Capítulo XI:

Link siempre era el primero en levantarse en las mañanas, incluso desde que habrían dejado Kakariko. Para cuando Zelda despertaba, este ya habría vuelto de hacer ejercicio, se habría duchado y ya le habría traído el desayuno a la princesa. Esta vez no fue diferente, salvo que esta vez en la pequeña mesita de noche junto con sus galletas y café de máquina, habría una princesa de la calma. Aquello hizo que el corazón de Zelda se enterneciese, más con el hecho de que Link recordase cuál era su flor favorita. Nadie nunca tenía en cuenta todos aquellos detalles, a decir verdad incluso dudaba de que su padre alguna vez supiese cuál era su flor favorita.

Justo en eso Link estaría saliendo del baño ya vestido con su muda de ropa limpia a la vez que se colocaba su sudadera verde. Al ver a Zelda ya despierta, simplemente sonrió para así acercarse a la princesa quien estaría sentada en la cama y besar dulcemente sus labios, murmurando un pequeño "buenos días" que hizo que la princesa riese dulcemente igual.

-Tenemos hora y media hasta que tengamos que irnos.-dijo Link mientras se sentaba al lado de la princesa y le robaba una galleta para así comérsela él.-Así que tú tranquila, tenemos tiempo.

Zelda asintió levemente, para así empezar a desayunar tranquila. Aunque a decir verdad, no tenía muchas ganas de irse de allí. No era solo por el largo camino hasta la Montaña de la Muerte, que con solo pensar en eso ya se le cansaban los pies, si no también en que aún pensaba en que hacía tan solo un par de días se habría convertido en oficialmente la novia de Link y quería disfrutar de un poco más de eso, tener tiempo a solas y simplemente disfrutar un poco como si realmente fuesen una pareja normal. Y ya no solo se refería a ser una pareja normal sin contar todo lo que estarían viviendo, pero también sin tener en cuenta sus estatus sociales. ¿Qué garantía tenían de que después podrían disfrutar de su relación como dos adolescentes normales? Al fin y al cabo, Zelda seguía siendo la princesa y futura reina y aunque era verdad de que no hubiesen restricciones a la hora de elegir con quién quería estar, porque esto afortunadamente ya no era la edad media ni nada por el estilo, habría mucha presión por parte de la corona y sobre todo los medios.

Una vez terminó de desayunar, Zelda fue a darse una ducha y vestirse. Al salir, se terminó de arreglar haciéndose una coleta alta, para luego coger las mochilas junto con Link y salir del hotel no sin antes devolver Link la llave. Se fueron detrás del edificio, para que así nadie los mirase invocar la moto hyliana y luego empezar con el recorrido. No estarían mucho tiempo en la carretera, ya que habrían acordado ir por el sendero viejo caminando.

Una vez a los lejos Link empezó a ver muchos camiones militares junto con autos con el emblema de la familia real, dando a entender de que se trataba de la guardia real, dio un brusco giro por el cual por poco él y Zelda casi se caían, menos mal que Zelda se aferraba con toda su fuerza al abdomen del mayor. No le quedó de otra que salirse de la carretera, haciendo que la moto fuese por el brusco y tumultuoso camino de tierra seca que caracterizaba al cañón de Eldin. Lo malo era que las llantas de la moto hyliana no parecían ser todoterreno, por lo cual era más incómodo conducir por esas tierras. Link simplemente gruñía molesto, sintiendo las manos de Zelda aferrarse a él y la cabeza de la chica oculta en su espalda. Estuvo conduciendo así por una hora más hasta que empezaron a ir cuesta arriba, sintiendo cómo a la moto le costaba más ir pendiente arriba. Suspiró cansado, para así frenar poco a poco y detener la moto. Una vez ayudó a Zelda a bajar y guardaron los cascos, la princesa hizo desaparecer la moto para así ambos empezar con el recorrido a pie.

El camino era agotador, lleno de piedras que hacían que hasta el senderista más experimentado se tropezase. Tampoco ayudaba que el sol les estuviese dando de frente, haciendo que se agotasen más rápido, incluyendo a Zelda quien se sentía que en cualquier momento iba a desfallecer. Link disminuía la velocidad a la que caminaba para así ir a la par de Zelda y ayudarla cuando parecía que esta se fuese a tropezar. La verdad es que con lo difícil que estaba siendo aquel sendero descuidado le daban ganas de decirle que mejor se fuesen al que conocía todo el mundo, pero hubo un momento en el camino que lograron ver parte del sendero y este estaba lleno de militares. Menos mal que los militares no los vieron al estar en un risco más alto, pero no por eso no podían evitar sentirse ansioso. Ganondorf cada vez estaba pisándoles más los talones y temían que los encontrase pronto.

Cuando el sol estaba en su pico más alto decidieron parar para descansar, sentándose cerca de un acantilado para así comer los sándwiches ya fríos de jamón y queso que Link habría comprado. La verdad era que ambos estaban empezando a hartarse de aquella comida, pero era prácticamente de lo único que podían comer al estar viajando todo el rato y que no disponían de un microondas o algo como para calentar otro tipo de comida. A duras penas se comieron sus sándwiches, para así beber también un poco de agua aunque cuidando de racionarla, y quedarse sentados mientras esperaban.

-No creo que Ganondorf sepa que estamos aquí…-murmuró Zelda, atrayendo la atención de Link.

-¿A qué te refieres?

-¿No crees que es un poco raro?-preguntó la princesa, mirando hacia la falda de la montaña donde estaría el bloqueo militar.-Es más como un bloqueo, como si estuviesen impidiendo que algo de dentro salga…-al escucharla, Link también miró hacia abajo empezando a entender lo que la princesa decía.-Si nos estuvieran buscando, habría todo un equipo de búsqueda… Habría más puestos mientras más avanzásemos, por si los hubiésemos estado desviando… No nos están buscando, están impidiendo que la gente salga o entre a la Montaña de la Muerte…

Aquello empezaba a tener más sentido y por una parte se sentía mucho más aliviado. Aún así, no debían bajar la guardia. Link aún no entendía cómo era que también el ejército estaba de aliado de Ganondorf. ¿Acaso también los estaría manipulando? Pobres soldados… Y pensar que alguna vez su padre también fue soldado y ahora sus compañeros estaban sufriendo la manipulación de ese monstruo. ¿De estar su padre vivo, también estaría bajo la influencia de ese monstruo? ¿Lo atacaría a él o a Zelda incluso? En parte, estaba agradecido de que sus padres no tuviesen que presenciar esa época de primera mano.

Después de descansar media hora más, reanudaron el camino. Intentaban ir por la sombra para no padecer de un golpe de calor pero estaba siendo muy difícil. Zelda estaba agotada después de caminar tantas horas bajo el sol e incluso sentía que desfallecería en cualquier momento. Iban a seguir caminando, cuando de pronto se escuchó un grujido provenir de dentro de la montaña, haciendo que esta temblase y rocas empezasen a caer de encima del volcán. En un momento de desesperación, Zelda intentó correr, pero hizo un mal movimiento con el tobillo que hizo que cayese sintiendo su tobillo doler horrorosamente, apoyándose como pudo en la pared rocosa de la montaña.

-¡Cuidado!-exclamó Link al ver cómo empezaban a caer las enormes rocas, empujando a Zelda hasta una zona levemente cubierta de la misma montaña. Acorraló a la princesa con sus dos brazos, bloqueando con su propio cuerpo a esta en aquel pequeño agujero mientras sentían cómo todo a su alrededor temblaba. Link estaba con los ojos cerrados y Zelda miraba a su alrededor aterrorizada por lo que estaba sucediendo. Después de cinco minutos que parecieron eternos, la montaña dejó de temblar y pronto las rocas dejaron de caer. Link suspiró tranquilo, para así separarse de la princesa y mirarla preocupado.-¿Estás bien?-Zelda asintió simplemente, para así reanudar su andar, aunque al pisar con su pie el suelo no pudo evitar soltar un fuerte gemido adolorido que alertó a Link.-¿Te hiciste daño? Déjame ver tu tobillo.

Antes de que Zelda pudiese quejarse diciendo que estaba bien, Link ya se habría arrodillado para así tomar el pie de la chica y colocarlo en su pierna para observarlo mejor. Su tobillo estaba ligeramente inflamado y estaba empezando a adquirir un tono morado. Suspiró levemente, sin saber qué hacer exactamente. No podía llevarla en brazos o en la espalda, eso significaba quedar expuestos a cualquier ataque o amenaza y no poder llevar todas sus mochilas a la vez. Tenía que vendárselo, pero no sabía con qué. A lo mejor si utilizaba su otra camiseta…

-Compré un kit de primeros auxilios.-dijo Zelda llamando la atención de Link.-Creo que hay una venda…

Link asintió levemente, para así empezar a buscar en la mochila de la chica hasta que encontró un pequeño kit. Era simple, apenas una bolsa, no tenía muchos medicamentos o incluso pastillas, pero tendría un antinflamatorio bastante conocido y una venda que podía usar. Con cuidado, ayudó a la chica a sentarse en el áspero suelo de piedra, para así quitar su zapato y empezar a vendar con cuidado su tobillo, algo apretado aunque no lo suficiente como para cortarle su circulación. Zelda miraba la situación apenada, o mejor dicho frustrada. No era capaz de hacer nada bien y ahora por su culpa los retrasaría quién sabe cuánto más. Al terminar Link de vendarla, sacó una botella de agua de la mochila y le dio una pastilla.

-Es para bajar la inflamación…-murmuró el hyliano.-No parece que te hayas fracturado, creo que solo un esguince leve…-suspiró frotándose el rostro, sin saber qué hacer a continuación.-No creo que podamos seguir hoy… Creo que deberíamos descansar hasta mañana…

Zelda se quedó atónita mirando dónde estaban, no habría ningún sitio dónde descansar. ¿Acaso iban a dormir en la intemperie otra vez? Vale, ya lo habrían hecho anteriormente, pero una cosa era en un bosque relativamente tranquilo donde además el suelo era plano a descansar sobre el suelo rocoso de un volcán que por cierto a pesar de estar inactivo estaba haciendo que temblase de una forma espantosa provocando avalanchas.

-¿Dónde?-preguntó Zelda esperando que todo fuese una broma.-¿Aquí mismo?

Link negó levemente, tomando las mochilas en sus manos a la vez que se levantaba dejando a la princesa más confusa.

-Había una cueva un par de metros atrás…-dijo señalando el lugar por donde habrían caminado.-Iré a dejar las mochilas, luego vendré a por ti.

Antes de que Zelda pudiese gritarle que ni se le ocurriese dejarla sola, Link ya se habría ido. Una sensación de angustia empezó a recorrer el pecho de la princesa, aunque más que angustia era ansiedad. Sentía que no podía respirar, como si hubiese algo oprimiéndole el pecho. Su vista se nublaba, tenía miedo y aunque confiase plenamente en Link y supiese que este no iba a abandonarla, algo dentro suya aún hacía que reaccionase así. Las lágrimas no tardaron en salir de su rostro, maldiciéndose por aquello. A comparación del dolor que sentía en su pecho, el dolor de su tobillo no era nada. Estaba tan ensimismada en sus pensamientos que no notó el momento en el que Link llegó hasta ella hasta que sintió cómo los fuertes brazos de su novio la rodeaban, abrazándola con fuerza y de alguna manera aquello hacía que la ansiedad que la estaba invadiendo poco a poco se fuese desvaneciendo. Después de un par de minutos así, Zelda ya empezaba a respirar con regularidad y Link aprovechó para cargarla en brazos al estilo nupcial y llevarla hasta la cueva. No podía esconderlo, se sentía levemente avergonzada de que Link la hubiese visto así, jamás había padecido un ataque de ansiedad de aquella manera. Pero al menos la reconfortaba que Link no la juzgase, si no que la ayudase a calmarse.

-Lo siento…-murmuró la princesa una vez llegaron a la cueva y Link la dejó en el suelo.-Por lo de antes…

Link simplemente suspiró, negando mientras se sentaba también quedando al lado de la chica, a la vez que de la bolsa sacaba la Espada Maestra y apoyaba la punta de la vaina en el suelo, como si estuviese haciendo guardia.

-Zelda, no tienes que disculparte por eso…-dijo Link volteando a mirar a su novia.-Lo raro sería que no te entrase ningún ataque de ansiedad con todo lo que está pasando… Es normal, estamos estresados y quién sabe qué más… No debí dejarte sola, lo siento…

Link tomó la mano de Zelda, acariciándola dulcemente. Zelda ante aquello se sintió levemente mejor, esbozando una sonrisa apenada. Se alegraba de que Link no la juzgase, y en parte sabía que Link tenía razón. Tal y como él habría dicho el otro día, se habrían convertido en el sueño de cualquier estudiante de psicología. Sintió cómo Link la rodeaba con un brazo por la cintura, para así ella acabar recostada sobre su pecho y cerrar los ojos lentamente. Estaba cansada, por lo que no tardó en quedarse dormida en los brazos de su héroe. Por suerte, Zelda logró dormir un poco, a pesar de que hubo dos veces más en la noche que aquel mismo rugido habría provocado avalanchas en la montaña.

En la mañana simplemente comieron algunas galletas que quedaban en el paquete y Link le volvió a dar a la princesa una pastilla antinflamatoria para el tobillo. Por suerte, el tobillo habría perdido la tonalidad morada que lo rodeaba, pero aún estaría levemente inflamado. Link se ofreció a que descansaran otro día, pero Zelda se negó diciendo que no quería perder más tiempo. Aunque a paso lento, descansando a cada rato, y con Link cuidando a su princesa en cada momento y llevando las mochilas de ambos, lograron avanzar y al caer la tarde ya se encontraban cerca de la Mina Sur de la Montaña de la Muerte.

A ese punto tenían que avanzar con cuidado, pues se dieron cuenta de que habría soldados y guardia real en cada esquina. No eran los únicos hylianos, habría algún que otro hyliano junto con los gorons trabajando en las minas. Se miraban carteles que decían "Yunobo S.G." por todas partes, reconociendo Zelda al instante de qué empresa se trataba puesto que era una empresa de minería que trabajaba con la familia real. Sin embargo, a pesar del tamaño de los gorons, estos estaban bajo amenaza de los soldados y guardia real, quienes los apuntaban con fusiles de asalto, haciendo que el corazón de Zelda se estrujase con ese pensamiento. Aún con cuidado, siguieron avanzando. Quedaba ya tan poco para Ciudad Goron que aunque ambos quisiesen pararse y descansar un poco más no valía la pena y mucho menos con el peligro tan cerca de ellos. Siguieron avanzando hasta que vieron a los lejos Ciudad Goron, una ciudad que a lo lejos se podía apreciar cómo todo estaba hecho de piedra, hasta las casas. En la montaña habría un relieve con la cara de varios gorons y Zelda le explicó que se trataba de antiguos líderes gorons ya fallecidos. Por suerte, cuando llegaron a Ciudad Goron ya era de noche y las farolas no iluminaban demasiado así que no había mucho peligro de ser descubiertos y menos en noche de luna nueva. No era la primera vez que Zelda pisaba Ciudad Goron, ya habría ido anteriormente con su padre para asuntos diplomáticos entre la Casa Real y los gorons y ya conocía cómo eran los gorons. Los gorons eran un pueblo orgulloso, de hecho nunca pedían ayuda cuando tenían una crisis y era la Casa Real quienes tenía que contactarlos primero cuando eso pasaba. También eran muy fuertes, por lo cual estaba también sorprendida de que soldados hylianos pudiesen tenerlos sometidos. Lo mejor sería hablar con el jefe goron, Darunia, un jefe noble y antiguo soldado goron. Hacía mucho no sabía de él pero sabía que Darunia no dudaría en ayudarles pues respetaba mucho a la familia real y que también les ayudaría a explicarles qué estaba pasando.

Zelda le iba diciendo a Link por dónde quedaba la casa del líder Goron y Link la seguía, escondiéndose ambos en todo momento de los guardias y soldados que patrullaban por las calles. No tardaron en llegar a una casa mucho más grande que quedaba más arriba en la montaña en la que habría un cartel fuera que ponía "Darunia" a secas. Zelda suspiró, parecía que la puerta corrediza estaba abierta así que simplemente la abrió para así salir de ese infierno antes.

Sin embargo, una vez entraron las cosas no fueron a mejor. Los gorons una vez notaron la presencia de ambos hylianos gritaron "¡Intrusos!", para luego ponerse en posición de ataque, o mejor dicho a rodar, en dirección hacia ellos. Link rápidamente antes de que Zelda pudiese reaccionar, la empujó hacia detrás suya para protegerla e inmediatamente la pistola que Wakat le habría dado de su mochila. No tenía intenciones de usarla, pero esperaba dar un mensaje de advertencia con eso, aunque no por eso pasó desapercibido por Zelda.

-¡Esperad un momento!-gritó una voz vagamente familiar para Zelda.-¡No ataquéis!-los gorons inmediatamente detuvieron su ataque y Link a cambio guardó la pistola. En eso, otro goron salió de detrás de ese grupo de Gorons, sorprendiendo a Zelda ante de quién se trataba.-¡Es la princesa Zelda!

-¡Yunobo!-exclamó Zelda, feliz y aliviada de ver una cara familiar.-¡Estás aquí!

Los gorons se hicieron a un lado, dejando ver al goron que era el más joven de todos. A diferencia del resto, sus facciones no eran tan duras y su cabello estaría peinado en una especie de cresta. Rápidamente corrió hacia ellos como si fuese a abrazar a la princesa y antes de hacerlo, recordó que no podía ya que podría lastimarla así que simplemente rio. Otro goron, mucho más mayor con barba, calva y hacia los lados se acercó a ellos y miró de arriba abajo a ambos hylianos con el ceño fruncido. ¿Esa era la princesa? No tenía mucha pinta de princesa que se dijese. ¿Y no estaba desaparecida la princesa?

-Creí que la goroprincesa había sido gorosecuestrada.-dijo el goron mayor mirando a la princesa, aunque sobre todo al joven que estaba al lado suya como si lo estuviera acusando.-De todos modos, no entiendo qué hace aquí, alteza. Estamos bien, no necesitamos goroayuda de ningún hyliano ni de la casa real.

Zelda suspiró cansada, no le sorprendía aquella respuesta en absoluto, aunque no por ello no le enfadaba.

-Creo que nuestros intereses van por el mismo camino…-dijo Zelda intentando llamar su atención.-Si tan solo pudiésemos hablar de lo que está ocurriendo…

-¡Tonterías!-exclamó el goron interrumpiendo a la princesa.-Demasiado ha hecho ya la casa real desde que nombraron gororey a ese… ¡A ese gorotirano!-aquello dejó atónitos a los presentes, sobre todo por como le estaba gritando a la princesa. Link estaba molesto, a punto de intervenir aunque fue calmado por su novia.-¡Todo esto es culpa de la casa real!

-¿Tirano?-preguntó Link por fin metiéndose en la conversación.-¿Se refiere a Ganondorf Dragmire?

El goron anciano frunció el ceño al escuchar al hyliano hablar. ¿Y ese chaval quién era para meterse en una conversación tan importante que no le involucraba?

-Sí, me refiero a Ganondorf Dragmire.-dijo por fin el goron.-Desde que el rey Rhoam lo nombró su sucesor todo el reino es un caos.

-Gor Coron.-dijo Yunobu atrayendo la atención del goron anciano.-Creo que deberíamos dejar que la goroprincesa se aclare, a lo mejor hay gorocosas sobre todo esto que no sabemos…

Gor Coron no tuvo de otra que asentir, por lo que Zelda suspiró aliviada a la vez que esbozaba una sonrisa y murmuraba un leve "gracias" hacia Yunobo, quien simplemente sonrió y por fin dejaron a la princesa Zelda hablar.

-Gor Coron, usted sabe que mi padre siempre los ha apreciado a todos ustedes el consejo de ancianos goron y sobre todo al líder Darunia…-dijo Zelda cambiando su rostro a un semblante más serio, semblante que sorprendió a Link porque ahora podía ver a la princesa Zelda de los medios, la que atendía todas aquellas situaciones diplomáticas.-Por eso me entristece saber que opina tan mal de la casa real que en incontables ocasiones ha demostrado ser su fiel aliado…-suspiró la princesa, haciendo que el anciano goron se avergonzase y más aún con todos los gorons mirándole con reproche.-Mi padre no nombró a Ganondorf Dragmire su sucesor y tampoco fui secuestrada… El día del festival, ocurrió un golpe de Estado a manos de Ganondorf Dragmire, el rey de la tribu gerudo.-aquello dejó atónitos a todos los gorons, que incluso soltaron un gemido sorprendido.-Mi padre fue asesinado por Ganondorf y se hizo con el poder… Yo estuve a punto de ser asesinada también pero logré escapar con ayuda de Link, quien ha estado acompañándome desde entonces…-tomó la mano de Link, sonriéndole cálidamente y sorprendiendo nuevamente a los gorons. Entonces la princesa nunca fue secuestrada, ¡si no que fue salvada por ese hyliano!-Sé que todos vieron por televisión cómo mi padre nombraba a Ganondorf su sucesor y sé que a lo mejor no me creen con lo que les voy a contar porque al fin y al cabo es imposible ante nuestros ojos porque se supone que todo eran leyendas sin sentido pero… Ganondorf Dragmire posee magia oscura y con esa misma magia oscura hizo de mi padre su marioneta para nombrarlo rey de Hyrule… Y lo mismo ha hecho para controlar a la guardia real y al ejército…

Los gorons se miraron los unos a los otros, en silencio. Gor Coron no se podía imaginar aquello. ¿Decía la princesa la verdad? Era un poco difícil de creer, aunque tampoco le costaba creerlo después de lo que Ganondorf habría hecho tan solo unos días antes con el líder goron Darunia.

-No es tan difícil de gorocreer, princesa…-murmuró Yunobo cabizbajo, atrayendo la atención de todos y haciendo que Gor Coron le mirase atónito.

-Yunobo, ni se te gorocurra…

-¡Ya está bien!-gritó Yunobo sorprendiendo a todos por su grito, ya que se caracterizaba por ser un goron joven y tranquilo.-Si lo que nos han dicho es la goroverdad… Merecen saber lo que ha goropasado, lo que ese gorotirano ha hecho con mi padre…

-¿Con tu padre?-preguntó Zelda sorprendida.-¿Qué pasó con tu padre? ¿Está Darunia bien?

Yunobo negó con la cabeza, mirando dolido a la princesa.

-No…-murmuró.-Hace unos días ese gorotirano vino aquí con la goroguardia real y el goroejército…. Quería que nos goroarrodillásemos ante él, que le gorojurásemos lealtad y que toda la producción de las gorominas fuesen para él y solo él.-suspiró.-Mi padre se negó, creo que a lo mejor gorosospechó algo… Entonces Ganondorf se enfadó y juró que lo goropagaría… Hizo algo con sus manos y salió un gorobjeto, como un rombo… Se lo lanzó a mi padre a la cabeza y se fue.-parecía que aquella parte le costaba más más contarla, por lo que Gor Coron suspiró y continuó él.

-No sabemos qué fue lo que ese gorotirano le lanzó al jefe Darunia pero… Se convirtió en un goromonstruo… Casi mata a varios de nuestros gorohermanos que quisieron detenerlo…-suspiró Gor Coron avergonzado.-Logramos encerrarlo en un viejo gorosantuario en la montaña, es un sitio tan goroviejo que ya nadie va allí… Desde entonces, ese gorotirano nos ha mandado a todo su goroejército para que no huyamos, no sé si es para que Darunia nos acabe aniquilando o para goroevitar que escape de la montaña…

Link y Zelda se miraron mutuamente. Ganondorf era un hombre desalmado, condenando así a la extinción a toda una tribu. Debían ayudar a los gorons, aunque no tuviesen ni idea de cómo. Entonces, Link se acordó de la Espada Maestra, la espada destructora del mal. No tenía idea de cómo, pero algo le decía que podía ayudar a Darunia, a los gorons. Si era la espada con el poder para repelar al mal, estaba seguro de que habría una forma de liberar a Darunia de cualquier maldición que tuviese.

-Yo…-murmuró Link a la vez que sacaba la Espada Maestra de la bolsa y la desenvainaba también.-Creo que hay una forma de liberar a Darunia de su maldición…

Todos se sorprendieron al ver cómo Link sacaba de aquella bolsa una espada, sobre todo Zelda ya que hasta entonces Link habría mantenido la Espada Maestra como un secreto ante todos los demás. Quiso acercársele y decirle que la guardase, pero en eso otro goron que habría allí se les acercó atónito, mirando la Espada Maestra como si la reconociese.

-¡Es la goroespada! ¡La Espada Maestra!-gritó el goron entusiasmado, atrayendo la atención de todos, a lo que Gor Coron suspiró cansado.-¡Es la espada destructora del mal!

-¿De qué estás hablando, Gorko?-preguntó Gor Coron, cansado.-Eso son solo leyendas antiguas.-volteó a mirar a Link, negando.-Lo gorosiento, pero no creo que tu juguete nos sirva de algo.

Link frunció el ceño al escuchar al anciano pero antes de poder contestarle, lo hizo Gorko.

-Os recuerdo que soy gorohistoriador y me he dedicado todos estos años a goroinvestigar las leyendas antiguas.-dijo Gorko acercándose al héroe y la princesa y apreciando la espada.-Es idéntica a la goroespada que aparecía en las antiguas escrituras… Pero eso significaría que…

Link miró a Zelda, como si estuviese pidiéndole permiso para que contasen la verdad, a lo que Zelda asintió mientras tomaba a su novio de la mano y miraba al anciano goron.

-Tiene razón… Esta es la Espada Maestra, la espada destructora del mal…-dijo Zelda asombrando a todos los gorons presentes.-Creedme, os entiendo. Yo soy la primera que se negaba a creer lo que estaba pasando pero… Todo es verdad, las leyendas, el héroe, la magia…-suspiró levemente, quitándose su guante y al ver Link lo que estaba haciendo la princesa él también se quitó el suyo dejando ambos ver la marca de la Trifuerza dejando a todos los presentes atónitos.-Esto es lo que Ganondorf busca… Desea hacerse con la Trifuerza… Fue por esto que estuvo a punto de asesinarme y asesinó a mi padre… Soy la reencarnación de la Diosa Hylia, soy la princesa del destino.-era la primera vez que Zelda decía aquello convencida, convencida de sí misma, y Link miraba sorprendido pero sobre todo orgulloso a su novia en aquel momento. Zelda tomó la mano de Link entrelazándola, haciendo que en ese momento sus fragmentos brillasen con una luz dorada que no pasó desapercibida por los gorons.-Y Link es la reencarnación del héroe elegido por Hylia. Y ya sé que esto es imposible de creer, que parece sacado de un cuento, que toda nuestra vida nos han dicho que esto era solo una leyenda sobre la fundación de nuestro reino, pero es la verdad. No es una leyenda perdida, es nuestra historia como hyruleanos que somos todos. Y si queréis salvar a vuestro líder, si queréis salvar a vuestra tribu y sobre todo a vuestro reino, vais a escuchar a Link. En estos momentos en la persona en la que más confío es Link y si él cree tener un plan para salvar a Darunia, deberíamos escucharlo.

Todos estaban sorprendidos por las palabras de la princesa y aunque los gorons seguían atónitos y confusos por toda la verdad con respecto a la leyenda, simplemente asintieron. Tampoco podían negarlo, las pruebas estaban allí. La princesa y el chico tenían la marca de la Trifuerza y esta habría reaccionado, por no hablar de que era la única forma de explicar los poderes del malvado tirano que utilizó en contra de Darunia.

-La Espada Maestra es la espada destructora del mal.-dijo Link, contemplando la hija sagrada de su espalda y mirando luego a los gorons.-Si Ganondorf le ha lanzado una maldición a Darunia, estoy convencido de que podremos lograr deshacerla con la espada… No perdemos nada con intentarlo…

Gor Coron no estaba convencido de aquello pero antes de que pudiese decir algo, Yunobo lo habría empujado para así tomar a Link de la mano con cuidado de no rompérsela y mirarle a los ojos.

-Por favor…-murmuró Yunobo.-Salva a mi padre…


Después de decidir que no perdían nada con intentar salvar a Darunia utilizando el poder de la Espada Maestra, fueron a una sala para hablar sobre cómo entrar al Gran Santuario Antiguo donde Darunia habría sido encerrado. Gorko les contó que según las antiguas escrituras, el Gran Santuario Antiguo tenía unas llamadas sagradas que en su momento hacía miles de años habría ayudado a la forja de la Espada Maestra, aunque Gor Coron dijo que la única razón por la que encerraron allí a Darunia fue porque nadie iba a un sitio tan destruido y que era difícil que Darunia escapase de dentro del volcán, aunque por culpa de estar ahí ahora había avalanchas a cada rato que amenazaban con destruir Ciudad Goron.

-Encerramos a Darunia en la cima del gorotemplo.-dijo Gor Coron mientras sacaba un antiguo mapa del santuario y señalaba con un marcador rojo una gran habitación en la cima.-Logramos atarlo con varias gorocadenas que están sujetadas por goropoleas, pero ten cuidado porque uno de los goropoderes que ese objeto le ha dado al gorojefe es la habilidad de expulsar fuego…

Link esbozó una mueca al escuchar aquello. ¿Fuego? Genial, lo que le faltaba, ser calcinado. Pero simplemente suspiró, para así asentir y seguir mirando el mapa. No parecía tan difícil, la mayoría de las puertas estaban abiertas y al estar el templo en tan mal estado, prácticamente ruinas, no es como si realmente le estuviesen bloqueando el paso.

-Lo malo es que eres hyliano…-dijo Yunobo atrayendo la mirada de todos.-Los gorons tenemos la gorocapacidad de soportar el calor de la Montaña de la Muerte, pero vosotros no… ¡Pero no te preocupes! Tengo un gorotraje hecho con piel de lagarto ignífugo, mis empleados hylianos lo gorousan para trabajar en las minas. Aguantarás el gorocalor, aunque no por eso serás resistente a las llamas.

Link simplemente asintió, para así seguir a Yunobo quien de un armario sacó un traje de color gris. Era simple, básicamente como un mono de los que utilizaban en los hospitales, pero al tocar el tejido de este se podía sentir la piel de lagarto ignífugo. Era bastante ingenioso, esperaba realmente que aquello lo ayudase a soportar el calor infernal de la Montaña de la Muerte.

-Link y yo partiremos de inmediato entonces.-dijo Zelda, sorprendiendo a Link quien rápidamente la tomó de la mano para así salir de la habitación y hablar con ella en privado.

-Zelda, tú no vas a venir.-el escuchar aquellas palabras salir de Link la dejó atónita, por lo cual el hyliano suspiró para así hablar antes de que ella lo hiciese.-¿Cómo piensas venir a un sitio tan peligroso? No te lo pienso permitir.

-¡Es mi reino!-exclamó Zelda molesta.-Me da igual lo que creas pero no soy una princesa como esas películas que esperan a ser rescatadas. Es mi reino y pienso luchar a tu lado en cada momento. No me voy a quedar aquí de brazos cruzados.

Link estaba perdiendo los estribos, simplemente suspirando y echándose el cabello hacia atrás empezando a frustrarse.

-¡Mierda, Zelda!-exclamó, sorprendiendo a la chica ante aquello.-Joder, solo escúchame un momento, ¿quieres?-aunque no muy convencida, la chica simplemente asintió en silencio, dejando que Link siguiese hablando.-Es un sitio muy peligroso y voy a enfrentarme a un monstruo sin tener ni puta idea de que mi plan va a funcionar.-Link suspiró nuevamente, mientras que Zelda se cruzó de brazos, no le gustaba mucho cómo Link le estaba hablando y él lo notó por lo que trató de calmarse. No solía ponerse así, solo cuando empezaba a perder la paciencia aunque no era una faceta que quería que su novia viese.-Zelda, es muy peligroso… No puedo estar tranquilo sabiendo que puedes correr peligro, que te pueda pasar algo… No podré concentrarme y ayudar a los gorons así…-elevó su mano a la mejilla de la chica, para así acariciarla dulcemente y calmar un poco a la chica quien dejó de cruzarse de brazos.-Además, estás herida… Será mejor que te quedes descansando, ¿sí? Y Yunobo solo tiene un traje ignífugo… ¿Por qué mejor no te quedas e investigas dónde queda la fuente? ¿Puedes hacer eso por mí?-Zelda se quedó cabizbaja al escuchar la petición de Link, para finalmente suspirar mientras asentía aún cabizbaja. Link sonrió levemente, para así besar su frente y unir ambas a la vez que la miraba a los ojos.-Te quiero, princesa…

Ante aquellas dulces palabras, Zelda sonrió levemente, entrelazando sus manos con la del contrario.

-Yo también te quiero…

Acabaron uniendo sus labios en un dulce beso, cerrando así su argumento. Al separarse, nuevamente entraron a la sala donde estaban todos los gorons, quienes no pudieron evitar escuchar levemente aquella discusión y sospechaban de la relación entre la princesa y el héroe.

-Partiré de inmediato al santuario.-sentenció Link, para luego voltear a ver a Yunobo.-¿Me acompañarás?-al ver a Yunobo asentir, Link volvió a mirar a los gorons a la vez que apretaba la mano de la princesa.-Vais a proteger a la princesa con vuestra vida si es necesario. Si queréis salvar Hyrule, que acabemos con el usurpador y que Hyrule siga siendo próspero con la familia real al frente, vais a proteger a la princesa como sea necesario. Escondedla, que nadie la encuentre. La princesa es nuestra esperanza para que todo vuelva como antes.

Todos los gorons gritaron "¡sí!" ante la orden del héroe y Link suspiró calmándose, mientras que Zelda simplemente miraba maravillada a su héroe con sus mejillas levemente ruborizadas y su corazón palpitando a mil por hora.


A medianoche Link y Yunobo partieron de la mansión para así ir hacia el santuario. Habría una cueva vieja en dirección al volcán que daba directamente con el Gran Santuario Antiguo, aunque era imposible acceder allí a los hylianos si no se tenía un traje ignífugo, razón por la cual los militares no habrían investigado aquella zona. Decidieron partir a medianoche aprovechando el cambio de turno entre los militares y guardias, por lo cual no fueron vistos por nadie.

-Desde que encerramos a papá la gorocueva se ha llenado de monstruos…-dijo Yunobo a medida que avanzaban dentro de esta.-Es como si esa cosa maligna los haya estado atrayendo…

Llevaban casi quince minutos andando por aquella cueva siendo iluminados por una antorcha que trajo Yunobo. Durante el camino a Link le habría tocado matar a varios keeses rodeados de fuego, producto de estar dentro de la misma cueva. No tardaron en llegar al santuario, aunque para la desgracia de estos habría dos monstruos justo en la puerta del santuario. Eran un par de lagartos enormes, aunque estaban parados en dos piernas. Su cola tendría un martillo con pinchos al final y ambos tendrían en su mano derecha una armadura hecha de piedra, como refuerzo para su brazo y poder atacar mejor. Link suspiró molesto, pero simplemente desenvainó la Espada Maestra.

-¡Esto está plagado de monstruos!-exclamó Yunobo llevándose las manos hasta la cabeza.-¡Estamos gorocondenados!

Link rápidamente le tapó la boca antes de que los monstruos los escuchasen, frunciendo el ceño para así mirar al goron quien parecía más calmado.

-Voy a entrar.-dijo simplemente, separándose del goron.-Si tardo más de un día… Bueno, significa que fallé.-esbozó una mueca mientras decía eso, para luego suspirar calmándose y apretar el mango de la Espada Maestra.-Cuida a Zelda por mí, solo pido eso.

Antes de que Yunobo pudiese responder, Link ya habría corrido en dirección hacia los lizalfos mientras gritaba en señal de ataque. Vio como él los atacaba primero, haciéndoles varios cortes para luego ser golpeado en las piernas por la cola de pinchos de uno. Solo con verlo, Yunobo cerró los ojos adolorido, pero Link aunque también se quejó del dolor se levantó como si nada y dio más cortes a uno de los lizalfos hasta que lo tumbó en el suelo para finalmente rematarlo con un golpe de gracia haciendo que su traje ignífugo y su cara se manchasen con la sangre del lizalfo. El lizalfo desapareció, pero antes de poder ponerse de pie nuevamente, el otro lizalfo habría escupido fuego de su boca que Link a duras penas y pudo esquivar con un mortal hacia atrás. Aquello dejó a Yunobo hipnotizado. ¿Cómo podía un hyliano hacer todos aquellos movimientos? El lizalfo bloqueada todos sus ataques con su armadura de piedra, para luego tratar de golpearlo con su cola de pinchos que esta vez Link bloqueó con su escudo, logrando desestabilizarlo y finalizar con un ataque con salto hacia el frente, partiendo el cuerpo del lizalfo por la mitad que acabó desapareciendo en un humo morado. Antes de poder reaccionar si quiera Yunobo ante la maravilla que sus ojos acababan de observar, Link envainó su espada y después de suspirar entró como si nada hacia el santuario. A Yunobo no le quedó más que dar media vuelta y volver hacia Ciudad Goron, aún hipnotizado ante tan increíble imagen que sus ojos acababan de observar.


Zelda habría encontrado una estatua pequeña de la efigie de la Diosa Hylia en casa del jefe goron, por lo que se sentó en aquella habitación delante de la estatua para así rezar y meditar, pidiéndole a Hylia que iluminase a su héroe elegido y lo protegiese, a la vez que rezaba por despertar su poder sagrado y así serle de más ayuda al héroe en aquella travesía.

Mientras meditaba, escuchó dos golpes en la puerta y al girarse, vio cómo Yunobo abría la puerta corrediza mientras traía un balde bajo y una botella con agua.

-Link me comentó de tu gorolesión.-dijo Yunobo atrayendo la mirada de la princesa.-Así que te traje un poco de goroagua termal, te vendrá bien para la gorohinchazón.

Zelda esbozó una dulce sonrisa, para así ver cómo Yunobo se sentaba frente suya y vertía el agua en el cuenco. Zelda se quitó el zapato junto con el calcetín, para luego hundir su tobillo en el agua y soltar un suspiro placentero, sintiendo el agua termal en su herida y cómo poco a poco esta dejaba de dolerle por completo.

-Gracias, Yunobo.-dijo la princesa haciendo que el goron sonriese.-¿Cómo lo llevas? Lo de tu padre, digo…

-No te lo voy a goronegar…-murmuró Yunobo perdiendo esa sonrisa.-Es… Difícil… Sigo sin goroentender todo este asunto, pero hoy he visto algo goroalucinante…-aquello llamó la atención de la princesa, quien vio cómo Yunobo sonreía de oreja a oreja.-¡Link es increíble! ¡Goroalucinante! ¡Tendrías que haberlo visto! ¡Se enfrentó a dos goromonstruos sin soltar ni una gota de sudor!-imitó con sus manos cómo Link movió la Espada Maestra, haciendo que Zelda soltase una dulce risa al ver su emoción.-Antes no estaba goroseguro de todo esto pero después de verle… Sé que si hay alguien que puede salvar a mi padre, ese será Link.

Zelda sonrió ante aquello, ella tampoco dudaba de Link y después de haber visto todo lo que podía lograr, sabía que él era el único capaz de salvar a Darunia y por ende a todos los gorons. Una vez Yunobo se fue, Zelda se dedicó a rezar nuevamente simplemente pidiéndole a Hylia que no le diese la espalda a su héroe elegido y trajese a su novio de vuelta sano y salvo.


Link habría tardado más de lo que se esperaba. Habría muchos caminos de agua y para su desgracia, el santuario estaba plagado de monstruos por todos lados. No solo habían lizalfos dispuestos a luchar cara a cara, también se encontró con varios a lo alto preparados con arco y flecha, llegando una flecha a rozarle la mejilla dejándole un leve corte. No era difícil deshacerse de ellos, era hasta divertido. En un par de salas se encontró con unas manos gigantes de lava, aunque después de descubrir que podía congelarlas con agua de unas pequeñas redondas plantas incluso se divertía golpeándoles con la espada hasta romperlas por completo. Aunque lo peor de todo fue cuando se dio cuenta de que se habría quedado sin agua en su botella, aunque en ese momento se le ocurrió beber de aquellas mismas plantas y aunque esa agua sabía algo rara, al menos cumplió con su función de hidratarle lo suficiente.

Se habría deshecho de todos los monstruos del santuario y para su suerte todas las puertas estaban abiertas, salvo la última gran puerta que se encontró. Por suerte, antes de marchar Gor Coron le habría dado una llave que era la que abría la puerta donde Darunia estaba encerrado. Sacó la llave de su mochila, para así abrir la puerta con esta y entrar lentamente a la sala. Una vez entró, todo estaba oscuro. Habría una gran sombra con un brillo naranja en su frente que Link no pudo divisar a primera vista lo que era. Para su sorpresa, la puerta se cerró a cal y canto con un estruendo que despertó al monstruo, quien soltó un rugido haciendo que la tierra temblase bajo sus pies.

El monstruo empezó a removerse en su sitio tirando de las cadenas que lo aprisionaban, para luego soltar otro rugido y encender su cuerpo en llamas. Un demonio ígneo, eso es lo que era. Parecía ser de entre diez y quince metros de altura, ni si quiera parecía caber en aquella enorme sala. La piedra de su frente brillaba, lo que a Link le dio a entender que ese era el artilugio que Ganondorf le habría clavado en su frente a Darunia. Suspiró calmándose, bien, ese parecía ser su punto débil. No estaba mal, solo debía mentalizarse en que podía. "Tú puedes, Link" se repetía una y otra vez y aunque estuviese asustado, tenía el suficiente valor para enfrentarse a sus miedos.

El monstruo rugió nuevamente mientras se agitaba, logrando romper las poleas que sujetaban las cadenas de sus muñecas. Link maldijo en su interior, bueno, ahora las cosas se le complicaban. ¿Cómo iba a alcanzar aquella piedra en su frente? Fue entonces que se le ocurrió utilizar el arco que Wakat le habría regalado. Suspirando para así sacarlo y colocar la flecha, tensándolo. El monstruo era lento por ser enorme, pero se acercaba a paso rápido. Sin embargo, Link esperó al momento perfecto para lanzar la flecha que dio justo en el centro de la piedra. El demonio ígneo soltó un fuerte rugido, llevándose las manos a la frente adolorido mientras se movía por toda la habitación. Bien, ahora solo hacía falta hacer que cayese o algo y así poder golpear su frente… Fue en eso que al ver las cadenas de los tobillos entrelazadas, rápidamente se le ocurrió clavar la espada en medio de estas, haciendo que el gigante ígneo tropezase al no dar las poleas más de sí. El fuego desapareció de su alrededor, dándole a Link la oportunidad de acercársele y dar varias estocadas en la piedra de su frente, viendo como poco a poco esta iba rompiéndose. ¡Su plan estaba funcionando! Sin embargo, no pudo seguir puesto que el demonio se levantó

No estaba preparado para aquello, por lo que apenas y pudo salir corriendo cuando vio que el monstruo rugió volviendo a prender su cuerpo en llamas. Sin embargo no fue tan rápido como quiso, porque el demonio le lanzó una de sus cadenas ígneas a la pierna, gritando Link del dolor incluso al notar cómo esa parte de su traje, cerca del tobillo, se quemaba dejando ver su piel roja queriendo gritar del dolor. Bueno, no parecía ser quemadura de tercer grado al menos… Pero esa bestia iba a pagar. O él luego, porque tenía por seguro que como Zelda viese aquella herida lo mataría a él por no haber sido cuidadoso.

Desde el suelo donde estaba, tensó su arco con otra flecha y esperó a que el monstruo se acercase para así lanzar su flecha. No era la posición más adecuada, como sus antiguos instructores le viesen lo matarían, pero en aquella situación nunca había situaciones idóneas. El demonio ígneo volvió a llevarse las manos a la frente debido al dolor y Link volvió a usar la misma táctica para hacer que cayese. Una vez lo vio en el suelo y sin fuego a su alrededor, Link se levantó rápidamente ignorando el dolor, gritando en señal de ataque para acabar dando una fuerte estocada en la frente como golpe de gracia. Por fin la gema se habría roto y Link cayó agotado al suelo, apoyándose en la Espada Maestra. Por fin, habría aniquilado a ese monstruo de fuego. Ahora entendía todas esas veces que su madre le había dicho que no jugase con fuego por lo peligroso que era…

La figura endemoniada poco a poco empezaba a disminuir de tamaño, aclarándose y dejando ver a un goron que, aunque era grande igual, ya parecía tener un tamaño más normal como los demás gorons que habría visto. Se levantó con cuidado, para así acercarse a este y observarlo mejor, aún sujetando el mango de la Espada Maestra por si acaso.

-Ugh… Mi gorocabeza…

Link esbozó una sonrisa al ver que el goron se encontraba bien, para así agacharse y quedar cara a cara con él.

-Me alegro que esté bien, Darunia…-dijo Link.-Soy Link, le explicaré todo lo que ha pasado en el camino, pero ahora hay que volver a Ciudad Goron…

Darunia se miraba confuso sin saber qué responder, sentándose y aún sobándose la cabeza del dolor, tratando de recordar lo último que habría pasado. Link por otro lado vio otra puerta abrirse, por lo que supuso de qué se trataba. Al avanzar por aquella puerta, vio una especie de fuente con un fuego rojo brotando de esta. Al estar por fin en presencia del fuego, una bola enorme de fuego salió de la fuente empezando a rebotar por toda la sala. Link sabía ya qué hacer, sujetando su espada con ambas manos, una en el mango y otra en el filo. Después de golpear la bola en todas las paredes de la habitación, fue directamente hacia la espada y varias otras pequeñas pero fuertes bolas de fuego también fueron directas hacia esta. Link aguantó lo más que pudo, sintiendo cómo lo hacían hacia atrás de la intensidad. Al acabar, elevó su espada, contemplando cómo el brillo de la hoja se hacía cada vez más brillante. Sonrió, envainándola y suspirando por fin aliviado.

-Solo falta una llama más…

Salió de la habitación volviendo a la grande donde estaría Darunia aún sentado. Simplemente sonrió, ayudando al goron a levantarse y así salir ambos del Gran Santuario Antiguo mientras Link le contaba todo lo sucedido en su ausencia.


-¡Papá!-gritó Yunobo al ver una familiar figura aparecer en la puerta principal.-¡Has vuelto!

Darunia simplemente rio con aquella fuerte y característica risa suya, para así sentir cómo su hijo le daba un fuerte abrazo que por poco y hasta rompe las rocas de su espalda.

Zelda habría salido corriendo al escuchar que Darunia habría vuelto, por ende Link también, y al ver a su novio en la puerta de la gran casa siendo iluminado solo por la luz del anochecer, prácticamente se tiró a sus brazos sorprendiendo al hyliano quien a duras penas la pudo agarrar mientras sentía cómo Zelda lo rodeaba por la cadera con sus piernas y su nuca con sus brazos, sintiendo cómo la princesa le plantaba un apasionado y ansioso beso en sus labios. No iba a negarlo, aquello le sorprendió de sobremanera, más el hecho de que la princesa lo estuviese besando de aquella manera frente a más gente, pero simplemente se dejó besar correspondiendo el beso de la misma pasión. Habría extrañado demasiado a Zelda y se alegraba de haber vuelto con vida para seguir a su lado.

Darunia al ver la escena simplemente rio gritando "¡Qué bonito es el amor joven!", haciendo que la princesa se diese cuenta de la situación en la que estaban, para finalmente bajarse avergonzada y murmurando un ligero "perdón". Habría perdido la compostura por un minuto, algo que desde siempre le habrían enseñado que no podía perder. Link simplemente sonrió, para así tomar su mano y acariciarla. Simplemente estaba feliz de haber vuelto a su hogar, es decir, al lado de Zelda.

-Princesa, gracias por haber venido hasta aquí y a goroayudarnos.-dijo Darunia por fin hablando con la princesa.-GoroLink ya me ha explicado todo lo sucedido y aunque es bastante gorodifícil de creer… Después de lo ocurrido no nos queda más que otra que gorocreer en todas las goroleyendas.-Zelda simplemente sonrió al escuchar aquello, más al ver que el líder goron estaba sano y salvo.-Quiero que sepáis que los gorons estaremos ahí para ayudar en cualquier goromomento para deshacernos del gorotirano. No sé ni cómo agradecer vuestra goroayuda…

-La mayor satisfacción es ver que los gorons estáis bien y que su gran líder está bien para guiarlos en todo este caos.-dijo Zelda con una sonrisa.-Ahora es vuestro turno de salvar a la tribu, empezando por deshaceros de todo ese bloqueo de los militares montaña abajo.

Darunia simplemente asintió con una sonrisa, para así salir de la casa llamando a todos los gorons quienes al ver el regreso de su líder, corrieron fuera de sus casas.


-¡En posición de goroataque!-exclamó Darunia viendo cómo todos los gorons se hacían rueda, riendo al ver la cara horrorizada de los guardias y los militares.-¡ATACAD!

La guardia real y los militares corrían despavoridos hacia sus vehículos, tratando de huir de la furia de todos los gorons, incluyendo gorons niños, que rodaban colina abajo. Sin embargo fue muy tarde, ya que o fueron aplastados sus vehículos o huyeron de la furia de los gorons. No había duda, Darunia habría vuelto levantando la moral de su pueblo y el rey Ganondorf Dragmire ya no estaba al control de la Montaña de la Muerte.

Link y Zelda no pudieron evitar reír divertidos al ver aquella escena, para luego ir y preparar sus cosas para el viaje. Zelda habría descubierto dónde se encontraba escondida la fuente del poder para ir a rezar, gracias a la ayuda de Gorko. También le habría sugerido dónde buscar ayuda para encontrar la última fuente, en la ciudad de Akkala. Tanto Link y Zelda estarían acomodando sus mochilas, cuando Yunobo se acercó a ellos para así hablar.

-No sé cómo goroagradeceros todo lo que habéis hecho por nosotros…-murmuró algo avergonzado pero con una sonrisa.-Tengo un goroamigo montaña abajo que tiene un gorohotel con termas, es muy famoso entre los hylianos también. Me debía un gorofavor así que he logrado que os de una habitación con una goroterma privada.

Zelda simplemente abrazó a Yunobo con una sonrisa dándole las gracias, la verdad es que tanto ella pero sobre todo Link debían de descansar después de aquella aventura. Por otro lado Link simplemente estaba feliz de por fin ir a las termas, estaba que hasta iba a saltar de alegría.


Por suerte, al haberse deshecho los gorons de la guardia y los militares, esta vez pudieron bajar montaña abajo en la moto y no tardaron en llegar al hotel que Yunobo les dijo. Se llamaba Piedra Abrasada, era un hotel tanto famoso por sus termas como por su restaurante dedicado a los rocodillos asados y la carne asada para hylianos. Se bajaron de la moto hyliana unos metros antes de llegar al hotel y caminaron luego hacia este tomados de la mano. Al llegar por suerte no habría mucha gente así que no corrían el riesgo de ser atrapados.

-Hola.-dijo Zelda al recepcionista, un goron que parecía ser de la misma edad de Yunobo.-Yunobo nos había reservado una habitación…

-¡Sois los goroamigos de Yunobo!-exclamó el goron sonriendo, dándoles una llave.-Es la habitación 5 del gorotercer piso. ¡Disfrutad de vuestra goroestancia!

Zelda simplemente dio las gracias junto con una sonrisa, para así Link tomar las mochilas y subir escaleras arriba. No tardaron en llegar, abriendo la habitación, una preciosa habitación de estilo tradicional con puerta corrediza, suelos y paredes hechos de madera, y un gran ventanal que daba hacia un patio con una pequeña alberca con agua termal natural. Link y Zelda miraban todo aquellos sorprendidos, sentían que no se merecían aquello, aunque no iban a desperdiciar aquel regalo que Yunobo les habría dado. La cama era matrimonial y muy espaciosa, por lo cual descansarían de maravilla. Pero Link se moría de ganas de probar aquella agua termal.

Ya era hora del crepúsculo y Link estaría vestido con un kimono verde de cortesía que daba el hotel. Era su primera vez, pero por suerte fuera donde estaría la piscina privada habría un cartel con instrucciones. Primero tenía que darse una ducha fuera y echarse agua caliente en el cuerpo. Al acabar aquello, debía entrar con cuidado a la piscina hasta los hombros y colocarse una toalla pequeña en la cabeza. Aquello le sentaba de maravillaba, incluso sentía sus heridas y quemaduras de los días anteriores empezar a curarse poco a poco. Estaba tan relajado con los ojos cerrados que no notó el momento en el que Zelda entró también, completamente desnuda como eran las reglas de las termas. Al notar a la princesa cerca suya, rápidamente desvió la mirada bastante sonrojado. No habría visto mucho, pero lo suficiente que vio fue suficiente para hacer su cuerpo reaccionar de cierta manera que esperaba que Zelda no notase.

-El agua está bastante bien.-dijo Zelda con una sonrisa mientras se ataba su largo cabello en una alta coleta, al ver como Link simplemente asentía sin voltear a mirarla por respeto, simplemente soltó una dulce risa enternecida.-¿Estás bien?

Link simplemente pensaba "no me tortures, mujer" mientras asentía. Intentaba desviar sus pensamientos mirando el precioso paisaje o escuchando los pájaros cantar. Eso, cualquier cosa que no fuese Zelda y lo hermosa que era. "¡Mierda, Link! ¡Deja de pensar en eso!"

-Tenía muchas ganas de venir a unas termas…-murmuró Link ya algo más tranquilo.-Debo darle las gracias a Yunobo como sea…

Zelda simplemente sonrió, para así desviar la mirada también. No era la única que también habría visto un poco al contrario y la verdad, tenía sus mejillas sonrojadas y no por el vapor del agua. Link era endemoniadamente atractivo. ¿Cómo podía ser tan atractivo? Le daban ganas de acercarse, tocar su cuerpo y cada una de sus cicatrices, aunque luego se reprimiese a sí misma por aquellos pensamientos impuros. Sí, no era una santa, pero a decir verdad nadie lo era. Sabría que varias chicas en su clase ya habrían hecho más cosas que ella, incluso Styla ya habría tenido sexo con un exnovio tuvo, pero Zelda quería más que eso… Y en el fondo se sentía preparada si era con Link, pero al ser una experiencia nueva le daba miedo cómo avanzar.

Estuvieron casi una hora allí sentados, simplemente relajándose en silencio. Para cuando salieron, cada uno a un tiempo distinto para no ver al contrario, se vistieron con sus respectivos kimonos y se sentaron en un banco que estaría fuera para así relajarse y beber agua, otra de las reglas. Empezaron a conversar un poco, contándole Link a Zelda su experiencia en el Gran Santuario Ancestral. Y Zelda, que en el fondo no podía evitar preocuparse, simplemente escuchaba maravillada las historias de Link pues sabía que ese peligro ya habría pasado y tenía a su novio al lado suya.

Una vez descansaron, bajaron a cenar al restaurante. La verdad era que Link no paraba de mimar embobado a Zelda, se miraba preciosa con ese kimono rosa pastel que llevaba. Pero Link no era la única en mirar a su pareja, Zelda igual miraba a Link embobada con aquel kimono verde. Nunca creyó que el verde pudiese sentarle tan bien a alguien, bueno, eso fue hasta que llegó su héroe vestido de verde a su vida.

Al llegar al restaurante, ambos pidieron un poco de refresco de cola y un plato especial de carne a la brasa. Estaban muy felices de comer algo que no fuesen sándwiches de jamón y queso. La comida no tardó en llegar y por fin comprendieron la fama de aquel lugar, la comida estaba exquisita, o tal vez simplemente era el hecho de que no habrían comido nada que no fuese sándwiches en semanas y todo lo que no fuese eso estaba delicioso.

Una vez acabaron ambos volvieron a la habitación y cada uno esperó su respectivo turno para ducharse, saliendo nuevamente con los kimonos puestos y sentándose en la cama. Estarían viendo una película de miedo que estarían echando en la televisión, y aunque a Link no le diesen nada de miedo, Zelda no podía evitar acurrucarse en el pecho de su novio con cada susto que salía haciendo que este riese dulcemente por las reacciones de su novia.

-¡No te rías!-dijo Zelda con un puchero mientras se incorporaba levemente para mirarle.-No he visto muchas películas de miedo.

-¿Sí? ¿Entonces qué tal si te beso para que no tengas miedo?

Zelda no pudo evitar soltar una carcajada al escuchar a Link decir aquello con aquella sonrisa socarrona en su rostro. Negando con la cabeza mientras se acercaba a él aunque sin llegar a besarle.

-¿De verdad crees que eso funcionará?

Link simplemente se encogió de hombros divertido, colocando su mano detrás de la nuca de Zelda para atraerla a él.

-Podemos probarlo, ¿qué opinas?

Antes de que Zelda contestase, otro susto pasó que la hizo saltar levemente, por lo que Link aprovechó para besarla lentamente. Iba a dejarlo ahí, pero a decir verdad ninguno quería parar. El beso iba in crescendo, sintiendo cómo necesitaban desesperadamente sentir cada rincón de la boca del contrario. Link rápidamente aprovechó para apagar la televisión con el control a la vez que cambiaban de posición quedando él ahora encima de la princesa y acariciando desesperadamente su ropa encima del kimono, acción que también repetía Zelda con el cuerpo de su novio. Las cintas que ataban los kimonos empezaron a desaparecer, quedando abiertos estos por la zona del pecho, por lo que ambos aprovecharon para colar sus manos en el cuerpo del contrario y acariciarlo. No fue hasta que Link subió sus manos, sintiendo el sujetador de la princesa, que se dio cuenta de lo que estaba haciendo por lo que rápidamente se separó y se incorporó, desviando la mirada sintiéndose mal por haberse aprovecho de la situación de aquella manera.

-No…-murmuró Link, suspirando entre avergonzado y frustrado mientras se hacía el cabello hacia atrás.-Yo… Lo siento… No quería aprovecharme… Yo…

Zelda miró a su novio al principio un poco dolida creyendo que este no querría, aunque al escuchar lo último se incorporó confusa, para así acunar su rostro entre sus manos obligándole a mirarla y verle a los ojos.

-¿No quieres…?

Y aquella escena le estaba quitando la poca cordura que le quedaba a Link. Su novia, la princesa de Hyrule, tendría solo el kimono abierto y cayendo por sus hombros, usando únicamente un sujetador blanco que combinaba a la perfección con sus bragas, y sí, se sentía mal por haber bajando levemente la mirada pero es que no podía evitarlo teniendo a una diosa como Zelda en frente suya semidesnuda. Por no hablar de que su cabello rubio caía grácilmente por su cuerpo, quedando dos largos mechones por sus pechos. Su piel pálida resplandecía ante la luz de la luna junto con sus ojos, puesto que las luces estaban apagadas y la televisión también. Link solo podía pensar en ella, y en que esas vistas serían lo que lo acabarían matando. Zelda era hermosa. No había más. No podría ver nunca a otra mujer después de verla solamente a ella. Su belleza no se comparaba a la de ninguna otra mujer y seguramente la diosa Hylia tendría envidia de la belleza que Zelda tenía.

Al escuchar a su novia, bajó la mirada avergonzado mientras la tomaba de las manos y las acariciaba tratando de calmarla.

-No quiero presionarte a algo para lo que todavía no estés lista…

Zelda sonrió enternecida. Si aún le quedaban dudas ante lo que harían, aquellas se desvanecieron al escuchar las palabras de Link. Estaba segura, quería entregarse a cuerpo y alma a su héroe. Solo lo necesitaba a él.

-Estoy lista, Link…-susurró mientras tomaba la mano izquierda del hyliano y la acariciaba, sintiendo la Trifuerza brillando levemente.-Créeme, no he estado más lista en toda mi vida para algo… Te necesito… Olvídate de la princesa… Zelda, tu novia, te necesita…

Y aquello fue lo que le bastó a Link para disipar las dudas que tenía, para lanzarse a besar a Zelda con la misma pasión que antes y recostarla con cuidado en la cama para compartir su primera noche con la mujer de sus sueños. Zelda estaba maravillada, Link era tierno y delicado pero pasional y algo salvaje a la vez. En la vida se imaginó que aquello se sentiría tan bien y Link tocaba, besaba y lamía lugares que ni ella misma sabía que la podía hacer reaccionar de aquella manera. La habitación se llenaba de gemidos y dulces palabras por parte de ambos, se sentían en el mismísimo cielo. Incluso ambos soltaron sus primeros "te amo" aquella noche al sentir cómo se convertían en uno solo, siendo el primero en decirlo Link al oído de la princesa, correspondiendo esta a aquella frase después de besar dulcemente sus labios y tomándose ambos de las manos llegando a entrelazarlas.

Aquella noche, por primera vez, las marcas de la Trifuerza del valor y la Trifuerza de la sabiduría no solo vibraron, si no que lo hicieron al unísono así como sus respectivos portadores se entregaban en cuerpo y alma al contrario. Aquella habitación fue iluminada por una brillante luz dorada que protegía a sus portadores, siendo testigo de aquella noche solo la luna que brillaba directamente hacia aquella habitación de hotel.