Alaben al dios Kira.

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El Redentor 777. Los falsos rumores dejaron muy mal parado a Joan, aunque Yasmina siempre celoso de la suerte que tiene jaja. A ver qué ocurre con los dos. ¡Saludos!

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RinMakoto. Aunque Mari haya pensado en una solución, Joan está bien metido en una bronca grande y más con todos enterados, a ver cómo reaccionará Tsukumo. ¡Saludos!

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Sin más, comencemos…

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Joan y Mari entraron a la enorme mansión en la cual se encontraban los padres de la rubia, aunque fueron recibidos por el padre de Mari, solo quedaba conocer a la madre de la chica.

El castaño iba un poco nervioso, pero solo trató de no hacerse ideas erróneas sobre conocer a su pseudosuegra ya que, según palabras de la rubia, su actitud no era muy buena sobre estos temas.

- ¿Estás nervioso?

- Un poco, aunque no sería la primera vez que conozco a los padres de una chica – decía el castaño recordando cuando conoció a sus suegros, en especial al padre de su amada.

- Mi madre es a veces muy molesta y a veces no la soporto, pero de igual manera deberíamos poder mentirles de una buena manera – decía la rubia guiñándole el ojo – leave it to me, Darling.

- ¿P-Por qué me llamas así?

- Es para disimular mejor – río Mari para luego ponerse seria ya que estaban llegando a la sala principal y eso significaba que ahí estaba su progenitora – llegamos.

- S-Sí – Joan notó como la sala era algo grande con muebles que él podría pensar que eran de alto costo económico y en uno de ellos, encontró a una mujer de cabello rubio al igual que Mari, pero sus ojos de un tono más oscuro de amarillo, además de estar vestida con una camisa de manga larga roja y un pantalón blanco y zapatos de tacón corto negro.

- Madre – Mari miró seria a su progenitora la cual terminaba de tomar una taza de té antes de dejarla en la mesa y ver a su hija.

- Hasta que te dignas en venir ante mí, Mari – la mujer miró de reojo al castaño - ¿él es tu novio? ¿El que me describiste?

- Así es – Mari abrazó del brazo derecho a Joan el cual se sonrojó un poco por el contacto de la chica – él es mi novio, madre.

- Pues por su aspecto no parece muy de Japón, tal parece de este lado del mundo – la mujer lo analizaba muy bien – por tu apariencia diría que eres español.

- Él es de México, querida.

- ¿México? ¿El país vecino? – el hombre asintió - ¿Cómo es que lo conociste Mari? Es muy raro que hayas conocido a un mexicano si has vivido casi toda tu vida entre Estados Unidos, Italia y Japón.

- E-Este… - Mari sudó frio ya que la pregunta la dejó sin algún argumento para discutir.

- Viví un tiempo en Estados Unidos – respondió Joan sorprendiendo a las dos rubias, en especial a la menor.

- ¿Cómo que viviste en Estados Unidos? ¿En qué zona?

- Antes que nada, tomen asiento – el padre de la chica hizo que ambos se sentaran y solo siguieran hablando – Fábregas, ¿viviste en Estados Unidos?

- Sí, un tiempo cuando mi padre se fue a trabajar a la zona de Nueva York y en eso me llevó a mí y allá obtuve mi diplomado de idioma, así que manejo el inglés a la perfección.

- Did you learn English while studying in New York?

- Sí, manejo bien el idioma, además…

- ¿Conociste a Mari cuando estudiabas en Nueva York? – la madre de la chica miró de reojo al castaño el cual tuvo que asentir – eso explica cómo es que se conocen, Mari estudió ahí durante 2 años antes de que volviera a Japón para salvar su escuela, que de por sí, no se salvó.

- ¿Eh? – Joan notó como la mano de la rubia apretaba un poco la suya y tal parecía que la joven Ohara no estaba nada feliz por el comentario de su madre.

- Bueno, no puedo hacer nada con respecto a eso, pero de igual manera sigo teniendo que pensar que tu pretendes a Mari y más, ella oponiéndose a un futuro matrimonio que puede aumentar su riqueza, la verdad es que no veo algo sobresaliente.

- Antes de que sigamos la plática, deberíamos presentarnos – el hombre carraspeó un poco su garganta – Fábregas, yo soy Adriano Ohara y ella es mi esposa y madre de Mari, María Ohara.

- Joan Carlos Fábregas Díaz, un gusto.

- Que nombre tan largo. ¿Así se apellidan en México?

- Es común en toda Latinoamérica que llevemos dos nombres y los apellidos de nuestros padres.

- Ya veo, no es como en Japón que todo se rige por el apellido de la persona que más alto nivel social tenga – decía el señor Ohara – pues dime Fábregas, ¿Qué te gusta de mi hija?

- ¿Qué cosa?

- Si de por sí andas con ella, es por algo que te gustó, no creo que sea solo por tener la fortuna de la familia ¿verdad? – el hombre examinó cada movimiento del castaño, el cual se sentía muy nervioso por eso, pero solo tragó saliva y recordó lo poco que había hablado con la rubia.

- No ando con ella por eso, la verdad es que incluso sin esa riqueza de la cual ella nunca ha presumido, la amaría tal y como es, porque no es lo que tiene una persona en lo material, sino por sus sentimientos y metas en la vida, ella es una hermosa mujer y me siento muy honrado de tenerla a mi lado.

- Joan-kun – Mari no tuvo más opción que sonrojarse por escuchar las palabras que le había dedicado el castaño, nunca en su vida había escuchado un chico decirle cosas así, más porque sabía que los japoneses eran más reservados y ahora comprobaba que los latinos eran más libres y expresivos.

- Ya veo – la madre de la rubia solo cerró sus ojos – pues entonces creo que queda la hora de saber cuánto quieres a Mari.

- ¿Cómo?

- Si es cierto que la quieres tal y como dices, no te importara besarla aquí mismo – las palabras de María dejaron un poco tensos a ambos jóvenes - ¿Qué pasa? Se supone que los latinos son más cariñosos con sus parejas que en algunas partes del mundo, mucho más que los japoneses, así que no tendrías problemas por besar a mi hija a menos… que todo sea falso.

- C-Claro que es falso mamá – decía Mari con bastantes nervios.

- Allora fammi vedere Fábregas, dai un bacio a mia figlia per vedere se é vero che sei fidanzato – habló la mujer en italiano, cosa que no entendió el mexicano, pero Mari lo comprendió a la perfección – Will they or will they end this charade once and for all?

- P-Pero… - la rubia iba a protestar, pero Joan la tomó de la mano causando que esta reaccionara a su tacto - ¿Joan-kun?

- Ni modo Mari, hay que mostrarles a tus padres que lo nuestro va en serio – las palabras del castaño ponían más roja a la rubia y más cuando el mexicano empezó a acercarse a ella – e-este…

- Let's get this over, Mari – susurró Joan a lo que la chica solo asintió temeroso y sin más, estaban acercándose hasta darse un beso en los labios, aunque esta vez fue corto y ambos se separaron totalmente sonrojados, aunque el castaño se sentía mal en su consciencia – ojalá Kana nunca se entere de esto, ay Dios mío, perdóname por esto, pero todo lo que sea por ayudar a una amiga.

- Creo que con esto queda solucionado una parte – dijo el padre de la chica rubia – aun así, Fábregas, me gustaría hablar contigo en privado.

- ¿En privado?

- Sí, acompáñame – el señor le indicó un sitio en el que parecía ser una especie de sótano. Caminaron un momento hasta que cuando llegaron, Joan quedó sorprendido al ver eso.

- ¿Q-Que es esto?

- Es mi espacio personal, aquí vengo cuando estoy estresado – el hombre le indicaba un sótano el cual era una especie de mini centro de bateo, con unas 5 cabinas.

- ¿Practica béisbol?

- Cuando estoy estresado, igual vengo con varios amigos a jugar un rato, además de que poseo junto con otros amigos un equipo de béisbol en Estados Unidos.

- ¿En qué división?

- En la MLB.

- ¡¿Las grandes ligas?!

- Sí, ¿Por qué te emocionas mucho?

- Es que yo juego béisbol – dijo el castaño para sorpresa del hombre – jugué un tiempo en Estados Unidos, pero la verdad es que tuve problemas allá y decidí dejarlo, pero gracias a unos amigos logré volver a sentir la emoción de jugar el deporte que amo y bueno… hasta el día de hoy sigo jugándolo.

- Pasaste por mucho – dijo el padre de la rubia – aunque nuestro equipo ha mejorado un poco desde que lo compramos con unos amigos.

- ¿Y qué equipo compraron?

- Los Ángeles Dodgers – cuando el mexicano escuchó eso, casi le da un infarto ya que conocía de antemano ese equipo.

- ¿C-C-Como compraron ese equipo?

- Decidimos hacerlo, después de todo era un equipo que siempre me gustó – dijo el hombre – aunque estamos en planes de comprar acciones de algunos clubes de futbol ya que también soy fan de este deporte.

- ¿Cuáles planea comprar?

- Por el momento no me decido, pero estoy en planes de comprar la franquicia de un club llamado Los Ángeles FC – las palabras del hombre dejaban cada vez más blanco al mexicano ya que no creía cuanta fortuna tenía la familia Ohara.

- E-Espero que le vaya bien.

- Dejando toda la plática a un lado, te he triado aquí para probar que tan bueno eres en béisbol – Adriano tomó un bate de béisbol y le dio otro a Joan – Fábregas, te reto a una competencia de home run para ver si eres digno de estar con mi hija.

- ¿Una competencia de home run?

- Así es, iré a activar la máquina de pelotas, veremos cuantos home run nos hacemos en 10 minutos. Si logró vencerte, no te haré creedor de mi hija, además, no tendrán que seguir con su farsa, la cual es más que obvia.

- ¿Qué cosa?

- Mari puede ser buena mintiendo, pero ya he descubierto cuando lo hace, no es tanto como su madre que a veces cuesta creerlo, pero de igual manera termina aceptando las cosas tal y como son. Sin embargo, me impresiona que ella te haya convencido de que hicieran todo esto.

- Ni yo tampoco lo entiendo, pero de igual manera quería ayudarla ya que siento que no es justo que ella tenga que tirar su juventud, así como así.

- Tienes un gran corazón Fábregas – dijo el señor Ohara – aun así, haremos algo mejor. ¿Qué tal si aumentamos la apuesta?

- ¿A qué?

- Si ganas, dejaré que Mari sea libre y esté con quien sea, pero si pierdes – el italoamericano lo miró fijo – te casarás de inmediato con Mari.

- ¿C-C-Casarnos? P-Pero si somos muy jóvenes…

- Tengo buenas conexiones que me pueden hacer el matrimonio entre ustedes legal, aunque creo que por el momento deberás jugar.

- Lo haré – el castaño estaba listo para salir de esa en la que estaba metido – necesito ganar esto, no es que Mari no sea guapa, pero ya tengo a Kana y ella es la mujer que amo, así que defenderé nuestro amor.

Cuando Adriano terminó de alistar las máquinas de disparar pelotas, ambos se pusieron a batear. Joan supo que su rival no era de subestimar ya que se miraba que le sabía al béisbol.

Los minutos pasaron y aunque ambos se veían algo igualados, Joan tomó una ventaja que no desaprovecharía y ya para terminar, el chico sacó todo su potencial y demostraría porque era el mejor del equipo.

- ¡Tiempo! – cuando todo terminó, se mostró como Joan había ganado por dos home run así que ganó la apuesta con el padre de Mari.

- You managed to beat me with just enough Fábregas – dijo el hombre.

- Por poco – río el mexicano – bueno, creo que deberá cumplir la promesa.

- Aunque no quiera, tendré que hacerlo – una voz femenina se escuchó detrás de los dos hombres los cuales quedaron sorprendidos al verla.

- ¿María? ¿Mari?

- Tal parece que Fábregas-san ganó la apuesta que hiciste, aunque siendo sincera, no tuviste oportunidad contra él.

- La verdad es que quería ver si era cierto que era un buen beisbolista.

Después de una plática, ambos jóvenes volverían al barco, aunque Adriano les dijo que justamente él y su esposa se irían en unas horas a Japón a tratar unos asuntos de negocios, incluso el padre de Mari le propuso a Joan jugar en Los Ángeles Dodgers cuando se graduara, aunque el chico dijo que lo pensaría.

Cuando ambos se fueron, los padres de la rubia solo veían el vehículo irse con ambos dentro.

- ¿Descubriste todo el plan de Mari? – preguntó María a su esposo.

- Obvio que no caería en eso – dijo la rubia.

- Sin embargo, fue buena tu estrategia de hacerle creer a Mari que tendría un matrimonio, veríamos qué haría y sí que pensó en una situación para salir de esta.

- Esa muchachita… no sé qué piensa a veces.

- Aunque sea una farsa su relación con Fábregas, creo que podría ser un gran candidato para ser el sucesor de la familia Ohara.

- Ni me lo cuentes.

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Joan y Mari llegaron de nuevo al Titanic que de suerte para el mexicano no había nadie cerca, solo llegaron a la habitación de la rubia.

- ¿Puedo preguntarte algo?

- Adelante Joan-kun.

- Si se supone que tu familia ayudó en la construcción de este barco, ¿Por qué sortearon la habitación de lujo cuando bien podías estar ahí? – preguntó el castaño.

- Es que quería viajar con mis amigas y el cuarto era muy pequeño, además, quería ver como viajaban Jack y Fabricio como en Titanic.

- Q-Que rara lógica tienes – río un poco el mexicano – bueno, al menos podemos decir que ahora eres libre.

- Sí – la italoamericana se acercó a él y le dio un fuerte abrazo – mil gracias Joan-kun, me ayudaste mucho.

- No hay de qué – la rubia se separó de él y esta buscó una cajita en la que venía algo dentro - ¿y eso?

- Es un regalo de mi parte – la chica le mostró el interior y supo de lo que se trataba – es una joya que fue parte del Corazón del Mar que fue descubierto en el Titanic, así que esto es una recompensa más que merecida.

- ¿Una joya?

- Sí, aunque su valor se ha reducido porque ya sabes cómo es el mercado de las joyas.

- ¿Y cuánto cuesta?

- Nada extraordinario, solo unos 75000 euros.

- … - cabe decir que Joan quedó súper asustado y cuando hizo cálculos en su celular, quedó peor todavía - ¡¿1,817,799.55 pesos mexicanos?!

Después de eso, el chico se fue y justo en el camino, sintió un fuerte golpe en la cabeza y este solo se sobó la zona afectada.

- ¿Qué fue eso?

- ¡Joan Carlos Fábregas Díaz! – Iwaki se lanzó hacia el mexicano, aunque la peli mostaza venía acompañada de Aoi y de Tsukumo.

- ¿Q-Que pasa Iwaki?

- Tranquila Yoshimi – la peli morada tuvo que detener a su amiga la cual en cualquier momento le daría la paliza de su vida al mexicano – hay que calmarnos, si después de un tiempo aun quieres matarlo, solo lo matas, pero relájate por el momento.

- Joan – la peli negra llegó a donde estaba su amante – creo que necesitas explicarme muchas cosas.

- ¿De qué hablas?

- Nos enteramos por Arihara-san que saliste con una chica de aquí del barco y no me dijiste nada – aunque no se notara, Joan sabía que Tsukumo no estaba nada feliz y necesitaría aclarar muchas cosas.

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Mientras que con Mari…

La rubia seguía pensando en todo lo que había pasado y en eso, solo tocó sus labios recordando el beso que le dio el mexicano. De solo recordarlo, su corazón latía con fuerza y sus mejillas se pusieron rojas.

Tal parece que las cosas cambiarían para la rubia italoamericana.

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Continuará…