ACTO I: INFANCIA

Escena 2: Quien engañó a la muerte.

Su relación podría haberse torcido en el futuro por la negligencia de el y por las decisiones de ella, pero desde un comienzo, Shanks y Ler tuvieron algo especial. Comenzó como algo inocente y permaneció así hasta que ella tuvo la edad suficiente y se encontraron otra vez -o más bien, ella fue a buscarlo- y se convirtió en algo más, pero conectaron desde el primer instante y debido a eso, a veces en su burbuja no cabía nadie más.

Solo ellos....

Una hora después de despertar y no sufrir ningún otro desmayo, Ler se encontró escribiendo con rapidez sobre la libreta que Shanks le dió cuando perdió la paciencia debido a su tartamudez. Hacía gestos que al hombre le parecían graciosos y lo hacían reír, a lo que ella rodaba sus ojos continuamente mientras se concentraba en ignorarlo. Finalmente dejó de escribir y volteó la libreta para enseñarsela al hombre.

- Dejame ver...- Shanks tomó la libreta con una de sus manos para acercarla y usó la otra para colocarse los lentes que solo usaba para leer en privado- En realidad te llamas Leriana pero prefieres Ler porque Leriana suena muy formal. Tienes 7 años y te cuesta hablar porque no te dejaban hablar en tu hogar...Por cierto, tienes bonita caligrafía... ¿En donde me quedé? Ah si, si...Eres niña no niño...Eso ya lo se y ya me disculpe- dijo con un tono amargo mientras la observaba con recelo por un segundo, luego regresó a leer- ...Nunca habias estado en el mar, tu padre te odia y piensas que te mandó a matar la noche en que escapaste...- poco a poco su tono de voz fue decayendo hasta tonarse sombrío- aunque no sabes la razón. Huiste con esclavos y probablemente todos piensen que estés muerta excepto tu padre porque el lo sabe todo siempre...- se detuvo un momento y la voz se convirtió apenas en un murmullo mientras analizaba el resto de información escrita por Ler- porque basado en la descripción de tus apuntes, el es..- el pelirrojo levantó la cabeza y miró a los ojos a la niña, que lo observaba también con resignación - ¿estás segura?- Ler se encogió de hombros y asintió con la cabeza.

Shanks suspiró con pesadez y se echó para atrás mientras observaba la puerta, se quitó los lentes y lentamente se levantó a echarle llave. Por un momento se mantuvo pegado a la puerta, reflexionando toda la información que recién habia obtenido acerca de la niña y su muy desagradable linaje, y luego volvió sobre sus pasos, tomando la libreta de la niña para arrancar la página utilizada y luego prenderle fuego con un encendedor.

- Lo de tu padre será un secreto solo entre nosotros, ¿entiendes?- dijo en voz baja mientras quemaba el papel, luego se acercó nuevamente a Ler y se sentó junto a ella mientras ella lo miraba interrogante.

- ¿Por...que?- preguntó con su vocecita infatil, observando el papel quemarse hasta ser cenizas. Shanks golpeó la nariz de la niña con uno de sus dedos mientras se pasaba la otra mano por el cabello con algo de cansancio. Ignoró la frialdad de la piel ajena, parecía que esa era su temperatura corporal normal y era mucho mejor que la fiebre que tuvo antes.

- Mi segundo al mando cree que es mala idea el que te llevemos con nosotros- explicó con suavidad, observando la expresión de Ler transformarse en una nerviosa y angustiada ya que le habían prometido al despertar que la llevarían con ellos a un lugar lejano- no te preocupes. Te prometí que cuidaría de ti hasta que pudiésemos dejarte en un lugar seguro y eso haré, pero si mi segundo o alguien más sabe sobre tu padre, se opondrán a que vengas con nosotros porque tu padre es muy poderoso...Y peligroso.

Ler asintió y bajó la vista hacia sus manos. Ella lo sabía mejor que nadie. No olvidaba su posición en el mundo y la capacidad que tenía su padre para arruinar vidas.

No quería afectar a nadie, no quería involucrar a nadie, pero aquel hombre se había ofrecido a ayudarla y ella necesitaba esa ayuda con locura.

- No di..ré...- balbuceo señalando su boca- nada.

Shanks apenas sonrió y se recostó en la pared detrás de la camilla, tomó la mano helada de la niña y jugó con ella mientras se perdía en sus pensamientos.

- Si sabes que no puedes quedarte aquí gratis, ¿verdad?- la niña rodó los ojos en un gesto que el notó, era bastante común en ella. Sonrió- tendrás que trabajar.

¿Podía oponerse? Ler había observado y analizando al hombre continuamente y sabía que si, que podría negarse y no habría problema, el no le haría daño o la obligaría a nada, pero , ¿quería hacerlo? La respuesta era no. Muy en el interior, ella estaba emocionada por experimentar la vida pirata y conocer más acerca del mar, se sentía inmensamente atraida por la vida marítima.

Sonrió de forma brillante y Shanks se rió de ella al notar la falta de sus dientes y aunque a Ler algo se le apretujo dentro del corazón -quizá su orgullo herido- ella se echó a reir también, imitando casi por instinto la risa de él.

" Te quiero. Este mundo es una mentira de mierda y yo soy la mierda y mentira mas grande de todas...Pero te quiero...Y eso no es mentira...Y eso no es una mierda."


- Deja de rodar los malditos ojos, se te van a quedar blancos la proxima vez- decia Shanks con irritación, llevandose las manos al cabello para jalarlo debido al estres que la niña le causaba. Y como si fuese un reto, Ler volvió a rodar los ojos y Shanks casi se pone a llorar de la frustración.

La niña era insufrible y el hombre un idiota.

Llevaban mas de media hora tratando de que ella mejorase su forma de comunicación y que la libreta no fuese necesaria, pues asi la conversación era tediosa. Shanks intentaba enseñarle a pronunciar las vocales mientras Ler le hacía mala cara porque ella sabia hablar, tenia un buen vocabulario y sabía como pronunciar cada letra, silaba o palabra en ese vocabulario. Lo que se le complicaba era hablar con otros.

¿Era tan difícil entenderlo? Al parecer si, porque media hora no fue suficiente para ella el hacerselo entender a el.

- Puedo...- siguió intentando- cu..cues...ta- continuó mientras gesticulaba de forma graciosa con su rostro y manos. Shanks no sabía si reirse o llorar.

Como el había insistido en que debían ayudarla y llevarla con ellos hasta su destino en el East Blue, era el quien se tenía que encargar de ella. Benn rechazó estar a cargo de la niña o buscar a alguien mas para que la cuidara, por lo que los dias siguientes a su aparición, Shanks se la pasó metido en la enfermería "charlando" con ella por medio de la libreta, hasta que hoy se propuso en enseñarle a hablar -aunque ella ya sabia hacerlo-.

- Intentalo otra vez...- dijo el hombre con tono de voz cansado mientras se recostaba en la camilla al lado de ella.

Ler lo miró un poco recelosa pero llena de curosidad mientras gateaba para acostarse al lado de el, a solo unos centimetros de distancia. Ambos miraron el techo en silencio mientras el esperaba escucharla y ella se preparaba mentalmente para hacerse escuchar.

-Mi..e..do- comenzó Ler, con las manos entrelazadas sobre su vientre- ten...go...mi...e..do- confesó cerrando los ojos, sin notar que Shanks se había enderezado para verla, apoyando su cabeza sobre su mano.

- ¿A que le tienes miedo? - preguntó el hombre, analizando el rostro de rasgos finos y exóticos de la niña. Su piel estaba palida pero se notaba que tenia un tono parecido al caramelo y su cabeza rapada la hacía ver como un pollito recien nacido, lo que le hizo sonreír con ironía. Los dragones no eran nada inofensivos como este dragón en específico aparentaba.

Ler se encogió de hombros aun con los ojos cerrados, disfrutando de la tranquilidad que el leve moviento del barco le proporcionaba porque le recordaba constantemente que estaba en el mar, a 10000 metros de su infierno personal y el demonio que lo custodiaba.

- Todo - pronunció con claridad, aunque seguía manteniendo ese extraño acento que a Benn y al médico le ponía los pelos de punta, no así a Shanks - pa..dre...,cie...lo..., oscu..ro- y es que ella no se lo había dicho, pero desde que cayó al mar, algo la atormentaba en sus sueños y desmayos.

Una figura grande y oscura la perseguía en un camino también oscuro, que parecía no tener fin. Le reprochaba cosas que ella no entendía, que ella no había hecho y le gritaba "Traidora" hasta hacerla llorar y colapsar, pero siempre que aquel ser se cernía sobre ella apunto de atraparla, el sueño cambiaba y ella caía de nuevo en el mar. El dolor era real otra vez, como si sus huesos volviesen a romperse, pero extrañamente sentía paz.

Entonces despertaba. Ahogada en llanto, con la garganta adolorida por haber estado gritando y empapada de sudor.

Por su culpa varios tripulantes se habían mudado lejos de la enfermeria, que era donde permanecía temporalmente hasta que encontrasen un lugar para que ella durmiese en cuanto mejorase. Nadie quería estar cerca de "la niña loca" así que Benn ya estaba preparando el pequeño cuarto de servicio anexado a la habitación de Shanks para que ella durmiese -sin la autorización del mismo Shanks, por supuesto-.

Asi que si, tenía miedo de todo, hasta de seguir con vida porque le trituraba el cerebro el pensar como iba a ser su vida después.

- ¿Es esa la razón de tus pesadillas? Porque tu padre no va a encontrarte, no a donde te llevamos- la voz como terciopelo del hombre a su lado hizo que Ler quisiera sonreir chiquito- y si le tienes miedo a la oscuridad pues...Dejamos las luces prendidas.

No es que Shanks fuese una buena persona, no es que tuviese debilidad por los niños -aunque quiza, si era un poco débil ante esa andrajosa niña-, si no que tenía una teoría en su cabeza, que mas bien era una esperanza, de demostrar que aunque algunos nazcan con la maldad en su sangre -como la niña a su lado-, esta tiene que alimentarse para crecer. Y el no estaba dispuesto a que esa criatura creciera a base de lo que estaba destinada a absorber.

El Capitán Roger habría hecho lo mismo, pensaba, ya que creía en que se podía cambiar el destino en base a las segundas oportunidades y la voluntad, pues lo había encontrado a el cuando estaba destinado a morir en un cofre como un recién nacido y le dio la oportunidad de tener una vida, una que había vivido y disfrutado a lo grande siguiendo su voluntad.

- Bien - aceptó la pequeña, abriendo sus ojos para mirar al hombre que ya la estaba mirando con una leve sonrisa. Su rostro se tornó rojo y se calentó como si tuviese fiebre, pero trató de no darle importancia mientras le contemplaba deseando que la calma y seguridad que lo envolvia, la envolviese en un fuerte abrazo también- creo...en us...ted.

Y Ler creyó que era su corazón golpeando su pecho por un repentino sentimiento que no sabía como llamar aún, e ignoró que en realidad era el eco lejano de los tambores presagiando el fin.


- Te falto allí.

Ler se esforzó por no tomar el cepillo y lanzarselo en la cara al hombre que se encontraba sentado en una silla reclinable a unos cuantos metros de ella y tras respirar y contar en su cabeza hasta diez, se pudo calmar lo suficiente como para solo murmurar unas groserias que habia escuchado por allí.

Llevaba algunas horas limpiando la cubierta del barco como parte de su trabajo en la tripulación para retribuir el gasto y esfuerzo que suponia el ser llevada por los piratas hacia una isla lejana -en palabras del Capitán- y aunque los brazos le dolían y las manos las tenía mallugadas y maltratadas por el continuo esfuerzo que suponia limpiar, tallar y encerar con los diversos articulos de limpieza que le jabian entregado, estaba medianamente contenta.

Los tripulantes la saludaban acariciando su cabeza con el poquito de cabello que le había crecido en esas dos semanas. A veces le daban algún dulce o caramelo que no aceptaba porque: 1. Se sentía como una mascota y 2. Odiaba las cosas dulces; asi que todo era tranquilo y normal. Ni siquiera le molestaba que comenzara al alba y concluyese poco después del medio dia, sudando y enrojecida como un tomate por el esfuerzo bajo el sol. Todo estaba bien para ella excepto el Capitan metiche que la seguía a todos lados.

Ler solía pensar que los Capitanes de cualquier tipo de embarcación pasaban mas ocupados que cualquiera. Marines, Piratas, Comerciantes...Tenían que tener algo mas que hacer que molestar a los novatos, ¿No? Para Ler era un misterio el como se manejaba esa curiosa tripulación pues pese al respeto y hasta miedo que le tenían al Capitán, el mismo era bastante relajado, descuidado y a criterio de la niña, irresponsable.

Eso no quitaba que le encantase.

Le bastó una semana a la pequeña Dragón para darse cuenta que habia desarrollado un enamoramiento platónico por Shanks, que asumía se le pasaría con los dias al notar lo molesto y ridículo que era a veces, pero no. Era contraproducente, porque tan seria y recelosa como era ella, el presionaba los botones correctos para hacerla rabiar y sonreír.

Asi eran ellos y asi serian siempre.

- Ya voy- dijo la niña casi como un gruñido que a Shanks le pareció adorable, por lo que se rió mientras continuaba revisando unos mapas que su navegante le había entregado. El si era responsable, pero asumia sus responsabilidad a su modo.

Poco después, Shanks levantó la vista al escuchar unos pasos. Era Lucky Roo quien se acercaba.

- Deberías ir a comer, niño. Ya es tarde- la regañó el hombre mientras elocuentemente comía un pedazo de pollo. Ler pareció oler el aire y después se volteó hacia Shanks, que la miró con las cejas alzadas.

- Roo, Ler es una niña, ya te lo repetí mil veces- dijo el Capitán suspirando- y dice que aun no tiene hambre.

- Pero si no ha dicho nada- Lucky Roo se giró hacia Ler, quién lo miró un segundo antes de mirar a Shanks otra vez- ¿Qué?

- Dice que te paraste donde recién acaba de limpiar- Shanks apuntó a la niña y al espacio en el que el otro hombre estaba parado, quien seguía confundido pero al voltear a ver a Ler, esta asintió con la cabeza, como dandole la razón al pelirrojo.

- ¿Como hacen eso?- preguntó el cocinero, sin dejar de comer.

- ¿El qué?- repuso el capitán despreocupado, regresando la vista a sus documentos.

Y es que la especie de telepatía compartida que tenían Shanks y Ler había nacido de forma tan natural que ninguno se dió cuenta que no era normal y que los demás parecían no entenderlo.

- Mmmmm nada- se rindió Roo luego de un rato al notar que ninguno le prestaba atención realmente. Sonrió ampliamente y le dio unas palmadas a la cabeza de Ler, quien le sonrió chiquito también- si no vienes en 15 minutos me voy a comer tu comida, niño.

- Es niña.

- 10 minutos, Ler- y luego de eso, se fue cantando y mordiendo su pollo.

El silencio los envolvió a ambos mientras cada quien continuaba con lo suyo. Ler encerando el la madera que ya habia limpiado, Shanks revisando los documentos y mapas en sus manos.

- ¿Quieres ir a comer?- preguntó el hombre luego de un rato, Ler negó con la cabeza y el suspiró. Los niños eran difíciles - ¿Quieres ir a molestar a Benn? - la cabeza de la niña giró cual exorcista para mirarlo con la sonrisa mas amplía que le habia dado alguna vez.

Era cosa de dragones eso de disfrutrar el molestar a los demas. En el futuro, seria casi un deporte para Ler. Y era la mejor en ello.

- Pues vamos, en la tarde continua con los baños- y se echó a reir cuando la niña le soltó la mano que recién le había dado al acercarse, porque amaba molestarla también.

Pero Ler lo disfrutaba, Ler era feliz asi.


Ler estaba sentada en un barril mientras ayudaba al tirador de la tripulación a pulir algunas armas, mientras conversaban o lo que sea que hiciesen con sus limitaciones de comunicación.

-Tengo un hijo...- Yasopp se acercó a la pequeña como si fuese a contarle el mayor secreto del mundo. Cerró sus manos dejando un pequeño hueco alrededor de su oreja y le susurró:-¡ Y creo que tiene tu edad!

Ella lo miró maravillada. Nunca había conocido a otros niños de su edad, por lo que siempre tuvo la curiosidad por saber que tan parecidos podían ser a ella y si se les permitía a hablar, si sabían hacerlo bien, si ellos tambien estaban tan asustados de vivir como ella...Negó con la cabeza. Estaba costandole un poco el adaptarse a una vida tan diferente a la que tenia antes, transformada totalmente por unos piratas demasiado amistosos, pero lo intentaba. No había lugar para seguir pensando en cosas dolorosas como su pasado.

Con ayuda de un pequeño espejo de bolsillo que le daba seguridad, y el capitán de la tripulación que le mantenía en una constante lucha por no darle el gusto de burlarse de ella, rara vez volvía a tartamudear, pero tenía que pensar mucho las palabras antes que salieran de su boca.

-¿Es cómo- saltó del barril para acercarse a ver el mar, analizando al hombre mientras se sostenía del borde de la proa para no caer al agua- tú?

- ¿Como yo?

Apuntó hacia las armas que llevaba en la faja alrededor de su cintura, por lo que el hombre fácilmente captó lo que quería decir y rió.

-Te refieres a un tirador, ¿no?- ella asintió- me reuní con Shanks antes de su nacimiento y nunca tuve la oportunidad de enseñarle algo acerca de esto. Pero estoy seguro que el es un chico valiente, capaz de proteger a su madre.

-¿Y donde...ésta?- preguntó curiosa arrimandose al hombre que miraba el océano con melancolía, ella dirigió su vista al mismo lugar y sonrió, no era necesario que el respondiera- ¿Pla...neas visitar...lo?

El negó. Puso una mano sobre la cabeza de Ler y removió el pequeño nacimiento de cabello en ella, para luego dejar su brazo apoyado en el mismo lugar. Ya era una especie de costumbre que ciertos personajes del barco la tomasen como reposadero.

-Todos tenemos nuestros sueños, pequeña, yo estoy persiguiendo los míos- dijo tras un largo silencio, atrayendo la mirada comprensiva de su actual compañia infantil- el un día se convertirá en un hombre y tendrá que luchar por los suyos.

Ler asintió, devolviendo su vista al interminable mar azul mientras disfrutaba de la brisa salada y el ardor en sus mejillas por la continua exposición al sol. Sin duda el hijo de ese hombre sería alguien grande, al cual estaba ansiosa de conocer un día. Quizá, hasta hacer un viaje juntos.


Benn Beckhman era un hombre con la paciencia de un santo. Necesitaba serlo con una tripulación como a la que pertenecía, con gente tan irritante y despreocupada, como fuerte y problemática, y a la cabeza de todos, su Capitán.

Benn seguiría a Shanks a donde fuese, incluso al mismo infierno, pero no sin antes advertirle con palabras un tanto groseras y algunos golpes, la peligrosidad de lo mismo. Por eso mismo le advirtió a sus oídos sordos acerca de lo catastrófico que podía ser llevar con ellos a la pequeña niña que recibieron cerca de Sabaody.

Quizá Benn sabia que nunca se librarían de ella y de su descendencia.

Desde que la recogieron, Ler había demostrado una adaptabilidad y perseverancia digna de ser tenida en cuenta, mucho mayor que la de algunos piratas adultos; pero también, no dejaba de ser una niña, una cría de dragón. Para Benn, Ler tenía más debilidades que fortalezas: Gritaba siempre cuando se quedaba dormida, los obligaba a dejar prendidas las luces del pasillo en que se quedaba porque le daba miedo la oscuridad, siempre terminaba en medio de algún problema en las batallas que tenían con alguna tripulación, había envenenado a Shanks con comida y dejado fuera de combate 2 días, entre otras cosas como el que fuese un "bien" del Gobierno Mundial que en algún momento irían a reclamar.

Y eso que no había mencionado lo extraña y amarga que podía ser. A veces parecía una adulta que se perdía en las memorias de su vida, siendo envuelta por la amargura y tristeza de sus errores, pero luego los miraba, sonreía demostrando que sus nuevos dientes estaban creciendo y Benn recordaba que solo era una niña triste y traumada, que ella no había elegido tener la sangre que corría por sus venas. Tenia una mirada peculiar que a veces era aterradora, pero no era una mala persona.

Solo estaba un poco loca como todos los dragones celestiales.

Se lo dijo muchas veces a Shanks pero el le restaba importancia mientras la cargaba y se la llevaba en brazos a quien sabe donde porque tenía una debilidad y conexión con ella que nadie, más que el mismísimo Shanks entendía -Y Benn se culparia el resto de su vida no haber intervenido cuando aún podía-. Pero aunque el pelirrojo no le diese la importancia necesaria, Ler estaba loca y nadie lo podía negar.

Benn ni siquiera se sorprendió cuando se encontró con la pequeña saliendo se su camarote a media noche -el pequeño cuarto de servicio anexado a la habitación de Shanks, porque nadie más podía dormir cerca de ella debido a sus gritos- y pasó de largo sin saludarle. El segundo al mando alzó las cejas notando que la niña llevaba el rostro lleno de lagrimas y angustia mientras se introducía en un pasillo nada iluminado, con camino a la cubierta del barco. Y aunque acostumbrado a sus excentricidades, algo en él le dijo que ese comportamiento no era una de ellas y debía seguirla.

Y la siguió.

El barco se mecía con bastante fuerza esa noche debido al oleaje nocturno que era más bravo de lo normal. El frío calaba los huesos y mientras la piel de Benn se estremecía, Ler en su camisón blanco -que Yasopp le había comprado en una isla mercante- parecía inmune al mismo. Caminó y caminó hasta llegar a la proa, en donde se detuvo. Benn entonces decidió que era momento de acercarse después de haberla seguido hasta allí en silencio, porque era demasiado pequeña y débil y podía caerse.

Pero Ler no era tan débil, no cuando ni el violento oleaje marino que movía el barco con salvajismo, pudo tirarla al mar desde el lugar tan peligroso en que se encontraba.

No, el mar no tiró a Ler.

Ler se tiró al mar.

Benn se detuvo. Pasaron varios segundos en los que se cuestionó que demonios había pasado pues todo ocurrió en un instante. Ler subiendo a la proa, Ler acomodándose, Ler dándose la vuelta para darle la espalda al mar, Ler dejándose caer en el mar de espaldas.

¿Qué demonios?

El vice capitán creyó que era un sueño, porque cuando se asomó a la proa era incapaz de ver algo excepto las aguas oscuras que azotaban con fuerza el barco en forma de olas que amenazaban con voltearlo por su altura -aunque fuese imposible-, pero el sabía que era real, que Ler había cedido a su locura y a sus pesadillas y se había lanzado por voluntad propia.

Y no es que Benn fuese malo, pero es que a sabiendas de lo que cargaba la niña y lo mucho que su futuro podía torcerse, reflexionó positivamente el dejarla ahogarse y no hacer ningún intento por encontrarla -que parecía imposible en aquel momento-. A el, ella le agradaba, el le tenía cierto aprecio pese a sus cosas raras y su aún más rara personalidad. Vamos, que incluso disfrutaba saber que la tenía dibujando en una mesita mientras el revisaba los mapas para sus próximos movimientos...pero...quizá era mejor así.

Entonces un rayo rojo veloz pasó a su lado y salto al agua sin importar la oscuridad y violencia de la misma.. Shanks se movió tan rápido y saltó sin pensarlo dos veces y quizá Benn debería haber supuesto que el se daría cuenta que la niña había salido.

El vice capitan salió entonces de su ensoñación y lanzando un grito para indicar a los hombres despiertos que se organizaran para ayudar al Capitán y a la niña, saltó al agua también.

Ler les forjó el carácter para ser capaces de lidiar con asunto un día.


- Mierda...- maldijo Shanks por quien sabe que vez, mientras se sacudía el cabello- ¿no podias saltar en la mañana cuando estuviese menos frío y oscuro?...Mierda.

Benn y Shanks estaban sentados en la cocina, envueltos en toallas y una manta que les habían pasado cuando habían salido del agua y aunque ambos eran marineros experimentados, seguían siendo humanos y el oleaje nocturno directo en sus cuerpos les estaba pasando factura.

El océano era hermoso en cualquier momento del día, de dia o de noche, pero la belleza de la nocturnidad en el mar era que parecía un vacio infinito. A veces era imposible ver algo adelante de ellos y daba cierta sensación de paz para algunos o de incomodidad para otros, pero el estar dentro del agua, con las olas golpeando con fuerza desde todas las dirección y sin ser capaz de ver si quiera tu mano era una completa pesadilla.

Sin embargo, Shanks y Benn eran humanos habilidosos y no necesitaban su vista para ubicarse y tenían más fuerza que cualquiera para salir. La cosa es que debían ubicar a Ler, y Ler ya estaba hundida a quien sabe que profundidad cuando Shanks la encontró, la tomó en sus brazos y salió a la superficie.

Las olas siguieron golpeando cuando los tres salieron a la superficie, o los dos hombres y la masa amorfa que era Ler en los brazos de Shanks. Estaba palida y parecía sin vida, pero ambos aún podían sentir vida en ella.

La tripulación ya había lanzado una cuerda para subirlos cuando ellos salieron y así fue como luego de volver al barco, los llenaron de toallas y mantas calientes y los llevaron a la cocina para darles más calor.

Ler reaccionó un poco después cuando el doctor logró que expulsara el agua que había tragado y solo entonces pudieron cubrirla también.

- ¡Y tu!- apuntó el pelirrojo a su primer oficial - ¿Porqué mierda dejaste que saltara?

- No sabía que haría eso...- dijo Benn, aunque ambos hombres sabían que el había tenido la oportunidad de detenerla, pero por alguna razón se quedó en blanco- es la cosa más inesperada que he visto.

Shanks se llevó una mano al puente de la nariz y respiró con pesadez mientras se quitaba la manta de encima y la ponía sobre Ler, quien bufo en voz baja.

- Estas como una puta cabra, Ler. Ni siquiera...No puedo entenderte esta vez- dijo el pelirrojo con algo de tristeza o un sentimiento que ni el mismo podía nombrar, mientras miraba a los ojos de la pequeña, que parecían más brillantes y mágicos que nunca, pero llenos de sensibilidad.

La escena daría lugar a sentimentalismos si Ler no estuviese enrollada hasta casi la asfixia en una docena de mantas gruesas, más la que Shanks le había puesto encima. Estaba atrapada con solo la cabeza afuera, y en la cabeza alguien le había amarrado un trapo mojado con agua caliente aunque ella en realidad estaba tan helada como siempre. Y aunque Ler apreciaba el gesto de preocupación, dudaba ser capaz de seguir respirando si pasaba unos 10 minutos más así, además de que la cabeza se le estaba quemando.

Era un poco cómico si le preguntaban a ella, pero como nadie le había preguntado y de decirle en voz alta a Shanks le daría un infarto, guardó sus reflexiones para si misma.

- Pesadilla- explicó como si nada.

Benn se agachó a la altura de ella, o al menos donde su cabeza sobresalía entre las mantas, y dijo: - Sabemos que tienes pesadillas, Ler. Pero esto sobrepasó los límites. Jamás te habíamos reaccionar así al despertar.

- Quizá no despertó- apuntó Yassop mientras sobaba su barbilla pensativamente- quizá todavía estaba dentro de la pesadilla.

Todos los hombres en la habitación voltearon hacia la niña, que estaba bostezando sin inmutarse por la docena de pares de ojos que la miraban en ese espacio tan reducido -temple que le ayudaría al ser una mujer en la Marina-, por lo que miró a Shanks.

El pelirrojo le devolvió la mirada, frunció el ceño y llevándose una mano a la cintura se volteó hacia sus hombres, pero antes de decir algo, alguien le interrumpió.

- ¿Podrían dejar de hacer eso? Es antinatural- reclamó Limejuice crudandose de brazos.

- Yo creo que es genial - intervino Rockstar- algo raro pero...

- Pero es que si Ler comienza a hablar con sus tartamudeos vamos a amanecer aquí sin entender nada...- se quejó Hongo, Ler lo fulmino con la mirada- lo siento, niño...

- ¡Que es niña!

- Shanks, concéntrate en el asunto. Ustedes también, idiotas- reprendió Benn, bastante cansado por la situación.

Ler, que se habia quedado en silencio todo ese rato, soltó un suspiro largo y tedioso, lleno de todo lo que había estado conteniendo.

Y es que Yassop tenía razón. Ella no despertó en ningún momento, seguía en la pesadilla, en una que no podía despertar, en una donde la sombra negra la alcanzó al final y comenzó a devorarla. Su carne cedió ante los afilados dientes de la bestia, sus huesos se quebraron como las ramas del más frágil árbol y todo le dolió, todo, hasta que sintió que iba a morir y entonces una voz lejana llamando su nombre.

Y Ler, que ya no era Ler, solo los vestigios de lo que la sombra había dejado, se arrastro hacia la voz como si fuese un cántico hipnótico, como si fuese su calmante o salvación, se arrastró hasta que sintió el viento en sus maltratados huesos y lo que quedaba de su piel y entonces la sensación de paz, de alivio y calma la envolvió. En su sueño todo era blanco y ni existía el dolor ni el sufrimiento, solo era ella en un rincón del espacio llena de paz.

En la vida real, había saltado al agua.

¿Podrían entender eso?

Ler abrió la boca y la cerró, luego miró a Shanks. El negó con la cabeza pero luego cedió rendido.

- Ella no quiere hablar de eso.