Eliii Shojo: Me alegra que te haya gustado el cap, este capítulo quedó muy hot. A mí también me gusta cuando la que domina es Kaoru jijiji. ¡Saludos!
serena tsukino chiba: Siiiii, quedó lindo e intenso. ¡Y Kenshin flechado! Espero que este nuevo capítulo te guste. ¡Saludos!
Confianza: Parte I
Me estaba escondiendo. Estaba debajo de la mesa, cubierta por el elegante mantel, a pesar de que ya era mayor para esos juegos. Estaba en la casa de mi tía favorita. Siempre me había protegido cuando mis primos se pasaban de duros conmigo. Lo cual era casi siempre. Cerré los ojos para escapar de los recuerdos que comenzaban a atacarme. Como era la más joven, había soportado gran parte de las burlas y... el método preferido de castigo.
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"¡Oye, Kaoru! Ven, ¿no quieres jugar?"
Sacudí mi cabeza con ímpetu, sabiendo lo que se avecinaba. Siempre era así. Nadie para ayudarme, nadie para salvarme. Todos me odiaban. Todos me ponían motes. Incluso siendo demasiado joven como para entender. Sólo sabía que no me querían. Tenía algo que ellos no. Algo que nunca tendrían.
"¡Ven aquí, puta! ¿No quieres jugar? Serás el personaje principal."
Sacudí de nuevo la cabeza y comencé a retroceder. Enishi siempre había sido el peor de todos. Por alguna razón, siempre era su objetivo favorito. Estaba actuando como una niña y lo sabía. Había sido forzada a crecer rápido, pero volvía a ser una niña pequeña cada vez que él se acercaba. Él me hacía sentir tan... indefensa.
Mi tío se avergonzaría, de eso estaba segura. Pero en ese momento no me importaba. Él se estaba acercando a mí con una sonrisa maligna en los labios. Sabía lo que pasaría ahora. No saldría de esa situación sin la ración de siempre de nuevas cicatrices.
Nacer como parte de la familia real era de lo peor, pensaba. No era la primera vez, pensaba. Como la única hija de los reyes viví una buena vida llena de comodidad y seguridad. En los brazos de mis padres, siempre. Sin embargo, cuando era niña, también fui acosada. Fue la decisión de mis padres lo que me había condenado.
Me habían nombrado su heredera en vez de a uno de los niños.
Enishi hizo crujir sus nudillos y retrocedía hasta dar contra la pared. "No hay adónde ir, Kaoru-hime," me susurró, su puño acariciaba mi mejilla.
Tragué en seco y mi respiración se agitó. Quería gritar, pero no me atrevía. Si lo hacía, sería peor. Él se aseguraría de ello. Así que me quedé allí en silencio mientras sus manos comenzaban a recorrer mi cuerpo recién desarrollado. Sus labios estaban contra mi oreja y me murmuraba cosas repugnantes.
"Sólo dieciséis... Y tan perfecta. Nunca me cansaré..."
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El sonido de pasos me obligó a volver a la realidad. Estaban cerca. Siempre estaban cerca. Mi tía no podría mantenerlos a raya por mucho más tiempo, ella ya era mayor. Y ellos más fuertes.
"¿Qué crees que haces allí abajo?"
Grité. No pude evitarlo. No lo esperaba tan pronto. Pero allí estaba. Justo detrás de mí. Salté y mi cabeza golpeó la parte superior de la mesa. Él se reía de mí. Agarré mi cabeza mientras mis ojos recorrían el área, buscando una manera de escapar y sabiendo que no había ninguna. Mis ojos se posaron en la ventana, observando el diseño de las cortinas.
"¡E-Enishi!" jadeé, abrazándome a una de las patas de la mesa. Tendría que sacarme a rastras.
"Sal de ahí antes de que te saque," me gritó, agarrando uno de mis tobillos. Sus manos estaban sucias y casi podía sentir esa suciedad arrastrándose por mis medias blancas. Luché contra el impulso de tener arcadas.
Pateé con la pierna que no sostenía y le di debajo de la barbilla. Un golpe de suerte, diría él después. Lo sabía. Había estado tratando de aprender a defenderme.
"¡Perra!" Su mano se apretó y se hundió en mi tobillo. Gemí.
"¿Enishi?" Era Tomoe. La única persona que podía controlarlo.
"Esto no ha terminado," me prometió mientras me soltaba. "¡Tomoe-chan!"
"¿Dónde estás?" preguntaba ella, su voz se escuchaba cada vez más cercana.
"¡Ya voy! Estaba en el comedor..."
Dejé salir un suspiro de alivio cuando se dirigió hacia su hermana. Mi agarre a la mesa disminuyó y dejé que mis ojos miraran alrededor. Tenía que levantarme. Enishi volvería y el primer lugar donde buscaría sería debajo de la mesa.
De nuevo, mis ojos miraron la ventana. Tal vez podría escapar. No podía usar la puerta, no mientras Enishi estuviera cerca. Seguro estaba atento a esa puerta. Pero la ventana... Nunca intenté usar la ventana antes y él pensaba que no era un lugar que debiera vigilarse.
Empezaba a salir de debajo de la mesa cuando alguien pasó por la ventana. Contuve el aliento, preguntándome si era otro de mis primos. Sin embargo, ninguno poseía ese cabello sorprendentemente rojo que veía a través de la ventana.
Sus ojos miraron al interior y frunció el ceño con confusión. Volví a mi escondite, pensando que habían encontrado a alguien que se les unió para seguir torturándome. Alguien a quien no conocía.
"¿Hola?" preguntó él mirando a la ventana abierta. Lo miré a los ojos y no pude decir nada. "¿Estás bien?"
Negué con la cabeza y le indiqué que se callara. Frunció aun más el ceño. Apoyó sus manos sobre el alféizar de la ventana y me miró, en silencio como le había pedido. Mis ojos recorrieron la habitación, buscando alguna señal de Enishi.
Lentamente, salí de debajo de la mesa y caminé hacia la ventana, con mis oídos alertas a cualquier sonido de pasos. "¿Qué quieres?" Le pregunté cuando me acerqué lo suficiente como para susurrarle y que pudiera escucharme.
Él parecía desconcertado. "¿Estás bien?"
"Sí, sí, bien. ¿Qué quieres?" volví a preguntar.
"Vi a ese tipo-"
Mis ojos se abrieron y coloqué mis manos sobre su boca. "¡No digas nada! ¿Acaso eres tonto? No hables sobre lo que viste," le exigí.
"Mmrph," murmuró bajo mis manos. Sus manos subieron para tomar mis muñecas, aunque suavemente. Me sorprendí cuando me tocó, estaba acostumbrada a un toque mucho más brusco que el suyo. Sin embargo, al ver que no ejercía presión, me relajé un poco.
Retiré mis manos de su boca y él liberó mis muñecas. Cubrí mis labios con mi dedo índice, indicándole que permaneciera callado. Si Enishi se enteraba que un extraño lo vio atacándome... no sería bueno. Para ninguno de nosotros.
Él asintió entendiendo, aunque seguía confundido.
"¡Kaoru!"
Mis ojos se abrieron y me di vuelta, esperando que Enishi estuviera al acecho allí mismo. No lo estaba, pero tampoco estaba lejos. No sabía qué hacer. Ya no podía esconderme, pero tampoco podía dejar que me volviera a atrapar.
"Ven conmigo."
Miré sorprendida al extraño. "¿Qué?"
"Ven conmigo," repitió, señalando la ventana. "¡Ven!"
No tenía tiempo. Me aferré al alféizar y salté hacia afuera. Tomé la mano del hombre y comenzamos a correr hacia el fondo de la residencia. Había infinitos atajos hacia otras partes de la ciudad en los callejones que habían allí. Me los sabía de memoria.
"¡Por aquí!" le dije sin aliento mientras lo arrastraba por un callejón para salir por otro.
"¿Adónde vamos?" preguntó él, corriendo a mi lado, con sus dedos entrelazados con los míos.
"A ningún lado," respondí, mientras mis ojos estudiaban los alrededores.
"¡Kaoru!"
Solté una maldición y pensé desesperadamente en una salida para esta situación. Me arriesgué a mirar a mi compañero para encontrarlo mirándome mientras corríamos.
"¿Supongo que eres Kaoru?" quiso saber.
"Por desgracia, sí," afirmé, agachándome por otro callejón. "Si nos seguimos moviendo, podremos dejarlo atrás, pero-"
"Tengo una idea."
Estaba sorprendida y complacida. "¿De verdad?"
"Sí. Pero tienes que confiar en mí." Había incertidumbre en su voz.
"Confío en ti," le dije. Era extraño, pero cierto. Lo acababa de conocer, pero ya tenía mi confianza. Había hecho más por mí en este pequeño período de tiempo que cualquiera de mis primos en toda mi vida.
Pude ver la sorpresa en sus ojos, pero desapareció rápidamente y me sonrió. Me gustó su sonrisa, ojalá pudiera ver más de parte de él. Cuando estuve a punto de preguntarle por qué necesitaba que confiara en él, ya había tomado la posta en la huida. Me guiaba por los rincones y recovecos como si los conociera de toda la vida. Tal vez era así.
De repente, nos detuvimos. Llegamos a un callejón sin salida. Le lancé una mirada preocupada. ¿Seguro que no era allí adonde tenía pensado ir? Él volvió a sonreír. Quería devolverle la sonrisa, pero estaba nerviosa. Quizás mis instintos se equivocaron. ¿Quizás él no era mejor que Enishi...?
Casi grité cuando me llevó con cuidado a una esquina del callejón sin salida. El ladrillo mojado golpeó mi espalda y lo miré con los ojos muy abiertos. Él presionó un dedo sobre mis labios antes de respirar hondo.
"Esta es la parte en la que necesito que confíes en mí," me dijo, acercándose más a mí en la esquina. "Prometo que no te haré daño."
Asentí, y mis temores disminuyeron ligeramente. Hasta que escuché pasos, seguidos por mi nombre haciendo eco en la oscuridad. Me aferré a su chaqueta, aún mirándolo, a la espera, desesperada. Me dedicó una sonrisa tranquilizadora y se inclinó para que su rostro estuviera cerca del mío.
"Confía," me susurró, su aliento rozando mis labios. Inspiré, dándome cuenta de lo que pretendía hacer. Dudé. Me hizo callar y me apartó el pelo de la cara.
"Confía," repetí, tragando saliva.
"Sí," respondió.
"¡Kaoru!"
"Es hora," murmuró. Y entonces sus labios se posaron sobre los míos. Y me olvidé de todo. Enishi, la huida, el callejón húmedo y oscuro... Todo desapareció mientras sus labios se movían sobre los míos. Eran suaves. Fue lo primero que noté. Lo segundo fue que sus besos eran más agradables que los de Enishi. Más gentiles. Casi adorables. Mis ojos se cerraron y mis manos soltaron el agarre a su chaqueta.
Fue agradable. Jamás me habían besado de esa manera. Lo estaba disfrutando. Y no quería que terminara. Por suerte para mí, parecía que a él le pasaba lo mismo. Sentí su lengua juguetear con la comisura de mis labios y los abrí de inmediato. Me alegré de haberlo hecho. Su lengua no me lastimaba, sino que exploraba cuidadosamente mi boca, como si tomara notas de ella.
Con timidez, toqué su lengua con la mía y sentí que apretaba su agarre a mi alrededor. No me había percatado de que me estaba abrazando. Me encantaba sentirme abrazada de esa manera. Como si nada pudiera volver a lastimarme. Cedí a su abrazo.
Pero sacó su lengua de mi boca y me dio un beso casto antes de alejarse para ver mis ojos. En los suyos vi un brillo ambarino que me hizo perder el aliento.
"Me alegra de que hayas confiado en mí," dijo al fin.
Reí. "¡Yo también! Soy Kaoru," me presenté, ya que no hubo tiempo de presentaciones previas, salvo cuando Enishi gritaba mi nombre.
"Kenshin," me respondió. "¿Podríamos repetirlo en algún momento?"
Si no hubiera habido una pared de ladrillos detrás de mí, habría echado mi cabeza para atrás y reído. "Creo que sería agradable," le dije.
Parecía que las cosas se estaban poniendo interesantes en mi vida.
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