Capítulo Final
―gracias, son ustedes muy amables.
―no es nada señora, ahora su hijo podrá desplazarse por el pueblo y trabajar en la tienda, además de hacer entregas sin ningún problema, solo recuerde que tiene que seguir haciendo ejercicios con regularidad, para mantener fuertes sus brazos.
―claro que los hará, me aseguraré de eso.
―lo que hacen es invaluable, no lo duden, ―agradecía ahora un joven a quien le habían amputado ambos pies en la guerra, ―mi madre me creyó muerto, no solo eso, cuando finalmente le dicen que sobreviví, solo llego para aumentar su ya pesada carga, ahora con este aparato que me han adaptado tengo la oportunidad de hacer mi vida de una forma más normal.
Un nudo se instaló en las gargantas de Stear y Archie, ante las sinceras palabras de madre e hijo, sabiendo que estaban haciendo mucho en la vida de aquellos a quienes brindaban ayuda.
Stear diseño una especie de triciclo que, en lugar de ser impulsado por las piernas, lo hacía con las manos, dándole la movilidad e independencia que tanto necesitaban aquellos que perdieron miembros inferiores, mucho más versátil que una silla de ruedas, puesto que era para usar en la calle, no solo eso, parte del trabajo que realizaban en la fundación, era enseñarles a estas personas a armar y reparar por sí mismos sus vehículos adaptados, además de impulsarlos a mantenerse fuertes.
No era solo darles dinero, pues esto solo crearía mantenidos, no, las personas necesitaban dignidad, la cual solo se alcanzaba con la independencia, con el sentimiento de autosuficiencia para conseguir por sí mismos su sustento, eran apoyados económicamente sí, pero también se les daban las herramientas para salir adelante.
Así como ese vehículo adaptado, Stear construyó diferentes artefactos que sirvieran a cada persona de acuerdo a su propia necesidad, Archie no podía más que sentirse orgulloso de su hermano mayor, ni siquiera reclamaba por el daño en sus finísimas camisas, de hecho, había mandado confeccionar ropa especial para ayudarle.
Ambos hermanos daban su mayor esfuerzo para hacer de la vida de los soldados que regresaron heridos de la guerra y sus familias pudieran recuperar sus vidas, sus novias no se quedaban atrás, Paty realizaba el trabajo de recolección de información acerca de las familias, Annie, aunque estaba lejos, apoyaba consiguiendo contactos para conseguir donaciones.
Toda la formación recibida por la tía abuela y su madre estaban haciendo de Annie una dama con todas las letras, que se encargaba de usar para bien todos los contactos importantes y necesarios, Archie no pudo evitar verla con ojos de admiración, en un inicio no se percató, pero poco a poco se dio cuenta de lo mucho que la echaba de menos.
Annie sufrió con la separación, pero comprendió que era por el futuro de ambos, escribía constantemente a Archie, además de mantenerse presente en todas las formas posibles en su vida, una de ellas era apoyando en la fundación.
―ya es hora hermano, nuestros padres nos esperan.
―no tardo Archie, solo guardo este equipo, listo, vamos por Paty.
―sabes, a veces olvido que nuestros padres siguen aquí con nosotros.
―te comprendo, muchas veces hasta me parece que de pronto nos avisaran que se han ido nuevamente.
―han sido varios años, pero los comprendo.
―después de conversar con ellos y que nos comentaran lo mucho que nos extrañaron no puedo más que hacer lo mismo, no puedo culpar a la tía abuela tampoco, ella solo quería que estuviéramos más seguros, por eso también se encargó de Anthony.
―debe haber sido difícil para su padre, solo me alegro que la tía abuela haya cambiado y no sea tan intransigente y prejuiciosa como antes, sin contar que ahora nuestros padres ya no están dispuestos a irse de nuevo.
―muchos no comprenderían los sacrificios que muchos padres hacen, yo mismo estuve molesto durante años, pero ahora sé que tanto ellos como la tía abuela solo hicieron lo que creyeron era lo mejor para nosotros, procuremos no tener que alejarnos de nuestras familias, poder criar a nuestros hijos cuando nos toque.
―tienes razón Stear, lo mejor que podemos hacer es esforzarnos para que nuestro futuro sea mejor en ese sentido, por cierto, gracias hermano.
― ¿Por qué?
―por quedarte, por no ir a la guerra, sé que tenías una fuerte convicción de enlistarte, fui muy ciego al no verlo, pero te quedaste y no puedo más que agradecer por no perderte, también te agradezco por dejarme ayudarte en este proyecto, me ha hecho ver las cosas de otra manera, apreciar lo que de verdad es importante.
―discúlpame Archie, nunca quise causarles tal preocupación, pero este proyecto me ha cambiado a mi también, pues yo tenía una visión muy romántica de mi deber patriótico, nunca imaginé el verdadero alcance de todo y lo mucho que podía hacer para ayudar aquí mismo, sin necesidad de salir del país, ahora bien, no tienes nada que agradecerme, por el contrario, soy yo quien te agradece el apoyarme siempre.
―nunca tienes que agradecer por eso, es mi privilegio poder hacerlo Stear.
Días después
Una primorosa y fragante dulce Candy estaba en medio de un ramo de narcisos amarillos, a la par del florero descansaba la última carta que la joven Andrew recibió hacia pocos días, los remitentes eran los señores Walter y Bridget, quienes después de todo este tiempo seguían guardando un gran cariño por la pareja.
Estos insistían en que debían entregarle parte de las ganancias que obtuvieron de la venta de fotografías de los jóvenes, pero Candy ya les había respondido que todo era para ellos, quienes lo necesitaban aún más y bien se lo habían ganado.
Recibir noticias de todas aquellas personas que había conocido hacia muy feliz a la joven pecosa, era un sentimiento muy grato saber que había tenido la dicha de tocar tantas vidas y corazones bondadosos, Terry no se quedaba atrás, él les hizo llegar con los empleados del Duque un equipo nuevo de fotografía, para asegurar el trabajo de la pareja de ancianos.
Una Sofía muy alegre ingresó a abrir las cortinas de la habitación de la rubia pecosa, su vientre mostraba orgulloso el crecimiento del próximo miembro de la familia Andrew, Candy sonrió aun en la cama, al desperezarse abrió los ojos.
―buenos días Sofía.
―buenos días Candy, es tu gran día querida, hay que comenzar a prepararte, pero antes debes desayunar.
―muchas gracias Sofía, no solo por hoy, si no, por todo, te has convertido en una hermana mayor para mí, ―declaró la joven tomando la mano de su madre adoptiva, porque si, la señora Andrew había adoptado también a la pecosa al casarse con Albert.
―oh Candy, eres más que bienvenida y correspondida, no sabes cuanto te queremos Albert y yo, el verte sana, fuerte y sobre todo tan feliz es lo que tanto deseamos para ti.
Candy se levantó de la cama y abrazó con cariño a la castaña, después de un beso en la mejilla, se dispuso a ir a desayunar no sin antes asearse rápidamente, ya más tarde le darían un baño mucho más profundo.
Las semanas anteriores Eleonor y las mujeres Andrew fueron una tormenta monumental de actividades, trabajando todas en sincronía para poder preparar la boda de Candy y Terry, Janice había regresado hacia poco a New York, al igual que Annie.
Conociendo la sencillez de la joven trataron de molestarla lo menos posible con los preparativos, prácticamente ya solo mostrándole las cosas que estaban decididas para que ella confirmara o las cambiara, la pecosa estaba encantada con sus elecciones.
Cada hombre de la familia había sabiamente optado por no estorbar y estar listo para cumplir cualquier solicitud del ejército de preparación de la boda.
Las invitaciones fueron enviadas, siendo muy bien recibidas, se esperaba que la boda se convertiría en el evento social más importante del año en la ciudad, claro no era para menos, no todos los días se casaba la primogénita de uno de los hombres más ricos e influyentes del país, ni mucho menos el heredero a uno de los ducados más antiguos de Inglaterra (aunque esto fuera un secreto a voces).
Ahora que el día había llegado, todo estaba listo para recibir a los invitados, Vicent Brown llego un día antes para poder estar presente, le tenía un gran afecto a la niña de la que con tanto cariño le hablaba su hijo en sus cartas, Albert estaba más que feliz de recibirlo, puesto que lo apreciaba como a un hermano.
Al igual que los invitados especiales del hogar de Pony, los niños y las directoras, Tom y su padre, el señor Carwrigth y Jimmy, sin olvidar al doctor Martin y su esposa, lo que hizo que Candy llorara de alegría al recibirlos.
―estas preciosa hija, ―la señorita Pony lloraba de emoción al terminar de colocarle el velo.
―si Candy, estamos tan orgullosas de ti, has cumplido tus metas y ahora estas a punto de unir tu vida al hombre que amas ante la iglesia, ―igualmente emocionada la hermana María contemplaba a su querida hija.
―gracias señorita Pony, hermana María, me hace inmensamente feliz el poder contar con su presencia en este día tan especial, hace que mi dicha sea completa.
― ¿estas lista pequeña?, ¡Candy!, estas preciosa pequeña, ―Albert estaba más que emocionado al ver a la niña a quien trató de ayudar a encontrar su felicidad convertida en una dama, a punto de casarse con el hombre que amaba, casi era como ver a Rosemary, su felicidad lo había dejado mudo.
―Albert, gracias Albert, tú has hecho todo esto posible.
―gracias a ti pequeña, tu llegada a nuestra familia ha sido llena de bendición, no lo dudes nunca.
Terry y sus padres estaban ya en la catedral, el resto de la familia Andrew, los niños del hogar de Pony, los invitados especiales y todo el personal de la mansión estaban al pie de las escaleras esperando a que la rubia pecosa bajara.
Cuando Candy acompañada por sus madres y Albert bajaba lentamente las escaleras todos contuvieron un suspiro, estaba preciosa, toda ella más que brillar resplandecía, sentían una gran dicha de verla y acompañarla en este momento tan especial, porque no podían más que desear su felicidad y eso era ella en este momento, felicidad pura.
Un apuesto castaño estaba más que impaciente en la catedral, no podía ingresar, sus ansias lo tenían esperando justo en la entrada, aun sabiendo que era temprano, su corazón se calmó cuando vio acercarse un blanco carruaje descapotado, con caballos del mismo color, adornado de flores, no logró apreciar a la novia, pues sus padres prácticamente lo jalaron para que ingresara a esperarla en el altar.
Candy lucia cual princesa, sus paladines estaban listos esperando ayudarla a bajar del carruaje, Annie y Paty como sus damas de honor, preparadas también para acomodar su hermoso vestido, las personas se agolparon para verla, como no hacerlo, era una novia realmente bella.
Una vez el cortejo estuvo listo en sus posiciones, las personas no dudaron en ingresar a ocupar sus lugares, varias parejitas de niños del hogar de Pony entraron primero, cada niña lanzando pétalos de rosas, luego seguían las damas de honor, en el cual iban Annie y Paty, acompañados por sus novios, los hermanos Cornwell.
La marcha nupcial sonaba, acompañando las inocentes risas de los niños, plagados de infinita alegría por ser tomados en cuenta, después de que el cortejo ingreso, fue el turno de la hermosa novia, acompañada de Albert, quien orgulloso la llevaba del brazo, también evitando que agarrara carrera para llegar más rápido.
Una vez en el altar la entrego a Terry, quien totalmente conmovido ante la imagen de su amada ante él, se había quedado sin palabras, con un gesto de asentimiento que Albert supo identificar la recibió, el rubio sabia que el castaño la cuidaría con su vida y procuraría su felicidad.
Los novios sumergidos en su burbuja apenas y sintieron la ceremonia, compartiendo sonrisas cómplices, sentimientos tan profundos, solo lograron atender para dar sus votos y el esperado beso al final de la ceremonia.
Las lagrimas de felicidad no faltaron, cada mujer que sentía afecto por los novios las derramo, incluso uno que otro de los caballeros, disimuladamente se limpio una lagrima, las felicitaciones fueron a montones, todos queriendo desear lo mejor para los recién casados.
Las fotografías en el altar y en la entrada de la catedral, con familiares y personas cercanas se llevaron un rato, pero valía la pena, pues cada una era un recuerdo invaluable, de hecho, dos de esas fotografías en las que aparecían los novios, la hermana María y la señorita Pony, adornaron en un futuro la chimenea del orfelinato, conmemorando a su querida hija.
La recepción les esperaba en la mansión Andrew, en el amplio salón, decorado para tal ocasión, estaba ya sonando la música que los enamorados bailarían, nuevamente sumergidos en su propio espacio, casi flotaron sobre la pista, su primer baile como esposos, al menos ante la iglesia.
Después Albert robo a Candy para el tradicional baile padre e hijo, aunque estos se sentían mas como hermanos, pero además el mismo George mas rojo que un tomate también bailo con la novia, a petición de esta, quien le dijo que se había ganado ese puesto, conmoviendo al serio pelinegro, Terry por su parte también bailó con su madre, después con Sofía, incluso con la tía abuela.
No podían faltar los compañeros del castaño y personal del hospital donde Candy trabajaba, incluso Mary Jean logró llegar, tal y como se esperaba fue el la boda del año, una celebración por todo lo alto, en donde los regalos que los novios solicitaron fue una donación a determinadas obras de caridad, que incluían orfanatos, asilos y la fundación en la que ayudaban los hermanos Cornwell.
Una vez inició la recepción la pista se llenó, todo era sonrisas y alegría, incluso los Leagan mantuvieron un perfil bajo, comportándose como debían, a la hora de tirar el ramo Paty fue quien lo recibió, haciendo que Stear casi se desmayara.
―Terry compórtate, conozco esa mirada.
―pecosa me ofendes, no estoy haciendo nada, solo voy a quitarte la liga, para que un afortunado soltero deje de serlo, ―susurro el castaño en el oído de su esposa, depositando un tibio beso en la piel de su mejilla junto a su oreja.
Con movimientos felinos se acerco a su novia, quien estaba sentada para ese propósito, coloco una rodilla en el piso y busco bajo su vestido, depositando un rápido beso en su tobillo, haciendo que esta se sonrojara hasta el pelo, para luego salir con la liga entre sus dientes, provocando gritos y chiflidos.
Se coloco en posición y la lanzo hacia atrás, cayendo en manos del acompañante de Karen, el joven guiño un ojo a la actriz, quien le tiro un beso en respuesta, contagiando de risas a los demás.
A la hora del brindis, no faltaron los emotivos discursos de las personas amadas por la pareja, una vez todos volvieron a la pista de baile y se distrajeron, la pareja vio el momento preciso para escapar, despidiéndose de sus familias tomaron el auto que les esperaba, para llegar a una hermosa cabaña en medio de la propiedad, la que había sido preparada para tal propósito.
―pensé que nunca nos dejarían ir.
―no digas eso, todo ha sido tan hermoso.
―claro que sí, no lo niego, pero ya no podía contenerme más, hemos esperado pacientemente, con respeto hacia nuestras familias y sus disposiciones, pero ahora ya nada nos detiene.
― ¡Terry!, ―un glorioso suspiro abandonó los labios de Candy antes de ser tomados por su amado castaño, en un beso tan distinto de los anteriores, un beso en el cual este la reclamaba, la saqueaba, dejándola con la respiración entrecortada y las piernas blandas.
El castaño tomó a su amada rubia pecosa, cargándola para ingresar en el umbral de la puerta, cerrándola con llave una ves estuvieron dentro, no quería que nada ni nadie los interrumpiera.
Los besos se reanudaron, impidiendo que los novios vieran al menos de momento, los detalles de la cabaña, deteniéndose justo al entrar a la habitación, se quedaron observándose a los ojos, casi sin poder creer que finalmente estaban casados y que nada ni nadie los separaría.
―te amo tanto Candy.
―Terry…, te amo.
Así frente a frente se separaron un poco solo para comenzar a quitarse todo aquello que les estorbara, ayudándose mutuamente, primero el velo de ella, luego el saco del castaño fue a parar en algún lugar y así poco a poco todo fue desapareciendo hasta quedar únicamente en sus interiores.
Pero eso no duro, poco les importaba en esos momentos el envoltorio, su respiración desapareció de pronto al verse finalmente tal y como vinieron al mundo, los nervios estaban a flor de piel, pero también ese deseo nacido del más puro amor.
Terry dejó que sus instintos tomaran el control, se acerco sin dejar de verla a los ojos, hasta tomar nuevamente sus labios, pero solo un momento, pues su boca comenzó a explorar, primero su rostro, seguido de su oreja, su cuello, ese aroma, lo volvía loco, era ella, toda ella.
Se detuvo su buen rato en su clavícula, antes de seguir hasta esas inexploradas montañas.
―pecosa…, donde los tenias escondidos amor, no se veían así con la ropa, ―pero el no esperó respuesta y continuó con su exploración, sus dedos volaban acariciando todo lo que tenia a la vista, Candy no se limitaba solo a disfrutar, aunque lo hacía, ella hacia sus propias incursiones, reconociendo la piel de su amado, enterrando sus dedos en sus castaños cabellos, depositando sus propios besos en todo aquel lugar a su alcance, todo mientras de sus labios brotaban los cantos que Terry estaba provocando en ella.
Los labios de Terry se unieron a esa deliciosa exploración apoderándose de una de esas rosadas gemas que coronaban sus blancas montañas, una explosión de sensaciones tuvo lugar en ambos, decidiendo que estaban encantados con el resultado.
Totalmente embriagados por las emociones que estaban descubriendo, abandonados completamente a sus instintos, el amor expresado en la forma mas natural conocida desde el inicio de los tiempos, apenas y percibieron la suavidad de la cama, en la cual no recordaban haberse acostado, el cálido peso de el sobre el de ella.
Sin detenerse, sabiendo que ya después habría tiempo para volver a ese amado lugar, Terry siguió conociendo la suave y blanca geografía de Candy, maravillándose al haber encontrado pecas pintando la parte superior de sus blancas montañas.
Un suspiro salió de la boca de Candy, al percibir la lengua de Terry jugando con su ombligo, sin detenerse mucho, avanzando sobre su plano vientre, un deje de pánico se quiso apoderar de ella al darse cuenta de hacia donde se dirigía, su inexperiencia y educación le decían que eso era prohibido, tabú, pero su confianza absoluta en su esposo anuló cualquier temor.
Mucho mas pronto de lo que imaginó, esa confianza fue recompensada, al recibir un primer beso en su mas escondido tesoro, el castaño fue tierno, para ir mostrando su determinación, hasta completar de saciar el hambre de ambos, no deteniéndose hasta dejarla completamente desmadejada con la mirada perdida y brillante, apenas respirando después de ser llevada directamente al cielo.
Una sonrisa de satisfacción se dibujó en los varoniles labios de Terry, apenas disfrutando un segundo de la hermosa visión ante él, para comenzar nuevamente el asalto, esta ves tomando sus labios en un urgente beso, aquel que le anunciaba que había llegado el momento, ese instante de unirse en uno solo.
Un par de lagrimas se derramaron de las brillantes esmeraldas de la rubia pecosa, pese al cuidado que puso el castaño, el dolor era inevitable, un momento de quietud necesario para que su cuerpo se acostumbrara, siendo la misma Candy quien reinició la milenaria danza, instándolo a continuar.
El suave vaivén, que tomó velocidad incontenible, con la fuerza del frenesí consecuencia de sus rápidos movimientos, sus voces gritando a todo lo alto, en palabras llenas de amor y vehemencia, algunas incluso incomprensibles, hasta decir sus nombres en el justo momento de alcanzar las estrellas.
―Candy, te amo, ―declaró el castaño, sus rostros tan cerca que casi se besaban, observándola con absoluta devoción.
―Terry, te amo, ―ella no tuvo voz para decir nada más, ahogada con todo lo que su corazón estaba sintiendo.
Esa noche apenas y lograron dormir, reiniciando una y otra vez sus amorosas entregas, hasta que el agotamiento los venció, ya casi con la luz de la aurora, pasarían los años y cualquiera pensaría que semejante despliegue de amor físico se apaciguaría, pero un amor tan grande y apasionado no conoce de tiempo, mucho menos desaparece.
Fin.
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Feliz año nuevo y feliz día de reyes.
Gracias por acompañarme a lo largo de esta historia, hemos llegado al final, espero lo disfruten tal y como lo hice yo al escribirlo.
Muchas gracias por sus comentarios, han y serán siempre invaluable, me disculpo por no responderlos, generalmente ando con prisas, pero leerlos me llena de alegría y me impulsa a continuar, feliz día, bendiciones.
