ESCRIBIENDO UN NUEVO FUTURO

Capítulo 26: De vuelta a la rutina:

-Buenas tardes, Mogi. ¿Qué tal se ha dado la grabación del videoclip de Ichiro? – preguntó Matsuda al ver al hombre regresar a la sala de control.

-Bastante bien, la verdad – reconoció él mientras dejaba el maletín sobre la mesa – Aunque ha pasado una cosa que no te vas a creer.

-Cuenta, cuenta – pidió el joven con curiosidad.

-Misa-Misa ha accedido a darle un beso a Ichiro en la escena final. Así, por las buenas.

-¡¿Qué?! – exclamó Matsuda incrédulo, y L que estaba al lado simplemente miró para otro sitio muy cabreado.

-Yo tampoco doy crédito – continuó diciendo Mogi – Siempre me da problemas protestando con que no va a darle besos a nadie que no sea su novio, pero hoy ha sido muy diferente. Creo que por fin algo está cambiando en ella.

-Misa-Misa e Ichiro Ichiban… – murmuró Matsuda pensativo – Dos artistas de éxito en la cima de sus carreras. Serían una pareja perfecta – añadió con aire soñador.

L sacó su teléfono y disimuladamente empezó a buscar información sobre ese cantante.

"Su nombre real es Ichiro Tanaka, y es el mayor de tres hermanos. Mientras él decidió no ir a la universidad y dedicarse a la música, sus dos hermanos han heredado hace poco la empresa familiar" leyó mentalmente y después siguió navegando entre más y más artículos sobre él. "¡Rayos! No hay ningún trapo sucio con el que poderlo acusar…" pensó frustrado.

OoOoO

Mientras tanto en la habitación de Misa, ella charlaba con el doctor Smith.

-Y por fin hemos terminado de grabar el videoclip – le contó la chica.

-Estupendo – contestó él – ¿Y sabes ya cuál será tu próximo proyecto?

-Ya tengo varios, pero sin duda el que más ilusión me hace es el baile de máscaras que Ichiro y yo vamos a organizar para conmemorar el lanzamiento de su nuevo disco – le explicó ella – Será la semana que viene.

-Suena divertido.

-Ha sido idea mía – respondió la rubia – Siempre quise asistir a uno. La elegancia de las máscaras, el misterio de no saber quién es tu pareja de baile… – añadió con ojos brillantes.

-Te veo feliz – opinó él con una sonrisa – Bien, Amane. Creo que ha llegado el momento de decirte que esta ha sido nuestra última sesión.

-¿La última sesión? – repitió sorprendida – ¡No sabía nada!

-Bueno, no te habíamos comentado nada porque quería que actuaras como siempre para ver mejor tus progresos – explicó el doctor Smith – Me complace decirte que tu recuperación ha sido todo un éxito. Has alcanzado la fase final de aceptación y ahora quieres seguir con tu vida de manera normal.

-Vaya, no sé qué decir… No me lo esperaba – contestó Misa algo avergonzada.

-Enhorabuena.

-Gracias – respondió ella y entonces sintió un nudo en la garganta – Vaya, entonces aquí nos despedimos…

-Sí, eso parece – contestó el hombre también algo triste – Pero para que pueda haber reencuentros, primero tiene que haber despedidas, ¿no crees?

-Eso es cierto – estuvo Misa de acuerdo – Ya verá, la próxima vez que hablemos será muy diferente. Estaré tan alegre que tendrá que preguntarme si realmente soy yo.

-No lo dudo.

Tras conversar un poco más, finalmente ambos se despidieron y la chica apagó la tele. Aún no podía creerlo, sus sesiones habían terminado para siempre. Era una sensación extraña, se sentía más o menos como cuando se graduó del instituto…

Miró aquella bolsa con pasteles que había dejado en un rincón. Los había comprado por hacer frente a Sakura, pero irónicamente ahora tenía algo que celebrar. Fue a por ellos, pero en ese momento dudó. Estaba claro que tenía que hablar con L para ver qué iba a pasar a partir de ese momento, pero…

"¡No estoy enamorada de él!" insistió y entonces tomó la bolsa con decisión y salió de su habitación para dirigirse hacia la sala de control.

-¿Puedo pasar? – preguntó Misa una vez dentro.

-Ya has pasado. Yo diría que puedes – contestó L desde su silla y ella rodó los ojos.

-Muy gracioso – respondió acercándose a él – El doctor Smith acaba de darme el alta.

-Lo sé, ya me había comentado sus intenciones – le contó el moreno – Tú y yo hicimos un trato, dijimos que estarías viviendo aquí vigilada hasta que él te diera permiso para volver a casa, ¿no es así?

-Exactamente de eso quería hablar contigo – contestó Misa – Entonces, ¿soy libre?

-Tú lo has dicho – asintió el detective – Puedes irte cuando quieras.

-¿Me estás echando? – preguntó haciéndose la enfadada.

-Bueno, es un poco tarde. No tienes que irte ahora mismo – respondió él – Puedes esperar a mañana si lo prefieres.

-O sea, que sí me estás echando – comentó ella mirándolo con cierta diversión – Bueno, da igual. Estaba deseando irme a mi nuevo piso – añadió sentándose en una silla libre – Por cierto, compré algo en esa pastelería esta mañana. Supongo que podemos celebrar mi recuperación.

Misa desenvolvió los pasteles y L sacó platos, cubiertos y servilletas de algún sitio donde los tenía guardados.

-Elige tú primero el que más te guste – ofreció la chica y el detective se sirvió un trozo de pastel de fresas – Sabía que elegirías ese – añadió con una sonrisa.

El moreno no contestó nada, sino que simplemente la miró de reojo. Ella era especial, pero le dolía pensar que había accedido a besar a ese Ichiro, y más teniendo en cuenta que ella rechazaba grabar ese tipo de escenas… Además, si Misa decidía reanudar su vida sentimental en algún momento, seguramente estaría mejor con ese cantante. Al fin y al cabo, eran mucho más parecidos en todo…

Era ridículo tratar de intentar conquistarla…

-Tú te has recuperado. Los seguidores de Kira están algo más calmados. Creo… que es un buen momento para marcharse – comentó L entonces.

-¿Eh? – se sorprendió Misa sintiendo un vuelco en el corazón.

-Vamos, no irás a decirme ahora que te da pena que me vaya – respondió el chico hundiendo su tenedor en un trocito de pastel.

-Eh… Bueno… Se me va a hacer raro no verte – admitió.

-Te acostumbrarás – contestó él echándose a la boca el dulce.

La rubia lo imitó y empezó a comer un poco.

-Y, ¿a dónde irás? – preguntó Misa.

-A donde los casos me lleven, como siempre – respondió L.

-Ya veo…

La chica en ese momento se dio cuenta de que no quería que él se fuera, y que sería bastante feliz si tan solo pudiera pasar con él un ratito más…

-¿Por qué no… te quedas un poquito más? – preguntó ella en voz alta, sorprendiéndose a sí misma al oírse.

Ante aquella proposición, al detective se le aceleró el corazón y se puso colorado. Quizás aún tenía alguna oportunidad para conquistarla…

-¿Eh? ¿Quieres que… me quede? – preguntó L para asegurarse de que había escuchado bien.

Misa se puso nerviosa, ya que no sabía muy bien qué contestarle, pero entonces tuvo una idea.

-Sí, Ichiro y yo estamos preparando un baile de máscaras para la semana que viene – le explicó ella – Sé que no te van mucho esas cosas, pero… sería una pena que te marcharas justo cuando ya estoy bien. Así que, por favor, ¡tienes que venir al evento!

"¿Es esta mi oportunidad?" se preguntó el chico esperanzado.

-Está bien – accedió L finalmente.

-¡Estupendo! – exclamó Misa contenta, pero entonces le dio un golpe sin querer a la mesa y un tenedor rodó por el suelo – Oh, se ha caído – murmuró agachándose.

Sin embargo, el detective también se bajó de su silla para buscar el cubierto y al final acabaron sujetándolo cada uno de un extremo.

-Oh, vaya… – comentó la chica y en ese momento se quedaron mirándose a los ojos.

Los dos se dieron cuenta entonces de que estaban muy cerca, tan cerca que ambos notaron el corazón más acelerado de lo normal. Ambos a la vez entrecerraron los ojos y aproximaron sus caras más aún. Ya incluso podían sentir en su piel la respiración del otro…

-¡Sabía que me había dejado la chaqueta por aquí! – escucharon entonces la voz de Matsuda, haciendo que ambos se separaran inmediatamente – ¿Qué hacéis ahí en el suelo?

-Eh… So… solo estábamos buscando un tenedor que se había caído – contestó Misa levantándose rápidamente – Estamos celebrando que el psicólogo me ha dado el alta – añadió echándose a la boca el trozo que aún no se había comido de su pastel.

-¿En serio? Pero eso es estupendo – respondió Matsuda – ¡Enhorabuena!

-Gracias – contestó ella – Y ahora será mejor que vaya a preparar las cosas para la mudanza. Tengo mucha ropa que guardar, ya sabéis – añadió empezando a andar hacia la salida.

"¿Qué acaba de pasar? ¿Acaso he estado a punto de darle un beso?" pensó Misa aún con el corazón acelerado.

La chica llegó a su cuarto tratando de pensar lo menos posible. Allí dentro sus ojos dieron con la foto de Light. En los últimos tiempos, su novio había pasado silenciosamente a un segundo plano sin que ella se diera cuenta…

"Lo siento…" pensó dolida mirando para otro sitio.

En esa ocasión, se quedó mirando a su pájaro.

"¿Por qué le pondría de nombre Ryuzaki?" se regañó a sí misma.

Pero en el fondo del fondo del fondo sabía la respuesta. Jamás olvidó a ese chico. Y también tenía que admitir que tener esa segunda extraña oportunidad de poder volver a verlo… fue maravilloso.

"Va… vale. ¡Estoy enamorada de él!" admitió.

OoOoO

-Misa – escuchó que alguien le llamaba mientras la movía un poco del brazo.

-¿Qué? – murmuró ella con muchísimo sueño.

-Empieza a hacerse algo tarde. Quieres mudarte a tu nuevo piso, ¿verdad? ¿O tal vez prefieres quedarte aquí conmigo para siempre? – le preguntó esa voz y entonces la chica reconoció que se trataba de L.

-¡Uah! – chilló despertándose de golpe con el corazón acelerado – ¡Qué susto me has dado! – añadió tirándole la almohada.

El moreno la frenó justo antes de que lo golpeara. No le gustaba quedarse sin contraatacar, pero tampoco quería ser demasiado rudo con Misa, así que se la devolvió sin usar apenas fuerza.

-Bueno, sé que no estás arreglada, pero Mogi y los otros van a empezar a cargar cajas en la furgoneta – le dijo L – Arréglate mientras tanto.

-Vale – asintió la chica – Por cierto… ¿puedo hacerte una pregunta sobre ropa?

-Puedes hacérmela. Otra cosa es que sepa respondértela.

-Muy gracioso – contestó rodando los ojos – ¿Cuál te gusta más? – añadió enseñándole dos conjuntos entre los que había estado dudando la noche anterior.

El chico observó la ropa.

-¿La camiseta blanca con rayas azules? – contestó L sonando interrogante – Creo que te queda mejor. Pero no me hagas caso, yo no tengo ni idea de moda.

-Me pondré la que has dicho. Gracias, Ryuzaki – respondió Misa con una sonrisa.

-De nada… – dijo él algo abrumado – Iré a avisar a los otros para que se lleven las cajas – añadió dándose la vuelta.

La rubia entonces aprovechó para pasar al baño, darse una ducha y arreglarse. Al salir le sorprendió ver su habitación prácticamente vacía. La noche anterior había guardado sus cosas en cajas de cartón, pero ya no quedaba ni eso…

Echó un vistazo a su alrededor por última vez y entonces se dirigió hacia la salida. Era hora de cerrar ese capítulo de su vida y empezar uno nuevo completamente distinto.

OoOoO

Un rato después, Misa, Mogi y Matsuda llegaron a un bloque de apartamentos.

-Tercero B – indicó la chica.

Por suerte, la artista había hablado con una agencia inmobiliaria unas semanas atrás en previsión de que el psicólogo le diera el alta pronto, aunque solo había visto el piso por internet.

-¿Qué os parece? – preguntó Misa una vez estuvieron dentro – No es tan grande como mi antigua casa, pero para mí sola está genial.

-A mí me gusta mucho – contestó Matsuda – Creo que aquí estarás muy bien.

Los dos hombres ayudaron entonces a la chica a colocar las cajas de la mudanza. Poco después, llamaron a la puerta.

-Debe de ser el último porte – dijo Mogi yendo a abrir.

-Hola – escuchó Misa la voz de L.

"Tú también has venido…" pensó ella contenta asomándose al pasillo para verlo entrar con una caja entre los brazos.

-¿Dónde la dejo? – preguntó él – En el lateral pone "adornos".

-Ahí mismo estará bien – indicó la chica señalando un rincón del salón.

En ese momento, volvió a sonar el timbre.

-Es Yuko. Aún quedaban más cosas por traer – dijo L saliendo a abrirle.

El detective vio que la morena traía la última caja de la mudanza y encima de esta también llevaba un ramo de flores.

"¿De dónde han salido esas flores?" se preguntó él extrañado.

-Hermano, se te había olvidado esto en el maletero – le dijo Yuko guiñándole un ojo.

-¿Eh? ¿Qué traéis ahí? ¿Flores? – preguntó Misa saliendo a echar un vistazo.

-Ah, sí – asintió L quitándole el ramo a su hermana – Son… para que decores tu nuevo apartamento – añadió tendiéndoselas y la rubia sintió su corazón acelerado.

-Gra… ¡gracias! Son preciosas – contestó la artista aceptándolas y después las olió – Las pondré en agua para que duren más.

Misa caminó hacia dentro y entonces L notó cómo Yuko lo empujaba suavemente indicándole que siguiera a la rubia. El chico obedeció y fue hasta la cocina, donde la chica estaba metiendo las flores en un recipiente con agua.

-Bueno, ¿qué te parece mi nuevo apartamento, Ryuzaki? – quiso saber ella.

-Cerca del centro, con buenas vistas y, sobretodo, con espacio suficiente para guardar toda tu ropa – enumeró él – Diría que es perfecto para ti.

-Exacto. Lo elegí por todas esas razones – contestó Misa.

"Aunque no tuve en cuenta que tal vez podría enamorarme…" pensó ella.

-Oye, sé que me he metido contigo muchas veces, en ocasiones sin que te lo merecieras – dijo la chica.

-¿En ocasiones? – preguntó L divertido.

-No eres un santo, Ryuzaki. A veces sí que te lo merecías – comentó ella rodando los ojos – Pero, de todas formas, quiero pedirte perdón. No quiero que pienses que aún soy una niñata o algo así.

-No lo pienso – negó el moreno – De hecho, creo que has madurado bastante en estos últimos meses.

"Y supongo que yo también" pensó él.

-Por cierto… – murmuró Misa entonces.

-¿Sí?

Lo miró directamente a los ojos. Tenía que decirle lo que sentía por él antes de que se fuera para siempre.

-Misa-Misa, ¿dónde pongo la foto de Light? – preguntó en ese momento Mogi asomándose a la cocina.

Al ver el retrato del castaño, la chica se sintió tremendamente mal consigo misma. No, no podía confesarle nada a L aún. Tenía que arreglar las cosas con Light antes.

-Déjala sobre la mesa del salón – indicó Misa – Ya la pondré yo en otro lado.

-Vale – asintió el hombre desapareciendo otra vez.

-¿Qué era eso que ibas a decirme? – preguntó L entonces con curiosidad.

-¿Eh? ¡Ah, sí! – exclamó ella intentando disimular – Te iba a decir que espero que no se te haya olvidado que me prometiste que vendrías al baile.

-No te preocupes. Lo recordaré – le prometió.

-Muy bien. Pues allí nos veremos.

OoOoO

Unos días más tarde, Misa acababa de salir de la grabación de un anuncio de cosméticos, y ella y Mogi regresaban en el coche de este último.

-Mañana tenemos el ensayo general del baile y pasado el propio baile. Van a ser un par de días moviditos – opinó el hombre.

"Tengo dos días, ¿eh?" pensó la chica.

Había estado bastante liada entre la mudanza y el trabajo, pero ese día habían terminado antes de lo previsto.

-Mochi, ¿podemos pasar ahora mismo por el cementerio? – pidió ella – Quisiera ver a Light.

-Claro.

"Quiero hacer las cosas bien" pensó Misa con decisión.

Mogi desvió el rumbo y un poco después ambos estaban entrando al cementerio. Por suerte, aún quedaba algo de tiempo hasta el cierre.

-Buenas tardes, Light – le saludó Misa una vez estuvo frente a su tumba – Debería haber venido antes, lo sé. Pero… ya sabes cómo son las restricciones de Ryuzaki.

La chica miró la tumba mientras buscaba las palabras exactas que quería decir.

-Yo… lo primero de todo quería darte las gracias por los buenos momentos que pasamos juntos – dijo al fin – Verás, lo he estado pensando mucho últimamente y me he dado cuenta de que quizás fui demasiado insistente contigo en algunas ocasiones… Tal vez no llevábamos el mismo ritmo en la relación…

Misa tomó aire mientras desviaba un momento la vista hacia el cielo. Una nube acababa de cubrir el sol.

-Lo que venía a contarte realmente es que… me he enamorado de alguien – confesó ella entonces – Lo sé, sé que te dije que te amaría a ti por siempre, pero… parece que no será así.

En ese momento, la chica sintió una palmada de ánimo en la espalda.

-Oye, no pasa nada si te gusta Ichiro – intervino Mogi.

-¿Ichiro? – repitió incrédula.

-¿No es él?

-¡Claro que no! – exclamó la rubia indignada – Me… me gusta Ryuzaki…

-¿Ryuzaki? – se sorprendió él.

-¡Ya lo sé, es raro! – chilló avergonzada – Pero últimamente nos hemos vuelto mucho más cercanos y he podido percibir cómo es realmente.

El hombre sonrió.

-Lo entiendo. Tienes mi apoyo.

-Gracias, Mochi – contestó Misa y entonces volvió a mirar la tumba – Light, sé que las despedidas son tristes, pero tal vez esto sea lo mejor para nosotros dos. Sin embargo, has sido parte de mi vida y por ello nunca te olvidaré. Hasta siempre, Light – se despidió con una sonrisa.

OoOoO

A la mañana siguiente, Aizawa, Mogi, Ide y Matsuda fueron convocados a una reunión con L.

-Buenos días – saludó el detective cuando vio que estaban todos.

-¿Hay algún problema, Ryuzaki? – preguntó Matsuda y el otro negó.

-Al contrario. Más bien las cosas están cada vez más tranquilas por aquí – contestó L – Es obvio que aún pasarán años hasta que la gente se calme del todo, pero al menos lo más gordo ya ha pasado. Así que, por mi parte, doy por archivado el caso Kira.

Todos los demás se miraron entre sí sorprendidos, aunque sintiéndose orgullosos por el deber cumplido.

-Ha sido un gran honor trabajar con todos vosotros. Sin vuestra ayuda creo que jamás hubiéramos conseguido atrapar a Kira – siguió diciendo el detective.

-El honor ha sido nuestro, Ryuzaki – contestó Aizawa – Sé que hemos tenido nuestros más y nuestros menos, pero hemos aprendido mucho a tu lado.

-Aizawa tiene razón – lo apoyó inmediatamente Matsuda – Eres tú el que más ha hecho por el caso.

-Exacto, exacto. Nosotros solo hemos seguido órdenes – intervino Mogi.

-Como sea, a partir de ahora, la seguridad de Tokio queda en vuestras manos – dijo L pasando la mirada por todos ellos.

-Por supuesto, haremos todo lo que podamos, como siempre – le aseguró Aizawa.

-Excelente – asintió el detective – Me marcho muy tranquilo sabiendo que puedo contar con vosotros.

-Entonces, ¿a partir de mañana…? – preguntó Matsuda.

-Tendremos que pedir en la central que nos asignen algún nuevo caso – contestó Ide.

-¡Vaya! Se me va a hacer raro – respondió el joven.

-Sí. Parece que llevamos toda la eternidad trabajando en el caso Kira – opinó Mogi.

-Pues yo me alegro de pasar página de una vez – contestó Aizawa – ¿Qué quieres que te diga?

-Sí, eso es cierto – estuvo de acuerdo Matsuda.

Los cuatro hombres se levantaron entonces de sus sillas.

-Hasta siempre, Ryuzaki – se despidió Matsuda – Tal vez volvamos a coincidir en otro caso.

-Tal vez – respondió el detective.

-Hasta siempre – se despidieron también Aizawa e Ide.

Todos salieron entonces de la sala, excepto Mogi que se quedó rezagado en la puerta.

-Misa-Misa realmente espera que vayas al baile mañana, Ryuzaki – le recordó el hombre.

-Iré. Dile que no se preocupe – contestó el chico.

-De acuerdo.

Mogi se dio la vuelta y salió de la sala cerrando la puerta tras de sí, dejando a L solo.

El detective suspiró. Las oportunidades para hablar con Misa se agotaban… Sin embargo, lo había decidido. Esa misma noche le diría la verdad sobre sus sentimientos. Iría a buscarla a la salida del ensayo y cenarían juntos. Y le contaría cómo se sentía, por muy vergonzoso que fuese decir aquello.

OoOoO

Ya por la tarde, L se dirigió hacia donde estaba siendo el ensayo del baile de máscaras de Misa.

-Soy del catering – le dijo al guarda de seguridad que había plantado en la puerta.

El hombre lo observó un momento. Llevaba una gorra y una chaqueta de una empresa de reparto de comida, aparte de que portaba varias bolsas repletas de alimentos.

-Pase – accedió el hombre apartándose a un lado.

-Gracias – respondió L pasando al edificio.

El detective había estudiado planos del lugar, por lo que sabía perfectamente a qué zona debía dirigirse para encontrarse con los actores. En ese momento le pareció escuchar la voz de Misa, así que se acercó con disimulo hasta la siguiente esquina del pasillo.

-La verdad es que… estoy muy feliz – escuchó que decía la chica.

L se asomó muy despacio. Misa miraba a Ichiro con cara de completa felicidad y con las mejillas sonrojadas.

-Te puedo asegurar que lo que siento es amor de verdad – siguió diciendo ella – Me ha costado mucho darme cuenta, pero por fin lo he comprendido.

El moreno sintió que no quería escuchar más, así que se dio la vuelta y se dirigió a la calle de nuevo. Sin embargo, justo antes de llegar a la puerta vio que también salía Mogi, así que L se bajó la visera de la gorra para taparse la cara.

-¿Ya te vas? ¿No esperas a Misa-Misa? – preguntó el guarda sorprendido a Mogi al verlo.

-No, me ha dicho que se va sola – contestó el otro – Por lo visto tenía que decirle algo importante a alguien.

L entonces salió pasando al lado de los dos hombres.

-Adiós – se despidió el detective cambiando la voz un poco.

-Adiós – respondieron los dos.

El chico se alejó de ahí a toda prisa, aunque sin rumbo fijo. Cuando llegó a un parque se quitó la gorra y la chaqueta y las metió en una bolsa.

-¡Ahg! – exclamó revolviéndose el pelo con desesperación.

-¿Ryuzaki? ¿Qué haces aquí? – escuchó entonces la voz de Sakura a su lado.

L la miró sorprendido, pero al momento recordó que esa chica no vivía lejos de donde se encontraban.

-Estaba… dándome un paseo – mintió él.

-Pues no parecías estar muy contento… – opinó ella con preocupación.

-Es cierto. No he tenido un buen día – reconoció el moreno mirando hacia el suelo.

-¿Por qué no me cuentas lo que te pasa? – ofreció Sakura – Quizás te sientas mejor si lo dejas salir. Además, te prometo que no se lo diré a nadie. Venga, confía en mí – añadió tomándolo de una mano.

El chico se sorprendió. Los japoneses solían ser reservados para el contacto, pero esa chica no se cortaba ni un pelo…

-Tú me has ayudado mucho, déjame compensarte un poco, por favor – insistió ella mirándolo con una sonrisa.

El detective la observó. Parecía realmente agradecida con él…

-¿Alguna vez… te has enamorado? – preguntó L al fin.

-¿Eh? – preguntó poniéndose completamente roja – ¡Sí! ¿Por qué… lo preguntas?

-Si a esa persona le gusta otra, ¿qué hay que hacer?

-Luchar hasta el final – contestó Sakura con decisión y entonces se inclinó para besarlo en la boca.

OoOoO

Retrocediendo un poco atrás en el tiempo, Misa e Ichiro se habían pasado toda la tarde ensayando el evento del día siguiente. Primero se haría la presentación del disco, en la cual se descubriría la imagen de la portada ante todos. Después inaugurarían el baile y ambos se escabullirían y se disfrazarían para mezclarse entre los asistentes.

-Muy bien. Creo que va a quedar un evento estupendo – opinó Ichiro contento tras finalizar el ensayo.

-Y el baile de máscaras va a ser precioso – comentó Misa ilusionada observando el vestido de princesa que le habían llevado.

La rubia entonces fue corriendo a cambiarse, ya que había hecho planes para después. Iría al cuartel de L y le contaría lo que sentía por él. No podía esperar a verlo hasta el día siguiente.

Sin embargo, cuando salió de su camerino vio a Ichiro esperándola apoyado en una pared del pasillo.

-¿Podría hablar de algo importante contigo? – le pidió él.

-Tengo algo de prisa, pero bueno – accedió ella.

-Vaya, y yo que quería robarte tiempo – contestó el cantante haciéndose el enfadado, pero entonces la tomó de una mano – Misa-Misa, ¿me concederías una cita?

-¿Qué?

-Desde el día en que me ayudaste a componer la canción quise preguntártelo – admitió Ichiro – Me informé y supe que te habías retirado un tiempo debido a la muerte de tu novio, así que pensé que yo podría volver a hacerte feliz.

-Eres muy amable, pero… ya tengo interés en alguien más – le explicó – Lo siento.

-¿Estás segura de que ni siquiera quieres darme una oportunidad? – preguntó poniendo cara de cachorrito.

-Del todo – contestó Misa mirándolo con cara de disculpas.

-Vaya, parece que esa persona es realmente especial para ti… – murmuró frustrado.

-La verdad es que… estoy muy feliz – admitió ella – Te puedo asegurar que lo que siento es amor de verdad. Me ha costado mucho darme cuenta, pero por fin lo he comprendido.

-Veo que no puedo hacer nada, ¿eh? – preguntó Ichiro sonriendo amargamente.

-Eres muy bueno. Estoy segura de que algún día conseguirás a alguien especial – trató de animarlo Misa.

-Gracias.

Ambos empezaron a caminar entonces hacia la salida.

-¿Y tu manager? – preguntó Ichiro extrañado.

-Le he dicho que se fuera – respondió Misa – Yo voy a la estación de tren.

-Te acompaño – se ofreció.

-Oye, no soy una niña pequeña – se quejó.

-No me importa, de verdad. Y así verás que te has perdido a un chico muy servicial – comentó burlón y ella rodó los ojos.

-Está bien – accedió Misa.

Ambos salieron del edificio y caminaron hasta llegar a un parque.

-Eh, ¿no es ese tu amigo rarito que estaba el otro día en la pastelería? – preguntó entonces Ichiro.

Misa buscó rápidamente con la mirada y pronto localizó a L, el cual estaba de espaldas. Junto a él estaba Sakura, quien en ese momento se inclinó y lo besó.

-No… puede ser… – murmuró la rubia conteniendo la respiración.

-¿Misa-Misa? ¿Estás bien? – le preguntó Ichiro al verla paralizada.

La chica entonces sintió un grandísimo nudo en la garganta y se dio la vuelta para salir corriendo.

-¡Espera! – exclamó el cantante yendo tras ella.

En ese momento vio cómo a Misa se le caía el móvil, así que el chico lo recogió.

-¡Se te ha caído el teléfono! – le dijo volviendo a seguirla, pero entonces un semáforo se puso en rojo, impidiéndole el paso – En fin, se lo devolveré mañana.

OoOoO

Tras el beso L se quedó impresionado, prácticamente incapaz de reaccionar. Sin contar el beso accidental, esa era la primera vez que lo besaban en la boca.

-Me gustas mucho, Ryuzaki – le confesó Sakura al separarse.

-¿Eh? Yo… lo siento… – fue capaz de decir.

-Te gusta Misa-Misa, ¿verdad? – adivinó ella y el moreno se puso muy rojo – No hay más que ver cómo la miras siempre… – añadió agachando la cabeza, sintiendo un nudo en la garganta – Cuando Aizawa me dijo esta mañana que ya no íbamos a trabajar más contigo me sentí devastada. Siento haberte pillado desprevenido, pero ya que hemos vuelto a coincidir tenía que intentarlo – agregó tratando de sonreírle.

-Sakura…

-Estoy bien. Es duro que te rechacen, pero lo superaré – le aseguró ella poniendo un gesto de fuerza con el brazo – Ha sido una suerte conocerte. No sé si volveremos a vernos, pero te deseo lo mejor.

-Lo mismo te digo, Sakura.

La chica se despidió con un gesto y salió corriendo.

L la observó marcharse. Él no estaba mucho mejor de ánimos que Sakura… ¿Por qué el amor era tan complicado? ¿Es que Cupido no era capaz de hacer bien su trabajo y hacer que dos personas se interesaran entre ellas?

El detective regresó al cuartel y una vez allí fue directamente a encerrarse en su cuarto. Tenía ganas de llorar, pero en lugar de dejar salir las lágrimas le dio varios puñetazos a la almohada. Cuando se cansó, hundió la cabeza entre las sábanas y trató de dormir, pero con tanta cafeína en vena no lo consiguió.

Poco después escuchó el ruido de la puerta abriéndose.

-Hermano… – murmuró Yuko con preocupación sentándose a su lado – No me digas… que te ha rechazado.

El chico se incorporó y la abrazó.

-Ella… le estaba diciendo a ese Ichiro que lo amaba – dijo L.

-Lo siento…

Yuko empezó a acariciarle el pelo y se quedaron así unos minutos en silencio.

-¿Quieres comer algo? – le preguntó entonces la chica y él negó – Está bien. Avísame si cambias de idea.

La morena salió de la habitación y volvió a su sala de trabajo.

"¿Misa enamorada de Ichiro? Creía que había empezado a tener interés por mi hermano…" pensó cruzándose de brazos. "Hay algo que no me cuadra en todo esto" agregó empezando a buscar cosas en internet.

Tras navegar un poco por las redes sociales, empezó a ver algunos comentarios y fotos no demasiado claras de gente que aseguraba haber visto paseando juntos a los dos artistas.

"Es normal que los hayan visto juntos, están preparando ese baile, ¿no es así?" se dijo la chica queriendo creer que los rumores de que esos dos eran pareja eran mentira.

Yuko entonces miró uno de los muchos aparatos que tenía en su sala. Aquella máquina era capaz de localizar la ubicación de cualquier teléfono móvil por la señal que este emitía.

-Prometí usarla solo en casos extremos… – murmuró.

La chica dudó. Utilizar la máquina era una violación total a la privacidad de los demás, pero… usándola podría quedarse tranquila.

-Solo por esta vez – dijo mirando la foto de Watari.

Introdujo el número de Misa en el aparato y, tras rastrear un poco, en un mapa abierto en su ordenador se señaló justo la casa de Ichiro.

-No… No puede ser…

En ese momento entró L a la sala sorprendiéndole, así que Yuko minimizó el mapa rápidamente.

-¿Qué haces? – preguntó él extrañado por su reacción.

-Na… ¡nada! – exclamó sudando frío.

-Pues no parecía "nada" – contestó el chico empezando a sospechar.

-Estaba… viendo una película subida de tono – improvisó – ¡Yo también puedo ver esas cosas de vez en cuando!

L entonces se fijó en que la máquina que localizaba la señal de cualquier teléfono emitía una luz verde.

-¿Has usado este dispositivo? – adivinó él cruzándose de brazos.

-Sí… – murmuró Yuko vencida.

-¿Dónde está Misa? – preguntó con seriedad – ¿Por qué no quieres enseñármelo?

La chica en lugar de contestar maximizó de nuevo la imagen. El detective apretó los puños con rabia.

-Me vuelvo a Inglaterra. ¡Ahora mismo! – declaró L dándose la vuelta.

-¿Qué?

-Voy a hacer las maletas. Si tú no quieres venir, iré yo solo – dijo caminando hacia la puerta.

-¡Hermano! – le llamó Yuko saliendo tras él, pero L no se dio la vuelta sino que se metió a un ascensor y desapareció detrás de su puerta metálica – Oh, no…


Y... el próximo capítulo es el último.