Investigando cosas de China descubrí que en navidad (o, en realidad, nochebuena) se tiene esta graciosa tradición de regalar manzanas. Tanto es así que las manzanas terminan subiendo de precio en estas fechas y se consideran un regalo extravagante. He escrito esta pequeña historia para mis actuales musas: Zhou Xing y Li Hao.
¡Arriba el ZhouLi!
Renuncia: Inazuma Eleven Orion no Kokuin no me pertenece.
Una cesta de manzanas rojas por la noche de la manzana en paz.
Por Blue-Salamon.
—… tiene ácido málico y tartárico, muy poco sodio y nada de colesterol, es una de las mejores frutas para…
—… Zhou Xing…
—… rica en sustancias fotoquímicas y antioxidantes, y ayudan a reducir…
—Zhou Xing-
—… alta proporción en vitaminas y minerales como la vitamina B, potasio, calcio…
—ZHOU XING.
Imprime tanta fuerza en el llamado que, sin querer, incluso se ladea de más y con el peso de lo que parecen ser al menos una docena de manzanas en sus brazos, Li Hao casi termina por caerse con todo y cesta de manzanas encima.
A pesar de estar enojado (tal vez enfadado —o incluso hasta furioso—) no puede evitarlo. La sensación de las manos de Zhou Xing sosteniéndolo y ayudándolo a evitar la caída lo desconcierta, generando una mezcla de nerviosismo y algo de locura caótica en su interior y. ¡Es que Zhou Xing realmente lo está alterando!
Y mira no más que, de serle posible, el propio Li Hao atraparía a las estúpidas mariposas en su estómago, las metería en un saco y las ahogaría en un río si es que así conseguía librarse de su perturbador aleteo. No puede hacerlo (no cuando las mariposas son meramente un concepto figurativo y por supuesto que no existen). Pero sí que ahoga el sentimiento en medio de un apabullante enojo racionalizado cuando se dice que está en todo su derecho de enfadarse con Zhou Xing y, pasando por completo de las cintas decorativas de la cesta, se inclina para dejarla en el suelo, apartando a Zhou Xing y a sus manos (fuertes y cálidas) lejos de sí mismo en el proceso. Disponiéndose a quitar el envoltorio estrafalario sin más dilación.
Zhou Xing, enfrente de él, lo contempla con la boca abierta mientras el otro chico se descuelga la bandolera que lleva encima del hombro y pasa a abrirla de par en par (o todo lo que se pueda) al igual que con el envoltorio de la cesta de manzanas.
—Qué vas a-
—Cállate.
Li Hao no levanta la voz, pero su tono es suficiente para dejar a Zhou Xing mudo y al goleador estrella de la selección china no le importa por unos momentos en los que libera la pequeña mochila del par de cosas que lleva en ella (cartera y un paquete envuelto —Zhou Xing piensa que es su regalo para el intercambio de regalos programado para la fiesta de la tropa en casa de la familia de Xiao Rau—). Parece hacerle falta algo más, porque Li Hao de pronto se detiene, pero es ese mismo momento el que el otro chico escoge para devolverse a Zhou Xing, quien lo mira con ojos de cachorro acabado de ser regañado.
Li Hao sentiría más lástima por él, de no ser porque, echando un vistazo al interior de su mochila y volviéndose hacia las manzanas que le ha dado Zhou Xing, siente que su cólera se multiplica por doce. En opinión de Li Hao, Zhou Xing se lo tiene más que bien merecido (por ser un estúpido cerdo adinerado y no solo por ser un estúpido cerdo adinerado, sino que, además, por ser un estúpido cerdo adinerado enamorado de él). Así que, en lugar de apiadarse de Zhou Xing, Li Hao le da una larga mirada antes de ir a abrir la boca una vez más: —Cierra los ojos.
—E-eh-
No basta más que Li Hao vaya entrecerrando los ojos, su ceño frunciéndose en conjunto, para que Zhou Xing obedezca de inmediato, gesto pronunciado, cerrando los ojos con fuerza.
Pero es casi instintivo y Zhou Xing trata de conseguir un vistazo y se lleva mejor las manos a los ojos para no enfadar a Li Hao más en lo que trata de indagar.
—Para qué-
—¿Sabes qué? También date la vuelta.
Pero Li Hao gruñe y lo interrumpe y Zhou Xing obedece como autómata. Entonces abre los ojos y separa los dedos de sus manos. Preguntándose lo que está pasando.
A sus espaldas, Li Hao termina de meter unas ocho manzanas (grandes y rojas) enteras dentro de su bandolera. Y como no hay espacio para más, tan solo corre el cierre para arriba con trabajos, antes de fijarse en la canasta y mirar las manzanas que aún quedan en la cesta y. Por sus ancestros, ¿cuántas manzanas había comprado Zhou Xing para él…?
Li Hao tuerce una mueca antes de regresar su atención a Zhou Xing y, al fin, dejar ir un suspiro de su boca. Toma el papel celofán del envoltorio de las manzanas y se encarga de amarrar otra vez el lazo, en la pobre excusa de como recordaba había estado hecho al inicio (cuando Zhou Xing se había aparecido —en plan casual, con aquella enorme cesta de manzanas rojas, adornada y envuelta, lista para ser entregada como regalo— en su punto de reunión acordado para irse a la fiesta).
Li Hao vuelve a colgarse la bandolera al hombro y el peso de las manzanas golpea su espalda, tan solo acentuando más su mueca. No hace más comentarios y, después de unos momentos, sí que se levanta con todo y cesta en los brazos, aligerada del peso.
—… Zhou Xing.
—… ¿Sí?
Li Hao pone los ojos en blanco ante su tono temeroso. —Date la vuelta- ¡ven acá, vas a llevar tú estas manzanas!
Zhou Xing hace como lo indicado y nada más habiendo girado sobre sus talones la cesta de manzanas regresa a sus propios brazos de golpe con un empujón. Li Hao lo mira con gesto enfurruñado, ojos entrecerrados y una ceja arqueada junto a esa torcedura de boca que no parece querer desarmarse.
—¿Qué hiciste- ¿guardaste el resto de manzanas en tu mochila?
Cuando Zhou Xing trata de comenzar, nervioso, se da cuenta a mitad de camino que Li Hao no está para sus cosas en ese momento. Zhou Xing sabe que Li Hao está irritado, pero él tan solo es que no puede evitar intentar buscar y rebuscar una mirada compasiva (y sus ojos tiernos de siempre) en vez de aquellos duros con los que ahora lo mira. Li Hao, por su parte, vuelve a suspirar, casi bufar: —… Sí. Estas son, ¡esas son demasiadas manzanas, Zhou Xing! ¿En qué diablos estabas pensando cuando compraste esto! ¡Con lo carísimas que están en esta temporada solo alguien como tú podría-…
Se detiene a medio discurso cuando se da cuenta de que no tiene sentido comenzar una nueva discusión de ese tipo en "la noche de la manzana en paz" y con el que es su novio. Li Hao sacude la cabeza en negaciones. Nada.
Suspira.
—… no necesito tantas manzanas.
En cuanto sus ojos hacen contacto visual con los de Zhou Xing, Li Hao no tarda en recibir un asentimiento apurado.
—Sí, no… tienes razón, yo… me dejé llevar…
Con eso, a Li Hao se le termina diluyendo el enfado. Zhou Xing es muy tierno y él lo quiere muchísimo así que no puede evitarlo. Al menos, de momento, Zhou Xing parece entender qué es lo que ha hecho mal esta vez (y sin ser la primera discusión que han tenido al respecto, Li Hao espera que sí que lo entienda).
—Bien… uff, creo que estas podemos dejarlas para el resto del equipo… ¿te parece bien?
A Zhou Xing se le van iluminando los ojos al escuchar la última pregunta y es que. Ahí están los ojos tiernos de Li Hao, mirándolo con cautela, fijándose y procurando su bienestar también. Tras un par de miradas tímidas lanzadas en dirección de su as, Zhou Xing piensa que es seguro y que la ha librado no por mucho en su pequeña metida de pata y una sonrisa boba se hace con sus labios mientras es como si a su corazón le salieran un par de grandiosas alas.
—Sí, eso estaría bien…
Li Hao recoge la barbilla hacia su pecho y de pronto se comienza a enrojecer tanto que hasta las orejas se le ponen así: rojas. A Zhou Xing le encanta cuando se sonroja así (porque de alguna manera sabe que ese cambio de color tiene que ver con él), aunque, a pesar de todo, a Zhou Xing le confunde un poco y eso se debiera, quizá, a que, entre sus palabras y sus actitudes, a veces diferían un poco unas con otras en Li Hao y sobre todo cuando se trataba de cuestiones en relación a sus sentimientos por él.
—… tú…
Zhou Xing apenas inclina la cabeza, esperando ser lo suficientemente sutil como para animar a Li Hao a continuar con lo que va a decirle esta vez.
—… yo, también te traje…
Li Hao entonces mete la mano en su chaqueta, en una de las bolsas que hasta ahora es que Zhou Xing se da cuenta de que estaba anormalmente abultada y recupera una envoltura papel celofán decorado, una pelota- no, una manzana envuelta en celofán de regalo con todo y moño.
Y mientras Li Hao se entretiene en revisar la manzana de regalo, a Zhou Xing se le acelera el pulso y el corazón le brinca emocionado. Sin lugar a dudas, Zhou Xing no podría ser tan más afortunado como para tener a un novio tan encantador como el mismísimo Li Hao, quien ya comenzaba a brillar con la fuerza de toda una estrella…
Una vez Li Hao parece satisfecho tras su inspección exhaustiva, con el presente en sus manos, toma la manzana entre estas y la presenta, extendiéndola en dirección al capitán de la Tropa.
—… también te traje… una manzana… Zhou Xing…
