11 de abril de 2011
Haber salvado al mundo mágico británico de un demente señor tenebroso de rostro sin nariz le ha dado a Harry Potter ciertos privilegios por sobre el resto de los magos y brujas que, si debemos ser completamente honestos, Harry sería un tonto de no aprovecharlos; y como Harry Potter es muchas cosas, pero tonto no es algo que pueda adjudicársele a su persona, no es de extrañar que en estos momentos esté haciendo uso de su fama de héroe para su conveniencia. Es precisamente por este hecho, que a nadie le sorprende que la directora McGonagall le haya dado permiso a Teddy (y a toda la prole Weasley que acude a Hogwarts) para que viajen a través de la chimenea de su oficina hacia la casa de su padrino donde, al igual que cada once de abril, lo estará esperando una fiesta de cumpleaños repleta de deliciosa comida y más regalos incluso que los que Dudley Dursley solía recibir de parte de sus padres.
Es que sí, cuando se trata del cumpleaños de Teddy, Harry no escatima en gastos ni se sonroja para pedir tratamientos especiales. De hecho, es todo lo contrario. Nuestro héroe de gafas redondas se asegura de que cada cumpleaños de Teddy sea especial y nunca le falte nada. Todo lo que su ahijado quiere, de seguro estará allí para hacerlo feliz; y a nadie debería sorprenderle que Harry actúe de esta forma con Teddy, después de todo, él no tiene hijos a quienes malcriar. Es hasta casi lógico el hecho de que Harry trate a Teddy como el hijo que él nunca tendrá, visto y considerando la vida solitaria que parece que poseerá de aquí a adelante. Además, y si recordamos que la infancia de Harry ha estado plagada de abusos y carencias, tanto materiales, como así también afectivas, no es de extrañar que él no quiera que su ahijado padezca lo mismo que él ha tenido que sufrir a manos de sus tíos.
Es por este preciso motivo que Harry, al igual que cada once de abril, se ha encargado de organizarle la mejor cena de cumpleaños a Teddy; y como cada año desde que Narcisa y Andrómeda se reconciliaron, la presencia de Draco se ha convertido en una constante de esta ocasión.
Harry bebe un poco del vino que tiene en su copa y observa cómo Teddy se encuentra charlando animadamente con Draco a unos cuantos metros de distancia. Ambos primos sueltan una carcajada ante algo que Teddy le muestra a Draco, y eso es lo único que Harry necesita escuchar para que algo se remueva dentro de su pecho; aunque no es la bestia de los celos que vive en su estómago. No, no son celos lo que Harry siente presionando contra su pecho con insistencia, sino anhelo por estar riendo junto a ellos como especie de familia.
Harry sacude la cabeza para despejarla de estos pensamientos, y se patea mentalmente por pensar en Malfoy como su pareja y en Teddy como una especie de hijo de ambos. Luego, toma la copa con fuerza y bebe un poco más de esa alcohólica bebida para acallar con ella estas extrañas e irrealizables ideas que no han parado de asaltarlo desde que Draco pasó a través de su chimenea esta tarde. Un delicado aroma floral lo saca de ese lugar apartado de su mente en el cual no hace más que maldecirse a sí mismo por encontrar injustamente atractiva la forma en la que esa apretada camisa se ciñe a la figura de Draco, y lo trae de regreso a la realidad donde tiene a Luna sentada a su lado.
─Tú también lo notaste, ¿verdad, Harry?
Luna pregunta esto con ese tono soñador que tanto la caracteriza, mientras sus ojos permanecen desviados hacia algo que tiene frente a ella, aunque Harry no podría aportar en qué los tiene puestos aún si su vida dependiera de ello. Conociendo a Luna y las… peculiares creencias de ésta, no le extrañaría que ella esté "viendo" a unas criaturas irreales capaces de hacerte hablar con graznidos si no saltas en un pie durante cinco minutos completos mientras cantas el "Feliz cumpleaños". De todos modos, eso no evita que Harry se arriesgue a preguntarle de todos modos qué es lo que ella está viendo con tanta atención.
─¿Notar qué? ─Pregunta Harry con poco interés, a la vez que le da un gran trago a su copa de vino.
─Lo muy atractivo que es Draco, interna y externamente.
Y es inmediato. Al oír esta inesperada confesión, Harry se atraganta con el vino que todavía está bebiendo y comienza a toser de una manera tan fuerte que incluso capta la atención de varios de los presentes, entre ellos (y para mayor consternación de Harry) la de Draco. Luna, por su parte, ni siquiera parece inmutarse de casi haber sido la responsable de haber causado la muerte del héroe del mundo mágico por ahogamiento, y simplemente le lanza a Harry un hechizo Relashio sobre la garganta para aliviarla. Harry, por su parte, trata de volver a respirar con normalidad lo antes posible para evitar hacer aún más el ridículo de lo que ya lo ha hecho, a la vez que le lanza una fulminante mirada a Luna. Luna, fiel a su extravagante personalidad, ni siquiera parece registrar que Harry está atravesando dagas en sus ojos sólo con la mirada que le está dando y, por el contrario, continúa con esta disparatada conversación como si estuviera hablándole del clima que hace fuera.
─¿Sabes, Harry? No es de extrañar que Draco reciba tantas propuestas para salir. Y no lo digo sólo por decirlo. Oh, no. Él mismo me confesó esto en mi cumpleaños.
Luna hace una pausa en su extraño discurso para beber un poco de jugo de calabaza, lo cual deja a Harry rumiando por dentro con enfado y con la bestia de los celos completamente despierta y arañando todo a su paso. ¿Quién en su sano juicio ha osado invitar a salir a Draco y sin que él se haya enterado de esto? ¿Y por qué siquiera le importa que Draco reciba propuestas de citas? ¿Qué él no había admitido en el cumpleaños de Luna que Draco fue, es y siempre será alguien atractivo? Por lo tanto, no debería sorprenderle a Harry el hecho de que Malfoy reciba invitaciones a salir. Lo que sí deja a Harry perplejo y completamente irritado es el hecho de que esté siquiera considerando el hecho de darle Veritaserum a Luna para sonsacarle los nombres de los imbéciles que le han pedido una cita a Draco, para ir a ajustar cuentas a hechizos y maldiciones con esos idiotas una vez que tenga confirmadas sus identidades. Sí, claramente el león de los celos que vive dentro de su ser nunca antes había estado así de violento y sobreprotector con nadie de los antiguos intereses amorosos de Harry, sin embargo, eso no quiere decir que él vaya a admitir nada. Harry, como el buen terco y negacionista que es, se rehúsa a admitir que tiene sentimientos por Draco que van más allá del respeto mutuo; demasiada humillación interna ya está sintiendo en estos momentos, muchas gracias.
Aunque Luna no parece percatarse de la lucha contradictoria que se está librando dentro de la mente de Harry, y como si simplemente estuviera comentando lo deliciosa que está la comida, continúa brindándole a Harry información sobre Draco que lo deja esperanzado y desilusionado al mismo tiempo. ─Y tampoco es extraño que Draco todavía no haya aceptado salir con ninguno de ellos, ¿sabes? Si me preguntas mi opinión, creo que Draco está esperando a que el verdadero elegido se arme de valor y haga un movimiento para invitarlo a salir.
Luna se gira para verlo y lo observa con esos ojos soñadores que tiene durante unos segundos que se le hacen dolorosamente eternos a Harry. Finalmente, y después de lo que parecen haber sido siglos, Luna le pregunta algo a Harry que lo deja balbuceando incoherencias en el lugar. ─Me pregunto, ¿a dónde ha ido toda tu valentía, Harry?
Y como si no hubiera hecho la pregunta más importante y problemática de la historia, Luna deja a Harry aturdido en desconcierto, y se va dando saltitos infantiles hacia el lugar donde Ginny se encuentra humillando a Ron en una pulseada de brazos.
Harry, después de la partida de Luna, se queda con la boca abierta y la mirada cargada de horror y algo que se asemeja a la vergüenza. La copa de vino, la cual se encuentra peligrosamente a punto de caer de sus manos, se halla inclinada hacia uno de los costados y por ella comienza a verterse algo de vino sobre la alfombra costosa que Narcisa le regaló mientras estaba remodelando Grimmauld Place. Sin embargo, ni siquiera el posible peligro que representa el que Narcisa vea la forma descuidada en la que está dejando que una mancha difícil de sacar caiga sobre su costoso obsequio consigue apartarlo de las implicaciones que, aparentemente, tienen las palabras que Luna acaba de decirle sin el menor tacto.
¡Merlín! Harry ya no tiene la edad ni la paciencia necesaria para soportar esta clase de situaciones. Quizás Teddy lo perdone el próximo año si para su cumpleaños sólo lo lleva a ver un partido de Quidditch; porque Harry no cree que su cordura quede intacta si tiene que volver a pasar el próximo año por otro interrogatorio completamente aterrador de Luna.
Aclaración dentro del capítulo: la fecha exacta del cumpleaños de Teddy nunca se menciona en los libros, pero se sabe que es en abril. Me tomé la libertad de elegir el once de abril como su fecha de cumpleaños.
Notas finales: muchas gracias a todos por leer. ¿Qué les va pareciendo la historia? Espero que les esté gustando y se estén divirtiendo tanto como yo lo hago escribiéndola. Trataré de actualizar lo más pronto posible. Besos a todos.
