advertir que ésta seguía sin calentar y el problema persistió por al menos otros dos minutos. Decidió entrar de una vez.

En un movimiento rápido se colocó bajo la regadera, esperando a incorporarse de inmediato a la temperatura y no sentir el frío del agua, pero no fue así. Pegó un chillido cuando el agua golpeó contra su espalda, pero se mantuvo firme. Tembloroso.

Fuh, ha… — resopló.

Podía sentir cómo recorría todo su cuerpo, estremeciendo cada centímetro de sí y propiciándole a temblar sin mucho control. Sentía como estar en una tina con cubos de hielo — quizá no tan intenso, pero similar—. Sabía lo que se sentía, pues había estado en una debido a un reto que tomó en la preparatoria con algunos compañeros de clase entre rabietas de los mismos.

El agua seguía descendiendo sobre sí, deshaciendo todo rastro de jabón en su cuerpo unánime paseaba sus dedos entre sus cabellos, eliminando la suciedad y el sudor acumulado de éstos y en el cuero cabelludo.

Cerró el paso del agua y estiró su brazo fuera de la cortina hasta alcanzar el toallero, para entonces dedicarse a secar su cuerpo, y de esta forma, salir y dirigirse hacia la habitación a alistarse.

No fue realmente demasiado lo que tardó en terminar de vestirse y acomodar su cabello, por lo que pronto pudo organizar algunas de sus cosas — como sus llaves, su laptop, su celular, un cuaderno y una pluma — para ya listo, salir de su habitación.

— ¡Eren! — instó de nueva cuenta la voz de Carla desde la primera planta, y el trigueño aceleró su paso para bajar las escaleras.

Atravesó la cocina hasta la puerta del garaje no sin antes echar un vistazo de reojo hacia donde su madre, admirándole colocar ya los platos sobre la mesa algo nerviosa.

Pronto Eren se acercó a su padre y se asomó a su lado para ver qué quedaba por hacer, encontrándose con varias cajas de cartón y algunas otras de plástico con tapas como las que suelen usar para almacenamiento en el garaje — o bien, podrían ser las mismas, porque no encontraba ni rastro de ellas — aún en el suelo de la cochera.

— ¿Todo bien? — cuestionó Eren, cayendo en cuenta de que aún quedaba bastante espacio.

— Sólo trato de pensar en cómo acomodar todo — dice Grisha, quien algo agobiado, observa la cajuela, con los puños a la cadera y el entrecejo fruncido.

Ciertamente el maletero de la camioneta daba para bastante capacidad, pero el problema radicaba en todo lo que meterían y lo que ya estaba dentro — más aparte, aquellas cosas sueltas que de repente había olvidado acomodar Mikasa, y que se ponía a mover y meter en las cajas —.

Habiendo regresado la azabache, y con el apoyo de ambos hombres, no tardaron en colocar todo en su lugar para dejarlo listo para su partida.

El desayuno entre la familia prosiguió tranquilo y bastante surtido y proporcionado. No hablaban demasiado en la mesa, pues no había mucho que decir luego de la charla que tuvieron la noche anterior en la cena. No obstante, Carla interrumpía de momentos, buscando algo de armonía en el ambiente y dando breves comentarios, algo nerviosa.

A decir verdad, se veía desanimada, probablemente por el hecho de que ahora ambos de sus hijos habrían crecido y del que uno de ellos se iría lejos de casa durante los próximos ocho años. Le seguirían viendo, a veces, seguro, pero no sería igual de ahí en adelante.

Eren no había prestado realmente mucha atención a las palabras de su madre, pues mantenía la mirada baja a la pantalla de su celular bajo la mesa, divagando entre el blog de la universidad — con más certeza, en la sección de deportes—, y Mikasa no lo había pasado por alto.

— ¿Aún piensas en entrar al equipo de football? — le cuestionó la Ackerman, atrayendo la atención de sus padres.

— Mikasa… — refunfuñó el menor y le oteó.

— Eren — le nombró Carla, pero su primogénito no hizo más que ignorarle mientras le evitaba la mirada y seguía comiendo de su plato—. Eren — instó, ahora dándole un jalón de oreja y sobresaltando al mismo, tal y como había sido a lo largo de gran parte de su infancia — especialmente cuando mentía y la mayor se daba cuenta de ello—.

— ¡Hey! — se quejó el castaño, protegiendo la zona pellizcada y finalmente alzando su mirada a la par de la de su madre.

— Ya hemos hablado de esto, no puedo permitir que entres a eso.

— Es hora de irnos — anuncia Grisha habiendo echado un vistazo al reloj en su muñeca, levantándose de su asiento y depositando un rápido y pequeño beso en la sien de su cónyuge, incitando a ambos de sus hijos a seguirle.

— Sólo es un deporte. Deberían dejar de ser tan sobreprotectores, todos ustedes — señala Eren por igual en la mesa unánime limpiaba sus labios, irritado.

— ¿Has visto acaso lo que les sucede a quienes lo practican? Se lesionan partes del cuerpo, se rompen huesos, tienen derrames cerebrales, puedes quedar parapléjico… No lo harás, no entrarás a jugar eso — dictaminó la mayor.

— Lo haré quieran o no — contestó Eren, levantándose de la mesa para ir detrás de su padre—. No tiene por qué importarles — espetó —. Nos vemos más tarde — se despidió con desgana y tomó su mochila, dirigiéndose entonces hacia el garaje.

— ¿Qué no puedes escucharme, aunque sea una vez? — le cuestionó, siguiéndole escalones abajo.

Mikasa le abrazó por los hombros habiendo pasado junto a ella, y antes de encaminarse sobre la pendiente a la camioneta con Eren, Carla le detuvo.

— Mucha suerte, vayan con cuidado — le deseó a la azabache —. Sigue siendo demasiado testarudo, no dejes que haga tonterías — musitó, acariciando el cabello de la Ackerman y besando la frente de la misma.

El mayor terminó de ordenar algunas cosas y se acercó entonces hacia donde Carla.

— Carla… Eren ya tiene dieciocho años, debe hacerse responsable y tomar sus propias decisiones — comienza, tomándole por los hombros con delicadeza y buscando confortarle. Pero eso no habría ayudado —. Ya hablaremos de esto los tres juntos en la cena — decidió no pelear más y abandonó el garaje, mismo que se cerró momentos luego de que los tres abandonasen la casa.

— ¿Cuándo veremos lo del auto? — preguntó Eren, manteniendo su vista fuera por la ventana y habiéndolo formulado dado ya un largo tramo del camino. Bien era cierto que el menor de los Jaeger ya contaba con licencia de conducir, pero las restricciones de Carla le habían mantenido lejos del volante durante los últimos dos años y era el único en la familia sin un auto.

Aunque su madre tampoco ocupaba el suyo como tal, pues el inconveniente estaba en que no sabía manejar y temía hacerlo. Razón misma por la cual prefería compartirlo con Grisha para su día a día — y porque era más económico usar el mismo que estar cargando una camioneta de ocho cilindros—.

Un pesado y exhausto suspiro se hizo escuchar por parte del mayor, esperando a detenerse finalmente bajo el primer semáforo.

— Podemos verlo en estos días, pero me parece que tendrás que sacrificar otras prioridades… — señaló, asomando su cabeza por encima del tablero hacia el poste.

— ¿Estás hablando enserio? — pronto captó Eren a dónde quería llegar su padre, y volteó su cabeza hacia el mayor con el entrecejo fruncido, el otro no hizo más que encogerse de hombros y volver a arrancar. Situación que le llevó a echar un vistazo a la azabache en la parte trasera de la cabina y mascullar en sus adentros.

En lo que restó de camino no hubo ni una sola palabra más, era un silencio desapacible e incómodo. Las dos horas y media de viaje se hicieron pronto y llegaron al campus sin demasiado problema.

Asistieron al registro y a la toma de fotos una semana antes, por lo cual ambos habían recibido ya su paquete de orientación con algunos documentos — como reglamentos, cartas de responsabilidad y otra papelería— y mapas del campus compartido del college, la universidad y las residencias en una carpeta grande de color azul.

Lo único por lo cual tenían que preocuparse era por encontrar la carpa a la que tenía que asistir cada uno para recibir sus llaves, credenciales y marbetes de acceso para las habitaciones, edificios, escuelas, estacionamientos, el sistema de bicicletas y para el Student Union Building — o también conocido como SUB, el edificio principal con tiendas, restaurantes, puntos de reunión y estudio, entre otros. Unido al edificio de música, la alberca olímpica y el centro recreativo con canchas y gimnasios—.

No les resultó tan complicado, pues cada una de las filas y carpas estaban organizadas por orden alfabético. Y siendo varios los voluntarios, el proceso había sido rápido, y de ahí en más se les ofreció ayuda con carros de carga para las maletas y cajas de la Ackerman.

Pudieron llegar al edificio correspondiente, y gracias a las encargadas de recibirles en la entrada, pudieron encontrar su habitación rápido y sin ningún problema. Habitación 401 en el tercer piso.

Tanto Grisha como Eren le ayudaron a desempacar e instalarse. Pues la ventaja que tenían, era que ninguna de sus compañeras estaba en ese momento — pero al parecer sí antes, pues alguien ya se le habría adelantado a ganar la cama individual y tendría que compartir la litera con otra persona —.

Podía decirse que la residencia que compartiría con las otras dos chicas era de un tamaño considerable, pues contaban con el área de descanso de una cama y dos literas con el suficiente espacio para poder meter un sillón, además de una habitación-pasillo anexado para la cocina —podía caber máximo una persona a la vez, pero era funcional —, el armario con algunos cajones y tubos, un par de mesas de noche y el baño.

Tras un considerable rato, finalmente habían terminado, aunque no con todo, con una gran parte de las cajas, y ambos hombres tendrían que regresar pronto a María.

Mikasa recogía y movía algunas cosas mientras caminaba por la habitación golpeando su celular contra la palma de su mano, y Eren lo advirtió.

Aunque la Ackerman se veía y se había mantenido tranquila durante todo el proceso, en realidad los nervios estaban ahí. No era que lo demostrara, pero Eren ya había observado antes que la azabache solía tener pequeños tics cuando estaba alterada. Lo había hecho ya muchas veces.

Eren no tardó mucho en relacionarlo, estaban a días de su primer día oficial en la universidad. También estaba emocionado, pero igual de nervioso y asustado, aunque no lo aceptase. Sería un ambiente nuevo para cada uno, con nuevos maestros que no conocen, compañeros, y con pocas probabilidades por lado de ambos, nuevos amigos.

Grisha ya se lo habría señalado y hecho ver antes, y hasta él mismo estaba consciente de que no le era fácil hacer amigos. La situación por el lado de la Ackerman parecía pintar similar, pues toda su vida escolar antes de la universidad fue relacionándose casi exclusivamente con Armin y con él. No sabía qué esperar.

— ¿Vas a estar bien? — le cuestiona Eren, observándole con desacierto. La cuestión había tomado a la azabache por sorpresa y su reacción fue casi instantánea, levantando la mirada hacia el menor y admirándole, algo embrollada.

— Andando — indicó Grisha, suspirando y terminando de acomodar un par de cajas dobladas al lado de la entrada para abrirse paso hacia el pasillo, y ambos menores le secundaron.

El movimiento en el pasillo de las residencias había incrementado significantemente, más gente empezaba a llegar.

— Recuerden de lo que hablamos anoche en la cena — sugirió el mayor, tomando el hombro de cada uno entre sus manos—, de ahora en más tendrán otras responsabilidades. Igual les estaré mandando dinero, pero deben cuidarlo bien. ¿De acuerdo?

Ambos asintieron.

— Ya veremos cómo solucionar lo del seguro de la camioneta — se dirigió ahora sólo a la azabache, despidiéndose de la misma.

— ¿Podemos-? — vaciló Mikasa, antes de que ambos hombres se marchasen y volviendo a malabarear su mano. Ambos castaños voltearon a la espera de que continuase, pero la misma agitó sutilmente su cabeza en señal de negación—. No, está bien. No era nada.

En cuanto Eren y Grisha abandonaron el pasillo, la Ackerman no hizo más que resignarse y cerró la cámara de su celular, regresando entonces hacia el interior de su ahora habitación, atravesando la misma hasta alcanzar y tirarse sobre su colchón en la litera, exhalando pesadamente con algo de desánimo.

¿Era tan difícil poder sentirse parte de la familia cuando sabía que en realidad no era así? Quizá habría sido más sencillo de no haber decidido mantener su apellido, pero no estaba en sus planes deshacerse de lo único tangible que podía conservar de sus padres.

«No» refutó, tratando de deshacerse de aquellas ideas.

Tal vez sólo eran disparates suyos que venían a su cabeza ahora que estaría separada de los Jaeger también. Por supuesto que le habían tratado todo aquel tiempo como parte de la familia, ¿qué le habría hecho pensar lo contrario?

Pff — resopló Mikasa, tratando de relajar su semblante y despejarse un poco. Necesitaba concentrarse en otras cosas, como preocuparse por salir a recorrer el campus, tomar tiempos y localizar los edificios en que estaría estudiando para evitarse llegar tarde o perderse. Tendría toda la tarde, el sábado y domingo los tomaría para arreglar otros asuntos antes de comenzar las clases.

Además, el lugar se estaba sintiendo acalorado, quizá por la poca circulación de aire — teniendo únicamente una sola ventana en el área de la habitación — y del hecho de que no tenían ni un solo ventilador, además del mini-split del cual no tenía control. Tendrían que ir a pedirlo con la encargada de piso.

Un par de golpes asaltaron la puerta, Mikasa no dudó en tomar asiento.

— ¿Hola? — se asomaba tímidamente una castaña, inclinando su cuerpo ligeramente hacia el interior—. Supongo que seremos compañeras de habitación, ¿no? — cuestionó, meciéndose hacia la habitación mientras halaba de un diablo con un trío de cajas y un par de mochilas.

En su torpe avanzar y habiéndose atascado el carrito en el alfombrado, no logrando evitar que la caja de la cima cayera al suelo y se abriera, dando a revelar montones de comida empaquetada y enlatada.

Mierda… — masculló la castaña, y finalmente la Ackerman dejó de observarle desde la cama y se acercó a ayudarle a recoger las cosas, pero su nueva compañera había reaccionado inesperadamente impulsiva al apartar todo hacia sí misma.

La desconcertada expresión en el rostro de la azabache pronto le indicaría que había hecho algo mal.

— Mi nombre es Sasha Blouse — se presentó y se relajó, algo avergonzada y dejando de proteger sus golosinas y empaquetados, de manera en que acomodó la caja para empezar a devolverlas a la misma, ahora más tranquila—. ¡Lo siento! De verdad lo siento mucho — manifestó Blouse, afligida—. No querías robas mi comida, ¿cierto? ¡Qué incrédula! — farfulló, autocastigándose.

«Ya cállate» se repetía a sí misma.

— Mikasa Ackerman — se presentó finalmente, ayudándole y pasándole algunas últimas cosas que quedaron fuera—. Imagino que tendremos que compartir la litera — señala.

— ¡Yo pido la parte de arriba! — se anunció Blouse, girándose a verificar que estuviese disponible. Cayendo en cuenta de que había una cama individual en la residencia —, ¿y esa?

— Ya está ocupada — informa la Ackerman, irguiéndose sobre sus piernas—, las cosas ya estaban ahí para cuando llegué yo — comentó, manteniendo su mirada fija en la arreglada cama queen size que disponía de un par de cajas sobre y alrededor de la misma.

3

Sin conocer a nadie más y con la oportunidad de relacionarse con su nueva roomie, Sasha había decidido acompañar a la Ackerman a dar una vuelta por el campus para conversar con ella ―lo poco o mucho que lograse, porque la azabache realmente no hablaba demasiado, o al menos no con ella―.

Asimismo, Mikasa había quedado ya de verse con uno de sus amigos en un café de la universidad durante ese rato, y Blouse no quedaba fuera de los planes de los mismos, siendo la oportunidad para expandir de poco su círculo social.

Armin era un poco más abierto y amigable, cabía la posibilidad de que hasta algo tímido, pero habiendo entrado en confianza con Sasha y empezando a hablar de sus gustos, podía considerarlo algo más platicador.

— ¿Y te estarás quedando en las residencias? — le pregunta Sasha.

Habían logrado llevarse bien y sin problema pronto.

— Sí, aunque parece que dormiré una noche más solo — ríe nervioso, dando un sorbo a su taza. Arlert había recibido su aviso de mudanza para un día antes a la Ackerman, así que tenía viviendo en el campus desde el jueves temprano—. Ninguno de mis compañeros ha llegado aún — mencionó, cabizbajo y con una amarga sensación atascada en la garganta.

— ¿Has estado solo desde ayer? — cuestionó Mikasa, y Armin se limitó a asentir con la cabeza.

— ¿Y Eren?

Tenían las últimas dos semanas sin verse, pues el rubio se había dedicado durante aquellos días a desalojar su habitación en casa de su abuelo y a dejar todo en orden para no complicarle más al mismo.

— Regresó a María con Grisha, no empezará hasta el lunes.

— No te preocupes, no pueden dejarte sin roomies. Prácticamente este fin de semana es para mudanzas, tienen que llegar antes del lunes — le alentó Blouse, despreocupada —. La nuestra ya llegó, pero no se ha aparecido en todo el día — comentó, encogiéndose de hombros.

Probablemente seguiría sin hacerlo.

4

El fin de semana transcurrió en un abrir y cerrar de ojos, y con la llegada de las lluvias no pudieron hacer demasiado, más allá de permanecer en su edificio.

Ambas compañeras de habitación habían pasado toda la tarde terminando de limpiar, además de organizar y acomodar algunas cosas del baño, la cocina y de su lado de la habitación, así como de llenar los cajones y el armario con su ropa y zapatos, marcando cada una sus límites. Cosa de la que extrañamente no habían notado y de la que ya se había encargado también su otra roomie.

Era algo agradable.

No obstante, las pertenencias de la misma a vista habrían inquietado a la Ackerman, pues entre ellas había logrado admirar algunas prendas y zapatos de diseñador. Y aunque trató de no prestarle demasiada atención, le desconcertaba.

— ¿Quién será? — le preguntó Sasha, admirándole desde el marco de la puerta de la cocina, mientras ella comía y la azabache trataba de estirarse un poco más para poder alcanzar a acomodar unas cajas y un cesto de tela con varios papeles en la parte más alta del armario.

— No tengo idea… Hmph — bufó, dejándose ir hacia atrás y tomando asiento sobre su colchón.

— Quizá podamos preguntar abajo con las chicas que tienen el listado o con la encargada de piso, podrían darnos su nombre — sugirió Blouse, mientras apreciaba junto a la Ackerman el resultado final de los entrepaños limpiamente ocupados por sus posesiones.

Mikasa giró su rostro hacia donde la castaña y le observó en silencio, la única respuesta que Blouse tuvo fue ofrecerle de su bolsa de frituras.

El celular de la Ackerman vibró en su bolsillo, alentándole a asir y revisar el mismo, de manera en que se tiró sobre las cobijas para empezar a navegar sobre la pantalla.

«Casa llena» recibió de Arlert, el último de sus roomies había llegado finalmente dando el anochecer del domingo. Armin era quizá el más emocionado respecto a todo el asunto de la universidad, pero compensaba aquellos meses de angustia por las admisiones.

Bajo del mismo mensaje había un par de notificaciones más, entre ellas, mensajes de Carla preguntándole cómo había estado su día, si se encontraba bien o si necesitaba que le mandara algo con Eren durante la semana.

Mikasa lo agradecía.

— Ya mañana es el día de introducción, ¿irás a tus clases? — cuestionó Blouse, asomándose a la ventana.

El diluvio cayó de pronto.

Los truenos eran por demás escandalosos, y los relámpagos se veían caer no muy lejos; el fuerte viento y la brisa, así como el ruido de la lluvia al impactar contra las diversas superficies y las pequeñas corrientes de agua creadas en los charcos parecían querer indicar que iba para largo entre el vaivén de ímpetu.

— Sí, pero sólo tendré algunas… — comenta Mikasa, conforme también respondía a los mensajes de la Jaeger.

— Espero poder dormir con tanto ruido — musitó Sasha, cerrando la ventana de la habitación para entonces darse cuenta de que el movimiento de ésta y el lamento que se escabullía entre las comisuras de la misma era todavía más estruendoso.

Pero era mejor que terminar con la habitación inundada.

«El alma de Ymir Fritz está enfurecida», «el alma de Ymir Fritz está sufriendo» serían los refranes más repetidos a los niños en temporadas de lluvias. «Por eso los truenos», «por eso se escuchan como lamentos», recordaba Sasha haber oído alguna vez en el pueblo de Dauper.

— Descansa — soltó Sasha, subiendo a la parte de arriba de la litera para acomodarse para dormir. Los ronquidos estallaron pronto.

Pero no le fue posible descansar a la Ackerman durante toda la noche.

5

— Eren Jaeger, ¿cierto? — indagó Reiner Braun.

Hacia las doce de la tarde ambos muchachos abandonaron el campo de football en que se habían llevado a cabo los try out para el equipo de los demonios de Paradis de la universidad. Acabaron asoleados, agotados de las pruebas físicas a las que fueron sometidos y de lo bien golpeados que quedaron por los veteranos, empapados de sudor y algo más de lo que no estaban seguros, pero probablemente se trataba de agua estancada.

Tuvieron al menos la oportunidad de poder darle un uso a las regaderas de los vestidores y de deshacerse de la sorpresa de que la extraña sensación que los acompañaba y con la que venían cargando en su calzado desde rato atrás no eran más que láminas de fango.

— ¿Reiner? — quiso confirmar, y Braun le sonrió.

Ambos postulantes se acercaban ya entonces a la banca donde otros de sus compañeros de las pruebas descansaban.

— Esperamos verlos el viernes — clamó un senior a Reiner habiendo pasado a unos metros a su lado.

— ¿Qué habrá el viernes? — cuestionó el más bajo del grupo de chicos, curioso y desconcertado mientras terminaba de acomodar las agujetas de sus zapatos.

— El viernes por la noche será la fiesta de bienvenida de nuestra facultad, el lugar lo estará poniendo una de las frats. ¿Van a ir? — les alentó Braun.

— ¿Qué no es cancelaron las actividades a las fraternidades? — indagó ahora Bodt.

Vamos… Será sólo una fiesta, ellos pondrán todo — insistió, y a varios les atrajo la idea—. ¿Estás dentro? — sonsacó a Jaeger y sacudió al mismo por los hombros en cuanto con entusiasmo le dio el sí.

— Cuenta conmigo — se sumó otro de ellos, y Braun se acercó con ánimos hacia donde él —. Connie Springer — se presentó el muchacho de apenas metro setenta en cuanto el joven de veinte años se paseó por donde él para saludarle y presentarse al resto.

Eren no hizo más que permanecer sobre el mismo lugar desde que había llegado a la mesa, aunque si bien estaba agotado, compartía con sus posibles nuevos y próximos compañeros la emoción por haber terminado las pruebas.

Aunque si hablase por el otro lado de la moneda, no podría decir lo mismo, puesto que no concordaba con el mismo sentimiento de nervios que el resto, por el hecho de que se sentía entonces con la seguridad de que quedaría en el equipo.

Pronto le integrarían a la charla.

6

— ¿Ya viste el área de bienvenida? — quiso saber Blouse, entusiasmada.

Lo único que la azabache hizo fue mirarle fijamente y con desconcierto.

— Ven, vamos juntas — le invitó, tomándole por la muñeca sin previo aviso para jalarle y llevarle consigo.

Hasta aquel punto de la mañana todo habría transcurrido de manera tranquila en contraste a la tormentosa noche que pasaron. El programa de bienvenida de Fritz siguió su curso y lo primero que pensó en hacer la pueblerina de Dauper, fue el ir a buscar a su roomie hasta el edificio de la clase en que estaba para esperarle fuera e ir juntas.

Mikasa le dejó su horario del día antes de abandonar la habitación por la mañana, en caso de que llegase a necesitarle, de manera en que podría llamarle sin interrumpir alguna de las sesiones. No obstante, no se habría esperado esa espontaneidad de Sasha de irle a esperar hasta las puertas de su edificio.

Pero después de todo, ambas habrían terminado en el área de recibimiento del campus. A simple vista, podían apreciar que eran montones los stands de grandes letreros coloridos, creativos y llamativos a lo largo de la explanada.

A su criterio, recorrerlos podría tomarles hasta el día entero.

Entre ellos podían encontrar algunos anunciando fraternidades, sororities, algunos clubes y algunas clases optativas para llenar créditos y actividades extracurriculares de diferentes áreas, como de lenguajes, deportivas, intelectuales, musicales, culturales, entre muchas otras.

Y de igual manera podían encontrarse con mesas de difusión de investigaciones, puntos de información y puntos de apoyo a estudiantes de ingreso.

Sasha por supuesto no desaprovecharía ninguna oportunidad para acercarse a tomar los bocadillos de las bandejas que cada uno de los mismos ofrecían como incentivo.

— Máximo uno por persona — indicó un encargado de alguno de los puestos por los que habían pasado, habiendo advertido a Blouse tomar un poco más de la cuenta. Haciendo caso omiso del aviso, se habría llevado con las suyas —. Máximo uno por persona — instó, con algo de irritación.

Mikasa realmente no había puesto su atención en ello y habría seguido caminando a lo largo del pasillo por su cuenta. Su plan era ir a recoger sus libros a la librería central tan pronto saliese de su última clase, pero con Sasha se había tenido que desviar un poco.

Aunque por otro lado podía tomarlo como un pequeño respiro, su mente estaba demasiado ocupada y quizá el hallar alguna actividad extracurricular que le gustase y pudiese encajar en sus horarios le quedaría perfecto en el momento.

A pesar de todos sus esfuerzos por ello, únicamente una de ellas habría logrado atrapar su atención y habría optado por conservar sólo el folleto de la misma. Todo parecía increíble, hasta que cayó en cuenta de que se empalmaba con sus clases.

Siguió avanzando sobre el pasto con la mirada baja y fija entre los párrafos de información del volante, cerrando y volteando el mismo en su mano con algo de desánimo.

— ¿Mikasa? — nombró una áspera voz familiar, desconcertando y alarmando a la azabache, de manera en que la misma levantó la mirada al instante y con algo de agresividad.

Sus ojos se encontraron con repentino pasmo.

— ¡Hey! ¿Qué tal estás? — reaccionó Kirschtein, entre algo de ánimos y nervios—. Pfff, es increíble, ¿no crees? — repuso enseguida, sonriente.

No tenía palabras.

— ¡Mikasaaa! — se escuchó gritar a Blouse, misma que se volvió hacia donde la más alta, abrazando parcialmente a ésta y escondiéndose entre ambos jóvenes —. Perdón — se disculpó, asomando su cabeza hacia el sendero, asegurándose y volviendo a erguirse de manera correcta.

Aquello habría dejado a la Ackerman y a Kirschtein desconcertados y alertas del alrededor, al menos hasta que Sasha volvió a la tranquilidad.

— ¿Te estaban-? — musitó Jean a medias, escudriñando aún a su redonda.

— ¿Se conocen? — cuestionó Blouse, ya integrada.

— Ah, sí… Ella es Sasha, es mi compañera de habitación — le presenta Mikasa, omitiendo presentar al menor por su cuenta.

— Jean Kirschtein.

La conversación entre ambos castaños habría fluido con tanta naturalidad, de manera en que ambos lograron conocer al otro al menos en cuanto a lo básico concerniese mientras abstraídos, caminaban por sobre el adoquín a la par de la incómoda muchacha con la que ambos compartían relación.

Por su puesto la Ackerman no manifestaría su incomodidad en el momento respecto a la repentina presencia y compañía de Kirschtein, pero sí habría mandado ya un mensaje y su ubicación a Arlert esperando poder encontrarse con el mismo pronto y salir de la situación.

El inconveniente habría resultado en que Armin estaba ya en librería, estancado haciendo fila desde hacía media hora atrás.

«Deberías venir pronto, está llegando más gente y se están tardando» recibió de su mejor amigo.

— Nos vemos más tarde en la habitación — avisó Mikasa a Blouse, guardando su celular para empezar a marchar.

— ¿A dónde vas? — le cuestionó Sasha, alarmada.

— Armin me está esperando en la librería.

— Oh, yo también voy para allá. Tengo que recoger mis libros, puedo acompañarte — comenta Jean, avanzando escaleras arriba tras Mikasa.

La azabache suspiró, admirando aún a su roomie a los pies de las escaleras mientras la misma se despedía de ambos.

Puesto que el área de bienvenida había sido organizada y localizada de manera estratégica, el trayecto hacia la librería central no les habría resultado tardado ni lejos a la pareja de excompañeros de preparatoria. Pronto estarían a los pies de las enormes puertas de cristal del recinto y Kirschtein se adelantaría a abrirle el paso.

Encontrar la brillante y rubia cabellera del cabeza de coco no había resultado tan difícil, y para sorpresa de Jean, estaría formado también en compañía de Marco, a quien no dudó en reclamarle el no haberle avisado que estaría ahí.

El encuentro con Bodt le resultaría a la Ackerman un poco más agradable, pero Jean le seguía dando algo de conflicto interno. No esperaba volver a verle tan de pronto.

Ambos amigos les habrían — disimuladamente — dado un espacio junto con ellos en la fila, y la espera de ahí en adelante no habría sido mucha.

Siguiente — repitió una amargada voz, finalmente sacando a Mikasa de su importuno ensimismamiento y haciéndole caer en cuenta de que había chocado miradas con Kirschtein.

— Mikasa Ackerman, finanzas — mencionó, entregando el recibo con QR y colocando su credencial sobre el mostrador.

7

«Mikasa Ackerman»

Su nombre hizo eco.

Una sophomore de anteojos y cabello castaño a su adyacente del mostrador no consiguió ocultar la impresión, su vista se habría tornado bruscamente hacia la muchacha de tez pálida y sus ojos se clavaron sobre la misma.

¿Cabía la posibilidad?

Se puso a pensar.

— Señorita Zoe, ya nos vamos — indicaron a sus espaldas.

— Un momento, ahora mismo los alcanzo — señaló, volviendo su mirada de reojo hacia la ocupada Ackerman que recibía ya sus libros y se marcharía pronto.

La credencial de la joven estaba prácticamente rozando la punta de sus dedos sobre el mostrador, ella no estaba prestando atención. La tentación y el fuerte instinto de curiosidad le habría dejado llevarse en el momento.

No tardaría nada en estar fuera del edificio, impactando contra la espalda de sus compañeros y colgándose sobre los mismos tras un pequeño momento de adrenalina desde la entrada luego de la sigilosa y audaz escapada.

— ¿Se siente bien? — cuestionó una de sus acompañantes a manera de burla en cuanto descendió sobre el concreto.

— Mejor que nunca, Ninfa — alegó Zoe, sonriendo divertida y echando un vistazo al plástico. Tomó una foto del mismo en su mano y de inmediato se dirigió a WhatsApp a buscar entre sus chats para compartir la misma.

«últ. vez 07/12/16 01:53 a. m.» figuraba sobre la conversación, misma que tenía varios mensajes enviados y señalados con una triste paloma gris en la esquina de los globos, además de llamadas perdidas de ella a lo largo de los últimos ocho meses.

Pronto sus ánimos se fueron cuesta abajo, apagó la pantalla y volvió entonces a admirar a sus alrededores, serena.

Se habría resignado, pero no le había olvidado.

8

— Déjame ayudarte — insiste Kirschtein, encimando los libros de la Ackerman sobre los suyos. No habiéndole dado tiempo a la misma de responder.

Se giró hacia donde Arlert, y este se limitó a encogerse de hombros y a sonreír tímidamente.

Para dicha o desdicha de la azabache, coincidencia o destino: tanto Marco como Jean habrían sido asignados como compañeros de habitación de su mejor amigo, y el mismo habría omitido contarle ese detalle, al menos hasta ese momento.

— El viernes por la noche será la fiesta de bienvenida, ¿vendrán? — invitó Jean.

— No lo creo… Ya tenemos planes — evadió Mikasa, y Armin le secundó.

— Por cierto, ¿ya hicieron las pruebas? — cuestionó Arlert, en un intento de descaminar la conversación.

— Sí… Acabamos hace poco más de una hora. Veníamos de allá — comentó Marco.

— ¿Pruebas? — saltó la Ackerman.

— Sí, las pruebas para el equipo de football.

— ¿Eren estaba ahí? — interrumpió su caminar.

Los tres muchachos se detuvieron a observarle tan solo un par de pasos por delante, pasmados. Kirschtein maldijo mascullando por lo bajo, la habrían cagado.

9

La sartén rechinó sobre la estufa, el ardiente aceite salpicó y el filete volvió a crujir, la espátula rasponeó y chirrió sobre la superficie del teflón en el intento de despegar el trozo de carne, pero el mismo no conseguía separarse y empezaba ya a carbonizarse.

De no haber sido por la discusión de esa misma tarde y del hecho de que la Ackerman cocinase estando alterada y dándole vueltas al asunto, tal vez la sartén y el trozo quemado de filete no habrían acabado juntos amontonados entre la basura.

«No puedes decirle nada a mamá y papá — espetó Eren, severo y amenazante —. No me arruines también esta oportunidad»

No habrían sido las únicas palabras de Eren en cuanto a su represión, pero aquellas le habrían afectado de manera significante y eran las únicas que preferiría recordar junto a la expresión de desprecio en su rostro.

La frustración le dejaría en el suelo con la sensación de desconformidad y vacío, dejándose deslizar contra la pared y quedando sentada frente al refrigerador de aquel pequeño pasillo cerrado que decía llamarse cocina.

— ¿Todo bien? — cuestionaba Blouse desde el otro lado de la pared, asomándose entonces hacia el interior de la cocina y descubriendo entonces a la azabache encogida en el suelo de la misma.

Suspiró pesadamente y tomó asiento con ella al marco de la puerta.

Mikasa no hablaría de ello.

10

Al pasillo de esa misma residencia sería otra historia aparte.

— ¿No sientes que será algo raro? — se burlaba la más alta, riendo insolente al oído de la rubia mientras le hostigaba y se mantenía cerca de la misma—. Tendrás suerte si no hay nadie.

— Será tu culpa que sea raro — espetó la joven de metro cuarenta y cinco, introduciendo su llave a la ranura electrónica y esperando a obtener el acceso a la habitación mientras la otra seguía jugueteando —. Ymir, basta — se quejó, empujándole débilmente antes de poder darse paso.

Ambas avanzaron hacia el interior y la mayor continuó atosigándole.

— Ymir, por favor — volvió a quejarse, antes de encontrarse con el recibimiento de la desconcertada mirada de una castaña que se encontraba sentada al marco de la puerta de la cocina de la residencia, hablando aparentemente sola —. Ah…

— ¡Oh! — exclamó Blouse, conectando, colocándose de pie y sacudiéndose—. ¿Eres tú la que faltaba? Yo soy Sasha Blouse — dijo.

— Hi- Historia Reiss… — titubeó de manera inconsciente, echando un vistazo de reojo hacia sus espaldas en cuanto oyó el colchón de su cama sumirse, para encontrar a Ymir descansar plácidamente sobre la misma.

Su vista pronto regresó hacia su frente, advirtiendo y descubriendo entonces a la azabache asomar tras el marco de la puerta de la cocina.

Ambas se admiraron con extrañeza.

— Ymir, ya tienes que irte.

— Apenas llegué — manifestó la trigueña, con tintes de molestia.

— Ymir, por favor — le jaló de la mano y le levantó de la cama, empujándole hacia la puerta.

La más alta se inclinó ligeramente hacia Reiss y ésta no hizo más que sacarle hasta el pasillo, de manera en que ahora sólo su cabeza y uno de sus brazos y hombros se asomaban.

— Vamos… No hay nadie. Nadie nos verá, sólo uno pequeño — instó Langnar, admirando con tentación los labios de la más baja.

— Ya vete — le corrió Historia, ya con algo de desesperación.

Ymir sólo rio ante ello y se alejó sobre el pasillo, admirando a una nerviosa Historia regresar hacia el interior de la habitación.

Vaya coincidencias.


¡Este ha sido el primer capítulo! Esto es solo una pequeña introducción a lo que viene. Ahora, como dije, algunos comentarios y aclaraciones. Agárrense, que siendo introducción hay mucha información para entender un poco este pequeño AU.

1: El título. Si alguna vez jugaron red rover, o role que role, su equivalente en México o en español — al menos donde yo vivo—, quizá entenderán el concepto y lo relacionarán con el summary. De acuerdo a una definición que encontré de red rover en internet y en base a las reglas del role que role: es un juego infantil en el que se forman dos equipos y cada uno une las manos con sus compañeros haciendo una cadena.

Luego un equipo grita "Red rover, red rover, llamamos [nombre del jugador] o role que role [nombre del jugador], ese jugador tiene que intentar romper la cadena del otro equipo — rompiendo la conexión entre las manos de dos de ellos—. Si no logra abrirse paso, el equipo se queda con el jugador, pero si lo logró, él puede llevarse a quien quiera.

2: Para el sistema de educación me baso en el de Estados Unidos, y para hacer carrera hay dos sistemas [?] distintos: college y universidad. Para poder hacer la carrera de medicina o derecho primero se tiene que obtener un Bachelor's Degree — título o licenciatura de cuatro años — en college de alguna materia relacionada o directamente un pre-med o pre-law, debido a que son carreras consideradas para estudiantes graduados y no para estudiantes de pre-grado — saliendo de highschool—. Otras carreras como ingenierías, arquitectura, enfermería, educación — y muchos otros — son directas con el certificado de preparatoria.

3: En cuanto a términos para estudiantes, cada uno corresponde a un año: freshman [primero], sophomore [segundo], junior [tercero] y senior [cuarto]. Hanji ya cursó el college [senior], pero siendo su segundo año como estudiante de medicina en la universidad, es considerada sophomore.

4: El Student Union Building puede sonar increíble a primera estancia— para mí lo fue —, pero está basado en el SUB del Texas Tech. Esto lo vi en un video tour en YouTube y pues quedé loca, JAJA.

5: Locaciones. Un poco de esta extraña combinación entre E.U. y el universo de Shingeki No Kyojin.

Estado de Paradis: Ubicado al centro-este del país.

Erdia del Norte, Erdia del Sur, María, Rose y Sina son ciudades de Paradis. Sina es la capital, a media hora de Erdia del Norte. María y Rose están pegadas —algo así como Aurora y Denver, Colorado—, y retiradas de Sina aproximadamente dos horas.

Ymir Fritz College y Ymir Fritz University, localizadas en Erdia del Norte, es donde residen los equipos deportivos de los Paradis Demons o Demonios de Paradis. El nombre vendría por la leyenda de la misma, y sería fundada por descendientes y benefactores como Rod Reiss; Paradis State University North Erdia se encuentra al otro lado de la ciudad.

Mientras en Erdia del Sur, estarían Fritz University at South Erdia hogar de los Titanes de Erdia o Erdia Titans, y Paradis State University South Erdia.

Al principio pensaba hacer Erdia del Norte y Erdia del Sur como estados, relacionándolos con los Estados de Carolina o Dakota. Sin embargo, las puse como ciudades dentro el Estado de Paradis.

Los distritos de los muros son variados, no todas las localizaciones son exactas. Se distribuyen en calles, zonas, lugares y algunas se mantienen como distritos en sí. Por ejemplo, Trost y Shinganshina siguen siendo distritos, Nedlay es la calle donde vive Eren y Mitras es zona residencial de Sina.

Estado de Marley: ubicado a la costa del país. Marley [oeste] es la capital del estado homónimo, Liberio [sur, sureste] —no hay universidades, principal razón para mudarse— y Slava [este, sureste] son ciudades.

En Marley se encuentra la Tybur University y el college — no pertenecen a la familia, pero son benefactores—, con el equipo de los Guerreros o Warriors.Podría considerarse casi exclusiva para residentes del estado y es de díficil acceso. Permite acceso de otros, pero es más caro — hay universidades, por ejemplo, en las que los In-state (residentes) pagan trece mil dólares, y los out-state (que vienen de fuera) pagan hasta treinta-cincuenta mil por año—.

Hizuru es estado vecino de Marley, también cuenta con universidad y sus equipos son llamados Allied Forces.


En cuanto al funcionamiento de la playlist:

Simbología, con ejemplos

Polaroid — Who We Are [a o hasta. Hay canciones de por medio]

Polaroid, Who We Are [sólo esas canciones]

Polaroid — Who We Are, Roots [de A a B, C — saltar hasta, además-aparte u opcional | puede haber un hasta después de la coma, tomando de referencia el saltar hasta como A a B, C a D]

La canción máster es aquella la cual encabezará la parte del fic, tiene una idea o punto general de la parte que se está tratando [en este caso, Polaroid es la canción principal sobre capítulos 1-17]

Los álbumes máster son libres a escuchar en cualquier punto del capítulo indicado en adelante, aunque principalmente ambientan la cual está indicada, siguen influenciando a futuros capítulos.

Recomendaciones 1. Cuando no indique alguna canción o sean pocas las que ponga para un capítulo, pueden escuchar de los álbumes máster de manera libre. [para ello son, principalmente ambiente]

Recomendaciones 2. Volumen: yo por lo general para evitar distraerme demasiado cuando escribo o leo los capítulos prefiero mantener el volumen bajo, a manera de ambientación. Y eso se los recomiendo demasiado, sobre todo porque suelo poner canciones que cambian de ritmos de manera brusca entonces así evito el susto.

Otras explicaciones se irán dando más adelante, debido a unos cambios hechos.


Me haría muy feliz que dejaran sus reviews para saber qué les pareció. Espero no se les haya hecho muy aburrido, pero bueno, creo que eso es todo... ¡Hasta el próximo capítulo!