La mañana del sábado fue más dura que de costumbre. Lis aún tenía los ojos medio enganchados cuando empezó a preparar los pasteles del día. Jane también apareció con cara de sufrimiento y entabló una divertida conversación con su jefa, mientras la ayudaba a tener los postres a tiempo. George también se pasó a primera hora, con el pelo despeinado, para darle un beso de buenos días y recoger su pedazo de tarta diario.
El día parecía ir bien. Lis notaba que el día exigía más producción de dulces y tuvo que ayudarse de la varita para acelerar el proceso de cocción de los bizcochos. Mientras acababa de espolvorear un delicioso tiramisú, Jane entró agitada a la cocina:
- Lis, deberías ver esto.
Lis paró instantáneamente de espolvorear y salió. La pequeña pastelería estaba a reventar, no cabía ni un alma. Los clientes miraban con gula los bombones expuestos en bolsitas, las chocolatinas de sabores. Apenas quedaban packs de galletas.
- Llama a Julianna - dijo Lis intentando no entrar en pánico. - Que venga a ayudarnos.
- Ya la he llamado, hace cinco minutos.
Justo entraba por la puerta, apartando a algunos clientes.
- Dios mío, ¿pero qué vendéis? ¿Qué habéis hecho?
Con confianza y sin perder el tiempo, Jane siguió atendiendo mientras Julianna preparaba cafés y bebidas calientes. Lis tuvo que comprobar la magnitud de la demanda y salió a la calle, aún con el delantal puesto. La cola llegaba a cuatro tiendas de distancia, y los clientes seguían llegando. Había niños, ancianos, familias. Todas las personas tenían algo en común: llevaban bolsas o gominolas con una gran W rojiza. Quiso confirmarlo y preguntó a una familia que estaba esperando su turno.
- ¿Quién les ha hablado de la pastelería?
- El chico guapo de Sortilegios Weasley, querida. Dice que es la mejor tarta que ha probado nunca - dijo una madre.
- A mí me la recomendó la chica pelirroja - comentó otro cliente esperando.
- Dicen que son los mejores pasteles de la ciudad - vociferó otro más lejano.
Lis sonrió y volvió corriendo a la cocina. Tuvo que hacer magia, mucha magia, para poder salir del paso.
Tuvieron que cerrar una hora antes. Se habían quedado sin harina, sin huevos, chocolate y la crema también empezó a escasear. Por no hablar de que no quedaban bolsas de bombones ni galletas. Lis agradeció inmensamente la ayuda a Julianna y a Jane, y a ésta le dio el lunes festivo. Más que nada porque no podrían abrir. Lis tendría que ir a comprar con urgencia. Dejaron la tienda como pudieron, ya volvería la dueña a limpiar el lunes con tranquilidad. Un día tan agitado era lo último que se esperaba Lis, que aún arrastraba el sueño de la salida del día anterior. Cerró con llave, puso la alarma y se fue directamente a ver al pelirrojo.
Sortilegios Weasley estaba a punto de cerrar. Los clientes estaban saliendo emocionados. Un niño escupía en el suelo un caramelo diciendo "ew, sabe a moco". Lis entró y vió a Ron atendiendo a los pocos clientes que quedaban. Parecía que habían arrasado todo. Apenas quedaban filtros de amor, y el polvo de oscuridad instantánea tenía un cartel de "agotado". Se notaba que se acercaban las navidades y las ventas habían aumentado. Ron vió a Lis y le sonrió:
- Está en el apartamento, la puerta está abierta. Sube, se alegrará de verte. Dile que cerraré en cinco minutos.
Lis sonrió amable y antes de subir, le dejó a Ron unas porciones de tarta, el cual agradeció intensamente. Subió los tres pisos y abrió una puerta granate con cuidado.
- ¿George?
Entró y cerró. No obtuvo respuesta, pero al segundo entendió el porqué. En el sofá vio una cabeza que miraba al techo. El pelirrojo, sentado con las piernas aún apoyadas en el suelo, estaba dormido. Lis sonrió y se aproximó al respaldo, por detrás. Lo vio dormir por unos instantes. Le pasó la yema por el perfil de la nariz. Con un suspiro, George abrió los ojos extrañado. Sonrió al ver la cabeza de la muchacha a su lado, también sonriente.
- ¿Qué haces aquí? - dijo - Ven.
Le cogió de la mano y la acompañó con el brazo para hacer que diese la vuelta al sofá. La sentó a su lado, pasándole el brazo por encima y acurrucándola junto a él. Le acarició la espalda.
- Ya ha acabado el día, señor Weasley.
- ¿Ha tenido una buena jornada?
- Sí. Aunque he tenido que cerrar antes. Se ha corrido el rumor que mis pasteles son los mejores y he tenido un exceso de clientela, que, curiosamente, venían de su tienda.
George rió.
- No es mi culpa que haga magia con las manos. - Eso sonó un tanto sexual y Lis se sonrojó con las cejas levantadas. George intentó continuar la conversación con disimulo- ¿Ya no le quedan pasteles?
- No, señor Weasley. Además, le he de agradecer el rumor, con las ventas de hoy puedo cerrar la pastelería y dedicarme a la vida pesquera.
George rió más fuerte y la acercó más a él.
- Usted no va a ningún lado sin mí.
- ¿Qué tal su día? - Se incorporó para ver los bocetos que había en la mesita justo delante del sofá.
- Ajetreado. A última hora he venido a terminar algunas ideas, pero me he quedado. Han tenido que venir Ginny, Harry y Hermione a ayudarnos durante la mañana y parte de la tarde.
- Eso es bueno… ¿Esto lo ha diseñado usted? - comentó admirada uno de sus dibujos.
- Sí - sonrió George.
- Es impresionante. Se le da bien el mundo de la risa.
- No es lo único que se me da bien - dijo George, dándole un beso en el hombro.
Ambos cayeron en la cuenta de que era la primera vez que estaban solos en un apartamento. Llevaban un mes viéndose, besándose. Era hora de más. Lis y George se miraron y un segundo después sus lenguas bailaban al compás. George acarició el interior del muslo de Lis y está no pudo contener un pequeño suspiro de placer. George se hundió en el cuello de Lis, olió su perfume y se puso más duro. La besó, le pasó la lengua desde la clavícula hasta la oreja, excitándose. Excitándola. Lis no se lo pensó y se colocó encima de George, abierta de piernas y sintiendo su erección. Él le agarró el culo y se recreó en masajearlo. Seguían besándose con efusión, se apretaban el uno con el otro, querían sentirse mucho más cerca. Lis le abrió la camisa despacio y le fue propagando un camino de besos que hicieron que al pelirrojo se le fuera la cabeza. Éste le mordió el labio y le pasó la lengua por las comisuras. La cogió del lateral del cuello y se la acercó más, con pasión. No podía dejar de besarla. Ella le acarició el pecho y fue bajando hasta la hebilla del cinturón. Lo desabrochó ante la mirada atenta de él, que sentía que en cualquier momento se iba a despertar del mejor sueño que había tenido nunca. Con un ligero movimiento, le desabrochó el botón del pantalón. Se tiró al cuello del pelirrojo y mientras le mordía con sutileza posó su mano en la erección. Aún con los calzoncillos puestos no podía negar que era grande. Por Merlín, deseaba tenerlo dentro de ella. El pelirrojo soltó un gemido y con fuerza la levantó y la postró en el sofá. Con la espalda apoyada en el reposabrazos, las piernas abiertas predispuestas a él, George se puso encima y le levantó la camiseta. Sentía su polla palpitar y la quería penetrar con todas sus fuerzas, pero antes quería disfrutar del cuerpo de esa mujer. Su mujer. Le acarició los grandes pechos. Le besó el cuello y fue bajando hasta su busto al ritmo de los gemidos de Lis, que apreciaba la escena sonrojada y fogosa. Justo cuando bajaba la copa para chupar el rosado pezón, escucharon la voz de Ron que provenía de las escaleras.
- No es buena idea que entres ahí.
George y Lis se miraron con terror y se adecentaron la ropa en menos de cinco segundos. Se terminaba de poner bien el pelo ella y él se abrochaba de malas maneras la camisa cuando la puerta se abrió de par en par.
- Pero bueno, es que en esta tienda no se trabaja - dijo una figura idéntica a George con alegría.
- ¡Fred! ¿Qué haces aquí? - Los dos hombres se fundieron en un abrazo - ¿Ya habéis vuelto?
Fred no contestó. Con una sonrisa pícara miró a Lis, que estaba de pie intentando recuperarse y disimular que tenía las bragas completamente empapadas. El hermano volvió la vista a su hermano y con picardía le dijo:
- ¿Me voy tres meses y te enamoras?
Ante el comentario, Lis se sonrojó e intentó salir de la situación, volteando el sofá y dirigiéndose a la puerta:
- Será mejor que me vaya. Un placer.
- Espera - la detuvo George de la muñeca- Déjame presentarte. Ella es Lis. Él es mi gemelo Fred. Bueno, eso es evidente.
Fred, picajoso y con una gran sonrisa, insistió:
- ¿Y Lis es…?
- La que se va - respondió ésta todavía más sonrojada y aguantando la sonrisa. Se soltó del cariñoso agarre de George y se dirigió a la puerta sin mirar a los asistentes.
- Le dije que no subiera - se disculpó Ron.
- ¡Adiós! ¡Un placer! - escucharon ya desde las escaleras.
A George no le dió tiempo a más. Miró con recelo a su hermano.
- Te vas tres meses y vuelves en el peor momento posible.
- Te dije que estábamos interrumpiendo algo - regañó Ron a Fred.
- ¿Cómo iba a pensar que estarías con una mujer? Es preciosa, ¿dónde la conociste?
- ¿Vienes de luna de miel y quieres hablar de esto?
- ¿Quieres hablar sobre lo que he estado haciendo en mi luna de miel? ¿Con mi esposa? ¿Quieres saber los detalles? ¿Cómo, cuándo y dónde? Porque la respuesta es sencilla, George: De todas las maneras, a todas horas, en todos los lugares.
Ron y George rieron de manera sonora.
- Era una clienta - confesó.
- Ligando con clientas, qué despropósito George Weasley - imitó el gemelo a las regañinas de su madre.
- Y encima es una mujer que no ríe - metió cizaña Ron, que se sentaba en el reposabrazos.
- Lo hará - la defendió George - Y además es pastelera.
- Eso es cierto, menudos pasteles - babeó Ron.
- ¿Eso es una metáfora para los… ? - se burló Fred, haciendo una forma grande y curvilínea de sus pechos. George rió pegándole un codazo.
- Eres un cretino.
- ¿Y… ? - preguntó Fred con malicia - ¿En la cama bien…?
- Te podría responder si te hubieses quedado un día más en la playa con tu mujer.
Los gemelos se sentaron en el sofá.
- Espera, espera - dijo Ron - ¿todavía no…?
George negó con la cabeza.
- Hace cinco minutos ha sido lo más cercano que hemos estado.
- Ahora entiendo el bulto que he notado al abrazarte - se burló Fred - pensé que era la ilusión de reencontrarte con tu gemelo.
- Eres un idiota total- rieron. - Me tiene loco.
- Esto hay que solucionarlo. Búscala y marca territorio - insistió Fred.
- Sí, eso estaría bien. Ni siquiera te atreves a llamarla novia. Lleváis viéndoos a diario más de un mes y nos conoce a todos. Ten valor, George - recriminó Ron.
- Viniendo de ti es un gran consejo, Don "llevo enamorado de mi mejor amiga desde los once años y me acabo de dar cuenta" - se defendió.
- ¿Conoce a nuestros padres? - se ofendió Fred.
- No, aún no.
- Pero conoce al resto - justificó Ron - a excepción de Percy y Charlie. Ginny la adora. Y Bill, wow, no viste como se burló de él. Bill está loco por ella.
- Ella es increíble… Estaba pensando en invitarla en Navidades…
- Estás totalmente enamorado, Weasley - admiró Fred. No era una pregunta. Nunca había visto a su hermano así.
- Es mi mujer - confesó George - Será mi mujer.
- Vale, este es el plan - concluyó Fred - De mañana no puede pasar
Los hermanos hablaron y planearon cómo recuperar el valor de George.
