CAPÍTULO I

Antes de esto todo había sido maravilloso. Claro, que hubo algunas cosas que no fueron precisamente divertidas, pero todo se podía arreglar, suena cliché, pero se podía arreglar porque estaban juntos y era más fácil luchar con alguien a tu lado.

Antes las cosas no eran tan complicadas.

Antes sabía que todo estaría bien.

Antes las cosas eran fáciles.

Antes Nico lo amaba.

Los accidentes son sucesos en la vida de todo ser humano. Cada persona tendrá al menos un accidente a lo largo de su existencia, pueden ser afortunados y no obtener más que unos cuantos golpes y moretones, además del trauma o pueden ser terriblemente desafortunados y poner toda su vida patas arriba.

Esa noche cuando llegó la ambulancia, se sintió como lo segundo.

—Necesito ir con él —pidió Will.

La doctora negó con la cabeza, le dio una mirada de comprensión, pero habló con voz firme —No, ya sabe cómo funciona esto, doctor Solace. Estás demasiado cerca para ser de ayuda. Así que te doy dos opciones; o vas y esperas como cualquier familiar a que me acerque y te diga el diagnóstico o te vas a asustar a algún interno, pero no te vas a acercar a este paciente como médico ¿Entendido?

—P-Pero… —murmuró Will. Sabía que ética y moralmente no se debía involucrar en el caso, era familiar, pero era tan condenadamente injusto y se sentía tan impotente que no sabía si podía logralo.

—Estamos perdiendo tiempo valioso aquí —dijo la doctora con impaciencia.

Eso hizo que Will se apartara de ella —Está bien. Tengo pacientes que revisar. —cómo si fuera a ser de ayuda con ellos—. Yo, por favor n-no te rindas con él.

Ella apoyó amablemente una mano en el brazo de Will —Sabes que no podemos hacer promesas, pero no me rendiré.

Will asintió incapaz de decir nada más y la doctora se fue.

Se quedó ahí un momento más, hasta que de hecho recordó que sí tenía pacientes que ver y definitivamente no quería quedarse en la sala de espera, eso lo haría sentirse más impotente.

Por lo menos estar con sus pacientes iba a tener su mente ocupada en otra cosa.

Funcionó sólo por quince minutos.

Revisó un paciente en recuperación porque hasta ahí llegó su voluntad, al menos tenían buenos compañeros que se hicieron cargo, claro que las miradas preocupadas —porque los chismes corren rápido en el hospital— no hicieron nada por ayudar con su ánimo.

Pero tampoco podía quedarse en la sala de espera, así que estuvo deambulando por los pasillos, tratando de mantener la fe en la doctora Ruíz. Lo intentaba con todas sus fuerzas, ella era una doctora increíble, pero no podía evitar sentir frío. Recordaba lo que el paramédico había dicho antes de darse cuenta que el paciente era Nico.

Hombre aproximadamente 30 años. Un conductor ebrio a exceso de velocidad se pasó el alto y lo embistió, el paciente se encontraba inconsciente al momento de llegada, abrasiones por asfalto en cara y brazos, hemorragia abdominal interna y se sospecha de TBI severa. Codificó una vez en la ambulancia.

Will intercambió una mirada con la doctora Ruíz, eso no sonaba esperanzador para el paciente.

Luego bajaron del todo la camilla y su mundo se detuvo.

Sintió que se tardó una eternidad en que su cerebro procesara lo que estaba viendo, porque se negaba a aceptarlo, a lo mejor todo era una equivocación.

¡NO!

Se lanzó hacia adelante en la camilla —¡Nico! — su mente se negó a procesar a ver a su esposo tan quieto y pálido, con sangre seca en la cara —Mi amor… ¡Nico, por favor!su voz sonaba histérica incluso para sus propios oídos.

William, tienes que alejarte ahora.

Will no le hizo caso, en ese momento no era doctor, no era la persona calmada que tenía la vida de otros en sus manos, en este momento solo era una persona viendo cómo su mundo se desmoronaba a su alrededor.

Dos de los doctores lo retuvieron y alejaron de la camilla.

Intentó con todas sus fuerzas no ver la mirada de lástima que le estaban dando las enfermeras y los demás doctores.

Intentó no darse cuenta que los paramédicos lo miraron sin esperanzas.

Intentó no pensar que Nico estaba demasiado pálido.

Que su pecho se movía lentamente.

Sus signos vitales estaban bajando.

Intentó no pensar que el amor de su vida estaba muriendo.

Pero necesitaba estar con él, era doctor, podía curarlo.

Necesito ir con él.

Cuando la doctora lo despidió y se fue con Nico en la camilla, intentó no pensar que esa sería la última vez que lo vería.

Joder.

Will se sentía patético, era un doctor y no estaba haciendo absolutamente nada por salvar a su esposo, era una de las cosas más horribles que había sentido en su vida, estar ahí solo sin poder hacer nada.

Había estado tan perdido en sus pensamientos que se sorprendió volviendo a la misma puerta en donde habían recibido a Nico, era un poco irónico como todo se iba al demonio en un solo segundo.

De cierta manera cree que debió saberlo, incluso esta mañana algo no se sentía bien, no quería llegar a su turno, no había querido que Nico se levantara de la cama, pero la vida no se puede detener porque crees que algo no está bien.

Ya estando en el hospital, se encontró deseando cada vez más que su turno terminara e ir a casa a ver a su familia.

Luego pensó en cómo era raro que Nico no hubiera llamado para decirle que había ido a recoger a Bianca después de su trabajo, siempre lo hacía diciendo que era Bianca quién quería saludar, pero siempre era Nico el que se quedaba más tiempo al teléfono.

Y joder.

Bianca.

Will sintió que iba a vomitar ¿Cómo se había olvidado de su hija?

Con manos temblorosas sacó su teléfono y marcó. La verdad es que ni siquiera entendía por qué había marcado, pero necesitaba hacerlo.

—Will —la voz alegre de Rachel lo recibió—. Ya tenemos a la princesita lista para que su carruaje pase por ella.

De fondo se escucharon las risitas divertidas de Bianca.

Will se quedó congelado, ni siquiera sabía qué decir.

—¿Will? —preguntó Rachel con incertidumbre, su tono volviéndose serio.

¿Qué le iba a decir a Bianca? ¿Cómo podría destruir su mundo perfecto?

¿Cómo le dices a tu hija de cinco años que es probable que su padre no vuelva a casa?

Parecía que no podía hablar, sentía un horrible nudo instalado en su garganta.

Durante todo el rato había tratado de mantener la calma y no ponerse a llorar, pero todo lo que había necesitado fue escuchar las risitas perfectas de Bianca y estaba a punto de quebrarse.

Ni siquiera sabía que quería hacer, hablar con Bianca, no hacerlo, ir por ella para abrazarla, nadie lo había preparado para esto.

Soltó un sollozo ahogado y respiró temblorosamente tratando de mantener la calma, si empezaba ahora, no se detendría.

Por el teléfono se escuchó que Rachel se movía y habló en voz baja —Will, háblame. ¿Estás bien?

Tomó un par de respiraciones antes de hablar, con voz rota —Es Nico —hizo otra pausa para tratar de que las palabras salieran—. Tuvo un accidente, es malo.

Y se hizo real.

Otro sollozo lleno de dolor salió de Will.

Las lágrimas venían unas tras otras y parecían no tener fin.

Era levemente consciente que Rachel susurraba palabras tranquilizadoras, aunque no podía entenderlas.

Las demás doctoras y enfermeros que estaban cerca fingieron no ver nada, intentando darle privacidad, no era la primera vez que veían a alguien perder la compostura, y por supuesto que no sería la última.

No supo cuánto tiempo se quedó ahí, sollozando como un niño pequeño, emitiendo sonidos llenos de dolor que ni siquiera sabía que se podían hacer, pero todo ese tiempo Rachel se quedó al teléfono.

—Lo siento —susurró Will cuando pudo volver a hablar.

—No tienes nada de que disculparte —dijo Rachel de manera comprensiva—. Vamos para allá, fue admitido en el hospital donde trabajas ¿Verdad?

Will asintió con la cabeza, recordó que Rachel no podía verlo —Estamos aquí, pero solo… solo quédense con Bianca, por favor. N-no sé…

Ni siquiera sabía que iba a decir, que era lo que quería.

—Está bien —Rachel hizo una pausa como si estuviera considerando sus siguientes palabras—. Si necesitas que la llevemos, no importa la hora que sea… solo, aquí estamos.

Las palabras de Rachel no fueron crueles, pero sintió que algo feo se revolvía en su estómago.

—Gracias —fue lo único que respondió, no tenía energía para nada más, ni siquiera para hablar con Bianca a pesar de que lo había considerado.

Colgó el teléfono y deseó que todo acabara.

Parecía que el tiempo se estiraba y deformaba, pero nunca pasaba.

Había una opresión en el pecho de Will que no le permitía respirar libremente, su mente estaba brumosa y sentía en sus hombros como si estuviera cargando el peso del mundo, también se sentía perdido.

Hubo un momento en que el cansancio le ganó y tuvo que ir a la sala de espera y sentarse —probablemente podría haber ido a descansar a los cuartos para doctores, pero por alguna razón sentía que no debía—. Los demás familiares que estaban ahí lo miraron con confusión, pues todavía llevaba la bata, al menos nadie lo llamó para revisar a los pacientes, lo que seguramente quería decir que alguien lo relevó.

A pesar de que no lo parecía, el tiempo pasó, casi estaba saliendo el sol cuando la doctora Ruíz buscó a Will. Ella se veía cansada, trató de poner una cara neutral, pero Will la conocía en el trabajo, así que no hizo nada para tranquilizarlo, venía con otro doctor que no conocía bien, pero sabía que era neurólogo.

Tomando un suspiró y con las piernas temblando, se levantó y fue hasta donde estaban.

—Por favor dime que va a estar bien —pidió Will mirando a la doctora Ruíz.

La doctora lo miró —Es difícil decirlo. Logramos detener la hemorragia interna, pero entró en paro respiratorio por un par de minutos, logramos reanimarlo.

Pero la mirada que le estaba dando decía que eso no era precisamente una buena noticia.

El doctor que estaba a su lado tomó la palabra —Sin embargo, la situación es más complicada con su lesión cerebral, dado que por el impacto su cerebro se inflamó —hizo una pausa y miró a Will a los ojos—. Lo que provocó que su esposo cayera en coma.

Esas palabras fueron como un bote de agua helada, Will dio un paso atrás como si de esa manera pudiera escapar de lo que estaba pasando, ojalá fuera tan fácil.

—No sabremos el daño que se ha provocado hasta que despierte —siguió diciendo el doctor.

Si despierta.

Fue lo que no se dijo.

—¿Qué probabilidades hay? —preguntó Will, sin estar muy seguro de que quería decir.

¿Qué probabilidades hay de que despierte? ¿Qué probabilidades hay de que resista?

¡¿Qué probabilidades hay de que esto sea un maldito sueño?!

—Por la gravedad de la lesión, me temo que es poco probable que su esposo despierte. Debe prepararse para ello.

Las palabras fueron frías y formales, solo algo que podría pasar y no como si con eso acabara el mundo de Will, se preguntó cuántas veces él había hecho lo mismo con la familia de uno de sus pacientes.

—¡No! —exclamó Will—. Tienen que hacer más.

—Ya se hizo todo lo humanamente posible, solo queda esperar y prepararse.

Lo decía como si el solo hecho de saber que ibas a perder a alguien te quitara el sufrimiento, como si pudieras estar preparado para algo así.

Era absurdo y cruel.

—No puedo —susurró Will negando con la cabeza y apoyándose pesadamente en una pared—. No puedo hacerlo.

—Lo sé, querido —dijo la doctora Ruíz, cruzando la línea de lo profesional y tomándolo del brazo, a Will no le importaba—. Pasa a verlo y piensa lo que quieres hacer, pero creo que deberías llamar a su familia… y creo que deberías traer a Bianca para que… —se detuvo abruptamente.

Pero no era necesario seguir, Will lo entendió.

Debía de llevar a Bianca para que se despida.

Porque esto era real, y los doctores no tenían esperanza.

Porque las visitas en la UCI para pacientes graves eran restringidas.

Porque no permitían niños.

Y porque aun así pensaban que necesitaban despedirse.

—S-solo déjame estar con él— pidió.

No sabía qué hacer, si llamaba a Rachel para que llevara a Bianca sentía que era como aceptar la derrota y aceptar que Nico se iba a ir, pero si eso pasaba, la niña tenía derecho a despedirse de su padre.

Al igual que Reyna, quién había sido amiga de Nico incluso desde antes que conociera a Will.

Hazel, la hermana menor de Nico, quién no podía perder otro hermano mayor.

Y por supuesto, el padre de Nico, que merecía una oportunidad de despedirse de él, a pesar de que básicamente lo había repudiado.

No se dio cuenta que se había empezado a mover hacia donde la doctora lo guiaba, para desinfectarse y poder entrar.

—Cualquier cosa que necesites, estaré aquí —dijo la doctora dándole un suave apretón en el brazo.

Will se quedó un momento fuera de la habitación, tomó aire, empujó las puertas y entró.

La visión de Nico casi lo hace ponerse de rodillas, suplicar para que esto solo fuera un terrible sueño.

Su esposo lucía demasiado pálido, los moretones y raspones de su rostro destacaban aún más por esa palidez, había círculos oscuros bajo sus ojos, era raro cómo funcionaba, pero incluso parecía más delgado y mucho más joven.

—Nico —susurró Will casi con reverencia, se acercó a la cama y le acarició la mejilla con ternura—. Estoy aquí.

No sabía si lo podía escuchar, había algunos hechos que decían que las personas en coma podían escuchar, otros que decían que no. Personalmente, Will siempre había elegido creer en lo primero, eso siempre daba un poco de esperanza.

Él no era ningún tipo de creyente de un poder espiritual o algo así, pero a veces eso es lo que hacía que las personas soportaran el peso de lo que estaba pasando, había visto a muchos familiares rezando, dando palabras de aliento y muchas de esas veces habían dado resultados.

Él no creía en nada de eso, pero creía en que Nico lucharía para volver con su familia, para volver con él.

—Aquí estoy —repitió Will tomando la mano de su esposo, por lo menos el calor le hacía saber que todavía estaba vivo—. Solo sigue luchando, mi amor. Lo has hecho tan bien, solo un poco más.

Trató de que las lágrimas no salieran, pero no funcionó.

Se sentía terriblemente derrotado.

—Me voy a quedar contigo y te voy a esperar siempre, pero tienes que regresar, te necesitamos. Recuerda que le prometiste a Bianca llevarla a ese lugar lleno de inflables y sabes que es un demonio cuando no hacemos las cosas que decimos —dijo con una sonrisa húmeda.

Miró a Nico casi como si esperara que le contestara, era una esperanza vacía, pero necesitaba tener algo.

—Si me hubiera hecho caso a mí mismo, ni siquiera hubiéramos salido de la casa —señaló Will a sí mismo—. Es curioso como todo puede cambiar en menos de un instante ¿Verdad?

Tal vez habría sido mejor que no hubiera dejado que Nico se levantara de su cama ese día.

Te juro que no se va acabar el mundo solo porque no vayamos a trabajar —se quejó Will.

Nico lo miró con una sonrisa, estaba medio sentado en la cama —Mi jefe no estaría de acuerdo con eso, y tus pacientes tampoco.

Will se quejó más fuerte.

Además hay que llevar a Bianca a la escuela —dijo Nico con diversión.

También puede faltar.

Cuando Nico trató de pararse completamente, Will lo agarró de la camisa y lo volvió a arrastrar a la cama.

Nico resopló y volteó para mirarlo —¿Por qué estás tan raro? Siempre eres el primero en decir que las responsabilidades son importantes y todo eso.

Y Will en realidad no lo sabía, simplemente había despertado y algo se había sentido mal, solo lo hacía querer acurrucarse en la cama y no salir en las próximas horas o días.

No estoy siendo raro, solo creo que deberíamos tomar un descanso.

Y me encantaría seguir tu plan, pero en realidad necesito ir a la oficina —dijo Nico con una sonrisa de disculpa—. Pero podemos tomar el día de mañana, si quieres.

Bien —dijo sin mucho convencimiento.

Nico lo besó suavemente y se levantó de la cama.

Will quería volverlo a arrastrar a la cama, no sabía qué pasaba con él o por qué se sentía así, pero no le dio importancia y con un suspiro se levantó y se empezó a arreglar para su día.

Ya que se había demorado un poco más que Nico, fue él quien arregló a Bianca para la escuela, podía escuchar las risitas divertidas de la niña.

Desayunaron, y se despidieron antes de tomar caminos distintos para su día.

Salgo más temprano, así que yo paso por Bianca a la casa de Rachel— dijo Nico.

Y técnicamente era el turno de Will de hacerlo, pero no discutió —Bien, cuídate.

Nico le sonrió y con un poco de burla dijo —Lo más peligroso que puedo hacer en mi trabajo es apuñalarme con una pluma.

Will rodó los ojos —No sabrías cuántos casos de esos he tenido.

Nico lo besó —Te amo. Nos vemos por la noche.

Y Will se quedó un largo rato parado en la puerta antes de recordar seguir con su día y llevar a Bianca a la escuela.

Will suspiró ante el recuerdo.

Tal vez si hubiera convencido a Nico sobre quedarse en la cama esto no estaría pasando. O tal vez si hubiera protestado cuando Nico dijo que él pasaba por la niña, porque Will no era ningún idiota, sabía la hora y el rumbo probable de las ambulancias, Nico se dirigía a la casa de Rachel y todo porque Will no pudo ser lo suficiente convincente, porque no hizo caso a la sensación que tenía.

—Lo siento— susurró hacia su esposo inmóvil.

Racionalmente sabía que no era su culpa, que no había ningún culpable más que el idiota que pensó que era buena idea manejar a alta velocidad estando borracho, pero no podía evitar sentirse así, como si de alguna manera milagrosa pudiera haber evitado algo, como si él pudiera predecir lo mal que iba a terminar su día.

Miró los signos vitales de Nico, no eran muy buenos, pero al menos se mantenían estables. Volvió a mirar a su esposo.

—No puedes dejarnos —dijo con urgencia—. No puedes hacerlo, no tienes mi permiso de hacerlo.

Muchas veces había escuchado a los familiares de sus pacientes charlando con ellos, diciéndoles que si necesitaban irse podían hacerlo, que ellos iban a estar bien, que tenían el permiso y no se preocuparan.

Will había pensado que era noble y muy valiente hacerlo, porque decirle a alguien a quién amas que te puede dejar, que se puede ir si lo desea, era algo tan desinteresado…

Pero Will no quería ser desinteresado, no quería ser noble ni valiente.

—No te puedes ir porque no vamos a estar bien. No podemos estar bien si no estás con nosotros —suplicó Will sollozando.

Se sentía como una horrible persona por decir eso en voz alta, pero era la verdad y estaba aterrorizado.

—Bianca te necesita, es demasiado pequeña para saber lo que es perder un padre. No la abandones.

Y se sintió peor cuando dijo eso, porque Nico jamás jamás abandonaría a su hija si estuviera en su poder decidir, pero las palabras seguían saliendo, en medio de tartamudeos y divagaciones que ni siquiera él entendía del todo.

—No sé qué haría sin ti y no quiero descubrirlo, por favor —la última palabra salió quebrada, como si su alma se hubiera vertido en un simple "por favor".

Se quedó ahí durante bastante tiempo, simplemente tomando la mano de su esposo y haciendo súplicas en voz baja.

Se sentía cansado y entumecido, había estado tratando de postergar la decisión de llamar a la familia de Nico, en especial a su padre, pero bueno, creía que debía hacerlo, por lo menos le podía dar una oportunidad.

Salió de la unidad prometiéndole a Nico que regresaría y empezó a hacer llamadas.

La primera en llegar fue Reyna —lo que no sorprendió a Will, probablemente había pasado una noche horrible cuando Rachel le dijo el motivo de la llamada, porque se veía como un desastre.

—Lo siento —dijo Reyna abrazándolo—. Hubiera venido en la noche, pero Rachel me dijo que probablemente necesitabas tiempo para estar con él, lo siento por no estar aquí antes.

—No te preocupes. Rachel tenía razón, que vinieran significaría que tal vez necesitaban despedirse, pero no pueden despedirse, aunque creo que le gustaría que alguien además de mí le hablara —admitió.

Reyna asintió como si hubiera entendido su razonamiento.

—Vamos a que lo puedas ver — dijo Will.

Y probablemente estaban rompiendo algunas reglas de las horas de visita, pero todos los compañeros de Will se hicieron los que no se dieron cuenta y la verdad es que se los agradecía.

—¿Cómo está Bianca?

—Preguntó por ambos ayer —admitió Reyna—. Le dijimos que tenían unas cosas que hacer y se quedaría unos días con nosotras, Rachel la chantajeó un poquito con dulces y no ir a la escuela.

Will sonrió un poco —Claro que lo hizo —. Al menos eso lo tranquilizaba, claro que extraña a su mejor amiga, quería que estuviera con él, pero no había nadie mejor para cuidar a Bianca y agradecía que se preocupara por ella.

La niña era a la única a la que Will no quería ahí, al menos no de momento, no si todavía le quedaba esperanza, y lo hacía.

Cuando Reyna vio a Nico fue cuando corrieron sus primeras lágrimas, era difícil ver así a alguien que querías.

Will le dio un momento a solas, antes de que él también empezara a llorar. Checó una vez más sus signos vitales antes de salir, casi con la expectativa que algo cambiara en los minutos que había estado fuera, no lo había hecho.

Se sentó en la sala de espera, la adrenalina había pasado ya hace un tiempo y ahora solo quedaba un inmenso vacío y terror que no sabía si algún día pasaría. Además del cansancio, había estado a punto de terminar su turno antes de que llegara la ambulancia y obviamente no había dormido nada, generalmente no le molestaba, pero la explosión de angustia y estrés lo habían drenado de cualquier energía, aun así no pudo cerrar los ojos mientras esperaba a Reyna.

Y que bueno que no lo hizo, porque no mucho después llegó Hazel y el padre de Nico.

Genial.

En cuanto Hazel lo vio se lanzó hacía él, tenía lágrimas en los ojos. —¿Podemos verlo?

Hazel en realidad le caía bien, era una cuñada increíble, pero a pesar de ser una adulta, seguía siendo la pequeña de la familia, lo que quería decir que le estaba costando un poco más de trabajo salir del yugo de su padre.

Bueno, no es que a Nico le hubiera ido muy bien cuando intentó hacerlo.

—Por supuesto que podemos verlo —respondió Hades fríamente, mirando con desdén a Will—. Es nuestra familia.

Y era cierto, pero la manera en que lo dijo hizo que Will se sintiera como un intruso.

—Voy a ver si alguien aquí que sepa lo que hace —replicó Hades.

—Primero deberíamos pasar a verlo —señaló Hazel.

Hades hizo un gesto con la manos —Eso lo podemos hacer después, necesito ver que en este hospital de quinta no sean unos ineptos—. Le dio una mirada a Will claramente señalando que era uno de ellos y se fue muy digno.

—Lo siento —suspiró Hazel.

Will negó con la cabeza —No te preocupes. Conozco a tu padre, sé lo difícil que puede llegar a ser.

Y aparte de todo, esa era una de las razones por las que no quería que Bianca estuviera ahí. Hades nunca había aceptado su relación, más bien, el hecho de que Will fuera hombre y no tuviera tanto dinero como él. Jamás había conocido a Bianca y solo había hecho sentir mal a Nico cuando la habían adoptado, además de todo se había puesto furioso cuando descubrió que le habían puesto el mismo nombre de su hija que había muerto muchos años antes, cuando era todavía una niña. Nico lo vio como una manera de honrarla, Hades no. Otro factor importante es que Hades tenía mucho, mucho dinero y obviamente Will no estaba a la altura de su hijo, es por eso que Nico se había alejado de su padre y de sus millones.

Pero aun así era su padre y Nico, todavía había anhelado tenerlo en su vida, todavía a pesar de todo lo que habían vivido quería que se sintiera orgulloso. Así que Will no podía negarle la oportunidad a Hades de entender a su hijo, comprender que la línea de la vida y la muerte era muy delgada y que no importaba si no estaba de acuerdo con la vida de su hijo mientras él estuviera feliz.

Se dio cuenta que Hades ya le estaba gritando a alguien por su supuesta incompetencia, a unos de sus compañeros, se sintió mal por ellos, pero lo sabrían manejar.

—Reyna está adentro, probablemente no tarda en salir y luego te llevo con tu hermano.

Hazel asintió.

—Solo que debes prepararte Haz, verlo en esa cama —Will negó con la cabeza, como si eso pudiera explicarlo todo.

Reyna salió casi como si supiera que la familia de Nico ya estaba ahí —probablemente lo supo por los gritos de Hades—. Saludó a Hazel y le enseñó donde estaba la habitación de Nico.

Si antes no los habían detenido de romper un poquito las reglas, ahora con los gritos y amenazas de Hades, aun menos.

Will se sentó en la sala de espera, con Reyna a su lado.

—No sé cómo alguien puede gritar tanto —suspiró Will, escuchando como Hades exigía quién sabe cuántas cosas para la habitación de Nico.

—Creí que lo primero que haría sería ver a su hijo y después exigir cosas, supuse mal— resopló Reyna.

Will no contestó, simplemente se le quedó viendo a Hades y se arrepintió muchísimo de ser una buena persona y permitirle que viniera, aunque claro, tampoco es como que a Hades le importara lo que Will pensara.

No supo que se quedó dormido hasta que unos instantes después —no habían pasado más de 15 minutos— cuando Reyna lo sacudió.

—¿Q-que?

—Hades está diciendo que va a trasladar a Nico a un hospital fuera del país.

—¿Qué? —volvió a repetir, porque no era posible lo que le estaba diciendo.

Entendió que era muy posible cuando Hades gritó —¡Los voy a demandar si no dejan que me lo lleve!

—Estás de broma —resopló Will, como si tuviera energía para eso.

—Lo siento, señor —dijo un chico, un residente—. Usted no puede tomar ese tipo de decisiones, el representante médico de su hijo es el doctor Solace.

—Puras idioteces —masculló Hades.

—Así funciona esto —replicó Will con voz cansada—. Yo soy el que toma las decisiones y quiero que se quede aquí, aquí hay muy buenos doctores.

Y la verdad es que tal vez fuera algo tonto, porque Hades podría conseguir a los mejores doctores del mundo, pero si Nico no estaba consiente ¿de qué serviría? Además, si dejaba que se lo llevara, claramente no iba a permitir que Will fuera con él, y por otro lado, confiaba demasiado en sus compañeros, sabía que iban a hacer todo lo posible pasara lo que pasara.

Hades lo miró fríamente —No actúes como un idiota, sabes que esto es lo mejor.

—Exacto, y por eso se va a quedar aquí. Ahora, vamos a dejar esto claro, no tengo tiempo ni energía para sus berrinches, si va a actuar como un padre y va a estar con su hijo, es bienvenido a quedarse y si no, entonces ahí están las puertas. No necesito esto.

Reyna lo vio con expresión incrédula y no la podía culpar, hasta él se sentía de esa manera, nunca habían tenido buena relación, pero por lo general se ignoraban, pero ahorita no estaba para estar pensando en alguien más que no fuera Nico, estaba cansado, triste, frustrado y una gran cantidad de emociones que ni siquiera podía describir, no estaba para las tonterías del padre de su esposo.

—Te vas a arrepentir de esto —masculló Hades.

Will lo miró sin impresionarse.

Y por supuesto, Hades salió muy digno del hospital, se lo esperaba completamente, pero aun así vio con incredulidad cómo se iba, sintió una punzada en el pecho al pensar en cómo Nico había seguido intentar complacer a su padre y a él no lo importaba en lo absoluto. Intercambió una mirada con Reyna y tenía la misma expresión.

—No puedo creer que se haya ido así —murmuró Hazel con tristeza.

Ni siquiera se había dado cuenta cuando había aparecido.

Will suspiró y lo mejor que pudo hacer fue volver con Nico y rogarle que despertara.

Los siguientes días fueron una pesadilla.

Para Will era casi como tener el infierno en la tierra. Cuando se cansaba lo suficiente como para ni siquiera poder estar de pie, Reyna lo obligaba a irse a casa, normalmente iba solo a descansar y ducharse, luego regresaba al hospital. Hazel o Reyna también eran las que le llevaban comida porque a veces se le olvidaba comer, intentaba no dejar la habitación de Nico a menos que fuera absolutamente necesario —o que lo obligaran a hacerlo—. Cada día hablaba con él y trataba de darle ánimos recordándole lo buena que había sido la vida, que tenía una familia que lo estaba esperando.

Rachel también se había comportado como la mejor amiga del mundo, cuidando a Bianca casi todos los días —Will la veía algunas veces cuando iba a casa, le tuvo que explicar más o menos lo que había pasado, y aunque al principio hubo un berrinche épico, los demás días había estado bastante tranquila viviendo y siendo consentida por Rachel.

Hades no había regresado al hospital, solo de vez en cuando enviaba a alguno de sus asistentes para pedir información sobre Nico —no es que se llevara gran cosa, nada había cambiado—, aun así era un poco chocante que no fuera a intentar verlo, por lo menos.

También fueron algunos compañeros del trabajo de Nico, y otros amigos, entre ellos Perseo —Percy—, él había sido amigo de Nico desde que eran adolescentes y aunque a nadie se lo dijo, todos se dieron cuenta de que Nico estaba enamorado de este chico —a Will le había caído mal Percy cuando lo conoció, luego descubrió que era buena persona, y lo más importante, que tenía novia—, así que también había ido a visitar a Nico un par de veces, y a asegurarle a Will que le podía pedir lo que necesitara.

Así pasaron 17 días, 408 horas y 24480 minutos, entre pláticas de doctores que no podían predecir si despertaría, entre lágrimas y ruegos, solo observando como el cuerpo en la cama seguía inmóvil y cada vez más pálido, aunque los moretones ya no resaltaban tanto, pero aun con las mejillas hundidas y la piel fría, pidiendo a quién sea que lo escuchara que despertara.

En su trabajo le habían dado esos días para que pudiera estar ahí, pues de cualquier manera podría ser peligroso que no estuviera al 100% concentrado en sus pacientes.

Fue en la hora 409 que hubo un cambio, el más leve y si Will no hubiera estado mirando a Nico con tanta atención —como siempre lo hacía precisamente para estar al tanto de todo— se lo habría perdido.

Fue un pequeño movimiento de los dedos. Su parte racional dijo que no tenía que ilusionarse, eran demasiado comunes los reflejos, pero la parte emocional pensaba diferente y su esperanza aumentó.

—Oye, estoy aquí —susurró pasando una mano por el cabello de su esposo —vuelve a hacerlo.

Para su decepción no se volvió a repetir hasta el día siguiente. Fue aquí cuando decidió llamar a la doctora Ruíz.

—Sabes que esto podría ser solo un reflejo —dijo cuando entró al cuarto.

—Lo sé, pero de todos modos prefiero si lo compruebas, por favor.

La doctora asintió y empezó a revisarlo. Will miró intentando estar en calma, extrañaba la calidez de su esposo, sus sonrisas exasperadas, y el brillo de sus ojos cuando veía a su familia.

—Creo que tenías razón —dijo la doctora mirando a Will con una sonrisa.

—¿Qué quieres decir? — porque necesitaba estar seguro antes de ilusionarse.

—Qué está respondiendo a ciertos estímulos. Claro que necesito hacer más pruebas, y de todos modos esto no indica que vaya a despertar, pero…

—Es una posibilidad más grande — concluyó Will.

—Sí —la doctora sonrió—. Vamos por buen camino.

Dejó escapar el aliento que estaba conteniendo —Gracias.

—Creo que tu esposo no estaba listo para dejarte.

—Me alegra mucho —Will se sentía al borde de las lágrimas otra vez, a este punto pensó que ya no podría llorar más, pero parecía que sí.

—Voy a llamar al neurólogo y comenzaremos las pruebas.

Hazel llegó un par de horas después para hacer el relevo, pero Will no quería irse, a pesar de que le dijeron que era poco probable que despertara mientras no estaba.

Y resulta que tenían razón.

Dos días después de pruebas y doctores con la moral alta e impresionados, Will estaba hablando con Nico, tenía sus manos entrelazadas y de repente sintió un leve apretón, por un momento se congeló.

—Vuelve a hacerlo, cariño, por favor— pidió Will.

El apretón se repitió, esta vez con más fuerza.

—Lo estás haciendo increíble —dijo Will emocionado— ahora abre tus ojos, por favor.

Nico se aferró a su mano y se movió en la cama.

—¡Bien! —llamó a los doctores para que lo pudieran evaluar—. Vamos amor, por favor.

Justo cuando la doctora Ruíz estaba entrando con dos enfermeras, Nico abrió los ojos.

Will se contuvo de lanzarse a la cama y abrazarlo —Hola cariño, te extrañé.

Nico hizo una mueca, luego le dio una sonrisa cansada y volvió a cerrar los ojos.

—¿Qué acaba de pasar? —preguntó Will intentando no entrar en pánico.

La doctora le sonrió con un poco de ironía —Se quedó dormido, dormido solamente. El trauma para su cerebro fue demasiado, así que a pesar de que no despertaba, su cuerpo sigue cansado, va a necesitar tiempo antes de que esté del todo consciente.

Había visto dormido a Nico durante tanto tiempo, que casi esperaba que no volviera a hacerlo.

—Cuando esté completamente consciente vamos a hacer más pruebas para determinar si su cerebro tuvo algún daño ¿De acuerdo?

Will asintió, por fin parecía que esta pesadilla iba a llegar a su fin, por supuesto, faltaban las otras pruebas, pero por primera vez en días se sentía realmente optimista.

Resulta que no necesitó tanto tiempo para volver a la conciencia. Algunas horas después Nico se revolvió en la cama, abrió los ojos, su ritmo cardíaco se disparó y miró frenéticamente a su alrededor, haciendo una mueca de dolor.

—Está bien, estás bien —dijo Will intentando sonar tranquilo para que Nico se calmara y no se fuera a lastimar.

Nico lo miró con ojos aterrorizados, un miedo crudo y feo que Will jamás olvidaría. Habría esperado jamás ver esa expresión en su rostro.

—Estás bien, cariño, estás bien —siguió diciendo como si fuera un mantra.

Los doctores estaban tardando en llegar.

Nico se calmó un poco, pero le frunció el ceño.

—Te extrañé muchísimo. Nunca me vuelvas a asustar así —pidió Will, intentó acariciar la mejilla de su esposo, pero cuando Nico se dio cuenta de lo que iba a hacer, se apartó del toque.

Will lo miró, haciendo las manos para atrás para no abrumarlo, pero de repente Nico se veía irritado, volvió a mirar a Will de arriba abajo e hizo una mueca.

Con voz gutural Nico le preguntó —¿Quién eres?

Y cuando pensó que la pesadilla se estaba acabando, Nico abrió la boca y el mundo se derrumbó por segunda vez en menos de un mes.