Se sentía como si alguien lo arrastrara hacia abajo.

Intentó mover sus dedos para anclarse a algo, a cualquier cosa que se lo llevara de esa oscuridad.

Podía escuchar leves murmullos, pero no sabía de dónde venían. —"Oye, estoy aquí"

La voz se escuchaba distorsionada, como si estuviera bajo el agua, pero de alguna manera extraña lo hacía sentir cálido y seguro.

Intentó luchar contra la oscuridad, de verdad que lo intentó, pero se hizo más fuerte y de nuevo se perdió en ella.

La siguiente vez que Nico se encontró luchando con la oscuridad se podría decir que estaba un poco más preparado.

Sabía que había algo —alguien— que lo estaba llamando de quién sabe dónde, pero lo percibía como algo estable, como si lo estuvieran esperando.

Ahora también se sentía entumecido, como cuando tienes un mal sueño y no te puedes despertar de él, crees sentir todo lo que pasa a tu alrededor, pero no puedes controlar a tu propio cuerpo.

Odiaba sentirse así.

Una luz brillante apareció cegándolo, y pudo sentir como si fuera tocado por alguien más, toques fríos que no conocía y le hacían querer salir de su propia piel, aunque no duró mucho.

Desafortunadamente la oscuridad persistió aun después del breve momento de luz.

Ya no quería estar aquí —donde quiera que fuera aquí— estaba listo para irse a ese lugar, donde estaba aquella voz.

La tercera vez definitivamente estaba preparado.

La oscuridad se arremolinaba a su alrededor, intentando que no se alejara de sus garras, pero Nico peleó con todas sus fuerzas, ya no quería estar ahí, quería estar con aquella voz que le habla con tanto cariño.

No sabía a quién pertenecía, todavía se escuchaba distorsionada, aunque tenía una sospecha que esperaba fuera realidad, porque nadie más le podría hablar de esa forma tan segura y cariñosa, nadie más podía hacerlo querer luchar, excepto su primer amor, el amor de su vida —el amor que iba a esconder por siempre para no decepcionar a su padre—, siempre sería un cobarde, pero él estaba ahí.

Un nombre apareció en el fondo de su mente Percy.

Pero cuando se lo trató de imaginar, había unos ojos azules en lugar de verdes.

Sabía que había algo mal, una cosa que no sabía describir, pero no concordaba del todo. De cualquier manera, no tenía tiempo para considerarlo demasiado, estaba dispuesto a seguir peleando para llegar con él.

Sintió una cálida presión en su mano, intentó darle respuesta apretándola, como si dijera "ya voy".

La hermosa voz volvió a sonar "—Vuelve a hacerlo, cariño, por favor."

El mote cariñoso sorprendió un poco a Nico, le envió una punzada de pánico en pensar que su padre pudiera escucharlo, pero luego no importó y volvió a apretar esa mano, esta vez con un poco más de fuerza, debía entender que estaba haciendo todo lo posible para volver.

La oscuridad se estaba desvaneciendo poco a poco y Nico lo sintió como una victoria. Estaba a casi nada de ver a Percy con él, como lo había soñado durante prácticamente toda su vida.

La voz/Percy estaba instándole a que abriera los ojos, con una emoción apenas contenida en el tono y que lo hizo sentirse cálido. Nico quiso obedecerla, hacer que esa emoción siguiera ahí y que se diera cuenta que haría todo por él, aun y cuando Nico fuera tan cobarde para jamás llegar a nada por miedo a decepcionar a su padre, pero al menos podía concederle esto, así que intentó con fuerza, sintió que su cuerpo se movía y casi sin saberlo, abrió los ojos.

La luz lo cegó por un momento e hizo una mueca, luego escuchó el tan ansiado "hola cariño, te extrañé".

Y por Dios, Nico no podía estar más alegre de haber vencido a la oscuridad, aunque no podía distinguir del todo a Percy.

Estaba muy cansado, a pesar de haber peleado, solo quería dormir, hizo un intento de sonrisa y se volvió a quedar dormido.

Nico no sabía dónde estaba.

Se suponía que estaría en su casa, en su habitación y claramente en su cama, y esto definitivamente no se sentía como ninguna de esas tres, empezó a entrar en pánico, se movió en la cama y todo su mundo estalló de dolor, hizo una mueca pero aún necesitaba saber dónde estaba.

Una máquina a su lado hizo un sonido horrible, entre la confusión y el pánico Nico pudo distinguir que se trataba de una de esas que estaba en los hospitales, que servían para decir los signos vitales de las personas, y al parecer se estaba volviendo loca.

Miró frenéticamente a su alrededor tratando de averiguar qué es lo que estaba pasando, se sentía aterrorizado porque no entendía nada, quería ponerse a llorar ¿por qué estaba en el hospital? ¿Qué había pasado y por qué dolía tanto?

Un hombre rubio que Nico no había visto nunca se acercó a él e intentó calmarlo, repitiendo que estaba bien, pero no se sentía de esa manera, se sentía mal, se sentía vacío y sentía un miedo que nunca en su vida había sentido.

Quería apartarse de ese hombre, pero no podía porque aparte del dolor, la cama era pequeña y de cierta manera muy odiosa, su toque se sentía bien.

Aun así Nico no lo conocía y se estaba poniendo nervioso de la manera en que le hablaba, tan familiar, tan íntima, como si lo conociera de toda la vida —y eso no podía ser—, lo peor de todo era la forma que lo miraba, como si Nico sostuviera todo el mundo, como si fuera lo más brillante que hubiera visto en su vida, y eso lo irritó aún más ¿qué derecho tenía un desconocido a mirarlo así? A hablarle como si lo conociera, a interpretar un papel que definitivamente no era para él.

Nico esperaba que los doctores llegaran pronto, así este hombre, quien quiera que fuera se podría ir.

A él no es a quién Nico quería ver, no es a quién quería sentir.

Sus emociones lo abrumaron, pero se quebró cuando el hombre dijo "—Te extrañé muchísimo. Nunca me vuelva a asustar así".

¿Quién se creía este tipo para decirle algo así? Como si le debiera algo, tocándolo como si le perteneciera.

No pudo soportarlo más y se alejó de su toque, no lo quería, no era bienvenido, un hombre no podía tocarlo de esa manera.

Así que haciendo de lado todas sus emociones confusas, preguntó — ¿Quién eres?

Se dio cuenta del momento en que el hombre procesó su pregunta, se congeló como si no pudiera creer lo que escuchaba y por su rostro pasó una expresión de terror, se sintió casi como si hubiera pateado a un cachorro.

No pudo preguntar más porque una doctora y dos enfermeros entraron.

—Es un placer verte despierto Nico— dijo una doctora acercándose.

Nico resopló ¿qué pasaba con esta gente que se sentía con tanta confianza?

—Nos diste un buen susto a todos —dijo la doctora pasando por alto la expresión hosca de Nico —vamos a hacerte unas pruebas y unas cuantas preguntas ¿vale?

La doctora le enfocó una lámpara en los ojos y tuvo que hacer un esfuerzo para no cerrarlos y seguir la luz como se lo indicaba.

— ¿Por qué él se tiene que quedar aquí? — preguntó Nico señalando al hombre que se había quedado mirándolo con una expresión extraña.

La doctora le dio una mirada confundida —¿No quieres que esté aquí?

Nico rodó los ojos —No. Ni siquiera lo conozco ¿por qué lo querría aquí?

Y fue como si todo el aire fuera expulsado de la habitación.

La doctora y los enfermeros miraron al hombre rubio con algo parecido a la mortificación, el hombre en cuestión tenía una expresión derrotada, que no contrastaba para nada con la manera en que estaba apretando los puños. Y Nico se sentía principalmente irritado, actuaban como si fuera una tragedia, obviamente no iba a ser la persona más amable con alguien que no conocía, aunque el otro fingiera que lo hacía.

No sabía quién era, no le debía nada.

—Quiero que se vaya —repitió Nico, y lo sabía, estaba siendo el tipo de persona que odiaba, pero se sentía tan vulnerable, tan extraño y seguía sin saber lo que estaba pasando. Lo único que sabía era que había despertado en un hospital, un lugar que no conocía y en vez de que estuviera su familia con él, estaba un completo extraño.

—Está bien —dijo la doctora—. Will, por favor sal de la habitación.

Will.

Nico esperaba que el nombre significara algo, como si solamente por ello pudiera saber de quién se trataba, obviamente no funcionó así. Estaba 100% seguro de que jamás había conocido a alguien con ese nombre, así que no era un amigo de su padre o un empleado.

—Pero… —empezó a protestar el dichoso Will.

La doctora alzó la mano —Sabes cómo funciona. Estaré contigo en un minuto.

El hombre/Will miró a Nico una vez más, su expresión totalmente desolada e hizo sentir incómodo a Nico.

—Bien —murmuró con voz quebrada.

Nico no entendía como una simple palabra podía sonar tan dolida.

El hombre salió del cuarto.

La doctora le dio una sonrisa un poco tensa —Soy la doctora Ruíz, he estado siguiendo tu caso desde que te trajeron aquí.

—¿Y eso cuando fue?

—Hace un poco más de dos semanas.

Nico frunció el ceño, eso era mucho tiempo —¿Qué pasó? ¿Qué hacía ese hombre aquí? ¿Quién es y por qué parece que me conoce? ¿Dónde está mi hermana?

Y la pregunta más importante que no se atrevió a hacer ¿Dónde está mi papá?

La doctora le sonrió con empatía —Tuviste un accidente que fue bastante grave, estuviste en coma, tuviste una lesión cerebral y hemorragia interna, por eso te duele al moverte y por eso ahora es mi turno de hacer preguntas.

Nico frunció el ceño, dándose cuenta que la doctora había evitado contestar sus otras preguntas ¿un accidente? Bueno, definitivamente eso explicaba cómo se sentía.

—¿Cuál es tu nombre completo? —preguntó la doctora.

Nico resopló —Nicolo di Angelo.

—¿Cuántos años tienes?

Lo consideró un momento —24.

La sonrisa de la doctora se desvaneció un poco y Nico se removió incómodo, haciendo que otra punzada de dolor lo recorriera.

—En un momento te ponen el medicamento para el dolor. Dime ¿sabes qué año es?

—2014.

La doctora le siguió haciendo preguntas, el nombre de su hermana, de su padre, en que trabajaba, algunas preguntas de matemáticas y de razonamiento, e incluso le preguntó si estaba casado o tenía hijos, a lo cual Nico se burló un poco, por supuesto que no los tenía, pero a medida que contestaba, la doctora fruncía más el ceño, anotando cosas en una pequeña libreta —que probablemente solo significaran más pruebas para él—, pero había algo en la actitud de ella que se sentía raro.

—Hay algo mal —dijo Nico, solo esperaba que no fuera algo de verdadera gravedad— ¿Qué es?

—Bueno, hay respuestas que no son correctas.

De acuerdo, Nico era humano ¿vale? Se podía equivocar.

—Está bien ¿en qué me equivoqué?

La doctora lo miró con simpatía —El año. Dijiste que era 2014, pero estamos en 2023.

Nico se le quedó mirando, si este era el humor que tenía esta gente en este hospital, no le gustaba en lo más mínimo. Cuando la doctora no se rió ni le gritó "¡es broma!", su pulso se aceleró.

—¿Q-que? Eso no puede ser cierto.

—Por desgracia parece serlo, vamos a hacer más pruebas para descubrir qué es lo que está pasando.

Nico se quedó por un momento congelado, el pánico estaba apoderándose de él —No, no puede estar hablando en serio —negó violentamente con la cabeza, lo que le provocó un dolor punzante.

—Tienes que calmarte, todo estará bien— dijo uno de los enfermeros intentando ser amable.

Pero Nico no necesitaba amabilidad, necesitaba respuestas.

—No me mientas. Eso no, n-no, porque si eso es cierto me he perdido…—su mirada se enfocó en la doctora y en voz baja agregó —he perdido nueve años de mi vida.

—Sí —coincidió la doctora —hace dos meses cumpliste 33.

—Necesito un espejo, n-necesito… —no sabía lo que necesitaba, pero quería verlo por sí mismo, quería comprobar que esa doctora estaba mintiendo.

—Está bien, pero necesito que te calmes, si no voy a tener que sedarte. Tuviste una lesión grave en el cerebro, vamos a descubrir que está mal.

Uno de los enfermeros llevó el espejo.

Nico lo tomó con manos temblorosas y se miró en él. Dejó escapar un sonido que era pura angustia, porque se reconocía en ese espejo, sabía que era él, podía distinguir esos rasgos característicos que tenía, pero al mismo tiempo es como si estuviera viendo a otra persona, a alguien que no conocía, alguien mayor, alguien que había vivido quién sabe cuántas cosas, alguien que no podía ser él.

Se sentía abrumado, aterrorizado y solo ¿por qué no había nadie con él? ¿Acaso había pasado algo que los había alejado? ¿Su padre al fin se cansó de que Nico fuera una completa decepción?

—N-no —tartamudeó—. Esto no puede ser.

—Lo siento, pero así es —dijo la doctora—. Vamos a hacer pruebas y ver qué es lo que lo está causa…

—Quiero ver a mi hermana —interrumpió Nico cada vez más agitado.

—Está bien, voy a pedir que la llamen.

Nico se tranquilizó un poco, ella le daría respuestas, y si la doctora había dicho que llamaría a su hermana es porque ella había estado al pendiente de él, la esperanza brilló en su pecho, porque su papá podía estar también al pendiente, pero algo en la mirada de la doctora le dijo que había algo que le estaba ocultando.

—¿Hay algo más? —preguntó con una voz extraña.

"Una voz de mocoso malcriado", pensó.

No sabía si esas palabras se las había imaginado o alguien se las dijo, pero definitivamente así sonaba su voz en este momento, ya se avergonzaría después.

La doctora lo miró como si no lo conociera, y bueno, ya eran dos. Su expresión cambió un poco, pero solamente dijo —Después de las pruebas voy a traer a tu familia para que hable contigo.

Familia era una palabra muy grande, una que a veces sentía que no le quedaba a las personas que compartían su sangre, pero era un pensamiento tonto porque al final del día, eso era todo lo que importaba, y se sintió raro que alguien los nombrara de esa manera.

—En un minuto vienen a prepararte, no te recomiendo volver a dormir.

Cómo si pudiera hacerlo.

—Si me vuelvo a despertar tal vez ahora sí llegue a la década de recuerdos perdidos— comentó con sarcasmo.

La doctora lo miró sin impresionarse —Inténtalo, de cualquier manera no serías el récord.

Nico resopló. Había convivido muy poco con ella, pero le caía bien, aunque la forma en que de repente lo miraba, lo hacía sentir extraño, como si no estuviera cumpliendo algún tipo de expectativa o como si hubiera fallado en una prueba, aun fallado esa prueba inexistente suponía que la iba a seguir viendo más de lo que le gustaría.

—Ha sido increíble que estés ahora hablando conmigo, tu accidente fue realmente grave, así que céntrate en eso ¿De acuerdo?

—De acuerdo, de cualquier manera ¿qué tanto pudo haber pasado en 9 años? —masculló Nico, aunque no sin sarcasmo.

—Estás respirando, creo que en adelante todo se puede solucionar — dijo la doctora un poco más amable.

Nico asintió.

Después de que la doctora se fue se sintió muy cansado, aun así estaba tan ansioso que no creía poder dormir hasta que llegara su hermana y le diera algunas respuestas.

Se quedó ahí contemplando las paredes blancas, escuchando el pitido del monitor que indicaba sus signos vitales, preguntándose qué tan malas serían las respuestas que le daría Hazel hasta que llegaron los enfermeros por él.

No pasaron ni 24 horas, para darse cuenta que tan malas podían ser las noticias.

La bomba golpeó con fuerza.

OOOOOOOOOOOOOOOOO

A veces era necesario creer en algo para echarle la culpa de todos tus problemas, sabía que eso era una tontería, porque solo había un culpable —que por cierto no tuvo ningún rasguño, pero al menos estaba en la cárcel—, pero aun así necesitaba con quien desquitarse.

Había sido semanas de angustia, de estar en constante pánico pensando en "qué pasaría si…", de no dormir bien, no comer, de no estar en su casa, no ver a su hija y ver a su esposo luchando por volver, ya no tiene más que dar, desde el momento que Nico lo miró con esa indiferencia se había sentido vacío, entumecido hasta los huesos.

Tal vez estaba siendo dramático, pero se podía permitir serlo.

Además, era doctor. Sabía por experiencia con sus pacientes lo que un evento traumático podía hacer, una lesión en el cerebro podría causar amnesia y comportamientos distintos en los pacientes, como si de alguna manera los hubieran cambiado de personalidad y joder, parecía que eso había pasado.

No pudo escuchar toda la conversación desde afuera de la habitación, pero pudo escuchar algunos de los sonidos de angustia que hizo Nico y maldita sea que dolían

La doctora salió de la habitación y la verdad es que su expresión no lo tranquilizó en lo más mínimo.

—¿Cuánto tiempo perdió? —preguntó cuándo llegó hasta él.

—9 años —respondió la doctora sin rodeos.

—Bueno, joder— suspiró Will, porque sentía que eso lo resumía.

—Cree que tiene 24 años y al parecer no te conoce.

Will se rió con amargura —No lo hace, me conoció un año después, ¿qué tan estúpido es eso?

—Sé que esto ha sido muy difícil para ti, pero sabes que hay pacientes que se despiertan de un coma sin recordar nada y no suele durar más de un día.

—Es cierto, pero también sé que un traumatismo de cráneo como el que sufrió puede afectar zonas del cerebro que pueden hacer que nunca recuerde nada de estos años.

—Vamos a hacer pruebas y podemos discutir qué es lo que sigue. Por ahora quiere ver a su hermana.

Will asintió —No debería tardar en llegar, ya le avisé.

—Yo no le he dicho nada, creo que deberías hablar con él en cuanto esté un poco más tranquilo, explicarle todo, contarle quién eres y lo que ha pasado.

Y es que eso era precisamente lo que Will temía, recordaba a Nico cuándo lo conoció y era un completo idiota —bueno, no tanto, pero quería complacer a todos y tenía tanto miedo de ser el mismo que fue una buena lucha—, aun así a Will le había gustado, aunque no estaba seguro de querer saber la opinión que tenía Nico de él en estos momentos.

—Supongo que tienes razón— dijo Will mordiéndose el labio con nerviosismo.

—Todo va a salir bien. Irán a hacerle algunas pruebas y vuelvo a hablar contigo.

Will asintió.

Unos diez minutos después las enfermeras salieron con Nico en una camilla, frunció el ceño cuando vio a Will parado cerca de su habitación, pero no duró mucho porque su mirada recorrió más allá de él para buscar a alguien, hizo una leve mueca de decepción cuando no vio a la persona que buscaba.

Will supuso que estaba buscando a su padre, Nico vivió mucho tiempo intentando compensar algo que no había sido su culpa.

Will se quedó ahí, sintiéndose horrible y esperando a Hazel, quien llegó una media hora después, se veía completamente agitada y sin aliento. —Vine lo más rápido que pude.

—Eso veo —asintió Will con una pequeña sonrisa.

Se abrazaron rápidamente.

—Quiero verlo, por favor —pidió Hazel.

Will asintió —Pero primero necesito decirte algo, que no te dije por teléfono.

Hazel se puso rígida en ese momento, como preparándose para la absoluta infinidad de situaciones que podrían haber pasado.

—Parece que todo está bien, está moviéndose y hablando.

Hazel suspiró de alivio —Hay un pero ¿verdad?

—Sí. Él no recuerda nada de los últimos nueve años. No sabe que logró salir de la mirada de su padre, que estamos casados, que tiene una hija, no sabe absolutamente nada. —Lo último salió más duro de lo que Will quería, pero es que decirlo en voz alta lo hizo más real y le hizo darse cuenta de la enormidad que era eso, sintió como si le hubieran exprimido el corazón hasta dejarlo vacío.

—Pero es temporal ¿Verdad?

—Lo llevaron a hacer pruebas.

Hazel lo miró con tristeza por un momento, luego, demasiado esperanzada dijo —No te preocupes, Nico va a recordar todo, sabemos lo testarudo que es y no va a permitir que nada lo aleje de ti, ni de Bianca.

—Ni siquiera sé cómo se lo voy a explicar a ella, ha pasado por tanto.

—Un problema a la vez —aconsejó Hazel—. ¿Ya les has dicho quién eres?

Will negó con la cabeza —Creo que debemos esperar un poco, a que esté más tranquilo, debe ser horrible despertar y enterarte que has perdido casi una década de tu vida.

Ella sonrió —Lo haremos como quieras.

Se quedaron uno a lado del otro esperando que Nico regresara a su habitación, mientras Hazel le daba palabras de aliento y decía que todo iba a salir bien, Will no estaba tan seguro de eso, pero apreciaba el optimismo.

Algún tiempo después apareció la doctora Ruiz, su cara no era una buena noticia.

Will se acercó con Hazel tras él —¿Qué tan malo es?

—Hicimos algunas pruebas cognitivas y todo parece estar bien, hicimos un TAC y encontramos una lesión por el accidente en el lóbulo temporal medial, se encuentra un poco inflamado y eso provocó la pérdida de la memoria. Todo lo demás parece estar bien, este tipo de cosas es común después de tener un traumatismo como el que tuvo tu esposo.

—Pero ¿cuándo va a recuperar la memoria?

—El cerebro en su mayoría sigue siendo un misterio, hay cosas que no sabemos exactamente cómo funcionan —la doctora hizo una pausa mirando a Will de manera amable—. No hay una respuesta concreta para esa pregunta, podrían ser unos días, meses o incluso años.

—O nunca— murmuró Will.

—Es poco probable esa opción, pero no se descarta.

—¿No hay nada que se pueda hacer? — volvió a preguntar Hazel.

—Podemos dar algunos ejercicios cognitivos, también hay terapia, pero esa en realidad ya no es nuestra especialidad. Sin embargo, se recomienda exponer a los pacientes a un entorno familiar y en estos casos, el apoyo de gente cercana es lo más importante.

—Vamos a estar con él —asintió Hazel.

—Muy bien. La herida de la cirugía tampoco presenta problemas, pero vamos a mantenerlo en observación por si se presenta alguna otra cosa.

—Gracias — dijo Will con la voz un poco ronca.

—Pueden pasar a verlo, traten de no darle demasiada información y no abrumarlo.

Ambos asintieron.

—Lo peor ya pasó —dijo la doctora tratando de ser reconfortante.

Pero, si ya había pasado, ¿por qué se sentía como si fuera a su ejecución?

La doctora se despidió prometiendo tener actualizaciones.

—Bueno, vamos a ver a mi hermano.

Hazel estaba tan optimista y Will deseaba sentirse de la misma manera, como si todo fuera a salir bien, pero no lo hacía, sentía un nudo en el estómago, no, más bien se sentía como cuando te subes a la montaña rusa y la bajada es demasiado rápida.

Hazel caminó y entró sin reverencias a la habitación, él atrás de ella intentando tomar valor. Cuando Nico los vio frunció el ceño, examinó a su hermana como si estuviera absorbiendo los cambios que había tenido.

—Hola hermanito.

—¿Creo que sigo siendo el mayor? —. Murmuró Nico confundido.

Hazel le dio una sonrisa acuosa y lo abrazó con cuidado para evitar lastimarlo. —Eso parece. Me alegra que estés bien, nos diste un buen susto.

La mirada de Nico destelló con una especie de ¿esperanza? Y preguntó —¿Papá está aquí?

Hazel intercambió una mirada con Will, quién no se había acercado mucho a la cama. Ella no dijo nada por un momento. —Él estará aquí pronto.

Pero parecía que había entendido lo suficiente porque la expresión de Nico inmediatamente se cerró.

Will había visto antes esa manera en como Nico de repente se cerraba a mostrar cualquier cosa que pudiera sentir y lo odiaba.

Nico se fijó por primera vez en él, su mirada estaba completamente en blanco, miraba a Will como si no hubieran compartido un montón de cosas, momentos felices y otros no tanto, lágrimas y anhelo mutuo.

—¿Otra vez tú? —Preguntó Nico con cierta exasperación en el tono.

Hazel tomó la palabra —Este es Will, es un amigo.

Amigo, podría ser una bendición en algunos casos y una maldición en otros.

—No lo conozco.

Y era un poco justo, a nadie le gusta platicar con alguien que no conoce y menos después de haber vivido un trauma.

—Pero él te conoce a ti —dijo Hazel con paciencia—. Solo quiere saber si estás bien.

—Sí, ya puede irse.

Hazel intercambió una mirada con Will, para ver cuál sería el siguiente paso.

—Está bien, puedo salir de la habitación. Me alegra mucho que estés bien.

Nico asintió receloso.

Will salió, sí esto no iba por el camino que había pensado.

No pudieron guardar mucho tiempo la información vital, al día siguiente Hazel le dijo que Nico se había dado cuenta que le ocultaban algo —Nico ni siquiera miraba a Will—, pero de todas maneras había exigido que le dijeran de que se trataba todo eso.

Debatió consigo por un momento, intentando entender si era lo mejor, pero suponía que tenía derecho a saberlo.

—¿Por qué siempre estás aquí? —preguntó Nico con irritación.

—Porque mi amigo Will necesita hablar contigo. Solo escuchalo ¿Vale?

Nico no parecía muy convencido, pero asintió bruscamente.

Hazel se apartó del lado de su hermano para que Will se pudiera acercar más.

Y él estaba perdiendo rápidamente el valor, tal vez debería esperar a las pruebas o algo que le dijera que no lo hiciera, que el día de mañana todo iba a estar bien y que podía regresar con su esposo a su casa.

Sabía que las probabilidades no estaban a su favor, y de todos modos tenía que hacerlo, esto no solo era muy importante para su vida, también lo era para la vida de Nico.

Así que de manera tímida, pero decidida empezó a hablar. —Mi nombre es William Solace, todos me llaman Will. Nos conocimos hace ocho años en una exposición de arte de nuestra amiga Rachel Dare…

—La conozco —dijo Nico—. Pero no es mi amiga, para nada.

Will sonrió un poco pensando en aquella vez que Nico y Rachel se pudieron borrachos como un par de idiotas enamorados, eso ayudó a que Nico se juntara con Will —Bueno, ella ahora lo es.

Nico frunció el ceño. —Supongo que debe ser una relación beneficiosa para la empresa de mi padre —hizo una pausa—. ¿Cómo tú?

Will hizo una mueca. —No, Rachel es tu amiga solo porque le caes bien.

Nico lo miró con escepticismo.

—Y yo no tengo nada que ver con tu padre —trató de que el tono no fuera duro.

—¿Entonces qué estás haciendo aquí?

Así que aquí estaban, hora de la verdad y todo eso, esperando que en algún lugar, aunque sea una partecita, lo recordara.

Y cómo no había manera de hacerlo más fácil, decidió arrancar toda la tirita de una vez —Nos conocimos hace ocho años y nos casamos hace cinco.

Por un breve momento todo fue tranquilidad, luego el monitor de signos vitales se volvió loco, la cara de Nico perdió color, miró a Will con una expresión mezclada de terror y vergüenza, luego empezó a hiperventilar.

—Nico —murmuró Hazel.

Will intentó acercarse para tranquilizarlo.

—¡No me toques! —dijo Nico con las palabras estranguladas.

—Tienes que respirar —dijo Will como si le estuviera hablando a uno de sus pacientes—. Imita mi respiración.

Nico se negó a mirarlo, sus ojos brillaban con lágrimas no derramadas y su expresión era culpable y tormentosa.

Will dio un paso atrás cuando se dio cuenta que esa expresión se debía a él, sintió como si un puñal atravesara su corazón.

Una enfermera entró por el alboroto.

Mucho para el "no abrumarlo".

—Señor di Angelo, trata de calmarse.

—¡NO! —gritó Nico—. No quiero a ese hombre aquí, está mintiendo.

—¿Su esposo? —preguntó la enfermera confundida.

—¡No es mi esposo! —gritó con algo que no había forma de negar, aborrecimiento —¡Yo no soy como él! ¡Nunca podría estar casado con alguien como él!

Fue en ese momento que la enfermera decidió que era el momento de aplicar el sedante, muchas gracias.

Nico perdió fuerzas de inmediato, no sin antes lanzarle una mirada de completo odio a Will.

La habitación se quedó en un silencio asfixiante.

—No puedo hacer esto —dijo Will saliendo de la habitación como si estuviera en llamas.

—Lo siento —murmuró Hazel saliendo tras él—. En serio no pensé que esa fuera ser su reacción… Tal vez es solo la sorpresa, debe de estar abrumado por todo lo que ha sabido en las últimas horas.

—¿Y si no es así?

—Lo resolveremos —prometió Hazel.

Y era posible que solo fuera una manera de procesar todo lo que estaba pasando, sabía que las reacciones de ese tipo eran comunes cuando se trataba de pacientes con amnesia y trauma, pero una cosa era verlo desde el exterior y una muy distinta el vivirlo, cuando atiendes a los pacientes muchas veces no te das cuenta que tan difícil es también para los familiares. Además la amnesia podía hacer que el comportamiento y personalidad de una persona cambiara, se volviera más irritable o más agresiva, así que había muchas cosas a tomar en cuenta en esta situación.

Pero eso no era lo que le preocupaba a Will, porque cuando él había conocido a Nico, este había estado tan abandonado, con tantas ansias de que no hubiera ni un fallo en él, tratando de hacer todo lo que su padre le pedía, moldeado por Hades para ser una persona completamente diferente y Nico aceptando todo porque creía que lo merecía.

También recordaba que en ese entonces Nico había estado bastante perdido por Percy, pero nunca había dicho nada porque habría estado mal, había estado en relaciones que no le dejaban nada y nunca pudo ser libre, eso era lo verdaderamente mortificante, porque Will no era ningún idiota, la manera de reaccionar de Nico no fue por algo más que el hecho de que se había casado con un hombre, algo verdaderamente aberrante a los ojos de Hades, y en este momento, a los ojos de Nico.

Y ni siquiera le había hablado de Bianca.

Soltó una risa amarga. —Esto es tan jodido.

—Todo va a estar bien, vamos a recordarle a Nico todo lo que han pasado. Incluso cuando vea a Bianca lo va a volver a conquistar como la primera vez, sabes que lo tiene alrededor de su dedo meñique.

Oh, pero ¿y si no?

Le sorprendía un poco el hecho de que no hubiera ninguna lágrima, se sentía horrible y como si estuviera sosteniendo el peso del mundo sobre sus hombros, tal vez para su familia lo era, aun así no hubo nada, solo un frío vacío, como si alguien hubiera pulsado el interruptor de apagado.

No sabía lo que tenía que hacer y tampoco sabía como iba a lograr que las cosas fueran mejores, pero tenía que hacerlo, no había ninguna otra opción.

A veces o sigues adelante o te quiebras.

Y Will tenía que salir adelante.

Iba a pelear por Nico tal y como lo había hecho antes.