ORGAVERSE
CAPÍTULO 13
Haruka no podía seguir fingiendo que no veía el rostro de preocupación de Shizuru, si ya hasta le estaba contagiando el sentimiento.
—Mierda, Shiz, ya cálmate. —Estacionó su auto en el estacionamiento frontal de la empresa.
—Es que, ese irritante perro de los Kuga…
—Sí, ese rubio es un imbécil, sí, parece un gangster, pero tu delincuente lo puso en su lugar de un puñetazo, antes de que nos fuéramos de ahí.
—Mi Natsuki tiene un buen derechazo. —Medio sonrió—. Pero me preocupa que a la próxima, vuelvan a mandar a un grupo, como los que mandaron al departamento.
—Bueno, tu delincuente no está sola, te tiene a ti, pocos se le oponen a un león, solo digo… Y por lo que me has platicado, esas amigas suyas, en especial la idiota pelirroja, le entra a los golpes sin miedo.
—¿Idiota pelirroja? —Rio—. ¿Nao te hizo algo?
—Cuando te desapareciste en el almuerzo, esa idiota… Oye Shizuru.
—¿Ara? —Le extrañó el cambio en la voz de su amiga.
—Mira allá. —Señaló a un punto en la acera.
—Tiene que ser broma. —Manifestó su forma animal y apretó sus colmillos—. ¿Qué diablos hacen aquí?
Después de ver que los Kuga mandaron a sus guardaespaldas a por su Natsuki, lo que menos quería ver, era a sus padres a las afueras del negocio de Haruka.
—Ok… Solo para estar segura. —Haruka también cambió de forma—. ¿Te detengo o te ayudo a golpearlos?
—Lo descubriremos en unos momentos. —Abrió la puerta del auto.
Apenas entró en el panorama de sus padres, a estos les cambió del todo el semblante.
Se retaron mutuamente con la mirada.
—¿Qué hacen aquí? —La castaña fue directa al punto.
Bien sabía que la empresa familiar de Haruka y la empresa de los Fujino abarcaban giros distintos. No tenían intereses en común. No había razón para que acudieran ahí, todavía menos en persona.
—Hija… —El señor Fujino quiso serenarse.
—No seas insolente, Shizuru Fujino. —La señora Fujino no tanto.
El pelaje de las orejas y cola de Shizuru se erizó.
—Querida, ya lo discutimos. —Puso una mano en el hombro de su esposa—. No estamos aquí para reclamos, sino que para hablar. —Miró de reojo a su hija.
—Saben, si en primer lugar no les contestaba las llamadas, no sé que los hace pensar que quiero una charla en persona —dijo mordaz.
—Hija, por favor…
—No tienes derecho a llamarme así —lo interrumpió de golpe.
—Shizuru, por favor, escúchanos. —Aunque quería aparentar tranquilidad, desprendía un aroma de enojo que Shizuru podía oler fácilmente—. ¿Podríamos hablar en privado?
Las orejas de Shizuru se doblaron para atrás.
—Lo que sea que quieran decir, Haru puede escucharlo, de todas formas, ya sabe que me corrieron por marcar a Natsuki.
Haruka ya se sabía sus peores pecados, no tenía ningún problema con terminar de ventilar a su familia con ella.
Pero los padres de la castaña se tensaron bastante.
El señor Fujino apretó los dientes antes de abrir la boca de nuevo.
—Tu madre y yo… Hablamos y nos gustaría que regresaras a casa.
—Ah… —Shizuru rio sin ganas—, la prensa amarilla esta por comérselos vivos, ¿cierto?
—¿De verdad no te importa que el apellido Fujino sea calumniado? —Estalló la señora.
—¿Parece que me importe? —contestó de inmediato—, además, no es calumniar si es verdad —echó en cara.
—Por eso… Venimos a pedirte… Que regreses. —Era muy obvio que al señor Fujino le estaba costando un riñón decir esas palabras sin gritar.
—¿Y qué?, ¿Acaso pretenden que "regrese" con ustedes y encima deje a mi Natsuki?
—Ya pensamos la solución a ese error —dijo su madre.
—Ara… ¿Error? —Sacó sus garras por reflejo—. ¿Y cuál se supone que es su divina solución?
—Arreglaremos su matrimonio y una vez que tengan a su primer cachorro…
Gruñó muy, muy irritada, le mostró sus colmillos a sus padres.
—Fueron ustedes… —dijo entre dientes.
—¿Nosotros? —respondió él confundido.
—Ustedes le dijeron a los Kuga —afirmó furiosa—, me enferman.
Shizuru pensaba que, si sus padres ya estaban pensando en matrimonio, después de llamar a Natsuki un perro callejero, era porque habían dado con su origen, ese que ni siquiera quisieron escuchar en primer lugar.
Querían "remediar" el asunto con una boda y un "nuevo heredero".
Sus padres se miraron entre ellos.
—Solo, pensamos que sería de interés mutuo…
—¿¡Enloquecieron!?, ¡Ni Natsuki ni yo somos inversiones de bolsa!
—Hija…
—Que no me digan así —gruñó—, lárguense. —Tenía unas tremendas ganas de soltarles un zarpazo, más a su madre—. Lárguense.
—Ya la escucharon —dijo Haruka. Mientras Shizuru tenía esa conversación, ya le había mandado un mensaje a la seguridad el edificio.
Cuatro chicos vestidos con trajes gris oscuro estaban acercándose a ellas, se colocaron detrás de Haruka y Shizuru, incluso ellos, recién llegados, resentían el enojo de la castaña.
—No puedes ignorar los hechos y la sangre, Shizuru.
—De verdad no tienen vergüenza —dijo ella-
—Shizuru…
—Por favor, chicos, escolten a los Fujino al exterior. Están vetados de estas instalaciones —declaró Haruka.
Los padres de Shizuru enfurecieron pero, no opusieron resistencia física, entre maldiciones, salieron del lugar.
—Tremendos idiotas —dijo Haruka con una mano en la cintura.
—Gracias, Haru. —Retrajo sus garras—. Lamento haberte involucrado en esa porquería.
—Ni lo digas, para eso son las amigas.
—Ara, ¿sabes qué…
—¿Habrá posibles conflictos con la empresa Fujino? Mis madres ya lo tenían contemplado, no te preocupes.
Kuga estaba en su trabajo, maldecía a Yamada por haber aceptado clientes de más, pero también era consciente de que ese viejo le había ayudado muchas veces.
—Espero que el viejo regrese pronto, a la porquería de mi celular no le dura mucho la batería.
Las lámparas que usaban para trabajar se habían fundido, y, estaba debajo de una camioneta, iluminando el lugar con su celular.
—Kuga… El viejo acaba de mandarme un mensaje, tiene que ir a la ferretería que queda a una hora —dijo Nina.
—Mierda. —Empujo el carrito en el que estaba recostada— Entonces continuaré este más tarde.
Se limpió la mano derecha en su uniforme, cogió su celular de su pecho. —¿Tan rápido 30%? Demonios—. Frunció el ceño.
—Traigo mi cargador, ¿lo quieres? —ofreció Nina.
—Por favor.
—Dame un momento. —Nina fue a por su mochila y regreso con un cable que estaba remachado con mucha cinta adhesiva—. Aquí tienes.
Kuga no estaba segura de si su celular terminaría de joder el cable o si sería al revés, pero no podía darse el lujo de quedar incomunicada, así que correría el riesgo.
Conectó su celular.
Se pasó a trabajar a un auto que solo ocupaba cambio de balatas.
—Oye, Kuga, ¿puedo preguntarte algo?
—Si tiene que ver con mis posturas sexuales, no. Tú y Nao se secretean todo —dijo de mala gana.
—No, no es… ¿Pues que mierda dice la Araña? —Negó con la cabeza—. Es que verás, Arika ha estado muy sensible estos días, y no sé, pensé en que si fuese capaz de marcarla…
—¿Quieres saber si hay diferencia una vez marcada?
Kuga empatizaba con esa preocupación, Nina y Mai vivían con los límites de ser betas donde la mayoría no lo eran.
—Sí.
—Pues. —Dejó lo que hacía, se cruzó de brazos—. Diría que las dos diferencias más grandes son la co dependencia y el hecho de que ya no tengo tantos problemas atrayendo imbéciles. —Asintió—. Shizuru se encarga de controlar mis feromonas, en lo posible.
Nina se quedo en silencio.
—Hey, no es malo que salgas con una omega siendo beta. Te gusta y le gustas, con eso es suficiente.
—Solo… Bueno me preocupa que…
—Vamos Nina, tienes un humor de mierda y aun así Arika estuvo detrás de ti todo un año, no te dejara ir fácilmente . —Sonrió ladina—. Tranquila.
—Gracias, Kuga.
—Solo no chismees tanto con la Araña, todavía me dice empanada rellena.
Ya por la noche, harta del trabajo, fastidiada hasta los ovarios, Kuga regresó a casa, para su desgracia, en la entrada del edificio se cruzó con Takeda.
—Tú —Kuga frunció el ceño.
—¿Yo? —Se apuntó a sí mismo.
—¿Estuviste en la peda masiva?
—¿Quién no? —rio nervioso. Casi que podía sentir el puño de la chica en su rostro.
—Me dijeron que tú haces perforaciones. —Manifestó su forma animal—. ¿Es cierto?
—¿Qué? No, no. —Negó rápido con su cabeza y sus manos—. No sé quién te dijo eso pero no… —Ver los colmillos de Kuga le dio pánico—. De verdad, lo juro…
En ese momento Shizuru llegó al edificio, su semblante gritaba que estaba estresada, lo que le seguía a molesta. Por un segundo, Takeda temió por su vida, pensando que ese par se desquitaría con él.
—Natsuki. —Sonrió de lado a lado al ver a su novia.
—Hola, hermosa. —Natsuki dejó de lado a Takeda.
Él, nada tonto, tomó esa oportunidad para huir.
—¿Pasó algo? —Cogió la mejilla de Shizuru—. Te veo algo molesta. —Le acarició con su pulgar-
Shizuru le tomó la mano y le dio un beso, la acción le sacó un tenue sonrojo a Natsuki.
—Te cuento arriba —suspiró.
Se dispusieron a subir las escaleras de los seis pisos, ya que el elevador seguía descompuesto, sin señas de que se repararía pronto.
En la puerta del departamento, desde el exterior, escucharon los gritos de Mikoto y de Nao.
—¡Ah, no! —Nao señalaba a Mikoto con un dedo—. Tú te acabaste el papel, tú vas y compras más.
—Pero esta semana te toca a ti —echó en cara Mikoto.
—Joder, Mikoto. Vengo hasta el culo del trabajo, ya es tarde, y me sales con que te acabaste el puto papel.
Las recién llegadas pasaron de largo, no tenían ni el tiempo ni el humor para esas nimiedades. Mientras sus amigas discutían, aprovecharon para meterse al baño.
Ambas se desnudaron para meterse a la ducha. Una vez dentro, Kuga se percató de algo que del puro enojo la hizo cambiar de forma.
—¡Araña de mierda!
La pelirroja, una vez más, se había terminado su shampoo.
—Tranquila. —Shizuru tomó el suyo, echo en su mano derecha y comenzó a taller el cabello de su omega—. Ya le podrás reclamar en otro momento.—Tallaba con delicadeza, también por la parte trasera de sus orejas—. Ara, tu pelaje es muy suave.
Mientras le lavaba la cabeza, Natsuki no pudo evitar bajar la mirada y ver los pechos de la castaña, le alivió ver que su cicatrización rápida había hecho lo suyo después de retirar los piercings de mierda.
—Si me sigues mirando así, salir de la ducha será complicado, Natsuki.
—Lo sé. —Pero no desvió la mirada—. Es que me gustan mucho.
—¡Esperen a su cuarto! —gritó Mai desde el pasillo.
Shizuru rio, a Natsuki no le hizo gracia. Se apuraron en ducharse y salieron del baño cubiertas por sus toallas. En un dos por tres ya estaban en su cuarto.
—Ok, ahora sí. —Natsuki se quitó la toalla para ponerse sus bragas y una playera—. Cuéntame que pasó.
UNOS MINUTOS DESPUÉS.
Natsuki estaba enfurecida, no tanto por el hecho de como se habían enterado de su relación sus padres, sino que por el cinismo de los padres de Shizuru, al pedirle algo como lo que le pidieron.
—¿¡Acaso tienen mierda en la cabeza!? —La omega daba vueltas por el cuarto, agitaba su cola, apretaba sus colmillos, gruñía—. No eres una maldita propiedad.
—Son de las personas que creen que todo se puede comprar —dijo Shizuru con pesar.
—Todavía no entiendo como alguien como tú salió de dos basuras como ellos —gruñó—, no sabes las ganas que tengo de partirles la cara.
—¿Está mal si digo que justo ahora te ves tierna? —preguntó la alfa.
—Querer romper huesos no es tierno, Shizuru.
—No, pero el que quieras defenderme con tantas ganas, sí lo es.
—Nos metimos en todo esto juntas, por supuesto que te voy a defender. —Levantó su puño derecho—. Ya sea de tus padres o de los míos.
Shizuru sonrió. Había marcado a Natsuki en un arrebato de feromonas y hormonas alborotadas, era innegable. Pero cuando quiso que fueran novias, fue precisamente por detalles como ese.
—Ya nos encargaremos de eso después. —Se recostó en la cama—. Ven acá, Nat-su-ki.
—Demonios. —Subió a la cama—. No podemos arreglar todo cogiendo. —Se puso a horcajadas sobre el abdomen de su alfa.
—No —rio—, pero si nos da la motivación para arreglar lo demás. —Colocó sus manos en la cintura de Natsuki—. ¿O me dirás que no?
—No puedo negar la verdad. —Se inclinó un poco al frente, lo suficiente para poder deslizar sus manos bajo la playera de Shizuru—. En verdad adoro tus pechos. —Masajeó los costados—. Eso fue rápido. —Sonrió ladina. Bajo la tela de la playera resaltaban dos pequeños relieves.
—Hazte responsable —Shizuru le correspondió la sonrisa.
Natsuki pasó la punta de sus dedos por los pezones erectos de Shizuru, los sintió estremecerse bajo sus yemas. Le levantó la playera. Bajó la cabeza. Besó en medio los senos de su alfa, un poco a la izquierda, dio un suave mordisco, el gemido de Shizuru la alentó, hizo palpitar su propia entrepierna.
—Shizuru… Tus dedos —pidió en un jadeo.
Shizuru no podía resistirse si se lo pedía con esa voz. Con su mano izquierda, acarició el torso de Natsuki, llegó a sus bragas, le dio gusto sentirlas húmedas, frotó dos dedos sobre la tela, de arriba a abajo.
—Shi… zuru —gimió con los ojos cerrados.
Pronto, Shizuru sintió el clítoris hinchado de su omega. Le deslizó las bragas por sus muslos para poder tocarla con más libertad. Con sus dedos índice y anular entreabrió sus labios, y, con su dedo medio le dio la primera caricia.
Por reflejo, Natsuki intentó cerrar las piernas, Shizuru la detuvo con las suyas.
Movió su dedo en pequeños círculos, en cada uno sentía un poco más mojada a su chica, eso la ponía también. Mientras la masturbaba suavemente, Natsuki bajó la cabeza y empezó a chupar sus pechos, su lengua se centró en el pezón izquierdo, era caliente, muy caliente.
Metió un dedo, de inmediato supo que podía meter ya el segundo.
—Bésame, Natsuki. —Quería sentir no solo sus labios, también quería sus gemidos, quería sentir su respiración cálida y entrecortada por el placer.
Natsuki, por su cuenta, movió su cadera, deseaba tener más adentro a Shizuru, su cuerpo la necesitaba.
La alfa sumó un tercer dedo y movió su muñeca un poco más fuerte, a un ritmo constante que se acopló a la cadera de Natsuki. Gimió, su omega le había mordido los labios, con sus colmillos.
—¿Ya nos vamos a poner rudas? —Sonrió lasciva. Manifestó su forma animal. Su cola y la de Natsuki se rozaron—. Mira como se ha esfumado tu enojo.
—Es difícil estar molesta mientras me follas.
Ciertamente no todo se arreglaba con sexo pero sí que lo hacía más llevadero.
