I Want to Die in New Orleans III: King Tulip

Continuación del capítulo anterior:

- ¿Segura? – me preguntó J.J.

Le mostré el teléfono y al ver que no tenía nombre el contacto con un número de lada distinto, se sentó tranquila en su cama mientras yo me sentaba de nuevo en el piso. Me ganó curiosidad sobre algo, así que decidí hablar con valor:

- ¿Estás casada?

Debí haberla agarrado desprevenida, pues se sobresaltó ante no exactamente la pregunta sino a que me abriera un poco.

- ¿Por qué preguntas?

- Cuando ayer hablábamos del caso en el avión – contesté en voz baja – preguntaste si tal vez el asesino podría tener hijos. Luego dijiste un nombre: ¿Henry?

- Es mi hijo, pero Will y yo no estamos casados – afirmó ella. – Por cierto, ¿cuántos tatuajes tienes? – me preguntó.

- Son seis del brazo derecho, cinco del izquierdo y uno muy grande en la espalda, ¿crees que Hotch me corra? – comencé a angustiarme.

- No cre... - el teléfono volvió a sonar, y en este caso era Hotch, diciéndonos que ya deberíamos darnos prisa, llegar a la comisaría y organizarnos para entrevistar a los maestros. Luego que colgó, Prentiss terminó de secarse el cabello y tan pronto acabó salimos del cuarto.

En la comisaría:

Cuando llegamos, los demás se encontraban ahí. Entramos a la sala y nos sentamos los archivos. Otra reciente desaparición. Una niña llamada Delia Cortés. Ocurrida entre las 12 y las 2 de la mañana. Ahora el ignoto (así los llaman ellos a los criminales) habría cambiado el modus operandi, o a menos de que haya alguien más colaborando con él o si eran un grupo.

- ¿Sería el mismo ignoto o se trataría de alguien más? – cuestionó Emily.

- ¿Cómo tratándose de un grupo o cómo? – pregunté sin siquiera alzar la mirada del expediente. – Porque si así fuera, lidiaríamos con un grupo de tratantes. O tal vez, de alguien de personalidad fuerte controlando mentes débiles, como una secta. Una de tres o las tres juntas.

¡Momento! ¿Hablé demasiado? Es una sorpresa incluso para mí. Aunque creo estropear todo con últimas palabras.

- Juárez y Prentiss, vayan a buscar el archivero para averiguar sobre previos secuestros a niños. Morgan y Reid, ustedes vayan con los padres de Delia, Rossi y yo iremos a la escuela. J.J, quédate con el detective Crimson, y llamen a García para averiguar lo que hay detrás de los robos de órganos – declaró Hotch.

Estaba a punto de decirle que si mejor me quedaba con el detective para hacer la búsqueda, pero una mano tocó mi muñeca llevándome hacia con ella. No era con fiereza ni me arrastraba, pero me dolía la mano. Prentiss no parecía querer entretenerse.

Continuación de Prentiss:

- Pareces o estás peor que una pequeña niña – soné desesperada mientras me llevaba de la mano a Noemi. Después de este incómodo momento, le pedí que se subiera a la camioneta. Pero antes debía de hacer algo.

- Buenos días, Emily – García respondía tan pronto y con ese lado simpático que animaba a todos.

- Hola, Pen, espero estés bien. Oye, te quiero pedir un favor – mi voz parecía quebrarse.

- ¿Está todo bien? – lo percibió ella.

- Sí, estamos bien. Solo que... - volteé para ver a Noemi en el carro, y tal parecía que estaba oyendo música – quisiera que si me pudieras dar el expediente de Noemi.

- ¿Se encuentra mal? ¿Ha hecho algo malo?

- No creo eso, pero tengo ciertas sospechas – contesté.

- Sabes que estás haciendo mal, Emily – me reprendió Penélope.

- Por favor – supliqué. – No quiero que nadie más sospeche.

- Espera – lo último que yo quería que adivinara correctamente, sí pasó. - ¿Acaso estás... e-na-mo-ra-da de ella? Con razón tienes momentos de fricción con...

- ¡GARCÍA! – Mi alarido sonó tan fuerte que muchas personas se asustaron creyendo que me sentía mal.

- De acuerdo, de acuerdo – luego añadió: - Solamente te lo entregaré cuando regresen de Nueva Orleans – y colgó.

Me subí al carro y lo que no me esperaba fue oírla. Hablaba tan bonito.

- ¿Se siente bien? Oí su grito – Después vi que levantaba su mano y la acercaba a mi frente. Terminando de tocarme, afirmó: - No es fiebre, pero se nota que le duele la cabeza.

Era la primera vez que me veía a la cara. No se veía tan asustada. Parecía tener mirada cálida, pero en el fondo había dolor, ira, odio; en resumen: algo le impedía vivir tranquila. Sin embargo, su voz interrumpió mis pensamientos.

- Antes de ir al allá, primero si quiere vamos a una farmacia.

- No es necesario, niña – contesté bruscamente sin querer. Luego volví a ver sus tatuajes antes de encender la camioneta.

Al llegar a los archivos:

Apenas entramos cuando en ese momento los guardias nos detuvieron. Más que nada pidieron identificaciones.

- Agentes Prentiss y Juárez, del FBI. Bueno, ella no tiene la identificación sino la de principiantes. Recién acaba de entrar.

Después de dejarnos pasar, llegamos hasta la recepción donde una muchacha nos atendió. Después nos entregó los expedientes sobre las desapariciones. Hubo ciertos momentos donde volteaba para ver a Noemi, que se veía muy concentrada. Se me figuraba un poco a Spencer, sin el IQ alto, claro.

- De acuerdo, según este expediente, se menciona un caso similar de 12 niñas y niños secuestrados, torturados y que les quitaban el corazón. No sé si el actual caso se relacione con sacrificios, pero podría funcionar – me comentó. – Los órganos representan algo, o eso dicen.

Mi teléfono vibraba. El mensaje de Aaron marcaba que debíamos llegar urgente. Tomamos fotos a los archivos, y después de dejarlos en su lugar, nos apuramos en llegar a la comisaría.