The Courtyard. 17

Twilight pertenece a Stephenie Meyer. The Courtyard a latessitrice. La traducción es mi fuente de diversión.

Este es el ultimo capitulo antes del epilogo que subire el 25 como regalo de navidad.

Una vez mas quiero agradecer por los comentarios y a Latessitrice por dejarme traducir su historia.

Capítulo 17. Terminaciones

El viaje a Port Angeles para hacer cambiar de opinión a Renee tuvo que ser cancelado. Me había despertado la mañana después de nuestro encuentro con los Vulturis con el comienzo de un resfriado y todo mi cuerpo pesado y dolorido. Edward tenia un vaso de te de limon con miel tibio y varios medicamentos obstruyendo la mesita de noche.

Deja de preocuparte – le dije – Es solo un resfriado.

La evaluación de Carlisle fue que era un caso leve de gripe, pero dada la ultima experiencia de Edward con la gripe, eso no lo calmo mucho. Quería levantarme de la cama y seguir con las cosas, pero insistió en que descansara y el casi pánico de Edward me obligo a obedecer.

Llore por perder la oportunidad de arreglar las cosas con Renee. Ni siquiera sabíamos si ella vendría a la boda, y si no lo hacia, nunca volvería a verla. Aun llorando pero completamente drogada por los medicamentos, me dormi.

Cuando me recupere tres dias después, recibí la confirmación de asistencia de Phil y Renee. Charlie y Esme habían ido a verlos mientras yo estaba fuera de combate, convenciéndola de que necesitaba venir. Renee también me escribió una carta por separado, explicándome que todavía no podia darme su bendición completa, pero que tampoco dejaría pasar el día y no estar allí.

Fue todo lo bueno que pude esperar de que fueran las cosas.

Un día Charlie me pregunto abiertamente porque no había invitado a Jake a la boda. Sabia que las cosas entre nosotros no estaban bien, pero como nunca le había explicado porque, pensó que aun asi debería invitar al chico que no hacia mucho había sido mi único amigo.

El no quiere venir papa – le dije – El no acepta el hecho de que me case con Edward.

¿Estas segura? Ahora tiene novia y por lo que dice Sue, parecen bastante intensos, ella acaba de mudarse con el.

Si, estoy segura. No fueron solo celos, las cosas eran mucho mas complicadas.

Casi comencé a explicar algo de eso y luego me di cuenta de que era imposible. Faltaban demasiadas piezas que plantearían mas preguntas que no podia responder.

Espero a ver si ampliaba mi respuesta y luego se encogió de hombros. – Bueno, esta bien. Solo digo que una invitación podría arreglar algunos puentes.

No había tenido ningún contacto con los lobos durante semanas, aunque había visto a Sue. Ninguno de nosotros los había contactado para decirles que Riley estaba muerto, aunque obviamente sabían que las muertes en Seattle habían cesado, de lo contrario la novia de Jake, Sarah, no estaría en la Push.

Mas tarde, cuando Charlie se fue a trabajar, llame a Sue y le deje un mensaje, esperando que pudiera arreglar lo que le pedí.

Al día siguiente conduje sola hasta Port Ángeles mientras los Cullen cazaban, y espere en el muelle bajo un cielo azul pálido, observando el camino que conducía a él.

No pensé que fueras a aparecer – le dije a Jake mientras caminaba pesadamente sobre las tablas, pintando una sonrisa en mi rostro. Estaba tratando de mantener las cosas ligeras. Las cosas serian mucho más fáciles si nos mantuviéramos lo más lejos posible de la intensidad.

Su mirada furiosa me dijo que no estaba particularmente interesado en mantener las cosas ligeras, pero tampoco parecía tan abiertamente hostil como antes.

Sue dijo que querías verme aquí.

Lo hice. Creo que tenemos algunas cosas que debemos resolver.

Frunció el ceño y se apoyó contra la barandilla, mirando hacia el agua, que era del mismo color que el cielo.

Creo que si todavía estas con Cullen, entonces no hay nada que discutir.

Ignore su mal humor y seguí hablando con mi voz más alegre – Bueno, primero que nada, quería felicitarte. Escuche que te imprimaste, Sue dice que es muy amable.

¿Y exactamente porque Sue estaría discutiendo esas cosas contigo?

Porque hablamos, y porque ella pasa mucho tiempo con Charlie, quien quiere saber que esta pasando contigo. Puede que no quisieras hablar conmigo, pero no deje de preocuparme por lo que estaba pasando en tu vida.

Se enderezo y se giró para mirarme de frente.

Estabas recopilando información sobre nosotros, ¿No?

Antaño su ira me habría asustado, pero estaba preparada para eso.

No, Jake, no lo estaba – dije suavemente – Los Cullen no saben nada de lo que hablo con Sue, y francamente, no están interesados. ¿Por qué tendrían que vigilarte cuando el tratado sigue vigente?

Aunque no aguantara mucho más, ¿verdad? – dijo, mordiendo cada palabra.

Lo ignore, ignore su enojo y busque otro tema, esperando que eso lo calmara.

¿Alguien descubrió alguna vez porque te tomo tanto tiempo sanar?

Y luego dices que no estas recopilando información – respondió con una risa aguda.

No Jake, no lo estoy – perdí el control y mi propia ira estallo – Estuve preocupado por tu durante semanas – Y puedes preguntarle a cualquiera de la manada que me vio en Forks, Sam y Embry por ejemplo. Solo quería saber que estabas bien. Y no me sigas que si realmente me importara había ido a la Push. Dejaron claro que no era bienvenida ahí.

Resoplo, pero pareció calmarse. Quizás el calor de mis palabras subrayo la verdad en ellas.

Era belladona – dijo recostándose contra la barandilla cruzando los brazos, mirando la madera bajo sus pies.

¿Belladona? Eso es una planta ¿verdad?

Si, es venenosa para casi todas las criaturas vivientes y aparentemente tampoco en muy bueno para los hombres lobo. Creemos que Victoria lo tenía debajo de las uñas cuando la acorralamos. No pudo matarme, pero ralentizo la actividad en el proceso curativo de mi cuerpo.

Bueno, es bueno que lo sepan. Supongo que ayudara a la manada en el futuro.

Tal vez.

La conversación se detuvo y no se me ocurrió nada mas de que hablar.

Ya era hora de hacer tripas de corazón.

Está bien Jake, tenía algunas cosas que necesitaba decirte. Primero, lamento haberte perdido como amigo. Fuiste lo único que me mantuvo adelante cuando Edward se fue. Eras mi mejor amigo y extraño tenerte cerca.

No tenía porque ser así.

¡Pero fue así! – de repente, toda la ira que había estado enterrando salió a la superficie sin ser detenida por sus enfurruñados ataques - ¡Esa fue tu elección, no la mía! ¿Por qué crees que es justo es que me pidieras que renunciara a Edward? Sabes lo que el significa para mí, y nunca te habría pedido que hicieras lo mismo. La única razón por la que ya no somos amigos es porque tu decidiste que tenía que ser así. ¡yo nunca habría elegido esto!

No me miro, dejando que las tablas soportaran la fuerza de su mirada.

Solo tengo una cosa que pedirte, ¿de acuerdo? – continue, tratando de suavizar mi perorata. – Y no es por mi. Habla con Billy y pídele que se disculpe, no por mi, sino por Charlie. Ustedes serán las únicas personas que le quedaran.

No, no lo somos – Jacob se apartó de la barandilla y envolvió sus manos alrededor de mis brazos, agarrándolos lo suficientemente fuerte como para que no fuera doloroso – No puedo dejar que hagas esto Bella. Puede que ya no este enamorado de ti, pero tienes razón, somo amigos. No puedo dejar que desperdicies tu vida.

Me libere de el antes de que dejara moretones.

¿Has oído lo que estás diciendo? – dije, tratando de mantener la calma, pero la mirada desafiante en sus ojos fue demasiado - ¿Qué te da derecho a tomar decisiones por mi? Es mía y solo mía y no tiene nada que ver con un tratado que fue redactado hace décadas por personas que nunca me conocieron. ¿No crees que he mirado? ¿Qué no he visto esto desde todos los ángulos posibles? Se que estoy tomando la decisión correcta, y eres un hipócrita si intentas obligarme a ir en contra de eso.

¿Estas segura de eso, Bella? ¿Realmente sabes en que te estas metiendo?

¡Si, Jacob, si!

Retrocedí a tres pasos de él, tratando de recuperar el aliento después de mi diatriba.

Mira Jake, ¿Cómo te sentirías si alguien te dijera que no puedes estar con Sarah?

Él se puso rígido – Eso es diferente.

Lo que sientes por ella no es más fuerte que lo que siento por Edward, y lo sabes. Él no puede volver a ser humano por mí, así que tengo que ser yo la que cambie para ser como él. Es la única manera en que podemos estar juntos. No voy a convertirme en una asesina, Alice está segura de eso.

Me imprime en Sarah. No se puede comparar.

Si puedo. Yo soy la compañera de Edward. Aunque soy humana en este momento todavía nos pertenecemos el uno al otro, tanto como tu y Sarah. Te pido que no interfieras en eso. Se que Sam es el alfa, pero…

Sam ya no es el alfa – murmuro.

¿De verdad? – respondí, sorprendida por mi ira – Espera, ¿Cómo es posible? El está bien ¿verdad?

El está bien – se encogió de hombros y luego puso los ojos en blanco cuando le hice un gesto para que me explicara – Aparentemente puedes perder tu posición como alfa si estas lo suficientemente debilitado o renuncias. Sam era un poco de ambas cosas.

Entonces, ¿Quién es el alfa?

El suspiro – Esa sería la persona a la que la mayoría de los lobos buscaba para liderar cuando el anterior renuncio, alguien que mostrara tanta autoridad como el viejo alfa.

¿Y ese es…? – Sabia que Sue había dicho que muchos de los lobos estaban del lado de Jacob en sus discusiones con Sam sobre Seattle.

Yo no – sonrió con tristeza – En realidad es Leah

¿Leah?

Si. Es porque ella ya era prácticamente la jefa de Seth y Embry, y tenia a Sam por los pelos cortos y rizados. Todos los demás estaban demasiado divididos. Muchos de la manada no estaban contentos con eso, ella tampoco lo estaba al principio. Pero todos nos estamos adaptando.

¿Entonces ella es la persona con la que necesito hablar sobre el tratado?

Si – su rostro volvió a ser duro, pero por dentro mi corazón dio un vuelco. Tenía una oportunidad con Leah. Si alguien podia considerar el tratado de manera justa, era ella. Ella conocía el dolor de ambos lados de la impresión y el apareamiento, y se había abstenido de pelear con Cullen antes.

Volví a mirar a Jacob, otra vez tenia los brazos cruzados y los ojos oscuros e infelices – Por favor. Solo una cosa. Necesito saber que Charlie está bien. Una vez que me haya ido no volveré. Por el bien de nuestra amistad, cuida de él.

Me miró fijamente durante mucho tiempo y su expresión era inescrutable, pero al final se suavizo – Hablare con papa, pero no contengas la respiración.

Eso es todo lo que pido.

En un ataque de espontaneidad, me acerque y lo abrace. Tendría que ducharme durante media hora para quitarme su olor, pero valió la pena.

Te extrañare – le dije, y el asintió retrocediendo. Si no hubiera sido imposible, habría pensado que tenía lagrimas en los ojos.

Me tengo que ir. Voy a buscar un anillo de compromiso para Sarah.

Buena suerte con eso. Con todo. Adiós Jacob.

El tiempo pareció acelerarse después de eso. Junio se convirtió en Julio, que se convirtió en agosto en lo que parecieron un puñado de días.

Alice se mantuvo fiel a su palabra y solo me consultaron sobre la boda sobre las cosas que ella sabía que me interesarían. Disfrute probando comida para que ella pudiera preparar el buffet, docenas de bocadillos dulces y salados con un tema italiano, los otros Cullen habían vetado un banquete. Sabía que a mí no me importarían los cubiertos, centros de mesa o las flores, así que me informaba cada pocos días sobre las nuevas decisiones que había tomado confiada en que yo estaría feliz con lo que ella hubiera decidido. Edward se hizo cargo de la música y se hicieron menciones de un cuarteto de cuerdas, que se convirtió en sexteto, lo que se convirtió en una pequeña orquesta antes de que yo me pusiera firme.

Me dejo más tiempo para pasar con Charlie. Mi tiempo con él era limitado, así que incluso lo acompañe a un viaje de pesca, algo que me había negado a hacer desde que era pequeña. Pasamos el día bajo la lluvia implacable, iniciando media docena de conversaciones que se agotaron en cuestión de minutos.

Empecé a empacar todo lo que tenía. No tenía mucho, dada la cantidad de veces que me había mudado con Renee, y la mayor parte se destinaria a obras de caridad. Lo que estaba empacado eran las otras cosas que normalmente alguien dejaba o tiraba cuando se iba a la universidad, las tarjetas de navidad que Charlie me había enviado, los dibujos que había hecho cuando tenía cinco años y que habían migrado del refrigerador a un cajón de mi habitación, los diarios que había empezado a escribir y luego abandonado habitualmente durante mi adolescencia. Se convertiría n en las únicas reliquias de mi vida humana.

Le di a Seth mi camioneta porque no podia venir conmigo. Cuando Sue vino con él a recogerla, la lleve aparte y le pedí que me prometiera que cuidaría de Charlie. Incluso si nunca hubiera nada más que amistad entre ellos. Con su palabra había hecho todo lo posible para asegurarme de que no terminara solo. Renee tenia a Phil e innumerables amigos en Jacksonville. Charlie era el que me preocupaba por dejar, y había hecho todo lo que podia por él.

Eso me llevo a una última conversación solemne con Edward antes de la boda, abrazados frente a la chimenea de la cabaña.

He decidido – le dije a Edward – Que después de haber cambiado, no voy a cuidar a mis padres. No puedo seguir vigilándolos desde lejos, sería demasiado doloroso hacerlo y no ponerme en contacto. No puedo verlos llorar por mí. Tiene que ser… una ruptura limpia.

Lo que quieras amor – respondió, acercándome a su regazo.

Eso se aplica a todos, incluso a Alice. Se que ella estará atenta a ellos porque tiene buenas intenciones, pero también necesita olvidarse de ellos.

Se lo hare saber – prometió.

Leah estuvo de acuerdo con que el tratado no sería violado si yo consentía el ser cambiada, y coincidió en que el vínculo entre Edward y yo era similar a una impronta y no debía romperse. La invite a la boda, pero ella seguía desconfiando de los vampiros a pesar de vuestro acuerdo, y como el código de vestimenta requería que llevaba ropa formal, se negó.

De repente, faltaba una semana para la boda, y Sergio Migliore, el modisto que habíamos conocido en Florencia estaba en Forks, después de haber volado hasta allí para traer mi vestido. Hubo un puñado de pruebas, y todo lo que pude hacer durante ellas fue mirar a la chica en el espejo que llevaba el vestido de cuento de hadas. Porque no podia ser yo. Parecía una novia, pero más importante aún, como la novia que Edward habría tenido si viviera.

El parloteo de Alice sobre el renacimiento vintage tenía sentido ahora que había visto el vestido. Tenía un toque antiguo sin ser anticuado, e incluso había encontrado un par de zapatillas de seda auténticamente antiguas, con los tacones más suaves, para combinar con el vestido.

Edward se quejó de que Alice estaba cantando las canciones más molestas en su cabeza desde el momento en que llego y se aseguró de que estuviera vigilado en todo momento – generalmente por Emmett – para que el no pudiera echar un vistazo. Su entusiasmo era contagioso, su actitud estoica habitual fue reemplazada por amplias sonrisas y un inusual buen humor. Una noche incluso intento hacerme cosquillas para tener una descripción del vestido, y tuve que recurrir a la distracción para alejarlo del tema.

No hubo cena de ensayo, para evitar infligir torturas innecesarias a los Cullen, y en su lugar Edward y yo comimos dos veces con mis padres. El primero fue un viaje informal al asador con Charlie, salpicando charlas sobre deportes, el segundo fue un banquete tailandés en Port Ángeles con Renee y Phil. Evitamos mencionar la boda, el proverbial elefante en la habitación, y todo salió bien.

Al final de la noche, Renee me aparto de Edward para acercarme y susurrarme – Solo quiero que seas feliz – dijo apartándome el cabello de la cara – Y prometo que nunca jamás usare las palabras te lo dije. Si me necesitas, estaré allí para ayudarte.

Me trague las lágrimas, deseando tanto poder cumplir esa promesa. Nunca lo necesitaría, no por Edward, pero nunca volvería a compartir mi corazón con ella.

Alice quería organizar una despedida de soltera ya que yo le había negado la oportunidad de organizar una, pero yo estaba reacia, principalmente porque Rosalie me había avisado con anticipación sobre los planes de Alice. Los strippers masculinos no eran mi idea de pasar un buen rato. Al final acepte una comida tranquila en casa de los Cullen, invitando a Angela, Jessica y Leah, quien declino nuevamente. Mientras los chicos saldrían a cazar con Edward. Fue una sorprendente cantidad de diversión y Alice incluso nos dio una botella de Prosecco, lo que me llevo a confesarle a Jessica, con la cara sonrojada y absorta, que Edward y yo no nos habíamos salvado hasta la noche de bodas.

Pase mi última noche bajo el techo de Charlie, sola en la cama de mi infancia. A pesar de mis nervios, dormí como un tronco, cansada por la semana que acabamos de pasar. El prosecco probablemente ayudo.

Alice estuvo allí temprano en la mañana para recogeré, llevándome a la casa de los Cullen y a su habitación, lejos de Edward, quien continuamente era llevado lejos por Emmett y Jasper. Afortunadamente el día estuvo libre de lluvia, el cielo estaba nublado, pero el aire era cálido. Fue perfecto.

Para mi, la mañana fue una neblina de actividad, con Alice haciendo su magia en mi piel y cabello. Dude en quitarme el colgante del corazón a Edward, pero Alice me lo quito con la promesa de mantenerlo a salvo y devolvérmelo al final de la ceremonia. A pesar de su procedencia, no combinaba con el vestido. La única joya que use fue mi anillo de compromiso.

Cuando finalmente me vi en el espejo, casi llore, luchando contra las lágrimas mientras Alice se quejaba de que arruinara mi rímel. Incluso yo pude ver que me veía hermosa y Renee que sus lágrimas cayeran libremente cuando vino a saludarme.

Este es el mejor agradecimiento que podrías darme, Bella – dijo Alice sobre mi reacción – Eso, y la cara de Edward cuando te vea.

Los preparativos habían sido perfectamente sincronizados para terminar justo antes de que comenzara la ceremonia, en caso de que Edward intentara escalar la pared exterior y mirar por la ventana. Nos escabullimos por una escalera oculta en la parte trasera de la casa y rodeamos el vestíbulo, esperando que las cuerdas comenzaran a la señal de Alice, mi señal para entrar a la sala donde se llevaría a cabo la ceremonia.

Todo estaba decorado en tonos crema y marfil, pero yo era incapaz de absorber ninguno de los detalles. Se desdibujo en una neblina de color pálido a mi alrededor, desenfocado y sin sentido cuando supe que me estaba esperando en la otra habitación.

La claridad realmente solo llego cuando Alice me empujo hacia adelante y yo caminaba hacia Edward, quien me estaba esperando al final del pasillo improvisado, brillando con alegría desenfrenada. Incluso entonces, él era lo único en lo que podia concentrarme durante la ceremonia, un intenso deleite para todos mis sentidos. Se destaco contra la suave mancha del mundo en carbón y bronce, su aroma me llego antes de que estuviera a su lado. Era como estar en un charco de luz solar pura, absorbiendo su felicidad como la luz del sol a través de mi piel. Necesitaba que me animaran a recitar mis propios votos, estaba tan absorta al verlo tan feliz sin reservas, algo que alguna vez nunca espere ver, y mucho menos ser la causa de ello.

Cuando nos permitieron besarnos, lo mantuvimos simple y casto. Habría sido demasiado fácil que la tensión se encendiera entre nosotros. Hoy trataba de romance, familia y celebración. El resto podría salvarse hasta que estuviéramos solos.

El resto de la ceremonia tuvo lugar en un mirador que se había levantado en el jardín. Estaba consciente de muy poco aparte de la mano de Edward en la mía, el frio peso de mi nuevo anillo, la forma en que nos movimos juntos durante el primer baile. Alice desabrocho la cola de mi vestido antes des de que pudiera enredarme y tropezar con él.

Comí pequeñas cosas del buffet que Edward me trajo, ya que él todavía estaba decidido a que probara todos los pequeños sabores que Alice había preparado. Torpemente baile con Charlie, Phil, Carlisle e incluso Emmett, aunque nunca estuve lejos de los brazos de Edward.

Hubo brindis y discursos, Charlie, Carlisle, como el padrino de Edward, y Alice, como dama de honor. Algunos me hicieron llorar, pero ninguno más que el de Charlie. No fue original, no fue entregado con facilidad, pero fue sincero.

Hubo más baile, pastel y una fila donde saludamos a todos y les agradecimos por asistir, y por una vez me convertí en un entusiasta abrazador. Este fue mi adiós a todos.

Aunque nuestra fiesta, fuimos los primeros en irnos, escabulléndonos antes de que comenzara a cansarme. No íbamos muy lejos, solo a la cabaña, pasaríamos una última noche allí, en lugar de irnos inmediatamente a la luna de miel.

Hubo mas abrazos cuando nos reunimos en el camino de entrada, esta vez con unas pocas personas seleccionadas, Charlie, Renee y Phil. Me sorprendió no llorar mientras susurraba adios a casa uno de ellos, pero el sentimiento de desconexión había regresado, libre de todo excepto de Edward. Eso significaba que estaba protegida, en cierto modo, de la crudeza que traería la realización. Ellos pensaron que me despedia hasta las vacaciones de acción de gracias, cuando podríamos volar de regreso a Forks o Jacksonville. Yo era la única que sabia la verdad. Al menos podría dejarlos con una sonrisa, no con lágrimas. Si este iba a ser su ultimo recuerdo, al menos seria uno feliz.

Edward estaba feliz de que no nos fuéramos de la manera tradicional, ya que el único auto que podia llegar a la cabaña era el Jeep. Si hubiéramos ido a otro lugar, habríamos tenido que usar el Vanquish, y el no podia soportar que lo profanaran con crema batida.

Pensé que estaríamos caminando hasta la cabaña, pero Alice tenía una última sorpresa preparada en forma de un carruaje tirado por caballos, que era tripulado por Jasper. No se veía exactamente como si hubiera salido de cenicienta ya que el caballo era de un rico color castaño, y el carruaje en si era de madera oscura, no blanca, pero todavía me sentí como una princesa cuando Edward me dejo en mi asiento, y agite mi mano como un adiós a mi vida humana.

Era el primer momento que teníamos solos en más de un día y no necesitábamos palabras. Simplemente descansamos juntos, con las manos entrelazadas en el regazo. El viaje no tomo mucho tiempo y Edward me bajo del carruaje cuando este se detuvo fuera de la cabaña, manteniéndome en sus brazos. Jasper puso el caballo a trotar de regreso por el camino hacia la casa principal, y Edward me cargo hasta el umbral.

Solos por fin – susurro. Me llevo directamente al dormitorio, casi dejándome caer cuando cruzo la puerta con el hombro para dejarme ver las decoraciones que se habían agregado a la habitación en nuestra ausencia.

Como se les negó la oportunidad de decorar el auto, los Cullen lo habían hecho en el dormitorio. No había crema batida, pero si serpentinas y condones colgando de los postes de la cama, y latas atadas a los muebles con cordeles esparcidos al azar por todas partes.

Me doble de risa y después de una pausa momentánea, Edward se unió a mí.

No es exactamente el estado de ánimo que buscaba – admitió cuando recupere la compostura. En unos segundos recogió las decoraciones y las escondió, esparciendo velas por la habitación y encendiéndolas.

El ambiente cambio inmediatamente a la luz de las velas, la atmosfera a nuestro alrededor crepitaba, cargada de anticipación. La piel de Edward brillaba con un suave tono dorado, sus ojos tenían un tono más oscuro y rico del mismo color. Su rostro todavía mostraba que había mostrado todo el día, pero un brillo extra se había encendido en sus ojos, la primera chispa de lujuria.

Me alegra que parezcas feliz – dijo, su voz suave e íntima en el silencio - ¿Estas feliz?

Lo soy – asegure – No tienes idea de cuánto.

Bien. – pensé que estaba a punto de besarme, agachando su cabeza hacia mí para que su aliento acariciara mi piel, pero no lo hizo - ¿Sabes porque estamos aquí esta noche en lugar de ir directamente a la luna de miel?

¿Para que pueda descansar?

No del todo – respondió con una sonrisa – Alice que dijo que, si íbamos a viajar, tendrías que cambiarte el vestido. Ella ya estaba planeando tu vestimenta y yo no podia permitirlo. De esta manera… - El oro en sus ojos se volvió más profundo hasta un negro puro – De esta manera puedo quitarte el vestido.

Oh. – no se me ocurrió nada con que responder. Una comisura de su boca se levantó y me puse de puntillas para besarla, apenas tocándolo hasta que giro la cabeza para profundizar el beso. Separe los labios, pero él se apartó, el fantasma de una sonrisa todavía rondaba sus rasgos mientras extendía la mano para quitar suavemente los alfileres que sujetaban el velo en su lugar. Cayo en cascada hasta el suelo, la seda rozo la piel desnuda de mis brazos y provoco que una deliciosa electricidad atravesara mis nervios.

Su expresión de repente se volvió seria, intensa, mientras pasaba sus dedos por mi tierno cuero cabelludo, aflojando los rizos, y yo gemí cuando las secciones que habían estado tensas durante todo el día se relajaron.

He visto muchas cosas en mi existencia. – susurro – y muchas de ellas podrían describirse como hermosas y maravillosas. Pero ninguna se acerca a la forma en que te veías mientras caminabas hacia el altar, hacia mi hoy. – sus manos se movieron desde mi cabello hasta mis brazos y debajo de las mangas sueltas del vestido para acariciar la piel de allí. Todo mi cuerpo se relajó ante el contacto que había estado anhelando, incluso cuando la anticipación en mi vientre se hizo más fuerte – Eso lo llevare conmigo por la eternidad como la cosa más hermosa que he visto en mi vida. Pero esto, tu, aquí, con este vestido a la luz de las velas, viene en segundo lugar.

Pareces… - intente bromear, pero las palabras me fallaron. Literalmente me fallo. No estaba ni un poco arrugado, aparte del habitual caos de su cabello., un bronce sobrenatural, contra la suavidad de su piel. Su traje color carbón todavía estaba inmaculado, su corbata todavía en su lugar, y su cuello impecable y blanco. Nunca había parecido más humano, o más inhumado, en toda su belleza. – Te amo – termine, fue lo único que pude decir.

Nunca me cansare de oírte decir eso – respondió con fervor. Sus manos recorrieron mi cintura, rodeándola por un momento, deslizándose hacia abajo sobre mis caderas, antes de levantarse para descansar contra mis clavículas. Entendía la compulsión por tocar, aunque por ahora parecía clavada en el suelo, obligada a permanecer quieta y dejarlo explorar.

Agarro una de mis manos y la levanto girándome, imitando a una bailarina haciendo piruetas, hasta que quede de espaldas a él. Sus manos trabajaron rápidamente con los botones ocultos y las tiras que fijaban el vestido para que pudiera encontrar su camino debajo de la tela en la parte baja de mi espalda. Desde allí acariciaron toda la longitud de mi columna hasta que se extendieron para cubrir mis omoplatos. Me estremecí bajo su toque. Empujo la seda lejos de mis hombros, sobre mis brazos, hasta que la gravedad la atrajo hacia mis pies. Escuche su respiración entre cortada y me gire hacia él una vez más, vestida solo con la lencería color marfil que compre con Alice hace tantos meses en Florencia, y las zapatillas antiguas. Recatado y nada recatado, todo a la vez.

Hemos recorrido un largo camino desde que compre esta ropa interior. Ya no sentía la necesidad de cubrirme, sino que lo deje beber toda la piel expuesta, sintiendo mis nervios cobrar vida ante los simples toques que ya había experimentado y la forma en que su mirada se oscurecía por el deseo.

Dije una mentira – dijo finalmente. – Me equivoque. Esto viene en segundo lugar.

¿Pero no primero?

No – murmuro dejando que sus manos rodearan mis caderas, acercándome a él. – Sobre eso nunca podría mentir.

Lo bese suavemente, tratando de dejar que todo el amor que sentía en ese momento pasara a el a través de la piel donde nos tocábamos.

¿Has pensado en esta noche? – le pregunte cuando nos separamos, quitándonos los zapatos para dejarlos junto al vestido.

El gimió y deslizo una mano desde mi cadera hasta mis costillas, por encima de mi corazón – Mucho. La idea de que seas mi esposa, que lo seas… todo.

Deslice mis manos debajo de las solapas de su esmoquin, alejándolo de sus hombros. Se lo quito y lo arrojo detrás de el sobre la alfombra mientras yo le desataba la corbata.

¿Como? - pregunte

¿Cómo? – repitió, sus ojos abriéndose momentáneamente – En todos los sentidos. No importa. Tenemos toda la noche.

Empecé a desabotonarle la camisa. – Pero la primera vez, ¿cómo?

Respiro hondo y se desabrocho el cinturón. – Debajo de mí.

De repente me levanto y me dejo caer en el centro de la cama. Jadee ante la velocidad del movimiento, luego perdí el aliento cuando apareció sobre mí, con todo su torso ahora desnudo y un mosaico de color caramelo y sombras oscuras. El ancho de sus hombros, el corte de los músculos a través de ellos atrajo mis manos hacia arriba, trazando los planos de su cuerpo, provocando gemidos en el mientras buscaba los lugares sensibles que había aprendido desde que comenzamos a tener intimidad.

Inclino la cabeza para besarse a lo largo de la clavícula, bajando por mi escote hasta entre mis senos, luego sobre el satén hasta mis costillas. Desde aquí, tenía una mejor vista de su espalda y mi boca se secó mientras observaba los músculos ondularse a la luz de las velas, el resto de mi cuerpo reaccionaba tanto a eso como a sus toques reverentes.

Todavía estaba a medio vestir, así que me estire entre nosotros para agarrar su cremallera. Sus pantalones desaparecieron un momento después, su boca solo dejo mi piel por un momento antes de volver a chupar mi vientre, el frio de sus labios dejo un rastro de calor detrás.

Lo acerque para darle otro beso y este fue más contundente que los demás, su lengua se deslizo contra la mía, mientras sus dedos encontraban el cierra de mi sostén. Mientras el beso continuaba, aparto el satén que me cubría y sus manos exploraron la piel recién expuesta.

Mis piernas estaban en una posición familiar, envueltas alrededor de sus caderas mientras nos mecíamos juntos. Me desenredo por un momento para quitar más satén, así que lo único que me quedaba eran las medias y el liguero. Sus pulgares trazaron la piel desnuda de mis muslos, comenzando por el exterior y avanzando hacia el interior. Tome su mano para guiarla, pero en lugar de eso se sentó y tomo las almohadas, deslizando una debajo de mi cabeza y la otra debajo de mis caderas. Se presiono contra mí, obligándome a jadear, antes de agacharse para cubrirme, así estábamos pecho con pecho, y cara a cara.

Nunca lo había visto tan intenso como en ese momento. Nos movimos juntos, lentamente, sintiendo cada centímetro de movimiento, con las manos entrelazadas sobre las sábanas a nuestro lado. Por muy bien que se sintiera, no se trataba solo de sensaciones físicas. Nunca apartamos la mirada el uno del otro y sentí que estaba al borde de una gran revelación.

Todo – murmuro mientras la tensión en sus hombros aumentaba, y supe que el verdadero placer estaba cerca para él. Nos juntamos as rápido, el sudor hizo que mi piel resbalara contra la suya y sentí el familiar eco del placer aumentando en mi mientras su cuerpo llenaba el mío, una y otra vez.

Solo por un momento, vi sus dientes desnudos, sus labios alejándose para mostrar el blanco brillante mientras hundía su rostro en mi hombro. Mi pulso se aceleró al pensar que esta vez, el renunciaría al control de una vez por todas. Su lengua lamio desde el hueco de mi garganta hasta la parte más tierna de mi cuello y lugar de encogerme, me arquee hacia él. Inhalo, pero se apartó y levanto la cabeza para besarme.

¿Eso fue todo? – dije y entre un latido y el siguiente, caímos juntos en los brillantes brazos del placer.

Apenas logramos tomar el vuelo a la mañana siguiente porque dormí hasta tarde, exhausta por la larga noche. Edward me dejo dormir hasta el último minuto posible ya que él era el responsable de mi cansancio. Afortunadamente, sus habilidades de conducción, las que normalmente me aterrorizaban, resultaron útiles de esta vez y nos abrimos camino a toda velocidad durante el check-in y el embarque.

Eso significo que no tuve tiempo de pensar en que estaba dejando Washington hasta que ya estuvimos en el avión y la tierra fue un mosaico de verde y marrón debajo de nosotros. Para empezar, odiaba el estado, estaba tan en contra de la abrumadora vegetación y la humedad siempre presente en comparación con el glorioso calor y los ricos marrones de Arizona. No podia mentir y decir que había aprendido a amar la lluvia, pero había llegado a ver la belleza en el follaje. Y por supuesto, Forks me había traído a Edward.

Lo extrañaría. Al menos por el hecho de que estaba dejando atrás el lugar donde habíamos cortejado. El prado, el único lugar que era tan especial para los dos, se estaba convirtiendo en parte de nuestro pasado. Quizás pudiéramos volver a él, pero no por mucho tiempo, y el tiempo tenía una manera de hacer sentir su presencia. Si alguna vez volviéramos, no sería como lo dejamos

Me quede dormida en el avión, y Edward me despertó antes de aterrizar en Newark. No dijimos mucho, pero seguimos mirándonos el uno al otro, compartiendo sonrisas tímidas, y Edward parecía no querer soltar mi mano izquierda. Se sintió como la primera oleada de amor de nuevo.

No había un auto de alquiler esperándonos cuando salimos del aeropuerto, sino un auto nuevo propio que Edward había arreglado para que lo entregaran aquí, un VW Golf azul medianoche. Seria nuestro hasta… bueno. Edward me había explicado parte del plan sobre como íbamos a fingir nuestras muertes, y el auto iba a ser una baja. Tenía ese olor a nuevo, no como el volvo que estaba saturado con el de Edward, y tomaría algún tiempo para que su olor lo impregnara. Puede que no nos quedara tanto tiempo para eso.

El viaje hacia el norte, hasta Poughkeepsie, fue tranquilo, con la banda sonora de música clásica. Casi deseaba tener un libro para leer, pero estaba contenta de acurrucarme en mi asiento y observar a Edward mientras conducía. La forma en que se movían los músculos de su brazo mientras manejaba la palanca de cambios hizo que se me secara la boca y el calor se extendiera por mi cuerpo. Lamentablemente solo nos detuvimos en las gasolineras para poder ir al baño y comprar comida, en lugar de buscar un lugar tranquilo para comenzar la luna de miel.

Sin embargo, la tierra por la que conducíamos era tan diferente a Washington, como lo era Washington de Arizona; colinas onduladas, verdes, pero con pocos árboles, y aunque el cielo estaba nublado, en realidad no estaba lloviendo.

Antes de llegar a la ciudad, Edward salió de la carretera hacia nuestro nuevo hogar. La casa estaba escondida en el bosque, igual que la de Forks, e igual de grande. Echaría de menos nuestra cabaña, ya que aquí no habría un equivalente, pero de todos modos no la necesitábamos, estaríamos aislados durante nuestra luna de miel. El resto de la familia solo llegaría después de nuestro accidente.

Edward me cargo hasta el umbral, equilibrando el equipaje crucial al mismo tiempo, y pasamos nuestro primer día familiarizándonos con nuestro nuevo dormitorio.

Las semanas volvieron a avanzar rápidamente, y Edward parecía estar metiendo tanta actividad como fuera posible en ellas. Salíamos a caminar y a nadar, y dar largos paseos en autos. Nos aseguramos de que la gente del pueblo supiera que estábamos aquí, Edward estaba dando vueltas en el Golf lo más rápido que podia sin violar las leyes de tránsito (o ser atrapado haciéndolo). Necesitábamos que pensaran que Edward podría no ser un conductor muy cauteloso, como podría ser un joven con un auto que podría ser demasiado poderoso para que el lo controlara.

Durante todo este tiempo, solo tuvimos una conversación seria, con la fecha límite de septiembre acercándose a nosotros.

¿Cómo vamos a hacer esto? – pregunte una tarde después de que una tormenta sorpresa nos ahuyento de nuestro paseo.

Quería alejarse de la conversación, como lo había hecho muchas veces antes, pero ahora no tenía más remedio que ceder. El tiempo se acababa.

Tenemos un lugar un lugar a donde ir – me dijo mientras me quitaba la ropa mojada frente al crepitante fuego – Una cabaña lo suficientemente aislada para pasar la fase de neófito y con mucho para cazar.

¿Donde? – me arrastre hasta su regazo y nos acurrucamos junto al calor de las llamas.

Labrador

¿Labrador? – vagamente sabía dónde estaba eso, el este de Canadá, si no recuerdo mal.

Esta lo suficientemente nublado para que podamos vivir allí por un periodo prolongando y hay mucha vida silvestre. Caribúes, alces, glotones, zorros.

Hum.

Carlisle y los demás estarán cerca en caso de que los necesitemos, pero aun tendremos nuestra privacidad.

Entonces una larga luna de miel.

En cierto sentido – pero fruncia el ceño mientras pensaba en lo que nos esperaba. Sabía que todavía estaba preocupado por morderme. Si podia hacerlo, si podría parar, pero al menos con la fecha límite de los Vulturis tenía el ímpetu de morderme. Estaba causando un dolor breve para esencialmente salvar mi vida, y él ya se había detenido antes. Sabía que ahora tenía un control mucho mayor. Tenía completa fe en él.

Cinco días antes de la fecha límite, me senté a esperar en otro automóvil nuevo, un resistente jeep, en una carretera aislada con nuestros nuevos pasaportes y documentación -Sr y Sra. Edward e Isabella Masen-. Los Cullen aparentemente tenían contactos del lado equivocado de la ley que habían arreglado todo esto. Edward me dejo para estrellar el Golf en un barranco más adelante en la carretera.

Estaba en el jeep, sin un rasguño antes de que el auto explotara en una boda de fuero a medio kilómetro de distancia. Todo, incluida cualquier posibilidad de identificar nuestros cuerpos fue destruido. Había cuerpos en el auto, pero Edward no había entrado en detalles sobre de donde vendrían, y se asumiría que éramos nosotros cuando se encontrara el Golf.

Realmente no tuve tiempo de contemplar Canadá o Labrador, mientras conducíamos hacia el norte. Estaba perdida en mis pensamientos sobre lo que estaba por suceder.

Por mucho que deseara esto, no detuvo el aumento del miedo. Confiaba en Edward, no era el a quien temía. Era el dolor inevitable que vendría después. Tres días de ardiente tormento parecían un justo intercambio por la eternidad, pero cuando era inminente, no podia evitar estremecerme.

La "cabaña" era en realidad otra casa enorme, construida con madera y completamente nuestra. Como se había convertido en su costumbre. Edward me llevo desde el jeep hasta el umbral y hasta la habitación de arriba que sería nuestro dormitorio.

En algún momentos del camino llegamos a un acuerdo tácito sobre cómo me cambiaria. Con cuidado, nos reunimos una última vez. Exploramos cada centímetro de piel, reafirmando todo lo que habíamos llegado a saber sobre el cuerpo del otro, tomándonos todo el tiempo que necesitábamos y aprovechando al máximo la capacidad de recuperación de Edward. Solo cuando estaba completamente agotado, toda capacidad de miedo ahuyentada, mi capacidad de sentir cualquier cosas menos amor y paz, fue erradicada, se preparó sobre mí, nuestros cuerpos todavía tocaban capa centímetro de piel.

¿Estas segura? – susurro.

Lo estoy, te amo

Para siempre – respondió, y sentí su boca en mi cuello. Coloco un suave beso en mi piel, reavivando mi pulso, antes de que sus dientes se hundieran en mí.