Notas de autor: ¡Hola! Gracias a todos los que han leído el anterior. Quiero agradecer especialmente a SaShaNix por tomarse el tiempo de dejarme su precioso comentario. El capítulo de hoy va dedicado para ti. ;) Ahora sí, espero que disfruten la lectura de hoy.


1 de marzo de 2011

El cumpleaños de Ron, si bien no suele tener la originalidad y extravagancia de los de Luna, siempre es considerado como uno de los más gratificantes de todos gracias a la deliciosa comida que suele servirse en él. Y no, no es Molly Weasley la responsable de dichos banquetes, por el contrario (y por muy sorprendente que esto suene) es Ron quien los prepara cada año para agasajar a sus invitados. Sí, el mismísimo Ronald Weasley había heredado la habilidad de su madre para cocinar, a tal punto que incluso podría disputarle a Molly Weasley el primer puesto del mejor cocinero de la familia Weasley.

Es por este preciso motivo, por el cual no sorprende a nadie que todos estén distribuidos en la sala de estar del matrimonio Granger-Weasley mientras disfrutan de la interminable y deliciosa comida que se encuentra repartida en diversas bandejas. Gemidos de satisfacción y felicitaciones hacia el chef son escuchados por doquier, incrementando el ego siempre necesitado de atención de Ron; pero dentro de toda esta felicitación hacia una de las revelaciones culinarias del siglo, lo que más resalta de esta celebración de cumpleaños es la forma en la cual la comida parece tener una especie de encantamiento sobre ella, uno que hace que las parejas se acerquen e intercambien gestos románticos y dulces. Desde compartir una de las deliciosas tartaletas de atún y aceitunas verdes, como lo están haciendo Seamus y Dean en la otomana junto a la chimenea; pasando por la forma en la cual Bill acaricia el dorso de la mano de su esposa mientras ella termina de masticar una mini empanada de calabaza; hasta la forma en la que Ginny no para de susurrarle idioteces a Luna al oído, lo cual la hace reír soñadoramente, para pasar a extender su mano hacia adelante y tomar otra de esas deliciosas salchichas envueltas en masa hojaldrada que son la estrella de las recetas de Ron.

Y es dentro de todo este despliegue de empalagosas demostraciones de afecto, donde encontramos a Harry apartado contra una de las esquinas de la sala, e intentando pasar desapercibido para no dejarse en aún más evidencia debido a lo mucho que contrasta su solitaria presencia con estas acarameladas parejas. El hecho de que cada cosa romántica que ve realizar a sus emparejados amigos le recuerde a Draco Malfoy, por algún extraño e incomprensible motivo que Harry todavía no es capaz de deducir, no ayuda en lo absoluto a mitigar esa dolorosa sensación de soledad que siente crepitar dentro de su pecho.

Una serie de soñadoras risitas vuelven a escucharse muy cerca de donde Harry se encuentra sentado con una botella de cerveza en la mano, y sólo cuando eleva la vista, descubre que ésta ha sido producida por Luna después de que Ginny comenzara a mordisquearle el cuello en una lamentable imitación de un vampiro. Y Harry sólo necesita echar un vistazo a la pelirroja cabellera de Ginny, para recordar lo que ella le había dicho que gustaría hacerle a Draco si tuviera la chance de hacerlo; y es inmediato, el ceño de Harry se frunce una vez más ante el mero pensamiento de que Ginny se acerque a Malfoy de esa forma tan íntima; o cualquier otra persona que no sea él, si somos absolutamente honestos al respecto.

Harry no comprende del todo el por qué de estas reacciones que está teniendo, pero lo que sí tiene en claro es que, si dependiera únicamente de él, Harry encerraría a Draco con gusto en algún lugar donde nadie más que él pueda volver a encontrarlo. Este pensamiento sobreprotector y algo obsesivo lo asusta más de lo que le gustaría admitir, aunque no es algo que pueda controlar, especialmente cuando siente al león que vive dentro de su estómago rugir con aprobación ante esa idea de mantener a Draco a salvo del resto de las depravadas personas que lo rodean.

─¿Todo está bien ahí, compañero?

Harry se sobresalta al oír la voz de su mejor amigo a su derecha, y realmente debe hacer un gran esfuerzo para balancear la botella que tiene en la mano, antes de soltarla al suelo del susto que le ha provocado la aparición repentina de Ron. ¿En qué momento Ron había abandonado el romántico cuchicheo que estaba intercambiando con Hermione del otro lado de la sala, para pasar a colocarse a su lado? Honestamente, si sus amigos continúan escabulléndose tan silenciosamente a su lado, el corazón de Harry no resistirá mucho más. Sería algo irónico, ¿verdad? Que Harry no haya muerto a manos del mago tenebroso más poderoso que ha pisado suelo británico, pero que lo haga debido a que las habilidades de sigilo de sus amigos son dignas de admiración. Sí, realmente el destino de Harry parece disfrutar de darle todos los más ridículos finales en los que alguien puede pensar.

Harry aparta su mente de todos estos extraños pensamientos que asaltan su mente, y coloca una de esas falsas sonrisas que tanto se ha acostumbrado a dar a lo largo de su vida. Luego, eleva la vista hacia el cumpleañero, y dice: ─Sí, por supuesto. Todo está muy delicioso, por cierto. Realmente te luciste este año, Ron.

Ron lo observa de reojo con gran preocupación marcada en el rostro, lo cual le da un indicio a Harry de que no le ha creído una sola palabra de lo que ha dicho acerca de encontrarse bien. Afortunadamente para Harry, Ron no parece querer indagar más en este hecho y de inmediato aparta la vista para colocarla en su esposa. Hermione, por su parte, le lanza a Ron una mirada penetrante y amenazante que parece estarle diciendo más de lo que podría decir con palabras. Esta misma mirada hace que Ron se encoja con algo que se asemeja al temor y la resignación, lo cual termina de confundir por completo a Harry. ¿Qué diablos significa toda esa lucha no verbal en la que Hermione y Ron están enfrascados? ¿Y por qué Harry tiene la sensación de que ésta tiene algo que ver con él? Harry no tiene respuestas a ninguna de estas preguntas, y sabe que tampoco las tendrá a menos que Ron o Hermione decidan decírselo ellos mismos. Después de todo, Harry ha aprendido en el pasado (y por las malas, cabe aclarar) a no hacer preguntas cuando estos dos tienen una de esas extrañas peleas de miradas.

El carraspeo que Ron suelta saca a Harry de ese mar de pensamientos en el que se encuentra enfrascado, el mismo en el cual recuerda una de las tantas ocasiones en las que intentó sonsacarles a sus amigos el motivo por el que parecían estarse lanzando dagas con la mirada (y cómo Harry casi había terminado con el trasero hechizado de aquí hasta Hogwarts por obra de sus dos mejores amigos), lo cual le había enseñado a no volver a involucrarse en sus peleas.

─No vas a creer quién vino a comprar a la tienda esta mañana.

Ron dice esto con un tono que desborda incomodidad, dejando a Harry aún más confundido que antes. Honestamente, ¿Qué les ocurre a sus amigos hoy? ¿Por qué están actuando tan extraños?

─¿Quién?

─Draco Malfoy. ─Dice Ron con esfuerzo, como si prefiriera recibir uno de los famosos castigos de Dolores Umbridge, a tener que hablar de Draco. Sin embargo, su aparente disgusto no detiene a Ron, y continúa su explicación con gran valentía. ─Vino a comprarle un regalo de cumpleaños a Teddy.

Al oír esto, Harry no puede hacer otra cosa más que soltar una especie de sonido que pretende ser desinteresado, aunque esto claramente no engaña a su amigo pelirrojo en lo absoluto. Por el contrario, Ron puede ver a la perfección la forma en la que Harry parece estar mordiéndose la lengua para no acribillarlo a preguntas acerca de la estadía de Malfoy en Sortilegios Weasley. Teniendo en claro que esta luce como una situación ideal para poner en marcha su parte del Código Navidad, y después de mirar de reojo por una última vez a Hermione (quien parece estarle prometiendo el infierno en caso de que no cumpla con lo que han acordado que él hará), Ron se decide a hacer su jugada. Cerrando los ojos con fuerza y adquiriendo una asqueada mueca en una fiel réplica de cómo se vería si se hubiera tragado una bomba fétida, dice: ─¿Y sabes algo? Odio tener que admitir esto, pero tenías razón. El imbécil luce mucho más atractivo de lo que solía ser en Hogwarts.

Ron hace una mueca como si fuera a vomitar después de haber soltado la confesión más extraña e inesperada de la historia de las confesiones, y luego de darle a Harry una vaga excusa de tener que sacar el pastel del hechizo de éxtasis en el que lo tiene puesto, sale huyendo hacia la cocina. Harry, por su parte, se queda completamente aturdido en el lugar. Sin embargo, eso no es lo que más llama la atención en su semblante. ¡Oh, no! Aquello que deja con confundidas miradas plasmadas en los rostros de varios de los presentes que pasan a su lado, es el total y absoluto horror que Harry parece sentir ante la confesión de Ron, aquella en la que ha admitido el atractivo físico de Draco.

Cree que Draco es atractivo.

Ron cree que Draco es atractivo.

¡RON WEASLEY CREE QUE DRACO MALFOY ES ATRACTIVO!

Por los calzones a cuadros de la directora McGonagall, ¡¿Qué diablos está ocurriendo aquí?! ¿Acaso Harry ha amanecido en una realidad alterna esta mañana? Los hechos vividos en menos de unos pocos minutos así parecen indicarlo.


Notas finales: muchas gracias a todos por leer. Espero que les esté gustando la historia. Sepan que sus comentarios siempre son bienvenidos y me dan el incentivo para seguir escribiendo. Nos leemos pronto.