Red Velvet
Capítulo 129: Disfrute
…
Mistral los saludó temprano en la mañana, brillando.
Le sorprendió el ver tanto brillo ahí, tan diferente a lo que acostumbraba, ya que era más común en su día a día, el tener días oscuros, el sol aun teniendo problemas para mostrarse del todo ante el perpetuo frio que había en Atlas, sobre todo en su casa, donde normalmente había más nubes que en el centro, ante la altura de las montañas.
Sea como sea, le pareció una vista agradable, le pareció bonito, nuevo.
Disfrutó de la imagen, y no dudó en tomar una foto para mandarle al Ruby, queriendo mostrarle un poco de eso a su mujer, así como aprovechar de saludarla, de darle los buenos días, era su rutina después de todo, sin importar donde estuviese.
Eso le hizo ver los mensajes pasados, y recordó lo que sucedió.
Se obligó a negar, a quitar esos pensamientos de la cabeza, porque sabía que debía apurarse, y ni siquiera veía a su hermano en la habitación, así que él debió ganarle en despertar, así que, se levantó, y fue directamente a la ducha, para quitarse cualquier vestigio de lo sucedido, y esperaba que su accidente, no tan accidente, no fuese notado por las mucamas que pasarían ahí cuando ellos se retirasen.
Salió de la ducha, se arregló bien el cabello, y se vistió, y fue donde su familia, estos ya sentados en la mesa, desayunando, ambos tranquilos mirando la televisión, y en cierta parte era extraño el escuchar un acento que no acostumbraba, pero lo entendía, de todas formas, su trabajo le exigía entender diferentes idiomas, para poder comunicarse con diferentes socios de la compañía.
No solía tomarse un tiempo así, descansando cuando salía de su zona de confort, sus visitas a los asentamientos mineros eran breves, iba ahí a terminar su trabajo, trabajando en modo automático, y si bien faltaban algunos meses para que tuviese esa rutina anual y les diese una visita, estaba realmente emocionada de hacerlo, de ver también ese mundo tan usual con ojos diferentes.
Ahora todo era diferente, y disfrutaba cada ápice de ese nuevo mundo.
Ruby le había abierto los ojos, le había abierto la mente.
Había abierto muchas cosas en ella.
Incluso…
No, no, que estaba siendo una persona decente, no podía volver a caer en la tentación, menos tan temprano.
Sea como sea, los tres desayunaron en paz, preparándose para la salida que tendrían, y esperaron hasta que los guardaespaldas que tenían, así como el conductor, estuviese listo para llevarlos.
Se subieron a la limosina, agradeciendo el aire acondicionado, porque si, hacía mucho calor, más del que acostumbraba, y menos mal que decidió usar ropa más ligera para viajar, le gustaba ahora el calor, si, tanto como el frio, pero no le agradaba la idea de estar sudando.
Le gustaba, sí, pero con Ruby.
Pero ese era un tema a parte.
El vehículo los llevó por diferentes lugares, aprovecharon de pasear, de conocer lo que más podían de la ciudad, ella sacando más fotos de lo que estimaba necesario, pero quería pruebas de cada cosa que veía, las calles de Mistral, de la ciudad en la que estaban, estaban tranquilas, sin mucho caos ni bullicio, sin atestarse, y sin duda lo que le parecía más bonito, era la arquitectura que tenían los edificios, antigua sí, pero se notaba que se habían esmerado para mantener aquello como un patrimonio del lugar.
En la noche no pudo verlo con tal detalle, pero ahora de día podía.
Se bajaron solamente para dar una vuelta por la costa, disfrutando el aire fresco, del sol cálido, de lo que ese lugar tenía para ofrecerles, y ella volvió a tomar fotos. Se sentía como una niña viajando a un lugar nuevo, aunque quizás si era una niña viajando a un lugar nuevo, sobre todo con la nueva forma en la que veía su alrededor.
Así que aprovechó cada segundo.
Su padre ya estaba harto de ella, tomándole fotos desprevenido.
Bueno, a ambos.
Su pobre hermano ya estaba rojo.
Siguieron así, hasta la hora del almuerzo, para visitar uno de los restaurantes que había querido visitar, que no estaba en lo alto de un edificio, ni era realmente lujoso para los estándares de un Schnee, sin embargo, si era algo poco común, ya que se trataba de un antiguo barco, que usaron para crear un restaurante. La comida de mar no era su favorita, pero tampoco era muy común donde vivía, así que, de nuevo, tenían que aprovechar de comer cosas nuevas, y ahí, mirando el mar tan de cerca por las ventanas, prácticamente sintiendo las olas chocar contra ellos, disfrutaron de una buena velada.
Ambos hombres a su lado parecieron impresionados con su decisión, así que creía que había ganado un punto con ellos.
Luego de eso, volvieron a subirse a la limosina, y dejaron el centro de la ciudad, lo turístico, para adentrarse las calles, dirigiéndose a la autopista, y ahí los edificios cambiaron, y empezaron a ver casas más grandes, un lugar más privado, más lujoso, y no tenía duda que así sería donde vivía el socio de su padre, donde ambos tenían en común eso de hacerse notar, sobre todo si se trataba de dinero.
Ella era diferente, se conformaba más con la practicidad, con lo cálido del ambiente, más de los meros lujos.
Tal vez ahí Ruby también había influido.
En recinto privado se veía imponente desde afuera, y pasaron unas grandes rejas, siguiendo el camino, y lo que más le llamó la atención, era la vegetación, todo floreado, verde, lleno de vida, la mansión era imponente sí, pero los alrededores, y en cada esquina, veía una cantidad de colores que lo hacía ver tan vivido, y sintió algo de envidia, ya que en la montaña y en el frio constante de Atlas, era difícil el tener jardines así, el poder ver algo así era complicado, incluso con los recursos que tenían.
Su madre solía tener un invernadero, pero nadie lo tocó desde ese entonces.
Desde lo que ocurrió, desde lo inevitable.
Tal vez debería pasarse por ahí algún día.
Quería tener a su familia presente en cada momento, y creía que era una buena idea para empezar a rememorarla de una forma diferente.
La idea le hizo sonreír.
El socio de su padre era tan estoico como él mismo, pero parecía genuinamente feliz de la visita, ofreciéndoles algo de beber, cordialmente invitándolos a sentirse como en casa. Sabía que esa era una reunión más de trabajo, pero vio a su padre emocionado de hacer algo diferente, de tenerlos ahí, de poder todos juntos participar en eso.
Probablemente, para ella, eso sería aburrido, pero el solo verlo así, le hacía entender que, a pesar de ser forzado a esa vida, el tener reuniones así, parecía ser lo que le acomodaba. Tal vez por lo mismo solía llevar socios a la casa, a tomarse una copa con él, el hacer negocios, pero en la comodidad de su hogar.
Tal vez también podía juntar las cosas que apreciaba en la vida.
Iba a ser un largo día, pero lo iba a disfrutar.
…
Soltó un suspiro, acomodándose en la silla, mirando alrededor.
Una vez más analizando cada lugar en el que estaba, cada lugar al que iba.
Y ese lugar, ahí, la hacía sentir cómoda.
La suite era grande, a pesar de que no tenía los lujos de su propia casa, pero tampoco creyó necesario el que tuviesen cada uno una habitación de hotel diferente, una suite para cada uno, separados por grandes murallas. Le parecía suficiente lo que tenía, era prácticamente una casa, y se sentía mejor que cualquier otra opción.
Si, no prefería lugares grandes, lujosos, pomposos.
Fríos.
Si no que prefería lo que sea que le diese ese calor de hogar, y ese lugar era perfecto.
Querían estar juntos, y era una buena oportunidad de estar en un lugar así, que los hacía mantenerse lo más juntos posibles.
Probablemente era tonto, y sobreprotector de su parte, tal vez un poco paranoica, pero si pasaba algo, prefería estar ahí mismo para reaccionar a tiempo, cosa que sería difícil si estaban cada uno en una parte del hotel diferente.
Su preocupación era la misma que mostró Ruby cuando el viaje se hizo presente.
El miedo a la muerte estaba latente, y probablemente seguiría latente para siempre.
Iba a estar paranoica, sí, pero al menos evitaría el hacer aún más intensa esa paranoia.
Salió de su cabeza cuando los empleados del hotel hicieron su aparición, moviendo uno de sus carritos, avanzando hasta la mesa, dejando arriba de esta, elegantemente dispuesto todo, la cena del día.
Iban a ir a cenar a algún lugar, así como hicieron para el almuerzo, pero luego de ir a ver al socio de su padre y estar afuera moviéndose, ninguno de los tres parecía tener ganas de socializar más. Y era gracioso, porque se dedicaban a eso, a socializar, pero los tres habían aceptado que no lo apreciaban tanto como para dedicarse las veinticuatro horas a ponerse la máscara encima, y como era una salida para disfrutar, decidían por sí mismos.
Y era agradable.
Ahí, los tres, cenando en calma sin que nadie los molestase.
Si que daba gusto.
La comida del hotel era de buena calidad, elegante, sabrosa, así que no tenía nada que envidiarle a algún restaurante de la zona. Su padre lo aprobó, así que debía de estar bien para su paladar fino. El suyo probablemente no estaba tan desarrollado, o más bien, estaba más desgastado, al comer tanta comida simple o comida basura. No se iba a quejar, le encontraba ya el gusto a comer comida rápida, siendo la elección de Ruby, así como la comida que esta preparaba, con el sabor genuino del hogar.
No le importaba el precio del plato, o la calidad de los ingredientes, simplemente disfrutaba de comer algo, de sentir un buen sabor, y así también disfrutar de la compañía.
Pasó mucho tiempo sin comer, ahora podía saborear sin problema, ya no comer por comer, comer por sobrevivir, no, ahora disfrutaba cada parte de su vida. Y creía que el más feliz con eso era Klein, que aprovechaba cada día para traerle alguna creación nueva.
Había crecido mucho en ese tiempo, y si bien lo pensaba seguido, nunca podía dejar de alegrarse por sus avances.
Se quedaron unos momentos ahí, sentados, hablando de todo y de nada mientras los empleados del hotel volvían para recoger las cosas y preguntarles por el desayuno. A penas estos se fueron, su padre soltó un suspiro pesado mientras que se excusó de la mesa solamente para sentarse en el sillón, su cuerpo cansado.
Se habían movido bastante durante el día, y estaba siendo muy duro para él, aun no reponía fuerzas por completo, su cuerpo aún no estaba saludable como debería, pero el doctor parecía tranquilo con su estado, pero, aun así, sobre exigirse sería su perdición, así que le tuvo el ojo encima, este teniendo su bastón a mano cuando sus piernas empezaban a darle problemas.
A pesar de lo intenso del recorrido del día, sabían aceptar cuando era hora de dejarlo, pero estaba contenta, porque lo habían aprovechado. Tanto él como Whitley parecían entretenidos, a pesar del factor social, pero por lo demás, parecían satisfechos.
Los negocios eran importantes, sí, pero tampoco tenían porqué ser aburridos.
Por su parte se quedó un momento sentada, disfrutando de un café helado, su hermano a su lado. Incluso a esa hora, ya luego del atardecer, en la oscuridad de la noche, hacía bastante calor para estar ya acabándose el verano. Aun así, ya le encontraba el gusto a la calidez, al calor del ambiente, tan diferente a lo que acostumbraba.
Le gustaría sentir ese calor con Ruby a su lado.
Estaba segura de que lo disfrutaría aún más.
"¿Weiss?"
Se había quedado mirando la nada, o más bien el paisaje que le mostraban los ventanales, en lo alto de ese hotel, ese paisaje ajeno, y de nuevo estaba segura de que lo disfrutaría aún más con Ruby, y estaba ansiosa de ver el mundo a su lado.
Perseguir el sol, como se habían prometido.
Así que le tomó por sorpresa cuando su hermano habló. Lo miró, preguntándole con la mirada, este luciendo extraño, como tímido, su cuerpo luciendo pequeño para lo alto que se había vuelto, a como era antes.
"¿Recuerdas que me preguntaste si quería ir a algún lugar?"
Por supuesto que lo recordaba.
Le preguntó prácticamente una vez al día, cada día de la semana, para asegurarse si él quería hacer algo o no, ya que su padre eligió a donde quería ir, que eran temas de negocios que hicieron durante el día, pero lo usaron para visitar lugares que eran atractivos turísticos y así mataron dos pájaros de un tiro. Por su parte tuvo más fijación en los lugares donde irían a comer que fuesen interesantes, así como el mismo hotel, le gustaba aprender cosas nuevas, era sin duda una parte nueva de su personalidad.
Pero su hermano no dijo nada.
No le dio ninguna idea ni parecía interesado en ir a ningún lugar en esa viva ciudad.
Obviamente, ante eso, asintió.
Su hermano, como queriendo enterrar su rostro en su caja torácica, levantó los hombros, claramente incómodo, nervioso incluso.
Oh.
Si quería ir a algún lugar.
"¿A dónde quieres ir?"
Preguntó, y Whitley dio un salto, poniendo un dedo en los labios, haciéndola callar. Sus ojos se fueron donde su padre, quien estaba viendo la televisión, completamente callado, probablemente estuviese pegándose una siesta.
Ya mejor debía irse a dormir y ya.
Le hizo un gesto a su hermano para que se calmase, y le aseguró que no iba a levantar la voz.
¿Qué le pasaba a ese niño?
Whitley tragó pesado, soltando un suspiro pesado.
"No quería decirlo, porque sé que va a sonar muy infantil de mi parte."
¿Infantil?
Le volvió a venir el pensamiento aquel a la cabeza, el que tuvo la semana pasada, al notar como Ruby y Whitley estaban felices jugando, o preparando las cosas para su juego, emocionados, como niños, los niños que nunca fueron, que no tuvieron oportunidad de ser.
Se quería reír de la reacción de él, pero el pensar en eso, no hacía nada más que partirle el corazón.
Ver a sus personas preferidas sufriendo así, por el pasado, no podía dejar de acongojarla.
Se acercó y puso una mano sobre la ajena, Whitley sin saltar ante su tacto, ya más acostumbrado, pero aun así no cambió su expresión corporal, aun tenso, aun avergonzado.
Procuró mantener su volumen bajo antes de hablar.
"Infantil o no, si quieres ir a algún lugar, puedes hacerlo, yo no voy a juzgarte por eso."
No era quien para juzgar a esta altura de la vida.
Whitley finalmente levantó el rostro, su ceño fruncido, pero luego de unos momentos su gesto se fue volviendo más leve, relajándose, para terminar asintiendo.
"¿No te vas a reír entonces?"
Negó, asegurándole.
No era tan mala hermana para reírse, aunque probablemente el tener a una novia que solía reírse demasiado de todo era sin duda una mala influencia, pero al menos por su parte sabía leer la situación para no arruinarlo.
Ruby a veces no, su risa era un mecanismo de defensa en varias ocasiones.
Pero era adorable, le encantaba.
Whitley inspiró, y luego la miró.
"Quiero ir a un parque de diversiones."
¿A un qué?
Se quedó completamente absorta.
Eso no se lo esperó, y se le notó en la cara, porque poco a poco, el rostro pálido de su hermano se tornó rojo por completo.
"¡Sabía que te ibas a burlar!
Si su padre estaba durmiendo, probablemente despertó con ese grito.
O sea, no se estaba burlando, aunque debía verse como que sí, y bueno, si se rio finalmente, pero no por la idea de su hermano, si no por su rostro avergonzado.
Le parecía adorable también.
Este soltó un bufido, cruzándose de brazos, y mirando lejos, haciéndole la ley del hielo.
Si, adorable.
No podía creer que llevaba tantos años perdiéndose esas situaciones, que tonta había sido al desligarse de la poca familia que le quedaba.
Intentó mantener la compostura para no hacerlo enojar más, no quería hablar aun teniendo la mueca que tenía que no sabía cuál era, pero a Whitley le indignaba verla. Como hermana mayor, estaba volviéndose más como Yang de lo que imaginó.
Y ya no sabía si era bueno o malo.
"Solo me tomó por sorpresa, no me estoy riendo, solo fue que no pensé que querrías ir a un lugar así."
O sea, ella tampoco había ido jamás, pero tampoco le llamaba demasiado la atención. No se consideraba muy aventurera ni valiente para hacer cosas así, además normalmente tenían mucha gente, y ya con las fiestas de Coco ya tenía suficiente.
Y los niños, también había muchos niños.
Iba a morir estresada si iba a alguno.
Whitley asintió, aun algo rojo, pero ya más resignado, su secreto saliendo a la luz, así que no le quedaba nada más que seguir con el tema.
"Me da curiosidad ir, y supe que hay un lugar así aquí, cerca del hotel, y está funcional hasta pasado la madrugada."
Oh, eso sonaba bien, así no tendría que soportar el calor, ni las multitudes, ni los niños. Todos preferirían ir en familia de día, pero de noche era un ambiente diferente.
Ahora que lo pensaba, tal vez no era mala idea.
"¿Por qué no vamos ahora?"
Preguntó, y Whitley dio un salto, nervioso, aún más que antes.
"¿Q-que? ¿Ahora?"
Pero si él quería ir, ¿Por qué no ahora?
"El vuelo de vuelta es el lunes de madrugada, no podremos desvelarnos mucho el domingo, ahora es el mejor momento."
Era la jugada más racional.
El domingo en la mañana tenían planeado dar unas vueltas por la zona, ir a un mirador, pasear más que otra cosa, así que eso también los dejaría cansados, sin energías, y ya tenían varios planes, no creía que ir al parque durante el día sería bueno para aprovechar el tiempo, menos si de día las personas solían ir en multitudes.
Su hermano la miró, entendiendo su punto, el cual era muy lógico.
Pero aún no parecía muy convencido.
Pero ella sí.
Se levantó del asiento, y se dirigió hacia su padre, quien estaba acomodado en el sillón, mirando la televisión totalmente concentrado, pero más bien parecía estar forzándose a mantenerse despierto. Se sentó a su lado, este notando su acercamiento, mirándola de vuelta.
"Padre, con Whitley vamos a ir a un parque de diversiones aquí cerca, ¿Quieres acompañarnos o te irás a dormir?"
Notó de reojo como Whitley puso una cara de profundo horror cuando lo dijo, como si este intentase ocultarlo con todas sus fuerzas, y si, eso hacía, ocultarlo, porque le avergonzaba el dejar en evidencia esa parte de sí mismo, la parte que quería divertirse, el ser un niño en vez de un adulto, y lo que más le avergonzaba era que su padre viese ese lado de él, ya que por muchos años su hermano se esforzó en ser la viva copia de su padre, el hacerlo orgulloso, el lograr todo lo que él logró, y sus deseos personales no tenían cabida en ese futuro.
Pero no, en esa familia nadie se iba a quedar con las ganas de hacer algo.
No iba a permitirlo.
Iban a disfrutar cada momento de sus breves vidas.
Su padre la miró, luego miró a Whitley, este completamente rojo, otra vez. Este parecía curioso, incrédulo incluso, pero mirando el reloj en su muñeca, tomó su decisión, negando, aceptando que a pesar de cualquier interés que tuviese, su cuerpo ya había tenido suficiente por el día.
"Estoy cansado, deberían ir ustedes, pero tengan mucho cuidado. No sé cómo son esos lugares, pero si necesitan algo, no duden en llamarme."
Ah.
Al parecer, a la próxima, irían todos juntos, así su padre sabría finalmente como eran esos lugares.
Ya quería volver a hacer planes en familia.
Notó preocupación genuina en él, mientras se levantaba del sillón, estirándose, dolorido, dispuesto a irse a dormir, ya que, si ellos salían, él no tenía razón para seguir de pie, y le causó ternura, porque si este se sentó ahí en vez de ir directo a dormir, fue para seguir cerca de ellos.
Como amaba a su padre.
Sin dudarlo se le acercó, abrazándolo.
Este estuvo tenso por un momento, y la abrazó de vuelta, aprovechando la instancia. No quería alejarse sin hacer eso, ya que se arrepentiría si la muerte atacaba de nuevo, por lo mismo siempre se despedía con fuerzas.
A Ruby a veces la apretaba demasiado, pero era resistente, así que podía con su afecto, con su padre, en cambio, tenía que controlarse, no tenía la misma fuerza ni vitalidad que Ruby, así que podría hacerle daño.
Su hermano, siguiéndola, entendiendo de dónde venía su acción, hizo lo mismo, obviamente fue un movimiento tosco, cuidado, como si temiese abrazar a su padre, bueno, no estaba acostumbrado, ni su padre tampoco, pero, aun así, cuando se quedaron pegados, de inmediato parecieron calmarse.
Ya se iban a acostumbrar.
Así como ella, donde abrazar ya era una segunda naturaleza en su vida.
La vida ahora era mejor.
Mucho mejor.
Capitulo siguiente: Valentía.
N/A: Capitulo chill, tranquilo, suave, familiar, para todo público. No dejo de sorprenderme de estos momentos que escribo, me toman por sorpresa cuando los escribo. No soy muy familiar, en lo absoluto, así que tengo que hacer esfuerzo para meterme dentro de la cabeza de Weiss, pero no lo he hecho tan mal.
Nos leemos pronto.
