Era el mismo lugar; observó su entorno recordando haber soñado con él anteriormente, de hecho, las noches del último mes tenían el mismo patrón. Un pantano rodeado de luz; neblina tenue se acumulaba a sus pies y al fondo, una mujer de cabellos rubios que parecía estarlo llamando. No alcanzaba a escuchar su voz, pero Kanda sabía que lo llamaba, que le pedía ir por ella. Inicialmente estaba sola, pero después, su amigo Alma Karma se unió a la mujer. Ambos estaban de la mano, llamándolo, sonriendo, pero justo cuando se animaba a seguir, un hombre lo atravesaba como si fuera un fantasma. De cabello castaño, tez morena y ojos claros, vistiendo el antiguo uniforme de los exorcistas; dirigiéndose hacia la mujer y Alma, tomándolos de la mano y caminando los tres juntos hacia un lugar al que él no podía llegar.
Kanda, consciente dentro de su sueño, se dejó llevar. Siempre era la misma secuencia por lo que en cuanto la luz se apaciguara él despertaría. Solo era cuestión de segundos, por lo que tranquilizó su agitada respiración; sin embargo, para su extrañeza el sueño no terminó. De pronto, se vio a sí mismo en su habitación, dormido y a su lado unos cabellos color cenizo oscuro con rayones morados se desperdigaban.
-¿Qué demonios?... – se preguntó a sí mismo tratando de dar con la identidad de la persona.
-Kanda Yuu…
Kanda sintió una presencia a sus espaldas. El patrón de su respiración; el sonido de sus pasos, el peso en cada uno de ellos le era familiar. El espadachín volteó, quedándose helado.
-Tú eres…
-El Catorceavo Noé. – habló la sombra acompañando su presentación con una reverencia. De inmediato Kanda se puso en alerta, desconcertado ante la presencia de un Noé en su mente, especialmente del Catorceavo, quien hasta donde entendía, rencarnó en Allen. – Tranquilo, no estoy aquí para luchar contigo.
-¿Entonces qué quieres? – preguntó inseguro. No confiaba para nada en la tenebrosa sombra.
-Vine a rebelarte un secreto. Sobre el paradero de la persona que estás buscando. – Kanda abrió los ojos con sorpresa, a lo que la sombra sonrió.
-¿La conoces? ¡Dime dónde está! – exigió el peli blanco.
-Si, la conozco. Pero me temo que te tengo una mala noticia. Esa mujer que has visto en tu sueño al lado de Alma Karma no es a quién busca tu corazón. – reveló la sombra. Kanda arruó el ceño. Eso no era posible, esa mujer era la única que estaba en sus recuerdos desde que tenía memoria. – Sé que no me crees, pero es la verdad. Como has podido ver, ella ya encontró al hombre que buscaba y ahora su alma descansa en paz.
Kanda recordó la imagen del hombre de cabellos castaños.
-Dime todo lo que sepas… - ordenó Kanda molesto.
A partir de la revelación que el Catorceavo le hizo en ese sueño, el humor de Kanda había empeorado significativamente, a tal punto que únicamente Allen, Lenalee o Lavi eran los únicos capaces de tolerar su humor.
. . .
-¿Anelis Grey? – preguntaron Allen y Lavi al mismo tiempo.
La chica seguía levitando alegremente.
-Si. Y ustedes son los exorcistas que he estado esperando. – respondió rápidamente.
-¿Conoces a los exorcistas? – preguntó Lena interesada.
-Bueno… una persona muy especial para mí me habló de ustedes. Él dijo, "Anelis, busca a los exorcistas. Vete con ellos antes de que el Conde del Milenio te encuentre." Así que me esforcé mucho para atraerlos hasta aquí. – finalizó la joven tocando el suelo con sus pies descalzos.
-¿Quién es tu maestro? – preguntó Kanda. Esa mujer se le hacía muy sospechosa, especialmente porque sus rasgos físicos eran prácticamente iguales a un Noé cuando no estaba en su forma humana.
-¡Oh! Eso no puedo decirlo aún. Primero debo encontrar a Cross Marian.
-¿A mi maestro? – Allen se acercó interesado.
-Eh… No sabía que tenía un pupilo… - comentó Anelis pensativa. – Pero en teoría Cross Marian debía venir por mí y si tú eres su discípulo sabrás dónde está.
-Bueno… yo no estaría tan segura. – Lavi se rascó la cabeza. Cross Marian había vuelto a desaparecer hacía casi un año.
-Cross Marian desapareció y la Orden desconoce su paradero. – informó Lenalee apenada.
Anelis sintió de pronto un escalofrío por todo su cuerpo haciendo que su respiración se detuviera. Kanda, gracias a su entrenamiento alcanzó a percibir el cambio en el cuerpo de la chica, indicativo de que estaba nerviosa.
-¡No hay problema! Iré con ustedes de todas formas. Se que tendré mayores posibilidades de encontrarlo al lado de los exorcistas. Así que no hay tiempo que perder. ¡Andando! – alentó Anelis.
El cuarteto se miró entre sí, desconfiados por lo sencillo que había sido la misión. Los Akumas fueron derrotados por el "hada" y no hubo señales de los Noé, algo extraño tomando en cuenta que se trataba de una inocencia.
Durante el viaje hasta la Orden Oscura, Anelis se mantuvo obediente. Se colocó una capa con un gorro que cubría completamente su rostro, a lo que Kanda se preguntaba de quién se ocultaba. Cuando llegaron a las instalaciones, Komui los esperaba sonriendo, o bueno, al menos a Lenalee. Anelis observó con detenimiento el gigantesco lugar y reparó en la puerta.
Utilizó sus poderes para adormecerla sin que los presentes lo notaran ya que debía evitar a toda costa que hablara sobre su identidad.
-¡Mi adorada Lenalee! ¡Qué alegría tenerte de vuelta! – Komui hizo el intento de abrazar a su hermana, a lo que la peli verde se movió hacia un lado haciendo que cayera estrepitosamente contra el suelo.
-Estamos en casa, hermano. – saludó la china. – Trajimos la inocencia, es ella.
Anelis se quitó la capa. La sonrisa en los miembros del equipo científico se esfumó de inmediato.
-Hola mucho gusto. – saludó Anelis sonriente.
-Ejem… Mi nombre es Komui Lee, soy el director de esta sede. – de la nada, Komui se acercó invadiendo el espacio personal de Anelis, haciendo amago incluso de querer tocar su piel y las llagas en forma de estrellas negras tatuadas delicadamente sobre sus manos. – Qué chica tan curiosa… Dime algo, ¿no conocemos a tus padres o familiares? – preguntó el director. Kanda de inmediato supo que el obsesivo hombre tuvo su misma sospecha.
-A-Ah… no sabría decirte. – respondió Anelis echándose hacia atrás. No debían tocarla, era una regla. Se detuvo cuando sintió el pecho de Kanda a su espalda y el cómo éste la fulminaba con la mirada. – P-Pero estoy buscando a Cross Marian, imagino que a él sí lo conocen.
-¡Claro que conocemos al General! Aunque, hasta donde sé a él solo le interesaban las mujeres mayores. Ya sabes, más experimentadas y desarrolladas. – comentó Komui.
-¿Disculpe? – preguntó Anelis confundida mientras se distanciaba de Kanda.
-Eres una amante del General, ¿no?
El sonrojo colectivo no se hizo esperar antes las descaradas palabras del director.
-¡C-Claro que no!
-Hermano… - al notar el bochornoso momento que generó en la joven las inapropiadas palabras de su hermano, Lenalee optó por darle una patada que lo mandó a volar, haciendo que incluso la puerta principal se abriera.
-Tal parece que se nos ha unido una nueva exorcista. – Comentó Reever Wenhamm soltando una bocanada de humo. – Oye tú, en vista de que nuestro jefe está incapacitado el departamento científico estudiará tu inocencia y haremos tu uniforme.
-¿No cree que es muy pronto para darle el título de exorcista? – intervino Kanda molesto.
-Si lo es, pero Hev la revisará y si es un enemigo, ustedes deberán acabar con ella. – fue la "simple" respuesta de Reever.
Anelis asintió temerosa.
Después de eso, los cuatro chicos no volvieron a ver a la chica nueva hasta la cena del día siguiente.
. . .
En el comedor de la orden, el cuarteto se encontraba cenando. Lavi reparó en que Lenalee no había probado bocado, por el contrario, miraba atenta hacia la puerta principal.
-¿Ocurre algo, Lenalee? – preguntó el pelirrojo preocupado.
La aludida dirigió su mirada al único ojo visible de Lavi.
-No es nada, solo estoy preocupada por Anelis. Desde ayer no sabemos nada.
-¿Crees que ocurrió algo? – preguntó Allen comiendo su quinto plato de comida.
-Lo dudo. Ya nos hubiesen llamado. – respondió Kanda.
-¡Ah! ¡Ahí están! ¡Chicos! – Era Johnny, quien venía acompañado de Komui y más atrás, Anelis.
-¡Anelis! – saludó Lenalee emocionada.
La razón por la que la nueva exorcista tardó tanto se debió a que Johnny la retuvo un día entero para confeccionarle su traje, el cual consistía en un vestido negro pegado al cuerpo, que dejaba uno de sus hombros al descubierto, su hechura asimilaba a estar hecha a partir de un pétalo de flor. La zona de su cuello y brazos esta cubierta por una tela semi transparente de color rojo, al igual que en sus piernas y finalmente, unas delicadas sandalias negras resaltaban. En el grueso tirante las insignias que la identificaban como exorcista brillaban.
-Jeje – sonrió Johnny. – Admiren mi ultimo diseño. Ya que en su tierra la catalogan como un hada, decidí que su traje simulara que es una. – afirmó el científico orgulloso.
-Muchas gracias, señor Johnny, señor Komui. – respondió Anelis inclinándose con respeto.
-¡Te queda muy bien. Anelis! – Felicitó Lena emocionada. En la Orden Oscura era poco común encontrar féminas exorcistas, de hecho, eran un grupo reducido en comparación con el porcentaje masculino, de ahí su felicidad de encontrar una chica de su edad con quien relacionarse. Pese a vivir momentos difíciles durante toda su vida, seguía siendo una adolescente después de todo.
Anelis sonrió agradecida. Kanda detalló a la joven con recelo. Si el traje le quedaba bien, cumplía su intención de hacerla ver como un hada de cuentos mágicos, pero a diferencia de sus compañeros, él seguía desconfiando de la mujer.
-Lenalee, ¿podrías mostrarle a Anelis la base y su habitación? – preguntó Komui extendiéndole una nota que indicaba su número de habitación y el piso donde se encontraba en el nuevo edificio.
Cuando las chicas se retiraron, Kanda fue el primero en tomar la palabra:
-No nos llamaron, supongo que Hevlaska la aceptó.
Allen, Lavi y Johnny desviaron su atención hacia Komui quien suspiró.
-No puedo afirmar que la aceptó, pero definitivamente no la rechazó.
-¿De qué habla Komui? – preguntó Lavi preocupado.
-Bueno ellas dos… Solo se quedaron mirándose entre sí sin decir una sola palabra y luego, Hev se inclinó ante Anelis y me indicó que su inocencia es de tipo parásito, aunque no modifica como tal su cuerpo.
-¿Hevlaska… se inclinó? – preguntó Allen sorprendido. Ni aún con él, que lo llamó "destructor del tiempo", hizo tal cosa.
-Eso no es normal. – advirtió Kanda.
-Lo sé, pero tampoco tengo razones en su contra para desconfiar. Es por eso que le asignaré un vigilante. - Kanda rio por la bajo. Casi sentía lástima por el pobre diablo al que le correspondería cuidar de esas sospechosa mujer. Esperaba que fuese alguien fuerte ya que, en caso de ser una traidora, debería tener la fuerza necesaria para matarla. – Kanda… - llamó- tú misión será vigilar a Anelis e ir con ella a las misiones que le asigne.
Allen y Lavi estallaron en carcajadas ante el gesto de completo desagrado en el espadachín, quien tomó la mesa y la lanzó directo a Komui gritando un "¡no soy niñera de nadie!" mientras se retiraba del comedor.
-Admito que estaba preocupado al principio, pero ahora que Yuu será su vigilante me siento más tranquilo. – comentó Lavi mientras terminaba su bebida. El pelirrojo, de corazón, esperaba que Anelis no fuera ninguna traidora, especialmente por la reciente cercanía que Lenalee parecía querer iniciar con ella.
. . .
-Ya te he enseñado casi todo, solo falta tú habitación.
-Este lugar es enorme… - comentó Anelis admirada.
-La base anterior fue destruida por el enemigo, así que… - informó. Anelis notó la tristeza en los orbes esmeralda.
-Imagino que perdiste a muchos amigos, pero lo importante es que ustedes continúan de pie y no han sido derrotados. – La chica de cabellos ceniza oscuro tomó las manos de Lenalee y sonrió con gentileza. La china reparó entonces en las marcas con forma de estrella tatuadas sobre la delicada mano.
-Esas marcas…
Anelis dirigió su vista dorada a sus manos. Sonrió.
-Recuerdo que, una noche estuve muy enferma. Tenía fiebre y mis manos empezaron a sangrar. La persona que me cuidó pensó que estaba poseída por el diablo así que huyó dejándome sola. Creí que iba a morir esa noche, pero en su lugar, aparecieron estas marcas cuando desperté. – confesó.
-¿Y nunca te has sentido extraña? Como si tuvieras a otra persona dentro de tí – preguntó temerosa la peliverde. Recordó aquella ocasión en la Allen despertó totalmente distinto, cuando el Catorceavo empezaba a mostrarse.
-Siempre he sido Anelis desde que tengo memoria. Así me llamó mi padre, mi madre y mi maestro.
Ambas se detuvieron en una puerta localizada en el ala oeste de la base, específicamente en el tercer piso.
-Tu habitación es esta. Uno A… - el gesto en Lenalee cambió drásticamente. Oh no, eso no era para nada bueno. Su hermano estaba tramando algo…
El sonido de unos pasos, llamó la atención de las féminas. Kanda se detuvo al notar a ambas chicas paradas dentro de la habitación que estaba frente a la suya. Dado su mal humor del reciente mes, la mayoría de exorcistas se mudaron de piso y Komui optó por no asignar esas habitaciones, hasta ahora.
Anelis observó con detenimiento a Kanda. Los orbes azules y dorados chocaron; ninguno cedía a la presión, hasta que el espadachín bufó y se encerró en su habitación.
-Creo que no le agrado. – comentó Anelis.
¡Holaaaa! Aquí el segundo capítulo, espero que lo dsifruten mucho.
