Bien, agradezco mucho a todos los que han llegado hasta aqui, quisiera disculparme si no cumplí con sus expectativas al inicio de la historia o puse detalles que no les agradaron. Pero quiero que sepan que estoy muy contento por llegar a este momento, quiero agradecerles en serio, por eso mismo, y si estan de acuerdo, podriamos hacer una dinámica. Espero sus comentarios respecto a eso, algo como un Preguntas o Respuestas o lo que les apetezca.
Sin nada más que decir, espero disfruten esto.
"Si quieres cambiar el mundo, cámbiate a ti mismo"
—Mahatma Gandhi.
Chat rompió la ventana y entró al piso dispuesto a liberar a Nathaniel de aquella cúpula extraña. Se las traía muy felices y estaba preparando su mejor habilidad para poder hacerlo.
Pero estaba claro que no todo sería tan sencillo.
Después de dejar con la boca abierta a Kingpin y a una señorita a la que no pudo evitar guiñarle el ojo. El suelo se rompió y una chica muy furiosa se dirigió hacia él.
El golpe lo lanzó al suelo y de no ser porque los gatos siempre caen de pie, se hubiese hecho mucho daño. Chat sacudió la cabeza y observó a la mujer que se interpuso en su camino, las garras que salían de sus manos le dieron una pista y sonrió al notar el inhibidor colgando de su cinturón.
—¿Qué hace ese payaso, aquí? —preguntó un hombre gigante y robusto, Chat Noir lo observó de soslayo y se preguntó mentalmente si aquella persona era real o un producto de su loca imaginación.
—¿Disculpa? ¿A quién le dices payaso? —respondió con indignación el rubio, tomando su bastón y girándolo con maestría—. Para tu información, soy el héroe más guapo que tiene esta ciudad.
—Sí, es un payaso, se hace llamar Chat Noir —dijo la mujer cubierta que estaba de pie al lado del hombre de caricatura—. Adrien Agreste, diecisiete años, modelo y sobresalientes en clase.
El rubio se quedó perplejo y sus manos temblaron por un segundo, ¿cómo era posible que aquella mujer supiera de su identidad? ¡Nadie había descubierto la identidad secreta de Chat Noir! Al menos hasta ese momento. Tragó saliva e intentó parecer desinteresado, la chica con garras frente a él se fue acercando, ladeando la cabeza y gruñéndole.
—Ah, pero si es idéntico —comentó Kingpin, distrayendo un poco a Chat Noir de su batalla inminente—. Déjame darte un consejo chico, cuando uses un traje de héroe, intenta que al menos la máscara te cubra buena parte del rostro y te cambie el peinado.
—Gracias, lo tendré en cuenta. —Chat mantenía su bastón con la zurda y en la derecha llevaba su poder destructivo cargado. No iba a desperdiciarlo en atacar a la chica pelinegra de garras, lo usaría para sacar a su amigo de allí.
—X-23, acaba primero con este chico y luego destruye al pelirrojo —ordenó Kingpin, caminando hacia una parte del mirador en la que reposaba su escritorio.
—¡No! —exclamó la madre de Nathaniel, hasta ese momento Chat desconocía que la mujer se encontraba allí, pero eso le servía para matar dos pájaros de un tiro, la ayuda extra iba a venir muy bien.
—No se preocupe, señora... —dijo el rubio, afilando la mirada hacia la pelinegra que esperaba algún movimiento para atacar—. Voy a sacar a su hijo de este lugar.
Chat Noir se movió y X-23 se lanzó hacia él con las garras en alto, el rubio usó el bastón para ponerlo entre las garras de la chica y golpearla con la base.
Al menos ese era el plan inicial, hasta que vio que, de los pies descalzos de su contrincante, una solitaria cuchilla surgía con la intención de transformar su hígado en queso suizo.
—No puede ser... —maldijo el rubio, llevándose el corte en el abdomen y replegándose hacia atrás para tomar distancia. Su traje negro se oscurecía un poco más debido a su herida, chasqueó la lengua y movió con cuidado su bastón.
—Veamos como sales de esta, héroe —se burló Kingpin, sentándose en su silla de oficina con toda la tranquilidad del mundo.
Chat Noir entrecerró los ojos y decidió fijarse en X-23 mientras esta volvía a lanzarse a atacarlo. Sus opciones estaban en esquivar su seguidilla de ataques para acercarse a la prisión de Nathaniel o intentar derrotarla primero. La segunda opción, si tenía en cuenta que estaba herido y solo podía usar un brazo, era demasiado optimista.
—Esto va a acabar mal... —musitó el rubio, afianzando el agarre en su bastón y usándolo como una pértiga para saltar por encima de X-23. Sin embargo, esto no era tan sencillo, la pelinegra era una presa muy difícil de evadir y lo demostró al hacerle un corte en la pierna.
Sin tiempo para girarse, tuvo que centrarse en bloquear una ráfaga de afiladas garras que buscaban convertirlo Bob Esponja, lo único bueno de aquella contienda era que se acercaba a la cúpula donde Nath estaba encerrado.
X-23 aceleró sus movimientos y complementaba sus puños con patadas a la zona baja del rubio.
—Eso es jugar muy sucio —reclamó el rubio, agitado debido a los nervios que le provocaba perder su parte baja.
Chat usó su bastón de nuevo, plantó un golpe en su pecho y dio un salto hacia la cima de la cúpula, aterrizando tambaleante y gruñendo al ver que se resbalaba. Se llevó el arma al cinturón para intentar pegarse a la barrera tanto como podía.
X-23 se recompuso de golpe y se acercó al borde de la prisión, comenzando a golpearla con sus garras. Los temblores ocasionaron que Chat comenzase a bajar mucho más rápido, por lo que no tenía más opción que hacer de una vez lo que pensaba.
Intentó aferrarse con las garras de la mano derecha a la cúpula.
—No podrás hacerlo, es un material especialmente diseño para... —comenzó a hablar Kingpin desde su escritorio, cortándose de forma abrupta cuando el sonido de algo rompiéndose se hizo presente y le hizo soltar el puro de la boca.
Las garras de Chat atravesaron el material de la prisión de Nathaniel y lo mantuvieron lejos del alcance de X-23, el rubio sonrió cuando su propio poder se expandió en su mano y comenzó a desintegrar el material lentamente.
—Nada es indestructible para mí... —comentó el rubio, con sus ojos verdes brillando ligeramente y creando un agujero para poder entrar. Los bordes se agrietaron y comenzaron a desaparecer mientras todo el material se derretía.
—¡¿Cómo?! ¡¿Cómo lo hiciste?! —exclamó furioso Kingpin, golpeando la mesa y partiéndola en dos, sus grandes puños se pusieron rojos de la sangre acumulada por el golpe y su mandíbula se tensó.
Chat entró a la cúpula y observó a Kingpin fijamente, sosteniéndose con la mano libre la herida en el costado y entrecerrando sus ojos felinos.
—Parce que je suis le Chat Noir de Paris —pronunció el rubio, dándole la espalda a sus enemigos para revisar el estado de su amigo pelirrojo. Nathaniel estaba tumbado en el suelo, con los ojos cerrados y sin moverse.
—Nath... —musitó el rubio, agitando suavemente a su amigo por los hombros. El pelirrojo no respondía a ningún estímulo y eso preocupó a Chat Noir—. Nath, Nathaniel.
Chasqueó los dedos en sus oídos y pasó las manos por su cabello, pero no obtuvo ningún resultado, ¿qué debía hacer cuando atendía a alguien inconsciente? ¡¿Qué se supone que haría?! Maldecía internamente saltarse aquella clase debido a una sesión de fotos.
Nathaniel seguía sin responder y aquello no le gustaba, sus manos comenzaban a temblar de nuevo y sentía que la cabeza le daba vueltas, en la boca del estómago le embargaba una sensación de acidez nueva para estos casos.
—¡Nath! —exclamó el rubio, pegando la oreja al pecho de su amigo y manteniendo la esperanza de escuchar algún mísero latido.
Y lo logró, un suave y muy bajito latido se hacía presente en el cuerpo de Nathaniel, dejando a Adrien lleno de alivio, pero aún con la preocupación latente y a plena flor de piel.
—Te sacaré de aquí, amigo —susurró el rubio, acomodando al pelirrojo entre sus brazos para poder maniobrar lo suficiente con él. Volvió a encarar a X-23 y a Kingpin, dándose cuenta de inmediato que la pelinegra estaba logrando que sus garras penetrasen aquella barrera poco a poco.
—Bien, hay que acelerar las cosas... —Chat tomó su bastón como pudo y lo extendió de inmediato, dirigiendo su atención a un punto en particular—. Bugaboo... ¡Ahora!
El grito del rubio desconcertó a X-23, que olfateó el aire y dio media vuelta con el objetivo de identificar una nueva amenaza para su misión. Kingpin se levantó de la silla y se acercó hacia la ventana rota.
Una silueta delgada entró de improvisto y Kingpin lanzó un puñetazo. El golpe no le impactó debido a la lejanía, pero si dio en la pared y logró arrancar trozos de material que volaron por el suelo y el borde del edificio hacia la calle.
Ladybug atrapó a X-23 con su yoyo y la dejó sentada en el suelo como una niña castigada en un jardín, si es que por supuesto, aquella institución educativa cuidase superhumanos. La heroína se movió de una forma tan liviana y grácil que por momentos el propio Chat creyó que volaba. Pero no, dio un par de giros y entró a la prisión del pelirrojo por la entrada improvisada de su compañero felino.
—Mi Lady —sonrió Chat Noir, observando como Ladybug se fijaba en el pelirrojo que traía entre sus brazos.
—¡¿Ese es...?! ¿Es el chico que me dijiste antes? —preguntó Ladybug conmocionada, Chat la entendía, seguramente era difícil para ella verlo en esa situación y con una víctima tan real que su poder no podría devolver a la normalidad.
—Sí, es él —afirmó Chat, entregándoselo con cuidado y luego dirigiendo su mirada a un lado de la habitación, la mujer pelirroja y madre de su mejor amigo lo miraba con eterno agradecimiento y los ojos llorosos—. Llévalo al lugar seguro que acordamos, yo salvaré a su madre.
—¿Y luego qué? —preguntó Ladybug, tragando saliva al ver de cerca el rostro de Nathaniel y notarlo tan dañado.
—Una vez estemos todos, vamos a derrotar a ese infeliz —escupió Chat Noir, frunciendo el ceño y observando a Kingpin, su puño sangraba por el golpe anterior al concreto, pero sonreía con locura—. Y venceré a la loca de garras, debo hacerlo.
Inconscientemente se tocó el lado herido, y suspiró al ver que, aunque la herida dejó de sangrar, la mancha de sangre se llevó una gran parte de su traje.
—¿Y tú contacto en los pisos de abajo?
—Le diré que salga en cuanto tenga a la madre de este chico a salvo —respondió Chat, sonriendo con confianza y guiñándole el ojo—. Ahora, hagamos esto, Bugaboo.
Nathaniel sintió que se agitaba, su cuerpo seguía inmerso en aquel charco de sangre en lo profundo de su mente. No era un charco cualquiera que le permitiera ahogarse y borrar su existencia. Cada centímetro del líquido eran los recuerdos más horribles que podía tener guardados en su corazón.
Sabía que los guardaba en su corazón, porque su padre aparecía en ellos.
También estaban Marc, Chloé y Marinette...
Y en lo más profundo, se encontraba él mismo. Un espejo que reflejaba a Nathaniel con una parte aún más oscura de su ser se parecía mucho a primera vista, pero la mirada que le daban sus propios ojos lo asustaba.
—Eres un inútil, Nathaniel —dijo el otro Nath con una expresión triste en el rostro y acercándose más a su reflejo—. Llevas años siendo un inútil.
—¡Claro que no! —gritó el pelirrojo, cubriéndose los oídos y observando con horror a su propia contraparte—. ¡No soy un inútil!
—Te cubres los oídos y me temes... ¿Planeas seguir huyendo de la realidad? —pronunció el Nath del espejo mientras cambiaba de forma. Su cabello se volvía corto y con pequeños rizos en la parte de atrás, una barba completa rojiza se complementaba con una fisionomía más alta y musculosa. Aquellos ojos marrones se ocultaban bajo unas gafas de montura fina y oscura—. Deja de escapar de quién eres... Hijo...
—¡No! ¡Tú no eres mi padre! —exclamó el pelirrojo, llevándose las manos a la cabeza y cayendo de rodillas sobre el charco de sangre, manchando sus pantalones y sacudiendo su cuerpo mientras escuchaba los propios latidos de su corazón.
—Tienes razón, no soy tu padre... —pronunció la representación exacta de aquel hombre que desapareció de su vida luego de unos años, dejando un pequeño roto a faldas de una madre que sufriría para siempre con su partida—. Solo represento la parte de ti que dejaste atrás con él.
El cuerpo de Nathaniel temblaba y sentía ganas de llorar.
—¿Por qué apareces ahora...?
—Porque estás a las puertas de la muerte, y no voy a permitirlo —respondió la representación de su padre mientras se cruzaba de brazos—. ¿No ibas a ser un gran deportista? Planeabas ser uno de los mejores del mundo y llevar a tus padres a vivir en una gran casa, ¿qué pasó con todo eso?
—Soy muy malo en los deportes... —respondió acongojado el pelirrojo, evitando evocar en su mente aquellos deseos de niño mientras sus manos se hundían en la sangre que manaba del suelo de su espacio mental—. Aún quiero llevar a vivir a mamá a una gran casa... pero siendo artista también puedo...
—Eso no es cierto, no eres bueno porque ni siquiera lo intentaste —dijo su padre falso—. Te llevaron a una academia y la dejaste a los dos meses de aquel accidente que te lo quitó, ¿recuerdas lo que él te dijo?
—No... no lo recuerdo... —balbuceó el pelirrojo, con las lágrimas cayendo por sus mejillas y su cabello cubriendo su rostro.
—Claro que sí...
—No...
—Sí lo recuerdas...
—¡No lo recuerdo!
—¡Claro que sí! ¡¿Qué te dijo?!
—¡No dejes que nada ni nadie te aleje de tus sueños! —gritó con desesperación Nath, levantando el rostro y apretando los puños mientras golpeaba la sangre en el suelo, salpicándola por su ropa y manchando su rostro—. Eso fue lo que dijo papá...
—Y dejaste que su muerte lo hiciera... —añadió al final su falso padre, suspirando—. Bueno, ser artista no está mal, eres tan bueno como tu madre en sus mejores épocas, dime, ¿publicaste el comic que estabas...?
—No...
—Y ahí va otro sueño, ¿qué ocurrió esta vez? —preguntó el adulto, rodeando a Nathaniel con su caminar y observándolo fijamente con los ojos bien abiertos.
—Marc se fue... y sentí que no podía continuarlo solo... —respondió con dificultad el pelirrojo, sintiendo un nudo en su garganta y espasmos en su cuerpo producto de llanto—. Yo...
—Volviste a fracasar —concluyó el falso padre de Nathaniel, enumerando en sus manos todo lo que iba comentando con el pelirrojo. Bueno, el pelirrojo menor—. ¿Qué sigue ahora? ¿Cómo te fue en el amor?
—No quisiera hablar de eso... —respondió Nathaniel, bajando la cabeza y apretando los puños.
—De pequeño te gustaba la niña de la panadería, ¿ocurrió algo con ella?
Aquello fue un golpe directo al corazón del pelirrojo, que se agazapó entre la sangre liquida y dejó salir un sollozo directo de su alma.
—Me... me rechazó... lo hizo de una forma muy horrible...
—Y te rendiste, otro fracaso más —enlistó el adulto pelirrojo.
—¡No puedo competir contra el chico que le gusta a ella!
—¿Ah? ¿Conoces al chico que le gusta?
—¡Sí! ¡Es mi amigo! ¡Es mi amigo Adrien...! —Nathaniel se detuvo de golpe y se mordió el labio inferior hasta el punto de que se lo reventó y comenzó a sangrar, sus dientes estaban rojos y su rostro sanguinolento se mimetizaba con el color de su cabello.
—Y ya vi de dónde vino este fracaso, bueno, suerte para la próxima —respondió el adulto pelirrojo, caminando al lado de Nathaniel y siendo detenido por una mano de este.
—¿Por qué... eres tan... cruel? —tartamudeó el pelirrojo, con el labio roto y sangrante mientras sus ojos buscaban respuestas desesperadamente en aquel rostro familiar.
—Tengo que contarte algo... —pronunció el adulto, ignorando la pregunta del pelirrojo.
El espacio mental de Nathaniel cambió a un recuerdo reprimido del pelirrojo, uno que no deseaba revivir. La sala de su vieja casa en Saint-Denis le hacía vomitar debido a toda la nostalgia y sentimientos acumulados que se le venían encima.
—¿Papá? —preguntó una voz ligeramente mayor, algo que sorprendió por completo a Nathaniel, pues él mismo apareció a través de la puerta de la sala, vestido con una camiseta de fútbol y unos pantalones anchos de pijama. Su cabello estaba corto y se le notaba el cuerpo algo más curtido debido al efecto de los deportes en él.
El Nathaniel de aquella imagen los observaba fijamente, lo que hizo que el original se diera la vuelta y ahogase un sollozo al ver a su padre sentado en el sofá, bebiendo un café en su taza favorita y con el periódico en mano.
—¿Qué ocurre, Nath? Dime...
—¡Detenlo ya! ¡¿Qué es esto?! —exclamó el pelirrojo, secándose las lágrimas de la mejilla y encarando a la figura de su padre.
—Es solo algo que pasó en alguna de tus tantas versiones del universo... —murmuró por lo bajo su falso padre, aunque Nathaniel no logró escuchar la última palabra y simplemente se quedó esperando—. Pensé que estabas listo, me temo que no...
—¿Listo para qué?
—Escúchame, Nathaniel, te mentí —confesó el adulto, acercándose al pelirrojo y observando su destrozado rostro—. No soy la representación de tus recuerdos... En verdad soy tu padre.
Nathaniel le lanzó un puñetazo y gruñó de dolor.
—No lo eres... Todo esto es una maldita pesadilla y estoy por morirme, ¡déjame morir!
—¡Cállate y escucha! —le gritó aquel que decía ser su padre—. Estás a punto de morir, eso es cierto. Pero no voy a permitirlo, en verdad soy tu padre... Y también no lo soy, pero es complicado. El punto es, Nathaniel, que quiero que sepas algo...
—No eres mi padre, no eres mi padre... —repetía el pelirrojo con dolor en el corazón y abrazándose a sí mismo mientras temblaba.
—Eres un chico noble y de buen corazón, todas las cosas que dije antes eran para comprobar si en verdad te parecías a mi propio Nathaniel... —pronunció el adulto, suspirando y acariciándole el cabello—. Y lo haces, no dejes que nada ni nadie se interponga entre tus sueños, tú puedes hacer todo lo que te propongas.
—Papá quería que fuera muchas cosas y lo decepcioné... estoy muy seguro... —pronunció con nuevas lágrimas corriendo por sus mejillas y golpeándose el pecho con una mano—. Solo soy un patético e inútil adolescente con delirios de artista... Las chicas me rechazan porque no soy tan masculino como quisieran... La familia de mi madre me odia porque tengo el cabello igual de rojo que ella... Mi amigo solo es mi amigo porque me vio morir y se sintió responsable de no salvarme... Papá murió porque yo fui el mimado que hizo un berrinche en medio de la calle... Nunca pudo publicar ese último libro por mi culpa... Y yo soy la razón por la que mamá nunca pudo exponer sus cuadros en Londres y dejó su carrera artística...
—¡Nathaniel!
El pelirrojo volvió en sí mismo y en lugar de sentir una cachetada, sintió una mano acariciando su mejilla con sumo cuidado y cariño.
—Nathaniel, no vuelvas a decir todas esas cosas de ti... Tú no tienes la culpa de lo que pase conmigo o con tu madre, esas fueron nuestras elecciones para que tú puedas tener la vida que ambos deseamos para ti —comenzó a explicar el hombre pelirrojo con los vidrios empañados y posando la otra mano en el cabello de su hijo—. Eres un gran artista, las chicas se pierden a un chico fantástico y bueno, mis suegros siempre me odiaron porque querían que tu madre se casara con su apuesto novio millonario y no con el redactor del periódico.
—¿Qué? —articuló Nathaniel, confundido.
—Historia para otro día —sonrió con cariño el adulto—. Tu eres mi hijo, Nathaniel. Y quiero que sepas que siempre voy a estar orgulloso de ti, y del hombre en el que poco a poco te conviertes, nadie hace lo que hace por sus amigos como lo que tú hiciste en aquel lugar.
—Yo... —musitó Nathaniel, bajando la mirada y secándose las lágrimas.
—Sigue creciendo y haz realidad tus sueños, tus amigos estarán allí para ti, juntos están destinados a grandes cosas... Y, por cierto, no creo que el chico Agreste piense eso, prueba a hablar con él.
—Está bien...
—Ellos lo dieron todo por ti, por ayudarte, aun cuando pusieron su vida en peligro, realmente les importas...
—Creo que... ya es tiempo de que haga lo mismo por ellos.
El adulto sonrió y besó la frente del pelirrojo menor, revolviendo su cabello.
—Entonces, vuelve con ellos, y no se te ocurra volver por aquí... Al menos hasta dentro de dos años —pronunció por lo bajo el adulto, dándole una palmada a Nathaniel y girándolo por los hombros—. Ahora, ¡ve!
Lo empujó de golpe y de pronto, Nath sintió el viento golpeando su espalda con fuerza y los oídos taponados por el aire. Abrió los ojos y se quedó de piedra al ver el gigantesco rascacielos de París haciéndose cada vez más alto.
Había despertado en medio de una caída libre.
Unos minutos antes:
Chat Noir repelió un nuevo ataque de X-23 mientras Ladybug jugaba con Kingpin a las escondidas, solo que esta nueva versión del juego incluía ir derribando paulatinamente los soportes del piso superior. Si Max estuviese mirando eso, seguramente diría que se trataba de Jenga.
Nathaniel se encontraba en el regazo de su madre, que ya estaba libre de sus captores luego de que Ladybug golpease a la mujer encargada de aprisionarla en la cabeza con su herramienta favorita.
La asistente de Kingpin no se había movido ni un centímetro del escritorio del corpulento hombre y tenía la mirada puesta en la tableta, tecleaba cosas que Chat intentada descifrar por el movimiento de sus dedos.
Una columna se rompió de nuevo y los trozos salieron volando en su dirección, Chat tuvo que agacharse para esquivar uno y luego usar su bastón para bloquear los ataques de la pelinegra.
Pero por supuesto, si el plan era otro en un inicio, ¿qué fue lo que ocurrió?
Al salir de la cúpula con Nathaniel en brazos, Kingpin comenzó a reírse como un maniático desquiciado, X-23 forcejeaba contra el hilo del yoyo sin éxito alguno y ambos héroes se vieron con cierta confusión en sus rostros.
—Llévenselo, ya no me importa, morirá en cuestión de minutos —explicó el robusto hombre, ganándose una mirada mortal de parte de Ladybug y Chat Noir, además de una serie de insultos lanzados por la madre de Nathaniel que ni siquiera un anciano senil tendría en su repertorio.
—Claro que no, Venom no permitirá que muera —dijo Chat Noir.
—Eso sería cierto, de no ser porque su amiguito, "Venom", está allí arriba —señaló Kingpin con una de sus gigantescas manos, su dedo índice apuntaba directo a la cima de la cúpula, donde una cápsula con un líquido negro en su interior resplandecía como si fuese el Santo Grial.
—No puede ser... —masculló el rubio, chasqueando la lengua y observando la situación.
—Esto lo cambia todo —dijo Ladybug, entendiendo a su compañero e ideando una alternativa—. Creo que tengo otra idea...
Y luego de organizarse en apenas tres segundos, volvemos a la situación actual.
Chat tenía que deshacerse de la chica pelinegra, por lo que debía acercarse lo suficiente para inyectarle el inhibidor, poder recuperar a Venom y hacer que este volviese al cuerpo de Nathaniel. Lo único malo del plan, era que acercarse mientras la chica tuviese las garras fuera se convertía en un plan suicida.
Su vista volvió a desviarse hacia la mujer con la tableta, seguía tecleando con toda la tranquilidad del mundo mientras Chat se movía para evitar convertirse en una cena de navidad.
Debía pensar en algo ya.
Chasqueo la lengua al sentir un nuevo corte en el brazo y movió el bastón para repeler un nuevo zarpazo al rostro, en verdad esa chica estaba empeñada en desfigurarlo y acabar con su exitosa carrera de modelo. Dio una patada para enviarla hacia atrás y de inmediato se dirigió hacia la mujer que tecleaba en la tableta.
—Oye, preciosa —dijo Chat una vez estuvo lo suficientemente cerca—. ¿Qué es lo que haces con esa cosa?
X-23 se recuperó del golpe y volvió para arremeter contra el rubio, esta vez Chat usó su bastón como bate de beisbol para alejarla de nuevo, pero su brazo se resentía de dolor y el golpe fue más débil de lo que esperaba en un inicio.
—Intento desactivar la señal de control mental que emiten al chip de su cuello —respondió la mujer con un sonoro aburrimiento y toda la tranquilidad del mundo.
—Espera, ¿qué? ¿Eres de los nuestros? —preguntó confundido el rubio, observándola y ganándose un nuevo corte de parte de la pelinegra—. ¡Oye, ya córtate las uñas!
—En cubierto, si la mantienes entretenida diez segundos más, lo tienes hecho.
Eso era todo lo que necesitaba saber. Chat volvió al ataque contra X-23 y se apresuró a devolverle los golpes que bloqueaba, lo hacía sin importarle los cortes leves que poco a poco llenaban su traje, después de todo, ya había encontrado una forma de acercarse.
Cuando la chica lanzó ambas garras hacia el frente, Chat golpeó la base de su mentón con el bastón y se deslizó por debajo de sus piernas. La asistente de Kingpin, Jessica presionó el botón adecuado en el teclado y los ojos de X-23 volvieron a la normalidad.
—Discúlpame por esto, linda —le susurró a la pelinegra mientras la tomaba del torso e inyectaba el inhibidor en su cuello.
X-23 se quedó sin aire, y un pequeño grito escapó de su boca, se revolvió mientras sus garras se retraían y su cuerpo temblaba. Sus ojos se cerraron y se dejó caer sobre el único brazo que evitaba que se fuera directamente al suelo.
—¡Bugaboo, la fiera está calmada! —avisó el rubio.
—¡Bien hecho, gatito! —felicitó Ladybug, utilizando su yoyo para crear trampas en las que Kingpin siempre caía, los cables en verdad funcionaban bien cuando el enemigo es pesado.
—¡¿Cómo?! ¡¿Cómo acabaste con mi arma secreta?! ¡Se supone que debía acabar contigo y activar su instinto asesino para ser imparable! ¡¿Qué le hiciste?!
—Solo le di cariñitos —se burló el rubio, acariciando el cabello negro del arma asesina de Kingpin y dejándola recostada en el suelo—. Bueno, no, digamos que tu aplicación es sencilla de hackear.
—¡Jessica, llama a la policía y diles que el gato está aquí, que vengan por él!
—Señor, si hago eso, algunos que no están con nosotros descubrirán nuestras operaciones ilegales —respondió la asistente.
—¡Ah! ¡Entonces tendré que encargarme yo! —rugió Kingpin, enfureciéndose y tomando el cable del yoyo de Ladybug, logrando arrastrarla de un tirón y encajándole un fuerte golpe de sus puños, dejándola incrustada en el suelo de la habitación.
—¡Mi Lady! —exclamó preocupado Chat Noir, dirigiéndose de inmediato y planeando atacar a Kingpin aprovechando su pequeño tamaño, pero el inmenso villano lo tomó sin pensárselo dos veces y lo lanzó hacia la pared contraria.
El dolor era indescriptible, sintió sus costillas crujir y su columna removerse mientras su cuerpo se encajaba contra el concreto, los ladrillos y el cemento que llevaba la pared. Sus hombros se entumecieron y sentía un líquido bajar por su mejilla y gotear en el suelo.
Ladybug tampoco estaba mejor, se encontraba en el suelo, con la cabeza sangrante y tosiendo mientras se encogía del dolor.
Kingpin jadeaba con el rostro en llamas y caminó hacia el contenedor de Venom.
—Jessica, haz los honores...
—Sí, señor...
Un estruendo se escuchó en el piso de abajo y Chat se sintió como una mierda, recordó a Alix y de inmediato intentó comunicarse con ella.
—Ma chèrie... —susurró mientras se llevaba una mano doliente al comunicador en su oído—. ¿Me oyes?
Del otro lado solo escuchaba estática y ninguna respiración que pudiese indicarle algo sobre el estado de Alix.
—¿Ma chèrie? —preguntó con preocupación, observando la escena del contenedor de Venom bajando del techo con lentitud hacia Kingpin, Ladybug en el suelo, X-23 tumbada tomando el sol y los Kurtzberg agazapados en un lado—. ¡¿Ma chèrie?!
Y Chat Noir tosió sangre por primera vez en aquel encuentro, se sintió débil y parecía que, dentro de poco, volvería a ser Adrien Agreste. Había subestimado la fuerza de Kingpin, en solo un golpe sintió que la mitad de su cuerpo se rompía y que no era rival alguno para él.
Ya no podía hacer nada, Kingpin se uniría a Venom... acabaría con ellos y ejercería su control sobre París.
Había ganado.
—¿Ma chèrie?
—¡¿Ma chèrie?!
Aquello era lo único que sonaba de aquel auricular en la oreja de Alix. Cuyo cuerpo reposaba sobre aquella pared antes repleta de artefactos, la sangre bañaba el suelo y la respiración lenta de la patinadora indicaba que su situación se agravaba con el paso de los segundos.
El brillo en los ojos de Alix desaparecía mientras la presión en su herida por su parte se aligeraba al ya no tener la fuerza suficiente para poder mantenerla.
¿Así iba a acabar? ¿Con la voz de Adrien llamándola desde su airpod que se empeñaba tanto en llamar comunicador para parecerse a las películas de superhéroes? ¿Con la camisa blanca del rubio teñida de rojo y luego de haber liberado a la maquina asesina?
Era una idiota, estaba claro que a pesar de todo lo que hiciese por ellos, nunca sería suficiente, Adrien era Chat Noir, era un héroe que se empeñaba en salvar la ciudad y ella no le llegaba ni a los talones. Estaba claro que lo que pasaron juntos en Lyon solo era un recuerdo que el rubio usaba para molestarla.
En aquellos días miles de dudas llenaron su cabeza, temía por la reacción de los Agreste y por la de su propia familia, al menos, lo hizo hasta que Adrien le recordó que eso acabaría en el mismo lugar donde empezó. Y ahora estaba segura de que fue la elección correcta.
La mirada de Nathalie no iba a olvidarla, aunque se la hubiese dado ahora que solo eran amigos. Solo le recordaba lo fuera de lugar que se sentía en su nuevo grupo con el gato y el tomate.
Una pequeña tos la atacó y enfocó con cuidado el lugar, todo roto y deshecho, oscureciéndose mientras la cabeza le latía como nunca. Ni siquiera cuando le atacaba el estrés o esos días tan temidos el dolor era tan fuerte.
—¿Aquí es donde morimos? —preguntó una voz parecida a la suya, por lo que Alix intentó girar la cabeza y la recostó en su hombro. A su lado se pudo ver a ella misma... O eso parecía, tenía el cabello rojizo y un par de piercings, uno de ellos en la nariz, estaba segura de aquella chica no podía ser ella, nunca se vestiría de una forma tan increíble.
—¿Qué...? —pronunció en voz baja y casi sin voz.
—Pregunté si es aquí el lugar donde solemos morir —respondió la chica parecida a ella. Aquello todavía le seguía martillando en la cabeza. ¿Por qué hablaba como si fueran la misma persona?
—¿Quién eres? —preguntó Alix, sintiendo la parte baja de la boca llena, pero negándose a tragar, no quería ahogarse con su propia sangre o algo parecido.
—¿Era tan tonta hace diez años? —sonrió la mujer mientras cruzaba los brazos detrás de su cabeza y se dedicaba a observar el techo—. Creo que en esta situación es normal dudar de todo, lo entiendo.
Alix la seguía observando cómo podía, su vista se emborronaba y la fuerza en sus brazos ya era casi inexistente.
—Escúchame, Alix, no vas a morir, revisa tu bolsillo —aconsejó la mujer con una sonrisa y guiñándole el ojo—. Y no dañes mucho nuestra camisa favorita.
Alix parpadeó y la chica sentada a su lado desapareció de inmediato. Debió suponerlo desde un inicio, era solo un producto de su imaginación ahora que estaba por pasar al otro lado. Aunque era muy curioso, tuvo la sensación de que ya la conocía.
La patinadora cerró los ojos y decidió aceptar su destino, había vivido una buena vida después de todo, a pesar de las peleas con su padre y la constante competición que mantenía con Kim. ¿Cómo reaccionaría su hermano ante su partida? ¿Cómo lo harían sus amigos? El único pensamiento que la consolaba en ese momento era que se podría reencontrar con su madre.
Su madre...
Alix abrió los ojos de golpe e hizo el esfuerzo de llevar la mano hacia su bolsillo, donde reposaba el reloj que le dio su padre. La chica le dijo que lo revisara, y no entendía la razón, un reloj normal no podía hacer absolutamente nada.
Presionó el seguro de la tapa y el reloj se movió en su mano, se sorprendió y jadeante, la reliquia familiar comenzó a brillar hasta que cambió de forma.
La tapa se abrió y de su interior, un pequeño ser se movió por el aire, era blanco y con unas orejas muy largas. Alix pensó de inmediato en Plagg y el anillo que transformaba a Adrien en Chat Noir. ¿Era posible que este reloj...?
—¡Hola, soy Fluff! —saludó la pequeña kwami, rodeando a Alix y dejándola con la boca abierta—. ¡Ah, estás sangrando! ¡Tienes que transformarte, rápido!
—¿Transformarme? —pronunció Alix con una voz inaudible, tan bajita que Fluff no la hubiese alcanzado a oír de no ser por sus grandes orejas.
—¡Sí, sí! ¡Transformarte! ¡Tienes que hacerlo! —Fluff se agitó algo nerviosa y la observó con sus grandes ojos—. Debes llamarme y decir: "El reloj"
Alix ya podía decir que la situación le superaba en demasía, pero tampoco perdía nada, por lo que sostuvo el reloj con sus últimas fuerzas y confió en la pequeña criatura que flotaba frente a ella.
—Fluff, el reloj... —musitó Alix, cerrando los ojos y sintiendo una energía imbuirla, fluyendo por su cuerpo como si ella fuese una batería. Sintió que la herida dejaba de doler y se cerraba, así como su cuerpo, que poco a poco se sentía con mucha más vitalidad.
—¿Qué está pasando? —preguntó la de cabello fucsia, abriendo los ojos y viendo su cuerpo brillar, la tela de color azul y blanca comenzó a cubrir su cuerpo, apegándose y avergonzándola por resaltar sus atributos.
—Hago fluir el paso del tiempo a través de ti —respondió Fluff en su mente—. Así estarás lista para la batalla.
Alix se levantó con cuidado, su cuerpo brillando y sintiéndose cada vez mejor y más fuerte, exhaló y comenzó a toser cuando sintió que su interior se revolvía.
Unas orejas aparecieron sobre su cabello y finalmente el antifaz. El brillo desapareció de golpe y dejó un paraguas en su mano, Alix lo sujetó con firmeza y supo lo que le tocaba hacer, se dedicó a mirar hacia arriba y saltó a través del agujero del techo.
Chat Noir se quedó de piedra cuando vio a la heroína de orejas largas hacer su aparición por el mismo lugar del que apareció la chica de garras. Sintió que se le hacía agua la boca y estaba preparado para ir a saludarla como acostumbraba de no ser por su mala condición.
Evitó recorrerla con la mirada más de lo necesario, pero el traje no le hacía ningún favor, era como el de Ladybug, se le pegaba tanto al cuerpo como una segunda piel y no dejaba nada a la imaginación.
—¿Ma chèrie? —preguntó Chat por el comunicador.
Vio que la heroína de orejas largas se llevó la mano a una de sus orejas humanas y sonrió mientras movía la cabeza y le guiñaba el ojo.
—Je suis là pour te sauver, mon beau —respondió con una sonrisa y relamiéndose los labios, pero volviendo a su expresión seria—. Dime la situación.
—Delante tuyo, Kingpin está por unirse con Venom, nosotros estamos acabados... Todo depende de ti, ma chèrie —dijo Chat, jadeando de cansancio y cerrando los ojos—. Por cierto... Te ves muy sexy en ese traje.
—Ya sabes las reglas, ver, pero no tocar —respondió Alix, impulsándose hacia Kingpin y cayendo sobre él con una patada doble directa a la cabeza.
La sensación era increíble, se sentía muy ágil y fuerte, lo más resaltante era la notoria fuerza en sus piernas y su buen oído para detectar incluso una pluma cayendo sobre el pasto. Aterrizó sobre Kingpin y logró desequilibrarlo mientras lo usaba para impulsarse hacia el contenedor de Venom.
—¡Ah! ¡¿Otra más?! —se enfureció el hombre, levantándose y apretando los puños.
—Discúlpame por llegar tarde, estaba llevando a una niña al país de las maravillas —respondió Alix con una sonrisa y sujetando el contenedor de Venom contra su pecho.
—Sabía que París tenía muchos payasos, pero esto es demasiado —declaró Kingpin, rechinando los dientes y dando fuertes golpes en el suelo con los puños—. Mira, niña, dame ese simbionte o si no...
—¿Qué harás, un berrinche? —le retó Alix, frunciendo el ceño y observándolo fijamente a los ojos, aceptando su desafío.
Kingpin adoptó una postura tranquila y fue retrocediendo, la expresión de Alix se transformó de inmediato al ver que se dirigía hacia la Ladybug lastimada y la tomaba desde los brazos como si fuese un pollo colgado en un mercado.
—Dame el simbionte, o la voy a partir a la mitad como una ramita —amenazó Kingpin.
—Eres un... —masculló Alix, afianzando el agarre en el contenedor de Venom.
—Su destino está en tus manos.
La situación se tensó demasiado, Alix mantenía sus manos sobre el contenedor con un miedo latente a equivocarse y que todo saliera mal. ¿De verdad podía hacerlo?
Chat Noir se acababa de descolgar de la pared y vio de reojo como la madre de Nathaniel también lo acobijaba entre sus brazos. Esa señora en verdad debía ser bastante fuerte para pasar por todo esto sin desmayarse.
—Está bien... Toma —dijo Alix, extendiendo el contenedor de Venom y bajando la cabeza, suspirando y sintiendo que las piernas le temblaban.
—Eres una chica lista, tráelo hasta aquí —pidió Kingpin, bajando la mano, pero manteniéndola cerrada para no liberar a Ladybug.
Alix asintió y dio solo dos pasos antes de detenerse.
—No, si quieres el contenedor, ¡tendrás que atraparlo!
Y lo lanzó al aire.
Movió el brazo y creó un círculo en el aire que poco a poco se extendió hasta crear un portal blanco.
—¡Madriguera! —exclamó Alix, entrando en el portal.
No iba a mentir, fue una decisión arriesgada, pero el interior de la madriguera era mágico. En toda la definición de la palabra, no estaba flotando, pero sentía que podía moverse por el lugar con saltos e incluso caminando en cualquier dirección. Cientos de visiones de eventos futuros y pasados se reflejaban en cada uno de ellos.
—¿Si solo quiero viajar en el espacio? —preguntó Alix a la nada. La madriguera se movió y giró a su alrededor, los distintos portales cambiaron y le mostraron situaciones diferentes que ocurrían al mismo tiempo. Desde que ella lanzó el recipiente, hasta Chloé obligando a Sabrina a hacer su tarea lejos de allí.
Se desplazó de inmediato hacia su situación actual y creyendo que encontró lo que buscaba, se fundió en aquel portal.
Kingpin soltó a Ladybug para ir por el recipiente y ella apareció detrás, por lo que recogió a su amiga y la metió con ella para el portal.
Una vez lo hizo, procedió a realizar un procedimiento similar, esta vez salió al lado de la madre de Nathaniel y dejó a Ladybug con ella, la saludo con una seña y volvió a la madriguera.
Ahora necesitaba algo que le ayudase, por lo que se metió en el último portal y salió de inmediato justo al lado de Kingpin, en el momento justo para interponerse cuando este intentaba atrapar a Venom.
Ninguno lo logró, Alix intentó interponerse, pero las manos tan grandes de Kingpin terminaron tomando el contenedor con tanta fuerza que lo acabó rompiendo.
La masa oscura de Venom comenzó a recubrir poco a poco el cuerpo del villano, Alix cayó al suelo observó con horror como el tamaño de Kingpin incrementaba.
—¡Por fin! ¡Te seré sincero, niña! Mi plan original era acabar con esta cosa y el mocoso, pero ya que han acabado con mi arma secreta, solo haré un cambio de experimentos.
—Estás loco...
—Claro que no, ¡estoy muy cuerdo! —Kingpin estiró la mano y un tentáculo se dirigió hacia Nathaniel.
—¡No! ¡Suelta a mi hijo! —rugió la madre del pelirrojo, intentando proteger a Nathaniel a toda costa, sin embargo, el tentáculo la rodeó del cuello y la apretó con la fuerza suficiente para dejarla inconsciente.
—¡Señora Kurtzberg! —exclamó Alix, levantándose de inmediato para evitar que Kingpin lograse su objetivo, pero un tentáculo más surgió de la masa oscura y la tomó del cuello.
—Al fin te tengo, muchacho... —susurró Kingpin, observando el cuerpo inconsciente de Nathaniel colgando frente a él—. No sabes todos los problemas que me has causado, y al fin voy a disfrutarlo acabando contigo.
—No... —jadeó Alix, quedándose sin aire e intentando retirar de su cuello el tentáculo que la asfixiaba con fuerza.
Kingpin levantó a Nathaniel con dos tentáculos y preparó uno más para acabar con él. Pero se detuvo, todo se detuvo de golpe y poco a poco, la masa oscura que rodeaba a Kingpin comenzó a disminuir.
—¡¿Qué está pasando?!
El tentáculo que asfixiaba a Alix desapareció de pronto.
—¿Venom? —se atrevió a preguntar Alix, jadeando y llevándose las manos al cuello para frotarlo con suavidad.
Cuando la masa negra comenzó a rodear al pelirrojo, Alix escuchó una risa muy familiar, nunca aceptaría que de verdad se alegró por volverlo a ver, antes muerta.
—¡No, no! ¡Jessica, activa el control mental! —ordenó Kingpin.
—Debo decirle señor que luego de lo que hizo el rubio de antes, la función se ha deshabilitado —explicó la asistente de Kingpin desde su lugar, Alix no se había enterado de su existencia debido a lo silenciosa que estaba.
—Usa el servidor auxiliar —respondió de inmediato el hombre mientras intentaba retener a Venom con sus puños.
—Parece que alguien lo destruyó en los edificios inferiores —respondió Jessica, Alix sonrió al escuchar eso.
—Esto no puede estar pasando —farfulló Kingpin, con los ojos rojos y preparándolos puños libres para golpear el cuerpo del pelirrojo y fulminarlo—. ¡Te mataré con mis propias manos!
Alix tragó saliva y supo lo que tenía que hacer, se impulsó y deslizándose hacia su amigo, lo empujó con las piernas mientras trazaba un círculo con el brazo y recibía el impacto potente de su enemigo.
Y debido a la fuerza del empujón, el pelirrojo atravesó la ventana y cayó al vacío.
La sensación de caer no era bonita, en primer lugar, no podía maniobrar y tenía como varios trozos de vidrio cayendo a la par y alguno que otro era peligroso si iba directo a su rostro. Aunque luego de aquella extraña charla con su padre, ya no le importaba dar la cara de forma literal por salvar a sus amigos.
Claro, debía salvarse primero.
—Bueno... ¿qué hago ahora? —se preguntó el pelirrojo, tragando saliva e intentando darse la vuelta.
—¿Qué te parece si nos presentamos de nuevo? —pronunció Venom en su mente, algo que alegró por completo al pelirrojo.
—¡Venom! ¡Que gusto escucharte! —dijo Nath, sonriendo mientras seguía cayendo sin freno.
—A mí me da gusto volver, ¿qué te parece si volvemos para ayudar a tus amigos?
—Me encantaría... Ya se acabó lo de huir y lo de no querer luchar —pronunció Nathaniel, cerrando los ojos mientras sentía que el traje de Venom se formaba a su alrededor—. Ahora todo es diferente, Venom, creo que es la primera vez... que me siento seguro de hacer algo.
—Me alegro de oír eso, Nathaniel —dijo Venom, riendo en su mente mientras completaba el traje—. ¿Eso quiere decir que ahora...?
—Ambos pensamos lo mismo —dijeron al unísono, sonriendo a la vez mientras el traje cambiaba, fundiéndose y estilizándose mientras una inmensa araña roja aparecía en su espalda y en su pecho. La máscara se convertía en un antifaz y sus ojos cambiaban a un color rojo sangre.
Dos telarañas salieron de cada brazo y detuvieron a Nathaniel a algunos centímetros del suelo, escuchó exclamaciones de la gente y sonidos de obturadores de cámara, pero no les prestó atención. Su mirada estaba fija en la ventana rota del edificio, y en el camino que tomaría para llegar hasta allí.
La propia elasticidad de la telaraña lo volvió a enviar hacia arriba un par de pisos, pero Nathaniel se apegó a la pared y se irguió, levantándose y soltando dos telarañas para luego empezar a caminar hacia atrás.
—¿Una resortera? —preguntó Venom—. Todos piensan igual.
—Es lo más efectivo —sonrió Nathaniel, despegándose de la pared y saliendo disparado hacia arriba.
La velocidad imprimida echaba su cabello hacia atrás y lo hizo sentir bien, en verdad disfrutaba eso, libre de ataduras, libre del suelo, y con las mejores vistas que uno podría desear.
No tardó en llegar a la ventana rota y disparando una telaraña, entró de inmediato, aterrizando de golpe y levantando la mirada, encontrándose cara a cara con Kingpin.
Debajo de aquel hombre tan inmenso, la heroína conejo salía de un portal y golpeaba con sus piernas al adulto para intentar llevarlo lejos de donde reposaban sus amigos. Sus ojos se agitaron al ver a su madre tirada en el suelo y con el cabello revuelto.
—¡Kingpin! —bramó el pelirrojo, con la voz más grave de lo habitual y los ojos rojos peligrosamente encendidos.
—¡Maldita sea, tú no pareces querer morirte! —masculló Kingpin, tomando finalmente a Alix y lanzándola hacia un lado, Nathaniel no tardó en reconocerla, porque siendo sincero, ¿quién más tendría ese color de cabello?
—¡Hey! —la llamó, evitando decir su nombre—. Llévatelos a un lugar, seguro, yo me encargo de esto.
—¿Seguro? —preguntó ella levantándose con dificultad.
—Sí, confía en mi —le respondió el pelirrojo, asintiendo y regresando su mirada hacia Kingpin, generando un ambiente tenso entre ambos y la sensación global de que los dos podrían matarse sin prejuicio alguno.
Alix hizo un círculo y entró en él. Nathaniel decidió solo centrarse en su enemigo por el momento.
—¿Qué es lo que estás planeando, Nathaniel Kurtzberg? —preguntó Kingpin, frotándose los nudillos y observando fijamente al pelirrojo.
—Planeo acabar contigo aquí mismo, no volverás a tocar a mi mamá y a mis amigos —masculló Nathaniel, entrecerrando los ojos.
Los dos se quedaron quietos por un momento, y pronto todo comenzó, Kingpin rugió cuando se lanzó a embestir a Nathaniel, el pelirrojo pegó dos telarañas y ascendió para esquivar el golpe.
Es entonces que tal y como hizo con Aarons, los ataques aéreos del pelirrojo se fueron secuenciando uno tras otro, siendo cada vez más fuertes y poderosos. El choque de puños entre ambos fue como oír dos titanes chocar, aunque Kingpin cedió debido al dolor.
—Estamos haciéndolo retroceder —se percató Venom, generando una sonrisa en el rostro del pelirrojo.
—¿Qué ocurre, Kingpin? ¿Es demasiado para ti? —preguntó el pelirrojo, acercándose y asestando otro golpe en el robusto cuerpo del hombre, que lo mandó a estrellarse contra la única columna en pie de aquel piso cincuenta y seis.
—No creas que me estás venciendo, niño —gruñó el hombre con la boca envuelta en manchones rojos y escupiendo sangre hasta por hablar—. Solo necesito que te descuides un momento para poder acabarte, ¡Jessica!
Un fuerte y retumbante sonido, afectó a Nathaniel y lo hizo encorvarse de dolor, ese fue el momento que Kingpin aprovechó para golpear al pelirrojo y empezar su arremetida. Fue lanzado contra el suelo y aplastado con fuerza con cada golpe de puño.
—Siento mis costillas comprimirse con cada golpe —jadeó el pelirrojo, esperando a que la vibración desapareciese—. Es como un elefante...
—Tenemos que hacer algo con ese sonido...
Nathaniel intentó buscar el origen del sonido, pero Kingpin lo tomó como si fuese un juguete y lanzó su cuerpo hacia otro lado de la estancia. El pelirrojo alzó la cabeza y lanzó una telaraña para cubrir una bocina en el techo.
—¡Jessica, es hora de acabar con esto! —gruñó Kingpin—. ¡Activa el programa final!
Venom se agitó en su cuerpo y Nathaniel sintió el cosquilleo en su nuca, dirigió la vista hacia la asistente de Kingpin, la mujer asintió con la cabeza y tocó una aplicación en la tableta.
—¿Programa final? —preguntó Nathaniel, agitado y con su cuerpo regenerándose de sus heridas.
—Lo último que se podía hacer si todos los experimentos fallan, enviará una señal que acabará con la vida de todos y cada uno de ellos, incluyendo al simbionte —explicó Kingpin con una mirada desquiciada.
—Venom no es uno de los experimentos —dijo Nathaniel, con los ojos abiertos y apretando los puños.
—Las bitácoras del doctor mencionan que todos los experimentos tienen al menos una parte del simbionte, por lo que lo configuraron para que funcionase con eso —explicó Kingpin, señalando a la asistente Jessica, que parecía una fantasma de pie en medio del desastre de toda la habitación.
—¡No, no!
Jessica presionó aquel botón y del mismo dispositivo que usaron para absorber a Venom, una onda expansiva se hizo presente y los mandó a todos hacia los lugares más recónditos de la habitación, volando escombros y generando una explosión que la gente debió ver desde afuera.
Nathaniel comenzó a temblar porque sentía frio, se levantó y vio a Venom revolviéndose sobre él.
—¿Qué es lo que ocurre? —preguntó Nathaniel, jadeando de cansancio y levantándose con cuidado, apoyándose en la pared contigua y observando a Kingpin de pie, caminando hacia él.
—Es tu final y el inicio de mi reinado. —Kingpin salió de entre los restos de las paredes y columnas y caminó hacia él, manchado de humo y con la cabeza roja de su propio liquido vital. Las sirenas de bomberos y policía comenzaron a escucharse a lo lejos, así como a unos cuantos drones que se acercaban para tomar imágenes de lo ocurrido.
—No... No lo es —jadeó Nathaniel, levantándose y respirando con dificultad—. Esto no es tu reinado... Vas a caer, Kingpin.
—Solo debo eliminarte y las autoridades se encargarán del resto, nunca habrá sucedido y podré seguir expandiendo mi reino.
—No lo harás —escupió el pelirrojo, gruñendo y con Venom moviéndose sobre él, completamente desorientado.
—Lo haré, ya verás.
Kingpin se acercó y procedió a golpearlo varias veces, Nath soltó varios gritos de dolor y observó de soslayo a los drones aéreos grabar la escena. No les tenía ningún tipo de confianza, y esta se certificó cuando desaparecieron al primer momento y sin haber hecho una toma clara de lo ocurrido.
En el interior de la mente del pelirrojo, la oscuridad de Venom se iba haciendo cada vez más pequeña.
—Nathaniel... —pronunció el simbionte con voz cansina.
—Venom, ¿qué te está pasando?
La expresión del pelirrojo era de notoria preocupación, mientras que su cuerpo era brutalmente vapuleado en la realidad, al menos su aspecto mental parecía mantenerse cuerdo.
—Me siento cada vez más débil...
Aquellas palabras fueron como un jarrón de agua fría para el pelirrojo, que se mordió el labio inferior y observó el rostro del simbionte.
—¿Morirás...?
—No creo que vaya a morir... Pero estoy muy débil, puedo serte de ayuda una vez más...
—Venom —pronunció el pelirrojo, con la voz temblorosa y tragando saliva.
—Debes acercarte al dispositivo de antes, el que envió la onda expansiva y dejar que me vaya... Lo destruiré y haré que explote con todo este edificio, me llevaré a Kingpin conmigo...
—¡No, no lo harás! ¡Lo haremos juntos!
El espacio mental del pelirrojo se volvía inestable debido al profundo dolor al que su cuerpo era sometido, el propio Nathaniel del interior comenzó a escupir sangre como una fuente.
—Escúchame, Nathaniel —habló seriamente Venom, observándolo con intensidad—. Aunque hayan sido muy pocos días, me alegro de haberte conocido.
—Venom... —pronunció tosiendo el pelirrojo, observando a su amigo con los ojos brillantes y negando con la cabeza.
—Tienes que hacerlo... ¡Ahora!
Volviendo a su estado de conciencia, Nathaniel despertó y escupió sangre cuando Kingpin lo aporreó de nuevo contra el suelo, sentía la espalda destrozada y a sus pulmones siendo aplastados por su tórax.
—¡Ve! —escuchó a Venom gritar en su mente.
Nathaniel soltó un gruñido y decidió utilizar toda su fuerza, golpeó la mano de Kingpin con furia y escuchó el crujido de huesos rompiéndose mientras el hombre se tomaba la mano. El pelirrojo se levantó y lanzó un par de golpes más fuertes, dirigidos al abdomen y rostro.
La sangre salpicó sus brazos cuando le rompió la nariz y lo tendió sobre el suelo, caminando a trompicones hacia la maquina que se veía colgando del techo, estiró la mano y sintió que Venom lo abandonaba, cubriendo el dispositivo casi en su totalidad.
—¡Vete!
El pelirrojo pegó un grito de dolor y salió corriendo hacia la ventana vacía, logró divisar entre los escombros a una chica pelinegra y sin pensárselo dos veces, la tomó antes de lanzarse al vacío.
Dos segundos después de caer, aquel piso del edificio explotó y observó con estupor, como el Tour Montparnasse, se derrumbaba sobre sí mismo.
Unos minutos antes:
Alix dejó a todos en una azotea a varios metros de distancia del edificio, su primera impresión es que en verdad todos se veían mal. En su mente todo era raro, Kingpin enojado había destruido en cuestión de segundos a Chat Noir y Ladybug, y casi lo hace con ella.
Deseaba que a Nathaniel le fuera bien.
Se sentó por un momento y observó el edificio con sumo cuidado, intentando identificar si podía algo de la pelea de su amigo, al menos hasta que escuchó un quejido femenino y se apresuró a ayudar a la madre de Nathaniel.
—Señora, ¿cómo se encuentra? —preguntó notablemente preocupada Alix, ladeando la cabeza para intentar buscar alguna herida invisible a simple vista.
—Estoy bien, ¿sabes dónde está mi hijo? —habló la mujer con una voz muy ronca y seca, Alix asintió con la cabeza y ella la miró con ojos esperanzados.
—Nathaniel está allá arriba, haciendo lo que tiene que hacer —respondió Alix con sinceridad, no valía para nada la pena ocultarle algo a la mujer luego del mal trago pasado con anterioridad—. ¿Pero lo más importante, como se siente usted?
—Bueno, llevaba mucho tiempo despierta y dormir me hizo bien —respondió la mujer con una pequeña sonrisa—. Solía escuchar hablar al señor grande toda la noche con su asistente.
—¿Mencionaban algo en específico?
La madre de Nathaniel se llevó una mano a la frente en un intento de hacer memoria.
—Sí, las bitácoras de un doctor, no sé que cosas hablaban, pero sé que le escuché decir que las guardase en una caja fuerte en su oficina —respondió la mujer pelirroja, Alix asintió y se mordió el labio inferior.
—Señora, le encargo a mis dos amigos, ahora vuelvo, no se preocupe —le guiñó un ojo Alix, abriendo una madriguera y entrando en ella.
Se movió de inmediato y apareció en el piso cincuenta y cinco, el último que le faltaba por ver. El piso era diferente a los otros, pues el suelo, al menos la parte entera, estaba recubierto de un material aterciopelado que lo hacía suave al tacto y muy gustoso de caminar. Un amplio pasillo se cruzaba justo en el agujero y llevaba hacia unas inmensas puertas de madera lacada que no tardó en abrir de una patada.
La oficina de Kingpin, contaba con muchos lujos, televisores amplios, libros, muchos licores y otras cosas que solo podría encontrar en el despacho de muchos empresarios, dinero en fajos ocultos por todas partes.
Pero eso no era lo importante.
—Si yo fuese una caja fuerte, ¿dónde estaría? —Alix dio una vuelta y se quedó observando la televisión de pantalla plana con una expresión pensativa. Se acercó y descubrió que el objeto utilizaba un riel para poder bajar y subir a un compartimiento trasero—. Bingo.
Metió la mano mientras subía el televisor con cuidado y tocó algo metálico, lo palpó varias veces y cuando llevó la mano a la cerradura virtual, asintió con la cabeza.
Lo había encontrado.
Hacer pasar el objeto por la madriguera fue muy sencillo, pero estuvo a nada de perderlo, como no sabía la combinación tendría que recurrir a su amigo rubio, pero lo haría después, ya era suficiente con todo lo que había acontecido hoy.
Al salir de la madriguera, encontró a la mamá de Nathaniel cuidando a sus dos amigos con mucha delicadeza, sonrió internamente y se hizo una nota mental de sacarla a comer algún día.
—Ya volví —anunció mientras salía de la madriguera, pero dejando la caja fuerte en ella, si había entendido como funciona, no debería haber problemas.
Cuando lo hizo, una onda expansiva azotó el lugar y humo salió de inmediato del piso cincuenta y seis, aquel donde Nathaniel y Kingpin llevaban a cabo su batalla. Las sirenas de bomberos aparecieron y las personas procedieron a evacuar el edificio de forma ordenada. Se tomaron un par de minutos para hacerlo todo, pero parecía que ya no quedaba más gente. Las autoridades también hicieron presencia para acordonar el perímetro y evacuar a la población debido a la amenaza de derrumbe.
—¿Crees que mi Nath esté bien? —preguntó muy preocupada la mujer, temblando mientras acariciaba el cabello rubio de Adrien como si este fuese un gato.
—Lo estará, confío en él.
Los drones de noticias aparecieron y tomaron a Alix desprevenida, mientras dos de ellos fueron hacia la cima del edificio, los otros se quedaron cerca, rodeando al grupo con curiosidad.
—¿Drones? —preguntó la madre de Nathaniel, ladeando la cabeza con confusión.
—Sí, pero no sé por qué... —La mente de Alix conectó los cables y abrió los ojos con preocupación—. Cúbrase la cara... ¡Cúbrase la cara! ¡Vienen por Chat!
Los policías aparecieron en azoteas aledañas y los rodearon en apenas diez segundos, Alix no pudo abrir la madriguera porque sentía que, si lo hacía una vez más, perdería la transformación.
—¡Están arrestados por ser cómplices de Chat Noir!
Alix levantó las manos y le dijo a la madre de Nathaniel que hiciera lo mismo, no tenía sentido ponerse a pelear con la policía, y menos cuando estos ni siquiera estaban del lado de la ley.
Un pequeño estruendo, fue la antesala de una explosión inmensa, que abarcó todo el edificio hasta la base, y lo convirtió en ceniza mientras se derrumbaba y se llevaba la estación de metro y tren como daño colateral.
El polvo se extendió en la dirección contraria a la que ellos estaban, pero el temblor y se sintió en gran parte de la ciudad, Alix logró observar dos figuras cayendo del edificio y sintió el impulso de salvarlos, pero confiaba en Nathaniel, él podía hacerlo.
Los policías se quedaron atónitos al observar la escena y por un momento parecieron olvidar sus funciones, un par de pasos se escucharon y de pronto, estos se vieron rodeados por agentes con traje y algunos soldados armados.
—¡Muy bien, a todo el cuerpo policial aquí presente! —habló una mujer de voz fuerte y apareciendo detrás de los oficiales de la azotea contraria, Alix la reconoció de inmediato y se le escapó un jadeo—. Felicia Hardy, Interpol, todos ustedes están bajo arresto por colaborar con el crimen organizado, delitos de tráfico de armas y corrupción.
Los agentes se revelaron como cientos que aparecieron de inmediato, sometiendo a aquellos identificados como culpables de la fuerza policial. Todos serían interrogados y los inocentes podrían retomar de nuevo el servicio.
Un par de minutos después, Felicia se acercó al borde de la azotea y le hizo un gesto para que pudiera acercarse.
—Dile a tu amigo Colt Fathom que le agradecemos por la información que nos envió, de no ser por él, Wilson Fisk se nos habría escapado de nuevo —dijo Felicia, sonriendo mientras se cruzaba de brazos—. Por cierto, bonito traje, Alix Kubdel.
Alix se quedó helada y solo asintió ante el saludo de la mujer, que volvió a hablar con su escuadrón y siguieron llevándose a los policías uno tras otro.
Entre los escombros del que fuera en su momento el único rascacielos de París, dos grandes trozos se movieron y dejaron a la vista a la que fuese la asistente de Kingpin, Jessica. La mujer terminó de quitarse las lentillas para revelar su verdadero color de ojos y mantener su cabello negro como siempre. Dejó de presionar un objeto similar a un bolígrafo y lo que parecía ser un escudo holográfico a su alrededor desapareció.
—Jones al habla —se comunicó la mujer con un dispositivo en su muñeca y acercándose al bulto inmenso que sin duda era el cuerpo inconsciente de Kingpin—. Está acabado, preparemos la extracción, necesitaremos dos grúas, pasará dos noches aquí y luego lo trasladaremos a Nueva York. Ah y díganle a Stark que su invento si funcionó.
Jessica Jones escupió a un lado y se acercó al cuerpo gigantesco, le dio una patada en el pie y al no ver reacción, se aseguró de que estaría así por un buen tiempo.
—Está bien tieso, pero bueno, me pondré a buscar la bitácora de la oficina para obtener la vieja información de Connors —volvió a comunicarse Jessica, observando a un grupo de los soldados de la Interpol acercarse para rodear el cuerpo de Kingpin—. Y díganle a Ghost-Spider que lamento no haberle creído, y que es una mierda esto, no quiero más misiones de infiltración, que las próximas las haga Felicia.
Nathaniel cayó sobre un poco más lejos de lo que pensó en un inicio, pues el pasto de lo que era el cementerio de Montparnasse no era su lugar favorito para pasar el rato, en un principio se creyó muerto, pero eso no podía ser así.
Y tenía a una chica pelinegra observándolo con mucha curiosidad en sus ojos, se había despertado al mismo tiempo que él y lo primero que hizo fue olerlo. Se le pegó al instante y lo seguía a cada momento sin alejarse demasiado.
Al menos ya estaba tranquilo, todo había terminado, solo faltaba que el tema de Chat Noir volviese a la normalidad... Quería dormir todo el día y poder hablar con Venom de sus poderes...
Venom...
Pensar en él le provocó un dolor en el corazón y que lágrimas saliesen de sus mejillas, la chica se le quedó mirando y apoyó la mejilla en su pecho, logrando calmarlo de forma momentánea.
Y ahora se estaba dando cuenta de la realidad, de una cruel realidad.
Acababa de perder a su amigo. Tal vez para siempre.
Un día después: Narrado por Nathaniel
Los eventos que ocurrieron fueron como los de una película. A las diez de la mañana, la Policía local de París se comunicaba anunciando la baja del ochenta por ciento de su fuerza debido a una renovación de plantilla por orden del presidente. Estaba claro que mentían, el gobierno intentaba encubrir lo que ocurrió con Kingpin debido a que no querían quedar como unos estúpidos. Se le quitaron los cargos a Chat Noir fingiendo una especie de malentendido y le enviaron una disculpa pública.
Todos los empresarios que se vieron involucrados con Kingpin fueron identificados por Alix cuando Felicia y Jessica aparecieron en mi casa justo después de las noticias de la policía. Tuve ganas de lanzarme encima de la segunda mujer cuando nos reveló que fue la asistente de Kingpin y la encargada de activar la máquina que mató a Venom.
Me calmó, y me explicó la situación, lloré como un niño en mi sofá mientras me calmaban todos y luego me dieron galletas de chocolate. Las comí todas. Ahora los tres tenemos el contacto de aquellas mujeres de la Interpol y la misión de agradecer a un tal Colt Fathom, que Alix creía conocer de la fiesta. Adrien dijo que el nombre le sonaba, pero no recordaba de dónde, por lo que lo buscaría.
Cubrieron la destrucción del Tour Montparnasse diciendo que fue un atentado terrorista, mientras todo eso ocurría, Felicia nos reveló que estaban trasladando a Kingpin a una prisión de máxima seguridad en París antes de llevárselo a Nueva York. Aquello me recordó que tenía una charla pendiente con Gwen.
Les pregunté sobre el resto de los hombres de Kingpin, sobre Aarons y el chico rubio que vi en aquel laboratorio, pero no sabían nada, seguramente aprovecharon el tumulto de gente en la evacuación para escapar. Nunca lo sabríamos, esperaba no volver a verlo jamás.
Debido a todo lo que ocurrió, y a las heridas que presentamos los tres, y Marinette, porque parece ser que estuvo cerca del lugar y fue afectada. El Ministerio de educación tomó cartas en el asunto y decidió suspender las clases hasta que toda la situación se calme.
Hawk Moth tuvo la decencia de no aparecer durante todo el desastre, y esperaba que no lo hiciera al día siguiente, era un blanco fácil.
Parecía que nada había cambiado, por lo que, por ahora, volvíamos a nuestra vida normal.
—Nathaniel, cariño, ayuda a Laura para que ordene su habitación —dijo mi madre acercándose y secándose las manos con una pequeña toalla.
Cierto, esa es otra adición en mi vida. La chica que rescaté era el arma que Kingpin quería usar para matarnos, no murió como lo hizo Venom, supusimos que el inhibidor tenía algo que ver. Como no se despegaba de mí, la llevé a casa y ahora vive con nosotros, resultó ser más tranquila de lo que esperaba.
—Está bien, mamá —acepté sin ningún problema y subí las escaleras, como siempre tuvimos una habitación libre, la acomodamos un poco para que Laura estuviese cómoda.
La puerta estaba abierta y ya se veía que todo el tema del orden no iba con su estilo, por lo que yo debía hacerme cargo a partir de ahora. Solo esperaba que a mis amigos las cosas les estuviesen yendo mejor.
Parece que, volvíamos a nuestra vida normal.
Dos meses después:
Marinette se sentó en su lugar habitual y esperó, por primera vez en mucho tiempo había sido la primera en llegar a clase, por lo que cuando Kim abrió la puerta del aula y se la encontró, se echó hacia atrás creyendo que había visto un fantasma.
—¿Marinette? ¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó el chico atlético, haciendo una especie de señal católica por si la que estaba sentada en verdad no era la Dupain-Cheng.
—Esperando a que empiece la clase —respondió Marinette, abriendo su cuaderno de bocetos y poniéndose a crear un par de diseños para hacer tiempo.
—¿Tan temprano? —preguntó Kim, pasando hacia su lugar y sentándose para esquivar la mirada que le enviaba la chica de coletas.
—Cuando me esfuerzo, puedo llegar temprano —replicó Marinette, haciendo una mueca con el labio.
—Sí, claro y yo puedo nadar con los ojos cerrados —soltó el joven, llevándose las manos a la cabeza al tener una gran idea—. Oh, ya sé que haré hoy.
Marinette suspiró y se centró en seguir con su trabajo.
O al menos lo intentó.
Pasaron Max e Iván, los dos se sorprendieron de verla tan temprano en su sitio y se ganaron una lluvia de bolas de papel de parte de Marinette. Que ya mantenía el ceño fruncido ante cualquier futuro comentario sobre su puntualidad.
—¿Marinette? ¡Que sorpresa! —Bola de papel para Juleka.
—Que agradable verte tan temprano, Marinette. —Bola para Rose, aunque se disculpó con ella.
—¿Marinella? —Bola de papel triple para Chloé.
—Oh, hola, Marinette, no esperaba verte tan pronto. —Bola de papel directa a la frente de Nino.
—¿Nena? ¿Qué haces aquí? —Dos bolas de papel hacia Alya y finalmente se cansó de seguir lanzando papel, por lo que guardó el cuaderno y se sentó haciendo un puchero.
La clase se llenó en cinco minutos, aunque quedaban dos asientos vacíos, el de Adrien y el de Nathaniel. Y como toda la clase casi ni se vio en esos dos meses, claramente no sabían lo que estaba ocurriendo, pero había una persona que sí y estaba sentada delante del todo, haciendo malabares con una memoria USB y mirando por la ventana.
—Señorita Kubdel, le agradecería que me prestase atención —dijo la Profesora Mendeleiev—. Como usted está tan distraída, imagino que quiere ser la primera en exponer su trabajo.
—¡Seguro! —respondió Alix, levantándose de su sitio y quitándose la chaqueta de cuero que llevaba aquel día. Dejando a la vista una camisa blanca que a varios se les hizo familiar por el diseño y las iniciales en el bolsillo—. Eso sí, mi compañero ya no tarda en venir, ¿podríamos esperarlo unos minutos?
—La chica hombre ya se echó hacia atrás, seguro que no tiene ni la mitad del trabajo hecho —dijo Chloé, ganándose una mirada de toda la clase.
—Me dice chica hombre la que envidia mi figura, que pena me das, pequeña Chloecita —respondió Alix con una sonrisa mordaz y acomodándose las mangas—. Pero hablando en serio, ¿podemos esperarlo?
—Está bien, tu compañero era el mismo que en química... ¿Kurtzberg? —leyó el papel la profesora y negó con la cabeza—. Veamos con que exposición nos salen estos dos...
Alix asintió y se apoyó sobre la mesa para sentarse, normalmente la profesora la reprendería por ese comportamiento, pero como ya había dado al grupo por perdido, se aguantaría esta vez.
—¿Alix? ¿Estás segura de que vendrán? —preguntó Juleka, alzando la mano como si fuese una profesora.
—Sí, tendrían que hacerlo, es que les jugué una pequeña broma —admitió con una sonrisa.
—¿Qué broma les hiciste? —preguntó Nino, extrañado por ver que su bro no se encontraba en su sitio habitual y estaba tardando.
—Les cambié el horario del despertador, los envolví en la misma manta y les escondí los cepillos de dientes —contó orgullo de su misma la chica, sonriente a mas no poder.
Aquella declaración dejó en vilo al aula.
—¿Y cómo hiciste eso...? —preguntó Marinette sorprendida e intentando entender bien la información lanzada por su amiga.
—Solo me desperté temprano...
—¡Alix!
Una cabellera rubia entró por la puerta y pegó un salto felino hacia el escritorio dónde Alix estaba sentada. La tumbó al suelo y comenzó a zarandearla.
—¡Alix! ¡¿Qué te hice para merecer eso?! —se quejó Adrien, frunciendo el ceño y levantándose del suelo—. No te haré más la cena.
—¡¿Qué?! ¡No puedes hacerme eso, rubia con complejo de diva! —contraatacó Alix, tomando a Adrien por los hombros y tirando de él antes de revolver el cabello con una mano.
La escena sin duda dejó helado a más de uno, en especial a Chloé y Marinette. Que no se la esperaban. Juleka se sorprendía más por la forma de actuar de la propia Alix que en Adrien.
—¿Bro? —preguntó Nino.
—¡Bro! —exclamó Adrien, percatándose finalmente de la presencia de sus compañeros y teniendo la decencia de lucir avergonzado—. Eh, ¿qué tal todo, chicos?
Las mujeres se quedaron con la boca abierta y los chicos observaban a Adrien como si le hubiese salido una segunda cabeza. El rubio solo llevaba una camiseta negra pegada al cuerpo, lo que ya era algo nuevo. Ahora era un poco más alto y tenía el cuerpo mucho más formado de lo habitual, podían decir que se encontraba a unos dos o tres niveles por debajo de Kim, pero era un gran cambio.
—¿Qué les ocurre? —preguntó confundido Adrien.
—Creo que están mirando tu tableta de chocolate —dijo Alix, pasando la mano por allí sin pudor alguno—. Quién lo diría.
Pero eso no era todo, lo más notorio era el rostro de Adrien, ¿cómo pasabas de niño bueno a joven sexy en tan solo unos meses? Su cabello rubio estaba más crecido y desordenado, pero lo importante era la leve barba de entre cinco o seis días que le crecía sin preocupación alguna.
—Si que te me adelantaste, Adri —pronunció una voz ligeramente ronca entrando por la puerta. Todos los integrantes de la clase se giraron para observar quien entraba y las chicas, en especial Marinette, Juleka y por alguna razón extraña, Chloé, se sonrojaron furiosamente al ver al chico que hacía su gran entrada.
—No... —dijo Nino.
—... puede... —continuó Iván.
—... ser —finalizó Kim.
—Nath, pasa, creo que Alix te espera para que expongan su trabajo.
—¡¿Nath?! —exclamaron todos al unísono, y era razonable, el propio joven en cuestión estaba con la misma constitución atlética y musculosa que Adrien, incluso un poco más, llevaba una camiseta blanca y un jersey encima. Su cabello pelirrojo estaba largo y atado, lo que le daba un aire diferente, y los genes de su padre ya se empezaban a notar, pues Nathaniel comenzaba a tener el mismo vello facial sin esforzarse siquiera.
—¿Nathaniel? —susurró Juleka, observando al artista y recibiendo una sonrisa del pelirrojo.
—Vaya, Nathaniel es la definición de no ignorar al callado de la clase —comentó Alya, que notó el silencio de Marinette y se disculpó de inmediato.
—Tranquila... Está bien... —susurró la chica de coletas, paseando la mirada entre el rubio y el pelirrojo—. Yo lo rechacé, pero quiero disculparme, no fue la manera de hacerlo.
—Tranquila, Marinette, tremendo desarrollo de personaje le diste a Nathaniel —comentó Nino, ganándose un golpe de parte de Alya.
—Bueno, ya que el grupo está completo, empezaremos —sonrió Alix, poniéndose al lado de Nathaniel.
—El trabajo de nuestro grupo de clase, se titula: "Simbionte en París."
Fin del Arco I – Villano de las sombras.
