DULCECITO311: La verdad siempre tendí a pensar que esos serían los pensamientos y la inquietud de Kenshin a verla en Kyoto. Mitad molesto por exponerse ella al peligro, mitad aliviado por volver a verla; qué triste pensar que él se estaba resignando a no verla nunca más. Definitivamente fue un shock para él, y de los buenos, ya que pensar en ella hizo que volviera a tener fuerzas para derrotar a Shishio. Gracias por tu comentario! Espero que este capítulo sea de tu agrado!


Imposible: Un encuentro fatídico


Kaoru giró su cuello en un intento de aliviar un poco la tensión. Su cabello le pesaba en la parte superior de la cabeza, pero sabía que no podía hacer nada al respecto. La fiesta acababa de comenzar, después de todo, y Yumi-sama se enfadaría si desaparecía tan pronto de las festividades. Además, sólo había una gran fiesta cortesana cada año. Y esta era la primera a la que ella iba.

Yumi-sama quería que fuera especial para ella. Esperaba que Kaoru eligiera al fin a alguien a quien dedicarle sus atenciones. Sin embargo, Kaoru estaba divirtiéndose tranquilamente en la fiesta, hablando con casi todos sus pretendientes habituales la mayor parte del tiempo y, aun así, ninguno llamaba su atención o se demostraba lo suficientemente digno como para estar con ella.

Se preguntaba si alguien podría llegar a darle lo que ella quería. Enishi había parecido tan perfecto... Sacudió la cabeza. Había acabado. Terminado. Ya no pensaría más en ese bastardo. Él la había arruinado y por ello, ella se había vuelto más inteligente. Estaba tomando el control de la vida que él le arrebató. Por fin volvía a vivir.

"¿Kamiya-san?"

Giró al cabeza en dirección a la voz. No lo había escuchado antes. De pie y frente a ella, estaba el hombre más hermoso que había visto alguna vez. Su cabello rojo como el fuego lucía poco elegante para alguien tan rico como él. Tenía unos ojos color amatista que la observaban incluso mientras los zafiros de ella lo devoraban. Ella contuvo su diversión y le dedicó una sonrisa tímida; la herramienta más útil de una cortesana.

"¿Sí?" respondió, moviendo su abanico frente a su rostro. "Creo que no te conozco. ¿Eres amigo de Yumi-sama?"

"Ah, no." Se sonrojó él.

Ella rio con suavidad. "No hay necesidad de sentirse avergonzado. ¿Es tu primera fiesta?" quiso saber. Él asintió y ella inclinó la cabeza hasta que su boca estuvo cerca de su oreja. "La mía también," le confesó, sus labios rozaban su oreja a cada palabra.

Él tragó saliva. Dios. Había sabido que era la cortesana más deseada y comentada, pero no se había imaginado que sería tan condenadamente atractiva. No era de extrañar que fuera el tema de todas las casas de apuestas del lugar.

Ella se apartó bruscamente y le dedicó otra sonrisa deslumbrante. "¿Pasa algo?"

"Claro que no," respondió él, enderezando su corbata. "Sólo me preguntaba qué hace una mujer como tú aquí. En un lugar como este."

Sus cejas se arquearon y se contuvo de despotricar. Maldito Enishi. "¿No has escuchado?"

"¿Escuchado?" preguntó él, extasiado.

Ella asintió, apenas cerrando los ojos. Era divertido hablar con él. "Soy una cortesana," susurró, como si fuera un gran secreto. "Vivo para dar placer a los demás. Por eso estoy aquí."

"¿Es eso?" Sus ojos brillaron peligrosamente. Qué fácil sería dejar que esta mujer se apoderara de él...

"Sí," dijo ella. "Ahora, ya que te he dicho quién soy, ¿puedo preguntar tu nombre?"

"Ah, sí, qué grosero de mi parte." Hizo una reverencia, manteniendo sus ojos fijos en ella todo el tiempo. "Mi nombre es Himura Kenshin, Conde de Learsan."

Ella ocultó su sorpresa. Un hombre que, según los rumores, era un modelo a seguir rara vez iba a una casa de cortesanas. No era habitual, pero no estaba del todo decepcionada.

"Vaya, vaya, vaya. ¿Y qué estaría haciendo un hombre como tú en un sitio como este?" le preguntó, devolviéndole las palabras.

"¿No has escuchado?" Le devolvió también él, sonriendo. "Soy un canalla. Vivo para tomar placer de otros. Por eso estoy aquí."

Ella rio. "¿Es eso?"

"No," se corrigió. "Pensé que sería apropiado decirlo," le dijo. "Considerando las circunstancias."

"Por supuesto."

"La verdadera razón por la que estoy aquí es..."

"¿Sí?"

"Estoy buscando a alguien."

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