Los personajes no me pertenecen.


—Puedo explicarlo —Mierda, Atsumu no pudo haber elegido una frase más cliché. Que Yamaguchi soltara rápidamente sus manos y ocultara las suyas tras su espalda tampoco ayudó para nada. — Si nos escuchas, entenderás por qué...

—¿Entenderé que existe una razón válida para salir con mi alma gemela a mis espaldas? —gruñó Osamu, claramente dispuesto a iniciar una pelea. — ¿Por qué tendría que escucharte?

Esa misma tarde, durante el partido, había pensado y rememorado muchas cosas de él.

"No es como si confiase en Atsumu. Él nunca me escucha. Nunca devuelve lo que toma. Y es un mentiroso".

Eso fue lo que pensó, y era lo que volvía a pensar ahora. Conocía a su hermano mejor que nadie, y sabía que incluso cuando no tenía malas intenciones podía hacer cosas malas. Hasta en las situaciones más simples, podía demostrar el desastre que era en realidad.

—Esa es mi chaqueta.

—¿Puedo tomarla prestada?

—Puedes pedírmela cuando devuelvas la maldita cosa primero.

Eso había sucedido en la última cita que tuvo. Cita que, por lo que sabía, tuvo con Yamaguchi Tadashi, su alma gemela, de quien él apenas hoy tras el partido averiguó su nombre. Qué ironía. Y solo se había enterado de esto porque estaba tardando mucho en su escapada nocturna. Demonios, ¡nunca se habría enterado, si esos dos pensaban ocultárselo!

—¡Tienes que escucharme porque no sabía quién era! Si lo hubiera sabido-

—Me lo habrías quitado también. Di la verdad, por una vez no te hará daño —Pudo ver cómo sus palabras golpearon al otro, quizá injustamente. Estaba muy alterado para escuchar la verdad, o cualquier mentira. — ¿Hay algo que deba oír? Esto es lo que siempre haces.

—Tsumu no tiene la culpa. La culpa es mía —Era la primera vez que lo escuchaba. La primera vez que estaban tan cerca, que estaban frente a frente y sin la red de por medio. Podía apreciar ese rostro que se coló en sus sueños hace tanto, con el que todavía soñaba, tanto despierto como dormido, pero no se veía como le habría gustado; parecía asustado, de él o de lo que pudiera decir.

Osamu recordó con tristeza una expresión similar de su parte, cuando lo atemorizaban los matones de su infancia, y detestó la idea de producirle algo similar. Se obligó a calmarse, por más que le doliera la situación, por más que sintiera envidia de lo afortunado que era su hermano por haber salido con él, tratando de consolarse con que no importaba, que ahora las cosas irían como debían. ¿No era una señal acaso que los dos le pusieran el mismo apodo? Eran almas gemelas. Eso debía contar más que un par de citas...

Y que un par de escapadas nocturnas. Saber aquello aumentaba el malestar. Antenoche poco le había importado qué o con quién hacia su gemelo, pero ahora...

—Está bien. Los escucho —accedió, aunque con una actitud no mucho mejor. Se cruzó de brazos, preparado también para escudarse emocionalmente por cualquier cosa que fueran a decir. Quién sabía hasta dónde habían llegado. Dios, no quería esos detalles... ¿sería peor quedarse con la duda? — Cualquier excusa o mentira que quieras armar, olvídala —le advirtió a su hermano.

—Oye, yo no tenía idea de que ustedes tenían esa clase de vínculo, me acabo de enterar un poco antes de que llegaras. ¿Y qué tiene si salimos un par de veces? Ni siquiera nos hemos besado como para que-

—¡Solo un par de citas! —lo interrumpió el otro, claramente avergonzado. Se veía tan adorable que hasta tenía ganas de dejarlo pasar y proponerle matrimonio en su lugar. — Yo le hablé porque creía que eras tú. Eso es todo. Tienen la misma cara, ¿cómo no iba a...?

—Yo soy más guapo —dijeron los dos a la vez. Se quedaron viendo con los ojos entrecerrados, cada uno con razones diferentes y similares para enojarse. Osamu estuvo a punto de abrir la boca con un comentario mordaz, mas la risa de Tadashi cortó cualquier pensamiento negativo, como un rayo de luz en su vida. Dios, quería escucharla el resto de su vida.

—Lo siento, no quise burlarme, pero ustedes no colaboran —dijo, limpiándose una lagrimita del ojo— ¿Gracias por quitarle tensión al asunto, supongo? Espero que haya sido a propósito —Lo amaba. De alguna manera, había dado vuelta la situación hacia un giro más agradable. Y, ahora que podía estar más tranquilo con tan poca interacción física entre ellos, estaba más dispuesto a oír acerca de este error sacado de comedia romántica.

—Entonces... en resumen, ¿le hablaste porque querías salir conmigo? —La pregunta inició con curiosidad, y de alguna manera terminó convirtiéndose en una clara insinuación que le subió los colores al otro, y le hizo rodar los ojos a su hermano. No le importaba. Si iban a tener algo más, podía irse acostumbrando a avergonzarse, y Atsumu también a tener que aguantarlo.

—Pues... envié el mensaje para saber qué había pasado hace años —Dijo eso únicamente para no admitir de manera directa que quería salir con él, aunque se arrepintió al instante; ambos se habían puesto rígidos, se miraron entre ellos y asintieron con solemnidad. Cualquiera que fuera la cosa tan terrible que se estaban comunicando telepáticamente, era un alivio que la pequeña discusión de recién no cortara su conexión. — Todavía no entiendo por qué terminó nuestro sueño. Así que cuando vi el perfil de Tsumu le hablé para preguntarle si todo estaba bien entre nosotros, pero...

—Por supuesto que está todo bien entre nosotros —se apresuró a responder, esperando tranquilizarlo. Hasta que se percató del detalle que acababa de soltar. — Espera, ¿perfil? —le dirigió a su gemelo la mirada más burlona de su repertorio, mas su sonrisa se borró al darse cuenta de que el otro también usaba lo mismo.

—Mis compañeros me hicieron un perfil para encontrarte —confesó Yamaguchi, claramente incómodo— Hasta llenaron mi perfil, no tenía idea de qué poner. Entonces vi a Tsumu y... bueno, ya te imaginas lo demás. No soy muy bueno con las palabras, y lamento tener que admitir que apenas tiré un par de indirectas sobre eso. Me daba un poco de miedo saberlo, así que no pregunté como corresponde. Por eso te dije que la culpa es mía. De haber enfrentado el tema como debía, jamás habría existido ninguna confusión. Perdona... y perdónalo también, te juro que nunca hubo malas intenciones.

El chico podría pedirle cualquier cosa, y Osamu haría todo para cumplirlo. ¿Cómo podría enojarse con él, viéndose tan vulnerable y arrepentido? Solo tenía ganas de consolarle. Y, en cuanto a su hermano, no iba a molestarse al menos hasta que estuvieran a solas y pudiera interrogarlo de todas maneras.

—Samu sabe que también es mi culpa —intervino el rubio, sorprendiendo a ambos— Puede que él me haya perdonado por lo de ese entonces, pero yo no. Fue mi culpa que no pudieran terminar ese sueño. Yo lo desperté.

Fue evidente que la revelación dejó en shock al menor. Casi como un gesto inconsciente, se acercó para apoyar su brazo en sus hombros, haciéndole dar un respingo. Bien, tendría que controlar sus impulsos si no quería causarle un ataque, por más ganas que tuviera.

—Fue un accidente —se adelantó a defenderlo, aunque notó enseguida que era innecesario. Tadashi no miraba a Atsumu con reproche, ni mucho menos. Si acaso, con algo de compasión por lo arrepentido que se veía. Dios, el destino le había enviado a un ángel.

—¿Y qué si no fue a propósito? ¡No cambia el hecho de que corté su sueño! Solo por haber encontrado a mi alma gemela, que ni siquiera me contesta o le intereso un poco —De repente, su hermano estaba apenas conteniendo los sollozos. — Lo siento. En serio, yo-

—En ese entonces no podías adivinar que iba a ser así, Tsumu, tranquilo —Se había adelantado a consolarlo antes que él, incluso. ¿Era un ángel y ya, o era un ángel que también tenía sentimientos por su hermano? —Tiene pésimo gusto si no ve el gran partido que eres.

—¡Lo sé! Aunque, hablando de partidos, seguro perdió el poco interés que tenía en mí luego de que nos ganaran el año pasado —El puchero que hacía ahora ni se comparaba con el berrinche que tuvo que aguantarle en ese entonces, cuando Sakusa Kiyoomi volvió a apartarse de él como si estuviera lleno de gérmenes (y cuando él mismo, como buen hermano, le dijo que era una idea de mierda acercarse a él lleno de sudor tras el partido, obtuvo una patada).

—Él se lo pierde, en algún momento se dará cuenta. Mira el lado positivo, tienes oportunidades de encontrártelo —Parecía que olvidó el hecho de que los derrotaron en las nacionales. Era un dulce idiota, justo como le gustaban. — De eso se tratan las almas gemelas, ¿cierto? En algún momento podrán estar juntos.

Si eso era lo que pensaba, haría todo lo posible para que ese momento llegara pronto.

—Gracias, Tadashi-kun —¿Qué, lo llamaba por su nombre antes que él? ¡Maldito confianzudo! — Eres un ángel, Samu no te merece —Si creía que con esas lagrimitas de cocodrilo estaba convenciendo a alguien, se equivocaba. Es más, que se apresurara en quitarse de en medio, tenía mucho tiempo que recuperar. — Si algún día no funcionan las cosas con él, recuerda que estoy disponible.

Ah, no, esa gota rebalsaba el vaso.

—¡No andes de arrastrado! Respétate y respétame — Ya lo había derribado con una patada. Decidió darle unas cuantas más, ahora suave y rítmicamente, para que recordara esto cada vez que quisiera insinuársele a su futuro esposo (si es que aceptaba).

—¿Por qué te enojas? Es como si ya me hubiera rechazado, considerando que solo salió conmigo confundiéndome contigo —protestó, cubriéndose de las patadas pero sin devolverlas. Debía estar un poco deprimido por eso, si era incapaz de regresárselas. Esperaba que simplemente le hubiera llegado al ego y no tanto al corazón.— Aun así, quiero que sepas que disfruté mucho contigo, Tadashi-kun. Estoy seguro que puedes hacer muy feliz a mi hermano.

De verdad, su gemelo podía ser una gran persona cuando se lo proponía. — Aunque no me enojo si te cansas de su amargura y te buscas un reemplazo más simpático, como yo.

Habló muy pronto por lo visto. Sin embargo, antes de que pudiera reprocharle, se enderezó para declarar con seriedad—: En realidad, sé que el merece a alguien tan bueno como tú. No negaré que me siento frustrado por este giro de los acontecimientos... pero supongo que me lo merezco por haber interrumpido su sueño. Es justo que también interrumpamos esto.

Yamaguchi y él se miraron, indecisos de cómo proseguir. Por un lado, presentían que ambos querían intentarlo juntos, mientras que por el otro... no querían que se sintiera descartado cuando, al igual que hace años, todo fue un accidente para los tres.

—Tsumu, creo que ya te has responsabilizado bastante por eso. Y, si me obligas a ser positivo, supongo que gracias a ti nos encontramos, al menos en parte —intentó tranquilizarlo Osamu, dándole un codazo fraternal para no verse tan blando. — Y descubrí otras cosas que jamás me habría dicho a la cara si nos presentábamos de inmediato como almas gemelas... Por ejemplo, que le parezco un viejo con este color de cabello. Estoy considerando volver al natural, créeme.

El menor casi se ahogó, aunque como se cubrió la cara no supo si de risa o por los nervios.

—Lo siento por eso, aunque si el resultado es ese dudo quejarme —Ah, era de risa. Qué desgraciado, le encantaba. — Además, Tsumu, es normal emocionarse si acababas de encontrarlo. Te entiendo, no te imaginas cuánto me debatí sobre si enviarte o no un mensaje. Además... si te soy honesto, me alivia que la razón haya sido esa. Siempre creí que lo arruiné de alguna manera.

¿Qué? ¿Todos estos años, también se había estado culpando él?

—¿Cómo podrías haberlo arruinado? Todo iba bien, ¿cierto?

—Yo... eso creo. ¿No era aburrido? Antes de conocerte tenía miedo de que no quisieras conocerme por las pesadillas. La verdad me sorprende que hayas querido hablarme cuando por mi culpa solo compartíamos malos sueños —Lucía tan abatido que rompía el corazón solo verle allí, ligeramente encogido y con una sonrisa rota.

En serio, estaba rodeado de idiotas. Sus idiotas, a quienes amaba con todo el corazón. Tendría que esforzarse por hacerles sentir ese amor, y ellos tendrían que acostumbrarse a su extraño lenguaje para expresarlo.

—Tenía muchas ganas de conocerte. A ti y a esos imbéciles que estaban en tus pesadillas, para devolverles con intereses todo lo que hicieron —declaró, apretando el puño. — Todavía estamos a tiempo de que me des nombres y caiga casualmente sobre ellos, cuando vaya a visitarte.

—Creo que ya lo tengo resuelto —volvió a sonreír, esta vez con timidez. Así que iría a visitarlo... Su corazón estaba dando volteretas por la idea.

El rubio se mantuvo al margen, deduciendo lo necesario de la conversación. Aunque, si le preguntaban, admitiría que él también estaba a favor de la venganza. No obstante, por más que se alegrase desde el fondo de su alma por ver esta interacción entre ambos, sabía que tenían mucho de lo que hablar, y sería mejor dejar de ser el tercero en discordia (aun si solo recientemente supo que este era parte de un triángulo muy enrevesado).

—Bien, creo que como cupido ya hice suficiente por hoy. Los dejaré solos para que puedan ponerse al día —Pudo notar que Yamaguchi se puso nervioso ante esa perspectiva, lo que le divirtió en sobremanera. El chico era adorable; como buen amigo y cuñado, tendría que cuidarle de su hermano hasta que estuviera listo. — Recuerden que no hay mucho tiempo. Tenemos que irnos temprano por la mañana, y si es que hacen otra ronda nocturna descubrirán que no están. Sería gracioso que se enteraran del motivo, ahora que lo pienso.

—Sí, sí, volveré en unos minutos —gruñó su gemelo, consciente de lo que estaba haciendo. Era una grata sorpresa que estuviese siendo considerado con alguien más, así que le seguiría el juego. Además, esa era la razón por la que salió a buscar a Atsumu en primer lugar; para que no lo captaran en medio de una salida romántica, pues no le quedó de otra cuando todos sus mensajes quedaron sin leer.

—Bien, te espero allá. Oh, y Tadashi-kun, es un gusto conocerte, espero que nos veamos de nuevo, ya sabes que sería un excelente cuñado —se despidió guiñándole un ojo.

—Eres excelente en todos los sentidos, Tsumu. De verdad muchas gracias.

Las palabras conmovieron a ambos gemelos. Los dos estuvieron seguros de que pronto sería un integrante más de la familia, en cuanto resolvieran el tema de la distancia, pues poco podían hacer al respecto siendo adolescentes. Asintieron, y tras un último gesto quedaron a solas.

El silencio fue tenso, evaluador. Ninguno sabía cómo empezar teniendo tanto que decirse, o si acercarse cuando apenas se acababan de conocer, incluso cuando técnicamente se conocían desde hace años. Osamu lo había visto en sueños, cuando era un chico pequeño e indefenso, tanto emocional como físicamente. Yamaguchi lo había visto cuando era un crío que se avergonzaba de sus propios sentimientos, como el hecho de amar a las personas que le rodeaban y demostrarlo en sueños. Ambos habían crecido, madurado, de alguna forma pensando siempre en el otro. Tenían tanto que decirse... Aunque, a fin de cuentas, los dos querían aclarar un tema un especial.

—Entonces —carraspeó el mayor—Sé que todo esto debe ser un caso atípico para conocer a tu alma gemela, por decirlo suave. Pero yo de verdad quiero intentarlo contigo, lo que sea que quieras intentar.

Puede que estuviera arriesgándose mucho dejándole todo el peso de la decisión a él. Sabía que podía ser tímido, que quizá le cohibiera admitir que quería ser más que amigos luego de haber salido con su hermano, y, sin embargo, necesitaba que le confirmaran que lo prefería a él, incluso si fuera solo por ese instinto primordial que los empujaba a juntarse.

—Yo... es cierto que solo le hablé a Atsumu para saber lo que pasó hace años, pero... en realidad, que estuviera en una app de citas me hizo ilusiones de un futuro romántico. No te pido que seamos novios —tragó— Te pido una oportunidad para salir contigo. Si es que sientes que funciona, te lo pediré como corresponde la próxima vez.

La próxima vez yo te lo pediré, juró en silencio Osamu, conmovido por la enternecedora imagen que era Tadashi declarándose así. Estaba todo sonrojado, pero se mantenía firme. Sus voz tembló un poco, mientras que sus piernas no tambalearon ni una sola vez. De alguna manera, se había convertido en aquella persona valiente que siempre soñó ser, sin notarlo siquiera. Quería recompensar esa valentía con todo su corazón.

—Acepto —Bien, tal vez escogió una palabra muy fuerte para confirmar; tenía que reservarla para más adelante. — Estarás ocupado mientras duren las nacionales, supongo. Y yo... prometo que te estaré apoyando. Cuando estés libre de nuevo, salgamos juntos —se atrevió a dar un paso hacia él, sintiendo su nerviosismo, y al mismo tiempo las ganas que tenía de no alejarse tampoco— Mientras tanto, ¿por qué no empiezas dándome tu número de teléfono?

Yamaguchi asintió tan deprisa que llegó a dolerle el cuello. Después de estar tanto tiempo en tensión, cada una de sus articulaciones reclamaban por el cambio. Ahora, con su alma gemela viéndole tan suave y dulce a como recordaba, su corazón se sentía por fin seguro. Jamás imaginó las circunstancias que los llevaron a unirse, pero agradecía cada uno de los peldaños que subió para llegar hasta este momento, donde volvía a enamorarse de la tranquila sonrisa del otro.

Iba a dar todo de sí en los siguientes partidos. Si lo hacía, estaba seguro de que se atrevería a pedirle un beso la próxima vez que se vieran.


Tenía muchas ganas de volver a escribir desde el punto de vista de Osamu, el casi engañado (por intentar ocultar información). Y... ¡Solo queda el epílogo! Por supuesto, ahí se viene mi esperado time skip (lo amo). Nuevamente, muchas gracias por llegar hasta aquí, ¡hasta la próxima!