¡Aquí me presento con un nuevo capítulo para esta historia!

Hace no mucho hubo una persona que pagó una membrecía en mi Patre-on, la primera de todas. Gracias a Surfysun ahora todos tienen un capítulo doble en esta historia.

Por si no saben como funcionan los capítulos dobles, simplemente son dos actualizaciones seguidas de esta historia. Eso significa que dentro de unos 3 días van a tener otro nuevo capítulo.

Recuerda que, si quieres pedir capítulos dobles, tienes que hacerte miembro pago en mi Patre-on y decir cual historia quieres que tenga doble actualización. Obviamente solo entran las historias que aún estén en desarrollo, y cada mes que renueven pueden pedir otra vez.

Sin nada más que decir, es momento de comenzar.

¡Disfruta!

"Y esa es la situación." Comentó Aether, dejando que la información calara en todos los presentes.

El viajero se había reunido en el gran salón del segundo piso junto con Yoimiya, Ayaka, Ayato y Gorou.

Ayaka tomó el té con tranquilidad mientras que Yoimiya y Gorou compartieron una mirada. El silencio en la habitación dejaba a entender que todos estaban bastante absortos en sus pensamientos, o más bien, en que responderle a Aether tras semejante propuesta.

"¿Quieres que alguno de nosotros cuatro vaya a Mondstadt como mediador de Inazuma?" Ayaka dejó el té con elegancia, haciendo la pregunta que todos se habían planteado en aquel momento.

"Mondstadt traerá a alguien aquí como muestra de su buena fe. Nosotros deberíamos hacer lo mismo para demostrar nuestra predisposición diplomática. O eso es lo que me dijo Yae." Aether concluyó, inclinándose de hombros al final.

"Es una buena forma de estrechar conexiones, pero la situación actual hace que todo sea un poco complicado. Nuestro pueblo necesita a sus referentes. No creo que pueda ir." Comentó Ayaka con cierta tristeza.

No era solo por lo ocurrido, ya que a ella también le encantaría ir a nuevos lugares debido a que nunca tuvo la posibilidad de salir de Inazuma, a diferencia de su hermano.

"Yo estaría más que dispuesta a ayudar. Incluso la idea de viajar a nuevos lugares hace que me emocione demasiado. Pero…" El tono de Yoimiya se apagó bastante cuando hizo esa pequeña pausa. "Alguien tiene que cuidar de mi padre…" Concluyó con cierta tristeza.

"¿Y que me dices tú, Gorou? Kokomi dijo que tienes mucha experiencia." Preguntó, haciendo que el mencionado se frotara el cabello con bastante inquietud.

"Estaría encantado de ayudar, pero creo que aquí necesitan mucho más mi ayuda." Comentó, poniéndose bastante serio. "La señorita Kokomi-sama está muy ocupada. No es por fanfarronear, pero soy su mano derecha, y no creo que nadie pueda reemplazarme si me voy."

"Parece ser que esto va a ser más complicado de lo que pensé…" Pensó Aether en voz alta cuando dio un suspiro cubierto de fastidio.

"Yo iré."

Todos se quedaron en completo silencio tras la sorpresa de escuchar a Ayato.

"¿Estás seguro, hermano?" Preguntó Ayaka, realmente no le gustaba mucho la idea de separarse de él en un momento como este.

"No te preocupes." Ayato colocó una mano sobre su cabeza para reconfortarla. "Sabes bien que todos te ven como la cabeza de la familia Kamisato. Yo me encargo del trabajo desde las sombras. Por eso creo que este es un papel idóneo para mí." Concluyó, fijando su mirada en Aether.

"En ese caso, quiero darte las gracias." Comentó el viajero, estrechando manos con Ayato. "Por lo que sé, Jean enviará a su representante mañana, por lo que aún tienes un día para preparar tu salida y despedirte." Concluyó, ensanchando un poco su sonrisa.

Ayato tan solo asintió, enmarcando aún más su sonrisa.

"Ese tiempo es más que suficiente."

_CAPÍTULO 5: DIOSA TERRENAL_

Ei observó en un silencio entusiasta como Aether entraba en su dormitorio. Su curiosidad llegó a niveles impensados tras notar que esta vez la bandeja de comida llevaba una tapa para que no se viera su contenido. Era obvio que el viajero quería extender el momento de incertidumbre lo máximo posible, y solo necesitó ver la expresión completamente compenetrada de la Arconte para saber que su plan había funcionado con éxito.

"En lo personal, es el postre que más me gusta de Inazuma." Comentó acercándose lentamente a ella, haciendo que ese momento de espera se agravara aún más. "No he estado mucho tiempo aquí, pero fue suficiente como para perfeccionarlo. Y no es por ser orgulloso, pero estoy muy satisfecho con el resultado." Concluyó, sentándose junto a ella.

"¿Puedes…?"

"Aún no." Una sonrisa zorruna emergió de los labios de Aether al ver como Ei hacia un pequeño puchero, aunque solo duró un segundo. "Primero tengo que acomodarte. No creo que te guste comer la comida de esa manera." Comentó, recibiendo un torpe asentimiento por parte de la Shogun.

"Tienes razón." Respondió la mujer, quedándose en completo silencio en el momento que su futuro amante escarbó debajo de las sabanas para cargarla con mucho cuidado.

Ei lo miró fijamente. Ella no sentía el contacto sobre su cuerpo, pero los movimientos y la expresión seria y delicada que Aether hacia cada vez que la tomaba en brazos dejaba a entender que él se tomaba muy enserio lo de tratarla como una princesa.

Ese trato tan cuidadoso y afectivo la hacia sentir bien, y no tenía problemas en reconocerlo con una leve sonrisa. Probablemente si pudiera mover sus brazos lo hubiera abrazado del cuello para indicarle que su trato le gustaba muchísimo.

Esos pensamientos quedaron en un segundo plano cuando Aether hizo los últimos retoques, haciendo que un sonrojo invisible emergiera del rostro de Ei al notar como la acunaba con las mantas con una protección y cariño que nadie más podría imitar.

O por lo menos, ella pensaba así.

Nunca conoció a alguien que la tratara de una manera tan afectiva sin esperar nada a cambio.

"Ahora es el momento." Ei salió de su pequeño ensoñamiento tras escuchar las palabras de Aether. "Espero que no estés muy molesta por hacerte esperar tanto." Comentó el viajero con gracia, colocando la bandeja sobre el regazo de la Diosa.

Ei no dijo nada al respecto, solo observó la bandeja cubierta con una anticipación y ansiedad sin igual. Ni siquiera se molestó en ocultarlo, y obviamente Aether tuvo que aguantar las ganas de reírse tras ver esa expresión tan adorable en su rostro.

"¡Aquí va…!" Como si hiciera una presentación gourmet, el viajero quitó la tapa a una lentitud sin igual.

Los ojos de Ei se ensancharon cómicamente cuando un brillo dorado se impuso sobre su rostro, como si estuviera en presencia de una reliquia sagrada. El aliento abandonó sus pulmones sin su permiso, y sus manos casi se movieron para cubrir sus labios, casi.

"¡Unos deliciosos Dango Tricolor para la señorita Arconte!"

"¿Cómo es esto posible? Nunca vi un postre tan bien elaborado." Comentó Ei sin ser capaz de ocultar su gran conmoción, observando como los deliciosos dangos tenían un brillo dorado bastante peculiar.

Tan solo ver ese aspecto hizo que estuviera a punto de babear por ellos. Pero como tal damisela, ella nunca permitiría que eso pasara.

"Espero que el sabor logre cautivarte incluso más que su aspecto." Comentó Aether con una sonrisa cuando tomó uno de los dangos.

Ei abrió la boca y cerró sus ojos, esperando poder saborear esa dulzura azucarada todo lo posible.

Así fue como extrajo una de las tres bolas, pero la reacción fue completamente inesperada.

Una pequeña imagen corrió por la mente de Ei, en donde ella y sus amigos ya fallecidos estaban disfrutando de este postre tan único para ella.

Aether esperaba que suspirara con mucho gusto y saboreara el postre hasta al cansancio, pero en cambio ella abrió sus ojos de inmediato.

En un principio, pensó que no le había gustado.

Pronto supo que era algo mucho más profundo al notar como unas pequeñas lagrimas se formaban en sus ojos.

Aether sabía lo que le estaba sucediendo, por lo que solo atinó a sonreír con cariño y colocar una mano sobre su cabeza.

Ei lo miró, y esas lagrimas se hicieron más grandes. Sus ojos se cerraron con fuerza cuando comenzó a saborear el alimento. Sus lagrimas rodaron por sus mejillas y Aether frotó su cabeza para reconfortarla.

Una vez que por fin lo consumió, sus ojos vidriosos se abrieron, y una sonrisa completamente cautivada y emocionada cruzó por su rostro mientras las lagrimas no paraban de caer. La calidez tan familiar y preciosa que rodeaba todo su cuerpo le hizo imposible detener esas lágrimas.

"¡Estaba delicioso!" Ella exclamó con una alegría sin igual, y Aether tan solo pudo ensanchar aún más su sonrisa ante su reacción.

"Me alegro mucho que te gustara."

_SALTO DE LINEA_

Relajatetera

Al día siguiente…

El sonido característico de una moneda siendo arrojada y atrapada se repitió unas cuantas veces mientras que Yae y Sara observaban al recién llegado en silencio.

"¿Este es el hombre que enviaron como mediador diplomático?" Sara rompió el silencio, obviamente no estaba muy convencida ante el aspecto del hombre y su tono lo demostró.

"Veo que tenían expectativas muy altas." Comentó, atrapando la moneda una última vez. "En Mondstadt somos personas muy simples a excepción de nuestra querida Jean. Lamento decepcionarte." Concluyó, bajando su cabeza como gesto de saludo.

"Oh, no quise decir eso. Solo me sorprendió." Comentó Sara, observando al hombre con cuidado. "¿Cuál es tu nombre?"

"Mi nombre es Kaeya." Se presentó, alzando un poco su rostro para entregarle una sonrisa a las mujeres. "Haré todo lo que este a mi disposición para cumplir las expectativas de tan hermosas damas y mi querida comandante." Concluyó, bajando su cabeza una vez más.

"Que hombre más elocuente." Comentó Yae, observando a Kaeya con detenimiento. "Creo que vamos a llevarnos muy bien." Concluyó, esbozando una sonrisa de las suyas al final.

"Ya lo creo, señorita." Comentó Kaeya, alzando su rostro para entregarle una sonrisa casi idéntica a la de ella.

Sara miró entre los dos, pensando que aquí podría gestarse un tipo de amistad que podría traerle problemas, y eso obviamente la asustaba, aunque no lo demostró abiertamente.

"Lamento la tardanza. Mi hermana quería que me presentara lo más formal posible a este nuevo trabajo." Comentó Ayato, quien apareció en las puertas principales con un esmoquin negro y una camisa blanca con corbata celeste. Sus pantalones y zapatos eran de color negro.

"Que hombre elegante. Estoy seguro que mis compañeros te recibirán con los brazos abiertos, y aún más las chicas." Comentó Kaeya, haciendo que una sonrisa un tanto avergonzada se dibujara en el rostro de Ayato.

"Fufu, yo también lo creo." Comentó Yae, tapando sus labios con la mano.

"A todo esto…" Ayato se acercó para estrechar la mano de Kaeya, observando a sus alrededores en busca de alguien.

Alguien que claramente faltaba.

"¿Dónde está el viajero?" Preguntó el Kamisato mayor con suma curiosidad.

En ese momento, Sara se puso un poco nerviosa y una sonrisa bastante especial surgió en el rostro de Yae, quien no tardó en cubrir su sonrisa zorruna con su mano vendada.

"Él está muy ocupado ahora fufu…" Ese comentario hizo que Ayato la mirada con gran confusión.

"¿'Fufu'?" Kaeya repitió con una ceja alzada.

"¡AAAA-chuuuu!" Ei estornudó incluso con más fuerza que la vez anterior, ganándose una mirada preocupada de Aether.

"¿Estás segura que no puedes resfriarte?" El viajero le consultó, y Ei negó con su cabeza.

"De seguro hay alguna persona que está hablando mal de mí." Comentó la Diosa con una mirada algo oscura tras ese pensamiento.

"Si tu lo dices…" Aether se inclinó de hombros, restándole importancia para reanudar su labor.

En ese momento el tenue rubor volvió a las mejillas de Ei, sintiendo como Aether le lavaba el cabello.

Pero su rubor no se debía solo a eso.

Ellos estaban en el baño del dormitorio, en donde Ei estaba metida en una tina improvisada en la mitad de la amplia ducha mientras Aether la enjuagaba con agua caliente. Ella se encontraba recostada en la tina cubierta de agua y babas Slime Pyro con su ropa interior morada. La escasez de vendas reveló todas las heridas en su cuerpo que estaban al rojo vivo por estar en contacto con el agua y las babas, lo cual generaba un clima bastante cálido que contrarrestaba con lo frio que estaba su cuerpo.

Aún así, ella no sentía ningún tipo de dolor.

Era cierto que no podía sentir casi nada, pero esta ducha le estaba transmitiendo una sensación de entumecimiento a todo su cuerpo. Una sensación que era agradable, aunque pareciera extraño.

Aether pudo captar cada uno de sus pensamientos y sensaciones cuando la mujer cerró sus ojos y dio un pequeño suspiro cubierto de placer.

"Al final no fue tan malo que te bañara, ¿no lo crees?" Comentó Aether con una leve sonrisa, siendo contagiado por este ambiente de relajación y paz absoluta.

"Me gusta que me acaricien el cabello. Ya no recuerdo cuando fue la última vez que pude disfrutarlo." Comentó Ei con los ojos cerrados, sintiendo como las manos de Aether trabajaban sobre su cabello con sumo cuidado y técnica.

"Desafortunadamente esa parte esta a punto de terminar." Aether comentó, dejando remojar el cabello de la Diosa fuera de la tina, haciendo que Ei abriera sus ojos. "Ahora viene la parte más complicada: el lavado de tu cuerpo. Todo tu cuerpo." Culminó, haciendo que la tranquilidad y el placer se disipara del rostro de Ei tras escucharlo.

"¿Tienes-tienes que sacarme la ropa interior?" Preguntó la Diosa, su sonrojo se profundizó un poco más tras esa pregunta.

"Descuida, tengo un plan." Aether se colocó unos guantes de goma bastante gruesos, bañándolos en jabón.

Ei observó en silencio como su nuevo amigo se colocaba una venda oscura sobre sus ojos, haciendo que sus dientes se apretaran de un momento a otro.

"Debí ponerme las vendas primero." Aether se quejó cuando se frotó la venda con el codo, esperando que la sensación de ardor producida por el jabón pasara rápido.

Ei no pudo evitar sonreír ante la situación. No solo por la torpeza del viajero en este tipo de cosas, sino porque siempre trataba de hacerla sentir lo menos incomoda posible, y siempre lo lograba.

"¡Bien, comencemos!" Aether exclamó con seguridad cuando chocó sus guantes de goma, para luego quitar el sostén de Ei.

"…"

"…"

"…"

"¿Eh?" El viajero se preguntó con incertidumbre, ya que no encontraba la prenda.

"Más abajo." Le recomendó Ei, recibiendo un torpe asentimiento por parte de Aether.

¿Si le cuesta tanto trabajo sacar su sostén, entonces como lo haría con sus bragas?

Espera…

¿Realmente es necesario quitarle las bragas?

"¿Puedo quedarme con mis bragas?" Como si Ei estuviera leyendo su mente, Aether se vio muy avergonzado.

"Lo siento, pero la idea es que cambie toda tu vestimenta."

El momento fue algo incomodo después de la última pregunta de Ei, ya que no volvieron a dirigirse la palabra y el único sonido que se escuchaba era el agua y los guantes de goma raspándose con suma delicadeza sobre el cuerpo de Ei para no abrir sus heridas.

Aunque sin duda el peor momento fue cuando Aether tuvo que levantarle las piernas para limpiarla adecuadamente, ya que casi se cae dentro de la tina en más de una ocasión.

El trabajo de volver a colocarle ropa interior limpia fue incluso más complicado, pero no tanto como limpiar su trasero y cintura.

Finalmente, el trabajo acabó, y como si no hubiera sucedido nada, Aether le colocaba unas vendas nuevas mientras ambos hablaban con entusiasmo de cual sería el próximo gran desayuno que Ei estaba a punto de saborear.

_SALTO DE LINEA_

Relajatetera

7 días después…

Los días pasaron realmente rápido. Aether tuvo el tiempo de tener algunas reuniones con Kaeya, en la que generalmente hablaban de cualquier cosa, exceptuando el trabajo. Aún no sabía cómo lo hacía, pero Kaeya siempre encontraba la forma de distraerlo para que no entablaran una conversación seria, independientemente de la situación en la que se encontraran.

Yae y Sara aún continuaban con el ajetreado trabajo, pero este último día se notaba que las exigencias comenzaban a normalizarse, aunque sea un poco. La ayuda esencial de Gordi y el último Clan importante en funcionamiento, siendo representada por Ayaka y su mano derecha, Thomas, también fue de gran ayuda para la situación externa al papeleo. El Clan Kamisato sin duda alguna tenía mucho más que una educación maestra en artes marciales, ya que su gran nivel de organización y conocimiento fue de mucha ayuda.

Aún había muchos problemas. La organización de los hogares y demás negocios se detuvo recientemente al notar como había una gran cantidad de niños huérfanos, por lo que la mayoría de esfuerzos se centraron en construir un lugar amplio y cálido para que pudieran vivir sin tener que estar rogando para que alguien compartiera sus pocas pertenencias con ellos. La que más ayudó a los niños fue Yoimiya, quien tenía una extraña pero increíble afinidad con ellos.

Kokomi continuó haciendo lo suyo, tratando a todos los heridos posibles. Si alguien estaba igual o incluso más ocupado que Yae y Sara, sin duda alguna sería ella. Desafortunadamente, su arduo y disciplinado trabajo no pudo salvar a muchos, ya que la condición de los gravemente heridos era realmente deplorable por culpa del poder de la Emperatriz de Hielo.

Aunque pareciera imposible, Paimon ayudó en todo lo que pudiera. La situación hizo que el viaje con su compañero se atrasara, algo que visiblemente la afectaba, e incluso estaba un poco triste porque el hecho de que Aether esté constantemente centrado en el cuidado de Ei hacia que apenas pudieran reunirse. Pero entendía la situación, e intentaba dar todo de sí para que los problemas se solucionaran lo antes posible, y así reanudar sus aventuras con su tan querido amigo viajero.

Hablando de Ei…

Su situación no había empeorado, pero tampoco mostró indicios de mejora. En toda esta semana Aether la trato lo mejor posible para que ella se sintiera cómoda, y hacia todo lo posible para que olvidara esos pensamientos complicados que rondaban constantemente en su cabeza.

Ei siempre se veía muy feliz, pero Aether sabía que ella estaba sufriendo mucho. No solo por lo que sucedió recientemente, sino por todo lo que conlleva su pasado.

La única manera de afrontar una mente tan rompible como el vidrio era cubrirla entre almohadones rellenos de una dulce felicidad.

Aether comenzó a hacerlo por trabajo, pero desde el primer día le fue imposible no empatizar con Ei por su actitud tan amable, y, por supuesto, por su pasado. Ahora ya no lo hacia por trabajo, ahora lo hacia porque la consideraba una amiga muy importante.

Solo había pasado una semana, pero ella se había vuelto realmente importante para él. Quizás sea por culpa de que nunca pasó tantas horas seguidas con una persona que no sea su hermana o Paimon.

Sin que Aether se diera cuenta, Ei se estaba introduciendo en su corazón lentamente…

Y ella parecía muy feliz con eso.

Su corazón estaba lastimado, pero estos días no había sentido ningún tipo de dolor. Ei sabía que se lo debía todo a Aether, quien había estado con ella todos los días para mantenerla distraída, y, sobre todo, contenta.

En el momento donde se ponía más contenta era cuando Aether la cargaba entre sus brazos para acomodarla en la cama. No podía sentir sus toques, pero por sus expresiones y por el extraño sentimiento de protección es que Ei sabía que Aether se preocupaba mucho por ella.

No la critiquen, Ei había pasado tantos siglos sola. Una muestra de cariño como esa era más que suficiente para ponerla muy contenta.

Pero el problema es que todos los días esa felicidad aumentaba cada vez más, aunque ella aún no pensaba que eso fuera un problema…

Eso se demostraba ahora mismo, ya que Aether estaba descendiendo por las escaleras con la Diosa en brazos. Ella lucía una sonrisa mientras recostaba su mejilla sobre el pecho de Aether. El rubio le dirigió la mirada por un corto segundo, y la sonrisa de la mujer se ensanchó. Aether se la devolvió, aunque rápidamente volvió a centrarse en el camino.

El simple hecho de que la haya mirado y sonreído hizo que se sintiera aún más contenta.

Y entonces, fue allí cuando el limite de felicidad comenzó a arrebozarse.

Eso se demostró cuando un sonrojo tenue pero muy cálido surgió en el rostro Ei cuando frotó su mejilla sobre el pecho de Aether con mucho cariño, aunque solo fue un gesto de un segundo.

Aether no le dio importancia, pensando que era una simple acción para devolverle de alguna manera lo que él estaba haciendo por ella.

Finalmente bajaron por las escaleras, y la mirada traviesa de Yae fue acompañada por la típica expresión seria de Sara y la mirada curiosa de Kaeya.

"¿Ora? ¿A quién tenemos aquí?" Yae observó al dúo divertida.

"Pensé que sería buena idea desayunar en el primer piso. Ya sabes, así ella puede ver mejor como se está desenvolviendo su gente en esta crisis." Comentó Aether con un leve inclinar de hombros.

Eso era una obvia escusa que solo Kaeya y Yae pudieron captar. Pero les parecía adecuado que Aether se preocupara lo suficiente por Ei como para llevarla a diferentes lugares de la mansión antes de que comenzara a sentirse agobiada por estar encerrada en el dormitorio.

"Muy bien, que lo disfruten." Sara asintió, sin sospechar nada. "Recuerde que, si necesita algo, ahora dispongo con un poco de tiempo para atenderle." Concluyó, tomando un sorbo de té.

Era obvio a quien iba dirigidas esas palabras, y Ei asintió con naturalidad.

"No te preocupes, Sara. Aether está haciendo un excelente trabajo." La Diosa volvió a enfocar su mirada en el rubio, y una sonrisa armoniosa surgió de sus labios.

"Me alegro que sea así." Sara respondió sin ser capaz de ocultar su sonrisa, ya que era la primera vez que veía sonreír a la Shogun Raiden.

En esta ocasión, Kaeya no notó nada extraño, pero el caso fue diferente para Yae, quien no pudo evitar entrecerrar un poco sus ojos ante el gesto tan poco habitual de su amiga.

Yae no esperaba que volviera a sonreír con tanta sinceridad en tan poco tiempo. Eso significaba que no se equivocó en seleccionar a Aether como su cuidador momentáneo.

Una leve sonrisa apareció en la Yokai cuando los despidió con un saludo.

"Cuídense." El saludo de Yae fue tan normal que Aether y Ei no pudieron evitar mirarla con gran confusión.

Ambos estaban completamente extrañados de que la Yokai no haya querido molestar a su amiga Arconte, cuando su primera sonrisa indicaba que claramente quería hacerle un par de bromas.

"¿Por qué me miran así?" Yae captó sus miradas, y de pronto su faceta de hacerse la ofendida emergió con un suspiro cubierto de tristeza fingida. "¿En serio pensaron cosas malas de mí? ¿Es que unas pocas bromas ya hacen que no me tengan tanta confianza?" Comentó la mujer, bajando la mirada con suma tristeza.

"Déjalo ya, Yae. No nos engañas." Comentó Ei, volviendo a su típico tono relajado, aunque se notaba un poco áspero.

"De hecho, casi me lo creo…" Susurró Aether por lo bajo, a lo que Ei lo miró con desconcierto.

"¡De acuerdo, de acuerdo!" Exclamó la Yokai con una sonrisa cuando agitó una de sus manos. "Vayan a comer y relájense todo lo que puedan. Necesitamos que te recuperes lo más pronto posible." El tono alegre habitual en Yae fue acompañado por una frase cubierta de seriedad, por lo que ambos sabían que ya había dejado sus bromas aún lado.

"Lo mismo espero. Seguro hay muchas cosas importantes que debo atender." Comentó Ei con cierta seriedad, para luego volver su mirada a Aether. "Además, ya me siento un poco mal por tomar tanto de tu tiempo." Concluyó, esbozando esa sonrisa cubierta de vida por segunda vez, algo que volvió a llamar la atención de Yae.

"No te preocupes. No soy bueno con el papeleo y esas cosas, así que este es el mejor trabajo que podrían haberme encontrado." Comentó Aether con una sonrisa dentuda.

"Eso me recuerda que no podremos pagarte en un buen tiempo por todo lo que has hecho. Todas las moras aún deben seguir enterradas debajo de los escombros del Tenshukaku, y aún estamos demasiado ocupados como para limpiar la zona en busca de tesoros." Comentó Sara, colocando una mano sobre el mentón.

"Si quieren, puedo hacer una pequeña expedición por la zona mañana mismo." Kaeya se unió a la conversación, recibiendo una mirada por parte de todos los presentes.

"¿Cuál es tu porcentaje?" Preguntó Yae sin rodeos, colocando su mano vendada por debajo de su mejilla.

"Veo que eres tan lista como siempre, señorita Yae." Declaró Kaeya con una sonrisa. "Teniendo en cuenta que Inazuma es una ciudad muy rica, creo que el 2% es adecuado."

"Es menos de lo que pensaba." Comentó Yae, alzando una de sus cejas.

"Debo recordarte que estoy aquí para ayudar a que nuestras relaciones entre ciudades mejoren y vuelvan a ser como antes. Esto es un gran paso para eso, por lo que creo que es apropiado pedir una cantidad moderada. De lo contrario, sería un descaro." Concluyó el hombre, sosteniendo una de sus típicas sonrisas.

"Muy bien." Respondió Yae con una sonrisa.

"En ese caso, los dejo. El precio podríamos discutirlo antes." Aether se despidió, indicando la poca importancia que le daba al asunto.

"Parece una persona bastante confiada respecto a los pagos." Comentó Yae despreocupadamente, viendo como el joven se metía en una habitación para luego cerrar la puerta.

"Si, lo es." Kaeya asintió, recordando las numerosas experiencias que tuvo junto con su amigo rubio.

Estaba seguro que Aether había hecho una cantidad extraordinaria de encargos como un viajero y aventurero que había estado en 3 ciudades distintas. Sus riquezas por la gran cantidad de horas, días, y meses deberían ser algo más allá de lo normal. Pero, en definitiva, no lo eran.

Eso hizo que una sonrisa apareciera en su rostro cuando volvió a hablar.

"Por eso es que casi siempre terminan estafándolo."

Aether movió la silla y se sentó sin muchos problemas. Ei se sonrojó levemente al ver como él la acomodaba sobre su regazo.

Frente a ellos había una mesa cubierta de aperitivos, pero lo que más resaltaban eran esos increíbles dangos tricolores que se encontraban junto a las dos tazas de chocolate caliente.

Pero, en esta ocasión, Ei se vio más enfocada en lo que estaba sucediendo en otra parte. La habitación era muy pequeña y apenas consistía de esa pequeña mesa redonda. Alrededor no había más que todo tipo de hornos, platos limpios, cajones, entre otras cosas. Era obvio que ese sitio era la cocina. Aunque lo que más le llamó la atención a Ei no era el sitio, sino esa única ventana cerrada que tenía unas pequeñas aberturas en esas persianas plisadas. El aire corría por las aberturas, la luz de las rendijas golpeaba sus ojos mientras escuchaba como la gente estaba haciendo sus cosas.

Una leve sonrisa apareció en el rostro de la Diosa, ya que esos sonidos estaban cubiertos de vida.

"¿Te gustaría que levantara las persianas?" Preguntó Aether, colocando el chocolate caliente cerca de sus labios.

"No es necesario, así está bien." Comentó Ei, inclinando un poco su rostro para saborear el chocolate sin quitar la mirada del exterior.

Al estar tan cerca de la ventana, se le hacía fácil ver a todas las personas que pasaban ocasionalmente. Muchos llevaban carretas con gran cantidad de materiales de todo tipo.

"De seguro están haciendo una gran construcción." Comentó Ei a nadie en concreto, probando el chocolate caliente una vez más.

"Es cierto, como la ventana de tu habitación apunta hacia la dirección contraria no tenías idea de lo que estaban haciendo aquí." Comentó el rubio con un leve asentimiento. "Están construyendo un orfanato."

Esas palabras cayeron como un baldazo de agua fría que congeló todo el cuerpo de Ei.

Aether captó al instante que algo le estaba afectando, ya que apartó sus labios de la taza y su mirada bajó con una cantidad de dolor inocultable.

"¿Estás bien?" Preguntó Aether, colocando la taza caliente sobre la mejilla de Ei para que apartara sus pensamientos. "¿Te preocupan los niños? Ellos son fuertes, al igual que toda tu gente." Concluyó con una pequeña sonrisa, una sonrisa algo cabizbaja, ya que podía notar como se sentía Ei.

"Pero, no tendrían que ser fuertes a una edad tan temprana si tuvieran a sus padres…" El intento de Aether para calmarla fracasó, y eso se notó en la mirada decaída de Ei. "Nos metimos en ese problema por mis errores, y ni siquiera fui capaz de salvar a todos…"

"¿Todavía piensas así? ¿Quieres que volvamos a discutir?" El viajero hizo mención a la primera charla que tuvieron, pero en esta ocasión Ei no reaccionó a la defensiva, como siempre lo hacía.

Ahora solo bajó su mirada con extremo pesar.

"¿Realmente crees que Inazuma necesite a su Arconte después de lo que hizo?" La pregunta de Ei hizo que Aether la mirara con detenimiento.

Después de unos segundos, una sonrisa apareció en el rostro del rubio.

"Ahora puedo entenderlo." El comentario de Aether llamó la atención de Ei, quien alzó su rostro para mirarlo. "No solo estás preocupada por tu gente. También tienes miedo que te odien." Concluyó, y Ei no tuvo otra opción más que bajar su mirada.

"Si, supongo que si…" Comentó la Diosa con una sonrisa amarga. "¿Qué debería hacer si ellos me odian? ¿No crees que lo mejor sería dejarlos que vivan por ellos mismos? Después de todo, demostraron que conocen el concepto de la Eternidad mucho mejor que su propia Arconte…"

"¡¿Nuestra Arconte quiere abandonar su puesto?!" Antes de que Aether pudiera refutar sus palabras, una voz se escuchó desde el otro lado de la ventana.

"¡No puedes irte! ¡¿A quien le pediré mis deseos entonces?!" Otra vez resonó desde allí, ambas voces sonaban realmente infantiles.

Ei observó con los ojos ligeramente ensanchados como dos niños la estaban mirando desde las pequeñas aperturas. Por lo visto habían escuchado su conversación sin que ellos se dieran cuenta.

"Justo lo que necesito." Pensó Aether con una leve sonrisa cuando abrió un poco la persiana, revelando la figura de los dos niños.

Ambos eran muy parecidos, con ese cabello oscuro y ojos negros. Uno era un poco más joven que el otro, por lo que quizás eran hermanos. La vestimenta y la leve suciedad que tenían encima dejaba a entender que eran uno de los tantos huérfanos que quedaron después de la catástrofe.

Ei se dio cuenta de ese detalle de inmediato, por lo que un enorme sentimiento de culpa y pesar recayó sobre todo su cuerpo con un peso impresionante.

"No le digan a nadie que estamos comiendo aquí. Esto se supone que es un secreto. A cambio, pueden preguntar lo que quieran." Aether colocó un dedo sobre sus labios, indicando que mantuvieran el silencio.

Ambos niños asintieron energéticamente, ya que de inmediato reconocieron quien era ese hombre rubio. Muchos artistas sobrevivientes habían hecho pinturas de él para honrar su gran acto.

"¿Por qué la señorita Arconte está así?" Uno de los dos niños preguntó en un susurro, asegurándose que nadie más escuchara con quienes estaban hablando.

"Ella terminó así por salvarlos. Pero no se preocupen, se recuperará rápido." Comentó, viendo como el rostro de ambos niños se iluminaban.

"¡Woahhh! ¡¿Eso significa que el héroe de Inazuma no hubiera podido hacer nada sin ella?!" Ahora fue el turno de Aether para ponerse un poco nervioso ante el apodo.

"¡Sabia que nuestra Arconte era la mejor!" El otro niño se olvidó por completo de guardar silencio, por lo que algunos transeúntes los miraron con cierta incertidumbre, pero rápidamente reanudaron sus actividades.

Ei tan solo se dignó a observar a los niños con una incredulidad sin igual. Sus ojos parpadearon varias veces, siendo incapaz de creer que ellos la estén alabando tanto cuando ella fue la principal causa de que se quedaran huérfanos.

Como si supiera lo que estaba pensando, Aether colocó una mano sobre su hombro con una sonrisa, haciendo que Ei lo mirara, aun con esa expresión sorprendida en su rostro.

"Pero, ¿es cierto que Raiden-sama ya no será nuestra Arconte?" Preguntó uno de los niños, mostrando bastante desilusión.

"Con mi hermano queríamos convertirnos en fuertes guerreros como nuestros padres para defender Inazuma y a nuestra Arconte, tal y como lo hicieron ellos." Comentó el otro con tristeza.

"No se preocupen, no me iré a ningún lado." La respuesta de la Diosa, hizo que ambos niños la miraran con mucha sorpresa.

De pronto, la sorpresa abandonó su rostro y apretaron los puños con fuerza para revelar una gran cantidad de esperanza contenida.

"¡¿En serio?!" Los dos gritaron al mismo tiempo, dando un saltito.

"Pensé que la próxima generación ya no me necesitaría, pero…"

"¡¿Estás bromeando?!" Uno la interrumpió con el ceño fruncido.

"¡No hay nada más importante en Inazuma que su gente, sus costumbres, y su Arconte, ya que usted fue quien construyó todo! ¡Todo el mundo sabe eso!" Gritó el otro, haciendo que el asombro volviera en el rostro de Ei.

"Por eso le pedimos que nunca se vaya, señorita Arconte." Ambos comentaron al mismo tiempo con toda la seriedad que podría haber en el rostro de dos niños.

"Yo… está bien, no dejaré de ser la Arconte." Respondió Ei, esbozando una leve, pero radiante sonrisa. "Pero deben prometerme que se esforzaran al máximo para convertirse en los mejores guerreros del Shogunato." Concluyó con una leve risita al final tras escuchar como ambos niños gritaban un "¡Si!" y apretaban los puños con fuerza.

"¡Prometemos que seremos mejores que nuestros padres!" Ambos niños gritaron al mismo tiempo, pero ese momento de convicción y alegría fue roto completamente cuando sus estómagos resonaron con fuerza.

Los dos niños se frotaron el cabello con suma vergüenza sin decir nada al respecto.

"¿Quieren un poco de comida? Nosotros tenemos de sobra." Comentó Aether, tomando dos rebanadas de pastel bastante grandes.

"¿Eh?" Preguntó uno de ellos.

"¿Podemos?" Preguntó el otro.

"Por supuesto." Respondió Ei con una sonrisa, haciendo que los niños seguros y extrovertidos se volvieran extremadamente tímidos.

Aether tomó una pequeña bandeja para colocar las porciones sobre ella. Pero él tenía una idea bastante interesante de como entregarles el alimento.

Ei parpadeó con sorpresa al notar como Aether tomaba sus manos para juntarlas con las suyas. Eso hizo que ambos cargaran la bandeja hasta colocarla sobre la ventana. El proceso fue lento, y decir que Ei no lo estaba disfrutando era un eufemismo. Esa sonrisa cubierta de simpatía y cariño la delataba cuando miraba a Aether por el gesto tan bonito que estaba haciendo.

"Mu-muchas gracias, ayer llegamos tarde para obtener nuestra cena…"

"Si, gracias…"

Ambos niños se frotaron el cabello con suma timidez mientras aceptaban la comida.

"No lleguen tarde esta vez." Comentó Aether, alzando su mano junto con la de Ei como gesto de despedida.

Los dos niños hicieron una leve reverencia antes de salir corriendo con su comida recién obtenida.

El viajero y la Diosa se quedaron observando el exterior en silencio, ellos tenían una sonrisa que nada sería capaz de quitárselas.

O eso pensaban…

"¡Ahora tenemos dos Arcontes! ¡Puedo pedir dos deseos por día!"

Aether puso los ojos en blanco cuando cerró la persiana tras escuchar el grito de uno de los dos niños.

"Creo que no serías un mal Arconte." Comentó Ei con una sonrisa, ganándose una mirada neutral por parte de Aether.

"Te olvidas de que no soy un Dios." Comentó, ganándose una mirada curiosa por parte de Ei.

De hecho, era muy curiosa.

"¿Alguna vez me contaras como es que un mortal es capaz de tener tanto poder?" Preguntó Ei con mucho interés, ganándose una mirada agotada por parte del viajero.

"Quizás en otra ocasión. Ahora disfruta tu desayuno." Aether cerró la conversación, claramente cansando de que todos le hagan siempre la misma pregunta.

¡FINAL DEL CAPÍTULO!

¡Espero que te haya gustado!

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¡Nos estaremos viendo en tres días para culminar con este capítulo doble!

"Solo nos fuimos por un mes…"

Cinco figuras de espaldas se posaron frente a la Inazuma destruida y repleta de escombros. Tres de ellos llevaban sombreros puntiagudos y oscuros, mientras que la figura que se encontraba enfrente de todos era mucho más corpulenta y alta que los demás, contando que tenía una melena blanca que recaía sobre su espalda alta, sumado a los cuernos rojos que resaltaban sobre su cabeza. La única figura con aspecto femenino llevaba un cabello verde atado en forma de piña gracias a un lazo de color morado.

"Solo fueron 37 días…"

El hombre que estaba en frente volvió a hablar, observando el panorama devastador.

Finalmente, el sujeto tiró de su cabello con fuerza y cayó de rodillas cuando gritó al cielo:

"¡¿QUÉ DIABLOS SUCEDIÓ?!"