-Link...-
-Link..-
-¿Por qué odias tanto?-
Una dulce voz llenaba el vacío del espacio. El héroe se veía a si mismo reflejado frente a un espejo. Su rostro lleno de ira y una horrenda sonrisa vacía.
-¿Qué quieres?-. preguntó él.
- Mira en lo que te has convertido-. respondió entre lamentos aquella entidad.
Una vez mas, él joven analizó la imagen que tenía en frente. -Ese no soy yo- replicó molesto.
-Me decepcionas, héroe, no eres la misma alma llena de luz. No eres mi elegido-
Estas palabras llenaron su corazón de terror. -¡¿Quién eres?! ¡Responde!-
-¿Ya no reconoces ni mi voz?-. Se lamento nuevamente
-Jamas había escuchado nada parecido-
Después de esto, se quebró en llanto, desconsolada.
-¡¿Quién eres?!-. Su paciencia estaba llegando a al llímite.
La respuesta nunca llegó. Y de nuevo, se quedó él solo, frente a la figura del espejo.
-Supongo que no somos tan diferentes-. Aquel reflejo siniestro tenía mente propia al parecer.
-y a ti ¿Te importaría decirme quien eres o también vas a jugar al incógnito?-
-Nada de eso. Con gusto responderé. Me llamó Link-
...
Para contestarle ya era tarde pues en un parpadeo había perdido la voz. Lo intentó varias veces pero no emitió ni un solo sonido.
-¿Qué pasa? ¿Te asuste?-. El tipo reía con ganas. Con autentica felicidad. -El portador del valor... tiene miedo... de si mismo...-
Link se apartó de él para desenvainar su espada.
-Espera, espera, no necesitas ser agresivo, no tiene caso que pelees con algo que no puedes tocar-
El joven lo ignoró e intento darle un par de estocadas. Solo para darle la razón a ese espectro burlón.
Efectivamente. No podía tocarlo.
-¿Por qué no guardas tu espada y charlamos en paz? Si lo haces, te devolveré la voz-
Link permanecía reacio a obedecer y no bajaba la guardia. El espejo frente a él seguía presente, intacto, sin un rasguño y tampoco el molesto habitante del objeto.
-... ¿No quieres saber por que Farore estaba llorando hace un momento?-
Farore...
Farore...
Farore...
El joven cedió, sentándose en señal de sumisión. Pronto un ardor en su garganta le dio la señal de que su voz estaba allí otra vez.
-De acuerdo. Link-. La sombra imitó la misma posición enfrente de él. -Nuestra pobre Farore, al parecer... esta destruida por nuestra culpa-
-¿Nuestra?-. Link se asustó.
-Oh si, NUESTRA. La desdichada se ha obligado a ver como florece la sisaña en nuestro interior-
-¿Y por que es esto? ¡¿Qué hice yo?! ¡Cumplí con su misión y la de Hylia! Hasta la última orden-
-¡Claro que si! después de todo, no es nuestra culpa que nos hallan elegido, no pedimos ser héroes ¿cierto? -
-Jamás-
-Farore debió escoger a alguien más ¿No crees?-
-Si-
- Por su culpa estamos destruidos-
-Si-
-¿Por qué sufrimos por algo que no queríamos? Desearía que todo hubiera seguido como antes ¿y Tu?-
- Si... yo... nunca quise salir del bosque, odio todo lo que pasó después de eso. Ojalá pudiera borrar mi memoria, o mejor... preferiría estar muer...-
La oración fue interrumpida por un tercero en aquella reunión. Con un delicado toque, habían cubierto su boca, cortando esa horrible declaración.
Link no vió más el espejo, tampoco el reflejo siniestro.
Desaparecieron en un instante.
- Te prohibió que digas más-. Demandó la tercera persona.
Esta era una voz diferente. Perfectamente reconocible para él. Pertenecia a La más bonita de las almas que pudo encontrar desde que salió de su hogar. Hace muchos años.
Con desbordante cariño. Zelda lo envolvió con sus brazos.
-¿Qué hace aquí Princesa?-. Preguntó él.
Ella rió con elegancia. -Pero Link... ¿No puedo ayudar yo tambien a mi héroe?-. Le obligó a que viese dentro de sus ojos. -Estabas sufriendo y no podía permitir tal cosa-
Con algo de duda en su mente, sintiéndose un cobarde, aceptó con plenitud todo ese cariño tan genuino que solo ella podía darle.
-¿Aún estas enojado? -. Ella entristeció su expresión -. El rencor esta fortalciendose dentro de ti-
- Yo jamás quise regresar-. Habló con pesadez, confesando sus penas.
- Lo se-
- Yo quería quedarme contigo-
- Lo se-
-Aun así, no pudimos estar juntos-
- Lo se-
-Tengo miedo Zelda-. Las lagrimas traicioneras mojaron su rostro. - No quiero quedarme solo. Pero no puedo acercarme más a ti-
-¿No puedes o no quieres?-
Link tardó largo rato para pensar una respuesta.
-Tienes una nueva oportunidad. Hay chance para hacer las cosas bien-. La joven besó su frente como una madre hace con su hijo.
- Intente alejarme. Pero no importa a donde vaya, algo siempre me regresa a tu lado-
- No soy yo, Link.- Remarcó con severidad. -Zelda ahora es una joven sin la carga de una guerra en sus hombros. Esta persona es totalmente diferente, a pesar de que compartimos varias similitudes, no somos la misma-.
- No quiero tener nada que ver con otra persona. -
-¿Ignoras el hecho de que tal vez esta vida que llevas es tu recompensa? ¿No se te ha ocurrido pensarlo?-
-Yo ya tenía una vida. Y me la arrebataron...-
-¿Por qué Link? ¿Por qué no has luchado? ¿Por qué desanimas antes de intentar? ¿Por qué dejas que ese dolor nuble tu corazón? ¿Por qué piensas que todo seguirá igual?-
- No quiero volver a alejarme de ti.-
- Entonces lucha, pelea, rompe las reglas, se valiente. Ahora que tienes una segunda oportunidad ¿Vas a dejarla pasar sin haber intentado?. -
-Y¿ si no fueras tu esta vez a quien elija? ¿Te parecería bien?-
- Si. Por que esa sería completamente tu decisión-
La joven no habló más, como si el efecto mágico hubiese desaparecido por la realización de que eso era tan sólo un sueño. Y no se trataba mas que de una pelea con su lado noble y su lado humano y cobarde.
La Princesa Zelda seguía en su memoria, grabada al fuego vivo, como si la hubiese visto justo antes de cerrar sus ojos para dormir.
Despertó con el sudor inundando su cuerpo, sus extremidades temblaban, el corazón le palpitaba fuertemente, su pecho dolía para respirar. En fin, era un desastre.
Poco a poco se fue calmando, mientras reconocía su acogedora habitación en la casa de Talon. Asimilando aquel agitado sueño y meditando todo lo que recordaba de él.
Link era víctima de sus pesadillas, rara vez podía disfrutar de una noche sin ninguna clase de sueño, pues en cuanto a cosas agradables no tenía ninguna que recordara desde que salió del castillo en búsqueda de Navi.
A la mente llegó el recuerdo de una carta que la misma Princesa Zelda le había escrito.
Se levantó, hipnotizado por su deseo repentino de encontrar ese papel que conservaba desde entonces. Aun si era la mitad de la noche... él no se sentiría tranquilo hasta tener dicha carta en sus manos.
Tenía olor a flores y Link sonrió tiernamente al volver a ver la pequeña letra de la niña que una vez fue Zelda. Encantado por ese pequeño garabato de ellos dos tomados de la mano con un arcoiris y muchas mariposas. No había puesto tanta atención en esos detalles. La Princesa tenía cierta habilidad para el dibujo y no lo notó si no hasta ese momento.
("Querido Caballero"
Supe que te irás pronto del castillo. Realmente me entristece la idea de no verte por aquí.
Extrañaré tus sermones y tu madura forma de actuar, me harán mucha falta. Pero, no quiero hablar de mi.
Hace dos años, llegaste a nuestra vidas. Te considere un héroe desde entonces. Pensé que te sentirías muy contento y orgulloso de ti mismo por tus hazañas y quería verte sonreír por ello también. Pero en cambio, tu siempre llevaste un semblante muy serio, aveces me pregunto si alguien te hizo algo malo para que tuvieras unos ojos tan tristes.
Link, si es asi, puedes decirmelo y yo misma iré a regañarlo para hacer que se disculpe.
Me gustaría que fueras un niño feliz sin ninguna preocupación. Por favor, no te molestes, mi intención no es espiarte y menos entrometerme en tu vida. Tan sólo quiero que mi amigo sonría todos los días.
Puedes contar con mi apoyo siempre. Para ti no soy la Princesa de Hyrule, sólo soy Zelda, tu amiga. Por eso, no dudaré en ayudarte en cuanto lo necesites.
Siempre estaré de tu lado.
Que tengas un buen viaje y Por favor, regresa pronto.
Con cariño
Zelda")
vaya...
De momento esas palabras le dibujaron una sonrisa. La carta tenía más significado de lo que él creía. Estaba llena de sentimientos honestos y de buenas intenciones.
Link se sintió mal por haber ignorado y subestimado la ayuda de la entonces Pequeña Princesa. No había tomado muy enserio esas cosas pensando que solo eran las ocurrencias de una niña de doce años.
No
Zelda tenía una gran corazón y se tomó la molestia de preocuparse por Link, dándole una mano para apoyarse.
[...]
Con motivo de los recientes acontecimientos que involucraron a la Princesa Zelda y al Príncipe Frey. La búsqueda de un esposo para la Princesa seguía siendo la prioridad en los asuntos internos del Palacio.
Los miembros del Consejo, junto con el Rey, acordaron que se organizara una justa, con motivo de reunir candidatos.
Si, serían avisados la mayor cantidad de reinos posibles.
Mientras más participantes, más opciones, más variedad y por lo tanto, mejores alianzas.
En total, se enviaron ciento cincuenta invitaciones a todos los nobles cercanos y algunos lejanos.
Vaya tarea tuvo la Princesa, pues ella misma se encargó de redactar con su puño y letra cada una de las invitaciones. En esto se llevo semanas, pasando interminables días sentada frente a un escritorio con su pluma y tinta. Sin un solo descanso, únicamente para dormir. Incluso varias noches, sus sueños eran sobre seguir redactando miles de cartas. Era una tarea que parecía no tener fin.
Además de que debía poner especial cuidado de no repetir mucho las mismas oraciones, pues no faltarían las malas bocas difundiendo rumores sobre la "poca imaginación" o la "pereza" de la Princesa de Hyrule al no poner empeñó en el trato a los invitados.
Si algo le ayudaba a continuar con esa tarea, eran sus pensamientos, los usaba para escapar de la realidad tan tediosa. Su cabeza se llenaba de las historias que leyó en aquel libro que se le obsequió en su cumpleaños. Pensaba en ese personaje tan peculiar que protagonizaba la gran mayoría de los cuentos, "el heroe", un muchacho de más o menos 17 años, dormilón, relajado y algo torpe. Pero también fuerte, valiente, noble, amable, bondadoso y pacífico. Zelda dedujo que la narradora estaba perdidamente enamorada de este personaje, la forma en que se expresaba sobre él, era notablemente diferente al resto, ni siquiera hablando de su propio padre se sentía esa dulzura y admiración. Cada capítulo que trataba de este joven era detallado y lleno de palabras que hacían notar el gran amor que le tenía. Estos se convirtieron en los favoritos de Zelda, algo en esas narraciones la hizo identificarse, pues, si era honesta con ella misma, hablaría del mismo modo si se tratará sobre su "Querido caballero". Esos puros sentimientos relatados, eran la descripción perfecta de como se sentía al estar a su lado.
Si ese libro pudiese darle una idea para ayudar a Link... como si fuese la guía de como tratar con él. Zelda elevó una oración al cielo, suplicando que se le revelara una respuesta..
Desde que Hilda y su Hijo partieron del castillo, Link dejó de aparecerse y sobraba decir que Zelda lo extrañaba, sentía lejano el día en que recibió el más bello bouquet, aún lo conservaba en su habitación, con un poco de magia añadida para que se mantuvieran en pleno vigor.
Al menos tenía idea de su paradero.
Las palabras de Impa resonaron en su cabeza, las advertencias sobre su irrazonable enamoramiento y los dolores que traería con ello. Empezar a aceptar que la posibilidad cada vez más probable de no ser correspondida , sería de las pruebas más difíciles. Zelda era terca y obstinada, solo por que no se le permitiera amar a quien no fuera noble, no era razón para dejar de hacerlo. El problema, era que incluso si Link la rechazara (si es que algún día reunía valor para decirle) ella no dejaría de amarlo. Estaba segura de ello. Y para no intervenir en su vida, tendría que verse obligada a alejarse de él.
[...]
Llegó una tormenta a Hyrule. Los vientos rugían como bestias y la lluvia azotaba como espadas contra el suelo. Un día oscuro.
Desde luego, nadie salió de sus casas. A excepción de cierta desafortunada persona, que prestando ayuda, al llevar un cargamento de leche para el castillo, quedo atrapado en este, pues fue cuando la tormenta lo sorprendió.
No podría regresar aunque quisiera. Epona se austaría y sería problemático lidiar con ella en medio de esa lluvia.
No tuvo que pedir asilo. Ya que inmediatamente fue reconocido por las sirvientas a las que ayudó hace unos meses y Sin pedirlo, lo arrastraron a la cocina.
Al parecer, de repente, todas las damas y sirvientas estaban desaparecidas, ya que la mayoría eran jóvenes, al escuchar que un muchacho guapo estaba dentro del castillo, dejaron sus tareas a medias para ir a verlo en persona. La idea era sólo echar un vistazo y regresar al trabajo, pero las señoritas lo encontraron atractivo e interesante y decidieron prolongar el descanso.
Link estaba contando sobre las muchas maravillas que había visto fuera de Hyrule. Ya que vio su camino bloqueado y todos los ojos sobre él, de alguna forma tenía que matar el tiempo. Al menos hasta que la tormenta se calmara.
La ausencia de la ayuda femenina, no tardó en hacerse notar, al no haber ni una dama en las habitaciones del castillo.
La Princesa Zelda estaba esperando un encargo que había confiado a una de sus damas. Ya iba tarde, pero decidió ser paciente, hasta que pasó más de una hora esperando.
Impa llegó con la noticia de la sospechosa desaparición de las damas y su aglomerameinto en la cocina.
Sin perder tiempo, fue a averiguar la razón de aquel tumulto. Nadie la reconocía pues estaban demasiado concentradas en el muchacho. Entonces intento hacerse paso entre todas ellas.
Su sonrisa se enganchó al reconocer la juvenil figura, allí sentada, mientras platicaba a su público. No culparía a las sirvientas, ella también habría abandonado sus tareas por venir a verlo.
Benditos sean los cielos, que le han concedido un momento para verle a la cara otra vez.
Tanta fue su emoción, que sin pensarlo, sus labios se abrieron y de su garganta salió un jubiloso grito
-¡Link!-
Al momento, él volteó en su dirección. Zelda no lo esperaba, una radiante sonrisa iluminó el rostro varonil, el corazón podría salirse de su pecho si no tenía cuidado.
Una sonrisa para ella.
Se levantó de su lugar e hizo una reverencia, al hacer esto, de inmediato todas las presentes reaccionaron y rápidamente imitaron sus acciones.
-¡Alteza!- Se escuchó al unísono en todo el lugar. Todas ellas avergonzadas.
Con gentileza, Zelda las despidió sin ningún regaño. Ella también entendía los corazones jóvenes.
Cuando se retiraron. Dirigió completamente su atención a él.
-Ya pasaron varias semanas desde que te ví ¿Has estado bien?.- ella no podía ocultar la emoción en su voz.
-Perfectamente Princesa-
-Me da mucho gusto verte, Link-
- Es un honor que me diga eso. No soy digno-
-No digas eso- . El clásico nerviosismo juvenil, la traicionaba, sus manos comenzaron a sudar y por impulso agarró la tela de su vestido. -De ninguna manera soy tan importante como para que mis palabras sean motivo de honor. Es más, diría que me siento algo avergonzada de haber dependido de ti constantemente y... claro, estoy muy agradecida-
-Me alegra verla de tan buen humor Alteza. Aunque parece cansada, tiene sus ojos apagados-. Link frunció la ceja cuando analizó sus parpados cargados de sueño.
-¡Oh! nada grave. Han sido días de arduo trabajo y me han cobrado su precio. Verás, habrá un torneo y me han encargado redactar cada una de las cientocincuenta cartas para los invitados a participar-
Sus ojos se abrieron como platos. -¿Ciento cincuenta? ¿Están bien de la cabeza? ¿Como se les ocurre que una sola persona puede con todo eso? Que absurdo.-
-Son deberes de una Princesa, al parecer, se espera mucho más de mí y espero poder llegar a las expectativas. Además, ya las he terminado y solo queda una carta por entregar, sin embargo, quisiera hacerlo personalmente-
- ¿Quién es el afortunado? Sin duda alguien respetable, si le quiere entregar algo en persona-
Zelda bajó su cabeza para hablar. -Tu, Link-. Su vergonzoso rubor traicionó sus buenas intenciones. Cuando llegó a la cocina, no esperaba encontrar a Link allí. Ella quería darle su invitación, cierto, pero al tener esa oportunidad, no la desaprovechó, aunque no tuvo tiempo de prepararse emocionalmente para su reacción.
Lo soltó de golpe y esperó por una palabra. Después de unos segundos, cayó en la cuenta de que Link no había movido ni un músculo de su boca y su mirada estaba perdida en ella.
-Solo si quieres venir, es una invitación, no una orden. Lo pensé por que tu manejo de la espada es hermoso y parecías emocionado cada vez que manejabas una-. Sintiendo el estrés del silencio, hizo esta aclaración para no comprometerlo de ninguna forma.
- Pero... Esta justa es para los candidatos a su prometido, Princesa. No puedo simplemente entrar-
-Descuida, hablé con mi Padre y estuvo de acuerdo en que participaras como su "Representante" y sin llevar la molesta carga del pretendiente... sin nigun tipo de compromiso que no desees ni conmigo ni con el Rey. Puedes ser solo un participante e ir a divertirte. Si eso te parece-
La ternura de la joven, retórcía su corazón ¿¿Se tomó la molestia de pensar en él para que se diviertese?.
-¿Que pasará con el ganador?-
-Tendrá su merecida recompensa y se ganará el reconocimiento del Rey y su consejo. En tu caso... Puedes pedir lo que tu quieras. Ya que, creo firmemente que tu ganarías sin problema-
-Perdone que le pregunté esto Princesa, Pero, ¿No es esto un intento para frustrar su futuro matrimonio?-
-¡No hay manera! jamas pensaría en usarte como un recurso y mucho menos abusar de tus buenas intenciones. En todo caso, soy yo la que te debe más de lo que puedo pagarte, Link, te lo aseguro, prefiero una muerte noble antes de usar personas para mí beneficio-
-Me disculpo... - .hizo un ademán con su cabeza. -Antes de otra cosa. Dejeme preguntarle una última cosa. ¿Ese Príncipe tan famoso estará presente?-
- Es muy probable. Sin embargo, Link. No quiero que asistas pensando en alguien más. Simplemente deseo que te diviertas y pases un buen momento. Claro, dependiendo de tu decisión-
Los vientos aún rugían poderosos y no había señales de que la lluvia fuese a parar. A pesar de la hora, el cielo se miraba oscuro y penoso. Todavía no era momento de regresar.
Zelda con el ánimo en alto, lo invito a tomar el té para que se olvidase de ese asunto y tomará su tiempo para dar a conocer su decisión. Mientras tanto, aprovechó la ocasión para preguntarle por todas sus aventuras. Como si fuera una niña pequeña, escuchando historias de su Padre.
-y ¿Qué fue del pequeño skull kid?.- Preguntó ella. Cuando termino su relato.
- No lo se, supongo que sigue haciendo travesuras a los viajeros o se dedique a jugar todo el tiempo con talla y tael-
-Debe de extrañarte mucho, quiero decir, han pasado años tres años desde entonces-
- No es como si pudiera encontrarlo tan fácilmente, de otra forma, claro que me gustaría verlo-
-y ¿Qué me dices de Kafei y Anju? seguro que después de tantas pruebas, al final se casaron.- Una chispa se asomó en sus pupilas.
-Así fue Princesa, ambos se veían muy felices. Creo que se merecían un buen final tomando en cuenta todo lo que les pasó-
- El amor es poderoso, puede mover montañas, agitar las mareas, incluso explotar un volcán y... según decía mi Madre, cada obstáculo que supera, lo hace más y más fuerte-
-Después de eso, nada los va a separar ¿No cree? -
- Si... serán prosperos-
Link clavó sus ojos en el suelo. Era la primera vez que le contaba a alguien sobre ese misterioso viaje y esa alocada situación de vida o muerte. Otra persona diria que se había pasado con el licor.
Aún si la Princesa no se tomaba en serio la historia, tenía el consuelo de que ella lo guardaría para si misma y no lo tacharia de loco. Por lo menos, escucharía hasta el final.
Necesitaba sacarse ese peso de encima.
-¿Por que no las escribes?- comentó su idea al muchacho -Tantos viajes y conocimientos serían de suma valía para nuevas generaciones-
- He pensado en la idea, más, no me convence del todo-
-¿Pero que dices? Si hubiese un libro con historias tan maravillosas como la tuya. Lo devoraría hasta la última sílaba-
-¿Le gustan los cuentos de hadas? Creí que su Alteza era más sería con sus lecturas-
- No negaré que me atraen las fantasías. Sin embargo, esto que me contaste, fue una hostoria real, no puede tomarse como un cuento tradicional-
Esa respuesta lo sorprendió. -¿No cree que es demasiado fantasioso?-
- Es hermoso y enriquecedor, experiencias que no todos pueden vivir. Aventuras que alimentan el deseo de aprender y conocer. De verdad me gustaría leer todo lo que tienes para contar-
-No creo que tengan peso o credibilidad las historias de un plebeyo como yo-
-Claro que sí. Yo si te creo, Link. Cada una de tus palabras, las creo-
En unos segundos.
Víctima del hechizo de sus propios recuerdos, encantado por la declaración de la Princesa, sin aviso y sin pensar. La envolvió con fuerza entre sus brazos, como si fuese una hermosa ilusión que no quería soltar. Link no estaba pensando con la cabeza, dejó a su corazón tomar el poder de sus sentidos y en consecuencia se aferró a la genuina calidez de Zelda. Ese tenue olor a flores tan cautivador, podria decir que era su escencia favorita. La figura femenina se amoldaba perfectamente a la de él, como dos piezas de un rompecabezas. Hechos el uno para el otro.
Por todos los cielos. Aquel abrazo se sentía tan agradable. Ella sabía que incluso esas inofensivas muestras de afecto se le tenían prohibidas y aún así, no le puso resistencia alguna. Cerró sus soñadores ojos, y disfrutó del momento, permitiéndose escuchar la lluvia de fondo. Tal muestra de cariño calentaba su corazón, nadie más podría tener tal efecto en ella, solo Link y solo él. Si tan solo pudiera jurarle su amor incondicional...mas no era el momento, no aún.
Por desgracia, como todo, llegó a su fin. Link contempló a la Princesa con temor, arrepentido y dolido. -Perdóneme. Eso, eso no fue correcto yo...-
Zelda delicadamente puso su índice sobre sus labios. Contrario a él, llena de dicha y júbilo. - No te disculpes, por favor, no te arrepientas ni lamentes esto. Ciertamente yo no lo haré-
La tormenta comenzó a cesar...
