*Dolor Inocente*

Declaimer: D Gray Man no me pertenece y únicamente creo la historia para el disrute de sus fans.

Alertas: esta historia contendrá spoilers del manga.


Hace milenios cayó del cielo un cubo. De la sustancia que había en su interior nació la "inocencia". Un regalo de Dios otorgado a la humanidad para que esta luchara contra un enemigo que nació de la desesperación humana al perder a sus seres amados: "El Conde del Milenio". Sin embargo poco se sabe del origen de este ser y la causa de su guerra contra Dios, la cual se extendió por años gracias a la aparición de las y los "Exorcistas", las personas elegidas para acabar con el mal y proteger a la humanidad de la extinción.

Komui Lee cerró el enorme libro, el cual explicaba los orígenes de la inocencia, o al menos lo intentaba, pues este contenía significativas lagunas que dejaban más dudas que respuestas. Suspiró tratando de deshacerse del creciente estrés que se acumulaba en sus hombros. La rama de la Orden Oscura que dirige actualmente se encontraba en aprietos debido al descubrimiento de que Allen Walker era en realidad, la reencarnación del catorceavo Noe y por ende un posible enemigo para la humanidad, ya que tenía a los altos mandos del Vaticano detrás de toda su gente, incluso de su adorada Lenalee. Amenazaron con matarlos a todos y destruir por completo la división ante la mínima sospecha de traición, incluso se dio la orden de matar a Allen si este perdía el control, lo cual causó descontento en los miembros, especialmente en Lavi, Kanda y su hermana. Ahora las cosas estaban más tensas que nunca y sobre sus hombros recae el peso de evitar una guerra interna, algo que, sí era honesto, se le estaba escapando de las manos.

Sumado a lo anterior, Hevlaska tuvo una visión hacía unos pocos días sobre una inocencia que acabaría con el mundo hasta ahora conocido:

"Vendrá del viento la inocencia que acabará con el mundo que conocemos. Se llevará a los Noe y Exorcistas y dará descanso eterno a las almas corruptas transformadas en Akumas."

La profecía lo tomó por sorpresa, pero ante la falta de evidencia, optó por guardar silencio para no levantar las alarmas del Vaticano.

-Gracias por acudir tan rápido a mi llamado, Lavi, Lenalee, Allen y Kanda… - habló Komui sonriendo.

-Se trata de una nueva misión, ¿cierto, hermano?- preguntó Lenalee sentada al lado de Lavi.

-Tan inteligente como siempre mi hermosa Lenalee. - felicitó el director. Los demás solo suspiraron ante lo obvio. Eran exorcistas, solo eran requeridos cuando encontraban una inocencia.

-¿Y bien? ¿Dónde está la inocencia esta vez? - preguntó Kanda sin rodeos. El, ahora peliblanco, continuaba con su seriedad habitual con la diferencia de que se relacionaba mejor con sus compañeros, especialmente con Allen gracias a su intervención en la lucha contra su antiguo amigo, Alma Karma.

- Bueno… Hevlaska no percibió ninguna inocencia, sin embargo, en la Región de Ararat en Turquía tenemos reportes de Akumas que han estado siendo exorcizados misteriosamente. - informó el científico.

-Esperen… ¿Que Ararat no es…? - preguntó Lavi preocupado.

-El monte donde encalló el Arca de Noé después del diluvio… - finalizó Lenalee mientras se mordía el labio nerviosa.

-Exacto. Además, no es solo el lugar, es el hecho de que hay reportes de exorcismos, pero actualmente no tenemos Exorcistas en esa región. Según las historias de los lugareños, hace poco menos de un mes una misteriosa "hada" apareció.

-¿Un hada? Debe tratarse de alguna inocencia. - razonó Allen. Para los miembros de la Orden Oscura era bien sabido que, cuando en alguna ciudad aparecían seres misteriosos se trataba de alguna inocencia, por lo que debían darse prisa o el Conde llegaría antes.

-Su misión será ir a Ararat y traer a esta misteriosa Hada para resguardar su inocencia y evitar que los Noe la atrapen primero. - ordenó Komui con seriedad Quizá esa hada se tratara de la inocencia que Hev vió en su profecía; aquella que acabaría con el mundo.

Tomaron un tren que partía rumbo a Turquía por la madrugada. Lenalee reía divertida ante las ocurrentes peleas entre Lavi, Allen y Kanda, quienes ahora parecían más unidos. El hecho de tener a sus amigos a su lado la hacían inmensamente feliz, en especial dada la delicada encrucijada en la que se encontraba la Rama que su hermano dirigía.

-¡Ustedes dos callénse! Llegaremos a Turquía con migraña. - regañó Kanda hastiado por la infantil pelea entre Allen y Lavi.

El pelirrojo de diecinueve años sonrió con picardía. Su único ojo visible brilló intensamente.

-Vamos Yuu, únete. ¿O es porque estoy sentado junto a Lenalee? - picó.

Kanda lo miró mal. ¿Qué estupideces decía ese Bookman Junior? Él no estaba interesado en la hermana del director mas allá de lo que la amistad y familiaridad permitían. Además, aún estaba el hecho de sentir en su corazón la necesidad de seguir buscando a esa mujer de sus recuerdos difusos de su vida anterior, antes de que lo sometieran al programa de Segundos Exorcistas.

-Deja de hablar tonterías, tuerto.

Allen rió divertido. A diferencia de Kanda que solía restarle importancia, a él si le había empezado a llamar la atención la discreta cercanía que Lavi y Lenalee empezaron a tener desde la última batalla. Al principio lo adjudicó a su amistad, pero conforme fue conociendo la historia de cómo se conocieron y lo mucho que le afectó al pelirrojo cuando Road lo llevó a una realidad donde Lena moría, empezó a creer que quizá había algo más ahí, algo que ni ellos dos habían descubierto aún. Suspiró, bueno, él no era quién para juzgar relaciones ajenas, especialmente porque en las últimas semanas se estuvo reuniendo en sus sueños con Road Kamelot.

Bueno, ella se reunía con él metiéndose en sus sueños gracias a su poder. Bajo la excusa de que "quería ver a su querido", empezó a visitarlo cada noche en la base. Al principio desconfió de la Noé, sin embargo, con el pasar de los días notó que no se recibieron informes de ataques, por lo que decidió darle un voto de confianza a la chica. Road había crecido, no tanto como él, claro, seguía siendo pequeña a su percepción, pero su cabello morado había crecido, sus facciones infantiles se volvieron más delicadas y femeninas, y su cuerpo más esbelto pese a conservar su contextura delgada. Allen admitió muy para sus adentros que la menor de los Noé le había empezado a atraer, aunque optó por ocultar sus sentimientos; su vida ya era bastante complicada.

Cuando llegaron a la Región de Ararat, notaron una pequeña villa cima en las faldas del monte; se había formado hacía cincuenta años aproximadamente y tenían poco contacto con otras ciudades, tampoco se reportaron ataques de Akumas desde su creación, de ahí que pasó totalmente desapercibida para la Orden Oscura. Caminaron sigilosos por el bosque, alertas ante la posibilidad de sufrir una emboscada por el enemigo.

-Es el pueblo. - habló Lenalee señalando las luces que se vislumbraban colina abajo.

-Es pequeño. Creo que eso facilitará la búsqueda.

-No te confíes, Moyashi. Si los habitantes creen que se trata de un hada y no de una persona es porque hay más de lo que aparentemente se ve. - respondió Kanda. Al agudizar sus sentidos, percibió una extraña energía rodeando el pueblo.

-¡Akumas! - exclamó Lavi mirando la horda de monstruos de nivel dos que se acercaban al pueblo

Se agacharon para no ser descubiertos.

-Qué extraño… No siento la presencia de ningún Noé. - comentó Allen extrañado. Usualmente, la presencia de un Akuma venía aparejada de un miembro de la tétrica familia, pero en este caso, los seres parecían acercarse por voluntad propia.

-Debemos seguirlos. Deben estar siendo atraídos por la inocencia. - sugirió Lenalee.

El pueblo era pequeño, lo que facilitaría su tarea. Inspeccionaron varias viviendo, notando con extrañeza como los habitantes parecían realizar sus actividades cotidianas ajenos al peligro latente del exterior. Es como si no se dieran cuenta de lo que sucedía. Los Akumas continuaron su camino, ignorando por completo el pueblo y se adentraron a la parte alta del monte, desapareciendo entre una misteriosa neblina. Conforme avanzaron una extraña melodía llegó a sus oídos. Atraídos como abejas a la miel, los Akumas siguieron la voz deteniéndose en un claro. Cuando la neblina se disipó lo suficiente, los cuatro exorcistas alcanzaron a ver a una persona rodeada de por lo menos cien akumas.

Su cabello ondulado de color ceniza danzaba suavemente, mecido por el viento. Su piel era pálida, casi grisácea; sus ojos dorados resplandecían como luciérnagas en medio de la noche y en sus manos se dibujaban un par de estrellas negras. Estaba completamente vestida de blanco, caminando sobre gradas que ella misma parecía crear. El cuarteto presenció admirado como el "hada" cantaba suavemente y bailaba con los Akuma, pero lo que más los impactó, fue el hecho de ver cómo, con solo tocarlos, el alma humana se separaba del cuerpo y subía sonriendo hasta perderse en las estrellas del cielo nocturno.

-Esas personas… Están siendo exorcizadas con mucha gentileza. - murmuró Lenalee suavemente, abstraída por el sacro espectáculo. Era como ver a un ángel.

-¿Eh? ¿Ustedes pueden ver las almas? - preguntó Allen impresionado. Él lo hacía gracias a la maldición.

-Si, yo también las veo. - secundó Lavi acercándose cuidadosamente a la peliverde. Algo en la mujer que danzaba lo puso en alerta, por lo que no tardó en acercarse a la menor de los Lee para protegerla en caso de ser necesario.

-Esa mujer… parece un Noé. - Kanda preparó su espada. Al igual que Lavi, sintió desconfianza.

Minutos después, la misteriosa mujer dejó de levitar. Volteó su mirada hacia una cueva y habló:

-Ya pueden salir, están a salvo.

Los ojos cautelosos notaron a un grupo de pueblerinos salir temerosos de una cueva. Eran cinco personas para ser exactos. Se acercaron a la mujer inclinándose respetuosamente y venerando su mágica presencia.

-L-Le agradecemos mucho… Dejaremos ofrendas en su nombre, oh hada, todo poderosa. - Un hombre mayor se agachó haciendo amago de besar los pies femeninos.

El hada al notar ésto retrocedió.

-No es necesario. Solo vuelvan a casa y no suban la montaña por las noches. Por favor. - pidió visiblemente incómoda. Odiaba esa reciente práctica en los habitantes de Ararat de tratarla como una especie de deidad, si supieran su verdadera naturaleza estaba segura que no tardarían en quemarla.

El hada volteó su mirada al escuchar pasos a sus espaldas. Se topó con tres hombres y una mujer que vestían un uniforme particular. Los detalló con tranquilidad, detallándolos, hasta que se detuvo en Allen. Sonrió emocionada.

-Ustedes deben ser los exorcistas. - habló.

-¿Nos estabas esperando? - preguntó Lenalee. La presencia de esa mujer aún les robaba el aliento.

-Así es. - respondió dulcemente. El hada se acercó a Lenalee rodeándola, curiosa. Los varones se pusieron en guardia dispuestos a defender a su amiga. Esa mujer, muy parecida a un Noé, era condenadamente rápida. - Eres muy bonita.

-¿Quién eres? - intervino Kanda mientras acercaba su espada a la garganta de la chica.

Cuando los orbes dorados chocaron con los azules, Kanda sintió su cuerpo estremecerse por un instante. Su mente se desconectó, concentrándose únicamente en la chica y por un momento recordó la voz de sus recientes sueños.

-Lamento la descortesía… Mi nombre es Anelis Gray. - se presentó.


¡Hellou! Recientemente volvió mi adicción por D Gray Man, así que vengo a compartiles este fic por que creo que es un manga con una historia muy buena y única que merece mayor reconocimiento. Sin mencionar que la temporada de Hollow estuvo genial y quedé con ganas de ver a los tres papasitos de Kanda, Lavi y Allen XD.

Espero que le den mucho amor a esta historia también y ansío leer sus comentarios. ¡Nos leemos!