Naruto © Masashi Kishimoto
Esta vez les comparto una serie de 20 relatos cortos inspirados en los escenarios propuestos por streets-crimes en Tumblr. Cada uno tendrá contenido adulto aunque no tan explícito. Por favor, si no tienes la edad o no te interesa esto, mejor retrocede.
Al igual como en mi serie de «Besos», algunos los pondré en un mismo capítulo.
Notas generales: cada relato tendrá contendido adulto aunque no tan explícito. Si no tienes la edad o no es de tu interés, da clic atrás plis.
Dependiendo, serán post Naruto manga o semi-AU's. Pueden tener una interpretación libre al escenario en que estén basados. Pueden ser comedia o tener un tinte más dramático.
1. Sexo oral en el asiento de atrás de un carro.
Con una tecnología algo más avanzada que Suna y otros lugares, el País de la Nieve era ahora un punto a referenciar en el gran plan que el Kazekage tenía para modernizar su propia aldea, por eso era importante que Temari hiciera uno o dos viajes hasta allá, incluso aunque fuera un territorio pequeño, pacífico, frío y aburrido.
Hubo dos cosas, no obstante, que cambiaron un poco su perspectiva en medio de papeleo y reuniones diplomáticas durante sus quince días de estadía lejos de casa: uno, su novio, Shikamaru, estaba también ahí; dos, no tenía que caminar o correr por la nieve de un lugar a otro porque luego de la Cuarta Guerra habían ideado algo llamado transporte público, usando lo que Temari no podía definir como otra cosa más que avanzados carruajes que funcionaban con batería, creando más de ellos para disposición de la población en lugar de sólo para la realeza del país como había sido años atrás.
En general, toda la idea le parecía maravillosa a Temari y no había tenido problema alguno en su pacífica visita diplomática; eso, hasta que bajando a echarle un vistazo al lugar donde mantenían los carros la vida le recordó que quizá más de una vez debía frenar su curiosidad.
—OH, KAMI —dijo ella abruptamente mientras un par de ojos la observaron estupefactos. El otro par de ojos… bueno, estaban en cierta posición que les habría sido difícil observar hacia donde estaba la embajadora de Suna—. Lo... lo siento.
Temari esa vez cerró la puerta del carro quizá con mayor fuerza de lo que habría querido, y aunque en su trabajo como kunoichi no era la primera vez que encontraba ni encontraría una situación poco usual, ciertamente resaltaba el hecho de que el rostro pasmado que vio pertenecía a un importante hombre que según el itinerario de Temari tendría que ver al menos otras cinco veces.
En la mañana siguiente Shikamaru abiertamente no pudo evitar burlarse de su traumática anécdota, interrumpiendo la lectura que hacía de algunos documentos.
—¿Pero por qué ahí, en el asiento de atrás? Parece ser… incómodo —comentó ella en un siseó suave acallando la risa de su novio.
Shikamaru optó entonces por sólo sonreír con tal de no irritarla.
—Bueno, no necesitas mucho espacio para bajar hasta ahí y usar tu boca.
Temari lo miró de soslayo, él aparentemente concentrado de nuevo en su lectura.
Sexualmente hablando desde que habían empezado oficialmente a salir, se habían enredado bastante veces y si bien en cada encuentro Temari había conseguido de él resultados muy satisfactorios —como justamente la noche anterior—, por ahora no habían practicado sexo oral.
Temari decidió no hacer un mal chiste acerca de si él no querría tener alguna otra fijación oral aparte de tener siempre cigarrillos en la boca porque probablemente el chiste le sería regresado con creces de alguna forma, y también porque una oficina administrativa como en la que se encontraban ahora quizá no era exactamente el lugar para tales bromas.
Temari, además, era una completa inexperta en esa área.
Quitó entonces la mirada de encima de él ubicándola al otro lado del salón, y un segundo después sintió la mirada fija de él pero Temari prefirió mantenerse en silencio. En pocos minutos habría una nueva reunión.
.
Dos días después, quizá porque todo el mundo había tenido que mantenerse encerrado por una nevasca y estaba cansada de jugar Shogi con Shikamaru, le confesó que nunca había estado con otra persona así.
Shikamaru soltó la ficha que había estado sosteniendo en su mano, se echó un poco hacia atrás y apoyando las palmas contra el suelo, concentró toda su atención en ella.
—No puedo creer que no lo hayas hecho.
No sonó como una acusación, tampoco como inmensa incredulidad. No obstante lo que retuvo la atención de ella es que entonces Shikamaru sí lo habia hecho. Es decir, era algo en lo que inherentemente él era mejor que ella.
Bueno, ella sabía que podría, sabía que no era tan difícil, sólo que en ocasiones anteriores con otros hombres nunca se había sentido preparada; de alguna forma la percepción de que se sentiría utilizada y humillada no había permitido hacer un simple hecho como ponerse de rodillas, así que varias veces antes descartó la idea.
Pero ahora frente a ella no estaba sólo un hombre. Era Shikamaru Nara.
El viaje de ser amigos a parejas había sido algo intermitente, quizás incluso difícil. Literalmente, había todo un país entre ellos, aún así por poco menos de una década él había estado captando su constante su atención, manteniendo firmemente en su mente la noción de su existencia y de su ingenio.
Amarlo había venido con una calma impropia en ella, tan naturalmente que cuando se había dado cuenta lo último que deseaba era echarse para atrás.
No había nadie que lograra ahora eso en Temari, y ninguno de los hombres con los que había estado habían despertado jamás en ella el tipo de deseo que sentía por Shikamaru. Ninguno de ellos la había hecho querer perder su admirable capacidad de control y adorar a un hombre.
—¿Debería darte una mamada ahora?
Shikamaru sonrió de medio lado, no obstante sus ojos no engañaban el deleite que le había causado las palabras de ella.
Los hombres son tan fáciles, pensó Temari entonces porque no había duda de la punción que Shikamaru debía sentir ahora en su ingle.
Él, no obstante, no se movió un centímetro de su lugar.
—¿Ahora o dentro de un carro? —dijo él con cierto tono de burla, aún así cualquier posible molestia que Temari hubiera sentido con cualquier otra burlona observación de él se desvaneció y fue reemplazada por una codiciosa curiosidad, justo como el tablero de Shogi siendo removido para Temari darse espacio.
No mucho tiempo después él pidió que abriera su boca y ella inmediatamente obedeció, sus ojos verde azulados asomándose por debajo de sus pobladas pestañas mientras lo miraba.
Él se portó diferente entonces, y gruñó su nombre y parecía estremecerse como si cada nudo de sus nervios estuviese a merced de ella. Temari entonces pudo decir desde ya que iba a querer repetirlo; pronto estaba en control y era una poderosa sensación hacer temblar a Shikamaru como lo estaba haciendo.
2. Decirle qué tan bueno (o malo) es.
Había algo que Temari sabía muy bien sobre Shikamaru y era que su hombre no era tan racional como los demás pensaba que era, o que incluso ella misma había señalado bastante en el pasado.
O, para aclarar mejor lo dicho, había algunas pocas cosas que llevaban a la cabeza del genio de Konoha a ser lo más impulsivo posible. Una de esas por lo visto era ver a Temari en lencería, y si ella había pretendido lucirlo de alguna forma antes de ser arrojada a la cama, los dedos intrusos de Shikamaru decidieron dejar de lado toda tela, encaje y lazos que le estorbaban el camino, hasta que Temari sólo pudo pegar su rostro a la almohada presa de las increíbles sensaciones que él le hacía.
La tenía tan memorizada que tal hecho no sólo la sorprendía —y la hacía anhelar cualquier encuentro con él— sino que lograba algo que había creído sería siempre imposible: derrumbar las barreras que ella misma había alzado desde su adolescencia, desarmarla, casi que diseccionar cada parte de ella hasta reconocer sus mínimos detalles, incluso los aburridos, desde sus emociones a la forma en que latía su corazón al punto de convertirse en un experto en ella.
En poco Temari llegó al clímax y luego sintió el peso de él sobre su agotado cuerpo. Aún así moviendo con suavidad su codo lo obligó a rodar y ubicarse al lado de ella.
Dando un largo suspiro entonces, lleno de completa satisfacción, Temari se sentó con lentitud sobre la suavidad del colchón y bajó su mirada hacia su propio cuerpo y luego hacia un pedazo de fina tela roja a punto de caer del borde de la cama.
Hizo una mueca extendiendo su cuerpo hasta agarrar lo que no era más que la evidencia de cuán irracional podía ser Shikamaru.
—Maldición, Shika, este es el tercer conjunto que me dañas —comentó con algo de irritación incluso aunque aún podía sentir un leve temblor en su entrepierna y muslos—. ¿Sabes? Esto ya es un patrón, si por un momento creí que la segunda vez había sido sólo coincidencia, ya sé que no lo es.
Él sólo levantó una de sus cejas desde su cómoda posición, quizás un sorprendido de verla quejándose justo después de un muy antiestresante encuentro sexual, pero no respondió nada y decidió como siempre buscar ahora por un cigarro de los que dejaba al lado de la cama.
—Eres realmente malo —dijo entonces ella casi haciendo un puchero observando entre sus manos la parte superior de su lencería, lo que había quedado de ésta, el encaje que debía cubrir su seno izquierdo ahora totalmente arruinado.
—Heh —el leve sonido fue lo suficiente para llevar los ojos verde azulados de ella hacia Shikamaru.
Él estaba ahora analizándola, sus oscuros ojos que antes habían tenido una nublada capa, ahora parecían estar de nuevo desarmándola en su mente con una intensidad aterradora que Temari se tentó a acercarse a él y besarlo.
No obstante, sólo le quitó el cigarrillo de su boca y se lo llevó a sus propios labios.
Él no dejó de quitar su mirada de los ojos de ella.
—Soy malo, ¿dices? Temari, por tu lado eres demasiado buena para mí —comentó él en un tono de voz baja, sabiendo muy bien que un halago como ese sería bien recibido por ella.
Temari se permitió entonces sonreír, y antes de sus siguientes palabras sus ojos brillaron más:
—Lo sé —respondió ella haciendo que Shikamaru dejara salir un leve resoplo—. ¿Y sabes que ganan las chicas tan buenas como yo?
Shikamaru no hizo mención a nada, claramente era una pregunta que ella respondería.
Así, Temari entonces le devolvió a su boca el muy preciado tabaco no sin antes darle un corto beso.
—Todo tu siguiente salario en lencería para mí —finalizó ella en rotunda afirmación, prácticamente una amenaza.
El ataque de tos le hizo a Shikamaru ganarse un «bebé llorón» por parte de ella.
Quizá debían prácticarlo en más lugares como en el asiento de atrás de un carro antes de partir de ese país.
¡Gracias por leer!
