Los principales personajes quedan a Stephanie Meyer la historia es mía totalmente prohibida la reproducción total o parcial de la historia sin mi autorización
Capítulo 41.
Los golpes de Elizabeth Masen.
"La muerte es algo que no podemos temer porque, mientras somos, la muerte no es, y cuando la muerte es, nosotros no somos. Antonio Machado"
Rosalie sonrió abiertamente, feliz en los brazos de Emmett, antes de acariciar su pecho de forma suave. La tormenta que los había estado azotando había pasado y ahora había sol; literalmente este les estaba pegando en el rostro. Se removió intentando liberarse y Emmett se escondió en la curva de su cuello.
—Tengo que levantarme. Isabella…
—Le dije a Isabella que estábamos juntos —gruñó Emmett con la voz ronca por el sueño. Rosalie suspiró y le acarició el cabello sin poder evitar mirarlo. Ella no conocía a Emmett y lo conocía como a nadie. Iba a casarse y a ser feliz, pero aún había cosas por hacer, baches que debían superar. Aún tenía que terminar la historia de Isabella para empezar
—Quiero pedirte algo.
Emmett se tenso pero aún así busco sus ojos y Rosalie le sonrió al encontrarse en sus ojos.
—Quieres pedirme algo —le repitió este y la hizo reírse porque verlo era una distracción.
—Estoy escribiendo la historia de Isabella y quiero hacerlo. Quiero terminarla antes de casarnos —la decepción brilló en su rostro, pero Emmett supo esconderlo muy bien ya que se aclaró la garganta y asintió —. Ella también se merece un final feliz Emmett y lo sabes.
La mirada de Emmett se suavizó.
—Isabella es quien de todos nosotros merece más que ser feliz Rose ¿Porque parte van?
Rosalie sonrió nerviosa y aliviada de que el estuviera aceptando sus términos antes de mirar la computadora en su buró y responder
—El cumpleaños diecisiete.
La forma en la que Emmett se levantó de la cama debió haberla alarmado pero la sorprendió. Él se paseó un par de veces por el cuarto antes de detenerse
—No voy a poder protegerte contra esto Rosalie. Has tomado una decisión y…
—No voy a rendirme. No con Isabella.
—No quiero que lo hagas pero escucha. Lo que sea que pase no te decepciones de ella ¿Si? Isabella no es una mala mujer, ella es buena. Y lo que hemos hecho, cada cosa, hay una razón.
El miedo le calentó la boca del estómago cuando Emmett la miró esperando una respuesta
—La amas.
Decirlo en voz alta le hizo doler el corazón. Emmett no lo negó esa vez, él se irguió y habló.
—De alguna manera extraña —se detuvo con sus hombros cuadrados y la frente fruncida, erguido tanto, que parecía un militar —. Todos amamos a Isabella, yo lo hago pero no como tú crees. Isabella es el reflejo de lo que Claire pudo haber sido si siguiera con vida. La imagino así, fuerte, dura, implacable. Con la belleza irreparable y el aura de poder. Isabella es el fantasma de personas que perdimos en busca de un final feliz. Ella es el "Y si" de muchos de nosotros.
—Verla de esa forma le hace daño —suspiró Rosalie antes de empezar a vestirse. Emmett hizo lo mismo y cuando Rosalie abrió la puerta del baño él le preguntó
—¿Hay una forma fácil de describir a una mujer como ella?
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Isabella esperó impaciente afuera de la habitación mientras Jasper usaba los estimuladores cerebrales en su esposo. Ella quería entrar y tomarle la mano. No había nada más difícil y doloroso como solo no poder caminar dentro de esa habitación. Pero el miedo era algo tan paralizante.
Estaban intentando con neurofisiología* de nuevo, para asegurarse que la actividad cerebral estuviera normal. Y también asegurarse de que él estaba vivo. Era difícil, pero Edward de alguna manera estaba allí atrapado en su cuerpo dormido. Jasper terminó la terapia y espero mirando su reloj antes de anotar en su reporte y luego mirar hacia la mujer en la puerta.
Isabella escuchó a su corazón latir hasta en sus oídos pero un dolor demasiado fuerte la dejó sin aire al ver la respuesta de Jasper quien negó con decepción antes de que ella se girará bajando del segundo piso, buscando su oficina. Huyendo.
Jasper entró en la oficina de Isabella más tarde esa mañana encontrándola de espaldas a la puerta con una copa de coñac en sus manos. Era extraño como él podía recordar la forma abnegada en la que Edward la describía. Y como él tenía tanta razón.
"—Ella es esa brisa fresca que anuncia un temporal de esos que sacuden tu mundo y luego tienes que reconstruir. Y en lugar de estar enojado con ella por destruirte así, le agradeces en silencio porque si lo haces en voz alta ella va a dejarte con las palabras en la boca y una sensación de vacío.
—No me agrada. La forma extraña en la que hablas de ella, no quiero que termines lastimado. Me hablaste de Félix Volkov, de cómo él está obsesionado con ella. Es tan, enfermizo. ¿No te asusta amarla?
—Quien la conoce lo suficiente no gusta de ella, Jasper, la aman. Isabella es amor, es agonía, es destrucción. Ella es eso a lo que agradezco mucho por tener porque me pertenece y, no te asustes, pero mi corazón late en mi pecho al ritmo de sus parpadeos. No es a ti a quien tiene que gustarle. Ni siquiera Elizabeth puede decirle a mi corazón a quien amar con desenfreno. Isabella es mi hogar. Es a dónde pertenezco y todos pueden irse a la mierda porque ella es lo único ¿Vas a ser mi testigo en la boda?
—Tu solo di el día y la hora hermano."
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—¿Qué haces aquí Jasper? —Isabella lo trajo de vuelta al futuro con su pregunta.
—El exámen salió bien —le dijo con el historial médico de su mejor amigo en las manos y la sensación de derrota en el corazón.
—No sé a qué le llamas bien, ni siquiera sé cómo "bien" puede ser una respuesta.
La escuchó murmurar sin ver sus ojos. Estaba molesta o decepcionada quizás, era imposible saber con exactitud qué era lo que la señora pensaba. Nadie más que Edward lo sabía, él sabría lo que Isabella estaba sintiendo. Solo se acercaría y diría algo y ella lo haría o él no diría nada y ella sabría qué era lo que él pensaba o quería. Ellos se amaban así, de una forma que nadie podía entender pero sí sentir. Era como estar en el monte más alto sintiendo el vértigo apretar y a la adrenalina golpeando fuertemente porque estaban viendo al precipicio
—Aún hay actividad cerebral en él Isabella, eso nos da esperanza. No está muerto, está vivo. Aún podemos intentar con un DBS*. Es la última opción que tenemos. O podemos esperar más tiempo.
Isabella se giró y negó sentándose tras su escritorio sintiéndose derrotada y exhausta.
—No voy a someterlo a esto Jasper. Es un procedimiento invasivo, pueden producirse complicaciones graves, he leído sobre ellas; hablamos de sangrado e infección, accidentes cerebrovasculares. Edward no lo merece. Merece descansar en paz. Firmaré los papeles en cuanto Rosalie y yo terminemos la historia. Esto ha sido demasiado, estoy siendo egoísta.
—Eres su esposa, lo amas y…
—Creo que es mejor que te vayas —lo interrumpió bruscamente Isabella bebiendo de su copa y llenándola con más alcohol
—¿Hablarás conmigo alguna vez de esto? Isabella, hemos cuidado de Edward por años. Tienes que tener fé porque es lo que él habría querido. ¡¿Crees que, como tú, yo no haría lo que fuera por verlo abrir sus ojos?! —exasperado Jasper le quitó la botella y la alejó de ella señalándola —. No me agradabas, pero ¿Qué puedes esperar de alguien con un ego como el que yo tenía en ese entonces? Edward sin embargo te defendía como tú peleas por él hoy en día, cómo lo has hecho para que él lo tenga todo. Los mejores fisioterapeutas especializados, pagaste mi educación, mi postgrado, has financiado mis investigaciones. Soy quien soy gracias a ti. Te debo esto. ¿Crees que no me siento frustrado de ver los mismos resultados que son un milagro y a la vez no son nada? ¡ÉL ESTÁ VIVO, MALDICIÓN!
—Creo que será mejor que te vayas. Jasper.
Está vez, cuando Isabella habló, se escuchó como una orden. Jasper se giró encontrándose de frente con Rosalie quien se sonrojó al verlo; él no sabía cuánto tiempo ella llevaba allí, pero lo hizo avergonzarse demasiado porque él escuchó la desesperación así que al pasar por su lado le dijo
—Espero que tengas mejor suerte que yo.
Rosalie no se movió y la puerta golpeó fuerte las paredes cuando Jasper la cerró al salir. Isabella se giró de nuevo mirando al sol y el nudo de impotencia se apretó en su garganta dejándola sin habla. Furiosa se giró de nuevo y tiró el vaso que tenía en la mano al piso viéndolo hacerse pedazos. A este ritmo Grace iba a tener que comprar nuevos y ella iba a asegurarse de que pidiera los suficientes para poder quebrarlos.
No había palabras para lo que estaba sintiendo; se estaba rindiendo y el dolor de la derrota era cada día más grande. El sabor amargo de lo que estaba pasando la hacía querer destruir al mundo.
—He buscado la forma más fácil de continuar la historia y que suene menos caótica, pero no hay una forma sencilla de hacerlo. Enciende la grabadora Rosalie —ordenó reaccionando a Rosalie, quien la miró esperando algo de ella. La chica ávida de información encendió la grabadora esperando por la historia que un día saldría a la luz. Isabella sabía que esa historia sería leyenda un día, quizás no antes de que ella hubiese vengado a Edward, pero pronto. Sabía que para cuando la historia de su vida viera la luz, ella posiblemente estaría muerta junto a Edward. En paz. Porque ninguno de los dos podía vivir en un mundo donde el otro no existiera.
—Sabes que puedes contarme cualquier cosa. Aún sin la grabadora.
La suavidad de las palabras de Rosalie casi la hizo sonreír con sarcasmo; ella quería ser sarcástica, quería ser destructiva. Quería ver la decepción en los ojos de Rosalie, no devoción, la misma devoción que brillaba en los ojos de todos sus amigos al verla.
—No es fácil hablar de agonía y sentirla. Tú me haces regresar a recuerdos que quisiera borrar o vivir de nuevo. Es difícil porque quiero gritarte.
—Isabella, Edward no está muerto.
—La muerte es subjetiva ¿Sabes? Pasaron seis meses antes de que el castillo de naipes se cayera al piso y la realidad me diera un puñetazo en el rostro, con fuerza, tirando por primera vez mis esperanzas al piso —dijo ella en cambio mirando la puerta tras Rosalie dejando que el pasado la llevará de vuelta al mundo en dónde la agonía no existía —. Era una tonta enamorada que había perdido el sentido de la vida, mis propósitos cambiaron. Intenté ser quien no era. Edward me hizo desear cambiar, ser todo, menos quien yo era realmente pero estaba bien, estaba bien porque en mi locura yo lo amaba y eso me hacía querer ser diferente. Quería ser mejor que esa chica rota a la que él pensaba que tenía que reconstruir. Ambos teníamos definiciones pobres del amor, pero nos amábamos .
No se lo dije, nunca le dije que lo amaba y no lo deje decirlo. Cuando el sentimiento brillaba en sus ojos yo me alejaba fingiendo hacer algo aunque en el fondo tenía miedo. Él me susurraba en sueños y yo hacía lo mismo siendo una maldita cobarde.
Encontré el anillo en su chaqueta un día, realmente no recuerdo cuando. Estaba escondido en una caja y me quedé sin aliento al verlo. ¿Por qué Edward querría casarse conmigo? ¿Quién era yo para él? Mi corazón se agitó al descubrir que Edward veía en mí un futuro que quizás yo no podía darle. Era una alianza de oro blanco, tenía un diamante en el medio tan sencillo que lo hacía ver elegante, mi inicial y la suya estaban entrelazadas dentro. Era perfecto.
Así que esa mañana cuando salí del edificio y me encontré de frente con Elizabeth lo supe, supe que el infierno estaba a punto de abrir sus puertas de par en par y el karma quería cobrarme algo que no le debía.
—No quería volver a verte —me dijo. Llevaba un hermoso vestido de color café y usaba guantes. Sostenía también en su mano derecha la razón por la que Edward quería casarse conmigo. No lo entendí en un principio, ¿Cómo podría hacerlo? — ¿Qué tengo que hacer para que entiendas que eres nada? No vales nada para mí hijo. Eres un estorbo —me dió el sobre casi obligandome a tomarlo.
—No voy a aceptar su dinero.
—¿Por qué habrías de conformarte con un cheque cuando puedes tenerlo todo? ¿Crees que soy estúpida para ofrecerte dinero que sé que no aceptarás? Tienes más que avaricia en los ojos niña. Puedo reconocer eso de tí —me gruñó y luego me lo arrebató y lo abrió ella misma sacando una carta.
—Edward aplicó para la universidad de Aberdeen antes de regresar a San Francisco para cuidar de su padre. La carta de aceptación llegó ayer.
—Abrir cartas de otras personas es ilegal.
—Lo sé —me sonrió abiertamente viéndose complacida —, pero cuando tienes que hacer entender a alguien su lugar, lo ilegal deja de parecer prohibido o un problema. Edward tiene que irse. Y si lo amas lo suficiente vas a dejarlo hacerlo. Es su futuro.
Fue un golpe, uno que no esperaba. Admiré eso en Elizabeth; ella sabía cómo golpear y dónde hacerlo. Edward había retomado sus clases en San Francisco, pero sabía que no era suficiente, nunca iba a serlo. Él no estaba feliz. Lo conocía, había algo en él que lo tenía inquieto, pero no había un momento lo suficientemente correcto para hablar de exactamente eso.
—El amor no ata —continúo ella sin embargo — ¿Quieres que mi hijo te reclamé el no poder cumplir sus sueños un día? Es un hombre después de todo. ¿Cuánto crees que le tomara darse cuenta que no eres más que un estorbo en su vida? ¿Cuánto crees que su amor puede durar cuando eres un ancla, deteniéndolo de zarpar hacia la libertad? Porque si conoces a mi hijo como quiero creer que lo haces sabes que él es un alma libre y que antepone su libertad ante todo
El segundo golpe no lo ví venir ¿sabes? Esperaba que Elizabeth solo dejara la espina en mi corazón sin golpear sobre ella. Pero ella golpeaba a matar. No podías esperar menos de ella.
—Si lo amas vas a dejarlo irse. Vas a obligarlo a cumplir sus sueños ysus sueños son ser un médico grande. Eso solo puede lograrlo lejos de ti, niña insignificante.
No sé por cuánto tiempo me quedé allí de pie mirando a la nada como una estatua rota. Edward tenía sueños, él me hablaba de ellos a cada segundo y yo amaba escucharlo porque en el fondo podía verlo cumplir todos y cada uno de ellos de mi mano, pero el amor es sacrificio y el sacrificio duele.
Fingir fue muy fácil; sonreírle y fingir que no estaba pensando en obligarlo a irse a Aberdeen para siempre. Era mi salida fácil a todo. Y yo quería que él se fuera. Quería que fuera feliz. Y si eso me costaba mi felicidad no iba a ser difícil lograrlo. No entenderlo fue difícil o querer entenderlo fue peor.
Es un poco tonto. Pensé que la forma en la que Edward iba a pedirme matrimonio sería cursi; él era dulce en muchas formas y yo estaba contando cada hora que pasaba porque él tenía que irse, pero también había visto el anillo en su bolsillo y cada segundo juntos me preguntaba si iba a hacerle daño al decirle que no.
Esa día cuando me desperté en su pecho escuché por horas su respiración. Hyõ se había ido y yo le había pedido a Edward quedarse. Él era un caballero, no me tocaba más de lo necesario; nuestros besos eran intensos, arrolladores, pero no había más que amor en cada uno de ellos, aún así el sólo escuchar el latido de su corazón me llenaba de alivio; sabía que iba a guardar esas memorias para siempre, el olor suave de su perfume, la calidez de sus brazos, el sonido de sus estúpidos ronquidos. Me sorprendió besándome la frente esa mañana y susurró:
—Amo despertar contigo. Un día quiero que esto sea para siempre —sonreí y mi corazón latió como loco al oírlo. Pensé "Voy a tener que decirle que no"
Me torturé pensando en la forma sencilla de decirlo y romperlo en pedazos. Pero él no me propuso matrimonio. Desayunamos juntos y me abrazó y besó. Luego me dejó duchándome y así pasaron tres días. Hasta que perdí las esperanzas. Esperanzas que no sabía que tenía.
El golpeteo de la puerta las detuvo a ambas y la puerta se abrió con una Grace pálida quien miró a Isabella con los ojos brillantes en llanto.
—Elizabeth Masen falleció —dijo ella con la voz rota. Rosalie, quien había estado mirando a Grace, giró su rostro hacía Isabella quien había jadeado como si alguien le hubiera pateado el estómago fuerte.
Elizabeth Masen falleció. Y sentimientos de culpa llenaban los ojos de Isabella pero la pregunta era ¿Por qué?
La Neurofisiología Clínica es una disciplina médica cuyo objetivo básico es el estudio fisiopatológico de los grandes síndromes y enfermedades del sistema nervioso central y periférico, incluido el componente nervioso de los órganos sensoriales y el sistema muscular.
La estimulación cerebral profunda (deep brain stimulation, DBS) es una técnica quirúrgica en la cual un electrodo (un cable no aislado) se coloca en las estructuras subcorticales (debajo de la superficie) del cerebro. Este electrodo se conecta a un estimulador (una batería), colocado generalmente cerca de la clavícula.
Muy buenas! Aquí tenemos un nuevo capítulo y menudo final para este capítulo. Elizabet ha estado ahí desde el inicio de la relación entre Bella y Edward aunque como hemos visto no lo aprobaba para nada, todo lo contrario. En próximos capítulos veremos como se desarrolla esta parte de la historia ¿Se irá Edward a estudiar? ¿Qué ocurrirá ahora que Elizabeth ha fallecido? Respuestas que tendremos en los próximos capítulos.
Muchas gracias a todas las personas que siguen y leen la historia y muchísimas gracias por todos los comentarios que dejáis, que nos ayudan a seguir mejorando con las historias y nos dais tanto cariño.
Nos leemos en el próximo capítulo.
Jpv y Ann
