Notas:

1 - La Sra. Bennet tiene movilidad muy reducida y le cuesta mucho hablar.

2 - El comentario de Silimom224 está muy bueno. Lo único que voy a responder es que Darcy está muy enamorado de Elizabeth y no va a hacer nada que no sea ético. No quiero adelantarme a la historia, pero van a pasar muchas cosas.

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Desde que la epidemia de viruela había llegado a Pemberley, Darcy había tenido muy poco tiempo para leer su correspondencia, y reunirse con su administrador para comenzar a planificar la próxima cosecha.

Lamentablemente doce de sus inquilinos habían sucumbido a la terrible enfermedad: ocho eran niños, tres eran ancianos y uno de ellos era un hombre de unos veinticinco años que tenía esposa y dos hijos pequeños. A diferencia de otros caballeros de su época, Darcy - al igual que su padre y su abuelo – además de cobrar la renta, velaba por el bienestar de sus sirvientes e inquilinos. Por ello, tenía unas pequeñas cabañas en el borde de Pemberley, donde vivían los ancianos que fueron sirvientes o inquilinos en Pemberley, que no tenían familia. Dado que la situación de la joven viuda y sus hijos era desesperada, le ofreció una de las cabañas para que viviera allí sin necesidad de pagar renta.

Dado que todo indicaba que la epidemia había terminado, y Georgiana estaba fuera de peligro, Darcy se despertó muy temprano y se encerró a trabajar en su despacho. Primero comenzó por abrir y leer las más de 50 cartas que tenía apiladas en su escritorio. Varias de ellas eran de conocidos, algunas eran invitaciones a fiestas, otras de potenciales clientes o de negocios que debía analizar.

Un par de horas más tarde, se sorprendió al ver que había una carta sin abrir de Elizabeth que había llegado hacia al menos dos semanas. Sabía que durante las semanas que Georgiana estuvo entre la vida y la muerte, la Sra. Reynolds había dejado la correspondencia en su escritorio, y él ni siquiera había chequeado los remitentes. Como la carta era para Georgiana, la tomó y se dirigió a la habitación de su hermana para llevársela.

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Hacía tres días que Georgiana no tenía fiebre, pero se sentía muy débil y le dolía la cabeza. Dado que estaba sola en la habitación, se levantó con dificultad, y lentamente se dirigió al gran espejo que estaba en su vestidor.

Al ver su reflejo, sus ojos se abrieron horrorizados por la sorpresa; estaba muy delgada, su cabello y ojos habían perdido por completo el brillo, pero lo peor era que tenía varias cicatrices en el rostro.

Si antes de la viruela, Georgiana tenía muy baja autoestima, y se consideraba poco atractiva, ahora estaba convencida que nadie la iba a querer. Iba a ser solterona toda su vida, y una carga para su querido hermano.

Muy afligida comenzó a llorar desconsoladamente. Sus piernas le temblaban y le costaba mantenerse en pie. Con dificultad logró sentarse en el piso y siguió llorando.

Así la encontró Darcy cuando después de tocar la puerta y no recibir respuesta, entró en su habitación. Al escuchar los sollozos, desesperado, Darcy corrió al vestidor y vio a su hermana en el piso. Muy preocupado, se agachó y tomándole la mano le preguntó, "Georgie, ¿qué sucede? ¿te sientes mal?"

Al ver el rostro de preocupación de su hermano, Georgiana siguió llorando y con dificultad balbuceó, "estoy bien, no te preocupes, Hermano."

"No, no estás bien." Con suavidad le levantó el mentón para mirarla a los ojos, "Dime, por favor, que te sucede. ¿Te sientes mal?"

Georgiana no quería preocupara a su hermano y además se sentía muy incómoda hablando con él sobre sus inseguridades. Por ello, simplemente contestó, "No es nada. Simplemente me duele mucho la cabeza y me siento muy fatigada."

Al notar que su hermana había bajado la mirada y no quería hablar más, simplemente respondió, "Al doctor va a venir esta tarde a examinarte nuevamente. Recuerda que no debes hacer esfuerzos, ni levantarte hasta que te sientas mejor." Con facilidad la levantó en brazos y la acostó nuevamente en la cama.

Después de acomodar las almohadas para que Georgiana estuviera más cómoda, abrir las cortinas para que entrara luz natural, y sentarse en una silla al lado de la cama, Darcy le dio la carta de Elizabeth.

Georgiana miró el remitente y comentó, "La carta es de la Srta. Bennet." Miró a su hermano y preguntó, "¿Podrías leerla en voz alta?"

Darcy asintió gustoso. La carta era relativamente corta y se notaba que Elizabeth estaba muy triste cuando la escribió. Les contaba que su madre estaba muy enferma y que Longbourn estaba a la venta. Por esos motivos, prefería que no fueran a visitarla a Longbourn antes de ir a Londres.

Al leer la noticia de la venta de Longbourn, al principio Darcy palideció. Pero después llegó a la conclusión que seguramente Bingley quería comprar una hacienda del tamaño de Netherfield, y seguramente la Sra. Bennet y sus hijas solteras iban a vivir con él y su esposa. En ningún momento pasó por la cabeza de Darcy que Bingley podía dejar sin casa a su familia política.

Varios días más tarde, Georgiana contestó la carta de Elizabeth, pero lamentablemente, nunca llegó a destino.