PASIÓN E INTRIGA: APASIONADOS
PARTE 7
André y Óscar se quedaron atónitos ante esta noticia. Tristán Candau no era cualquier soldado, era uno de los mejores en lucha cuerpo a cuerpo y a pesar de su edad, conocía muy bien el manejo de las armas. No podía haber sido asesinado por cualquiera, tendría que haber sido alguien tan bueno como él o un grupo de asesinos contratados.
Alain, dispón que el médico examine el cadáver exhaustivamente. Con su informe podremos tener más pistas de su asesino o asesinos.
André, busca a Pierre Mercier, hasta donde sé ellos se conocían desde niños.
Si, Óscar.
André tuvo la triste tarea de comunicar al amigo de la infancia de Tristán, la muerte de éste. Mercier no lo podía creer, hasta un día antes habían estado riendo como siempre, él conocía a su familia y varias veces se habían intercambiado alimentos y ropa para sus hermanos y hermanas.
Pierre salió corriendo del castillo, lágrimas amargas bañaban su rostro juvenil ¿cómo le daría la noticia a la madre y las hermanas de Tristán? ¿quién cuidaría de ellas ahora? Las conocía desde niño… - Cuando te encuentre maldito, vas a pagar cada segundo de agonía. – Pensó con odio. En medio de su loca carrera, tropezó con unas piedras y cayó, se levantó como pudo y en un momento de lucidez, recordó la última vez que vio a su amigo y un nombre se le vino a la mente – Joseph Smith – Había estado bebiendo con él en la taberna, probablemente era la última persona en verlo con vida. Regresó al castillo cojeando, lo haría hablar, no importaba si era el asistente de la Condesa o por último del Rey, él tenía que saber algo, y se lo sacaría todo así le costara su carrera o significara su vida.
Jefe Soisson, ¡Joseph Smith!, él estuvo con Tristán
Si, Pierre, yo también los vi. Vamos a esperar lo que dice el médico… Sé que eran amigos de hace mucho tiempo, pero tienes que tener paciencia, ahora hay que avisar a su familia.
Yo lo haré.
Ve a la oficina de la comandante para que te dé el permiso, no te preocupes por los gastos del entierro, la comandante se hará cargo.
Bien. Iré. – Apesumbrado Pierre, se dirigió a la oficina de Óscar quien le dio el permiso y le mandó las condolencias a la familia, estaba más que seguro que los días siguientes serían muy duros.
Alain de Soisson, tuvo que visitar las instalaciones del Castillo, pero no pudo quedarse a solas con la condesa, aunque lo hubiera querido, por alguna razón, evitaba cruzarse con ella, sólo quería guardar, aunque sea, un día de luto. Por su parte, Óscar redactaba informes a Bouillé, poniéndolo al tanto de la investigación, nadie estaba preparado ni podía imaginar, el giro que tomarían las cosas a partir de esta muerte.
-0-
Los demás soldados estaban nerviosos y reacios a seguir cuidando a una noble y sobretodo no veían a Joseph Smith en el Castillo, lo que aumentaba el halo de sospecha que crecía sobre él … la situación se estaba poniendo tensa, aún así Dresselle y Normand seguían acompañando a la Condesa.
Habían pasado tres días, André y Alain se encontraban en las barracas para luego dirigirse al Castillo. Habían llegado a la oficina de Óscar para saber los resultados del médico.
Tristán fue golpeado salvajemente, antes de que le disparen en la cabeza, según el médico es probable que él estuviera en el suelo de costado cuando le dispararon.
Óscar, la última vez se le vio con Joseph Smith
Si, lo sé. ¿André has visto algo extraño en él?
La verdad no, Óscar. Pero es un hombre culto, con contextura musculosa. No se nota por sus trajes, sin embargo, de cerca si se puede notar que entrena en algo diferente al, esgrima, probablemente pugilismo, pero sólo son conjeturas.
Entiendo. André trata de buscar algo que sea fuera de lo común en el asistente de la condesa.
Óscar, creo que primero debemos saber si siempre fue su asistente.
Está bien André, buena idea.
Alain, entrevista al dueño y a las trabajadoras de la taberna del viejo Claude. Vayan ahora,
¡Si comandante!- Hablaron los dos hombres al unísono
Salieron en sus respectivos caballos, preocupados y confundidos, Alain se desvió a París mientras que André se dirigió a la Biblioteca Real para tratar de averiguar acerca de la Condesa de Fourtabant.
Alain llegó a la taberna del viejo Claude, al ingresar, pudo percatarse que las meretrices se preparaban para un nuevo día.
Lucille! ¿Cómo va esa colita preciosa?
La hermosa cortesana volteó asustada, con un gesto indicó a Alain que se mantuviera en silencio. Alain obedeció extrañado, cuando de pronto un pequeño niño salió de entre sus faldas, miró al soldado con recelo, y luego levantó los brazos pidiendo que lo carguen, accediendo a su petición, Lucille lo cargó amorosamente y le dio un corto beso en sus cabellos marrones, después de un gran abrazo, se lo entregó a una anciana que se llevó al niño, dejándola triste y meditabunda…
Lo siento, cariño… es tu hijo, ¿verdad?
Si.
¿Cuántos años tiene?
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Entiendo… ven acá. - Empático, entendió la aflicción de la meretriz y acercándose más a ella la rodeó en un fraterno y sincero abrazo.
Gracias- Lucille sonrió y correspondió el gesto. – Ahora- dijo separándose - ¿Estás buscando diversión?
Puede ser más tarde, preciosa. Estoy aquí por asuntos más serios. ¿Está el viejo Claude?
No, grandulón. Salió a comprar, con 3 chicas
Vaya, en serio tengo que hablar con él
Es por tu amigo ¿el muerto?
Preciosa, si sabes algo, es mejor que me lo digas, para que no te veas implicada de alguna forma
Lo sé. Estuvo bebiendo hasta bien tarde con un rubio, el guapo de la vez pasada, uno de cabello bien corto… Hablaban en inglés. Vamos a esa mesa, ahí te cuento.
te invito el desayuno.
Está bien
Mientras comían, Lucille empezó su relato, no estaba asustada, pero si preocupada…
Como te dije, gigantón. Tu amigo estuvo bebiendo hasta muy tarde con el rubio, él le hablaba en inglés y tu amigo le respondía como si entendiera todo. No había nada raro hasta ahí, hasta que el viejo Claude se acercó al rubio guapo con uno de los "juguetes" que piden los clientes… le dijo algo en inglés y el rubio se paró de inmediato y lo llevó hasta un rincón…- Lucille continuó comiendo
¿Sucedió algo más?
Tuve un cliente en ese momento, cuando regresé ya no estaban
Entiendo. ¿No recuerdas nada más?
Lucille, bebió otro sorbo de chocolate, y respiró profundo, miró de frente a Alain y le dijo
No creo que sea tan importante, pero hay algo que me llamó la atención
Dime
Cuando el viejo Claude le habló al rubio, tu amigo dejó de sonreir, abrió más los ojos, como si hubiese escuchado algo bastante malo…. El rubio se percató e inmediatamente se llevó a Claude… Pensé que sólo eran detalles
Al contrario, es muy importante lo que dices. Gracias preciosa.
Te agradezco el chocolate, vamos.
Que sea negocio como siempre.
Lo que tú quieras, grandulón,
Ambos subieron despacio hasta la habitación, Lucille cerró la puerta, y se volteó. Rodeó con sus brazos el cuello del soldado y éste la rodeó por la cintura - aún no te he preguntado ¿cómo te llamas?
Alain
Qué lindo nombre
¿Más lindo que tú? No lo creo.
Lucille sonrió, Soisson la miró fijamente y haciendo una pequeña mueca de insatisfacción, le dijo – Esta vez, no podré quedarme mucho tiempo. Es el trabajo.
Entonces empecemos…
Alain sonrió, e inclinándose la besó apasionadamente, excitado hasta los huesos la cargó hasta la cama y ambos se desnudaron con mucha rapidez, en un minuto estaban enredándose. Pero esta vez, había un toque diferente, descubrir que ella era madre y darse cuenta que trabaja por su hijo, cambió su modo de verla y de tocarla. Fue más delicado y suave que la vez que se conocieron, por un instante en que sus cuerpos se unían, recordó la imagen de ella cargando a su hijo, y sin quererlo se enterneció. Pensó en su madre y su hermana sumidas en la pobreza al igual que él y casi imperceptiblemente dejó de besarla y la abrazó. La meretriz se sorprendió por un momento, era bastante raro sentir ternura de un cliente, y en silencio correspondió gesto.
La desnudez y la belleza de ella, la musculatura del cuerpo bien formado de él, hicieron que la pasión regresara con fuerza. Con el entusiasmo renovado, se inició una faena apasionada y deliciosa. Ambos gemían, se besaban y abrazaban, algo raro pero que podía pasar. De pronto una habilidad conocida por él, fue realizada por la bella y experimentada Lucille, succionó su miembro utilizando su canal, dejando al soldado quieto y delirando.
Ya extasiados, se recostaron en la cama, jadeantes y sudorosos, cuando las respiraciones se acompasaron y ambos se vistieron, Alain dejó dinero en la mesa de noche al costado de la cama, y se dirigió a la puerta, cogió la manija y la abrió, ella cogió las monedas y estiró la mano devolviéndoselas, pero el soldado le dijo
Quedamos en que sería negocio, preciosa.
Vamos, gigantón, tomé un rico desayuno.
Cómprale algo a ese niño
Lucille asombrada ante esas palabras, guardó el dinero. – Gracias…. Alain. –
Soisson sonrió, ya estaba a punto de salir, cuando se volteó curioso. – Dime preciosa, eso que me hiciste al final ¿es algo que sólo ustedes lo saben?
Te gustó ¿verdad? Es un trato especial, para alguien especial…
Por supuesto… y ¿si te digo que alguien que no es de este medio, sabe hacerlo, que pensarías?
¿Una noble? ¿una criada?
Una noble quizás
Te diría que está con todos sus sirvientes, se necesita mucha práctica. - Le guiñó el ojo. – Nadie puede resistirse a eso-
Es cierto, Lucille. – Contento salió de la habitación – Mas tarde regresaré para ver al viejo Claude. ¡Nos vemos!
Bien
Apresurado y pensativo, Alain se dirigió a las barracas.
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André cabalgó de regreso a las barracas, tenía un semblante serio, había averiguado algo que lo dejó muy preocupado.
Óscar, averigüé algo acerca de Smith.
André, dime que averiguaste en la biblioteca
Nunca llegué, encontré en el camino al valet de Madame Noailles
¿Qué te dijo?
Joseph Smith, ha sido el asistente de la Condesa desde hace 15 años, aunque no lo podemos confirmar hasta que la misma Condesa nos lo diga. Por lo pronto, hay algo más grave de él, hay rumores que afirman que es desertor del ejército inglés y mientras prestaba servicio, fue encarcelado por resistencia a la autoridad y uso excesivo de la fuerza. No se sabe hasta ahora, cómo llegó al servicio de Arllette de Fourtabant. En cuanto a la condesa, se sabe que tiene gustos excéntricos y que gusta, según lo que me comentaron, estar rodeada de hombres jóvenes que estén a su servicio, y que siempre busca que hagan un "servicio completo", pero sólo son rumores.
¿Qué?
Tranquila, Óscar, se dice que ella escoge a quienes tiene cerca, a mí me preocuparían Normand y Dresselle.
André, tu redactas con Smith. – Mientras hablaba, la rubia buscó entre los cajones, el último informe de Alain.
– Aquí está… ¿tu solicitaste quedarte todos los días en guardia nocturna la siguiente semana? Normand y Dresselle ¿también? - "A ti te preocupan ellos, pero a mí me preocupas tú" –
Óscar tranquilízate, podemos utilizar esto a nuestro favor – André habló señalando el informe. – Pasa por alto ese punto y yo me acercaré más a Joseph Smith, además debes interrogarlo, mi presencia no levantará sospechas ya que ellos me solicitaron la ayuda.
Entiendo, esperaremos a Alain, para interrogar a Smith.
Óscar…
André ¿nunca te has quedado a solas con la Condesa?
No, siempre he estado acompañado de Normand y Dresselle. Óscar, trabajo con Smith.
La militar caminó lentamente hacia la ventana, mientras escuchaba al ojiverde, en su corazón femenino volvió a encenderse la llama de la inquietud, Normand y Dresselle habían ganado la atención de la Condesa, eran chicos apuestos… pero… André no sólo era más apuesto si no poseía mucho encanto. Simplemente dudaba, y ahora con más razón, que la condesa no hubiese intentado acercarse más a él.
Óscar.. ¿me estás escuchando?
Si…. Discúlpame, dime ¿No ha ocurrido nada, fuera de lo común entre la Condesa ….. y tu?
André se quedó pasmado, por un instante, regresó a su mente la imagen de la abrumante desnudez de Arlette de Fourtabant gimiendo de placer. Sin poder evitarlo, empezó a sudar profusamente, rogó a los cielos que Óscar no lo notara, pero en el fondo sabía, que ya estaba sembrada la sospecha esperando a florecer en los celos…
¿Porque no me respondes André? ¿Hice una pregunta incómoda? – La seriedad de la rubia era evidente, lo miraba con frialdad
El soldado se dio cuenta que intentar fingir era peor, no sólo porque ella podía reparar de ello, sino que hacerlo, haría suponer que tiene algo que esconder y no era así. Aunque temía lo que ella pudiera pensar, lo tranquilizaba el hecho que fue una casualidad ver a la Condesa haciendo el amor.
¡André contesta!
Óscar, la noche que conocí a Joseph Smith había sido llamado al despacho de la Condesa, durante el camino no ocurrió nada fuera de lo normal. Pero cuando llegué, noté que la puerta estaba abierta, me acerqué a cerrarla, pero escuché un ruido, no quise cometer una indiscreción, sin embargo, podría ser cualquiera, así que me agazapé y miré fijamente. - André detuvo su relato, no pudo evitar sentirse inquieto, era probable que al escuchar lo que ocurrió, la comandante se incomodara con él poniéndola intranquila. Respiró hondo, no iba a mentirle, la amaba más que a su vida, por lo que, la verdad era lo mejor…
¡Continúa! ¿Qué viste?
Óscar….. Vi a la Condesa con el torso completamente desnudo… estaba haciendo el amor con alguien…
¿Qué? – Óscar parpadeó rápido, movió la cabeza sumamente sorprendida, miró a André molesta – ¿No viste a su amante?
Sólo sus manos, por ellas puedo decir que era un joven, probablemente un sirviente, eran algo toscas.
Veo que no perdiste ningún detalle
¡Fue fortuito! Me retiré al momento, y al regresar Smith me encontró y con él regresé. La puerta seguía abierta, él se acercó y la cerró, no se fijó que había dentro.
Ya no pudo decir nada más, el soldado miró a la rubia preocupado, no le gustaba para nada que ella pensara que, a él, le pueda interesar otra mujer.
¿Porque no me lo habías dicho antes?
No creí que fuese importante. – André habló tranquilo, quería que ella viese que no tenía nada que ocultar
¿Es sólo eso?
Si Óscar, además fue una casualidad, en ningún momento pretendí ver algo impropio.
¿No ha pasado nada más o me enteraré de aquí a dos semanas? – Habló molesta y celosa.
Óscar, nunca te he ocultado nada…
Hasta ahora – Interrumpió la comandante
¿No confías en mí? Dímelo – la discusión empezaba a tomar el camino que él quería evitar
Óscar iba a contestar a la pregunta cuando de pronto, tocaron la puerta de la oficina
Adelante
Óscar, André, fui a buscar al viejo Claude, pero había salido de compras. Regresaré más tarde. – Algo desconcertado Alain pudo percatarse de la seriedad de ambos, no era común, normalmente estaban calmados, pero sus miradas decían mucho. Esta vez había un silencio incómodo.
¿Todo está bien? - preguntó curioso
Si. Ahora debemos partir al Castillo, para interrogar a Joseph Smith. Preparen los caballos, salimos en 10 minutos.
¡Si comandante! - Respondieron los dos hombres al mismo tiempo
Óscar se volteó con los brazos cruzados hacia la ventana dando la espalda a la salida. Alain avanzó hacia la puerta para salir, pero André se quedó parado mirando a Óscar. Soisson lo cogió del brazo y lo jaló hacia afuera…
Vamos
El ojiverde iba a replicar, pero entendió que era lo mejor, había interrogantes más urgentes, y era imperativo encontrar las respuestas.
Bien, vamos
Al poco tiempo, los caballos estaban listos, Óscar llegó al punto acordado y los tres militares cabalgaron hacia la residencia de la bellísima Condesa.
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Comandante Jarjayes, es un verdadero placer, verla aquí… Veo que está muy bien acompañada
Condesa me alegra que se encuentre bien- Óscar se arrodilló para besar su mano.
Me honra con su presencia Comandante. – Arlette levantó la mirada para ver las dos figuras masculinas, altas, bien formadas y vigorosas. Su vista aguda y experta comparó ambos cuerpos y rostros - Jefe Soisson, Grandier, me da mucho gusto verlos.
Condesa. – Ambos hicieron una reverencia respetuosa.
Grandier, lo he extrañado estos días que no nos ha acompañado, espero que a partir de ahora pueda estar con entera disposición.
Haré lo que esté a mi alcance para que así sea Condesa.
Jefe Soisson, espero que venga por su siguiente informe. - Un brillo especial, apareció en la mirada de Arlette, sorprendiendo un poco a Alain.
Me temo que no Condesa, es otro asunto de vital importancia. –
¿Cuál sería ese asunto? - La Condesa miró a la Comandante
Querida Condesa, necesitamos entrevistar a su asistente Joseph Smith.
¿Puedo saber el motivo?
Hay testigos que vieron a su asistente con el fallecido Tristán Candau la noche de su muerte. - Óscar miró directamente a los ojos de Arlette
Oh si, ese pobre muchacho, era un chico apuesto y tengo entendido muy ducho con las armas.
Por eso mismo, dudamos que haya sido un asalto, ya que él los hubiera reducido fácilmente.
Entiendo. Pero me temo que no podrán comunicarse con Smith hasta pasado mañana ya que ha sido enviado a una diligencia, casualmente desde el día que se encontró al soldado muerto. - La Condesa dio la espalda a los soldados y caminó en dirección a la ventana tapada con una bellísima cortina. - Sólo espero que el cumplimiento de sus deberes no signifique un motivo de sospecha. – Al decirlo, volteó el rostro para ver a los tres militares, mientras sus rizos castaños quedaron entre su rostro y su hombro enmarcando la silueta de sus bellísimas facciones, fue un movimiento muy coqueto y sensual.
Alain y André no dejaron de mirarla, mientras Óscar, la observó extrañada. - "¿Porque me incomoda sus gestos? " – Estaba casi "acostumbrada" a ver a las criadas, nobles, cortesanas de Versailles, meretrices, evidenciar casi descaradamente, interés por su ex asistente. Sin embargo, por algún motivo inexplicable, la sensualidad de la Condesa era una aguja hincando su corazón de mujer, tanto que tenía que esforzase para no perder los estribos. – "Nunca conocí a una mujer tan sutilmente insinuante".
Instintivamente, Óscar volteó a ver a sus acompañantes, no sabía porque, pero tenía que ver sus caras mientras miraban a la condesa y con curiosidad femenina agudizó su vista. Al hacerlo se dio cuenta del efecto de esa inquietante sensualidad en ambos, de Alain no le extrañaba, pero otra cosa distinta era André.
Al ver a su compañero de toda la vida absorto por la imagen de la mujer, una rabia e inquietud estridentes ardieron en su pecho, era la primera vez que lo veía tan embelesado, aunque sea por un instante, por el encanto de otra fémina.
Conociendo muy bien a la rubia, el ojiverde volteó la cara para verla y tranquilizarla. A pesar de ello, Óscar ya tenía grabada su forma de observar la belleza de la Condesa. André lo entendió muy bien y miró al piso y luego a la comandante otra vez, con el rostro serio.
Comandante Jarjayes, necesito hablar a solas con usted.
Por supuesto Condesa.
Volveremos a nuestros puestos, Condesa, Comandante. - Alain indicó a André para salir.
André hizo una reverencia y siguió a Alain, salió después de él y cerró con cuidado la puerta, en el último instante, levantó la mirada y vio a Óscar mirándolo, en ese breve momento azul y verde se cruzaron sin decir nada y diciendo todo a la vez.
André Grandier, es un varón muy especial. Pocas veces he conocido a alguien como él.
Si, tiene muchas cualidades
Tengo entendido que fue su asistente por muchos años. - Estirando su hermoso brazo, Arlette, invitó a la rubia a sentarse.
Así es. Nos conocemos de toda la vida.
Quiero solicitarle algo muy especial, que concierne a su asistente, comandante. He esperado bastante para hacerlo, ya que, quizás sea delicado para… usted.
Por favor dígame condesa. – Óscar respondió extrañada, por un momento intentó callar las inquietudes que nacían en su corazón. Iba a escuchar todo atentamente.
Arlette de Fourtabant, se levantó del lujosísimo sillón, y caminó despacio dando la espalda a la rubia… volteó de un momento a otro, para mirarla fijamente, sonrió y le dijo..
Quiero que lo comparta conmigo, Óscar Francoise
No la entiendo, Condesa
Quiero que comparta a André Grandier… Puede tomarlo como un capricho mío, como que me gusta mucho algo que es de su propiedad y que se lo pido, para disfrutar de él.
Un silencio sepulcral reinó en el despacho, Arlette seguía sonriendo, mirando fijamente a la militar. Óscar no podía creerlo, pero a la vez, no le extrañaba del todo los deseos de la Condesa, en el fondo lo sabía, lo presentía y por primera vez deseó la muerte de una mujer….
Estoy sorprendida por esa petición suya, Condesa.- Óscar se levantó del asiento. – André Grandier es una persona íntegra con sentimientos, no es propiedad mía ni de nadie. Es cierto que es mi asistente, y que ha trabajado para mi familia, pero en lo que respecta a su vida es el quien toma las decisiones. - dicho esto, la rubia se dirigió a la salida.
Comandante, ud está enamorada de él, y eso no es todo, él también la ama ¿verdad?
Óscar se quedó en silencio, no podía negarlo, pero afirmarlo podría poner en riesgo a André.
¿No me va a responder? La entiendo… quiere protegerlo…. Si su respuesta fuese sí, no la culparía, es muy atractivo. Cuando lo vi, lo quise para mí. Pero cuando conocí su trato y su educación, supe que era casi imposible que, para usted, él fuese indiferente, el amor y la pasión de una mujer no es secreto para otro corazón femenino…. – La Condesa se acercó lentamente a Óscar mientras le hablaba. - Para serle sincera, me alegra su respuesta. Tomaré su silencio como un no, y …. ya que usted le ha dado libertad para decidir, entonces, no habrá ningún problema en que yo…. Intente disuadirlo a que me acompañe a mi alcoba.
La rubia la escuchó en silencio, estaba absorta, sorprendida y sobre todo celosa, luchó por contenerse, si las miradas mataran, Arlette de Forutabant habría caído muerta, en ese preciso instante. Si embargo, había mucho misterio en ella y no se amilanó por la mirada asesina de la militar, la miró tranquilamente, estudiaba cada gesto.
No se atreva - Óscar cerró un puño - No se atreva a interrumpir con sus obligaciones. Él es un soldado de Francia, y obedece órdenes de sus superiores…
La Condesa sonrió – Lo sé Óscar, y tenlo por seguro que en ningún momento él será estorbado en el cumplimiento de su deber… Además, le confieso que me gusta verlo trabajar. A partir de esta noche él tiene que quedarse para redactar los informes. Espero que esté presente, aunque entenderé que se demore, dados los últimos acontecimientos. Hoy tengo una entrevista con sus majestades, me acompañarán Normand y Dresselle. Sé que cuando regrese lo veré redactando, hoy no es mucho, sólo son 3 informes dirigidos a Bouille y Dagout. – se acercó al sillón y se sentó, abrió su abanico para jugar con él.
La militar, se sintió impotente, su deber era mantener la seguridad de la Condesa y ella misma había encargado a André de organizar a los soldados para cumplir con la misión y no sólo eso, le pidió que apoyara a su asistente sin pensar que así lo acercaría más a ella.
André está al tanto de sus responsabilidades. Le ruego me disculpe, pero debo atender urgentemente el caso del soldado Candau –
Óscar ya no dijo más y salió rápido del despacho. Sin embargo, al llegar al patio corrió para encontrar a Alain y André. Ya en el comedor de los soldados, encontró a Alain con los demás. – Jefe Soisson, mande por Grandier-
¡Si Comandante! ¡Francoise traiga a Grandier!
¡Si Jefe Soisson!
Comandante, voy a regresar a la posada del viejo Claude después del almuerzo.
Bien, dime ¿todos almorzaron?
André fue a disponer de los almuerzos, para todos, le tocaba hoy.
Entiendo, almuercen todos.
¿No almorzará, usted?
No tengo hambre
André y Armand aparecieron en la puerta.
¿Me llamaba comandante?
Si, André cuando termines de almorzar ve a las barracas, necesito hablar contigo.
Si, Capitán.
Óscar salió hacia los establos para retirarse hacia su oficina en las barracas de la Guardia Francesa, al llegar, pateó las sillas para descargar su frustración…. "André te amo, no quiero que ninguna se te insinúe siquiera"
Casi pasaron 2 horas y André había llegado a la oficina. Tocó la puerta y entró, sorprendido vio las sillas en el suelo y algunas de las cosas de las mesas tiradas y rotas. Óscar estaba en la ventana mirando hacia la entrada de las barracas.
Óscar ¿qué pasa?, No has almorzado, y te vas así de repente-
André, ¿es necesario que redactes tú precisamente los informes de la Condesa?
Óscar…. Ese es el trabajo que hago, desde que llegó la Condesa. Creo que Joseph Smith oculta algo, sólo que estoy esperando para tener pruebas. - André habló despacio y con tono calmado… - No pienses que quiero quedarme a hacer siempre eso. ¿Recuerdas el sello que descubriste en el libro? Me pareció haberlo visto en uno de los informes de Joseph Smith, no pude revisar el documento a fondo, pero cuando el regrese, quiero conseguir uno y mostrártelo, con eso vas a poder saber a quién pertenece el sello. Óscar ¿me estas escuchando? -
La rubia volteó a mirarlo, se acercó a él a paso firme hasta estar frente a él. Se perdió en el verde de sus ojos, miró su boca apetitosa, recorrió con su mirada su silueta masculina y perfecta y sin decir nada besó sus labios apasionadamente.
El ojiverde se sorprendió de su reacción, sin embargo, respondió el beso con el mismo ardor, le acarició la espalda, y el cabello. Cuando necesitaron aire, se separaron…. André le cogió el rostro delicadamente e hizo que lo mirara…
Te amo, ¿confías en mí? No me respondiste…-
Te confiaría mi vida. -
Sabes que no me refiero a eso… ¿Confías en mí… como hombre?
Óscar no respondió, volvió a besarlo, abrazándolo por el cuello, introdujo su lengua y saboreó su interior, lamió sus labios gimiendo. André estaba sorprendido y fascinado por el ímpetu de la rubia, respondió con las mismas ganas, la abrazó por la cintura pegándola a su cuerpo.
Óscar bajó una mano hasta tocar el miembro masculino por encima del pantalón, lo acarició suavemente, pero sin detenerse, mientras seguía besando su boca. Aquel pedazo de carne crecía y se endurecía cada vez más, dentro de los pantalones de él. André gemía en la boca de ella.
Con la mano libre, la rubia desabrochó la chaqueta y continuó con la camisa hasta que los pectorales y los músculos de él quedaron a su vista, al admirarlos simplemente, se extasió, disfrutó mordiendo y lamiendo ese tórax delicioso, aquellos pezones masculinos, gozaba con cada gemido que salía de la boca del ojiverde. Los brazos del soldado seguían abrazándola, acariciaban el cabello rubio, la espalda femenina, le repetía que la amaba y que era su vida, que era la única mujer en su corazón. Esas palabras lograron que las lágrimas se asomaran a los ojos de Óscar, pero no quiso detenerse, volvió a besar su boca, hambrienta de él, con su mano siguió frotando la poderosa erección que ya había aparecido hacía un buen rato.
Aún con sus labios en su boca, Óscar desabrochó el pantalón y liberó el enorme miembro duro y vibrante, lo enrolló con una mano, mientras que con la otra acarició el hermoso rostro de André. Un gemido de placer masculino se perdió en su boca. Eso le hizo gemir también, se arrodilló para introducirlo completo en su cavidad oral. El ojiverde empezó a temblar, respiraba agitadamente para no gritar del gozo, la cabeza de la ella, empezó a moverse de atrás hacia adelante, haciendo vibrar todo a su amigo de la infancia, mientras sus manos bajaban el pantalón con la ropa interior hasta el inicio de las botas, los muslos fuertes y poderosos fueron acariciados mientras relamía el miembro.
Ah.. ah.. ahhh… Óscar… mi amor… no… no voy a.. poder aguantar…
Déjame hacerlo, mi amor. – Óscar agarró la base de su masculinidad, mientras que con la otra mano acariciaba su nalgas estrechas y duras, con su lengua empezó a lamer en círculos la punta del sexo masculino. André echó su cabeza para atrás con los ojos cerrados..
AAH… ahhhh… Óscar…. Por.. favor….
Óscar se levantó de improviso, mientras que él continuaba de pie, con los pantalones abajo, la chaqueta y la camisa abierta y el miembro enrojecido por la boca femenina. Ya no pensaba. se bajó el pantalón hasta las botas, se sentó en le escritorio de madera y levantó las piernas, juntas y estiradas.
Ven mi vida
El ojiverde obedeció inmediatamente, cogió las piernas de ella y las apoyó en su hombro e instintivamente la penetró con fuerza, iniciando las embestidas. La rubia tembló, recibió gustosa cada empuje de su hombre, porque sí, era su hombre y eso no iba a cambiar. Era suyo y ella de él, la imagen de la condesa se borró de su mente.
André la levantó sin interrumpir esa unión exquisita, y la recostó en la alfombra, para empujar con mas fuerza y rapidez, algo que en pocos minutos logró que botara toda su esencia en ella.
La masculinidad de André recuperó su tamaño normal poco a poco hasta salir. Óscar se incorporó hasta juntar su busto con el pecho de André que jadeaba intentando recuperar el aire, con un brazo rodeó su cuello y le acarició los cabellos, volteó su rostro para besar esos labios que la seducían siempre. – Te amo André-
La rubia se levantó y se puso frente a él… vio su rostro jadeante con los ojos cerrados, sus pectorales bien formados que subían y bajaban recuperando el aliento, sus muslos gruesos y largos, su piel bronceada ligeramente. – No te atrevas condesa, ni siquiera lo pienses, él es …. mi marido –
La rubia empezaba a acomodarse los pantalones, cuando el soldado se puso de pie y la detuvo. – Espera, Óscar quieres que regrese al Castillo sin tener necesidad de ti; pero tú no has terminado… no permitiré que estés así en las barracas, ni en ningún lado…- Dicho esto, llevó su mano derecha a la boca y se chupó el dedo pulgar y los dos primeros dedos, Óscar lo miró asombrada. Sin darle tiempo de protestar, la besó apasionadamente, en tanto que le introducía los dedos más largos y con el pulgar masajeaba su clítoris. Un grito de placer femenino se perdió en la boca de él. Apenas continuaron de pie.
Con rapidez, el soldado desabrochó la chaqueta femenina y la blusa, dejando ver sus senos áureos tan deseados, hambriento, rodeó su cintura con su brazo, dejó su boca, y se concentró en su cuello, lamió y mordió con suavidad debajo de sus orejas y de su mentón mientras ella vibraba de placer y hundía sus uñas en sus hombros fuertes y torneados.
La militar ya no se contuvo más y gimió más fuerte, olvidó su rango, el lugar donde se encontraban, casi hasta su nombre. – Ah…ah….ah… André… André..-
El soldado bajó hasta los senos impacientes por su boca, los introdujo uno por uno en toda su cavidad oral, sin dejar de masajear aquella masa pequeña pero ultrasensible a su toque. Óscar alcanzó su primer orgasmo, sus gemidos se agudizaron, sus piernas vibraron, un líquido bañó los dedos masculinos.
El miembro de André había recuperado su turgencia total y con suma delicadeza la volteó y echó boca abajo, teniendo cuidado de que no se lastime con nada de la mesa. Miró los glúteos áureos y excitado los besó y mordió, se incorporó e introdujo completamente su masa vibrante y endurecida. Ambos gimieron. El ojiverde no podía aguantar más, se movió con rapidez y vehemencia dentro de ella, quien se sentía morir de tanto placer. De pronto, lo sintió más hinchado, más duro, su respiración más alocada, entendió lo que venía y cerró los ojos para recibir esa cremosidad ardiente.
Esta vez, no llegaría solo, en medio de su ardua tarea masajeó nuevamente el clítoris de la comandante, enloqueciéndola, simplemente había logrado que alcanzara el punto máximo con él.
Poco a poco, el aire regresó a sus pulmones, y despacio fueron separándose, él la incorporó y le dio la vuelta haciendo que lo mirara. Le levanto la ropa interior y el pantalón, abrochó la blusa dándole besos cortos y luego la chaqueta dejándola impecable. Él se vistió rápidamente arreglando su ropa. Cuando terminó se miraron y ella lo besó nuevamente abrazándolo por el cuello y él por la cintura apegándola a su cuerpo.
Óscar te amo, si aprovechamos el último informe de Alain, que, dicho sea de paso, no sé porque los escribe así, podré saber si el sello que vi es el mismo de los libros. Es más creo que no es sólo los libros, hay algo más en esto.
Tienes razón, mi amor. Ten cuidado, la Condesa y su asistente ocultan algo.
Si es cierto.
Óscar lo miró fijamente y le dio un beso corto en su boca y otro más. De pronto, le succionó la esquina del labio superior, hinchándose un poco.
Óscar… ¿quieres marcarme como a un caballo?
Como a un semental pura sangre…
André sonrió ante esta respuesta… - Me tengo que ir mi amor, ¿vas a pasar la noche aquí? -
Si, todavía tengo mucho que hacer, me llegó un informe de un incendio de grandes dimensiones en una taberna en Provenza, todos sus ocupantes incluyendo 3 clientes murieron, fue una desgracia.
Que horrible
Si, ve mi amor. Espera se nota lo de tu boca.. bien
La próxima vez me marcas con tu nombre.
Te amo André y mucho no lo olvides.
Tu tampoco olvides que te amo.
Un último beso, y André salió hacia el pasadizo, en cuya esquina estaba parado Latrell. El ojiverde se preguntó si habría escuchado todo – Si así fue, que… -
Latrell, buenas noches.
Buenas noches André… Semental…
¿Qué? - André se acercó y lo levantó de la chaqueta, - Cuida bien a la comandante, si le pasa algo ¡te mato! –
Claro, pura sangre
¡¿Qué?!
Nada… sólo que no te preocupes, la comandante estará bien.
Bien, que pases buenas noches.
Igualmente.
Algo preocupado, André cabalgó hasta el Castillo, entró hacia los dormitorios se aseó un poco y se dirigió a redactar los informes que faltaban, en el camino se encontró con Joseph Smith.
Buenas noches, Grandier
Buenas noches Smith, pensé que llegarías después.
Adelanté mi regreso, tenemos que terminar hoy tres informes ¿Estás listo?
Si claro.
Al llegar al despacho y sentarse en el escritorio, Smith le pasó los tinteros, sin querer André pudo notar que en su mano izquierda había rastros de una quemadura, y a pesar de no notarse mucho, el ojiverde se percató que era reciente.
