Nada de Katekyo Hitman Reborn o Harry Potter me pertenece, solo la historia y uno que otro agregado que aparecerán más adelante en la historia.
Overconfidence Effect
Capítulo 9 - Takeshi
Pestañeo varias veces, se llevó una mano a los ojos, volvió a mirar. Cerró la puerta silenciosamente, se volvió a lavar la cara y por si las dudas se pellizco fuerte. Abrió la puerta y se dispuso a iniciar el día como cualquier otro, o al menos esas fueron sus intenciones.
La escena no había cambiado.
- ¿Ya terminaste de hacerte el tonto por casualidad? - Hayato no se ahorró el sarcasmo ni la mirada que decía: "¿en serio?, ¿no puedes ni disimular bien?"
- En mi defensa, apenas me voy parando. - Y se dio un baño. Un largo baño, pero detalles.
Tsubasa, quién era el punto de todo el problema, sólo miraba entre ellos mientras tomaba algo con un pitillo. Era un vaso pequeño de quien sabe que. Eso, y un plato con un emparedado simple. Tenía un par de mordidas, lo cuál era una verdadera sorpresa si fue Tsubasa. Como si leyera sus pensamientos, el chico dejó el vaso y deliberadamente tomó el emparedado y le dio una mordida. Minúscula, obviamente, pero contaba. Todo eso mirándolo fijamente.
La verdad es que no debió sentirse ofendido cuando ese mismo chico estalló en risas segundos después. Así sería su expresión, así sería.
- Okey, me alegro de que la brujería te funcionará. - Era un mal chiste, pero tenía que hacerlo.
- Si. - Una ceja arqueada y nada de sorpresa. Nada. - La magia negra de los dulces, claro está.
- Qué. - Oyó mal, tenía que haber oído mal.
Si las risas en crecimiento por parte de Tsubasa decía algo, no había oído mal.
- ¿Nada más? - No se comió ni medio emparedado y no había dicho nada, pero Hayato como que era adivino. - Bien. Perfecto. - Dicho esto, Hayato se llevó una mano al bolsillo y…
¿Eso era un bombón de chocolate?
- Ahhh… - En que momento éstos hicieron algún trato solo por dulces jamás lo sabría, pero: - ¿Los postres no cuentan?, algunos son dulces. - ¿Los malvaviscos y el chocolate caliente?, eso debería de contar, ¿no?
- ¿Ves el tamaño? - Si, era un bombón pequeño, pero no era… Oh. - Tengo que salir. ¿Puedo dejarlos solos sin que se maten mientras no estoy? - No era para tanto, por Dios. - Más vale que no consiga que incendiaron el apartamento cuando vuelva. - Qué no era para tanto.
Cualquier queja murió cuando entendió que Hayato solo estaba buscando divertir a Tsubasa y le estaba funcionando. Un poco, pero le estaba funcionando.
Con todo y todo, lo último que esperaba era ver a Tsubasa sonreír.
•°•°•°•°•°•
- ¿Me vas a decir cómo lo lograste? - Tsubasa ya se había retirado y no se oía nada, ya debía de estar dormido. - No rompió nada en dos horas. - Un milagro, honestamente.
Aunque Tsubasa no había hecho mucho en todo el día. Más bien se había quedado más tiempo de lo normal y eso solo por Hayato. Alguien había logrado algo, porque Tsubasa no buscaba hablar mucho, pero andaba feliz. Era visible, obvio incluso, solo porque ya esperaba cierto comportamiento de su parte.
- Tsubasa debe ser menor a nosotros por al menos dos años. - Hizo una doble toma ante esta información. Okey, si Tsubasa era más joven que ellos… no, no entendía cuál era el punto de eso.
- ¿Aja…? - A ver si le soltaba otra cosa, para no preguntar directamente qué quería decir con eso.
Hayato lo miró por un momento antes de insultar su inteligencia en voz baja, pero le explicó:
- Más ingenuo, infantil incluso. - Lo decía alguien más y sonaría rudo. - Dulces, solo quiere dulces a cambio, pero no tiene control y creo que ni siquiera tiene un reloj interno a estás alturas. Siquiera desayuno, si le podemos llamar a eso desayuno… - Un par de insultos no destinados a Tsubasa, pero Hayato igual tenía que insultar a alguien.
- No creo que sea solo por dulces, hubiera atacado las cosas que traigo a veces. - Prefería mil veces comida rápida a postres, pero a veces quería uno. ¿A quién a veces no le provocaba?
- Por supuesto que no, sabe que voy a insistir. De todas las cosas que pudiera haber pedido o haber manejado, eligió dulces. - Casi como si dudará de sí mismo, Hayato le preguntó en voz baja cuidadosamente: - ¿No te parece eso muy infantil tomando en cuenta su origen?, él también viene de la calle. - No hacía falta la explicación agregada, no era tan tonto. Bueno, no importa.
- No llamaría infantil a Tsubasa. - Confesó sin pena. La razón de esto: - Él sabe que decir cuando quiere dar un mensaje y que no decir. ¿Qué tanto sabemos por su boca?, Tsubasa no es su verdadero nombre. - Tsubasa era… - Es extrañamente inteligente en ciertos momentos, en ciertas cosas. No, no lo llamaría infantil. Diría que es muy blando, y también muy miedoso. - Porque lo quisiera admitir o no: - Tsubasa no confía ni en ti ni en mi y ni siquiera en Hibari. - Lo cuál debería de ser obvio, más que obvio.
Nada personal, a menos que fuera muy vago. Nunca pedía nada, rara vez tomaba cosas que no eran suyas. No buscaba ayuda. Hablaba era por nerviosismo, o porque le dirigían la palabra. Tsubasa buscaba estar por su cuenta y fingía que todo estaba bien.
No necesitaba pensar mucho para entender que, a pesar de las leves sonrisas aquí y allá y en general la amabilidad de Tsubasa, había gato encerrado y el perpetuo nerviosismo del chico solo lo acentuaba. Y no estaba tocando al tigre dormido que era Hibari, muchas gracias.
- Tenemos dos vistas opuestas, pero supongo que es de esperarse cuando solo uno de nosotros está haciendo el esfuerzo de conocer a Tsubasa. - Este desgraciado no podía ni por un minuto…
- Si Tsubasa confiara en ti, no haría falta un trato por un beneficio ajeno. - No sabía porque Hayato no quería ver la verdad, no sabía porque se rehusaba a aceptar algo tan fácil de ver.
Hayato era mil veces más listo que él. Tenía que verlo, lo quisiera o no.
El infeliz le arqueó una ceja y su sola expresión decía que acababa de oír alguna clase de tontería sin sentido. Si quería llevarse el mal trago, que lo hiciera. Más advertencia no podía darle.
•°•°•°•°•°•
- ¿Y tú qué haces aquí? - Pensaba que él era el único que venía a pasear a los perros a esa hora. Bueno, Hayato no estaba paseando perros sino más bien fumando un cigarrillo como si esperara algo o estuviera solo haciendo tiempo.
Al menos así fue hasta que lo vio, y ahora Hayato parecía querer decirle algo feo o sacarlo a patadas de allí. No era su culpa que estuviera tan cerca de su recorrido típico con los perros. No era mucho dinero, no era exactamente sorprendente, pero algo era algo y era tranquilo.
- ¿Paseando a los perros? - Lo hizo en forma de pregunta, señalando a los perros que estaban aprovechando para oler aquí y allá. Uno de ellos iba a terminar orinando a algún desafortunado, pero no podía controlarlo todo. Pensaba que era bastante obvio, por los perros.
No, en serio, ¿quien ve a un tipo paseando a 5 perros y pregunta qué estaba haciendo?
- ¿Aquí? - Si, ¿tenía algo de malo? - Sabes que esta es zona roja, ¿no? - El no fue dicho de tal forma que lo hizo sentir como si tuviera cinco años y le estuvieran preguntando por la tarea. Por esas líneas.
- Siempre paso por aquí. - Se encogió de hombros. No tenía idea, pero suponía que no podía ser tan malo si nada le había pasado. Hayato siempre tendía a exagerar. - ¿Y tu estas aqui por…? - Si era zona roja y lo sabía, ¿qué hacía aquí?
- No es tu incumbencia, pero si has de saber, tengo un posible trabajo si todo sale bien. - ¿Ah?
- Por favor dime que no vas a robar a nadie. - O peor, fue lo que pensó más no se atrevió a decir. - Tsubasa no te lo perdonará. - Tiro solo para cerrar ese camino.
Si Hibari se enteraba, los iba a perseguir. Si llegaba a recibir una llamada de la policía para sacar a este desgraciado de la cárcel no sabría que haría. Si llegaba a ir la policía al apartamento por-
- Ya no. - Fue la respuesta seca con una cara muy limpia, un segundo cigarro siendo sacado y llevado a los labios.
- ¡¿Ya no?! - Okey, okey… sabía que no estaban en una buena situación, lo sabía muy bien, pero nunca se atrevió a… - Bien, bien, quiero decir, Tsubasa nos está manteniendo… - Básicamente. O el prefecto demonio de Namimori les había arreglado todo, por alguna razón. Ese "alguna razón" teniendo por nombre Tsubasa.
Cada vez que medio pensaba en lo que sea que era Tsubasa, en cualquiera que fuera la conexión entre él y Hibari, le daba dolor de cabeza. Si era solo amistad, era la amistad. Se podía decir mucho y poco y aun así quedar en la misma cosa: Hibari no tenía amigos, por todo lo que se sabía.
- ¿No deberias estar paseando a tus perros idiota? - Como si no hubiera oído nada de lo anterior, la cara muy fresca y cero interés en seguir la conversación.
No me digan que Hayato…
- Ehh, si tienes razón, nos vemos más tarde. - No, no quería saber más, no si era remotamente cerca a lo que se estaba temiendo.
Era en este tipo de momentos en los que recordaba que aparte de un nombre y conversaciones, no sabía casi nada de este chico. Por todo lo que sabía, podría estar compartiendo apartamento con un asesino o un traficante de drogas, ¿que sabía él?
Nada.
- Pensé que no vería el día, ha pasado tiempo, Smoking Bomb. - Sus planes de irse fueron interrumpidos por una nueva presencia.
Presencias. Y todas de mal aspecto. Solo por apariencias diría que eran ladrones y tal vez vendedores de droga para los curiosos de la escuela.
- Oh. Tu. - Miro de reojo a Hayato. Jamás lo había oído hablar con ese tono. Era uno entre aburrimiento e irritación. Hayato no estaba feliz. - Ve a entregar esos perros, ¿quieres?
Esa era su salida de una situación no linda de la cual no quería formar parte ni-¡BAM!
- No tan rápido amigo. - Las risas del final eran lo de menos, de hecho eran solo segundo o tercer plano cuando mucho.
Estaba muy ocupado con el predicamento inesperado de no ser arrollado, tumbado, arrastrado, atado, mordido y atacado. Todo en uno. En lo que pareció una fracción de segundos pero debió de ser más, porque cuando se recuperó estaba siendo jalado por Hayato, solo le quedaban dos correas y ningún perro. Sería un dolor en el alma encontrar a los perros y explicar lo que pasó sin que nadie quisiera cortarle la cabeza, pero su atención fue robada por algo brillante y letal apuntando a él.
Oh.
Oh mierda.
Maldita sea Hayato, ¿en qué demonios estás metido?
- Tsk, tienes muchas agallas, mira que meter a un mero extraño en todo esto… - Se estremeció ante otro disparo. No quería ni ver. Señor, ni siquiera trajo su bate esta vez… - ¿Qué quieres?, la última vez pensé que dejé en claro que no volvería a trabajar para ti. - La única razón por la que le metía un puñetazo a Hayato en ese momento era porque estaba asustado de esta gente, y el arma. Mayormente el arma, por razones obvias.
El desgraciado de Hayato estaba tan fresco como una lechuga, su tono de voz rayaba en aburrido, ese tono que hablaba por sí solo y decía: "aquí vamos otra vez" y no en el buen sentido.
- Estamos aquí porque robaste algo que no te pertenece, y nos gustaría su devolución inmediata. - ¿En serio Hayato?, ¿que coño les robaste a estos tipos?, ¿oro?
- ¿Y eso sería…? - Como. ¿Como Hayato podía hablar como si no le importara en lo más mínimo la situación?
¿En qué demonios estaba metido Hayato?, ¿en la mafia?
- Sabes perfectamente bien que. - Oh genial, magnifico. - Sabes que pasara si no lo devuelves, ¿o tengo que deletreartelo? - Si esta gente no era traficante de órganos o algo así no se sorprendería.
Demasiadas almas. Demasiadas armas.
- No, la verdad es que no. No me dedico a robar, no soy bueno en eso. - Esta vez si no pudo evitarlo y miró a su acompañante.
Fresco como una lechuga. Fresco como una maldita lechuga.
- Si a eso quieres-
- Buenas tardes. - Saludo una nueva voz, una que decía que no estaba de ánimo para juegos y hubiera sido atemorizante si no fuera porque sonaba como un niñito creyéndose importante.
No iba a salir vivo de esto, ¿no es así?
- Espero no interrumpirlos estimados caballeros, lastimosamente tienen algo que es mío y lo quiero de vuelta. En una pieza, obviamente.
