Dr. Stone no me pertenece es propiedad de Inagaki y Boichi, yo sólo tomo prestado a los personajes para fines de esta historia.

~II. Antes de ti. ~

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Él sabía mejor que nadie que una utopía no se mantenía fácilmente. Los ideales de Ishigami eran absurdos e infantiles al concebir un mundo en el que todos cooperaran de buenas a primeras por una fantasía. Y si bien la desgracia fue superada, las cosas no regresaron al antiguo y sensato orden.

—Su intento de homicidio será juzgado y condenado, Dr. Volkov —informó Xeno solemnemente mientras observaba a su antiguo colega con una expresión gélida y seria—. No podemos pasar por alto este incidente y sepa que la organización a la que pertenece será investigada, tomaremos cartas en el asunto para impedir otra infiltración o ataque hacia el Dr. Ishigami.

Grigory por su parte se limitó a mirar a Xeno con tal frialdad, dejando en claro que no estaba de acuerdo con el dictamen.

—Al menos espero que esto le sirva como advertencia a Ishigami. —declaró sin una pizca de arrepentimiento en su voz.

Tsukasa, quien se encontraba presente en la pequeña sala de confinamiento que se le asignó al científico ruso, apretó los puños con enojo contenido ante las palabras del hombre, recordando aún el estado de su amiga y la desesperación de Senku y los demás.

—Y nosotros también esperamos que disfrute su estadía en prisión, Doctor —Shishio acotó—. Y agradezca que el sistema de justicia ha sido instaurado nuevamente.

Incluso en este nuevo mundo ningún crimen quedaría impune, y como tal, Tsukasa y Hyoga pudieron expiar sus anteriores crímenes. Ahora era él quien exigía justicia para sus amigos.

—Una falsa imitación de lo que alguna vez fue nuestro viejo mundo, si me permite agregar, Shishio. Desperdician el tiempo en ideales sin sentido en lugar de devolver al mundo su antigua gloria. —Grigory respondió airadamente.

Y de los presentes, fue Tsukasa quien comprendió cuál era el verdadero problema en toda esta situación. Él mejor que nadie sabía a lo que Volkov se refería porque en el pasado él había jugado su mejor carta bajo esa falsa premisa. Aunque, claro, en parte Tsukasa admitió que no todo se trataba de una actuación y era por sujetos como este que temía o se preocupaba por la restauración de la civilización.

—¿La gloria del viejo mundo, eh? —Xeno intervino antes de que Tsukasa pudiera replicar dicha afirmación del hombre—. Un mundo limitado por mentes patéticas sedientas de poder y que se encargaban de posponer el verdadero progreso. —Una siniestra sonrisa se dibujó en los labios del científico estadounidense, quizá en el pasado cometió errores pero fue Senku quién le dio una nueva visión y una nueva oportunidad—. Y por lo que he visto, usted pertenece a esa patética fracción de débiles mentales ¿No es así? Incapaces de ver más allá y de avanzar o dejar que otros logren lo que ustedes no pudieron… Qué poco elegante, Doctor.

Grigory se vió visiblemente afectado por las palabras de Wingfield, se quedó inmovil en la silla sin apartar la mirada de él. El enojo y el desagrado deformó su envejecido y cansado rostro.

—Será mejor que no intente nada, o podría irle peor. —con estas últimas palabras, Xeno le dió la espalda al hombre con la intención de salir de ahí.

No sin antes dejarle instrucciones a Tsukasa sobre el procedimiento a seguir para el posterior juicio de Grigory y pidiéndole que se aseguraran (Hyoga y Mozu también, ya que ellos eran los encargados de custodiar la entrada) de que nadie entrara sin autorización alguna.


—¿Esto funcionará? la Medusa… ¿Puede sanar completamente a mamá? —el pequeño Ishigami se preguntó si esto realmente funcionaría. Miró la estatua de su madre, la que se encontraba aún sobre la cama del hospital.

Odiaba ser pesimista pero el pronóstico no era bueno cuando su padre llegó al hospital con su madre, obviamente el estado de Kohaku antes de ser petrificada aún se mantenía como un misterio para todos a excepción de Senku.

—Intentamos estabilizar a Kohaku en tanto Gen llegaba con la Medusa —se apresuró a explicar Luna, quien había llevado el procedimiento la noche anterior durante su turno. Ella hizo todo lo posible para mantener a su amiga con vida en ese angustioso lapso de tiempo—. El rayo petrificador nos ha ayudado a tratar a varios pacientes en condición crítica. —aunque ella reconoció que nunca a alguien al borde de la muerte o en el peor de los casos, a alguien que había perdido la vida.

Los signos vitales de Kohaku eran muy débiles y había perdido mucha sangre debido a la contusión en su cráneo que dejó la bala al rozar esa zona, fue prácticamente un desafío lograr estabilizarla para posteriormente inducirla al coma. Xeno y Gen tuvieron un retraso en su vuelo que duró alrededor de cuatro horas, por lo que no tenían tiempo qué perder.

—¿Puedes dejarnos solos, Luna? —Senku pidió seriamente a la ahora doctora mientras sostenía un frasco de líquido despetrificador en sus manos.

La mujer accedió al entender las intenciones de Ishigami y dispuesta a darle algo de privacidad a sus amigos se retiró de la habitación, no sin antes decirle a Senku que se quedaría en el pasillo por cualquier cosa que pudiera llegar a suceder. Aunque claro, Senku descartó aquello confiando plenamente en el poder de sanación que la petrificación ofrecía. Mirai y Hyoga eran la prueba de esa increíble tecnología.

—¿Tengo que salir también? —el pequeño Byakuya cuestionó sin la intención de querer retirarse a pesar de que su padre así se lo pidiera. Él podía ser tan terco como su madre y apelaría todo lo que fuese necesario para permanecer ahí en el momento en el que Kohaku despertara.

Senku escuchó la puerta cerrarse con un crujido cuando Luna al fin se marchó.

—¿Quieres salir? —cuestionó con una ceja levantada, a pesar de que sabía la respuesta que el chiquillo le daría. Y tal como lo suponía, el niño negó encarecidamente, plantándose junto a la cama de Kohaku.

Senku sonrió ante semejante y terca actitud.

Ni el niño ni él se habían despegado de ella desde que llegó al hospital y mucho menos desde que fue petrificada. Senku incluso rechazó la llamada de Xeno para hablar con Grigory antes de su juicio ya que se encargaría de su ex colega una vez que Kohaku despertara… quizá dejaría que ella le diera un doloroso escarmiento al anciano cuando lo visitaran. Era una lástima que no le dejaran tomar (en esta ocasión) la justicia en sus manos, Volkov tenía suerte.

Observó la estatua de su esposa antes de verter el líquido despetrificador, recordando la angustia de la noche anterior al mirar sus ojos sin vida y la desesperación ante la novedad de no saber qué hacer. Por primera vez en su vida, Senku admitió que sintió miedo… miedo de perder a Kohaku.

Aunque rápidamente disipó ese sentimiento al tacharlo de ilógico, no por la admisión de tener esa inquietud sino por la duda en el poder prohibido de la Medusa. Si salvó a Mirai y revivió a Hyoga de su muerte, ¿Entonces por qué dudaba? ¿Qué era este extraño presentimiento e inquietud en su interior? Todo estaría bien, como en cada ocasión que el peligro y la amenaza de muerte les mordía los talones… Esto era ciencia después de todo y Senku confiaba plenamente en ella como su mejor arma.

Sin nada más que pensar, Ishigami arrojó el líquido sobre la estatua de Kohaku y retrocedió dos pasos cuando la cegadora luz iluminó la habitación.

—¿Funcionó? —el pequeño Byakuya cuestionó con apremio mientras se cubría parcialmente los ojos ante la luz que lentamente recorría el cuerpo de su madre, comenzando desde la cabeza hasta los pies.

—Lo hizo. —le dijo al notar que la herida en la cabeza de Kohaku desapareció.

Senku cerró los ojos y exhaló un suspiro de alivio… Kohaku estaba viva, sana y salva. Este episodio quedaría como un mal recuerdo para todos, la reprendería por su temerario actuar en un par de horas más y después la abrazaría como si su vida dependiera de ello para compensar el susto que le hizo sufrir. Esa Leona imprudente y terca.

Kohaku le había dejado en claro que daría la vida por él y lo seguiría incluso al fin del mundo… pero ahora él hablaría seriamente con ella para que no cumpliera con su promesa al pie de la letra.

Ahora tenían una familia, no podía poner su vida en riesgo sin medir las consecuencias no sólo para ella sino para todos, y no era justo para él tampoco, Senku quería a su compañera a su lado… aferrarse a lo que encontró en Kohaku y conservar lo que estaban formando.

La angustia pareció durar una eternidad completa aunque sólo había pasado un día.

—¿Estás bien? —el pequeño Ishigami se acercó a la cama con cautela, con la intención de abrazar y cerciorarse que ella estuviera bien.

Pero la respuesta a dicha cuestión llegó casi de inmediato cuando Kohaku abrió los ojos y se sentó violentamente, su expresión reflejó lo profundamente consternada y confundida que estaba. Senku se dio cuenta de esto pero dadas las circunstancias pensó que era lógico que estuviera confundida.

—Hey, Leona imprudente ¿Crees que es divertido lo que hiciste? —la reprendió de inmediato pero su tono fue más bien burlón que aprensivo—. Ni un milímetro… casi nos provocas un infarto, idiota. —ella no respondió y lo miró de una manera tan extraña.

—¿Qué sucede? —el chiquillo cuestionó a su padre al notar lo callada que estaba su madre y la manera en la que parecía estar observándolos, como si estuviera inspeccionándolos.

Un mal presentimiento se instaló en el interior de Senku.

—Oye Kohaku ¿Qué pasa? —Ishigami acortó la distancia entre ambos para poder tocarle el hombro.

Grave error.

Kohaku apartó la mano del científico de un certero y violento manotazo.

—¡No me toques, infeliz! —sus ojos aguamarina parecían inusualmente penetrantes, como si estuviera a punto de asesinarlo si se atrevía a volver a tocarla.

Ella se levantó de la cama y se deslizó ágilmente hacia el otro extremo de la habitación, asumiendo una pose defensiva, totalmente lista para luchar. Por instinto, buscó algo en su cintura pero no lo encontró y eso la hizo maldecir por lo bajo.

—Te romperé la mano si vuelves a tocarme —amenazó—. ¿Quién demonios eres, escoria? y ¿A dónde me has traído? ¡Habla!

Tanto Senku como Byakuya no podían dar crédito a lo que estaba sucediendo, ambos no podían llegar a entender qué salió mal porque esto no se trataba únicamente de simple confusión.

—Mamá… —el pequeño Ishigami la llamó, tratando de acercarse a ella pero Senku lo detuvo del brazo.

Algo definitivamente no andaba bien.


Fue en ese instante que Kohaku se dió cuenta de que no estaba completamente sola con aquel atrevido y grosero hombre. Los observó a ambos, notando el parecido que tenían y llegando a la conclusión de que deberían ser parientes, pero… no estaba sorda y claramente escuchó cuando ese niño la llamó ¿"mamá"? ¡imposible!

—Kohaku… —El hombre de extraña cabellera la llamó de nuevo ¿Cómo rayos sabía su nombre?

Jamás en su vida lo había visto pero por la manera en la que se refería a ella y la manera tan preocupada en que la miraba, parecía que él sí. No, eso no era posible. Kohaku conocía a cada habitante de la aldea, incluso a los bandidos que fueron exiliados por su padre recientemente.

¿Qué estaba sucediendo? ¿Quiénes eran esas personas? y ¿En dónde rayos se encontraba? Se suponía que debía estar recogiendo agua caliente en las fuentes termales para los baños de Ruri. Su padre definitivamente iba a matarla… si es que este sujeto no lo hacía primero.

"¡Ja! que lo intentara" se dijo mentalmente.

Viendo la complexión del sujeto, seguramente ella podría acabar con él fácilmente si intentaba algo extraño.

—Ve por Luna —escuchó al hombre susurrarle al niño—. Y dile a Chrome que llame a Xeno, necesito a Why-man.

Tras una última mirada del niño hacia ella, lo vió abandonar el lugar a toda prisa.

El sujeto se deshizo del pequeño para estar a solas con ella… el muy desgraciado. Pero no le dejaría las cosas tan fáciles.

—No voy a hacerte daño o a lastimarte, Kohaku —la expresión de Senku cambió repentinamente a una impasible mientras hacía el intento de acercarse a ella—. Es más que obvio que el que corre peligro aquí soy yo… —audaz o tontamente, intentó tomarla de la muñeca para llevarla nuevamente a la cama, pero fue su segundo error.

La guerrera lo jaló de la muñeca y lo derribó en el suelo en una fracción de segundo, colocándose encima de él para restringir sus movimientos.

—Te lo voy a repetir de nuevo ¿Quién demonios eres y qué pretendes? —puso un poco más de presión en las muñecas de Senku, ignorando el ligero siseo y la expresión de dolor en él—. Te voy a romper los huesos si no me dejas ir.

—Más bien eres tú la que tiene que dejarme ir —bufó Senku con un tono estrangulado—. ¿Quiéres saber quién soy? Soy tu esposo, idiota, y el niño es nuestro hijo… llevamos casados ocho años, perdiste la memoria. —Siempre directo al punto, Senku no quería perder el tiempo en absurdas escenas—. Ahora suéltame y te explicaré todo.

Kohaku hurgó en su memoria y luego negó con la cabeza.

—¡Ja! ¿Piensas que te voy a creer, escoria? ¿Mi esposo? ¿Casados? Ni siquiera te conozco… no sé de dónde saliste pero nunca te he visto en la aldea ¿De dónde demonios vienes? —Kohaku se dio cuenta de su intensa e inquietante mirada—. Y te escuché nombrar a Chrome… ¿De dónde lo conoces? Él es el único brujo autoexiliado.

¿La aldea? ¿Brujo? Esperen, ella recordaba o al menos conocía a Chrome ¿Pero no a él? Sí, definitivamente esto no se trataba de una simple confusión. Esto no tenía ni un milímetro de sentido.

—Te preguntaré algo, Kohaku ¿Qué es lo último que recuerdas? —se aventuró él para tener una noción más clara de la situación.

Ella lo miró confundida, por la forma tan seria en la que le estaba cuestionando aquello, cambiando de un momento a otro ese semblante casi burlón (o al menos esa fue su impresión previa) a uno más serio e imperturbable.

Esa información tardó todavía más en acudir a la mente de Kohaku pero se lo pensó un momento más.

—Salí de la aldea muy temprano en la mañana para ir a las aguas termales, le estoy llevando a mi hermana enferma agua caliente para sus baños curativos —Kohaku respondió instintivamente ya que esa era su rutina diaria. Al menos cuando no estaba entrenando o cazando—. Mi hermana tiene una rara enfermedad y si no llevo este remedio, podría morir pronto… no voy a permitirlo. Por eso, tengo que volver antes del anochecer.

Oh, entonces eso era… Ishigami lo sabía ahora y de repente le sobrevino una repentina e instintiva sensación de inquietud y desconcierto. Los músculos de Senku se tensaron e intentó incorporarse pero ella se lo impidió. Kohaku lo tomó de los hombros y volvió a someterlo, volcando todo su peso en él para impedir que se escapara. Lo sabía, él era un debilucho.

La guerrera se inclinó entonces hacia Senku y le susurró al oído.

—Me voy de aquí y te juro que te patearé el trasero si intentas detenerme o siquiera seguirme. —una certera promesa si él seguía interviniendo.

La amenaza no pasó desapercibida para Ishigami y tampoco el ligero estremecimiento que eso le provocó, no por el miedo sino por otro sentimiento que en ese momento consideró fuera de lugar e incluso vergonzoso. ¿En qué demonios estaba pensando?

Entonces antes de que Kohaku pudiera incorporarse para salir de ahí, la puerta de entrada se abrió y dos rostros familiares la miraron con lágrimas en los ojos.

—¡Kohaku! —Ruri fue la primera en entrar.

—Hija… estás bien… —Kokuyo le siguió hecho un mar de lágrimas.

Kohaku alzó la mirada para ver a su padre y su hermana entrando apresuradamente, y notó que a pesar de los ojos llenos de lágrimas, también tenían una expresión casi perpleja en sus rostros.

—¡Padre… Ruri-nee! —la guerrera se incorporó de un salto de encima del perpetrador de extraña cabellera para correr hacia ellos y envolverlos en un fuerte abrazo.

Abrazo que ellos correspondieron de inmediato y que duró una eternidad. Pero fue Kokuyo el primero en romper el contacto y mirar con preocupación al científico, quien para el caso ya se encontraba de pie frotándose el hombro y la espalda.

—¡Senku! hijo, disculpa si interrumpimos algo, pero nos preocupó ver a mi nieto ir en busca de Luna y decirle a Taiju que fuera por Chrome al laboratorio. —el ex líder se acercó a Senku y luego miró nuevamente hacia su hija—. ¿Qué está pasando?

—Kohaku ¿Estás bien? ¿Por qué estabas lastimando a Senku? —Ruri inquirió sin entender del todo lo que estaba sucediendo.

Y esta vez fue Kohaku la que los miró a ambos con perplejidad.

—¿Ustedes conocen a esta pequeña y débil escoria?

Senku suspiró audiblemente por toda la situación que tenía frente a él.

—Yo responderé a sus preguntas —los miró a ambos con seriedad—. No sé cómo ha podido suceder esto pero, Kohaku ha perdido la memoria o al menos parte de ella… sus únicos recuerdos son de la vida que tenía antes de conocernos… más bien, de conocerme. —informó al tiempo que intercambiaba una mirada de inquietud con su cuñada y su suegro.

Frunció el ceño ligeramente y hubo un largo silencio cuando sus palabras cobraron sentido para Kokuyo y Ruri.

Esto no tenía sentido alguno, se dijo. Algo salió mal… la Medusa le salvó la vida a Kohaku pero parecía haberle borrado la memoria o parte de ella, y no lo entendía, eso era imposible.

¿Qué demonios estaba pasando?

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N/A:

¡Sorpresa!(?) Capítulo 2 listo :3 es bueno que la Musa se apiade de un poco de mí y esté de humor TT.TT

Sé que esto no tiene mucho sentido y bueno, algunas cosas no las tendrán pero todo sea para los fines de esta historia uwu

Y bueno veamos cómo se desarrolla esta idea rara…

Disculpen los errores ortográficos y de redacción que esto pueda tener, y también muchas gracias a las personitas que se han tomado el tiempo de leer y comentar esta historia *se les quiere*

Y hasta la próxima!! (/n.n)/